Un encuentro a ojos vendados... relatado por Pat.

Me encontraba sentada en la orilla de la cama, con la pierna cruzada, vistiendo una media bata de encaje negro que me cubría sólo hasta la mitad de mi trasero, tenía puestas unas medias negras de malla, unos zapatos de tacón de punta y un antifaz de dormir que me impedía ver lo que sucedía a mi alrededor, era exactamente tal y como muchas veces habíamos comentado que podría ser el inicio de un encuentro como el que ambos deseábamos.

Un encuentro a ojos vendados… relatado por Pat.-

Me encontraba sentada en la orilla de la cama, con la pierna cruzada, vistiendo una media bata de encaje negro que me cubría sólo hasta la mitad de mi trasero, tenía puestas unas medias negras de malla, unos zapatos de tacón de punta y un antifaz de dormir que me impedía ver lo que sucedía a mi alrededor, era exactamente tal y como muchas veces habíamos comentado que podría ser el inicio de un encuentro como el que ambos deseábamos.

La verdad, no sabía ni tenía idea de lo que podía esperar, Jan sólo me había dicho que el momento de probar si éramos capaces de llevar a la realidad nuestra fantasía había llegado y que la mejor forma de realizarla sería incluso haciéndolo a ojos vendados, algo que para mi le dada un toque adicional de misterio, ya que todo habría de ser a base de adivinar con el resto de los sentidos lo que fuera que estuviera sucediendo.

El cómo fue que llegamos hasta un momento como este no lo recuerdo muy bien, aunque si tengo presentes las constantes sugerencias que Jan me hacía de incorporar a un tercero en nuestra cama mientras hacíamos el amor. La sola mención de eso me hacía tener un orgasmo prácticamente en ese mismo instante y aunque al principio no era capaz de decirle o reconocer que la idea me hacía volar, lo cierto es que poco a poco la fantasía se fue plantando en mi mente hasta que por fin acepté la posibilidad de hacerlo cuando un día me lo preguntó.

Habíamos llegado al hotel a eso de las 6 de la tarde y la idea era prepararnos para esperar a nuestro invitado al rededor de las 9 de la noche, él era alguien a quien yo sólo conocía por medio del chat y de quien no tenía más referencia que su descripción física y sus atributos como amante, según lo que él mismo me decía en nuestra apasionadas conversaciones nocturnas, Jan era quien había tenido contacto con él de otra forma, sabría reconocerlo y se supone que se encontrarían en el bar del hotel mientras yo me preparaba para recibirlos en la posición y con el atuendo que describo, una preparación que era más resultado de los afanes de Jan que míos.

Mientras esperábamos a que se llegara la hora del encuentro, Jan abrió una botella de vino blanco, puso algo de música y se dedicó a hacerme lo que con tanta delicadeza hace para lo que él define como uno de sus más grandes placeres, depilarme todo mi sexo y dejarlo tan limpio y suave como la piel del resto de mi cuerpo, para luego comerme y provocarme los más intensos orgasmos que yo haya experimentado en mi vida.

Para hacerlo, me sienta en la cama con suavidad, me sube las piernas y me las flexiona para tener un mejor espacio de maniobra y con toda certeza una mejor vista, mientras él se pone de rodillas frente a mi teniendo a la mano todo lo que necesita, me moja luego con un poco de agua fría en mi vientre bajo - lo que de inmediato provoca una reacción de escalofrío y expectación en todo mi cuerpo - luego me aplica, con unos dedos que parecen mágicos, la crema de afeitar y empieza su labor.

Hace todo esto de tal manera que ni cuenta me doy de cuando empieza o cuando termina, sólo sé que entre tanto, pasea sus dedos por mis dos agujeritos y los relaja al punto de pedir que sean penetrados a la par, terminando todo con un gran orgasmo al que llego después de que él juega con su lengua y con sus labios en mi entrepierna y finalmente en mi clítoris, en mi vagina y en mi ano, todo en una combinación de sensaciones que me cuesta describir.

Transcurre el tiempo de espera, son las 8:30 de la noche, mi nervios están al borde y Jan me hace la pregunta que para mi representa la última oportunidad que tengo para detenerlo todo y dar marcha atrás al intento de realizar nuestra fantasía - ¿Aun deseas hacerlo? - me pregunta. Guardo silencio por un momento y me vuelve a preguntar - ¿Estás segura de querer seguir? - la verdad es que el silencio no es por la duda sino porque se me agolpan en la cabeza toda serie de ideas, cómo será, qué sentiré. Por fin doy paso a las palabras - Lo deseo tanto como tú­ - le respondo sin más.

Estaba yo recordando que habíamos convenido que sólo unos instantes antes de subir con nuestro invitado me llamaría para indicarme que venía en camino cuando de pronto suena mi celular, era Jan, habían pasado apenas 30 minutos desde que había dejado la habitación y ya me estaba marcando - Ya vamos en camino corazón - fue todo lo que me dijo y colgó, sin esperar respuesta de mi parte, quizá por no exponerse a que aun en este último momento le dijera que no quería seguir, aunque les aseguro que no lo habría detenido ya, no sólo porque lo deseaba con todo mi cuerpo, sino incluso porque sabía que si Jan seguía adelante era porque nuestro invitado reunía las características que ambos habíamos querido que tuviera.

Pasa un minuto, tres, cinco y se escucha el sonido de la lleve al entrar en la ranura, se abre la puerta y trato de poner toda la atención que me es posible para detectar de qué o de quién se trata, pero no logro identificar nada, solo pasos, me mantengo en mi posición en espera de una señal, nadie pronuncia una sola palabra, el sonido que logro identificar es como el desvestirse de alguien y me hace estremecer, escucho un cinturón desabrocharse, luego otro y después otro, no logro atinar la razón y mientras pienso en eso unas manos empiezan a recorrer todo mi cuerpo y luego un susurro en mi oído que me dice - Lo vas a disfrutar corazón, ya verás ­- eran las palabras que Jan se supone me diría para dar paso a nuestra fantasía.

Siento unas caricias en mis pechos, en mi rostro, en mi pelo, luego en mi espalda y trato de tocar lo que esté a mi alcance, pero Jan - o nuestro invitado - me lo impide tomándome de las manos y recostándome en la cama, es en ese momento en que siento un segundo par de manos - al estar yo en la orilla, la mitad de mi cuerpo está sobre la cama y mis piernas apuntan hacia el piso - y esas manos me inducen suavemente a separar poco a poco mis piernas para meterse entre ellas, empieza el jugueteo de unos dedos recorriendo mi entrepierna y aunque no se detiene en un punto en particular, su maniobra es lo suficientemente lenta como para hacerme desear que la caricia sea más intensa y me toque y penetre mi mojado sexo.

La suma de sensaciones es estremecedora, jamás había sentido juntos el calor y las caricias de dos cuerpos, mi sangre hierve y me dejo hacer lo que esas encendidas manos quieren y desean, me recorren, me exploran, juguetean en mi sexo y se alejan, no logro identificar a Jan y eso me vuelve loca, siento unos labios en mi vagina y la sorpresa me hace pegar un respingo. Soy una apasionada del sexo oral y esos labios saben muy bien lo que hacen porque en pocos segundo estoy en pleno orgasmo, luego otro y otro, resultado de un juego entre una lengua hábil y unos dedos que logran ubicar con precisión mi punto G.

De pronto siento que me empujan con delicadeza a subirme a la cama, sin palabras, sólo con un poco de presión con sus manos y guiando mis movimientos me hacen quedar encima de uno de ellos, pero con mi cara en su miembro, algo de lo que estoy segura porque por fin logro asirme de algo y es precisamente de ese enorme miembro que tengo ante mí, no puedo verlo pero logro sentir su dimensión y de momento hasta su sabor. Entre tanto, siento una lengua que recorre mi sexo, lo penetra y lo acaricia, mientras otras manos me recorren por la espalda y otras más aprietan mis pezones, es en ese momento que me doy cuenta de que no son dos sino tres cuerpos los que disfrutan del mío, la sola idea de imaginar lo que ahí ocurre me hace vibrar y logro tener otro orgasmo.

El cuerpo que estaba debajo mío, de pronto se desliza hacia atrás y termino con su miembro entre mis piernas, ya sin ayuda alguna, logro intuir lo que sigue y lo acaricio para preparar su entrada en mi ansiosa vagina y lo empiezo a cabalgar mientras los demás seguramente sólo observan, ya que he dejado de sentirlos. Esa posición es tan excitante para mí que me lleva al borde de un nuevo orgasmo, el cual veo interrumpido al sentir que me inducen a tomar una nueva posición, es sobre la misma persona pero estando de frente a él, sigo cabalgándolo con desesperación cuando me toman de la cabeza y me acercan otro miembro, tan grande como el anterior pero este quizá un poco más grueso, al menos eso es lo que percibo con mis manos. Así estuvimos un buen rato, sintiendo nuestros olores, saboreando nuestro sudor, palpando nuestro calor, hasta que por fin logro desahogar un sonoro orgasmo que estoy segura se alcanzó a escuchar en las habitaciones de al lado.

No logro reponerme del esfuerzo cuando en la misma posición empiezo a sentir como unos dedos juguetean en mi ano para relajarlo, es una sensación que alguna vez ya había sentido con Jan pero que esta vez es diferente, no estoy segura que se trate de él, es más, ni siquiera estoy segura de que sean sus dedos.

Ya antes habíamos tenido sexo anal, pero siempre con algo de dificultad, la verdad no logro eliminar el dolor que siento al inicio, no es sino hasta que ha pasado un rato cuando por fin desaparece, mezclado con el placer de la penetración. El jugueteo con lo que yo creía eran unos dedos continua y me penetran, pero esta vez ese dolor no está presente, me doy cuenta que mi ano está relajado y empiezo a sentir lo que estoy segura es el miembro de alguien más que me penetra con suavidad y hasta el fondo. Ni en nuestra más loca fantasía me hubiera imaginado estar siendo penetrada por todos los espacios que tengo disponibles al mismo tiempo, son tres miembros deliciosos y enormes para mi solita… uno en mi boca, otro en mi vagina y uno más en mi culito.

Así estábamos cuando siento venir mi siguiente orgasmo y, por lo que logro percibir, al menos dos de mis amantes también logran tener colmar sus ancias, siento el calor de su semen en mis entrañas y siento relajarse su erección, sólo el que está en mi boca se reserva quizá para un mejor momento.

No logro identificar si el que estaba en mi boca o alguien más, me lleva hasta un sillón cercano y aprovechando que mi ano aun está relajado y hasta lubricado, se coloca detrás mío y me hace sentarme sobre él, se recuesta en el sillón y me hace inclinarme hacia el frente, es en ese momento en que siento otro miembro que se acerca a mi boca y no espero señal alguna, me lo empiezo a comer como loca, es uno de los que han terminado, ya que la erección no es completa, aunque mis oficios hacen que al poco rato esté lista de nuevo. Sin salirse de mis entrañas el de atrás, ambos me detienen y me hacen subir mis piernas sobre las piernas de quién está detrás mío, es una posición que expone mi vagina para ser penetrada adicionalmente por alguien que esté de pie  frente a mí, lo cual efectivamente ocurre.

No conforme con ese complemento, extiendo mis manos como buscando algo más que sentir o que tocar, pero unas manos me detienen y me hacen recostarme por completo con mi espalda sobre el pecho de quien está abajo y haciéndome colocar mi cabeza sobre el respaldo del sillón, me acarician el rostro y me hacen tomar la posición adecuada para recibir en mi boca a alguien más. Sólo puedo imaginarlo y aunque lucho con la idea de quitarme el antifaz, no lo hago y me dejo llevar, quisiera estar viendo lo que ocurre, pero puede más el sabor de todas las demás sensaciones juntas.

Es en esa posición que me hacen llegar al cielo, me siento desfallecer, es orgasmo tras orgasmo, pierdo la cuenta y mis amantes me acompañan hasta agotarse, uno termina en mi boca, otro en mi vagina y uno más en mi dilatado ano, solo siento su respiración y su cansancio y poco a poco cada uno de ellos se va alejando de mi sin decir palabra, creo que es la proximidad del fin de nuestro encuentro, me siento agotada y quiero descansar.

Jan y yo habíamos acordado que mi señal para dar por terminado todo sería esa precisamente, simplemente decir que deseaba descansar, pero yo quería seguir, me resistía a abandonarlo todo sin saber que había ocurrido, de vuelta a la lucha entre quitarme o no el antifaz; de un lado, saber cómo era cada uno de mis amantes, ver la expresión de placer de sus rostros, el color y dimensión de sus instrumentos, del otro, conservar la magia de la fantasía unida al anonimato, el secreto que sólo Jan conocería y el recuerdo silencioso, unido al deseo de volverlo a repetir.

El antifaz seguía en mis ojos, mientras se dejan escuchar los sonidos de la ropa, luego de la puerta y, al final, del silencio mismo de la habitación, no logro atinar que hacer, espero unos minutos y por fin me quito el antifaz y abro los ojos, no hay nadie, ni siquiera Jan, me resisto a pensar que podría no haber estado presente, veo una cámara en la mesa de la habitación y creo adivinar que todo fue filmado - Jan me había hecho fantasear con eso también - y que seguramente sólo con la cinta sabré si Jan fue uno de mis amantes en este encuentro… a ojos vendados.