Un empresario en el Hilaria Elisabeth
En el HIlaria Elisabeth conocí a un empresario y en el baño tuvimos un encuentro lejos de la mirada de su mujer y como gozó mucho me citó para vernos a la tarde en Palermo.
UN EMPRESARIO EN EL HILARIA ELISABETH
Muchos de los lectores que me escriben asiduamente saben que mi hermana (la que vive en Buenos Aires) cumplió 60 años unos días antes del Domingo de Ramos y como hizo una gran celebración tomé mis petates y me fui para allá para estar en su cumpleaños y de paso me quedé toda las Semana Santa en la ciudad porteña.
Por los cortes de puentes que todos conocemos no pude ir por tierra y tuve que ir por mar en el Hilaria Elisabeth al cual subí en la ciudad de Colonia.
Me ubiqué en uno de los asientos situados a popa porque son más cómodos que los de proa y para mi regocijo delante de mí se sentó un tipo que por a la pinta tenía que ser algún ejecutivo de una empresa importante.
El tipo aparentaba ser cincuentón, de cabellos plateados muy enrulados, pero bastante escasos aunque no calvo ni en vías de serlo, vestía de traje gris hollín acompañado de una muy fina corbata roja y un maletín de ejecutivo, pero lamentablemente al lado suyo venía una mujer que supongo que era su esposa.
Varias miradas intercambiamos porque se levantaba mucho de su asiento, ignoro si era para verme a mí o estaba incómodo aunque en realidad esos asientos son muy cómodos como para demostrar disconformidad al estar ubicado en ellos.
Al rato apareció un tipo mucho más joven que sería amigo de él porque se pusieron a conversar y luego se fueron hacia la cubierta del barco dejando a la mujer sola.
Cuando dieron la bandeja con jugo, café y croissants nos chocamos en la cola, me pidió disculpas y cada uno volvió a su asiento donde él le tendió la bandeja a su mujer, poniéndose inmediatamente a deglutirla al mismo tiempo que yo hacía lo mismo con la ración que me había correspondido a mí.
Al terminar el desayuno cada uno fue a entregar la bandeja a la barra de comidas y cuando nos encontramos me echó una profunda mirada pero no articuló ninguna palabra.
Mientras el tiempo transcurría cada vez me intrigaba más este tipo que para viajar de noche en un barco lo hacía tan bien vestido, a lo mejor había salido de alguna reunión de negocios en Montevideo y no tuvo tiempo de cambiarse antes de salir para Buenos Aires.
Eran como las seis de la mañana cuando oí que su mujer roncaba y él se puso de pie mirándome antes de dirigirse hacia la derecha del barco, pensé que iría a encontrarse otra vez con su amigo porque hacía tiempo que el otro tipo muy vulgarmente vestido no andaba por allí.
Antes de llegar a la salida dio vuelta la cabeza clavándome sus ojos en los míos y girando los ojos como diciéndome "SEGUIME" desapareció del salón.
Cuando entré al baño por suerte no había nadie, solamente el empresario orinando en unos de los mingitorios adosados a la pared, sin decir nada me acerqué al otro y sacando mi verga me puse a orinar ante su inquisitiva mirada.
Él carraspeó con la garganta y mirándome a la cara me dijo:
-¡Tenés una linda verga!
Hice una mueca de satisfacción y sonriendo le contesté.
-Está a tus órdenes.
Sacudiendo su verga porque ya había terminado de orinar me dijo:
-Entonces no hay que perder tiempo, vayamos a uno de los gabinetes con puerta.
Entramos al gabinete con las pijas en las manos y allí se puso en cuclillas para hacerme una chupada muy violenta y desesperada, demostrándome con ese apresuramiento que ansiaba hacer una mamada desde hacía mucho tiempo y en mi persona había encontrado al candidato ideal para realizar su deseo.
Algunos gemidos salieron de nuestras gargantas los cuales fueron interrumpidos porque oímos que alguien estaba orinando en uno de los mingitorio y esa persona podría alertar a la tripulación del barco que algo inusual sucedía tras de la puerta donde no habíamos refugiado.
Con nuestros oídos atentos en lo que sucedía en el exterior detectamos que el tipo se había ido y volvimos a lo nuestro, pero en vez de seguir mamándomela el ejecutivo se puso de pie y con un hilo de voz me preguntó:
-¿Tenés condones?
-¿Para qué?
-No te hagas el estúpido, para qué va a ser para que me rompas el culo con esta verga hermosa!!!
Realmente yo no estaba preparado para hacer eso en esos momentos y en ese lugar tan estrecho pero como siempre llevo condones en el bolsillo de mi saco le dije:
-Esperá que los busco.
Cuando los saqué ya estaba el empresario con los pantalones bajos dándome la espalda y como mi verga estaba muy dura fue fácil cubrirla con un condón lubricado, luego escupí sobre mi mano le busqué el agujero por donde introduje mis dedos ensalivados.
Mientras hurgaba en su agujero él gemía bajito sin dejar de pajearse y cuando acerqué mi glande a su hoyo suspiró profundamente aflojándose totalmente para dar paso al pedazo de carne con el cual pensaba disfrutar de esa escapada de su esposa.
Su culo era muy hospitalario ya que dejó entrar a mi verga sin resistencia y luego de unos bombazos muy fuertes casi perdió el equilibrio, por lo que tuvo que apoyarse con una mano en la pared sin que su otra mano soltase su verga de la cual comenzó a manar esperma en gran cantidad el cual mojó toda la tapa del inodoro.
Con una metida muy fuerte la cual lo hizo saltar y contraer el esfínter me descargué entre gemidos y buscando con mis manos su verga decadente le extraje algunas gotas más de sus fluidos.
Cuando salí de su interior tiré el condón en el recipiente de los residuos, luego me lamió la verga para dejármela limpia de todo rastro de nuestra pequeña fechoría y después de limpiar la tapa del inodoro me dijo:
-Me hiciste disfrutar mucho.¡Cojés muy bien! Querés volver a hacerlo?
-¿Por qué no? ¡Vos tenés un culo muy acogedor!
Me dio un beso sobre mis labios dejándome el sabor de mi semen sobre mi lengua y antes de abrir el gabinete me hizo una invitación:
-Te espero hoy a las 4 de la tarde en Plaza Italia, no faltés porque no tengo muchas oportunidades de escurrirme de mi mujer.
Por supuesto que me interesaba poder estar con él a solas en un lugar tranquilo por eso le contesté que allí estaría.
-Me voy a tomar un café para que mi mujer no detecte el sabor a semen en mi boca.
Él salió primero del baño y lo perdí de vista por un rato.
Cuando retorné a mi asiento él no había llegado aún y allí delante de mí seguía su mujer acurrucada roncando muy suavemente.
A los pocos minutos lo vi entrar al salón, pidió un café en la barra donde lo tomó con un paquete en su otra mano, por el envoltorio parecía un obsequio y efectivamente lo era porque cuando hubo bebido su café se sentó al lado de su mujer despertándola con un beso para luego darle el regalo.
Por la conversación que pude oír desde mi asiento le había comprado un perfume en el free-shop del barco, aunque la mujer se pasó durmiendo y nunca notó la falta de su marido, a lo mejor volvió con ese regalo para disimular su alejamiento de ella o para justificar su culpa le había comprado ese perfume francés.
Ella quedó muy despierta con el obsequio pero en cambio él se durmió agotado por el vaciamiento de sus testículos ocurrido en el baño unos minutos antes.
Cuando arribamos al puerto de Buenos Aires lo hicimos con una leve llovizna, descendí con los demás pasajeros sin avistar al ejecutivo y a su mujer porque seguramente habrían bajado a buscar su auto y en él habrán regresado a su hogar.
Fue un viaje muy "agotador" por eso cuando llegué a la casa de mi hermana me dediqué a dormir hasta el mediodía, momento en el cual me despertaron para almorzar y luego de hacerlo me bañé minuciosamente preparándome para ir al encuentro con el ejecutivo.
Lo que sucedió en nuestro segundo encuentro lo diré en otro relato.
OMAR
Espero comentarios como siempre en omarkiwi@yahoo.com