Un dia inesperado (2)

Planteamientos, dudas, certezas, sentimientos encontrados y descubiertos. Frontera que separa la intimidad superficial de la oscura, esa que no se comparte ni siquiera con uno mismo. La vida no es sencilla, ni unidireccional en absoluto.

UN DIA INESPERADO. 2ª PARTE.

Habían pasado cuatro o cinco semanas desde aquella envolvente tarde en el cubículo del vestuario, en la representación de fin de curso de los chavales discapacitados. El verano casi había echo su entrada triunfal estando en el aire. Olía a sofoco y bochorno. A romero. Acaparando parte de las conversaciones de las personas junto con sus planes de vacaciones que cada vez se hacían mas tentadoras y ansiadas para todo el mundo. En el transcurso de aquellos días y por alguna extraña casualidad al cerrar tras de mi la puerta del vestuario y con la posterior cena de despedida de fin de curso no habíamos vuelto a coincidir en ningún momento. Ni siquiera nos reuníamos los amigos los sábados por la noche para cenar o salir. En un par de ocasiones me vino a la cabeza la descabellada idea que al obtener lo que iba buscando e iba persiguiendo su interés por juntarse había desaparecido. Cosa que sabía de antemano que no era cierta. Pero a veces tendemos a exagerar o dar rienda suelta a pensamientos desorbitados que después carecen su parte de lógica. Me limite a dejarme llevar y a obligarme a olvidarlo, simplemente había ocurrido; fue un acuerdo tácito, ninguno forzó a nada al otro ya que ambos teníamos la capacidad de detener lo sucedido, éramos conscientes y responsables de cada acto junto con sus consecuencias. Ahora lo único que me quedaba era acatarlas pero sin llegar a obsesionarme, eso era precisamente lo que estuve haciendo durante todas estas semanas. Ni una critica, ni un comentario, nada. Ni el sigilo de un mínimo reproche se me cruzo por la cabeza. No buscaba alguna manera de excusarme, sin encontrarla. Pero en el transcurso de aquellas semanas, especialmente los sábados por la noche a la hora que solíamos quedar de costumbre, pensaba que siempre se acaba estropeando las relaciones con los demás, que siempre acababan queriendo tomar lo que no esta permitido, u al obtenerlo, al satisfacerse así mismos, buscan disculpas que ni encuentran ni habrían podido arreglar nada. No volvería a suceder, jamás se volvería a repetir.

En aquellos días invisibles orbitábamos en la distancia voluntaria o no, que pronto se vería rasgada… Un trayecto, una consecuencia… El más delicioso y el más comprometido hecho de mi vida. Los dos intentábamos obtener resultados agradables y lo intentábamos cada uno por su lado determinar los sentimientos y cuanto había de justificable.

Un sábado a media mañana, estando en casa, sonó mi móvil. Un timbrazo prolongado e insistente inundo el silencio de la parte delantera de mi casa. Tarde bastante segundos en recorrer el pasillo que me distanciaba de aquel estrepitoso ruido. No había quedado con nadie y aun menos esperaba que nadie llamase a esas horas. Cuando alcance mi móvil comprobando de quien era la llamada, su nombre aparecía en la pantalla. No era habitual que me llamara y todavía menos a esas horas. Dude en descolgar, pero en su avariciosa insistencia, sospeche que podría ser algo importante.

  • Hola, interrumpo algo importante. Perdón por mi insistencia. Creí que… -Dejo la frase en el aire para que mi intuición le diese forma.-
  • No. Tenía el móvil en el comedor, un poco lejos.
  • ¿Dónde estas?
  • En casa, acabo de llegar. –Mentí.-
  • Ya.

Un silencio entre los dos móviles se hizo desafiante, retador.

  • Pensaba que… Bueno, estoy cerca de tu casa. –Hubo otra pausa un poquito mas larga.-

Esperaba a que le respondiese a la pregunta que no había formulado. Para mi no era un inconveniente, pero a la vez empecé a recelar. Y era cierto, que aquella llamada no tenía la misma intencionalidad que todas las anteriores.

Por el contrario me resistí a sacar conclusiones precipitadas, intuí que esa llamada escondía algo mas. Muy probablemente tuviese razones suficientes para hacerla, para intentar hablar y aclarar las cosas; tuvo tiempo de pensar. Otro en su situación probablemente hubiese pasado pagina, lo hecho pasado esta. No podía juzgar nada antes de tiempo.

  • ¿Quieres subir? –Mi voz sonó neutra, indiferente, apática.-
  • No quiero molestar. Supongo que estarás ocupado. –En el fondo la tensión le traiciono.- La verdad es que me gustaría subir y charlar contigo.
  • Está bien, te espero.

Me sentí descubierto antes de tiempo. Trascurrieron unos minutos, algo escasos, cuando oí el timbre de la puerta. Con todo, no pude evitar un ligero nerviosismo al contestar y oír su voz por el interfono. Oí cerrarse el portón de mi casa mientras yo permanecía de pie en medio del comedor, prudente no entro.

Cuando lo vi, por la radio, una copla de Lola Flores cantaba: "Y estando en esta soberbia, / abrió la noche un postigo. / Por donde entraron dos ojos / que dieron muerte a los míos."

Me acerque despacio hacia él, ya a la misma altura dudamos como saludarnos, abrí aun mas una sonrisa estrechándole la mano. Cuando lo tuve delante percibí una sensación rara, como el aroma que lleva consigo el recuerdo de un tacto determinado, o el sabor que trae consigo la memoria de algo pasado. Cuando caí en la cuenta, lo invite a entrar, a sentarse, a tomar algo. Al regresar de la cocina estaba mirando un libro recién comprado que había dejado sobre la mesa del comedor.

  • No es mi tipo de literatura. Creo que Ra si que se lo ha leído.

Nos sentamos en el sofá. Bebió un poco de su refresco y hablo:

  • Tengo algo que decirte. Pero no se por donde empezar. La verdad es que se me hace difícil y complicado. Pero temo que si no lo hago con toda la valentía que poseo me arrepentiré toda la vida de habérmelo callado.

Intente interrumpirlo, aliviarle de sea carga, de esa incógnita cuestión individual que dentro de un rato se convertiría de dos. Se hizo un silencio que me obligo a seguirlo.

  • No deja de ser un reto. Aunque no se si dará buen resultado. No se como afrontar lo que tengo que decir.

No puedo negar que mi corazonada se anticipo a sus palabras, que equivocado estaba, creí que todo aquel preámbulo de palabras que se le trababan era para afrontar una explicación de lo sucedido aquella tarde. Un disculpa que tenia la necesidad de ofrecerme para no acabar con nuestra amistad. Un mal entendido que en sus formas nos habíamos implicado los dos. Tal vez lo tuviese pensando y bien estudiado lo que tenia que decirme, ahora sentado en el sofá de mi comedor, la urgencia de las palabras le traicionaban y desaparecían.

Iba a intervenir para aliviar y aligerar su estado, variar las intencionalidades de nuestras responsabilidades y posturas. Con un par de palabras de convicción habrían bastado, no fue así.

Pude comprobar que me miro de reojo, con timidez, como sondeándome, ponderando mi reacción. A partir de ese momento de confusión todo se precipito.

  • Todos podemos hacer de todo, el otro día me di cuenta. Bueno, yo… -Levanto un hombro en señal o acuñación de la frase que no se atrevía a terminar.- Desde hacia tiempo lo sospechaba y tenia dentro de mí algunas dudas. Ahora estoy seguro.
  • ¡Felip! –Levante una ceja alucinado y trate de retomar la conversación.- No te referirás a lo sucedido aquel sábado por la tarde en… -aventure sin dar crédito a lo que oía. Me acojone.-
  • Ya sé que todo esto te parecerá, es absurdo, y un disparate o algo pero… esto es lo que hay.
  • No Felip, no es lo que hay. Lo que sucedió no tenia que haber sucedido nunca. Lo mejor es no darle mas vueltas, seguir adelante, no teníamos porque haberlo consentido. Olvídalo. Y por nuestro bien, continuar como estamos, siendo amigos. Esto no es una buena idea.
  • Por favor, escúchame, no confías en mí. Me dejas explicarte

A la vez que me rogaba que le diera una oportunidad para explicarse, yo iba negando con la cabeza intentando luchar contra su persuasión, contra su proposición de dudas y certezas, del insensato propósito.

No quería jugar con infidelidades. Sabía que terreno íbamos a pisar.

  • Lo de aquel sábado por la tarde, no ha pasado ni un solo momento de un día que no me acuerde de lo sucedido. De cada sensación que me hiciste descubrir y despertar en mi. Me hiciste volar sobre un mar de placer pero con las alas rotas.

Me quede mirándolo de reojo con un rostro serio y duro sin poder dar crédito que esto me estuviese pasando a mi y complicándome la vida.

  • Pero, ¿tu que coño quieres? –Le pregunte casi elevando la voz, me desquiciaba.- No ves que todo puede irse a la mierda si se enteran, todo puede peligrar. ¿A que estas jugando? –Reforcé la pregunta con un gesto levantando las palmas de las manos hacia arriba en señal de incomprensión.- ¿No tienes pareja? Te conocí heterosexual y más bien en una tarde… Toda tu vida cambia por completo. ¡O mejor dicho!, te la hago cambiar. Así sin mas… -Chasqueo los dedos.- ¿Te das cuenta lo que me estas pidiendo?
  • Lo importante no es quienes nos amen, sino a quienes amamos. Eso es lo que nos define. Cada amor comienza y se abre de una maneta distinta
  • Lo que me faltaba por escuchar. Es una calamidad. Una subversión. Una estupidez, hazme caso. Lo vamos a estropear todo.
  • No emplees palabras raras. –Me increpo.- Le dije el significado de la palabra.- Por cierto lo define bastante bien. A propósito, ¿Dónde coño has leído lo que me acabas de decir?

Se quedo un momento pensando, chasqueo los labios y volvió a reanudar su insistente convencimiento.

  • Aquella noche, cuando volví a casa, y me acosté, todo estuvo mas claro. Compartir el secreto me sentado bien, no porque me sentía mas ligero, mas descansado. Tenía un testigo y algo mas, que no iba a decir nada, a ser parcial y comprensible. Mientras contaba para mi intimidad mi historia, cada episodio, cada detalle difícil de creer había ido cobrando un sentido nuevo y solidó en mi vida. Y el asombro inicial de ambos se desvanecía sin dificultad. –Por un instante había cambiado de actitud, de expresión, de postura, de voz. Prosiguió-: A mi me gustan las personas. No creo en las etiquetas, creo que nos vienen impuestas por una educación equivocada. Lo importante es sentirse

Sus palabras me parecieron que eran unos pensamientos raros y complicados que parecían amontonados desde hacia mucho tiempo en su interior y este era el instante que les daba rienda suelta. Tenía un armario cerrado, lleno hasta arriba de pecados mortales.

  • Lo sucedido aquella tarde para ti… Dime que no lo ibas buscando, que no lo esperabas, que no querías que ocurriese
  • Me sorprendió, la verdad, jamás se me pasó por la cabeza la más remota idea de que… Aunque pude apreciar y me percate de tus indirectas. No puedo negar que te encuentro atractivo. –Me resbale en mi confesión.-
  • Quiero a Ra con toda mi alma, pero lo que experimente contigo me abrió los ojos, me inauguro otro mundo que estaba encerrado en mí, que llevaba tiempo buscándolo, jubilo y fulgor. Cada uno de vosotros, cada parte que me ofrecéis es mi plenitud. Lo comprendí estos días. Me aporta el equilibrio.

Me quede mirándolo y me mordí la lengua por no decirle la palabra justa que definía su despropósito y su equilibrio.

  • No te das cuenta que estas jugando a dos bandas. ¿A que nos va a conducir esto? ¿A un fraude? ¿A una frialdad positiva? No ves que nuestro territorio esta acotado a esporádicos encuentros: ¿Cuándo te apetezca, me apetezca o nos apetezca? O ¿Cuándo nos dejen y podamos escaparnos? ¿Cómo y en que concepto estoy yo? ¿Lo vas a hacer público? No te das cuenta que me voy a convertir en la otra, como en la copla.
  • Un polvo no compromete a nada, ni siquiera a otro polvo. Pero lo que yo siento sí
  • Nos compromete que si nos descubren nos vamos todos a la mierda.

Mis pupilas ya no le regían. Su mirada era tan intensa que parecía estar acariciando la idea de saltar sobre mí. Pero era una sensación ficticia, causada por la atención con que sus ojos se clavaban en los míos.

  • No tenia la intención de violentarte, ya se que no tengo ningún derecho de pedirte una cosa como la que te estoy pidiendo. Entiéndeme y compréndeme. No quiero someterte a ningún riesgo, haz lo mejor para ti: tú decides. Soy honesto, y necesito serlo ahora. Yo asumo todo el riesgo, toda responsabilidad.
  • En el riesgo vamos a partes iguales. Si acepto: tanto tu como yo somos igual de culpables.

El decorado ante el que se representaba el conflicto sabía que me iba a complicar la vida. Pero no podía ocultarme a mi mismo ni por un momento que sentía una enorme atracción hacia Felip.

Tenia mucho sobre lo que reflexionar y necesitaba tiempo y un espacio que me habían invadido sin que yo lo supiese y sin conceder mi permiso. Se produjo un silencio, ni tenia lo uno, ni tenia lo otro. Felip me miro con una extraordinaria intensidad. Los ojos le brillaban más que ninguna luz, tanto que parecían más oscuros de tan claros.

Ahora era yo, como creí al principio de él, quien escuchaba por imágenes más que por palabras.

  • Se que todo esto te habrá pillado por sorpresa. Te sentirás descolocado. No quiero arruinar nada, tampoco se si puedo ser egoísta. Tan solo pido que te lo pienses, por favor. Tomate tu tiempo el que necesites. – Era tan suave su voz y su sonrisa, que me sentí acariciado, cosa que hacia tiempo que no había sentido.

No pronuncie palabra, tan solo asentí con un leve movimiento de cabeza ante una situación que se había presentado de improviso y me desbordaba.

  • Si estas solo, me dejas que te invite a comer. Sin compromisos. Sé que lo que te planteado no es algo habitual, raro. Aunque nuestra amistad no va a cambiar. Por favor… Subamos a mi casita, nos bañamos y comemos. Luego, si te apetece te bajas.

No respondí enseguida, estaba aturdido, aturrullado, descolocado, si aceptaba ¿hacia donde me iba a conducir? Y si me negaba

  • De acuerdo. Voy a cambiarme

En determinados momentos de nuestras vidas, o de una búsqueda, por razones que a menudo ignoramos, nos vemos empujados a tomar decisiones que a posteriori resultan cargadas de sentido y otras tan desacertadas que por ceguera repercuten en nuestro futuro.

El trayecto desde mi casa a su casita duro algo más de un cuarto de hora. El día había avanzado hacia las horas de más intensidad de calor. En la casita no había nadie, tras apearnos del coche y entrar en la casita, abrimos un poco las persianas de algunas ventanas para que entrase una luz tenue que no infectara la agradable atmósfera que había dentro de la casita. Sin pensárnoslo mucho nos zambullimos en la piscina con un agua que mitigaba y verificaba el calor de nuestros acalorados cuerpos. El largo rato que estuvimos bañándonos no hubo por parte de los dos ningún tipo de trasgresión, ni libertinaje, ni insinuación. Ningún tipo de sensación de culpabilidad que nos destrozara. A mí, aquel baño, me relajo bastante devolviéndome una serenidad perdida. Desistió cuando me ofrecí para ayudarle con la comida, insistiendo que me quedase refrescándome y tomando el sol. Cuando entre a la casita la mesa estaba puesta y todo dispuesto para comer: una buena ensalada y pescado, dentro de una cubitera un botella de vino blanco. La comida fue distendida, agradable, aprovechable y apetecible. Damos buena cuenta del vino y sus efectos empezaron a notarse. Comíamos mirándonos con agradecimiento entre bocado y bocado. Con correspondencia, con complicidad.

Al terminar de comer me sentí abotargado por los efectos del vino y un súbito calor hizo sudar mi cuerpo. Decidí darme un chapuzón en la piscina para aplacar todos los efectos del agobio que me provocaba el calor. Cuando emergí del agua con los ojos cerrados cerca de los escalones de la piscina, Felip estaba sentado en uno de ellos con el agua volteándole a medio pecho. Nuestros rostros perdieron la distancia que incentivaba la prudencia. Al abrir mis ojos me tope con los suyos, en un verde grisáceo más intenso, que me miran fugazmente, desviando su atención hacia mi pecho, en busca de refugio. Evidencie que tenía una bonita mirada escurridiza.

Me volvió acariciar primero con los ojos y luego con los labios. Me beso en la boca. Sobraron las disculpas, las displicencias. Y yo respondí con un beso que duro un año o más, pero paso volando.

En ese instante el baño se termino. Nos sentamos brevemente sobre la barandilla de la piscina, nuestros cuerpos cerca, separados tan solo por nuestras manos enlazadas escondidas entre su pierna y mi pierna.

Yo no pensaba, no podía pensar, descifre e interprete que expresaba lo que realmente sentía, sin segundas intenciones. Por primera vez me vi desorientado, perdido en la indecisión, arrastrado hacia una tentación que era una cabronada –nunca mejor dicho-, que sabia estaba mal; pero que a la vez disfrutaba de no renunciar a ello.

Me cogió de la mano tirándome de ella hacia arriba, la escasa distancia que separaba la piscina de la casita se soltó de mi mano. Dentro ya, me volvió a coger de la mano y con el otro brazo me rodeo por la cintura acercándome hacia él hasta que nuestros cuerpos se juntaron. No paso nada. Me olió, aspiro mi aroma recreándose algunos segundos. Me dijo que olía como los niños pequeños. Me conmoví provocándome una sonrisa. Me arrastro hacia la parte izquierda de la casita, un ala recién construida. Abrió la puerta de una habitación con las paredes pintadas de verde pálido, una cama de matrimonio situada delante de un enorme ventanal organizaba la habitación.

Entramos, no se molesto en cerrar la puerta.

Volvió la turbadora mezcla de sentimientos: turbación, envidia, recelo, inseguridad, casualidad, y una aturrulladota envestida de hacer mió su cuerpo. Todo junto me atenazaba el cuerpo, paralizaba cada músculo, cada pensamiento, cada movimiento de acción de razonar. ¿Por qué sentía esa atracción hacia él que antes ni siquiera existía?

Acariciar el inagotable cuerpo de Felip, sus manos que a su vez me acarician, sus piernas que me envuelven, su estrecho culo frutal, su rotundo falo erguido… Antes de perder la razón para recuperar la verdadera razón: fundirme en él, hundirme en él. Abrirse para recibir mi sexo inevitable, extraviarme en la niebla gris azulada de sus ojos, descansar en la propiedad privada de su pecho, enloquecer para siempre en un instante.

En mi convulso estado de ánimo, fue precisamente esa comprensión lo que le empujo a actuar. Tenia que demostrarme que él también podía equivocarse o acertar, que las cosas no eran como ninguno de los dos pensábamos.

  • No te preocupes estoy aquí contigo. Recuerda las palabras de esta mañana. – Me murmuro al oído. Tomo una de mis manos y se la llevo al corazón.- Hoy me merezco todo lo que me des, tu te mereces todo lo que te doy.

Sin apenas inmutarse me cogió la otra mano y se la llevo a su polla:

  • ¿Lo ves? ¿Me reconoces?

Resultaba verdaderamente encomiable el esfuerzo por no responder a su deber aunque ello supusiera dejar de ser dueño de mi cuerpo.

Mi pensamiento se pobló de ideas que luchaban entre si, debatiéndose entre la conveniencia y el deseo. Mientras mi conciencia me llevaba a resistirse, mi deseo me decía que era necesario intentarlo.

Y yo se lo di todo. ¿Qué iba hacer? ¿Cabía otra posibilidad? Como nunca. Es decir, como siempre.

Me beso con precaución y el cansancio de quien ha hecho una confesión muy larga. Una especie de sacudimiento, un minúsculo seísmo. Era la locura que trastorna a los humanos cuando se atreven a saltarse las lindes de lo humano. Y sentí como un brusco abrazo, intempestivo y enormemente calido a un tiempo nos arrojo a besarnos con la pasión de quienes se han conocido en lo más profundo.

Empezaba ya acostumbrarme a que todo el mundo traicionara sus costumbres más arraigadas.

Enfrascados ambos en un goce de sensación compartida. Nuestros cuerpos parcialmente desnudos poco dejaban ya de esconder, porque casi todo había sido ofrecido. Dejo de besarme, se alejo algunos centímetros de mi cuerpo, ambos con los torsos desnudos, me cogió de la barbilla alzando mi cara a la altura de sus ojos, quería que los mirase fijamente, sabia que me avergonzaba y sabia de mis dudas. Me rozo los labios con un dedo. Colocado frente a mí, comenzó a besarme, cada una de las partes que configuran mi cara, acaricia mi espalda con unas manos suaves, muy delicadas, aunque son manos de hombre. Recorren desde los hombros hacia abajo sobre la espina dorsal, y como un resorte suben hacia arriba por los costados, como un movimiento de compás de orquesta. Tocando mi carne con firmeza con morbo incontenible, con una libido tan alta que casi me parece estar soñando, con un deseo que aumenta de momento en momento. Y yo lo note endurecido contra mi abdomen.

Su polla llevaba contentando desde hace mucho tiempo ya, pero tengo miedo. Miedo a continuar con algo para lo que no estoy preparado, ni convencido del todo, miedo a parar y dejar de sentirme como me sentía, miedo a que todo acabase de pronto, quería seguir… deseaba seguir, quería adentrarme en lo que estaba por llegar y hacerlo ya… El miedo no se si me ayudaba a decidir. Dudaba, tenia miedo, es cierto, pero quería seguir con aquello

Exploramos, buscamos, tocamos, acariciamos, amasamos y las manos femeninas o masculinas en reciprocidad ansiosa, responden generando sensaciones especiales, activando glándulas que segregan olores particulares casi al mismo tiempo. Liberamos nuestras espadas, sacamos de los bañadores los huevos y mutuamente nos los masajeamos. Nos volvemos a besar intensamente, rozando nuestros sexos, abrazándonos, acariciándonos, robándonos intensamente.

Nos quedamos abrazados, con una minúscula indagación de los cuerpos, sin apenas conocer los gustos del otro, el otro ser exigente ante nuestros ojos. Ni intuir ni esperar de ningún modo que nuestros destinos de un manara inverosímil, llegaran a encontrarse y nos hayan, como en un milagro, a unirnos

Es evidente que algo, por encima de nosotros nos condujo uno a los brazos del otro. El sexo no sabe mentir.

Nos volvimos a besar, nuestras armas eran dos cuerpos desnudos, en un principio volvió la ternura, para poco a poco ir reconvirtiendo ese beso: suave, tenue, en un beso intenso, lleno de furor, de tensión contenida, me arrincona contra la pared, me besa como si en ello le fuese la vida, lame mi cuello, se mete mi nariz en la boca, muerde mis pezones con los labios, para volver a sumergirlos, a succionarlos y atraparlos con los dientes jugueteando con ellos con la punta de su lengua. Salivándolos. Están en un estado de dureza, erguidos, erizantes. Me levanta el brazo y despacio, lame mi sobaco depilado, lo lame una y otra vez, pasa la lengua de abajo arriba mientras con una mano mantiene mi brazo en alto, su boca entretenida, y con la otra manosea mi culo: aprieta mis nalgas, las acaricia, las palmea, las recorre como un invidente una superficie nueva y al vez desconocida a su tacto. Juega con sus dedos entre mi reja, busca el agujero para masajearlo, me relajo, pero la zona esta seca, no hay lubricante y sabe que así no puede continuar, sabe que ese no es mi juego.

Suelta mi brazo, me besa de nuevo, y casi de un modo violento me da la vuelta, me pone contra la pared, me hace levantar los brazos y apoyarlos en la pared, me abre las piernas todo lo posible y con un suave gesto me obliga a sacar el culo, así ofrecido se arrodilla desde atrás y me coge la polla, con ese gesto fue cuando me di cuenta que mi polla estaba en un estado morcillota facilitando la posición deseada.

Mi polla dividió mis testículos situándolos uno a cada lado de esta apegándolos a la parte inferior de mis nalgas. Con una par de dedos la sujeta con garcía, con soltura, como un autentico experto, la lame, la ensaliva, y continua haciéndome una suave paja con sus labios. Volteo mi cabeza hacia atrás todo lo que puedo, mi ángulo de visión es escaso y eso aun me agrada más y me complace estar a su merced. Ahora noto mi polla en toda su plenitud. Hace como un invitación, se para unos instantes observándome, recreándose en esta estampa, en esta postura sacada de no se donde. Lo tengo detrás, de rodillas, implorando su cuerpo atrapar mi polla, degustarla. Se resiste haciendo que la espera avive su avidez. Mi polla sujeta a su boca, la alterna, la degusta, coge con ambas manos mis huevos, y mientras me los acaricia, lame, engulle mi rabo lo ensaliva, la engrasa. Para después refrescar mis huevos con su lengua húmeda, fresca, juguetona. Con un movimiento brusco atrae hacia si mi polla para facilitar su tarea. Comienza un vaivén tremendo, el mete saca es progresivo en velocidad, es imparable. Desde un soplo en el roce hasta un estado frenético. Es como si fuera una follada pactada, rápida, violenta, sin tregua. Mi jadeo va aumentado de volumen e intensidad, su lengua busca mi glande frenéticamente para luego dejar paso a sus labios, a la parte interna de sus mofletes, a cada parte que compone su boca. Me falta la respiración, mi corazón se dispara, y una especia de gran descarga eléctrica recorre toda mi columna. Un espasmo me sacude todo el cuerpo, ese gustazo que me atravesaba desde debajo de mis nalgas hasta mi cerebro hace que me yerga sobre la punta de los dedos de mis pies. Por algún tiempo esta entretenido en mi polla sin llegar a imaginar que sorpresa me esperaba a continuación.

Dejo descansar mi polla mientas su lengua se dirige al objetivo final, mi culo falta de lubricante, escupe en el agujero, y de manera experta con la lengua, empieza a extender ese jugo fantástico, esa crema maravillosa, que como llave maestra, entra poco o poco hasta mi agujero humedeciéndolo, se introduce despacio entre mis pliegues y mis nalgas que gira su lengua a su alrededor relamiendo y cada vez me abre mas mis nalgas para disfrutar de mi agujero virginal, cada vez lo abre, mas y mas.

Esa secuencia de acciones espontáneas, recupere una sensación antigua, olvidada, mi sangre hervía en la efervescencia de un millón de burbujas diminutas, la respuesta de mi cuerpo y de su boca a una codicia instintiva y temeraria de placeres oscuros, secretos, peligrosos

Me siento vencido, entregado, hueco, vació, y empiezo a apreciar la necesidad de llenar esa oquedad, de sentirme lleno.

Se demora divirtiéndose en los dos lugares más sensibles. A mi me conmovía las entrañas en un estado de agitación inaudito. Hasta que desgarre un grito pidiendo que parase, se detuvo.

Me giro, Felip permanece aun de rodillas, mirándome desde allí abajo notando como mi cara se va relajando poco a poco, en su boca me exhibía una media sonrisa de complacencia y picardía. Posicione bien mi polla recuperando su estado habitual comprobando que del glande salían algunas gotas de líquido preseminal. Fue como si leyese mi pensamiento dándole de beber la esencia del macho, era la primera vez que la probaba. Noto el sabor salado en su boca. Con el sabor de mi polla aguardando en su boca lo levante echándole sobre la cama, besándolo apasionadamente, mi lengua se desbordaba lamiendo toda su cara, sus ojos, su nariz, sus orejas que se la metía en su oído mordisqueándole el lóbulo. Inmovilizado como se encontraba con un suave movimiento de mi pelvis le clave entre sus piernas mi polla enardecida haciéndola rozar con sus huevos. Mis manos juguetearon en su pecho y sus pezones, me doy cuenta que el poco vello que tenia ha desaparecido, paseo mi lengua por su pecho hasta llegar a sus pezones, los tiene duros, el tamaño es mucho mas grande que los míos, sus pezones son de matricula de honor, grande, gordo, redondo, de un color mas intenso que su piel. Me los como, esta cachondo y receptivo, en ellos se puede jugar y sentir plenamente las maravillas que se encierran unos pezones así. Mi lengua filosa surca de nuevo su pecho y sus manos como tenazas se prenden de mis caderas en un intento de retener y de no dejar escarpar mi polla de entre sus piernas.

En un movimiento rápido me zafo de sus ataduras, le flexiono las piernas descansando la planta de sus pies sobre la sabana e intentando separar lo máximo sus piernas exponiéndolo ante mis ojos. Me detuve en la entrepierna, donde el miembro de Felip se erguía, en la altura de toda su potencia, como una invitación al placer de los labios… Lo beso, lo acaricio, lo mimo, lo adoro, lo dejo correr sobre la alfombra de mi lengua avariciosa hasta la profundidad de mi garganta, mucho más allá, mucho mas adentro de lo que su condición de primerizo hubiese permitido suponer… Su miembro, de tamaño parecido al mió, desapareciendo entre mis labios, quien con natural maestría, logro deglutirlo por entero… Era tal mi deseo que me resistí. Comencé a lamer sus testículos de bien abajo, cerca del culo. Lamía desde ese punto hacia arriba llegando a la mitad de su verga. Subía por la frente y bajaba por uno de sus lados. Reiteradas e insistentes las veces que hacían falta, en una de ellas me detuve dejando de lamer sus testículos y la base de su pene. Comprobé y sentí en las palmas de mis manos ponerse tirante su cuerpo producto del regalo que le ofrecía. No aguanto mas, y en su desesperación lo llevo a cogerse la polla con la mano libre orientarla hacia mi boca e insertándomela con una violencia benevolente. Insinuación callada de una excitante succión. Me la metía hasta más no dar y con los labios apretados a su piel la retiraba de mi boca ávida de apetencias.

Se puso tenso producto del goce promovido por mi boca y el chupeteo juguetón. Gemía, su cuerpo se intensificaba. Paraba, gritaba y pedía más. Yo sabia de mi dominio, lentamente le inflingida mas placer, astuto y perverso. Se entregaba, era mió. Me centre en su cabeza, la lamía como un barquillo de helado, parando para jugar con ella. La lamía en círculos, tratando de horadar su orificio. Jugaba y jugaba hasta sentir que se ponía mas tenso, su cuerpo firme, entregando a una intensidad a punto de reventar. Me entregue a una vorágine de movimientos más acelerados y más rítmicos.

Los espasmos de Felip, ante semejante mamada de fueron sucediendo unos a otros, denunciando las oleadas de placer y gozo que lo invadían… A punto estuvo de perder la contención.

Levante mi cabeza de su entrepierna y me quede mirándolo con ojos regalados.

Acto seguido y sin el menor rubor se acariciaba los huevos y la polla con la mano derecha y con la otra la iba subiendo por el pecho acariciándoselo de arriba abajo. Desde el hoyuelo de la garganta hasta el límite donde empieza su vello púbico, visiblemente rasurado. Entonces… De improviso con las dos manos abre la hendidura de entre sus piernas y me muestra su agujero, el ojete, sus pequeños labios de su culo peludo. Capto su indirecta, la evidencia del acertijo.

Dos dedos de mi mano previamente lubricados por su boca los acerco hasta su expuesto ojete acariciándolo y masajeándolo con ellos sin llegar a penétralo. Percibo como los dedos de sus pies de tensan junto con una respiración entrecortada.

Intercambiamos unas sonrisas tímidas y picantes. Complacientes. Me tumbo encima de él, rodamos sobre la cama uno encima del otro, me abraza, me aplasta, besándonos apasionadamente, su lengua busca dentro de mi boca, se retuerce en una vibrante lucha con mi propia lengua, para después lentamente retirarse. Hasta las empinadas vergas buscan rozarse entre si intentando gozar por su cuenta, mientras buscan ávidas algún agujero del cuerpo por donde penetrar. Nos incorporamos de nuevo, para con lentos movimientos sobre la polla del otro volvimos a ejercer ese sumo placer, tanto en nuestras reciprocas pollas, en los huevos aplastados, doloridos, a punto de explotar de ese contacto tan directo y opresor de nuestras bocas. Así estuvimos algún tiempo ofreciéndonos un magnifico sesenta y nueve. Ya no teníamos nada que decirnos… La verdad de nuestras apetencias nos había desbordado. Sentimos una viva gratitud en la mirada. Felip se posesionó, esta haciendo lo que pensaba hacer.

Me di cuenta que sobre la mesita de noche, sin saber como, aprecio un bote de lubricante, con una mano acaricie por ultima vez el ojete y el culo de Felip falto de lubricante, cojo el bote situándolo a una cierta altura sobre el hoyuelo del culo escupiendo una cierta cantidad que cae en el mismo centro. Con los dos dedos expertos de mi mano derecha empiezo a extender la crema transparente por todo su hoyito. Cierra los ojos y de deja llevar por los sentidos de esos dedos, se abandona. Un nuevo escupitajo da en la diana, ahora la lengua de mis dos dedos relaja el esfínter, lo refresca. Se que le genero confianza, sabe lo que quiero y como conseguirlo, me lo curro poco a poco, se lo trabajo bien, mis dedos bien lubricados, le introduzco el primero sin apenas esfuerzo jugando con él en su interior. Una suave sonrisa le viene a los labios. Vino a entrar un segundo, muerde su labio inferior, no era una sorpresa, lo esperaba, mis dos dedos penetran hasta lo más profundo. Va como un guante de seda. Un movimiento suave de mete y saca va dilatando el esfinge para poder recibir… Entran y salen con melosidad, a la vez infrinjo un movimiento basculante de izquierda a derecha provocándole un generoso gemido desencajándole el rostro. Sus jadeos acompasaban mis oscilantes dedos en un movimiento que se auto perpetua. Progresivamente voy aumentando la acción basculante hasta convertirla en una rotación de ciento ochenta grados. Se retuercen en su interior. Su culo permanece relajado pero sus manos están aferradas a la sabana. Los mismos dedos que están hasta lo mas profundo, van abriéndose y cerrándose como una especie de tijeras en su mete y saca dilatándole todo lo posible su prieto culo. Era la preparación para una buena y primera follada de su culito.

Cuando ya no puede mas me grita: "Follame de una puta vez." Retiro mis dedos y en un acto reflejo se incorpora de la cama, coje un preservativo del cajón y me lo pone. Me hace tumbarme en la cama, con el rabo mirando en alto, se pone a horcajadas sobre mí para sentarse poco a poco sobre él y sentir como penetra cada centímetro de mi polla en su interior. Le prevengo que tenga cuidado, pero mas de la mitad de mi polla esta dentro de su culo. Tras estas palabras tiene mi pene conquistado por completo. De pronto advertí un suave balanceo, como un pequeño fuelle, sus jadeos eran mas fuertes y le mire a la cara comprobando el grado de disfrute, en el interior de su culo mi pedazo de carne, fue adquiriendo confianza en los movimientos y estos a la vez le recompensaban en una vibración amorosa de distinta intensidad hasta ahora jamás experimentada en sus carnes. Ya no solo parecía que me follaba, sino que ahora además parecía vibrar.

No se cuanto tiempo transcurrió en esa postura hasta que su culo se adapto a mi polla. Una de mis manos fue a parar a sus huevos abrazándolos, del mismo modo que con la otra abrace su polla masajeando a la vez. Le obligué a permanecer unos segundos incrustados en su interior, después, jugué con su polla y sus huevos que se contraían y gritándome y entregándose totalmente echando su cuerpo hacia delante y su culo hacia atrás me ordeno tajantemente ante mi cara: "Ahora follame, reviéntame el culo."

Me deshago de él de encima mió. Lo volteo tumbándolo sobre la cama. Sus piernas suben a mis hombros dejando el hoyuelo de su culo peludo a mi disposición, a mi voluntad, a mi total integridad.

No habían palabras, pero cada expresión de su cara me lo esta pidiendo a gritos. Mi herramienta, de igual forma y tamaño que la suya, con destreza se introduce en su interior, entra despacio, y al llegar al final noto un ligero movimientos de elevación, su culo y sus riñones no descansan en las sabanas, por un momento esta en vilo, el imponente poderío le eleva obligándolo a quedarse ensartado en mi tremenda polla, sus nalgas en mis huevos, su posición inerte, sus manos arropándome la cintura, abro los ojos, cara a cara le beso, nos besamos, nuestra entrega es física y mental. Me quedo quieto acaricio sus huevos y su polla, controla como milímetro a milímetro mi enorme polla ha invadido su culo, como mis huevos se aplastan contra sus nalgas.

Termina de eliminar nuestras voluntades, su entrega es total, ahueca el culo, lo pone mas entregado, mas ofrecido, comienza un suave vaivén, un mete saca progresivo, cauteloso, imparable. Sus manos acarician mi pecho, nuestras pieles son toda sensibilidad, cada dedo que la roza saca una exclamación, cada clavada de mi polla dentro de su ojete arrastra un desgarro de jadeo. Con la pelvis, hago movimientos rotatorios, como buscando dilatar aun más su abierto culo, yo siento mi polla en el fondo de aquella gruta, pero lo más placentero son mis huevos aplastados contra sus nalgas, junto con su cara, un gozo susurrante e invencible. Elegante, tembloroso, delicadísimo. Nos ahogábamos el uno en el otro.

No se que estaría pensando Felip, que se le pasaría por la cabeza en ese momento, me imagino… La sensación era deliciosa. El dolor de ser penetrado desapareció al instante, percibir toda mi polla dentro de su culo por primera vez, sentir ser perforado su ano. Era esquisto el morbo de estar siendo penetrado. Estoy seguro que Felip jamás había disfrutado de esa forma tan desinhibida, estoy convencido que nunca se había dejado llevar de ese modo y como recompensa, a cada enculada, su cuerpo se convulsionaba, su cuerpo se ponía rígido una y otra vez para después a punto de caer en el abismo del orgasmo, volver a relajarse y comenzar de nuevo.

Cambien su virginidad por goces invencibles y un sosiego caliente.

De nuevo, entra y sale mi polla en vaivenes mas precipitados, mas transgresores, mas imperiosos, entran y se retuercen en su interior, sale y vuelve a entrar, su culo relajado, se siente invadido, lleno.

Las acometidas, mi pelvis folladora, le golpeaban con fuerza. Su voz ansiosa, suplicante. No pares… Solo era capaz de escuchar los ruegos de Felip, suplicar más… Me miro la cara de disfrute ante tal follada y tal perdida de virginidad, en ese estado hubiese gustado, ya, que lo soltase, deseaba masturbarse, ansiaba correrse, pedía que me apiadase de él. Así me lo pidió.

Al escuchar sus palabras de suplica, las siguientes envestidas fueron mas despiadadas, mas dominadoras, mas, mucho mas

No aminore mis envestidas, con mi mano derecha le cogí su polla dos suaves vaivenes, junto con la sensación de descargas de macho perforándole su culo le hicieron llegar a un orgasmo lento y suave, prolongado, su cuerpo se convulsionaba, se retorcía, descargas eléctricas recorrían una y otra vez todo su delgado cuerpo, mientras sus huevos como un pequeño chorro de leche caliente, continua, sin paros se iban vaciando lentamente sobre su pecho.

"Esta tarde lo quiero todo de ti." Le dije y en el envite final vuelvo a hundir mi polla en su culo para sentir la descarga en el fondo de su esfínter y así tragárselo despacio, degustándolo, saboreándolo, disfrutándolo hasta la última gota dentro de su desvirgado culo me corro.

Caímos rendidos, sudorosos y abrazados.

Estamos los dos completamente desnudos apoyados en el alfeizar de la ventana, observando aquella pausada tarde. Nos inclinamos sobre un aire vespertino que no llegaba bebiendo un vaso de zumo fresco. Me percate de que quizás no se nos volviese a presentar algo así jamás. Su cabeza apoyada sobre mi hombro sin ocultarnos a los demás vecinos. No me lo podía creer. Felip debió de pensar lo mismo, quería marcar un momento así. Y es por eso por lo que, guiado por un impulso que en aquel momento no pudo resultar más natural, dejo que mi mano le agarrase su culo comenzando a juguetear con él. Comencé suavemente a introducirle mi dedo corazón mientras me advertía: "Si sigues así no nos marcharemos y sospecharan." Le dije que me hiciese un favor y siguiese mirando por la ventana y se inclinase un poco hacia delante hasta que una vez introduje mi dedo por completo y comencé a palmear

Apenas se resistió; sus pupilas ocultaron una impaciencia que yo conocía bien o empezaba a conocer, que vendría a ser el preludio de un conocimiento de un futuro incierto: Heredado de la necesidad de satisfacer de inmediato los placeres, de hacerlos efectivos sin ninguna demora, casi con el animo de abreviarlos, de desprendernos de ellos para recuperar el dominio de nosotros mismos.

  • No llegaremos y sospecharan… -Suave jadeos ahogaban sus excusas. Arqueo levemente sus piernas para facilitarme la tarea. Se mordió en labio inferior olvidando las excusas. En una aceptación del placer.- No pares por favor.

Sucedió lo que tenia que suceder. De una manera mas a la desesperada, con la misma pasión y la misma ansia. No olvidare nunca la forma en que me tuvo y en que me obligo a mí a tenerlo a él.

Aquella noche quedaron todos los amigos, incluidos nosotros dos, para cenar. A mitad de la cena, alguien saco al relucir a conversación el punto g de las personas. Hubo opiniones de casi todos y de casi todos los gustos. Nuestras miradas se entrecruzaron por segundos; nuestro propio punto g era nuestro secreto. El silencio, su mejor idioma.

La vida no es sencilla, ni unidireccional en absoluto.