Un encuentro afortunado (5)

-voltéate para mí- Me pidió y lo hice, me recosté completamente estirada boca abajo, el me acaricio las nalgas y luego las abrió, la punta de su lengua paso por mi ano, una oleada de placer me golpeo donde lamia, el abrió aún más mis nalgas y se acercó a mi rajita, puso su glande en la entrada...

Laldia permanecía encerrada en su dormitorio desde que el humano le había dado una patada en el culo, escucharla llorar de aquella manera me rompía el corazón, habían dos cosas en el mundo que me ponían en estado de asesina en serie, y eran que algún mal nacido choque mi Chevrolet Impala o que algún hijo de puta (ya sea humano o vampiro) haga sufrir a Laldia, Rage era un macho que en lugar de materia gris en el cerebro tenia semen, así que no sabía cómo lidiar con ella, por eso a pesar de lo “bien” que nos llevamos él y yo me llamo para cuidarla

-Laldia, Lalvia está aquí-

Dijo Rage, dulcificando su voz

-Te dije que no la llames, no quiero ver a nadie-

Grito Laldia histérica y sollozando

-Abre la maldita puerta en este instante Laldia o prefieres que la tumbe a patadas, es tu decisión-

Mi voz no fue la mariconada de voz suave que uso Rage, todo lo contrario, las ventanas de toda la casa temblaron, luego de unos segundos un sonido metálico me aviso que ella le había quitado el seguro a la puerta, el interior de su cuarto estaba como siempre, ordenado y limpio, algunos osos de peluche estaban por el suelo, uno de ellos estaba destripado, todo el algodón esparcido por el piso

-Hubiera sido mejor que en lugar de esto hubiera sido el humano-

Le dije sonriendo a modo de broma mientras recogía el oso, pero ella se puso seria

-Ok no estas para bromas-

Me senté al borde de la cama, ella cogió uno de sus almohadones llevándoselo al pecho y abrazándolo con fuerza

-¿Cómo estás?-

Me pregunto meciéndose de atrás hacia adelante, ella siempre hacia eso cuando estaba nerviosa o triste

-bien-

Le respondí sacando un cigarrillo de la chaqueta, lo encendí y la punta brillo anaranjada, el humo azulado subió hasta el techo

-Me estas bloqueando tus pensamientos-

La mire directamente a los ojos, no me molestaba que lo hiciera pero puesto que nunca nos escondíamos nada me pareció extraño

-Es la costumbre-

Se disculpó y al instante su mente se relajó dejándome penetrar en sus pensamientos, un humano, ella lo amaba, era del tipo normal, sin ningún tipo especial de belleza, no era guapo, pero sus sentimientos eran nobles, era bueno hasta la medula, muy parecido a ella, ambos suaves y solitarios, uhmmm, la respetaba y también la amaba

-Si te ama porque mierda te dejo-

Ella dejo vagar su mente en respuesta, se concentró en el último día que habían estado juntos, ella había visto sus pensamientos, él se sentía muy poca cosa para ella, sentía que jamás podría entrar a nuestro mundo y por eso a pesar que le partía el corazón la había abandonado, lo curioso era que no sentía miedo, no le importaba que ella fuera un vampiro, simplemente no quería hacerla escoger entre su mundo y el

-Sí que es noble-

Dije, Ella sonrió y sus ojos se llenaron de amor y ternura

-Pero es un imbécil-

Laldia me miro apretando los dientes, no le gustaba que hablaran mal de su humano

-¿Vas a volver donde papá y mamá?-

Le pregunte

-No, a pesar que Eduardo ya no quiere nada conmigo eh tomado la decisión de quedarme aquí y ser libre-

La tristeza en sus palabras me aguijoneo el corazón

-Vas a tener que ir y decirles-

Laldia tomo uno de los pañuelos desechables de la mesa y seco sus mejillas húmedas por las lágrimas

-Sí, iré pasado mañana, Rage me acompañara, no quiere que este sola cuando se los diga-

-Tu decisión tendrá consecuencias Laldia-

Ella termino de secarse la cara y me miro, sus ojos ya no eran los mismos de unos siglos atrás, ahora se veían maduros y llenos de decisión

-No pienso regresar a nuestro mundo, me enferma, prefiero quedarme acá aunque siempre seré una extraña entre los humanos-

-Rage está de acuerdo con esto-

A mí me importaba una mierda lo que Rage opinara pero para Laldia la opinión de el siempre contaba

-No está de acuerdo con que me quede acá pero si está de acuerdo con que rompa ese compromiso si no me hace feliz-

-Parece que esta ves ha usado la cabeza para otra cosa aparte de hacerse ese peinadito tan marica que tiene-

Al otro lado de la puerta Rage gruño

-No lo molestes-

Me regaño Laldia, aunque sonreía de oreja a oreja

-Quieres que mate al humano-

Le dije parándome de la cama, ella me miro aterrorizada, pero enseguida le sonreí para que viera que solo era una broma

-Te vas a quedar, Lavi-

Así me decía ella de cariño, sobre todo usaba ese sobre nombre cariñoso cuando quería algo de mí

-Sabes que no me gusta estar mucho tiempo en un solo lugar-

Ella me miro haciendo puchero y poniendo ambas manos bajo su mandíbula como si fuera un conejito listo para saltar

-Lo pensare-

Le dije rodando los ojos, a ella se le ilumino el demacrado rostro, estaba pálida y desnutrida

-¿Te has alimentado?-

Le pregunte seria

-nop, no tengo hambre-

-Mierda Laldia, no seas engreída ve a cazar con Rage-

Enseguida entro a la habitación Rage, su cara estaba casi tan pálida como la de Laldia era obvio que estaba preocupado

-Nos acompañas-

Me pregunto ella con ese tono tan manipulador que usaba conmigo

-Ya comí-

Ella enarco una ceja dudando

-Una prostituta-

Le mencione mi última comida solo para que se convenciera, Laldia puso la misma expresión como si estuviera chupando un limón particularmente acido, no le gustaba que le recordara mi bisexualidad

-vallan a cazar-

Les dije saliendo de la habitación

-Estarás acá cuando regresemos-

Quiso saber mi hermana, note en sus ojos que no quería que me fuera, y no lo haría, ella me necesitaba, nunca había sido una buena hermana, siempre estaba lejos, pero esta vez haría todo lo posible por ayudarla

-aquí estaré-


Sentado en el suelo del baño, con la gemela de Laldia riendo de forma maniaca y Gerardo con el bate de béisbol mirando aturdido la escena desde la puerta, no podía creer como mi vida había cambiado tanto en menos de un mes, era un sueño, no mejor dicho una pesadilla, en cualquier momento entraría Freddy cruger o algún otro personaje de miedo, me pellizqué fuerte el brazo obligándome a despertar, pero nada, solo dolor

-AUUU!!!-

Grite, ambos me miraron sorprendidos

-Aparte de imbécil eres loco-

Pregunto la mujer

-Tenía que ver si era una pesadilla-

Me explique sobándome el brazo que me había pellizcado

-No es una pesadilla, pero lo podría ser-

Dijo la mujer acercándose a mi despacio y descubriendo los colmillos, temblé tratando de alejarme de ella pero el espacio reducido solo me permitió retroceder algunos centímetros y para colmo la cortina del baño con la que me cubría resbalo por mis muslos dejándome desnudo, ella fijo sus ojos en mi sexo flácido

-valla humano,  ya veo porque mi hermana esta tan enamorada-

Dijo divertida mientras cruzaba los brazos sobre su pecho haciendo resaltar sus senos, tome una toalla y me la ate alrededor de la cintura mientras me ponía de pie, ella continuaba con los colmillos totalmente alargados, era una imagen terrorífica, vestida de cuero con el cabello alborotado, pero ya estaba cansado de ser un completo pelele, me erguí a toda mi altura y la enfrente

-¿Lalvia verdad?-

Ella no respondió

-Mira Lalvia yo ya tome una decisión y por más miedo que me puedas causar no retrocederé, entendido-

Me sentía realizado, un hombre de verdad, solo me faltaba golpearme el pecho y seria tarzan el más macho de los machos, pero mis alucinaciones fueron cortadas de golpe por una mano estrangulándome

-Sabes con quien estás hablando-

El rugido que emitía Lalvia era ronco y traspasaba las paredes, Gerardo cayó de espaldas aterrizando sobre su culo temblando, jadié buscando aire, sentía los ojos a punto de estallar, Lalvia empezó a respirar despacio y apretó los ojos calmándose, me soltó de golpe y volví a caer en el suelo tosiendo

-Lo siento, tengo que controlar mi temperamento-

Claro que lo tenía que controlar, por dios, casi me mata OTRA VES!!

-Eduardo, mi hermana te ama, y sé que tú a ella, ambos están sufriendo por tu estupidez-

Los ojos de Lalvia aún estaban cerrados pero su rostro ya no era la mueca terrorífica de antes ahora se le veía más serena y me recordó a Laldia, el dolor en mi pecho se hiso insoportable nublándome la visión por las lágrimas, no podía ser tan maricon, no lloraría delante de ella

-Puedes dame unos segundos para vestirme-

Le pedí, mientras cogía bien la toalla de mi cintura, ella asintió y salió del baño, fue a sentarse a una de las sillas de la cocina, sus ojos me seguían a través del pasillo hasta que llegue a mi habitación y cerré la puerta. Me vestí rápido sin ser muy consciente de que me ponía encima, al Salir vi a Gerardo parado en una esquina del departamento aferrando fuerte su bate

-Gerardo relájate-

Le pedí suspirando

-¿Relajarme?, ESA LOCA CASI TE MATA Y ENCIMA HABLA DE SOCIEDAD VAMPIRA, Y LOS DIENTESSSS, HAS VISTO ESOS DIENTESSS, SON COLMILLOS, JESUS

-Déjame primero explicarle algunas cosas a mi amigo ok-

Lalvia no me miraba, su atención estaba fija en algún punto de la cocina pero igual asintió, me acerque a Gerardo despacio con las manos alzadas como si fuera un criminal pillado por la policía

-Baja eso y conversemos-

Le pedí señalando el mueble de la sala, el miro al sillón y camino como un zombi, se sentó pero no se relajó, miraba a Lalvia de reojo con el bate en las manos. Las primeras palabras fueron las más difíciles pero luego de un momento todo salía, me sentía tan aliviado de poder contarle a mi amigo por fin la verdad, el me miraba mudo y con los ojos muy abiertos

-Y eso es todo-

Le dije terminando mi historia esperando alguna reacción o respuesta de su parte

-Valla-

Fue todo lo que dijo dejando a un lado su bate, se pasó las manos por el cabello y levanto los ojos hacia la puerta de la cocina de donde salía Lalvia

-Ey esa es mi cerveza-

Voltee la cabeza y efectivamente Lalvia tenía en las manos una botella de cerveza, Gerardo se paró como un resorte del sillón y camino hacia ella, temí lo peor, trate de pararme rápido e impedir la muerte de mi mejor amigo

-Aquí tienes-

Dijo Lalvia dándola una botella a él, Gerardo la miro unos segundos y recibió la bebida, el abrió su botella y tomo un largo trago

-Entonces que es eso de que tu hermana ama a mi amigo-

Dijo Gerardo tan tranquilo como si la conociera de toda la vida, Lalvia también se comportó de lo más natural y se fue a sentar seguida por mi mejor amigo, ambos hablaron y estuvieron de acuerdo en lo imbécil que era yo por dejarla ir. Así era Gerardo cuando su mente tenía una sobrecarga de información simplemente anulaba el sentido común y actuaba “normal”

-Entonces humano la vas buscar o no-

Dijo ella dirigiéndose a mí, Gerardo también me miraba expectante

-Somos muy diferentes y a pesar que ya no se casa y que se  quiere quedar, yo…yo no-

-No eres lo suficientemente bueno para ella verdad-

Terminaron mi frase a coro Lalvia y Gerardo, yo baje la cabeza y clave la mirada en algún punto de la alfombra

-¿Siempre ha sido tan imbécil?-

Dijo Lalvia de manera lacónica

-Desde que lo conocí-

Dijo Gerardo tomando otro trago de cerveza

-Oh vamos, ella es tan bella, tan buena, la habitación se ilumina cuando ella entra, como podría haber futuro entre nosotros, en algún momento ella va despertar y se dará cuenta de cómo soy realmente, y…y no podre soportar que me abandone-

Dije sin dejar de mirar aquel punto en la alfombra, una silla se movió y luego unos pasos, Lalvia estaba parada frente a mí, con una expresión indescifrable en el rostro

-Humano, puedo ver tu mente, puedo leer cada pensamiento, y ver cada sentimiento, y te puedo decir una cosa, no te ves como realmente eres, eres el único que se merece estar con ella y mi hermana sería muy afortunada de tenerte como compañero-

Mire a lalvia sin saber que responder, ella levanto una mano hacia a mí y me la puso sobre el hombro, su mirada era penetrante pero había algo más, una especie de respeto

-Humano vas a ser muy feliz con mi hermana y ella contigo-


La casería había sido rápida y silenciosa, Rage a mi lado en todo momento parecía no saber qué decir, ninguno se tomó la molestia de tratar de averiguar lo que el otro pensaba, al llegar a casa supe que Lalvia no estaba, corrí al garaje y ahí estaba su auto, ella no lo dejaría por nada del mundo así que regresaría, suspire aliviada y entre en mi habitación, recogí el algodón que estaba tirado y sentí pena por mi oso de peluche destrozado en un arranque de cólera, podía sentir la preocupación de Rage y para evitar sus ojos cerré la puerta, los finales estaban cerca y como planeaba quedarme acá tendría que estudiar, me vestí con algo cómodo unos shorts pequeños y una camiseta de tiras sin sostén, tome mis libros y los puse en mi cama, estaba a punto de acomodarme cuando tocaron la puerta

-Laldia-

Llamo Lalvia, corrí a la puerta para darle la bienvenida a mi hermana, pero quien estaba parado ahí no era ella si no Eduardo que trataba de sonreír aunque su rostro era una mueca de dolor

-Hola-

Saludo el sin mirarme a los ojos, a su lado estaban su mejor amigo Gerardo y mi hermana con los brazos cruzados

-Podemos hablar-

Me pidió en una voz tan baja que si no hubiera tenido los sentidos tan desarrollados por ser vampiro no le hubiera escuchado, mire desconcertada a Lalvia

- lo fui a buscar, ustedes tienes cosas que hablar-

Me dijo telepáticamente

Le agradecí desde el fondo de mi corazón

-Pasa-

Le dije a Eduardo, el entro y cerró la puerta tras de él, se quedó parado en la puerta balanceándose sobre sus talones como preparándose para saltar a la piscina sin saber si estaba llena o vacía, no me miraba, eso me irrito, adoraba sus ojos color chocolate, camine con calma hasta llegar a mi cama y me senté

-Te amo-

Me dijo él y el rubor cubrió sus mejillas, aquellas pestañas espesas y largas se elevaron hasta que enfoco sus ojos en mí

-Yo también te amo-

Le respondí abriendo los brazos, el me miro unos segundos y corrió atraves de la habitación hasta arrodillarse frente a mí, nos abrazamos y todo el dolor de los pasados días desapareció como por arte de magia, lagrimas rodaron por mi mejilla

-No llores mi amor-

Me pidió, su voz eran tan tierna que si no hubiera estado sentada me hubiera derretido como un helado en pleno verano, me atrajo a él tomándome del rostro y poso sus suaves labios sobre los míos, el beso fue tierno y lleno de amor

-Nunca más te dejare-

Me prometió besándome

-Nunca más te dejare que me dejes-

Le respondí besándolo con más intensidad, sus manos recorrieron mi cabello y bajaron por mi espalda, donde él ponía sus manos dolores placenteros me hacían pegarme más a él, quería sentirlo dentro de mí, que me llenara de su amor, tome su polo y lo levante despacio el me ayudo subiendo sus brazos, lo contemple extasiada, él era mío y yo de él, el olor de mi excitación lleno la habitación, mi pezones se pusieron duros contra la delgada tela que los cubría, me quito el top y mis senos quedaron expuestos, la pequeñas puntas sonrosadas pedían a gritos ser atendidas, él sonrió mirándolos, los tomo apretándolos y oliéndolos, suspire acariciándole la cabeza, sus labios  chuparon uno de mis pezones, en el interior de su boca lo succionaba y acariciaba con la lengua. Se puso de pie y me tendió la mano para que lo imitara, sin apartar sus ojos de los míos me quito el short y con movimientos algo torpes que me hicieron sonreír se quitó los pantalones

-Te extrañe tanto-

Me dijo tomándome por el culo y levantándome, puse mis piernas alrededor de sus caderas, su manos me acariciaban con cariño, me fue bajando hasta que sentí la punta roma de su pene erecto contra mi centro, la humedad lo hiso resbalar dentro de mí, despacio aun besándonos me penetro por completa, ambos gemimos y nos quedamos quietos, me tomaba unos minutos acostumbrarme a su tamaño y grosor, el camino unos pasos hasta que choco con la cama,  lentamente y sin desconectarnos nos recostamos, había tanta pasión y amor en sus ojos, quería saborearlo por completo sentirlo dentro de mí y no solo su cuerpo si no también su sangre, sin pensarlo los colmillos se me alargaron, con miedo trate de cubrirme la boca pero él me detuvo tomando mi mano y llevándosela a sus labios para besarla

-No te escondas, te amo y quiero conocer todo de ti-

Yo temblé, y negué con la cabeza

-Pruébame-

Me pidió el, tan seductor, tan seguro, hiso la cabeza a un lado y la azulada vena que recorría su cuello quedo expuesta, sus latidos eran calmos, no estaba asustado, en el fondo el sabía que de esta forma sellaríamos nuestro amor

-No va a doler-

Le dije aun dudando de lo que iba hacer

-Confió en ti-

Me dijo, y con esas palabras me deje ir, acerque mis dientes a su cuello y perfore su frágil piel, él no se alteró, y pronto pude saborear su sangre, espesa, como un vino añejo. Su miembro  entraba y salia con suavidad de mí, pero yo solo quería que me tomara con fuerza. Con velocidad y sin dejar de chupar su sangre lo puse bajo de mí, no pude ver su rostro pero el movimiento de su pecho me indico que se reía, acomode mis rodillas a cada lado de sus caderas, eleve el culo sin despegar mi torso del suyo y me deje caer con fuerza contra él, el gimió aferrándose a mi caderas, volví hacer el movimiento y su cuerpo se tensó por el placer, le solté la yugular y un hilillo de sangre bajo por mis labios hasta mi cuello, el me miro atónito pero en lugar de repugnarle le éxito, me tomo por las caderas y me jalo contra el para luego volverme alejar, nuestras pelvis se sobaban, mi clítoris era masajeado a la vez que era penetrada

-Siguee…sigueee-

Le suplique, enterrando mis uñas en su pecho

-Me ajustas…me encantas-

Dijo entre quejidos, yo tense aún más los músculos de mi vagina y él se retorció del placer apretándome el culo, me tomo por la cintura y me levanto, yo quise protestar pero él me callo con un beso, su lengua quemaba, dios, me echo en la cama y me abrió las piernas, acerco su rostro a mi hendidura y lleno sus pulmones con mi esencia

-Me encanta tu olor-

Me dijo mientras su lengua recorría mis labios vaginales, el cuerpo entero me tembló y la espina dorsal se me doblo al contacto de su lengua, lamio primero por encima saboreando mi líquido y luego penetro aún más, mi pepita estaba tiesa y cada lametón que me daba la ponía aún más dura, más sensible, bajo por mi estrecha rajita hasta la entrada de mi hoyito, presiono la lengua y me penetro, me aferre a las sabanas y el me cogió las manos entrelazando los dedos, su lengua estaba casi tan rígida como su deliciosa verga

-voltéate para mí-

Me pidió y lo hice, me recosté completamente estirada boca abajo, el me acaricio las nalgas y luego las abrió, la punta de su lengua paso por mi ano, una oleada de placer me golpeo donde lamia, el abrió aún más mis nalgas y se acercó a mi rajita, puso su glande en la entrada y empujo sin compasión, sus embestidas eran brutales, una y otra vez, resbalaba dentro de mí para volver a salir casi por completo, mordí la almohada desgarrándola para evitar gritar

-Laldia-

Me llamo entre Gemidos apretándome las nalgas, su orgasmo estaba cerca al igual que el mío, levante un poco más las caderas para sentirlo todo, el rugió y su embate se hiso rápido, con urgencia, sentí su polla latir dentro de mi, derramarse por completo, mi vagina se contrajo y el orgasmo me llego feroz, grite y juegos artificiales explotaron en mi cabeza. Respirando como si hubiéramos corrido una maratón se derrumbó sobre mi espalda

-Te amo-

Me susurro al oído

-Yo también te amo-


Luego que Eduardo entro en la habitación de Laldia, todos nos miramos preguntándonos que pasaría ahora, pero pronto nuestra pregunta fue respondida por los gemidos, quejido y alaridos provenientes de la habitación, y como si nos hubieran metido un cohete por el culo salimos disparados de la casa para darles más privacidad a la parejita, yo sonreía feliz por mi amigo. La noche estaba despejada y calurosa, el verano ya estaba aquí, era inútil que me quedara esperándolo, aquella reunión duraría por lo menos hasta el amanecer, bostezando y algo cansado me voltee para despedirme de Lalvia y de Rage, ambos estaban muy juntos conversando entre susurros

-Bueno muchachos, luego de haber sido testigo del amor en su máxima expresión me retiro-

Moví la mano a manera de despedida pero al instante dos figuras se materializaron frente a mí haciéndome brincar

-Gerardo-

La voz de Rage era solemne

-Si señor-

Respondí tragando saliva

-Sabes mucho sobre nosotros y una de nuestras principales reglas es mantener el anonimato-

Rage miro a su hermana buscando apoyo y ella asintió aprobando lo que él decía

-Eduardo no hablara nunca por que el ama a Laldia, pero tú, esa es otra historia-

Lalvia me miro con esos ojos violetas que irradiaban un brillo rojizo, y pude ver en ellos decisión

-Pero yo no diré nada lo juro-

Empecé a retroceder mientras hacia la señal de la cruz con mis dedos

-Por favor no me maten, mi sangre sabe mal, a puro alcohol soy un borracho y es seguro que tengo alguna enfermedad sexual, soy un puto-

Intente decirles tartamudeando, ellos me miraron y a la vez me mostraron sus afilados colmillos

-NOOOO!!!-

Chille, y me cubrí la cara esperando la muerte, pero un par de carcajadas me hicieron abrir lentamente los ojos, los dos se reían con ganas, Rage inclusive se apretaba el estomago

-Los humanos son tan fáciles de asustar-

Lalvia se secó una lágrima producto de lo fuerte que se había reído de mí

-No te vamos a matar humano pero tendremos que solucionar esto, te borraremos la memoria-

Rage ya no reía, empezó a caminar hacia a mí, me iban a freír el cerebro

-No hace falta que la borres-

Lalvia había sacado un cigarrillo de dios sabe dónde por que no tenía bolsillos y lo encendió

-¿No hace falta?-

Rage la miro perplejo alzando ambas cejas

-Nop, yo lo vigilare-

-Y como pretendes hacer eso Lalvia, por mail, ¿Skype?-

Rage cruzo los brazos algo irritado

-Eh decidido quedarme un tiempo, quizás entrar a la universidad, y viviré con el-

Rage asintió complacido por la respuesta

-¿Vivir con quién?-

Pregunte mirando a Lalvia aunque ya sabía la respuesta

-Contigo pues imbécil, aquella parejita-señalo con un dedo la ventana del dormitorio de Laldia-querrán vivir solos, tendrás un cuarto libre en tu departamento y ahí viviré-

-Vas a vivir CONMIGOOOOO-

-Sí, tienes algo contra eso-

Abrió la boca y me mostro una fila de dientes filosos

-Bienvenida compañera-

Sonreí temblando de pies a cabeza, Lalvia sonrió y me tomo por el cuello con su brazo haciendo que me doble

-La vamos a pasar muy bien-

La carcajada que soltó mientras me arrastraba me hiso pensar lo contario, yo viviendo con una vampira lunática, en que mierda me había metido Eduardo


Un mes después

Laldia y yo habíamos conseguido una casita pequeña pero acogedora cerca al campus, la vida no podía ser mejor, había cambiado mis horarios para la noche, así pasábamos las noches estudiando y el día durmiendo, Gerardo no estaba tan feliz como yo, Lalvia se había mudado con él y al parecer las cosas no iban muy bien entre esos dos, pero no era nada para alarmarse, luego de pasado los primero días de felicidad absoluta vinieron las preguntas, ¿Qué haríamos cuando pase el tiempo y ella siguiera igual y yo fuera un viejo decrepito?, bueno, Rage nos había ayudado a investigar, ellos no podían cambiar a la gente haciéndolos  beber de su sangre, y en toda su historia ningún vampiro había tenido o querido hacerlo, solo había una antigua leyenda de una vampira hechicera que tenía el poder de hacer el cambio, por ahora Laldia y yo estábamos felices y tratábamos de no pensar en eso, aquello se lo dejamos a Rage que nos prometió viajar al antiguo continente y buscar a la dichosa vampiro/bruja si es que existía, y si no la encontraba, pues Laldia tenía la respuesta, ella prefería vivir mi corta vida conmigo que su larga vida sin mí.

Fin