Un domingo con Sara.Parte 4.

Esta cuarta parte Sara y su hermano Mario practican el sexo oral hasta tener los mejores orgasmos de sus cortas vidas.

Nota: Antes de nada comentaros que he dejado de escribir los relatos en primera persona, espero vuestra opinión al respecto. También espero vuestros comentarios y valoraciones  sobre mis relatos. Un saludo y espero que sea de vuestro agrado.

Sara llevaba un rato despierta, pero seguía tumbada en la cama abrazada a su almohada. Eran las 10 de la mañana, temprano para un domingo, podía seguir durmiendo, pero estaba inquieta, la noche anterior no había tenido desperdicio.

Hacía tiempo que no se lo había pasado tan bien como se lo pasó en el concierto al que fue acompañada de sus amigas la noche anterior, pero era lo que había pasado con su hermano Mario antes de salir y ya de vuelta a casa (narrados en relatos anteriores) lo que impedía a Sara seguir durmiendo.

No dejaba de preguntarse cómo había sido capaz de tener relaciones con Mario. Tenía claro que hasta la fecha no había sentido ninguna atracción por su hermano, más bien al contrario. En alguna ocasión había disfrutado al ver su pecho descubierto, o se le había ido la mirada hacia su culo o el bulto de su entrepierna, pero sin que eso despertara ningún tipo de deseo sexual.

Sin embargo la sensación de peligro y la de estar haciendo algo prohibido habían hecho que los dos orgasmos experimentados con Mario hubieran sido los mejores y más excitantes de su vida.

Había transcurrido cerca de un año desde que rompió con su último novio y con ello desde sus últimas relaciones sexuales. También llevaba semanas escuchando de boca de su mejor amiga los pelos y señales de los encuentros sexuales que esta mantenía con su nuevo novio que era cuatro años mayor que ella. Estas circunstancias eran el motivo por el que Sara había estado pensando en el sexo más de lo que en ella era habitual, y encima sin poder llevar a la práctica con nadie todo lo que estaba aprendiendo de boca de su mejor amiga.

A Sara le producía especial excitación oír a su amiga narrar y describir  lo bien que practicaba el sexo oral su nueva pareja y el placer que le proporcionaba. Sara nunca había podido disfrutar del sexo oral, la verdad es que tan sólo en dos ocasiones se lo habían practicado y las dos habían sido frustrantes.

Esta excitación y las ganas de emular algunos de los relatos  narrados por su amiga, era el motivo por el que Sara había aprovechado en los últimos días las ocasiones en las que Mario creía aprovecharse de ella, para satisfacer sus deseos sexuales acumulados.

No dejaba de pensar en lo que Mario había hecho la noche anterior después de masturbarla,  aquella imagen de Mario saboreando los flujos de su sexo que habían quedado depositados en sus dedos al masturbarla, era algo que la hacía humedecerse de nuevo.

Sara estaba ansiosa por saber que le iba a deparar este nuevo día bajo el mismo techo que Mario. Deseaba que volviese a producirse otro encuentro furtivo, pero tenía claro que no iba a ser ella la que tomara la iniciativa, no quería ser la responsable de aquellos encuentros prohibidos, solo quería disfrutarlos dejándose llevar.

Ya en la ducha, no dejaba de mirar hacia la puerta, la excitación que la invadía desde que se había despertado provocaba que deseara que Mario volviera hacer acto de presencia en el baño para dar rienda suelta a su excitación.

Aprovechó la espera para recortar el vello de su sexo, algo abandonado últimamente, lo que había provocado algún tirón algún estirón inoportuno la noche anterior cuando Mario deslizaba sus dedos entre sus bragas y su pubis.

No le gustaba depilárselo ni rasurárselo, ya que luego le producía picor, prefería recortarlo con unas tijeras con el mayor de los cuidados. Estaba más excitada que cuando entró en la ducha, esa labor era algo que siempre la ponía caliente. Pensó en masturbarse, pero inmediatamente lo descartó, si Mario entraba quería disfrutar de esa excitación con él.

Sin embargo la puerta no se abrió.

-Bueno el día es largo -pensó en su interior mientras sonreía pícaramente, la idea de pasar el día con Mario estando sus padres presentes era algo que avivaba su excitación y disparaba su adrenalina.

El domingo transcurría como cualquier otro, hasta que terminaron de comer. Como de costumbre el padre se levantó de la mesa el primero y se dirigió al sofá del comedor. La madre tardó un poco más puesto que le gustaba deleitarse con el trozo de tarta de chocolate que tomaba de postre, cuando lo terminó suspiró y dijo:

-Bueno chicos, ya sabéis, os toca recoger y fregar a vosotros- Y se dirigió al comedor a hacerle compañía a su marido.

Sara ya estaba de pie recogiendo la mesa, Mario aún permanecía sentado, hasta que en una de las ocasiones en las que Sara le dio la espalda para depositar unos vasos en el fregadero, se incorporó y se aproximó a ella quedándose a escasos centímetros. Una vez allí puso sus manos en las caderas de Sara y dio el último paso de aproximación que le permitió poner todo su cuerpo en contacto con el de su hermana.

Mario cuando miraba hacia abajo veía como el marcado bulto que había en los pantalones de su pijama estaba pegado al culo de su hermana.

-Déjame, voy a fregar- Dijo Sara por guardar las apariencias, pero la verdad es que llevaba horas esperando que se produjera otro encuentro con Mario.

-Pues friega, ¿Quién te lo impide?- Contestó Mario al tiempo que deslizaba una de sus manos desde la cadera hasta la nalga de su hermana, y comenzó a acariciarla y a disfrutar de la dureza de ese culo perfectamente marcado por los pantalones del chándal. Con la mano que aún permanecía en la otra cadera Mario empujaba a Sara hacia atrás para pegarla bien a el.

Le gustaba como olía su piel y su cabello a recién duchada, le gustaba tener su miembro semi erecto pegado al culo de Sara, y le gustaba sentir que tenía el control, y no ser como de costumbre el último mono de la casa al que todo el mundo le dice de forma constante lo que tiene o no tiene que hacer. Ahora era él quién marcaba lo que se tenía que hacer, por lo menos con Sara.

-Tengo ganas de ti, Sara, tengo ganas de estar contigo otra vez- le dijo al oído en un tono bajo.

Mario había comenzado a mover sus caderas de forma que estaba frotando su miembro ya completamente erecto contra el culo de su hermana. Sara que estaba acorralada entre el fregadero y el cuerpo de Mario y apenas se movía.

La mano de Mario aún tenia en la cadera se deslizó por debajo de la sudadera de Sara y comenzó a acariciar la piel del vientre de su hermana de forma ascendente hacía los pechos. Cuando llegó a ellos los pudo coger y manosear sin problemas ya que Sara no llevaba sujetador.

Estaba muy excitado y envalentonado por estar consiguiendo una vez más su objetivo, quería más, quería que su polla estuviera en contacto directo con Sara, quería volver a sentir su miembro perfectamente encajado en la raja del culo de su hermana notando la presión lateral de las nalgas.

Miró de reojo hacia atrás, hacia el comedor, allí al fondo estaban las cabezas de sus  padres sentados en el sofá del salón dándoles la espalda. Bajo sus manos hacia la goma del pantalón de Sara y se los bajó hasta los muslos, dejando todo su culo completamente al aire ya que junto con el pantalón también había bajado las bragas.

Aquella visión hizo que la polla terminase de ponerse dura, la aproximó hacia el culo de Sara y la puso alineada con la raja del culo, la polla estaba encajada entre el culo de ella y su propio abdomen.

-No súbeme los pantalones, nos van a pillar imbécil- dijo Sara asustada de verdad.

-Que va, ya están fritos, no los oyes roncar? – Efectivamente la sinfonía de ronquidos del matrimonio era algo que no tenía desperdicio.

Sara, no dejaba de ladear la cabeza para lanzar miradas hacia el salón y ver por ella misma que sus padres permanecían en el sofá del salón.  Al sentir el calor y la duraza de la polla de su hermano presionándole el culo se estremeció, y no pudo evitar hacerse un poco hacia atrás para sentir más aún aquella polla.

Mario aprovecho que el Sexo de Sara estaba al aire y llevo una de sus manos hacia el, depositó la palma de su mano sobre el pubis de forma que los dedos quedaron a la altura del los labios vaginales de Sara. Movió un poco los dedos de la mano para hacer que los mismos se deslizaran entre los labios y poder así sentir otra vez en sus dedos  la humedad que ese delicioso coño desprendía.

-Como me gusta tu coño Sara, sobre todo cuando esta mojado- Pero Sara no contestó, sólo abrió un poco más las piernas para que los dedos tuvieran más espacio entre sus piernas para moverse.

-Tengo mi polla otra vez en tu culo, la notas? Sientes lo dura que esta? – dijo Mario mientras llevaba su mano libre otra vez hacia los pechos de Sara.

-Si, la noto, esta caliente.

-Tu también estas caliente, caliente y húmeda.- Mario estaba salido perdido, quería sentir más a su hermana, quería sentir su polla resbalar por el sexo humedecido de Sara.

Mario puso sus brazos en el contorno del vientre de Sara, y la obligó a retroceder hacia atrás junto con él. Casi pierden el equilibrio al pisarse mutuamente. Mario apartó una de las sillas y se sentó en ella llevando a Sara todo el rato pegada a él. Sara estaba con las piernas abiertas sentada sobre las piernas de Mario, notaba la polla de su hermano clavada en la espalda, ella también quería sentir ese miembro más cerca de su sexo, quería sentir el calor que desprendía y notar la dureza del capullo de aquella polla presionar la raja de su sexo buscando introducirse en el.

Ella se incorporó un poco de forma que pudo acceder a la polla de Mario, la cogió fuerte y la desplazó hacia delante, acto seguido volvió a depositar el culo sobre los huevos de su hermano. Ahora Sara veía el capullo de la polla de Mario asomar entre el bello recortado de su coño. La polla todo lo dura que estaba luchaba por volver a su posición anterior, por lo que estaba presionando de lleno la abertura el sexo de Sara.

-No, joder, quiero metértela, me muero por follarte Sara.-dijo Mario con decepción.

-No, no podemos follar- dijo ella, lo deseaba pero  no quería traspasar esa frontera por el momento. Mientras había llevado sus manos hacia su sexo para abrirlo y colocar el tallo de la polla justo entre sus labios, dejando el capullo justo a la altura de su clítoris.

No hacía falta ninguna lubricación, el sexo de Sara había empapado ya la polla de su hermano, pese a ello y dado que le excitaba Sara depositó toda la saliva que pudo en los dedos de una de sus manos y la dejó caer donde el capullo de su hermano presionaba su clítoris.

-Que dura esta, vas a correrte ya, o esta vez vas a aguantar un poco más?

-Que cabrona eres Sara, eres una cabrían de primera. Ven deja que te coja las tetas- y llevo sus manos hacia los pechos de Sara, manoseándolos sin contemplaciones.

Sara notaba como Mario movía sus caderas para provocar rozamiento entre sus sexos, pero no era suficiente, por lo que comenzó ella también a mover las caderas. Era delicioso sentir la presión y el calor del glande de su hermano justo en su clítoris, estaba realmente excitada. Ahora mismo le hubiera permitido a Mario hacer cualquier cosa con ella, se sentía sucia y tenía ganas de disfrutar del sexo.

-Estoy mojada, Mario, estoy mojada para ti, para que tu polla resbale mejor por mi coño, para que me la restriegues por todo el coño hasta hacerme correr.- A Sara le gustaba decir obscenidades y oírlas cuando estaba muy caliente.

Mario estaba disfrutando tanto del placer que le proporcionaba su polla como del hecho de tener a su hermana a su disposición. Alargó una de sus manos hacia uno de los platos de la mesa con restos de tarta de chocolate, cogió algo de chocolate con su dedo y lo llevó a la boda de Sara. Esta no tubo que abrir la boca, llevaba rato respirando por ella y estaba todo el rato entreabierta, al sentir el dedo de Mario, lo introdujo y lo chupó, paso su lengua por el, y lo succionó con ansia.

Sara tenía los ojos cerrados y estaba devorando el dedo de su hermano como si fuera una polla, como si fuera la polla que ahora masajeaba su coño y que tanto placer le estaba dando.

-Eso es, si, chúpalo como si fuera mi polla Sara, cómetelo.- Para Mario ver como Sara mamaba su dedo fue demasiado, tenía que ser su polla la que devorara su hermana, así que la empujo obligándola a incorporarse. Volvió a llevar la mano al mismo plato con restos de chocolate pero esta vez cogió toda la cantidad que pudo y la puso toda en su glande.

-Sigue comiendo preciosa.-

Sara estaba de pie frente a su hermano, que estaba sentado, con los pantalones por los tobillos y su enorme polla apuntando hacia el techo. Miró una vez más hacia el comedor, controló que todo seguía igual se arrodilló entre las piernas de Mario y le cogió la polla con las manos.

Acercó su cara hacia el pene y le dio una lamida recogiendo parte del chocolate, acto seguido le dio otra más, y otra….. cada vez transcurría menos tiempo entre lamida y lamida, hasta que se lo introdujo dentro de la boca.

-Te gusta? Te gusta cómo te la chupo?- dijo ella mirándolo a los ojos.

-Ya lo creo, estas hecha una experta, una autentica puta.

Sara estaba caliente, y tener esa polla con sabor a chocolate en la boca le gustaba, la estaba saboreando, la succionaba fuertemente para extraerle todo el chocolate que quedaba en ella. Le masajeaba la cabeza del glande con su lengua como si estuviera dando un beso húmedo. Realmente Sara se estaba esforzando en hacer la mejor mamada que había hecho en su vida.

Mario por su parte movía las caderas para hacer que su polla entrase y saliese de la boca de Sara a mayor velocidad, el lo que quería era follarle la boca a Sara, metérsela hasta lo más profundo de su garganta.

-Trágatela Sara, trágatela todo lo que puedas.

-Estas muy caliente, eh? -  Sara ya no podía disimular más su auténtico deseo.

-Me vas a devolver luego el favor? Me comerás tu luego?- Y volvió a meterse la polla de Mario en la boca y a acariciarla con sus labios empapados de espesa saliva.

-Sí , te voy a comer el coño entero, te lo voy a llenar de babas y luego las volveré a chupar junto a tus jugos.- Aquello era justo lo que Sara quería oír, su sexo se hizo agua, de pensar en Mario devorándole  empapado coño.

Llegó un momento en el que Sara dejó de notar el sabor a chocolate, así que se incorporó un poco, miró hacia el salón para controlar y al ver que todo estaba correcto, cogió esta vez ella chocolate del plato y volvió a untar la polla de Mario. Acto seguido se volvió a entregar a la mamada.

Mario estaba loco de excitación nunca se la habían chupado con tanta ansiedad, sabía que no tardaría mucho en correrse, y quería hacerlo en la boca de Sara.

-Te gusta que tu hermanita te la chupe, eh, dime lo hago bien?

-Ya lo creo, la chupas como una auténtica puta, eres genial.

Llegado un punto en el que ya no podía más cogió la cabeza de Sara y la inmovilizó, acto seguido comenzó a mover su cadera con fuerza follándole la boca, y cuando sintió que iba a correrse la metió todo lo que pudo siendo en ese momento en el que soltó varios chorros de semen en lo mas profundo de la garganta de Sara.

Sara luchaba por sacar la polla de su hermano de la boca, pero no podía, sentía que se ahogaba de tener todo aquello metido y cuando sintió la leche de Mario y que ya no podría aguantar más este le soltó la cabeza, con lo que Sara pudo sacar la polla de su garganta.

-Eres un maldito hijo de puta asqueroso, casi me ahogas cabrón.- Sara estaba enfurecida, pero no le daba ningún temor a Mario, y menos con tanta saliva como llevaba Sara colgando de la barbilla.

Mario que sabia que se había pasado sonrió inocentemente, llevó su mano a la barbilla de Sara y le retiró gran parte de las babas que le colgaban, luego esa misma mano se la llevó a la boca y las lamió. A Sara ver ese gesto la calentó terriblemente e inconscientemente sacó su lengua para recoger con ella la saliva que quedaba en el contorno de su boca.

-Ven aquí, no te enfades, vamos que quiero comerme  ese coñito empapado.

-Sí, pero aquí no, vamos a mi habitación, quiero estar más tranquila.

Los dos salieron de la cocina y se dirigieron hacia la habitación de Sara, efectivamente al pasar al lado  de sus padres estos estaban profundamente dormidos.

Nada más cruzar la puerta de su habitación Sara se quitó toda la ropa de cintura para abajo y se tumbó en la cama, estaba deseosa de sentir la lengua de su hermano recorrer su sexo y ver si devoraba sus flujos.

Mario no se hizo esperar, y se tumbó en la cama también pero a  su lado.

-Pero que haces? No querrás que te la chupe otra vez? – dijo contrariada.

-No, lo que quiero es que te sientes en mi cara, que pongas tu coño en mi boca.

Sara se estremeció, aquella idea le encantaba, se puso encima de su hermano de rodillas en la cama y fue aproximándose hacia él hasta que llego un momento en el que su sexo estaba a la altura de la barbilla de Mario, pero  a cinco centímetros de él. Cuando ella calculó que la distancia era correcta comenzó a descender su culo hasta sentir como su coño se posaba en la cara de Mario.

Mario por su parte cuando vio aproximarse a su boca el coño de Sara la entreabrió, se lamió los labios para depositar en ellos toda la saliva que pudo y se dispuso a comerle el coño a su hermana como nunca en su vida se lo volverían a hacer.

Al principio Sara solo había bajado el culo justo lo necesario para sentir la lengua de Mario deslizarse entre sus labios vaginales, ella le ayudo apartándolos de forma que su coño quedaba totalmente abierto y receptivo a los lametones de Mario.

Mario al ver ese coño abierto se ensalivó bien la lengua y se dispuso a introducirla en el coño de su hermana, le metía la lengua en su interior todo lo que podía y luego la movía en su interior. Sara al sentir aquella lengua mojada moverse dentro de su coño, comenzó a dejar caer su peso sobre la cara de su hermano, quería así que la lengua se introdujera más aún en su coño.

-Si Mario, si, fóllame con tu lengua, métemela todo lo que puedas cabrón.-

La lengua de Mario se introducía en el interior de Sara mezclando allí su saliva con los fluidos del coño de su hermana. Mario tenía todo el sabor del coño de Sara en su boca cosa que le excitaba, ya tenía otra vez la polla dura, pero Sara no podía verla porque quedaba a su espalda.

-Eres un hijo de puta, que bien me estas comiendo el coño, cabrón- No pudo reprimirse, pero Sara quería sentir aquella lengua por su clítoris, por lo que volvió a ascender un poco el culo y empezó a mover la cadera de forma que era ella la que hacía que la lengua de Mario pasara por toda la raja de su coño y acabase en su clítoris.

Sara apretaba su entrepierna contra la cara de Mario, estaba disfrutando de lo lindo, lo tenía inmovilizado contra su coño, y se estaba frotando contra la lengua de aquel pequeño bastardo como le venía en gana.

Mario por su parte se estaba haciendo una paja con una mano mientras con la otra toqueteaba el ojete de Sara.

-Cógeme las tetas hijo de puta, cógelas, y sigue chupándole el coño a la puta de tu hermana, hazlo, chúpamelo fuerte.- Sara se estaba conteniendo para no correrse, intentaba alargar ese placer todo lo que podía.

-Quieres correrte en mi boca? quieres correrte con mi lengua metida en tu coño?

-Si quiero que me jodas con tu lengua, que te comas todo lo que salga de mi coño, que lo chupes y te relamas.  Para eso eres un cerdo, un cerdo de mierda que me está follando con la lengua.

Sara movía su culo sobre la boca de Mario todo lo rápido que podía, y dejaba caer su peso para sentir la lengua de su hermano con más fuerza.

-Fóllame, fóllame con tu lengua cabrón,- fue lo último que dijo Sara antes de presionar su culo todo lo que pudo contra Mario y sentir como le venía un salvaje orgasmo.  Cuando Sara tuvo el último espasmo provocado por aquella colosal corrida se dejó caer a un lado de la cama.

Mario que se había estado pajeando y estaba terriblemente excitado, se abalanzó sobre Sara y se puso exactamente en la misma posición en la que ella había estado instantes antes. Sara miró para arriba y vio a Mario de rodillas en la cama, con su polla a la altura de su cara y como este estaba pajeando su pene de forma compulsiva, sobre ella, hasta que vio como la cara de Mario cambió, se estaba corriendo, miró su polla y vio como esta le escupía un enorme y caliente chorro de leche que calló en su cara, aquel hijo de puta se había corrido en su cara .

-Pero que hijo de puta eres- dijo ella mientras intentaba retirar parte del semen de su cara con la mano.- Me has puesto perdida-

-Espera que te limpio,- Mario se inclinó hacia ella, y comenzó a lamer sus mejillas, retirando con su lengua el semen.

Sara estaba sorprendida de las guarradas de Mario, pero le daba morbo ver como este estaba comiéndose su propio semen. VERDADERAMENTE ESE PEQUEÑO HIJO DE PUTA LA PONÍA MUY CALIENTE, QUIZÁS DEMASIADO.

NOTA: ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO CUALQUIER COMENTARIO, VALORACIÓN O IDEA NO DUDEIS EN ESCRIBIRME BIEN EN LA WEB O A TRAVÉS DEL E-MAIL. UN SALUDO.