Un domingo yirando por la ciudad
Encuentro ocasional con dos pasajeros, en mi taxi, de la ciudad de Buenos Aires.
Eran ya las dos de la tarde, una de esas destempladas y solitarias, cuando pare con mi taxi en una esquina decidido a esperar pasajero.
Solo unos minutos pasaron, cuando vi a dos chicos amigablemente hablando en la parada del colectivo, fije mis ojos en uno de ellos.
Se dio cuenta y lo comento con su amigo, susurrandole al oido.
Un minuto más, y me hicieron seña.
_ Estás libre.
_ Si, hasta donde van?
_ Al cementerio, por favor. (dijo aquel a quien yo le habia clavado la mirada)
Arranque el auto e inicimos el viaje.
Insisti en las miradas por el espejo retrovisor, y más aun, cuando cai en la cuenta de que ellos se frotaban ambos bultos, asintiendo la calentura que a los tres nos envolvia.
_ Lo haz echo alguna vez en un cementerio.
_ No. (respondi secamente pensando en lo que me estaban insinuando)
_ Alli donde vamos, a esta hora no hay casi nadie, si queres podemos entrar a uno de los baños y allí, podes hacer lo que quieras con estas dos vergas.
_ Te interesa.
_ Podria ser. (conteste aun turbado)
_ Como te llamás (me preguntaron)
_ Carlos y Ustedes?
_ Javier y Marcelo, encantados, la vamos a pasar muy bien.
No podia mas, de las ganas de chupar una buena verga, y por lo que podia observar en el asiento trasero de mi taxi, las dos eran muy apetecibles.
Llegamos al cementerio, entramos y busque lugar cerca de los baños, para estacionar el auto.
Primero bajaron ellos dos, y yo les segui a una distancia prudencial.
Cuando entre, estaban los dos besandose muy apacionadamente, Javier se me acerco y me tomo de la cintura abrazandome y dandome un beso muy tierno, mientras Marcelo que ya tenia desabrochado el jean, se puso detras de mí y empezo a friccionar su bulto, con mi culo.
Sentia como crecia y se ponia duro, me enloquecia de placer. Luego fui bajando y recorriendo con mi lengua el pecho del que tenia frente a mi hasta llegar a mi objetivo. SU GRAN PIJA.
Comenze a chuparla, a saborearla, era tan caliente y gruesa, que costaba que entre en mi boca, me esforze hasta que mi boca se abrio como un capullo, ya no ofreciendo resistencia alguna a semejante objeto extraño a ella.
Mientras tanto, Marcelo comenzo a bajarme el jean con el objeto de poder chupar mi verga y tambien mi culo. Eso hizo, no demoro casi nada, cuando senti una boca abrazando con su labios mi pija.
Que placer, sentia mientras me chupaba la pija, que mi agujero pedia paso, y se estremecia hasta que senti la lengua de Marcelo recorrer mi culo, en ese momento le pedi por favor que me penetrara. No aguantaba mas.
El primero que lo hizo fue Javier, que, dandose la vuelta se puso detras mío y sin mediar ninguna caricia me metio su gran verga de golpe. Grite del dolor, yo ya la habia probado en mi boca y sabia que era enorme. Marcelo me acariciaba tratando de que me relajara, cuando lo logre, el siguio chupandome la pija y Javier entraba y sali de mi sin parar.
Pero llego el turno de Marcelo, solo lo que habia sentido de el, era su dureza detras mio, pero no se habia quitado los pantalones hasta ese momento. Claro, Javier le abrio paso por que la pija de Marcelo era aún mas grande. Decidido, relaje mi agujero y me dispuse a disfrutar. Al fin y al cabo era lo que estaba buscando.
Despues de un buen rato, en el que se hiban turnando para penetrarme una vez cada uno, no aguante más y explote. Acabe como nunca antes lo habia echo, en ese momento, los dos se pusieron frente a mi y pajeandose, acabaron en mi boca. Que delicia, el sabor de la leche de Javier y de Marcelo, me exitaba aún más y seguia corriendome de una manera asombrosa.
_ Carlos, fue maravilloso
_ Mira, nos gustaria repetirlo, pero en nuestra casa.
_ Esta es la dirección y el telefono, llamanos en la semana, si?
_ De acuerdo, ahora tengo que seguir trabajando, ¿ustedes que van a hacer?
_ Nosotros visitaremos la tumba de mi madre, recuerda no dejes de llamarnos.
Nos lavamos en la pileta de aquel baño, y salimos los tres juntos, una vez fuera del baño, me pagaron el viaje, nos saludamos y ellos siguieron su camino. La semana entrante nos veremos.