Un día normal

Tristes son mi tristezas... falsas mis mejorías... cortas son mis promesas... falsas mis noches vacías (La pasión es el impulso que mueve a la bestia)

El sol asoma otra vez por el empañado cristal de mi ventana, un día mas, como los otros…como un autómata me despego del confortable abrazo de mi almohada para hacer lo que todo humano común y corriente haría en cada mañana antes de irse a trabajar. Pero, a diferencia de las otras monótonas y análogas jornadas a las que me acostumbre casi sin darme cuenta hoy parece que fuera diferente, ¿un presentimiento? o la soledad que ya ocupo un espacio entre mis sabanas me esta empezando a causar desvaríos……la verdad no lo se.

Yendo en el medio vacio metro una fría silla espera a su ocupante igual de frio a ella. Me siento, respiro profundo y abro el periódico matutino que siempre compro en el quiosco de la esquina. Pero mas adelante algo detiene abruptamente mi devota y centralizada lectura:

Disculpe, señor, ¿puedo sentarme? Fije mi mirada hacia la fuente de aquella voz y me di cuenta que el metro ya estaba a reventar y una chica con un traje de oficina rojo muy elegante me pedía de forma cortes un pequeño espacio que mi portafolios estaba ocupando. Solo dimití en asentir con la cabeza y quitar mi valija para que ocupaba su rogado espacio y como de costumbre me agradece no con un gracias seco y típico de desconocidos sino con una sonrisa amable, amena, algo que me turbo un poco pero hice caso omiso de esa situación. Durante el viaje leí mi periódico totalmente despegado de ese pequeño mundo lleno de voces y olores a perfume barato, a palabras mudas, a gritos ahogados por las corbatas de muchos y lamentos encerrados por el chaleco de franela. Lo se porque soy uno de ellos, uno mas….uno mas que desea a veces gritar su amargura y rabia contra si mismo, uno mas que simplemente se dejo llevar por el ¨status quo¨ y ahora sigue el ciclo de un esclavo mas del tiempo y de sí mismo.

Llego a la oficina que parece más un purgatorio distinguido donde las corazas vivientes llamadas personas le sirven a un pedazo de idiota que tuvo la suerte de nacer en una cuna de oro….da lo mismo ha de morir como todos y será un olvido mas como nosotros lo seremos algún día. Transcurre el día ¨normalmente¨ como supuestamente debería ser y al dirigirme al ascensor para bajar y visitar el restaurante de ¨fat momma¨ veo una cara conocida; aquella señorita de elegante traje rojo estaba allí, sola. Ella se hizo a un lado y me dejo pasar; obviamente ella empezó a flanquear la barrera que yo procuraba levantar hacia las personas… ¿cuantos pisos habrán pasado? No lo se… simplemente durante el descenso del elevador me fui desinhibiendo socialmente hasta hablar con ella. El cascaron se ha roto y mostró al alma desnuda de un hombre misántropo y gélido. ¿Por qué? de repente la veo con ansia descarnada y no contengo las ganas de mirarla a los ojos…ojos tan profundos pero tan brillantes que hechizan. Ella solo se queda callada también me mira detenidamente como sacándome la vida por medio de su mirada. Sus gestos son serios, simples como los de una estatua.

-¿En que piensas? ¿Qué miras? ¿Qué quieres? Me articula palabras para hacerme responder pero yo vagamente las escucho ni siquiera las determino. Me acerco mas y mas pero ella a su vez se va alejando…la pared le detiene su huida y estamos pegados y subo mi brazo izquierdo y pego mi mano a la pared junto a su cabeza. Su respiración se acelera me mira con miedo como cuando una presa es acechada por su predador; solo trazo una sonrisa casi imperceptible y junto mis labios con los suyos

Golpea mi pecho con toda su aparente fuerza pero se va dejando llevar abro los ojos momentáneamente y veo aquel botón rojo… parece que mi mano cobrara vida y fuera cómplice de ese momento y oprimió sin tardar aquel botón. Un movimiento fuerte que ni siquiera lo sentimos y el elevador paró. Bajan mis roces por su frágil cuello lentamente, ella ni siquiera me toca simplemente se queda ahí, quieta, como congelada por mis acciones tan solo tiembla y mira hacia un lado. Dejo de mimarla con mis labios y pego mí frente a la suya. La veo inexpresiva, por un momento me hace pensar que la estoy ultrajando, que me estoy aprovechando de ella y esa cordialidad a la que nos acostumbra me hace articular una disculpa….no contesta, solo toma mi rostro y lo pega en su escote justo donde la piel se cubre con el traje (esta de acuerdo…) mi mente ya no gobierna mi cuerpo…Creo que es al contrario y no esta tan mal del todo. Bajo por la suave blusa blanca que vestía hasta llegar a ese pantalón, guardián de mi objetivo. Solo viéndola desde abajo me deshago de esa prenda junto con sus bragas y me dispongo a beber de su pozo de la creación miles de imágenes rondan por mi cabeza me queda un poco de razón que me hace debatir mis acciones pero aun así sigo en mi egoísta satisfacción.

La forma en que me toma de la cabeza, en la que hace hacia atrás su cabeza acompañado por pequeñas exhalaciones llenas de éxtasis ahogándolas para no llamar la atención me impulsan y me ponen mas cachas aun mas. No demora en bañar mi cara con sus jugos cuando nuestra prisión descendente se movió, tuve que detenerme me acomode la corbata que estaba prácticamente al revés mientras ella se ponía sus bragas y se terminaba de arreglar ligeramente. Se abrió el ascensor ella se fue por un lado y yo me fui por el mío mientras otros ocupaban nuestro catre improvisado.

No la vi hasta entrada la noche cuando salíamos de las ¨celdas¨. Paso por mi lado levanto su mano y dejo un pequeño papel en el bolsillo de mi chaqueta dio media vuelta me miro fijamente de nuevo trazo una pequeña sonrisa de complicidad y se fue. Meto mi mano al bolsillo y me doy cuenta de lo que hay en aquel pequeño trozo de papel…. 7 números y un nombre ¨Luciana¨ levanto mi rostro y busco a la dueña de aquel nombre pero solo veo su sombra desaparecer en una esquina entre el rio de gente que regresa y luces de neón que me queman la vista.

Llego a mi casa sin contratiempos me siento en el sillón que tantas veces era testigo de mis horas amargas. Acaricio mi barbilla con mi dedo índice y con la otra mano sostengo el papel que me dio aquella joven, trato de asimilar ese hecho y me cuestionaba lo que paso pero aun así no encontraba el motivo principal. Suspire, puse una cara de determinación y tome la bocina:

  • Alo, ¿con quien?
  • A…Alo buenas noches, ¿hablo con Luciana?

FIN