Un domingo cualquiera con mi amigo del alma
Dos amigos uno gay, otro hetero y con novia, una pasion, solo tiene que dejarse llevar
Era una tarde cualquiera...
Suena el timbre, es él. Mi sueño, mi angel entre los hombres.
Entra en el salón y se acomoda en el sofá.
No viene solo, ella viene de su mano.
Mi alegria se ve enturbiada por su presencia.
Es como una sombra que empaña mis emociones.
Vienen a contarme que se les ha ocurrido una idea para que pueda sacarmelo de la cabeza.
Para olvidarle por fin.
Tengo que enrollarme con él.
Dicen que así veré que no es un Dios en la tierra, mi propio Adonis enjaulado, sino que es simplemente un tipo más, con sus fallos, sus errores.
Dicen que me daré cuenta de que es alguien humano, normal, y podré bajarle del pedestal que le he construido y colocarle en su sitio como mi amigo.
Yo le miro, intentando leer en su mirada un gesto de aprovación, de que la idea no le desagrada como se que lo hace.
Deseo leer en su rostro que el también quiere.
Su mirada se pierde en el infinito, sabia que le iba a mirar y me rehuye para que no pueda leerle.
Acepto la propuesta, no porque piense que vaya a funcionar, sino porque llevo deseando ese momento mas de 4 años.
Porque mi ser egoista desea por encima de todo saborear sus labios
y apretarle fuerte contra mi pecho, beber su alma a través de su boca.
Su novia desaparece, se esfuma como la sombra que era.
Es nuestro momento, por fin.
Él y yo solos, esperando un acto que no empieza.
Sabemos lo que va a pasar.
Yo deseo que pase.
No se lo que piensa él.
Sigue ignorando mi mirada.
Me acerco sutilmente, como tanteando el terreno.
Asegurandome que sabe lo que va a pasar, y no se va a negar.
Le acaricio la mano, suave.... su piel es suave.
Chispas electricas recorren mi cuerpo.
Le acaricio el brazo, mientras que la otra mano le roza la cara.
Me encantan sus músculos.
Fuertes, suaves, cálidos.
Le toco por un segundo los labios con la yema de mis dedos.
Mi cuerpo arde.
Solo quiero saborear ese manjar.
Me acerco y planto mi cara delante de la suya.
"Es tu última oportunidad de dar marcha atrás.
Vete ahora o déjame hasta el final."
Acerco mis labios a los suyos.
Nos rozamos.
Sus labios son calientes, humedos.
Guardan un aliento que quiero respirar toda mi vida.
Sus labios tiemblan, está nervioso.
Genial, asi no notará que los mios estan descontrolados.
Por un segundo parece que duda. Se echa un poco atrás.
No puedo perder esta oportunidad.
"Por dios!! le vas a perder, decidete!!!!"
Me abalanzo sobre él.
Sus labios contra los mios. El cielo en mi cuerpo.
Todas y cada una de mis células se estremecen y a continuación se detienen para apreciar cada ápice de emoción que desborda ese contacto.
Mis manos se desbordan, mi cabeza no da a basto para controlarme.
Le acaricio el pelo, mientras que con la otra mano le sujeto la cabeza y le aprieto contra mi.
Asi no podrá detenerme.
Aunque no parece que haga falta.
No se resiste. Abre la boca y permite que nuestras lenguas entablen una danza en su interior.
Cada contacto nuevo es una descarga que se dirije directamente a mi corazón y destroza cada uno de los momentos que me he hundido, que he pensado alejarme de él.
El calor aumenta, la situación se complica.
Pasamos a mayores.
La ropa desaparece poco a poco sin que haya motivo aparente, porque me da la impresión de que nuestras manos están por todas partes, recorriendo cada centrimetro de piel.
Noto tu torso desnudo contra el mio. Es fuerte, bronceado, depilado.
Su respiración acompasa la mia.
Vibramos al unísono.
Sus dedos apasionados acarician todo mi ser, elevándome al cielo.
Nuestros labios no se separan en ningún momento.
Nuestro cuerpo se va fundiendo en uno solo.
Tengo miedo de derretirme en el sofá.
Me abraza fuerte, siente demasiado como para contenerse.
Yo recibo esa fuerza con una pasión desmesurada.
Nuestra respiración se agita. Es inconstante.
Siento que no puedo aguantar más.
Oleadas de placer y emociones enfrentadas recorren mi mente.
No me permito pensar, tengo que aprovechar cada segundo.
El momento esta a punto de llegar.
Me sujeta fuerte, su lengua deja de moverse.
Se queda paralizado.
Se derrite en mi interior.
Nos mantenemos abrazados unos minutos que se me antojan segundos.
No quiero moverme de allí.
Es mi sueño mas anhelado, mi deseo mas profundo... cumplido
Siento su respiración. Deseo sentirla así cada segundo de cada minuto de mi corta existencia.
Poder sentir su piel contra la mía. Piel con piel, alma con alma.
Se ha abierto a mi como nadie antes. Y como nadie después.
Se ha dejado llevar por los sentimientos. Y ellos me incluyen a mi.
No puedo ser mas feliz de lo que soy ahora, soy consciente de ello.
Pasa el tiempo y la situación se relaja.
Los sentimientos se enfrian. Empiezo a ver la realidad de lo que ha sucedido.
Él tambien.
Se separa de mi, me mira a los ojos.
No veo miedo, ni arrepentimiento.
Veo agradecimiento, satisfacción.
Me besa, y ese beso me sabe a ambrosía.
Sella un acto que me ha disuelto las dudas.
Nos vestimos mientras no dejo de observar su cuerpo.
Después de haberlo poseido se me antoja mas divino.
Culpable de mi enfermedad por él.
Es un cuerpo perfecto.
Y ha sido mio.
Salimos a la calle y antes de llegar a la esquina, me agarra la mano.
No lo miro por no parecer impresionado. Pero realmente mi corazón se está disparando.
Quiere que la gente nos vea?
Él tiene novia.
No le importa reconocerme como su acompañante?
Tengo ganas de gritar, de decirle al mundo que por fin es mio.
Que despues de 4 años de suspirar en las tinieblas, de no poder dormir o de hacerlo con su imagen en mi pensamiento, he cumplido un sueño.
No decimos nada.
No hace falta.
Su mano me agarra mas fuerte cada vez que nos cruzamos con alguien.
Yo le respondo con otro apretón.
"No tengas miedo amor mio. Estoy aqui.
Y nadie puede hacerte daño a mi lado."
Estamos llegando a su casa.
Tengo miedo de perderle después de esta despedida.
No quiero llegar, pero la ciencia puede con el corazón, al menos por esta vez.
En su puerta se gira.
Me mira como intentando leer a través de mi.
Se acerca a mis labios.
Me besa mientras me abraza con fuerza.
Se separa poco a poco, mientras deja que sus dedos se deslizen por mi brazo, como dándome a entender que no desea esta separación.
Entra en casa y cierra.
La oscuridad lo envuelve todo.
No quiero despertar.