Un día inesperado

Cuando uno lleva días sin descargarse, puede perder el control de la situación.

La siguiente historia pasó este sábado 20 de septiembre y se lo voy a intentar relatar de la forma más precisa que pueda.

El sábado llevaba 5 días sin vaciar mi próstata. Esto es algo anormal para mí ya que, cuando mi novia tiene la regla, suelo cascármela. Pues bien, esta vez, tenía la regla y llevaba tanto tiempo sin follármela y sin cascármela que cualquier cosa que oliera a sexo me excitaba hasta el máximo.

El sábado por la mañana estuve corriendo, una media hora. Después de correr tuve que ayudar a mi padre a una cosa urgente. Con lo cansado y sudado que estaba, no me apetecía pero tuve que hacerlo. Tanto tiempo le estuve ayudando que se me secó el sudor.

Después ya no me apetecía ducharme, ya que como era sábado, tendría que hacerlo más tarde, para salir. Entonces, decidí ducharme por la noche, antes de salir.

Estuve todo el día casi con la misma ropa. La de ir a correr es una ropa que yo llamo vieja, usada, es decir, pasada de moda y desgastada por el uso. Como voy a correr por caminos, poca gente me ve.

Llevaba arriba una camiseta de hombreras, color gris, de los Chicago Bulls. Con esta camiseta se me ve al desnudo parte del pecho, los fornidos hombros y los dos brazos. Como tiene más años que mi abuela, está muy desgastada y casi no pesa nada. Cuando empiezo a sudar se me pega al cuerpo y deja marcar toda mi silueta superior. Mis abdominales, mis pechos, mi espalda. Incluso ha habido veces que si por cualquier circunstancia, como puede ser una racha de viento frío, se me ponen los pezones duros, esta camiseta los marca como si de una mujer se tratara.

Abajo llevaba unos pantalones del Madrid, sí, del Madrid, pero no unos cualquiera, estos son unos que me compré en el Corte Inglés hace al menos 12 años. Y ya por entonces me costaron 500 pesetas. Son de color lila con unas marcas blancas con una forma parecida a esta: ^ . De la marca "humel", que por aquel entonces usaba el Madrid. También están desgastados y ajustados, con lo que dejan entrever el paquete que guardo debajo y que reposa libre de calzoncillos, solo en el braguero. Cuando voy corriendo me va botando, de arriba abajo. Igual que les botan las tetas a las chicas de los vigilantes de la playa. Jejejeje...

Bueno, termino mi descripción de la ropa con las zapatillas marca Nike con blanco y naranja. Algo atrevidas para mi gusto. Y calcetines Nike también, haciendo juego con las zapas. Las zapas y calcetines son nuevos, jejejje. Hay que usarlas porque si están desgastadas, amortiguan poco y se resienten las articulaciones.

Pues siguiendo con lo de antes... después de comer, me puse en Internet a revisar que tal iba mi otro relato que escribí. Me llevé una sorpresa y alegría. Mi relato estaba el primero, en el ranking de la categoría "no consentido". Si queréis verlo su título es: "Sorpresa en el colegio".

Después encendí el msn para ver si estaba conectada una "amiga mía" de Almería, llamada Laura. Me encanta la forma de expresarse de Laura. Por eso tengo una cuenta solo para ella. También escribe relatos y la conocí al felicitarla por correo electrónico por un relato muy bueno que hizo.

Aún no estaba, entró al poco rato, y estuvimos comentando lo de mi primer puesto en el ranking. Le pregunté que si había leído el relato terminado y me dijo que la gustó mucho. Sobre todo lo de los pantalones del Madrid, por eso repito.. jajaaa.

El caso, es que yo, como estaba muy caliente, y mi depósito estaba lleno, con poco que hablamos del relato y otras cosas, me empalmé en nada de tiempo. Seguímos hablando y cada vez me ponía más caliente. Y eso que ella no me estaba provocando... pero su forma de expresarse.... ummmm. No sé.... me pone bastante.

Yo ya me la estaba tocando por encima del pantalón, pero como eran ajustados, decidí sacármela afuera por la boca de la pierna izquierda. Fue cuando observé que tenía toda la punta de mi capullo y entre el pellejo, lleno de presemen, o más bien dicho semen.

Como estaba tan lleno, creo que se sale solo, y al tocarme en la punta con los dedos índice y pulgar sintieron aquel espeso y pegajoso líquido. Me tuve que limpiar con un clinex la punta y los dedos.

Seguimos hablando, pero no una conversación picante, una conversación normal, hablábamos de nuestras parejas y de otras cosas.

Pero, yo ya estaba, a tope. Necesitaba descargarme.

Mientras Laura escribía, con mi mano derecha yo me masturbaba lentamente, porque con nada, me iba a correr. Mientras lo hacía, sentía el gusto asomar por la puerta y me retenía para no llegar al orgasmo. También me ayudaba escribir cuando me tocaba, era un alivio ya que hacía que mi polla descansase un poco. Pero cuando terminaba, volvía a mi tarea. Subía y bajaba lentamente. Aquel líquido hacía que mi verga estuviera muy, muy lubricada y pegajosa al mismo tiempo.

Decidí coger un clinex y colocármelo alrededor de mi polla, a modo de preservativo. Me la iba a terminar. Ya no aguantaba más. Ya casi escribía con la mano y dedos derechos mientras mi mano izquierda se ocupaba de sujetar mi polla con el clinex para que no se desarmase aquel invento.

Fue entonces cuando le dije a Laura que me contara algo caliente. Pero ella también estaba húmeda y quería que yo se lo contase primero. Estuvimos discutiendo solo unos momentos. El tiempo justo para que se me relajase mi verga y se desarmase el invento.

Yo aún estaba ardiendo y mi polla pedía a voces la liberación, pero como aquellas explicaciones eran largas, tenía que utilizar las dos manos para escribir y dejar mi pito solito.

Pues bien, no discutimos nada de tiempo cuando Laura me dice que lo tiene que dejar. Yo por otra parte, ya había hecho tarde porque había quedado con mi novia para ir al cine.

Allí me quedé, en el ordenador. Con el msn apagado. Con la polla llena de presemen envuelta en un clinex mal ataviado y casi roto ya. En fin.... Algo decepcionado... y con mi cuerpo pidiendo una descarga urgente.

Pensé en cascármela con un vídeo, o quizá con un relato... uisss, el tiempo se me hecha encima, me voy a tener que aguantar. Es ya la hora de la cita con mi novia. Vamos a llegar tarde al cine.

Dedicí darme una ducha fría. Rápido me aseé y afeité. En unos 15 minutos ya estaba vestido. Con unos pantalones vaqueros azules, de esos que los bolsillos del trasero quedan un poco más debajo de lo normal. Calzoncillos de sport, marca Sprinfield, color gris clarito, de esos que ajustan bien al trasero y al paquete. Y una camisa de botones de manga corta, gris a cuadritos rojos y azules. Esa me gusta mucho, y a mi novia más aún. Dice que con esa ropa me parezco a David Beckam.

Me peiné, engominándome mi pelo hasta dejarlo de punta. Y me rocié con mi colonia de los sábados y domingos. Massimo Dutty.

Pero la calentura no había pasado, y mientras iba a casa de mi novia en el coche iba pensando – a lo mejor se le ha pasado ya lo de la regla, ya lleva por lo menos 5 días. Mientras mi cabeza seguía maquinando. Puff, no se me pasaba el calentón...

Aparqué rápido y llamé al timbre. Ella me abre la puerta como un sol, radiante, y me invita a pasar. - Me falta pintarme los ojos - , me dice. Estaba para comérsela. Llevaba una camiseta ajustada, blanca con unas letras rojas a la altura de los pechos, que no te dejaban quitar la vista de ellos. De esas que llevan una sola hombrera.

Y abajo, ummss, eso fue la gota que colmó el vaso, llevaba una minifalda que apenas llegaba a las rodillas, roja con motivos en blanco. Umm, parecía una animadora de EEUU.

Al dirigirse hacia el baño, no pude quitar ojo de su contoneo y su forma de andar delicada. Aún estaba descalza y andaba de puntillas.

Me fui al salón a poner la tele mientras ella si metía en el baño para terminar de pintarse los ojos.

Antes de sentarme pregunté en voz alta. - ¿Estás sola? -.- Sí-, contesto ella, - mis padres se han ido hace un rato y no creo que tarden en volver-.

Ya no podía más, me dirigí hacia el baño con el más absoluto silencio. Tenía la puerta entreabierta y podía ver como se inclinaba por encima del lavabo para mirarse en el espejo.

Cuando quiso percatarse de mi presencia ya estaba detrás de ella. Sin darle tiempo a respirar la cogí de los pechos por detrás y empecé a besarla el cuello. Mi polla ya estaba tiesa y se apoyaba por detrás en su culo perfecto. -¿Qué haces, so loco?- Me dijo.

-SSshhhh, calla-, dije yo, mientras seguía besando su nuca y daba pequeños empujones en su trasero. Ella, apoyó las manos sobre el lavabo y empezó a disfrutar de aquello. Rápido noté por encima de la camisa aquellos pezones endurecerse. Al parecer no llevaba sujetador, cosa que me pone aún más.

Subí la camisa para dejar al aire libre un pecho, luego el otro. Quiso darse la vuelta, pero no lo permití. Me encantaba ver su reflejo en el espejo mientras la tocaba.

No podía más y me saqué la polla por el hueco de la cremallera, algo difícil fue, pero, quería estar preparado por si venía alguien y tenía que vestirme rápido. Lenvanté la minifalda por encima de su trasero apoyándola en su baja espalda.

Ummm, que bonito panorama, tenía las braguitas blancas, a juego con todo lo que llevaba. Además, las blancas son las que más me gustan a mí. Yo seguía sobando sus pechos y besando el cuello y detrás de las orejas.

Me gustaba mirar, por detrás de su cabeza y pegado totalmente a su espalda, el reflejo de sus pechos en el espejo y la cara de placer que ponía. Con los ojos entreabiertos, la cara relajada y la boca abierta suspirando suavemente, aaahhhh, aahhhhhh.

Ahora si que no se iba a escapar. En un momento, me retiro e intento bajarle las braguitas. Ya me estaba relamiendo cuando de repente escucho. ¡NO!.

Joder, eso ya sabéis lo que significa. ¡La regla!. ¿Porqué las tías siempre aguantan al último momento para decirlo? En fin. Yo ya no podía más.....

Pero vi el salva slip que llevaba puesto, no estaba manchado de sangre. Entonces le dije: calla, no te muevas....

Apunté mi polla hacia su raja y empecé a meter mi polla lentamente. Ella estaba muy húmeda. Me dijo, ummmm, que haces loco, te vas a manchar..... Pero no me impidió metérsela, es más, su cara empezó a cambiar de nuevo de aspecto. Conseguí metérsela hasta el fondo sin ningún esfuerzo. La dejé un rato dentro, para que se acostumbrase su coñito.

Pronto empecé a meter y sacar, muy lentamente. Mete y saca, mete y saca, ralentizando mucho la penetración. Con mis manos tocaba sus pechos desde detrás, masajeaba y abarcaba. De vez en cuando con los dedos índice y pulgar afilaba sus pezones, los metía entre medias de ellos mientras los movía arriba y abajo al son de mi metida. Después, humedecí con saliva los dedos índice y corazón de mi mano derecha y llevé mi mano a su clítoris masajeándolo al tiempo que la penetraba. La vista del espejo era fantástica y su cara era todo un libro, lleno de expresión y placer.

Entre susurros muy suaves de gusto y aceptación me dijo en una voz muy baja: van a venir mis padres. Entonces aceleré la embestida, me retiré de su espalda y la hice apoyar sus codos en el lavabo. Ahora su ángulo era de 90º aproximadamente sobre el lavabo, con la camisa subida por encima de los pechos, la minifalda subida por detrás y caída por delante, las bragas en los tobillos. Yo, de píe, con la polla y los huevos asomando por la cremallera del pantalón y la camisa puesta. No paraba de mirar al espejo. Su cara era implacable de placer. A cada empujón, mis huevos golpeaban su clítoris y se producía una ondulación en sus nalgas que subía por la espalda hasta terminar en sus pechos. Parecían saltar, contentos de alegría.

Dejé de mirar al espejo para mirar ahora su culo y ver como mi polla entraba y salía en su coño. Ahora los empujones eran fuertes, yo sujetaba sus caderas. Adentro y afuera, adentro y afuera. En la parte superior del espejo, se veía mi cara, loca por el placer.

En una de estas embestidas mi polla se salió de su coño. Y que vieron mis ojos. Mi polla estaba llena de sangre. Aún tenía restos de la regla. Pero, no dije nada porque no me desanimó. Al contrario. Aquello me recordó aquella primera vez en que desvirgué a mi novia. Mi polla estaba llena de sangue mezclada con líquido de su vagina. Parecía que la estaba desvirgando de nuevo.

La volví a meter y esta vez sí que ya no había solución, el placer aumentó aún más al imaginarme que la estaba volviendo a hacer mujer. Me iba a correr. Ella hizo el intento de quitarse antes de que yo eyaculara, pero se lo impedí. Me volqué sobre su espalda y la abracé fuerte por detrás abarcando sus brazos. Sabía que era prácticamente imposible que se quedase embarazada en ese momento.

Seguía follándola, aguantando un poco su resistencia. Ya, ahhhh, noté como el semen subía por mi polla y entraba en ella la primera sacudida. Aaaaahhhhh, aaaaahhhhh. En ese momento se quedó paralizada, sin fuerzas, dejo de moverse. Miré al espejo para ver su cara de ángel. Tenía la cara desencajada, con los ojos cerrados, con la boca abierta mientras susurraba su placer. Aaaaaaaahhhhh, aaaaaaahhhhhh. Volví a soltarle mi segundo chorro casi de una forma refleja. Mi cuerpo no lo movía yo, se movía solo. Y allí fueron la tercera, la cuarta.... hasta que mi cuerpo fue parando el ritmo él solito.

Me quedé unos segundos abrazándola por detrás y fue entonces cuando la susurré en el oído: Te quiero. Amor mío. Ella se quedó un tiempo inmóvil y después se retiró muy rápido diciendo: ¿Qué has hecho joder? ¿Eres imbécil?

No hubo tiempo de más porque en ese mismo momento, escuchábamos como la puerta del garaje se abría. ¡Venían sus padres!. ¡Joder....!

Rápido se limpió con abundante papel como si terminase de haber hecho pis. Se limpió varias veces, echó el papel al servicio y se subió las bragas y bajó la camisa en breves segundos. Yo como tonto, no reaccionaba. Ahora la puerta del garaje se estaba cerrando. ¡Joder!.

Ella se miró en el espejo, salió pitanto hacia el salón y puso la tele. Se oían pasos en la escalera. Entonces reaccioné y cerré la puerta del baño con el cerrojo. Al mismo tiempo sus padres abrieron la puerta del pasillo.

Puff, por poco, ahora si que estaba como un flan. ¿Qué hago? Y encima con la polla llena de lefa, fluido vaginal y sangre. Respiré hondo varias veces y me miré el pito. Su mezcla de colores era espectacular. Me senté en la taza, como si fuese a hacer del vientre. Y me paré a observar aquella maravilla de pene impregnado de tanto fluido a la vez. Me quedé hipnotizado mientras esos fluidos descendían por mi pene.

Pronto escuché la voz de su padre. ¿Qué hacéis? ¿No vais al cine? – Es que éste se encuentra mal y está en el servicio – contestó mi novia. Tras de eso siguieron hablando, ¿Ves el tenis? ¿Quién gana?...

Yo estaba muerto, encima del retrete, vestido y con el pito y los huevos fuera, llenos de líquidos espesos. Estaba en la gloria y me quedé unos cuantos minutos más sin moverme.

Tras de esto, me quité bien los pantalones y los calzoncillos y me dispuse a lavarme todo en el bidé.

No podía con mi alma, pero saqué fuerzas y pude lavarme todo aquello, vestirme y mirarme en el espejo. Después miré en el suelo, por si había quedado algún resto de... para que no lo viese nadie. Solo había unos cuantos pelos de esos engarabitados del pené. Los cogí con mis propias manos, y fue cuando tiré del retrete. Me lavé las manos y me dispuse a salir.

Me volvieron los nervios, Joer. Entré en el salón y saludé. - ¿Qué té pasa, te encuentras mal? - Dijo su madre. Mi novia estaba con un semblante propio de un muerto. Yo dije: bueno, un dolor de tripas.... cosa de poco. Y cambié rápido el tema ¿Cómo va el tenis? Y mirando a mi novia, me señaló de forma oculta algo con la mano.

¡Tenía la bragueta abierta!. Me senté rápido intentando ocultarlo, lo que por otra parte le puede pasar a todo el mundo. Pero a mí no, porque sabía lo que había echo, así que me puse muy colorado. - Vámonos, quiero que me dé el aire -. Y nos fuimos.

Al salir, le vi la cara a mi novia y sabía que iba a haber bronca. Por supuesto, no fuimos al cine, era ya tardísimo. Dimos un paseo, y cuando llegábamos lejos, donde no podía oírnos nadie, me regaño por todo aquello que habíamos hecho y lo hablamos un buen rato. Que sus padres no son tontos, que se habrán dado cuenta, que tenía la cara como un tomate, que no reaccioné...

Le pedí perdón y le dije que ella en ningún momento me había dicho "de verdad" que lo dejara. Si hubiera querido, lo hubiera dicho de otra manera. Creedme, la conozco. Y es que. La verdad. Los dos estábamos calientes, y a pesar de todos los riesgos e impedimentos que se presentaron, nadie puede escaparse del deseo de sexo. Ni el hombre, ni la mujer. Y menos yo, que llevaba tantos días lleno.

Cuando lo pensamos en frío, la cosa cambió. Sobre todo después de habernos desdargado. Entonces fue cuando empezamos a ver las cosas claras, y nos reímos. Jajaja, serán anécdotas para cuando seamos más mayores. Jjajajajja. Todo solucionado.