Un domingo juntos
Una mañana, de un domingo cualquiera, se puede volver especial. Un pequeño intento de describir el amor desde el punto de vista de ella y de él.
Se despertó desorientada, esa no era su cama, se sentía mucho más pequeña de lo habitual. Apretó los ojos intentando recordar, salir del adormecimiento matutino, solo segundos hicieron falta para recordar. Era domingo y desde el viernes que estaba instalada en su casa.
Se observó unos instantes, su cuerpo reposaba de costado y su vista daba directamente a la espalda de él, uno de sus brazos estaba entre los dos cuerpos y el otro sobre el cuerpo de él. Bajo la vista, sin moverse mucho, para ver que él solo llevaba puesto un bóxer rojo con elástico negro, sonrió recordando cómo se lo había mirado babosa varias veces la noche anterior antes de dormirse. Ella tenía puesta una remera que él le había prestado, le cubría un poco mas debajo de su trasero, aunque ahora estaba un poco levantada.
Después de recordar se desperezo, paso sus manos por su cara y busco las sabanas para taparse, pero antes de lograr siquiera encontrarlas sintió como una mano buscaba a tientas, tocando sin encontrar.
Ella lo observo esperando a saber que buscaba, hasta que la mano encontró la suya y con un quejido de enojo volvió a colocarla sobre él, haciéndola abrazarlo.
- Estas despierto? – le pregunto bajito y él solo suspiro mientras apretaba la mano en su pecho – tenemos que levantarnos – le dijo igual de bajito, él le volvió a suspirar indicando que no quería.
En la cara de ella se formó una gran sonrisa y se apretó fuerte contra la espalda de él. Lo observo por unos minutos e intento recordar haber sentido algo parecido antes, o haber dormido tan relajada teniendo compañía, o simplemente dormir cómoda en un espacio tan pequeño. Luego de respirar profundo y absorber el perfume a madera que caracterizaba a su amado, deposito un beso suave en su nuca, luego otro un milímetro mas abajo y luego otro.
- Eso no es justo – dijo él después de un suspiro.
Siguió bajando con besos hasta llegar casi a su espalda y al notar como el cuerpo de él se llenaba de pequeños puntos sonrío de placer victorioso.
Cuando sintió como ella besaba su espalda, su cuerpo reacciono de inmediato, su piel se puso de gallina y un escalofrío placentero lo recorrió de pies a cabeza. La dejo seguir por un rato, disfrutando de la sensación, hasta que su cuerpo demando más que solo besos. Se dio vuelta lentamente para quedar en la misma posición pero frente a ella y la observo por unos momentos pensando.
Había tenido algunas novias, dos habían estado viviendo con él por meses y a más de una le dijo que las amaba. Pero ahora, mientras observaba a esta chica, se daba cuenta que las demás nunca habían tenido el efecto que ella tenia sobre él.
Después de darse cuenta de lo que le estaba pasando, cerro la distancia con un beso mientras con suavidad cubría su cuerpo con el de él, haciendo que ella abriera las piernas para dejarlo encajar.
- Desayunamos o salimos comer? – le hablo al oído para luego morder su lóbulo.
- Mmmsss – soltó el aire en sus pulmones y paso sus manos por la espalda de su compañero- no hagas eso – gimió clavando sus dientes con suavidad en el hombro de él.
No pudo controlar el gemido que salió de su garganta cuando él bajo besando suavemente por su cuello hasta llegar a su garganta. La sensación la recorría hasta llegar a hacer cosquillas entre sus piernas, tiro su cabeza hacia atrás para dejar a su amante trabajar y amortiguar un poco las ganas de gemir en un tono mas alto de lo permitido, pues los vecinos podían escucharlos.
Luego que él se tomó su tiempo besando lo poco que la remera dejaba a la vista, volvió a poner su atención en su boca.
Para ella la sensación de los labios de él sobre los suyos la transportaba a otro mundo, la suavidad y la delicadeza con la que él la besaba en ese momento la hizo sentirse única, amada y muy excitada.
Sintió la necesidad de besarla, quería sentir sus labios con desesperación. Estaba disfrutando cuando sintió como la cadera de ella se presionaban contra la suya, en busca de su excitación, haciendo que exhalara el aire en sus pulmones.
Bajo con sus manos hasta llegar a la espalda baja de su amada y metió sus manos por bajo la remera, subió presionando sus dedos en la piel de ella hasta sus pechos. Allí, su boca, se dio a la tarea de jugar, morder y besar, dulcemente cada pecho. Sus manos no dejaban de juguetear, de recorrerla. Quería recorrerla toda, besarla entera.
Solo podía retorcer su cuerpo, gemir en vos baja y enredar sus manos en el cabello de él. Su cabeza estaba enterrada con fuerza en la almohada y su respiración estaba agitada cuando él se detuvo para quitar la remera de su cuerpo. Luego se volvió a acomodar sobre ella y a besarla un poco mas, mientras su cadera hacía pequeños movimientos que provocaban que sintiera su erección y la hacían desear que la ropa interior desapareciese.
Ese pequeño rose que se provocaba entre los dos, entre sus caderas, era placentero e hipnótico. A medida que sentía la necesidad de presionarse mas fuerte contra ella, sus besos también tomaban una intensidad diferente. Bajo con sus manos hasta ponerlas bajo el trasero de ella y así se ayudó para presionarla un poco mas fuerte.
Un escalofrió de placer lo hizo dar un gemido ronco y se detuvo para observarla. Ella estaba agitada, su cabello había empezado a enredarse sobre la almohada, pero no dejaba de ser hermosa.
- Que haces? Por qué te detienes? – pregunto ella, intentando ocultar el deseo en su vos
- Solo te observaba – dijo antes de volver a besarla, con desespero y necesidad.
Ese maldito movimiento de caderas la estaba volviendo loca, era un simple rose entre sus piernas pero la estaba haciendo desearlo cada vez más. Ellos habían tenido relaciones varias veces ya, pero esta vez era diferente, él la estaba haciendo desear y al mismo tiempo disfrutar.
Minutos después de roses y gemidos sintió como el cuerpo de él se despegaba del de ella para quedar sentado justo entre sus piernas.
La visión de ella agitada, su pecho subiendo y bajando, su pelo disperso por la almohada, todo ella le parecía una poesía, toda ella le provocaba deseo y necesidad en ese preciso instante.
Posó sus manos en los pechos oscilante de su amada y bajo presionado sus dedos, dejando sus huellas sobre la piel, hasta llegar al borde de la ropa interior. La observo levantar su pelvis para que pudiera sacar la pequeña prenda y así lo hizo. Por varios minutos se deleitó con la visión perfecta, que la mujer sobre su cama, le estaba proporcionando.
Después de quedar desnuda frente a él, observo con detenimiento como se quitaba el bóxer y revelaba su excitación, luego le tendió ambas manos. No dudo en tender las suyas y sentir el tirón que la ayudó a sentarse frente a él.
Estaba cara a cara, sentados en la cama, él puso ambas manos en su cara y apoyo con suavidad sus labios en los suyos, dejándola deseosa de más. Lentamente bajo sus manos pasando por el cuello, luego delineo sus pechos y jugo con cada uno de ellos por unos instantes, para después seguir bajando hasta poner ambas manos bajo su trasero.
Sintió como la elevo y la deposito sobre su regazo.
Después de ayudarla a subir sobre su regazo, ella lo abrazo fuerte para sostenerse, mientras él acomodaba su erección para penetrarla.
Metió su mano por detrás de ella y tomo su miembro, ella elevo un poco su trasero y él guio la penetración, lenta, suave, mientras ella bajo para absorberlo centímetro a centímetro. En su mente no recordaba haber tenido tantas ganas de estar dentro de alguien, tampoco había disfrutado tanto penetrando a una chica como lo estaba haciendo ahora.
Se sintió llegar hasta lo mas profundo y dejo salir el aire en sus pulmones con un suspiro sonoro.
Cuando sintió que él había entrado en ella por completo también sintió como los dedos de él se cerraban en su cintura y por instinto subió unos centímetros su cuerpo y volvió a bajar. Esa sensación que se provocó a si misma fue placentera, la hizo temblar, estaba tan cerca de él, sentía su respiración sobre ella y sus dedos presionando su cintura.
Acomodo su cuerpo para quedar cara a cara con él, sus miradas se cruzaba, ella quería observar el placer en su cara cuando volviera a subir y bajar.
La observaba subir y bajara lentamente, solo centímetros. Sentía como entraba y salía de ella con lentitud, con placer.
La vio morderse el labio aguantando un gemido, se sintió excitado y la beso con ansias. Casi le mordió el labio, pero se controló pasando su mano por la espalda y presionando sus dedos para acercarla más a él.
Respiraba agitado, la observaba, la sentía.
Lo sentía tan adentro, se movía buscando el rose perfecto, buscando el placer que la hacía temblar, que la hacía gozar. Pego su frente a la de él, sintió su respiración mezclarse con la suya. Los dedos en su espalda la acariciaban con fuerza, la recorrían de arriba abajo.
Ella se movía sobre su regazo, era como una bailarina. Intentaba pensar en cosas diversas, como en la cortina de la ventana tras ella, pero solo lo lograba por unos instantes y volvía a sentirla rozándose. A veces sentía su pechos erectos en su pecho, otra veces era su respiración agitada frente a él, otras era los pequeños gemidos acompañados de sus uñas arañándole la espalda. Esos pequeños detalles lo ayudaban a concentrarse para no dejarse llevar por el placer.
Sus manos querían tocarla toda y por eso las movía lentamente desde el trasero hasta su cuello, delineando cada centímetro.
La agitación en su respiración se volvieron gemidos, estaba sintiendo como el placer se acumulaba en su vientre. Su caderas empezaron a buscar velocidad y a presionarse cada vez más. Escucho como la agitación de él empezaba a sonar más fuerte, más ronca.
Sus caderas tenían vida propia, ya no eran solo subidas y bajadas, también se presionaba fuerte, también se movía hacia los lados. Siempre buscando su placer y el placer de su amado.
Cerró sus brazos en la espalda de ella y la empezó a ayudar con su vaivén. Cada vez que ella se presionaba él la ayudaba para llegar lo más profundo posible. La primera vez que lo hizo un gemido se escapó de la garganta de ella y eso le provoco placer, le indico que lo que hacía le gustaba.
- Solo un poco mas – dijo ella entre gemidos
Dos, tres, cuatro veces más, cinco penetraciones mas y ese cosquilleo en su vientre se extendió por todo su cuerpo. Un largo gemido anuncio su llegada, en su mente solo deseaba que él se quedara allí, adentro de ella, en lo mas profundo de su ser. Ese temblor que anuncia que todo se estaba llegando a su fin, pero que deja una sensación de felicidad, estaba dando sus últimas sacudidas.
Esa quinta penetración fue la culminante, el sentir como ella lo absorbía, como su cuerpo temblaba en sus manos, lo hizo sentir un completo placer. Su existencia, en ese instante, estaba entre sus piernas, dejando su cuerpo. Era increíble como un punto de su cuerpo le podía provocar tal placer, como ese punto ya no era solo parte de él, sino que ahora le pertenecía a ella.
Una vez que el placer se disipo de su cuerpo y dejo de temblar, enterró su cabeza en el cuello de ella agitado y sudoroso.
Él estaba escondido en su cuello, respirando agitado, dando pequeños temblores. Ella se sentía poderosa, amada y completa. Sabía que era el momento, pero era el momento perfecto entre los dos. Un momento de satisfacción completa que estaba compartiendo con él por primera vez.
Dejo caer su cuerpo hacia atrás y él se acomodó junto a ella, puso un brazo bajo el cuello de ella y la atrajo contra su pecho, que aún se movía agitado.
- Siento que te amo – susurro medio dormido
- Yo también – dijo ella agarrando las mantas para taparse ella y a él.
Despertaron por la tarde, con hambre. No hablaron de lo que paso, no había para qué.