Un domingo cualquiera

Eran las fiestas en el barrio de mi suegra y fuimos a casa a montarnos nuestra fiesta.

Este fin de semana, fueron las fiestas en el barrio de mi suegra y fuimos a pasarlas allí con ella. Fiesta el viernes, fiesta el sábado, con lo cual el domingo estábamos que nos caíamos, estábamos hechos polvo. Con lo cual, el domingo, después de comer, nos fuimos a nuestra casa para "supuestamente" dormir, pero... no lo hicimos.

Nada más entrar por la puerta de casa, agarré el vestido y me lo quité, y mi marido hizo lo mismo con su camisa y él pantalón. Tranquilamente, nos servimos unos cubatas y nos pusimos a ver la televisión; ese plan no me gusta para un domingo por la tarde, y se lo dije: "Hace tiempo que no me aburría tanto un domingo". Él me preguntaba que qué quería hacer, le dije que no lo sabía pero un domingo no era para pasarse la tarde viendo la televisión.

No me hizo ni puñetero caso; yo me levantaba, me sentaba, hacia y deshacía. Al final opté por tumbarme en el sofá y disfrutar del aburrimiento de ver la tele.

Pasado un rato, él se levantó y dijo: "Voy al baño", yo le miré y asentí, pero cuando volvió... Cuando volvió se acercó a mí y me dijo que estaba muy panchudina y muy fresquina. Sin dejar que me incorporará, comenzó a besarme, abría la boca como si quisiera comerme de un bocao, me metía la lengua hasta la campanilla y sus manos jugaban con mis pechos ya erectos.

El sofá donde estábamos era el de dos plazas y de una forma muy sutil, erótica y cómplice, sugirió cambiarnos de sofá, ya que el otro es más grande y estaríamos más cómodos; fue sugerido y hecho. Nos cambiamos de sofá y mientras me él besaba, yo me tumbé; se tumbó encima de mí y continuamos besándonos. Él despacio y sin yo percatarme de la situación, me fue quitando las bragas poco a poco y cuando me di cuenta lo tenía entre las piernas comiendo de mi sexo, ufff... como disfruté: me tiraba de los pelos, me mordía los labios, me tocaba los pechos, gemía y le decía que no parara; le tocaba a él los brazos, la espalda, creo que le llegué a arañar, pero en ese momento es lo que hizo el placer que estaba sintiendo mi chochito al ser comido por su lengua. Estuvo comiendo de mi sexo bastante rato, al final yo suspiraba ya que no sabía que más hacer.

Se volvió a tumbar encima de mí y mientras comía mis pezones metió su sexo totalmente erecto en el mío todo mojado, m...! que placer sentí cuando empezó a bombearme: ¡zas! ¡zas! ¡zas! ésta vez me corrí pronto por la excitación anterior del banquete que se dio. Me agarró una pierna y la pasó por encima de su hombro, uf! uf! uf! y otra vez a empezar: ¡zas! ¡zas! ¡zas!; mientras me sujetaba la pierna por la rodilla, mojaba sus dedos y tocaba mis pezones; de esta manera nuestro placer era casi inmenso, esta vez nos corrimos a la vez.

Después me dijo que me diera la vuelta para follarme desde atrás: oh...! esto si fue el éxtasis del momento; mientras bombeaba, mis tetas bailaban y al darse cuenta puso sus manos sobre el sofá para que al moverse mis tetas, se excitaran más con el roce de sus manos; bombeaba con una fuerza y una velocidad superior a mis fuerzas; en aquel momentos los dos juntos estuvimos en el paraíso del placer.

Entre besos y caricias, nos vestimos y nos arreglamos, para volver a la fiesta como si nada hubiera pasado. No dormimos, pero... nos divertimos.

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