Un duro día de trabajo

Hay días duros en el trabajo. Días muy duros. Pero si tu chica pone de su parte y sabe como animarte esa dureza se va a otra parte. Así es mi chica, capaz de convertir todo mi cabreo en excitación indomable. Y así es como descargo mi mala leche. "A mí no me la mamas, yo te follo la boca".

“Otro día de trabajo duro. Estoy reventado, y no pagan lo suficiente por tantas horas. Menos mal que ya estoy llegando a casa.”

El trayecto en el tren se hace eterno. Somnoliento y agotado, cerrándose mis ojos poco a poco, apenas distingo cuanta gente colapsa la pesada atmósfera del vagón. Una leve vibración en mi bolsillo me sobresalta del trance.

“¿Te falta poco para llegar? Me he arreglado un poco”

Aquella foto de mi chica disfrazada de colegiala me hizo recobrar todas las energías desperdiciadas durante el día. Parecía una chica de uno de los mangas que solía leer. Las coletas perfectamente simétricas a cada lado de su cabeza y rematadas con unos lazos, triangulaban con una sonrisa ligera, típica de su timidez, pero con mucha más perversión detrás, solo interpretable a mis ojos. La camisa blanca con un par de botones desabrochados remataba las intenciones de aquella sonrisa. A pesar de no tener un busto prominente, la camisa entallaba unas sugerentes curvas de la delgada muchacha. La faldita llegaba a la altura justa para no enseñar nada más de lo necesario. Y el conjunto lo remataba unas medias gorditas hasta por encima de las rodillas. Esto último acabó por desatar mi imaginación y una leve sonrisa se me dibujo hacia mi perfil derecho.

No había nada mejor que un mensaje animado de tu chica. Bueno sí, follarla nada más entrar por la puerta. Y es que, tener una novia guapa y atenta es de lo mejor de esta vida. Pero si encima es una sumisa pervertida, capaz de todo para complacer mis instintos sexuales más feroces, puedo llamarla mi puta.

  • Soy yo.

Subo a casa calmado, serio y decidido. Nada más abrir la veo de pie frente a la puerta. Es la dulzura personificada. Me planta un beso en los labios y se retira rápidamente

  • Te noto serio…

Me mira con un dedo jugueteando en el borde de sus labios, con esa mirada tierna y meneándose de forma que la faldita de su conjunto bailaba al son de sus caderas. Ese maldito conjunto.

  • ¿Crees que puedes calentar mi imaginación de este modo y salirte con la tuya?

Al instante de soltar la última palabra de mis labios, mi mano salta como un resorte hacia su cuello. Se estrecha ahogando su grito.

-Tienes que aprender a comportarte como una buena zorra -poco a poco me acerco a su oído- Porque…quieres ser mi putita, ¿verdad?

-Ss…si… -casi sin poder articular palabra.

Una primera bofetada.

  • Si, ¿qué?

-Sss…si…si, amo

Una segunda bofetada.

  • Mucho mejor.

La presión dentro de mi pantalón aumenta. Lo noto. Y ella se ha fijado. La lanzo hacia mi entrepierna con brusquedad, dejándola de rodillas.  Desde mi perspectiva, el bulto tapaba ya la mitad de su linda cara.

  • Sácala y gánate tu premio, perrita.

Obediente, me saca el pene del pantalón, ya perfectamente erecto. Mete la punta en la boca y la saca. Empieza a lamer el falo desde la base, rozando los huevos, hasta la punta. Vuelve a meterla en la boca. Se siente cálido y la succión de su boca hace que bombee más sangre hace mi miembro engrosándolo y manteniéndolo firme. Le agarro de las coletas por la nuca y abre bien la boca, la muy zorra para que le entre entera. Poco a poco le entra hasta que su lengua roza mi escroto. Arcada. Me mira directamente a los ojos. Aguanta un poco. Arcada. Un deepthroat en toda regla. La saca recubierta de sus babas. Bocanada de aire.

  • ¿Necesitas más polla?

Bocanada de aire. Y sin dejar que conteste la vuelvo a acercar. Comienzo a follarle la boca. Mi parte favorita. Hasta dentro del todo. Arcada. La saca envuelta en babas. Bocanada de aire. Otra vez, noto su campanilla con la punta del glande. Arcada. La saco. Las babas gotean desde su boca hacia su camisa. Bocanada de aire. Vuelve a tragarse mi miembro. Aguanta. Le tapo la nariz Aguanta. Me mira a los ojos. Aguanta. El rímel empieza a correrse. Arcada.

  • Aaaahhhggg…

  • Me vas a obedecer, perra -mientras le agarro de la nuca, la acerco hacia a mí a la par que me agacho un poco para tener cerca su cara.

Un beso. Brusco y casi con desprecio. Sabe quién manda. Y cómo obedecer.

Vamos a la cama. La empujo sobre ella de forma que quede a cuatro patas. Desde esa posición se puede observar como las braguitas, que escondían su falda, están empapada. “La muy guarra se ha puesto cachonda solo de tragarse mi polla” pienso para mí. Acaricio sus nalgas y paso los dedos por la entrepierna. “Sí, está muy mojado”, vuelvo a pensar. Mientras con la otra mano me he aflojado y sacado el cinturón. Gira levemente la cabeza y…

“PLAASS”

Azote con el cinturón.

  • AAAAAAAHHHGGG…- grita.

Vuelve la cabeza al frente.

“PLAASS”

  • AAAAAAAHHHGGG…- grita.

  • Te voy a follar como la putita que eres.

Paso el cinturón por su cabeza. Ajustando la hebilla a su delicado cuello. Rápidamente le bajo las braguitas empapadas. Arrimo mi boca a su deliciosa vulva. “Huele a coño juvenil” pienso. Un lametón. Dos. “¡Qué rico!”. Mi nariz roza su ano. Él también se merece unos lametones. Se los doy. Le tiemblan las piernas.

  • Mmmmm…- lo estaba disfrutando.

Le sigue temblando el cuerpo.

  • Mmmmm… - se estaba volviendo a correr.

Le flaquean los brazos y cae contra la almohada. Le termino de arrancar las bragas y aprovecho para, cogiendo ambas manos, atárselas a la espalda. Totalmente inmovilizada y expuesta a mis feroces deseos por poseerla.

La monto. No quiero aguardar más, mi pene entra perfectamente hasta el fondo. Estaba lubricada de sobra. Rebosaba flujos y el constante bombeo de mi penetración hacia que algunos salieran y abrillantaran los labios de sus genitales. Me pongo de cuclillas para poder clavárselo hasta el fondo. Cada vez que hago tope gime. Una. Y otra. No quiero parar. Ella ya se ha olvidado de todo lenguaje, por mucho que intenta decir algo solo le sale un gemido de placer.

La saco. Los flujos escurren de mi miembro y gotean de sus labios. Parece que va a erguir la cabeza creyendo que ya paso lo más intenso. Le aplasto la cabeza contra la almohada con mi pie.

  • Eres mi puto juguete. Y aún no ha terminado el juego, zorra.

  • GGfff…aagff…ffggaa

  • Voy a romperte ese culito estrecho.

Dicho y hecho. Dejo caer un poco de saliva sobre su delicado orificio y con dos dedos lo masturbo para lubricarlo ligeramente. Un poco de esfuerzo y... ¡a dentro!

  • Aaaaggg – grito desgarrador.

Noto su estrechez. Poco a poco la penetro con más intensidad. Ese culo estrechito se traga mi enorme miembro. El dolor pasa a ser placer. Y aunque su cara sigue bajo mi pie, se empiezan a oír los gemidos. Más rápido. Más fuerte. Más. La saco rápidamente y observo su dilatado ano. Le escupo y vuelvo a meter. Más. Más fuerte. Más rápido.

La saco.  Y rápidamente invertimos la posición. Yo tumbado bocarriba, ella aún con las manos inmovilizadas, se pone frente a mi entrepierna. Un tirón de las coletas y comienza a chupar y mamar de mi pene desenfrenadamente. “Mi polla debe de saber a su culo, y aun así le da igual. Mira que es zorra.” pienso mientras cierro los ojos disfrutando de los movimientos de su lengua en torno a mi glande.

Otro tirón del pelo. Vuelve a tragarse entero todo mi miembro. Arcada. Bocanada de aire. Le tiro otra vez, a la par que levanto mis piernas. “Si le gusta el sabor a culo, que pruebe el mío”. Empieza a lamer mi escroto, a besar mi ano y a recorrer todos mis bajos con la lengua.

-Mmmmm – en verdad lo disfruta.

Saca la cabeza de debajo de mi enorme miembro (en verdad a penas solo se veía su pelo y orejas) y me mira directamente a los ojos. Todo su maquillaje estaba corrido.

  • Vamos a terminar, putita.

La coloco bocarriba, con la cabeza colgando al borde de la cama. Allí me acerco yo también y me coloco de pie, con ellos mirando hacia fuera de la cama, como si me fuera a sentar en su cara. Y acerco mi pene erecto a su cara. Mis testículos cuelgan por debajo de su barbilla mientras que mi punta llega más allá de su frente. Desde mi perspectiva, y con el grosor de mi miembro, queda tapada toda su nariz y buena parte de sus ojos. Me chupa y lame el escroto mientras yo me masturbo. “Ha sido un polvazo. Me va a hacer estallar”, “No aguanto más” pienso mientras recorro cada vez más deprisa toda la longitud de mi pene.

  • AAAAAAAGHHHHHHH – orgasmo – AAAAAAAMMMM – éxtasis.

Un reguero de semen espeso comienza a brotar de la punta de mi pene. Parece no tener fin. El resultado son ríos blancos que cubren todo el relieve de la cara de aquella joven chica, lasciva y morbosa como ninguna. Aquella a la que llamo “mi puta” o “mi zorra”, aquella que es mi sumisa obediente. Y es que no hay nada mejor que una “buena follada” tras un duro día de trabajo.