Un disfrute de subida

Una visita turística más de lo que esperaba

Eran días antes de tu boda y habíamos venido a tu pueblo a hacer un poco de turismo, me dijiste que querías enseñarme la torre más alta desde donde podría observar todo el paisaje, yo solo quería tenerte cerca de mi, el solo olor y contacto de tu cuerpo me ponía a mil. Habíamos tenido conversaciones muy subidas de tono a pesar de que yo tenía pareja y tú estabas a punto de casarte, pero es que había algo que hacía que esa atracción fuera irrefrenable.

Empezamos a subir por esa torre donde solo se veía una larga escalera, te las apañaste para colocarte detrás de mí e ibas dándome palmeadas, primero el el culo y poco a poco ibas subiendo.

Tenía la mente obnubilada, en cada escalón notaba la caricia de tus dedos sobre mi pantalón, la humedad ya traspasaba mis bragas y mis piernas temblaban a cada embestida de tu mano.

La gente pasaba por nuestro lado ajena a lo que pasaba por nuestro interior, era imposible guardar las ganas, en nuestros ojos podía verse como nos devor

á

bamos sin tregua.

Un recodo en la torre y un unir los cuerpos para que siguieran subiendo otros, el acercamiento hizo arder la piel.

Ya nada podía detener la necesidad de beber de nuestros cuerpos, las manos buscando rincones, la ropa dejando de ser barrera entre tus manos y mi sexo, mis pechos, tu boca recorriendo rincones de mi piel, atrapando entre tus labios mis pezones, mordisqueándolos y mientras moría de placer, tus dedos dentro de mi entrando y saliendo.

Cuando ya no puedo más me empujas contra la pared y apartas mi braga, te noto entrar hasta el fondo, tú respiración acelerada en mi oído hace que me excite más. Siento tanto placer...no puedo dejar de gemir, mientras tapas mi boca con tu mano no puedo evitar llegar al clímax y deshacerme en un orgasmo tan deseado mientras escucho tu voz susurrándome me corro.