Un dulce reencuentro

¡Hola de nuevo! Espero que disfrutaseis con mi anterior narración. Hoy os traigo lo que ocurrió cuando me reencontré con Tania un par de días después de los descubrimientos del finde.

¡Hola a todos! ¿Qué tal estáis? Espero que bien y que disfrutaseis de mi anterior relato. El equívoco de Rosa me había llevado a una noche de placer y descubrimiento a manos de ella y de su sirvienta Tania. Me encantaría contaros algunas de las cosas que me han pasado tras ese encuentro, así que hoy os voy a contar como fue la siguiente vez que nos vimos. Os pongo en antecedentes.

Tras el revelador desayuno en el que Rosa se dio cuenta de que se había equivocado de Sonia en aquel bar estuvimos hablando durante un rato, más que nada conociéndonos. Ella conocía a la otra Sonia con la que me había confundido bastante bien, pero obviamente no tenía ni idea de mí. En fin, tras un rato charlando me fui a duchar para volver a mi casa (curiosamente hasta ese momento no me di cuenta de que me había pasado todo el desayuno y la charla desnuda). Cuando salí me encontré con que Tania me había preparado una blusa, unos vaqueros, un conjunto de ropa interior blanca muy sencilla y unas cómodas deportivas. Cuando le pregunté por mi ropa me dijo que la había echado a lavar mientras dormía y que Rosa la había ordenado (se me hacía raro que lo expresará así, pero hablaba de forma literal) que me preparara algo de ropa para poder volver a casa. Se lo agradecí, me vestí y tras despedirme de ambas me fui a casa.

El resto del fin de semana fue francamente aburrido comparado con la noche del viernes. Hablé con mis amigas para ver que tal había terminado Ana. Parece que nuestro objetivo tuvo éxito y Ana logró olvidarse de su ex y divertirse. La tarde del domingo recibí una llamada de Tania diciéndome que ya tenía mi ropa lista. Así que quedamos al día siguiente para que me la trajera. Como el lunes iba a ser un día ajetreado en el trabajo quedé con ella frente a mi piso por la tarde.

  • Hola Tania. – Saludé a la joven rubia cuando llegue jadeante frente a mi piso. – Perdona la espera. Salí tarde del trabajo para acabar una cosa. – Me disculpé con ella.

  • Hola. – Me saludo ella con una sonrisa y su tono de voz dulce. – No te preocupes. – Me fije en ella mientras recuperaba el aliento. Había cambiado el vestido de sirvienta francesa con el que la había conocido el pasado viernes por una camiseta naranja y una minifalda blanca acompañada de unos zapatos de tacón bajo blancos. En las manos llevaba una bolsa negra en dónde supuse estaba mi vestido y zapatos.

  • Por favor. – Le señale la puerta de mi edificio y entramos juntas. - ¿Llevabas mucho esperando? – Le pregunté mientras subíamos en el ascensor.

  • No, no te preocupes en serio. – Me respondió con ese tono súper dulce de voz. Llegamos a mi planta y entramos en el piso.

  • Perdona el desorden. – Le comenté según entraba. Mi piso era sencillo, y más en comparación con la suite de Rosa.

  • Aquí tienes. – Tania me tendió la bolsa con la ropa.

  • Gracias. – Cogí la bolsa y me encamine a mi habitación. Saqué el vestido azul medianoche, el conjunto de ropa interior y los zapatos y los dejé sobre la cama. Había dejado la ropa que me había prestado sobre una silla y empecé a meterla en la bolsa. Una vez embolsada salí al salón y le devolví la bolsa a Tania. – Perdona que no esté lavada, aún no he hecho la colada. – Le dije a modo de disculpa con una sonrisa.

  • No te preocupes. Gracias. – Me respondió amable.

  • ¿Quieres tomar algo? – Pregunté. - ¿Café? ¿Zumo?...

  • Un zumo estaría bien. – La señale el sofá y fui a la cocina a por una botella de zumo de naranja y un par de vasos. Nos sentamos las dos y serví los dos vasos.

  • Gracias. – Dijo antes de llevarse el vaso a los labios.- Muy bueno. – Sonreí ante el comentario.

-Oye… - Dije con tono dubitativo

  • Dime.

  • Bueno. – Seguí explicándome dubitativa. – Después de lo de la otra noche. Ya sabes. Bueno. – Por un momento me sentí la mujer más torpe del mundo.

  • ¿Sí? – Me animó Tania con cierto tono de diversión en su voz.

  • Estuve buscando por Internet sobre, bueno, sobre la relación que tenéis Rosa y tú. – Dije finalmente.

  • ¿Sobre bdsm quieres decir?

  • Sí. – Le confirmé. – La verdad es que todo un mundo. - Tania asintió dándome la razón. -¿Tu que eres exactamente? ¿Su esclava? ¿Su sumisa? – Tania se rio ante mi pregunta.

  • Soy su sirvienta. – Respondió. – Esos términos que dices son por así decirlo conceptos e ideas generales que normalmente son los empleados por la comunidad. Nosotras vamos a nuestro rollo por así decirlo, sin seguir esas ideas a rajatabla.

  • Ah. - Asentí con aire bobalicón. - ¿Y cómo es? – Tania volvió a sonreír.

  • Dímelo tú. – Fue su respuesta. - ¿Qué te pareció lo del viernes? – Mi cara se puso roja cual tomate.

  • Fue…uf…no sé cómo describirlo – Terminé por decir.

-Pues así es como es. – Afirmó Tania sonriendo.

  • Ya veo. – Di un sorbo a mi zumo. - ¿Lo del vestido de sirvienta forma parte de ese rollo?

  • Jajajajaja. – Tania se carcajeo ante el comentario. – Sí, forma parte

  • Si te soy sincera me preocupaba que te presentases así vestida. – Le confesé. Tania volvió a sonreír.

  • No, eso es solo para cuando estamos juntas. El resto del tiempo visto más o menos normal.

  • ¿Más o menos? – Pregunté intrigada.

  • Sí. Normalmente suelo preguntarle a Rosa el cómo quiere que vista para el día siguiente.

  • Vaya. – Comenté con un silbido. - ¿Siempre te elige lo que llevas? ¿Incluso la ropa interior? – Pregunté curiosa.

  • No siempre, a veces me deja elegir. – Respondió. – Y sí, hasta la ropa interior cuando me deja usarla.

  • ¿Cuándo te deja? – Volví a preguntar con curiosidad.

  • Sí. Normalmente no me deja usarla. – Dijo con normalidad. Me la quedé mirando de arriba abajo.

  • ¿No llevas ropa interior? – Me miró divertida, dejó el vaso de zumo en la mesa y se subió la minifalda dejando a la vista su sexo depilado.

  • No – Contestó antes de bajarse la falda de nuevo

  • Vaya… - La idea de no usar ropa interior a diario me había resultado morbosa y el ver como Tania me mostraba su sexo con tanta ligereza me había dado aún más morbo.

  • ¿Te gusta? – Preguntó Tania de repente.

  • ¿El qué? – Pregunté con cierto nerviosismo.

  • Lo que te he dicho sobre Rosa y yo. Nuestra relación. – Comentó divertida ante mi turbación. - Mi sexo. – Estuve a punto de atragantarme con el zumo que me había llevado a la boca para disimular mis nervios. Tania sonrió. – Ya veo que sí.

  • ¡No! – Dije apresuradamente. – Bueno, sí. Esto. Me refiero a que no hay nada de malo en vuestra relación y en tu…ya sabes.

  • Mi coño. – Dijo con normalidad. – Fue el primero que comías, ¿verdad? – Asentí avergonzada. Tania sonrió. – Como Rosa te confundió con la otra Sonia pensaba que ya lo habías hecho antes, sino se habría adjudicado ella el placer de ser el primero que comieses. – Comentó. – Pero es mío. – Dijo con tono triunfal. Yo no sabía dónde meterme de la vergüenza, aunque caí en ese momento.

  • Por cierto, ¿qué pasó con la otra Sonia? – Pregunté.

  • Ah, ella. – Tania sonrió. – Se arregló para el encuentro tal como Rosa le había indicado por chat. Se puso unos tacones bastantes altos y resulta que no estaba acostumbrada. Se tropezó al salir de casa y se hizo daño en el tobillo y la muñeca. Con el trajín de ir a urgencias no pudo avisarnos y bueno, ya sabes cómo terminó la noche.

  • Auch. – Respondí. – Que daño.

  • Sí.- Afirmó Tania. – Pero bueno, ya se está recuperando.

  • Me alegro.- Volví a llenar los dos vasos de zumo que se habían quedado vacíos.

-¿Te gustó? – Preguntó Tania de repente. La miré con cara de no entender. – Comerme el coño me refiero. – Volví a enrojecerme.

  • Sí. – Respondí avergonzada. – Me gustó la verdad. Aunque no creo que lo hiciera muy bien. – Tania sonrió.

  • Bueno, se notaba la inexperiencia, aunque pensé que era por lo nervios de la situación y no inexperiencia real. – Comentó diplomática. – Pero es como todo, con practica se mejora.

  • ¿Practica? – La verdad es que la idea de volver a hacerlo había cruzado mi mente durante el fin de semana, pero la descartaba con rapidez. Lo del viernes había sido una vez, no creía sinceramente que volviese a repetirse. - ¿Tú me dejarías practicar? – ¡Pero que decía! Las palabras habían salido de mi boca antes de que mi cerebro se diese cuenta de lo que hacía. Tania me miró fijamente sin dejar de sonreír.

  • ¿Lo dices de verdad? – Asentí avergonzada. ¡¿Por qué?! Estúpido cuerpo, deja de actuar por tu cuenta y escucha a tu cerebro. Tania sonrió y saco su móvil.

-¿Señora? – Inmediatamente supe que hablaba con Rosa. - ¿Qué tal esta? Bien también, gracias. Sigo en casa de Sonia, estamos tomando algo y charlando. – Un momento de silencio mientras Rosa hablaba. - Sí, sobre el viernes. – Silencio. – Aja, sí señora. – Silencio.- Verá, Sonia me ha comentado que le gustaría practicar el estar con otra mujer. ¿Me da permiso para hacerlo con ella? – Silencio. La pregunta me había dejado con la boca abierta. – Sí señora, la paso. Toma. – Me dijo Tania tendiéndome el móvil.

  • ¿Sí? – Dije dubitativa

  • Hola Sonia. – Me respondió la voz alegre de Rosa. - ¿Qué tal estas?

  • Bi..bien, gracias. ¿Y tú?

  • También bien, gracias. Imagino que habrás oído a Tania. ¿Quieres acostarte con ella? – La pregunta hizo que me avergonzara aún más de lo que ya lo estaba.

  • No. – Dije apresuradamente. – Bueno, no es que tenga ningún problema. Quiero decir. Ah…

  • Jajaja – La risa de Rosa me interrumpió. – Cuéntame, ¿de qué hablabais? – Le comenté lo del sexo oral y la pregunta sobre lo de practicar con Tania. – Ya veo. – Respondió Rosa. – Pásame con Tania. Le devolví el móvil a la rubia.

  • ¿Sí señora? Sí. – Se quitó el móvil de la oreja y lo tendió entre las dos pulsando el botón de manos libres. – Ya esta señora. – La voz de Rosa se oyó por el auricular.

  • Muy bien. Sonia, desnúdate. – Dijo desde el otro extremo del teléfono.

  • ¿Eh? – Alcance a decir.

  • Ya oíste, del todo. – Durante un par de segundos mire fijamente al teléfono y a Tania. Sin saber muy bien porque, empecé a desnudarme. Me puse en pie y me quite la blusa y el pantalón que había llevado a trabajar dejando ver un conjunto de ropa interior negra que cayo junto al resto de la ropa a los pocos segundos. Le enseñe mi piel totalmente desnuda a Tania con pudor, cubriéndome el sexo que ella misma había depilado la otra noche.

  • Y..ya. – Dije nerviosa.

  • Tania, quítate la falda. – La ordenó Rosa. La rubia se la quitó con presteza dejando su sexo al aire una vez más sin pudor alguno.

  • Ya señora. – respondió Tania con su tono dulce.

-Bien, estas son las reglas – Otra vez las reglas de sus juegos. Me excitó el oír sencillamente la palabra. – Primera. Sonia, estarás desnuda durante todo el tiempo. ¿Entendido?

  • Sí. – Respondí en voz alta.

  • Segunda. Esta noche cenáis las dos juntas. Tú cocinaras Tania. ¿Entendido?

  • Sí. – Respondimos al unísono. Esa regla me resultó extraña pero no me disgustaba la idea de cenar con Tania.

  • Tercera. Sonia, estarás de rodillas en el suelo hasta que Tania se vaya, ¿entendido?

  • Eh…Sí. – Respondí con cierto tono dubitativo.

  • Cuarta. Vuestras actividades están limitadas a que Sonia practique su sexo oral. Únicamente usaras tu boca y lengua para comerle el coño y el culo a Tania. - ¡¿El culo?! ¿Quién ha mencionado el culo de Tania? - Nada de usar las manos o juguetes. ¿Entendido?

-S…si - ¿Cómo diantres había vuelto a terminar bajo los caprichos de Rosa de este modo?

  • Quinta. Tania, te limitaras a guiar a Sonia en la práctica. Puedes correrte las veces que quieras. ¿Entendido?

  • Sí.- Respondió solicita la sirvienta.

  • Bien chicas. Esas son las normas. – Terminó de explicar Rosa. - ¿Sonia?

  • ¿Sí?

  • ¿Sigues de pie? – Preguntó Rosa con tono divertido. Seguía de pie con mi sexo cubierto con una mano.

  • Eh..sí . Respondí

  • Tania. – Respondió simplemente. La aludida se acercó a mí y para mi sorpresa me dio un fuerte azote en el trasero.

  • Auch. – Me quejé al notar el azote. La risa de Rosa se oía claramente por el teléfono.

  • Tercera norma Sonia. – Dijo a modo de explicación Rosa. – Se buena chica y cúmplela. – Frotándome el trasero dolorido me puse de rodillas en el suelo.

  • Ya estoy. – Dije una vez estuve en el suelo

  • Muy bien chicas. ¡Divertios! – Dijo Rosa a modo de despedida.

  • Usted también señora. – Respondió Tania. – Buenas tardes. – Apagó el teléfono y me miró sonriente. - ¿Empezamos?

Tania se sentó de nuevo en el sofá frente a mí y separó las piernas dejándome ver su sexo sin tapujos.

  • Acércate Sonia. – Me dijo. Sin sepárame del suelo, me acerqué hasta dónde estaba. – Bueno, puedes empezar cuando quieras. – Me la quedé mirando avergonzada. Armándome de valor acerque mi cara a su sexo y apoye mis labios para darla un beso. – Mm, eso está bien. – Su tono tenía una dulzura increíble. Poco a poco saque mi lengua y empecé a lamerla de arriba abajo. – Sí. – Tania cerró los ojos y se relajó sobre el sofá dejándome hacer. Intercalaba los lametones con besos en sus labios. Tras un par de minutos empecé a hurgar con mi lengua en su interior, sintiendo los pliegues de su sexo. El sabor salado de su interior invadió mi lengua y eso me espoleó para hurgar con más intensidad- Mm – Tania empezó a jadear quedamente. Mi lengua se movía con facilidad por el interior de Tania y poco a poco empecé a moverla de lado a lado, como me gustaba que me lo hicieran a mí. – Mmmmm. – Un largo jadeo escapo de la rubia. Continúe un rato así evitando rozar si clítoris. Notaba como la respiración de Tania se aceleraba y como sufría pequeños espasmos de placer de vez en cuando. – Mm – Cuando sentí que su interior estaba cálido y húmedo por sus fluidos levanté mi lengua y roce con rapidez su clítoris. – Ah – Jadeó Tania. Volví a meter la lengua en su interior y subí muy despacio hasta alcanzar de nuevo si clítoris. Lo atrapé entre mis labios y lo succione con energía. - ¡Ah! – El fuerte gemido de Tania vino acompañado de contracciones en su interior. Mi boca se vio asaltada por los fluidos que brotaban del interior de Tania, los cuales bebí con fruición. Tania jadeó durante un rato mientras su cuerpo se relajaba tras el orgasmo que había logrado arrancarle.- Mm…muy bien Sonia. Mucho mejor. ¿Segura que el viernes fue tu primera vez? – Avergonzada aunque triunfal asentí.

  • Sí. – Respondí. – EL viernes me piló todo de sorpresa. Ahora...bueno, simplemente he hecho lo que me gusta que me hagan a mí.- Tania me sonrió desde el sofá.

  • Suele ser un buen punto de partida.- Me dijo. Cogió la botella de zumo y lleno los vasos, ofreciéndome uno.

  • Gracias.

  • Hay que reponer fuerzas. – Me dijo.

  • Y líquidos. – Le dije yo de improviso. Las dos nos echamos a reír a carcajadas con el comentario. Tras un rato de relajación Tania me propuso continuar y asentí. Durante la tarde repetí la práctica siguiendo las indicaciones que me iba dando hasta lograr que se corriera otras dos veces. Para cuando logré que se corriera por tercera vez ya había anochecido. Tenía las piernas agarrotadas por la postura. En mi boca permanecía el regusto al sexo de Tania. El sabor estaba empezando a encantarme. Tania había propuesto hacer un alto y preparar la cena, lo cual me pareció una gran idea. Mientras la preparaba me sorprendió oir el timbre de la puerta.

  • No espero a nadie. – Le comenté a Tania mientras salía de la cocina y se encaminaba a la puerta. La rubia iba con su eterna sonrisa, miró por la mirilla y abrió la puerta sin importarle ir únicamente con su camiseta y que yo estuviese desnuda en el salón. Para mi sorpresa, quien entró por la puerta fue Rosa.

  • Buenas noches chicas. – Saludó nada más entrar. Sostuvo a Tania por la barbilla y la besó en los labios.

  • Buenas noches señora. – Le respondió la sirvienta. - ¿Qué tal el día?

  • Agotador. – Respondió Rosa mientras entraba en el salón. Iba vestida con un traje con falda larga de ejecutiva gris, con unos zapatos de tacón considerable a juego. Se fue quitando los tacones según se acercaba a mí, que continuaba de rodillas incrédula en el suelo. – Buenas Sonia. ¿Qué tal la práctica?

  • Ho..hola, bien. – Fue lo único que llegué a articular. – No esperaba que vinieras. – Le dije. Rosa sonrió ante el comentario.

  • Pensé en pasarme a ver que progresos habíais hecho. – Dijo desabrochándose la chaqueta y sentándose en el sofá. Debajo llevaba una elegante blusa roja. - ¿Cómo ha ido? – Tania se acercó a Rosa con un vaso de agua en la mano que le tendió.

  • Bien señora, a Sonia se le da bastante bien el cunnilingus. Además, aprende rápido de los consejos que le doy. – El que hablaran tan a la ligera de lo bien que se me daba comer coños conmigo delante hizo que recuperara el rubor.

  • Bien. – Dijo Rosa tomando un sorbo de agua. - ¿Cuántas veces te has corrido?

  • Tres, señora. – Respondió Tania.

  • Buen número. – Sonrió. - ¿Y qué tal el annilingus? – Preguntó. Me había olvidado de que antes lo había mencionado por el teléfono. Tania no había comentado nada al respecto durante la tarde.

  • Aun no hemos empezado, señora. – Explicó Tania. – Quería hacerlo después de la cena.

-Ya veo. – Respondió Rosa mientras nos miraba. – Sonia

  • ¿Sí? – Pregunté mientras miraba fijamente a Rosa.

  • ¿Le has hecho un annilingus a algún chico alguna vez?

  • Eh, no. Nunca. – Respondí. La verdad es que mis experiencias anales eran francamente pocas. Había dejado a uno de mis ex hacerlo un par de veces y ya. Y bueno, la del viernes cuando Tania uso el strap para sodomizarme por orden de Rosa.

  • Ya veo. – Dijo de nuevo Rosa con una mirada traviesa en la cara. – Elige.

  • ¿Eh? – No sabía a qué se refería.

  • A quien quieres hacerle tu primera comida de trasero Sonia, te dejo elegir. – Dijo Rosa divertida. - ¿Quieres comerme el culo a mi o a Tania? – La pregunta me dejo sin habla.

  • Pues… - La verdad es que era incapaz de elegir. Rosa tenía una atracción arrebatadora con su espléndida sonrisa y su físico espectacular. Tania no resultaba tan explosiva pero su voz dulce y sensualidad la hacían muy atrayente también. – Pues no sé, la verdad. Elige tú. Así son tus reglas, ¿no? – Le respondí. Rosa rio ante el comentario.

  • Si, pero quiero que escojas tú. – Dijo Rosa con tono travieso. Las miré a ambas durante unos segundos antes de responder.

  • No puedo elegir, lo siento. – Terminé respondiendo. Rosa sonrió ante la respuesta.

  • Bueno, ¿qué te parece esto? – Me dijo mientras cogía su bolso y sacaba el strap del viernes. ¡¿Qué hacía con eso en su bolso?! – Si no eliges a una tendrás que hacérnoslo a las dos, pero como no puedes hacérnoslo a las dos a la vez, mientras le comes el culo a una la otra estará sodomizándote con nuestro amigo del viernes. ¿Qué me dices? ¿Elijes a una o a las dos? – Me preguntó Rosa. Así que mis alternativas eran ceder y escoger a una para comerle el culo, o seguir sin escoger y tener que comerle el culo a las dos mientras me daban con el dichoso juguete otra vez. Aunque estaba en mi casa y podía decirles que se marcharan sin hacer nada, esa idea no se cruzó por mi cabeza. En serio, ¡¿cómo había acabado de nuevo así?!

  • Las dos. – Dije en voz baja finalmente. Rosa sonrió, se puso en pie, se quitó la falda y unas preciosas braguitas de encaje negro que llevaba debajo.

  • Decidido pues. – Dijo alegremente. – Sonia ponte a cuatro patas. – Cambié de postura aliviada de dejar de estar de rodillas al fin. Los muslos me dolían pero era mejor que seguir como estaba. Le tendió el strap a Tania, se dio la vuelta y se puso de rodillas sobre el sofá, dejando su trasero frente a mi cara. Tania se puso el strap con facilidad fruto de la práctica y se situó detrás de mí. – Empieza Sonia. – Ordenó Rosa. Dubitativa me acerque a su trasero. Rosa separó sus nalgas con las manos y pude ver el sonrosado agujero de su ano. Saqué la lengua y la puse sobre el mismo. – Bien Sonia. – Dijo Rosa. Como si de una señal se tratase, Tania apoyo el strap contra mi propio ano y empezó a introducirlo poco a poco. Sodomizada por una y comiéndole el culo a la otra. ¡Menudo forma de empezar la semana!

Me dedique a recorrer el ano de Rosa en círculos, siguiendo sus indicaciones. Bese y lamí sus nalgas. Poco a poco fui hurgando con la lengua en su sonrosado agujero hasta meter la punta de mi lengua. De inmediato noté el sabor amargo de su interior. Era fuerte y contrastaba con el sabor dulce de sus fluidos que recordaba del viernes. Con cierta aprensión fui lamiendo entorno a su ano y hurgando un poco en su interior. Mientras lo hacía, notaba como Tania había logrado vencer mi resistencia y ya tenía todo el strap dentro de mi culo. Suavemente fue moviéndose dejando que me aclimatara al juguete. Durante varios minutos permanecimos así, con Tania moviéndose de forma cada vez más enérgica. – Sonia. – Dijo Rosa. Se separó de mi cara un momento y giró la cabeza. Tania paro de moverse con el strap completamente metido dentro.

  • ¿Sí? – Respondí con tono jadeante

  • Me gusta lo que estás haciendo, pero quiero más.- Me dijo Rosa sonriendo. – Los lametones y besos están bien, pero tienes que ser más enérgica y atrevida cuando te comas un culo. Tienes que vencer las reticencias. – Continuó exponiendo. – Sé que es difícil las primeras veces, pero quiero que lo hagas. ¿Entiendes? – Asentí. Tal como decía, sentía reticencias por meter mi lengua en su ano. – Haremos esto. Quiero que metas la lengua por completo y la dejes dentro durante cinco minutos. Puedes moverla pero sin sacarla. ¿Entendido? – Trague saliva y asentí. ¡¡Cinco minutos con mi lengua dentro de su culo!!. – Si la sacas, volveremos a empezar a contar. Tania.

  • ¿Sí señora? – Respondió la rubia.

  • Durante esos cinco minutos quiero que sodomices bien a Sonia, deja de ser tan delicada con ella. Quiero que la sodomices como te lo hago yo a ti, ¿entendido?

  • Sí señora. – Respondió. Ros se dio la vuelta y volvió a acercarme el culo a la cara. Armándome de atrevimiento, saque la lengua y empecé a meterla en su ano. Tania aumentó el ritmo de sus movimientos tal como Rosa le había ordenado. El amargo sabor del culo de Rosa inundo por completo mi lengua. Logré permanecer un par de minutos antes de sacar la lengua. – Otra vez.- Dijo sencillamente Rosa. Volvimos a empezar. Me notaba súper mojada. Las envestidas de Tania me estaban causando una mezcla entre dolor y placer. A mitad el tiempo volví a sacarla lengua el culo de Rosa. Ella simplemente volvió a reiniciar la cuanta. Al final fue al cuarto intento cuando logré aguantar los cinco minutos. – Muy bien Sonia. – Dijo finalmente Rosa. Se giró y se sentó frente a mí. Tania paró por un segundo sus movimientos. Rosa me sostuvo por la babilla igual que había hecho al entrar en casa con Tania y me besó. Fue un beso largo y húmedo, en el que no pareció importarle el que mi legua supiera como su ano. Se separó finalmente de mí y se reclinó sobre el sofá con las piernas abiertas. Sabiendo lo que quería, me lancé a comerle el coño mientras Tania reanudaba sus movimientos. La rubia jadeaba por el esfuerzo y Rosa la acompañaba de vez en cuando mi lengua le arrancaba espasmos de placer. Tras varios minutos logré que se corriera y sus dulces fluidos sustituyeron el sabor amargo de su ano. – Cambio. – Dijo alegremente Rosa tras pasar un par de minutos recuperándose de su orgasmo.

Intercambiaron posiciones y antes de que me diera tiempo a acercarme al culo de Tania, Rosa ya empezó a sodomizarme de forma enérgica aprovechándose la dilatación que su sirvienta me había hecho

  • Auch. – Me quejé en cuanto sentí su primer embate, que me introdujo el strap por completo y de forma enérgica en mi culo. Rosa no había hablado en balde, Tania había estado sodomizándome de forma suave y había aumentado su potencia tras la orden de Rosa, pero aun así noté que el modo de hacerlo de su dueña era mucho más enérgico todavía. Apoyé la lengua en el oscuro ano de Tania y empecé a lamerla para abstraerme. El sabor de Tania era todavía más amargo y me costó cinco intentos el tener mi lengua dentro de su culo durante los cinco minutos. Tras lógralo, la rubia se sentó en el sofá y le comí el coño por cuarta vez en el día, arrancándole un orgasmo fruto de la práctica del día. Rosa continuó sodomizándome durante un eterno minuto que pase jadeando con cada movimiento hasta que finalmente paro y sacó el strap de mi culo. Me caí al suelo agotada.

  • Muy bien hecho Sonia. – Me dijo mientras me ayudaba a ponerme en pie y a tumbarme en el sofá. – Descansa. – Me dijo en tono amable con su irresistible sonrisa. Me tendió uno de los vasos con zumo y bebí a sorbitos mientras recuperaba energías. – Tania. – La rubia se incorporó y se acercó a su dueña.

  • ¿Sí señora? – Sin mediar palabra, Rosa le dio un tremendo azote a Tania que resonó por todo el salón. Pude ver como sus nalgas se enrojecían con la marca de la mano de Rosa.

  • Apóyate en la mesita. – Ordenó. El tono de Rosa era autoritario aunque seguía siendo amable. Tania obedeció y apoyo las manos en la mesita de café. Su cuerpo quedó inclinado noventa grados, con sus pequeñas y pálidas tetas de pezones oscurísimos colgando. Si decir nada más, Rosa le introdujo el strap por el culo de un solo movimiento firme y enérgico.

  • ¡Ah! ¡Ah! – Tania empezó a gemir tan pronto como Rosa se movía sodomizándola de un modo terriblemente agresivo. Durante lo que me pareció una eternidad, contemplé como Rosa penetraba fuertemente a Tania hasta que los brazos de la Rubia cedieron y cayó al suelo de rodillas totalmente agotada. Pude ver como el ano de Tania seguía abierto a pesa de no tener dentro ya el juguete de Rosa.

  • Espero que así recuerdes el cómo te sodomizo yo. – Dijo Rosa. Comprendí en ese momento que Rosa acababa de castigar a la pobre Tania por haberme penetrado de forma suave. Sentí compasión y agradecimiento por ella.

-Si señora. – respondió Tania jadeando. – Gracias señora.

  • Abre la boca. – Dijo Rosa tras aceptar lo que parecía había sido la disculpa de su sirvienta. Comprendí que lo que Rosa quería ahora era que Tania limpiara el strap que había estado tentó en su culo como en el mío con la boca.

  • Espera. – Las dos mujeres se giraron para mirarme. – La has castigado porque no me ha sodomizado fuerte, ¿verdad? – Pregunté.

  • Así es Sonia. – Respondió sonriente.

  • Y ahora vas a hacer que limpie el strap como parte del castigo, ¿no? – Pregunté de nuevo.

  • Exacto. - Me confirmó Rosa. La miré fijamente a ella y a la tendida Tania. Un montón de ideas encontradas me cruzaban la cabeza. Rosa sonrió al adivinar lo que estaba pensando. – Tania tiene que aprender de sus fallos. – Dijo Rosa de repente. – Pero si te sientes agradecida con ella puedes venir y limpiar el strap juntas. – Asentí y me acerqué hasta las dos mujeres. Me arrodille al lado de Tania y abrí la boca. Rosa sonrió e introdujo el strap por completo en mi boca. El tamaño del juguete y el increíblemente amargo sabor que tenía me dio arcadas pero aguante. Rosa lo sacó pasados unos segundos y lo metió en la boca de Tania. Al rato lo volvió a sacar y lo dejo entre las dos. Como si fuera un helado (¡En serio Sonia! ¡¿Un helado?! Estas lamiendo un puñetero juguete que ha estado en tu culo y en el de Tania, ¡¿qué haces lamiéndolo?!) lo lamimos juntas y lo fuimos limpiando. Cada poco Rosa se decidía a meterlo en la boca de una u otra y después lo volvíamos a compartir. Durante media hora nos tuvo lamiendo el strap hasta que se dio por satisfecha.

Terriblemente agotada, Rosa me mandó a la ducha mientras Tania se ocupaba de la cena. Me ordeno que no me pusiera nada al salir y así lo hice. Cuando volví desnuda al salón me encontré con la cena ya preparada. Tanto Rosa como Tania se habían vuelto a poner sus faldas, lo que me dejaba como la única desnuda de las tres. Al igual que había pasado con el desayuno del sábado, no pareció importarme y estuvimos charlando mientras cenábamos. La sobremesa se alargó mientras hablábamos de las experiencias del día y de nimiedades. Pasada la medianoche, Rosa y Tania e despidieron de mi (la primera con un beso en los labios y la segunda con una sencilla inclinación de cabeza) y se marcharon. Nada más irse me fui a la cama y caí rendida tan cual estaba, sin ponerme un pijama siquiera, y me dormí.

¡¿Qué tal?! Espero que os haya gustado este segundo relato sobre mi reencuentro con Rosa y Tania. Como podéis imaginar después de este vinieron unos cuantos más, pero como se suele decir, eso ya es una historia para otro día. Espero que hayáis disfrutado leyendo tanto como yo rememorándolo. ¡Dentro de poco más!