Un día fuera de lo normal II
Segunda entrega, conozcamos a la familia de Diana.
Un Día Fuera De Lo Normal II
Ha pasado un mes desde lo acontecido en la cabaña de Vicente y el cambio ocurrido en Diana era notorio, resplandecía su belleza, ahora los hombres en su trabajo le brindaban una sonrisa con lo cual ver si podían entablar algo mas que una amistad, su ex novio había tratado por varios medios el volver con ella, pero para Diana no existía ningún otro hombre más que Vicente y su formidable falo, no pasaba ninguna noche donde su pensamiento fuera hacia él y su vagina se excitaba como pidiéndole atención a su dueña ella por su parte solo podía prodigarle caricias y por mucho la introducción de su dedo índice siendo insuficiente para calmar esa calentura nocturna que la ponía caliente pero sin posibilidad de calmarla, simplemente era la necesidad de una hembra buscando a un macho y ella sabía quien era ese macho, “su” macho, pero a pesar de los sentimientos hacía él no habían vuelto a verse, ella buscaba por cualquier modo que la volvieran a mandar a ese pueblo pero sobre todo a visitar a Vicente pero no tuvo suerte y tampoco se atrevía a marcar a su número telefónico tal vez por vergüenza tal vez por que algo le decía que una mujer no debía hablarle a su hombre para ‘eso’, así que las noches de calentura no saciada se iban hilando una a una.
Y así empezó la mañana de un domingo cualquiera en la casa de la bella Diana:
“¡Diana, ya baja a desayunar!” grito Patricia madre de Diana.
“Déjala Mamá si no quiere bajar que no baje y se haga ella su desayuno” contestó Rosalba hermana menor de Diana.
Este par de mujeres conformaban la familia de Diana, Patricia era una mujer de 50 años con una belleza considerable, había enviudado hacía quince años pero se las había arreglado para formar en mujeres de bien a este par de bellezas, ella tenía un hermoso cuerpo de carnes maduras, un trasero macizo y unos senos soberbios, rubia teñida de ojos color miel y de piel bronceaba pues ella adoraba tener así su piel, así con esto sabemos de quien heredó Diana su belleza.
Rosalba por otro lado era una jovencita cercana a cumplir dieciocho años, de mirada coqueta que parecía siempre estar bromeando con uno y si era un poco más bella que Diana era más parecida a su madre, su cuerpo era algo para detener el tráfico pues ella acostumbraba a vestir muy ligero en época de calor, los shorts y minifaldas eran su atuendo en esa época del año y cuando hacía frío si se abrigaba, pero los pantalones ceñidos era lo que acostumbraba vestir, su cuerpo como dijimos anteriormente era de admirar pues a pesar de su juventud tenía unas medidas que se las envidiarían mujeres de por lo menos diez años mayor que ella, sus senos era de un buen tamaño, turgentes y suaves al tacto, sus piernas bien trabajadas pues era una joven amante del deporte así que se podía apreciar que los músculos de sus muslos se empezaban a marcar así como sus abdominales, era una joven que siempre estaba corriendo en un parque cercano o se la pasaba horas en el gimnasio y la parte que mas se le desarrollaba por el ejercicio era su hermoso trasero que lo conformaban un par de glúteos musculosos y respingones…¡Un portento de jovencita!
“¡Ya voy!” Respondió Diana y momentos después bajo y se sentó en el comedor de la casa.
“¡Vaya, gracias por acompañarnos!” dijo Rosalba.
“¿Ya vas a empezar?” respondió Diana.
“¡Es broma Di! Tu puedes hacer lo que quieras y aún así te quiero mucho” al tiempo de que se paraba Rosalba y llevaba sus platos al lavabo.
“Bueno me voy a correr al parque regreso en una hora” les anunció Rosalba.
“Mucho cuidado hija, que te vaya bien” le respondió a su hija.
“¡Adiós!”
“Diana ¿Quieres huevos revueltos o estrellados?”
“Revueltos con jamón por favor mamita”.
“¿Te puedo hacer una pregunta hija?”
“Claro que si”.
“De una semanas para acá te noto cambiada, diferente”.
“¿Cambiada?”
“Si…si me permites la palabra sería feliz, más feliz que antes, ¿Qué tienes un novio en el trabajo?”
“¡No mamá! ¿Como crees?”
“No tendría nada de malo eres una jovencita muy bella”.
Diana sonrío para si misma pues otra vez vino a su mente su “novio” Vicente y sobre todo ese falo que fue el autor de ese cambio radical en ella .
“Aquí tienes tu desayuno, ¿Quieres ir a la plaza al rato nada mas que regrese tu hermana?”
“Claro mamita”.
Al cabo de unas horas ya estaban las tres en la plaza, los hombres que se cruzaban a su lado no podían dejar de verlas aunque chocasen accidentalmente con alguien, para las jovencitas no era algo de lo que se percatasen, pero para su madre era algo obvio y algo que alimentaba su ego femenino el saberse bella aún y saber que sus hijas habían heredado su belleza.
Al cado unos minutos donde estuvieron de tienda en tienda el teléfono celular de Diana sonó.
“¿Tu novio Diana?” le dijo Rosalba antes de que pudiese contestar Diana.
“Cállate Rosy es del trabajo la llamada…bueno ¿Leonardo?”
“Buenas tardes Diana, perdón por molestarte en domingo, el viernes tuve la cabeza en otro lado y se me olvido asignarte el grupo a supervisar mañana, es el de José Betancourt”.
“¿Es el del mismo pueblo que el de Don Vicente Olmos?” preguntó Diana al mismo tiempo que su corazón se aceleraba de la emoción.
“Así es, vete mañana directo para allá, después en otra visita le damos los papeles para que firme la supervisión”.
“¿Y a Don Vicente no se le supervisa?” Diana no podía ocultar las ganas de volver a ver a ese hombre.
“No Diana a él le toca hasta en una semana más pero ya sabes que si tu fuiste la última en supervisarlo no puedes volver a hacerlo, se lo daré a otro supervisor”.
“Esta bien entonces mañana con el señor José Betancourt, ¿Ya se hizo la cita?”
“Si le acabo de hablar Diana mañana te espera a las nueve de la mañana enfrente de la iglesia del pueblo”.
“Esta bien mañana a las nueve estaré allá”.
“Gracias y que tengas un bonito día Diana”.
“También tu Leonardo ¡Adios!”
“No te dejan descansar ni en domingo hermanita” dijo en tono burlón Rosalba.
“Fue mejor que me hablarán hoy, si me hubiese ido a la oficina y me salen con que ve a supervisar hubiera sido ir a la carrera, si me voy al pueblo directo me puedo ir unos minutos después de lo que acostumbro salir de casa…¡Y como te gusta meterte donde no Rosy!” al tiempo de darle un golpecito cariñoso en el hombro de su hermana.
“¡Niñas compórtense!” Les dijo a manera de regaño su madre.
Así transcurrió lo que quedo ese domingo, ahora transportémonos al momento en que Diana una vez más se dirigía a ese pueblo.
“Caray si fuese a ver a Don Vicente iría mucho más contenta que nada” fueron los pensamientos de ella.
Y así Diana una vez mas empezó a recordar lo ocurrido un mes antes y solo se atrevió a murmurar dos palabras suavemente: “Su verga”.
Llegó a la iglesia del pueblo y José Betancourt ya la estaba esperando.
“¡Buenos días Ingeniera!”
“¡Buenos días Don José!”
Así empezaron el recorrido hacía los campos de cultivo de José al hacerlo Diana volteaba para todos lados en busca de Vicente pero no tuvo suerte y ya al no haber rastro de población se dedico a hacer su trabajo a plenitud.
Así estuvieron por espació de dos horas en las que al revisar el último terreno sonó un claxón a lo lejos.
Al estar mas cerca Diana se sorprendió, era la camioneta de Vicente.
“¡Quihubo pinche José!”
“¿Qué pasó Vicente, con esa boquita tragas? Esta la Ingeniera presente”.
“Perdón Ingeniera es que a este cabrón lo conozco desde que éramos chamacos”.
“Y sigues Vicente, ten respeto por ella”.
Diana rió con gusto ante este diálogo sincero de dos amigos.
“¿Y que Ingeniera apenas esta empezando con José”.
“No Don Vicente justo en este momento acabamos”.
“Voy para el pueblo si quiere la paso a dejar allá en lo que tu te pones a trabajar José…tu cultivo esta bien pinchurriento ¡Jaja!”
“Pinchurriento tienes…”.
“¡Shhhtt! ¿Con esa bocas tragas José? ¡Jaja!”
Bueno Ingeniera pues si ya acabamos y Vicente la puede llevar al pueblo pues yo me quedo por aquí a trabajar ¿Le firmó algún documento?”
“No Don José, después le hablamos para quedar de acuerdo para firma de documentos pues como le dije antes me llamaron apenas ayer para visitarlo”.
“No se preocupe Ingeniera ahí cuando usted me diga…¡Hasta luego!”
“¡Hasta luego Don José!” dijo cortésmente Diana.
“¡Hasta luego inútil…te lo lavas, jaja!” dijo Vicente al momento de cerrar fuertemente la puerta de la camioneta al momento de Diana haber subido en ella.
“Ahora si Dianita vámonos”.
“Si Don Vicente”.
El recorrido era lento pues la camioneta estaba llena de alimento para su ganado pero al cabo de unos momentos Diana se dio cuenta de que no iban al pueblo.
“¿A donde vamos Don Vicente? Por aquí no es el camino hacía el pueblo”.
“No Dianita es el camino para mi cabaña, ¿No lo recuerdas?”
“Me parecía conocido, pero ¿Qué vamos a hacer allá?” Preguntó ella con el corazón palpitándole a mil.
“Perdón por no habértelo pedido Dianita pero vamos a dejar este alimento para mis animales, la cabaña me sirve de bodega y Goliath la hace de guardián”.
“Goliath” pensó Diana al tiempo de que en su mente se recreaba al animal y su fabuloso falo canino.
“Bueno llegamos” Dijo Vicente al salir a abrir la reja para poder pasar al terreno.
Al legar a la cabaña inmediatamente abrió la puerta y la invito a entrar, acto que hizo inmediatamente agradeciéndole.
“En un momento regreso”.
Al estar sol Diana recorrió esa cabaña donde había recibido una lección formidable de cómo un hombre fornica a una mujer y casi al instante un ruido le hizo pegar un brinco y voltear a ver donde se produjo dicho ruido.
“¡Goliath, me espantaste, vas a ver! Dijo con un dejo de regaño pero al instante se disculpó.
“Pero como crees que te voy a regañar si estas bien bonito…además capaz de que si te hago enojar me muerdes”.
Y empezó a acariciar el lomo del imponente animal al tiempo que se sentaba en el piso para estar un poco mas cómoda, al animal le encantaba esta caricia pues al estar solo no recibía frecuentemente este tipo de atenciones, al cabo de un rato Diana empezó la misma caricia pero en la cabeza y patas delanteras y así Goliath se tumbó en el piso de madera y Diana empezó a rascarle la panza:
¡Buen perro!”
Y así siguió hasta que sin proponérselo sus manos se acercaron peligrosamente hacía la funda donde se escondía su falo a fin de rascarle toda la panza al perro y esta al sentir estimulada esa región empezó su verga a salir impúdicamente.
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“¡Dios mío Goliath! Cálmate que viene Don Vicente y te regaña por andar con eso de fuera” Pero Dianita se comía con la mirada ese falo y su vagina empezó a humedecerse al oler esos líquidos vaginales el perro se puso en guardia y ladró con todas sus fuerzas.
En ese momento Vicente entró y dijo:
“¡Salte Goliath!” cosa que hizo el perro sin dudar.
¿Te espantó Dianita?
“Ehhh ¡No! Aunque ladra muy fuerte, de seguro nunca nadie le ha querido robar con este animal cuidando la cabaña”.
“No, la verdad es que nunca he visto que hayan intentado entrar al terreno, por eso lo tengo como campeón, déjeme darle de comer para que no este molestando mas”.
Diana pensó que Vicente no se había dado cuenta de lo excitado que se puso Goliath, pero al momento de darle de comer al animal vio que este estaba con su armamento de fuera.
“Ay Dianita se ve que eres bien canija…he creado un monstruo ¡Jaja!” pensó Vicente.
Vicente regresó a la cabaña pero no le dijo nada acerca de Goliath.
“¡Acabe al fin!“ Al tiempo de lavarse las manos en una cubeta cercana.
“Es dura la vida de campo Don Vicente”.
“Ni me lo digas Dianita es una joda a todas horas y todos los días”.
“Se ve, se ve… ¿Nos vamos?”
“¿Tan pronto Dianita, no quieres platicar?”
“¿Como de que Don Vicente?” Diana se estaba poniendo nerviosa.
“Pues podríamos hablar de lo ‘excitado’ que estaba Goliath y eso que nunca se pone así sin motivos, pero podríamos hablar de lo que paso aquí la otra vez”.
Vicente estaba poniendo las condiciones propicias para un nuevo encuentro, pero necesitaba que Diana cayera solita.
Diana se asomó por la ventana como si sintiese que había gente afuera que los escuchara.
“Usted dirá”.
“¿Como te sentiste en los días siguientes?”
“Dicen mis familiares que me han visto de mejor cara, de mejor humor”.
“¿Qué eras enojona?”
“Algo, lo admito, pero en estos días no hay nada que me pueda poner de mal humor”.
“¡Esa voz me agrada! ¿Y que familiares te lo dijeron?” Vicente con curiosidad morbosa quería saber acerca de su familia.
“Pues mi mamita y mi hermanita, ellas son lo que más quiero en la vida, mire aquí en mi celular estamos las tres”.
Y sin mayor reparo la joven le enseño una foto donde Vicente pudo apreciar que las mujeres De Anda eran de una belleza encantadora.
“¿Y tu hermanita es menor que tú, como se llama?” Preguntó con morbo.
“Rosalba, y sí apenas en unas semanas cumplirá dieciocho añitos ya será mayor de edad”
“Y cancha reglamentaria también” fue el pensamiento calenturiento de Vicente fantaseando acerca de la hermosa chiquilla, lo que no veía Vicente en la foto es que esa adolescente tenía un cuerpo hermoso digno de calmarle su monumental verga.
“Y tu mami se ve muy joven ¿Como se llama ella?”
“Gracias, se llama Patricia, tiene sus añitos pero se mantiene joven”.
“¿Añitos, pues cuantos tiene? Si no es indiscreción Dianita”.
“Tiene cincuenta pero parece de menos ¿Verdad?”
“Vaya que si…cuando menos de diez menos…pero no aparece tu papi”.
“Es viuda mi mami…a veces la noto triste creo que es por eso”.
“Uy, si pudiera yo la consuelo” Vicente dejaba que su libido nublara su pensamiento.
“Don Vicente ¿En que esta pensando?”
“¿Ehh? En la viudez Dianita la falta de la pareja nos pone nostálgicos y también la falta de ella en otras cosas…”
“¿En que cosas Don Vicente?”
“Pues en calmar las ganas de hacer lo que hicimos la otra vez Dianita”.
“¿Cree entonces que mi mamá necesite de…eso?
“De verga Dianita, las cosas hay que decirlas por su nombre, pues no se si ese sea el caso de tu mami, pero el mío si lo es”.
“¿Tiene usted esas ganas Don Vicente?”
“Si Dianita ¿Te puedo preguntar una cosa?”
“¿Qué cosa Don Vicente?” A Diana el corazón le latía a mil por hora.
“¿Te gustaría hacerlo otra vez? Si tienes tiempo por supuesto”.
A Diana se le ilumino el rostro, era un ‘sí’ sin palabras para Vicente.
“¿Otra vez? Pues si…si usted quiere”.
“Yo siempre voy a querer si trata de ti…entonces vámonos poniendo cómodos, desvístete, toda tu ropa para afuera”.
Y Diana a comparación de la vez anterior que lo hizo de manera tímida y lenta ahora parecía que tenía prisa y su ropa caía sin orden alguno.
“Lo dicho he creado un monstruo…pero lo domaré a vergazos ¡Jeje!” pensó Vicente.
En unos pocos minutos ambos quedaron desnudos una vez mas el hombre maduro y con su verga en orgullosa erección tenía enfrente a la hermosa joven en espera de lo que quisiera hacerle ese hombre que la había fascinado con una espectacular fornicada.
“Dianita como que has embarnecido, te ves más rica que la otra vez”.
“Eso también me lo ha dicho mi mamá y mi hermana…pensé por un momento que había quedado embarazada de usted”.
“Si te tomaste la píldora que te dí no había posibilidad”.
“Si me la tomé inmediatamente de que llegué a casa ese día”.
Se hizo el silencio, se vieron a los ojos y avanzaron el uno hacía la otra y para sorpresa de Diana, Vicente la tomó de su cintura le dio un beso, esto no lo esperaba Diana, la vez anterior en esta cabaña no le dio ningún beso y esta caricia la derritió, por supuesto que ella se lo devolvía con una pasión recién descubierta, el primer beso a un hombre hecho y derecho, no a niños como su ex.
Diana rodeó su cuello y dejó que pasara sus manos por donde él quisiera al fin y al cabo eran caricias de su hombre, y así lo hizo Vicente, el lugar que le gustaba acariciar era ese hermoso par de nalgas de carne firme y de suavidad extrema, los besos prodigados eran los que se dan las parejas previas al acto sexual sin restricciones llenos de sensualidad, a Diana este tipo de besos las tenían al borde del frenesí, esa era la clase de besos que siempre deseo de parte de sus parejas y vino a descubrirlos de parte de un hombre que bien podría ser su padre…pero no lo era.
El hombre le prodigaba caricias en las nalgas de Diana hasta que de pronto retiro sus manos y acto seguido sus manos pegaron una en cada nalga al unísono:
“¡Plaff!”
“¡Ahhh! Don Vicente ¿Qué hace?”
“¡Plaff!” “¡Plaff!” “¡Plaff!”
“Esta vez te voy a hacer cosas que la otra no pude Dianita estas a las puertas de aprender otras maneras de calmarle la verga a un hombre”
“¿Y esto para que es?”
“Es para aflojar los músculos de tus nalgas y te pongas mas cachonda.
“¡Plaff!” “¡Plaff!” “¡Plaff!”
Y así siguieron varias nalgadas hasta que el par de redondeces estaban rojo carmesí y con las marcas de las manos de Vicente en ellas.
“¡Me duele Don Vicente!”
“¿Te dolió tu panocha cuando te metí la verga no, y que pasó después? Así que aprende a aguantar el dolor que de ahí viene el placer, calla y sígueme besando”.
“Está bien”.
En unos minutos Vicente cambió de táctica, dejo de nalguearla y empezó a sobárselas y así el ardor se esparció hacía todas sus nalgas y después un pequeño adormecimiento en ellas, Diana empezaba a sentir una sensación agradable, muy agradable, las manos de Vicente al cabo de un rato empezaron a hacer algo distinto en ese bello par de nalgas, las empezó a separar y las soltaba y otra vez las agarraba, las sobaba y se las abría, quien pudiese haber tenido la fortuna de estar atrás de Diana pudo haber visto como su esfínter anal se asomaba y era estirado pero al ser virgen se mantenía cerrado.
“¡Ahhh…Vicente…Ahhh!”
La hermosa joven se estaba rindiendo hacía estas caricias pero estas apenas empezaban, una mano de Vicente mantuvo abierto una nalga y con la otra empezó a masajear ese tierno esfínter, la joven se estremeció al sentir esa caricia en la parte mas íntima de su anatomía pero no protestó solo salió de sus labios un suspiro quedo y se abrazo con más fuerza a su cuello y sus senos se aplastaron en el fuerte pecho de Vicente y siguió besándolo.
Esas caricias duraron unos minutos hasta que el dedo medio dio muestras de que iba a empezar a introducirse en ese hermoso culito, Diana se sobresalto su instinto le decía que por ahí no debía entrar nada.
“Vicente ¡Por Dios! Por ahí no ¡Dios!”
Vicente justo en este momento le acaba de meter la primera falange de su dedo medio y le dijo:
“¿Como que no Dianita? Por aquí puedes calmarme la verga también”.
“Por ahí no por favor…¡Me lo reventarías con tu vergota!”
“No te preocupes no te la meteré hoy por tu culito pero la próxima vez que quieras coger conmigo si lo haré”.
Diana estuvo por un instante dubitativa, quería que ese hombre se la cogiera mas seguido pero con esa condicionante lo pensaría.
“Pero de que te voy a poner una cogidota ahorita tenlo por segura”.
Y plantó sus labios para una vez más besarla lujuriosamente, ella ante esta nueva caricia cayó rendida y se abrazo fuertemente a él, transcurrieron unos minutos hasta que Vicente separo su boca y posó sus manos en su trasero y la levantó unos centímetros para poderla cargar desde su trasero, ella se sorprendió con esta maniobra, volteó a su alrededor y se dio cuenta de que la estaba llevando a un cuarto donde estaba un catre, el momento había llegado y ella solita fue a la busca de los labios de su hombre en plena comunión de que sabía lo que vendría a continuación.
La depósito en ese catre suavemente y la contempló, ese cuerpo palpitante lo ponía caliente y con su verga en plena erección ya la pastilla de sidelnafil que se había tomado justo cuando salió a guardar el alimento para sus animales estaban haciéndole efecto.
Le abrió las piernas para besarle su vagina y después darle su mamada correspondiente.
“¡Pero que delicia! Diana te sabe mejor que la otra vez, eres una delicia de chamaca, te estas poniendo cada vez más rica”.
“¡Jaja! Vicente que me la voy a creer”.
“Créetela hermosa”.
Y Vicente se sumergió en busca del pequeño clítoris y se dio a chuparlo y a morderlo con suavidad cosa que Diana se lo agradecía con candentes gemidos.
“¡Ahhhh Vicente asiiii, assiiii, sigueeee, ahhhh, mi paaa nooo chi taaa…Diossss!”
Vicente se separó de ella, por alguna razón no quiso que se viniera en su cara en ese momento, el prefería que se viniese con su verga bien dentro de ella, el sentir los firmes apretones y succiones de su vagina, era un goce que lo quería sentir de esa manera, acto seguido se colocó encima de ella apuntando su gruesa cabeza en medio de esa hermosa vagina y ni bien le dio tiempo se la hundió de un empujón soberbio que le cortó la respiración a Diana:
“¡Aaahhh! Esto es el cielo” dijo Vicente al sentir una vez más el firme apretón que le daba esa vagina.
“¡Mmmhhhhaahhh!” Fue el gemido profundo a manera de respuesta de la joven al sentirse firmemente ensartada por esa inmensa verga.
Vicente empezó a bombear su verga con un ritmo cadencioso, lento pero profundo haciendo gemir y suspirar a Diana.
“¡Aaahhh…Assssiii…Aaaasssiii…Vicente me lo haces mas rico que la otra vez, que rico me la metes, assiiii!”
Diana estaba siendo una vez más arrastrada a un placer supremo, cada embestida recibida le hacía saber que le pertenecía y que le hiciera lo que él quisiera ella no opondría resistencia, recordó lo de su debut en el sexo anal y si, lo imaginaba y poco a poco lo iba aceptando.
Las embestidas duraron varios minutos pero para ellos no había noción alguna del tiempo, solo las oleadas de placer que los embargaban a ambos contaba, pero Vicente quería cogerse a Diana de varias maneras así que se desacopló de ella y le sugirió:
“Ponte de a perrito”.
“¿De a perrito? Jeje” No pudo ocultar ella su simpatía hacia el nombre de esta clásica postura sexual.
“Así se le llama…vételas aprendiendo para que ya sepas que hacer de ahora en adelante”.
Y así lo hizo Diana pero en el momento en que esperaba la incursión de la ya deseada verga lo que hizo Vicente fue con sus manos abrirle su precioso par de nalgas para poder admirar una vez más el hermoso ano virgen.
Diana se puso inmediatamente nerviosa pues se temía que Vicente quisiera adelantar su debut anal, Vicente impúdicamente posó el glande en la entrada anal.
“Don Vicente usted dijo que eso lo dejaría para la siguiente ocasión” dijo Diana al tiempo de que su esfínter se contraía como si estuviese asustado.
“Y así será Dianita lo que estoy haciendo es que la sientas poco a poco, que te familiarices con su contacto” Y así le restregaba el glande en su ano y después de algunos minutos Diana empezaba a sentir cierta comezón que crecía con cada embarrada de verga que le aplicaban, ya para estas alturas el ano estaba lubricado con líquidos pre-seminales, si el hubiera querido se la hubiera cogido en ese momento pero esperó para un mejor momento, el momento en que Diana solita iba a ir con él a sabiendas de que sería desvirgada de su ano.
Vicente una vez que se quitó esa idea de la cabeza dirigió su verga a la entrada vaginal y se la metió de una viril estocada.
“¡Ahhhh!” Fue el gemido de tonalidad grave que salió de los labios de Diana a la vez que su cabeza se reposaba en el colchón de la cama.
“¿Te gusta de esta manera Dianita?”
“Si…Me encanta que me la meta en mi panocha y ya no me duele para nada”
“Por el culo también te va a gustar, nada más es que le pierdas el miedo, ya verás que la próxima vez va a ser inolvidable para ti y también para mi”
Las embestidas que siguieron fueron de una fuerza bárbara, la cama crujía violentamente, el cabello de Diana ya estaba completamente despeinado y cayéndole en su rostro, Diana gemía con fuerza a cada embestida su goce era pleno, sus piernas debido a la fuerza de las embestidas del hombre y a que se debilitaban por el placer hicieron que cayera acostada con Vicente firmemente acoplado a ella.
Él ni se inmuto e inmediatamente puso sus brazos a ambos lados de Diana y se desplegó a lo largo de su cuerpo como si estuviera haciendo push-ups y con el solo movimiento de su cadera se la siguió ensartando firmemente sin miramientos.
Solo se escuchaba en esa cabaña el golpeteo de ambos cuerpos y los apagados gemidos de la hermosa joven.
Después de algunos minutos Vicente sacó su verga y se recostó boca arriba junto a Diana, ella al verlo en esa posición y demostrando su calentura innata fue en busca de la verga del hombre y tomándola de la base le prodigó besos y lamidas a lo largo del imponente tronco y al poco tiempo se enfocó al glande cabezón, lo lamía con pasión era la parte de la verga que más le gustaba y así poco a poco mejoraba su técnica ella tal vez lo notaba pues los gemidos de Vicente subían de intensidad.
Vicente no quería que esto durara tan poco así que la tomo del cabello y la retiró de la felación que le estaban prodigando.
“¡Ya…ya Dianita, chamaca cabrona para!”
“Vicente déjame otro rato, ¡Sabe tan bien!”
“Más al rato ahora ¿Por que no te ensartas tu solita?”
Diana sonrió de manera pícara anta tal propuesta y se puso de pie sobre el catre y separó sus piernas a la altura de la cadera de Vicente y se puso de cuclillas, con su mano tomo el falo y lo dirigió a su vagina que estaba punzando por el placer que anticipaba.
El glande y la entrada vaginal una vez más hicieron contacto y Diana sabedora de lo que quería se fue hundiendo lentamente, queriéndolo sentir centímetro a centímetro, queriendo sentir una vez más como su vagina se distendía para albergar esa verga que le encantaba, también el gusto recién descubierto por sentir el calor de la verga que la hacía sentirse en otro planeta.
Entre gemidos y suspiros Diana terminó con la verga ensartada en su vagina, Vicente la tomó de las pantorrillas y ella captó la idea y se empezó a desclavar de la verga y cuando tenía la mitad de la verga afuera se la empezaba a sumir en ella otra vez, era un espectáculo hermoso ver a la linda joven hacer estos movimientos, ver sus caderas moverse con tal sensualidad, admirar el acople de los sexos, la verga se retiraba en medio de ruidos de succión y reluciente en los jugos vaginales de Diana.
El placer de ambos aumentaba gradualmente al transcurrir el tiempo y con ello el ritmo que imprimían también, Diana jadeaba al sentir que la oleada de placer poco a poco dominaba su cuerpo haciendo que de a poco sus piernas no soportaban el peso de su cuerpo cayendo así sobre el pecho de Vicente y ofreciéndole sus labios para unirse así en un beso sensual donde sus lenguas se trenzaban, se sentían, se comunicaban.
“Ah Vicente, por Dios…cada vez siento más rico todo esto”
“Así es Dianita, coger es riquísimo, todavía me acuerdo de ti hace unas semanas que no sabías nada de esto”
“Celebro ese día, no me arrepiento de nada ni de no haber regresado a la oficina…todo esto valió la pena”
“Y con este serán dos veces que no regresas a la oficina”
“Jeje, eso tenlo por seguro”
Acto seguido se volvieron a fundir en otro beso apasionado y a empezar a moverse para seguir experimentando el placer sexual.
Vicente al tener mas a su alcance las preciosas formas que formaban el cuerpo de Diana se aferró al par de nalgas de Diana y como si fuera un recordatorio de lo acontecido al inició de la cogida le empezó a dar fuertes nalgadas, esto a Diana ya le gustaba, el sentir ese ardor en sus nalgas una y otra vez la ponían calientísima.
Y no perdiendo tiempo sus manos volvieron a abrir el par de nalgas y el dedo medio de una de ellos curioso fue una vez más a acariciar el ano de Diana y esta ya rendida a esa caricia y a la idea de que en un futuro se la cogerían analmente empezó a ondular sus caderas para darse ese doble gusto, por delante la verga clavada hasta la raíz y por atrás ese grueso dedo de su hombre que con movimientos sincronizados la llevaba hacía una nueva forma de sentir el placer sexual.
“¡Ah Vicente esto se siente muy bien!”
“Ya te esta gustando”
“¡Vaya que si! Esto es celestial…divino…su dedo ¡Muévelo más rápido, así!”
Diana se rindió y se recostó sobre el pecho del hombre que ahora tomaba el mando del ritmo de esta nueva fornicada a Diana y sus caderas empezaron un mete y saca bestial donde los gemidos de Diana eran cortos y rápidos.
“Así Dianita gime, demuéstrame cuanto te está gustando que te meta la verga, gime más fuerte”
“¡Mmm,…mmm…mmm!
Vicente sacó su falo a manera de que se refrescara un poco y al hacerlo se pudo apreciar el boquete que quedaba en la vagina de Diana, nada que ver con la hendidura estrecha de hacía unas semanas y acto seguido se lo volvía a acomodar para que la linda joven se la clavara completa y acompañara a esto con un gemido sensual casi como un ronroneo felino.
El ritmo que pusieron ambos en un intento de que su placer fuera mayor era brutal, Diana sentía como la verga se adentraba de manera justa en su vagina y Vicente con el firme apretón a su verga simplemente estaba encantado y tomándola de la cintura inclino su torso para que una vez más se fundiesen en un sensual beso.
Después de varios minutos Vicente sacó su verga y se puso de pie junto a la cama e invitó a Diana a hacer lo mismo, ella sorprendida se paró y fue a su encuentro:
“Ponte de espaldas a mí y apoya tu pie derecho en la cama Dianita”
Ella obedeció sin chistar a lo que al estar en esta posición Vicente la tomó por la cintura acercándose a ella con ganas de seguírsela cogiendo.
“Así esta bien Dianita ahora siéntela de nuevo”
Y se la dejó ir de una impecable embestida a lo que siguió unos mete y saca de considerable duración, el acople entre ambos era perfecto, él con la experiencia y ella con las ganas de experimentar pareciera que llevaban varias veces teniendo sexo, pero todo tiene un fin, cuando menos para la bella joven pues su cuerpo le anunciaba el primer orgasmo de ese día, el inmenso cosquilleo en su vagina la estaban poniendo una vez mas con su pensamiento en blanco lo único que podía hacer era jadear fuerte y rápido al momento de que su cabeza la mantenía baja como en plena rendición a estas sensaciones.
“Ah Vicente…más fuerte…por favor!”
“Claro que si Dianita lo que tu quieras”.
Y empezó a acelerar el ritmo hasta tornarlo en algo bestial, cosa que termino por hacerla venir en un orgasmo exquisito y rendirse en el catre con su hombre pegado a ella con ganas de seguírsela cogiendo.
Se la sacó de la vagina y se recostó lateralmente al tiempo que le indicaba:
“Ven Dianita ponte enfrente de mi dándome la espalda así, ahora abre tu pierna”.
Diana acataba las indicaciones y al cumplir la segunda sintió como ese inmenso falo se acomodaba una vez más a la entrada de su caliente vagina y restregó el glande en los labios superiores de esa encantadora vagina.
“¿Te gusta como te la restriego la verga en tu panochita mi vida?”
“Si restriégala más fuerte”.
Estos nuevos escarceos duraron unos cuantos instantes pues ambos querían seguir con lo real, así que Vicente al sentir que llegó su verga a estar en la entrada vaginal se la empezó a introducir otra vez lentamente cosa que pareció Diana agradecérselo con un suspiro lleno de pasión a la vez que su rostro fue en busca del suyo para fundirse en otro beso apasionado.
El catre empezó a crujir al ritmo de las calientes embestidas de Vicente y a Diana esto la ponía igual de caliente al oír esos ruidos que eran por ella y para ella, la cabeza le daba vueltas, era una vez más el placer sexual que la reclamaba y ella al no tener la experiencia sencillamente se dejaba ir, se dejaba llevar y aceptar ese reclamo por ella del placer sexual.
“Vicente por Dios sigue moviéndote…así por favor no pares… ¡No pares!”
“No Dianita no voy a parar, te voy a dar más duro, ahí te voy”.
Otra serie de embestidas aplico el hombre con el único fin de satisfacer sus ansías de coger, de cogerse a una muchacha que le estaba gustando mucho para esto de fornicar y Diana lo secundaba con todo, sus gemidos crecían anunciando otro orgasmo y eso a Vicente le encantaba, ver la respuesta física del cuerpo de la joven, verlo estremecerse sin reparos, sin miedos por falso pudor visto en otras mujeres, no, esta joven se dejaba llevar, era sincera con sus sensaciones, era por la inexperiencia, pero no quería que eso dejara de ocurrir quería que esa hermosa joven fuera suya sexualmente las veces que fuera posible.
Diana llegaba rápidamente a las puertas de un nuevo orgasmo tan demencial para ella como todos los que le estaba sacando Vicente con su formidable ritmo para coger que sabía darle a una mujer amén de su imponente instrumento.
“Vicente ¡Más rápido!” Se alcanzó a escuchar antes de que su voz se volviese un susurro lleno de frases incoherentes, y llegó el tan ansiado orgasmo Diana lo único que podía era dar fuertes movimientos hacia atrás con sus caderas a manera de ensartarse más fuerte a esa poderosa verga.
“Así Dianita así, vente mi amor, apriétame la verga…Así! ¡Carajo Dianita que mujer tan rica eres!”
Diana se vino en un mar de sensaciones fabulosas para ella:
“Vicente tu verga…tu verga sigue tan dura como al principio…Dios…sigue tan rica como al principio”
Vicente una vez más le sacó el falo de su vagina y se recostó en el catre:
“Dianita ensártate una vez más pero ahora dándome la espalda”.
“¡Cuantas formas hay para hacerlo!”
“Así es y me encargaré de que las practiques una a una Dianita, claro siempre y cuando tu lo quieras hacer conmigo”:
Diana lo miró directamente a los ojos y dijo:
“Por supuesto que sí…si es contigo. ¡Yo encantada!”
Diana se puso de pie puso un pie en cado lado de Vicente y este vio como sus nalgas se abrían al acercarse a su verga monumental.
La mano de la joven tomó el grueso falo y lo encaminó a su entrada vaginal y antes de introducírselo se restregó una vez más el glande a manera de calmarse esa comezón aunque de manera parcial.
“Así Dianita así… ¡Si ya sabes como me gusta!”
“Y a mi también me gusta restregármela se siente divino”
Tomando como apoyo los muslos de su hombre y con gesto obsceno se fue clavando lentamente en ese garrote sexual, era la manera en que les gustaba a ambos, sentirse centímetro a centímetro y Vicente tenía sus buenos centímetros para que ella lo sintiera.
Al cabo de un momento estaba clavada hasta la raíz del miembro con solo los testículos grandes y peludos y empezó a sacárselo y metérselo con movimientos cadenciosos que poco a poco aumentaban en rapidez, sus nalgas rebotaban del vientre de Vicente y este solo le quedaba aguantar el ritmo frenético de la joven.
¡Plaff…plaff…plaff! eran los sonidos de la escena junto con gemidos emitidos por ambos combatientes.
Hasta que Vicente la tomó por la esbelta cintura he hizo que se recostara encima de él y le susurró al oído:
“Pero que caliente eres para coger muchacha. ¿La sientes, sientes la verga como te entra, sientes como aún después de estas cogidas aún estas tu panocha es estrecha?
“¡Ah! ¡Si la siento riquísima…y si siento como me abres Vicente! ¡Pero por favor no pares…no pares!”
Vicente empezó a dar golpes de cintura para que su falo se metiera en esa cavidad vaginal que era un pequeño infierno del calor corporal que estaba alcanzando.
“Ah, Dios más fuerte Vicente, más fuerte… ¿Qué es esto que siento?”
A Diana le estaba dando un cosquilleo intenso y desconocido para ella.
“Sigue Dianita menéate fuerte bien fuerte aquí te sostengo”
“¡Dios mío…Vicente…ah…me…!
No pudo terminar la frase pues los muslos de Diana se abrían y cerraban violentamente, los iris de sus ojos se fueron para atrás tornándose blancos y de su vagina empezó a escurrir un líquido blanquecino que indicaba que Diana alcanzó su primer eyaculación femenina.
“¡Carajo Dianita que fuerte te vienes, apenas y te puedo sostener!”
Al tiempo de decirle esto bajó a Diana de encima de él y entonces dio un vistazo a su verga toda cremosa y supo el porqué de la respuesta tan intensa de la joven.
“¡Diablos! Te saqué cremita de tu panochita…esto solo lo había visto en películas porno”
Ella no contestó pues todo le daba vueltas en su cabeza por este monumental orgasmo experimentado.
“Chingada chamaca es una joyita en la cama” admitió Vicente pues cómo le dijo anteriormente nunca se había cogido a alguien tan caliente en esto de coger.
Vicente puso su rostro en la vagina de Diana dispuesto a saborear estas secreciones desconocidas para él, al momento de hacer contacto a Diana parecía que le tocaban corrientes eléctricas tenía la vagina súper-sensible y los movimientos de su cadera eran escandalosos, tuvo que poner sus manos en cada muslo para poder lamerle la vagina como el quería y la joven volvía a gemir de fuerte manera:
“Ah…Vicente que rico, sigue, no pares…dame más, tu lengua…métela!
Vicente al estar en medio de la locura sexual en la cual había sido arrastrada la joven llevó su dedo medio y lo llenó de saliva para posteriormente metérselo en su vagina poniendo especial cuidado en la parte superior de su hermosa vagina y se puso a frotar su rasposo dedo, dicha cualidad fue lo que llevó de inmediato a Diana a perder el control de su cuerpo pues prontamente Vicente localizó el punto G de la joven y lo frotó a ritmo veloz.
“¡Ay Vicentito…que rico! ¡Tu dedo raspa muy rico! ¡Ah!”
No la dejó terminar pues al oírla decir esto empezó a aumentar el ritmo de manera considerable y Diana ya no podía decir nada pues su cuerpo se contraía por las brutales sensaciones que le hacía sentir el dedo de Vicente, pareciera que ella quisiera escapar de estas caricias pero era lo último que deseaba la caliente Diana y el hombre iba en su búsqueda, no quería que su dedo saliese de ella, no quería abandonar tan deliciosa tarea, al cabo de largos minutos veía que sus caderas se levantaban poco a poco del catre y sus muslos volvían a cimbrarse de manera espasmódica aprovecho para acercarse a la vagina y lamer y morder levemente su clítoris esto para poder ser testigo de una nueva eyaculación por parte de ella y este momento se acercaba a gran velocidad Vicente sacó su dedo al momento de ver el bello rostro de ella contraerse y con sus manos la cargo por las nalgas y abrió la boca esperando el diluvio femenil, y en un santiamén el finísimo chorro blanquecino fue a dar a la boca del hombre el cual lo saboreó como si fuese un elixir maravilloso.
“Deliciosa así de simple Dianita eres deliciosa”
“Esto me volvió loca, me hiciste gozar mucho” dijo Diana recién que volvió a este mundo.
“Bueno Dianita ha llegado el momento en que vuelvas a mamarme la verga y te de a probar la leche”.
“¿La leche?”
“Si, la leche, el líquido que te dejé ir en tu panochita la vez anterior”.
“Dios…su semen” pensó Diana con sorpresa.
“Es otra de las cosas que aprenderás conmigo y ahora es tiempo que te tomes mi leche Dianita”.
Vicente se puso de rodillas y dio la orden a Diana de que se acercara cosa que hizo la joven con algo de cautela pues ya le habían dicho cual iba a ser el final de dicha mamada.
“Dianita hazlo con mucha dedicación pues de ello dependerá que tanta leche te pueda dar”.
Vicente le puso el glande en sus labios y Diana al volver a aspirar el aroma de la verga y de su vagina la pusieron más caliente y acto seguido tomó la verga con su mano le dio un pequeño beso en la uretra y aplicó su lengua a esa misma parte de la verga intentando metérsela, acto inmediato, abrió sus labios para recibirla.
“¡Ah chamaca del demonio esto que haces es delicioso!”
Diana se alegró, le agradaba el retribuir un poco el inmenso placer que su hombre le había dado.
“¿Te gusta como te lo hago?
“¡Vaya que si…sigue pero ahora intenta meterte la verga más adentro, a ver, no te muevas”
Vicente la tomo de la cabeza y presionó su verga sintiendo como se hundió unos centímetros en la boca de la joven, esta gimió en advertencia de que le faltaba el aire y Vicente se la sacó lentamente.
“¡Ah, sentí que me ahogaba!”
“Ahora hazlo por tu cuenta, métetelo lo más que puedas”
Ella volvió a tomar con su mano el falo, lo veía enorme y para lo que le pedía su hombre más…mucho más. Pero ella por todo lo vivido con este hombre se dio valor y abrió sus labios y empezó lentamente a tragarse esa verga hasta donde pudiera, llegó la primera arcada y retrocedió pero Vicente la tomó una vez más de la cabeza e hizo que se tragara una porción de verga, al momento de sentir la segunda arcada le tomo con mas fuerza para que no se retirase y que entrase un poco más de verga, por los ojos de la joven escurrían lágrimas y su rostro se ponía escarlata, Vicente dejó que la joven se retirase y por la comisura de los labios de Diana empezó a escurrir un par de chorros de baba espesa, él con su verga recogía los chorros y se los untaba en el rostro de Diana.
“¡Dios sentí que me ahogaba!”
“Abre la boca Dianita”
Y la verga se introducía en la boca de la joven una y otra vez para que se acostumbrara ella a mamar una verga como se debe.
“¡Ah Dianita tu boca se siente tan bien!”
Ella imposibilitada para contestarle y solo el poder hacerle esta mamada como le estaba indicando, no quería fallar en esta nueva tarea sexual.
La felación duró bastantes minutos hasta que Vicente le anunció que estaba próximo a venirse:
“Dianita continua con la boca abierta voy a venirme en tu boca, además saca la lengua para tener mayor lugar…así”
Ella obedeció y vio como su hombre agarró su verga y empezó a masturbarse enfrente de ella con movimientos violentos.
“Que fuerte lo haces” observaba sorprendida la joven.
“Es para darte la leche con fuerza”.
Bastaron un par de minutos de fuertes meneos y el hombre le advirtió:
“¡Abre bien la boca muchacha!”
Ella así lo hizo y la verga de Vicente en ángulo perfecto disparó su primer chorro justo en la garganta de Diana que no tuvo más remedio que tragarlo sin saborearlo, los siguientes chorros pegaron en el paladar, ella los retuvo unos instantes en su boca y por primera vez probaba el sabor del semen.
“Trágatela” le dijo él sin miramientos, ella lo hizo y de su boca salió una arcada mas al pasársela.
“¿Te dio asco Dianita?”
“Algo, su sabor no tanto, lo que sí me dio asquito es que fuera caliente y babosa, además de que me diste mucha leche, apenas y me la pude beber toda, pero de todas maneras te quiero mucho verga bribona” dijo ella al tiempo de que sujeto la verga y le dio un beso y con su lengua le retiro los vestigios de semen que quedaban en ella los saboreó y se los tragó.
“Te bebiste mi leche y yo tu cremita”
“Dios, no me recuerdes de eso, sentí que me iba la vida al soltarla”
“Prepárate entonces Dianita porque de aquí en adelante si te sigo cogiendo voy a hacer hasta lo imposible por sacártela”
“¿En serio?”
“Claro que sí y si en tu vida aparece otro hombre que te sepa coger pues también hará que le des tu cremita”
“Solo te la daré a ti, ven para acá” le dijo ella al momento de acercarse a él y darle un sensual beso.
Estos besos duraron unos minutos pero Vicente tenía en mente al par de mujeres que conformaban la familia de Diana y determinó que era momento de saber más acerca de ellas, así que cuando sus besos llegaron a su fin se recostaron, ella abrazado a su pecho y él tomándola del hombro.
“Dianita estoy pensando acerca de tu mami y tu hermanita, platícame más de ellas”
“¿Cómo de que mi amor?”
“Jeje me dices mi amor y me caliento Dianita”
“¡Mi amor…mi amor…mi amor, jajaja!”
“Anda dime, ¿Como dices que se llaman?”
“Mi mami Patricia, Paty y mi hermanita Rosalba, Rosy”
“De Paty…mi suegra jeje, decías que la ves triste ¿Por qué? Si tienen a un par de bellezas por hijas, a ver enséñame otra vez sus fotos”
Desnuda y sin pudor se puso de pie y fue en busca de su teléfono celular y buscó las fotos de ellas.
“Acá están, esta de mi mami cuando fuimos a la casa de unos tíos” la foto mostraba a la señora con un bikini que para nada pareciera de una mujer en sus cincuenta años.
“Esta hermosa tu mami y con tu permiso ¡Que cuerpazo! ¿De cuanto tiempo es la foto? “
“Del año pasado, tuvimos la fortuna de pasar una semana con mis tíos, tienen alberca y pues nos pusimos nuestros bikinis”
“¿Tu hermana y tú también están en bikini?” Vicente ya estaba poniéndose en modo sátiro.
“Si mire…acá estoy recién salida del agua, y aquí está Rosy”
“¡Mira nada más!” y es que la foto de Rosy mas pareciera que no tuviera nada puesto que el bikini era blanco y con lo blanco de su piel se perdía en ella y lo que más llamaba la atención de Vicente eran sus piernas pues sus muslos eran rotundos con unos músculos de muy buen tamaño y bien definidos.
“Es bien bonita mi hermana, se merece mejor suerte”.
“¿De que hablas Dianita?”
“Pues a ella no le conozco novio y cuando hablo del tema se pone a la defensiva”.
“¿Y por qué será? Como dices, esta bien bonita”.
“Pues solo ella sabrá”.
“Y de tu mami platicamos antes de algo que al parecer le falta”.
“Si, al parecer le falta…eso”.
“Le falta verga Dianita no te de pena decirle por su nombre”.
“Si al parecer le falta verga, fíjese que ahora recuerdo algo que pasó hace unos meses”.
“¿Qué pasó?” A Vicente ya se le estaban alborotando las hormonas y se le podía ver en su instrumento pues ya la sangre se estaba acumulando en él.
“Pues un noche no me dejaba dormir un mosquito y le bajé el volumen a mi T.V. para poder oír el zumbido, localizarlo y aplastarlo en eso oí un quejido leve, me asomé fuera de mi recamara y no oí nada, me regresé a mi cama y otra vez oí un quejido, volví a asomarme y entonces oí otro con mayor fuerza, me acerqué a la recamara de Rosy y de ella no era donde salían los quejidos, me acerqué a la recamara de mi mami y la puerta estaba entreabierta y en eso se escucha otro gemido”.
“¿Gemido de dolor?” preguntó Vicente con una falsa ingenuidad que no le quedaba.
“Eso pensé en un principio pero era diferente, creí que tenia un mal sueño por lo que me asomé y cual fue mi sorpresa que veo a mi mamá en su cama con unos movimientos rápidos, no sabía que estaba haciendo, de hecho la luz de la lámpara de su buró era muy tenue y prácticamente era su silueta lo que se podía ver”.
“¿Y esos movimientos rápidos en donde eran?” Vicente quería que Diana fuera descarada en su relato a sabiendas de que se refería a su madre en ese estado.
“Era entre sus piernas pues parecía que las tenía abiertas de par en par, se movía rápido y fuerte, así estuvo varios minutos, yo no sabía si despertarla o no pero lo que veía me llamaba mucho la atención.”
“¿Esto fue antes de que me conocieras?”
“Si de como unos seis meses antes, por eso no sabía lo que estaba haciendo mi mami.”
“¿Y que pasó después?”
“Como le dije después de varios minutos sus gemidos se hicieron más graves y sus movimientos ya no tan rápidos si no que cortos y profundos, hasta que llegó al último de ellos en el cual más que un gemido pareció un chillido apagado, al par de minutos pude ver que de sus piernas salía algo enorme parecía el brazo de un niño, al salir del todo mi mami gimió otra vez de manera grave.”
“Fuiste testigo como tu mami se vino con un consolador Dianita, si pareciera que narraste tus orgasmos de la vez pasada y hoy.”
“Si hasta que te conocí fue cuando caí en cuenta de lo que había pasado esa noche.”
“¿Y dices que era grande el consolador con lo que tu mami se daba gusto?”
“Ahora que lo pienso podría decir que era del tamaño de tu verga”
Vicente tomó la mano de Diana y la encamino a su instrumento:
“¿Así de este tamaño?”
Ya Vicente por lo que había escuchado tenía la verga otra vez en su bestial tamaño acostumbrado para estas ocasiones.
“¡Ah! Si, así de este tamaño. ¡Pero que rica se te puso otra vez!”
“No pues la verdad a tu mami le hace falta verga y mira de quién heredaste tu gusto por las vergotas Dianita jeje”.
“¡De mi mami! Ojala encuentre a alguien como tú…” Diana interrumpió muy tarde lo que dijo pues era lo que era: Casi le había ofrecido su madre a Vicente.
Él adivinando lo que pasaba por su mente le propuso:
“No te preocupes si eso pasara primero sería que me conociera y con el tiempo proponérselo pero no de una manera tosca si no planear la escena para que ella no este incómoda”.
Cuando Vicente le dijo lo anteriormente descrito ella no soltaba su falo de su mano sino que se la empezó a menear de arriba abajo con más fuerza según le iba proponiendo el hombre.
“¡Dios! Pero cada vez que la tomó parece más grande que la vez anterior”.
“Es por las ganas que tienes de tenerla adentro, vamos ponte en cuatro, te quiero coger “de a perrito”.
“Ella ni tarda ni perezosa se puso en esa posición, al momento de que Vicente se sitúo atrás ella empezó a mover su trasero con una sensualidad bárbara.
“¡Ah, esto es maravilloso!” aceptó ante el sensual espectáculo que era solo para él.
“Y a tu mami es lo que le falta imagínate si a ti te faltara esto” dijo el hombre ya hecho un sátiro al tiempo que la tomaba de la cintura y le enterraba su verga haciendo que la joven se estremeciera ante tan viril embestida.
“Ojala que nunca me falte una verga, que nunca me falte tu verga” y su rostro fue a dar a la colchoneta del catre una vez en pleno acto de rendición erótica y sus movimientos pélvicos se hacían cada ves más sensuales, la verga lucía brillante por la cantidad de líquidos que la lubricaban.
“¡Muévete más fuerte Dianita…más fuerte!”
“Así…así, dámela rico, siento como se me va toda adentro y que rico se siente!
“Te la doy como se le tiene que dar a una mujer como tú…¡Sujétate fuerte te quiero sacar otra vez tu cremita!”
“¡Ay otra vez, si sácamela mi amor, muévete fuerte que no me quede nada adentro!”
El hombre no se reservó nada en darle una serie de furiosas embestidas hasta que empezó a oía a la bella joven gemir escandalosamente y sentir como sus caderas moverse frenéticamente para todos lados hasta que las empezó a mover circularmente y después de unos momentos ver como sus muslos eran presa de fieros estremecimientos.
“¡Ay…ay…ay! Fueron los lamentos de la joven cuando su hombres se la empezaba a coger con embestidas cortas pero profundas.
“Vente Dianita, vente en mi verga, quiero sentir como te vienes en mi verga”.
“Ah, ah, ah…más duro, cogeme más fuerte, que ya me vengo, más fuerte, más…”
Diana fue presa de otro orgasmo bárbaro, Vicente le seguía metiendo la verga hasta el fondo y ella en respuesta daba unos golpes de cadera hacía su hombre queriendo que se la metiera más al fondo de su vagina pero ya no había más que meter.
Vicente se salió de ella con su verga aún rígida dispuesto a seguir con esta segunda fornicada a la linda joven.
Tras un descanso le puso en conocimiento de cómo quería que esta cogida terminara:
“Quiero que te tragues mi leche”.
“¿Otra vez?”
“Ajá, quiero que le pierdas el asco pues tomarás mi leche bien seguido”.
“Está bien”.
“Ponte en cuclillas en el piso, así te llega la verga bien al fondo”.
“¡Ah tienes razón me llega bien adentro!”
“Trágatela toda Dianita, haz que te dé mucha leche”.
Diana ponía mucho empeño en que el falo entrase lo más posible, pero el grosor del falo era considerable, nada más que una tercera parte había ingresado al interior de sus labios, el espectáculo de ver a la joven con su boca desencajada y adentro de ella una verga era desquiciante, de las comisuras de sus labios ya escurrían gruesos chorros de saliva, su hombre observaba todo esto con mirada vidriosa sintiendo que esta mamada que le practicaban ya no le quedaba mucho tiempo de duración.
“¡Ah, Dianita ya te voy a dar mi leche, abre tu boca…bien abierta!”
“Dame tu leche amor”
Y en cuanto estuvo lista para recibirla Vicente soltó un potente chorro y luego otro hasta completar seis en la boca de Diana, ella sin ascos los junto y enseñándole a su hombre que no había dejado nada afuera se los tragó.
“¡Ah, ya no me dio tanto asco!”
Después de lo narrado anteriormente ambos descansaron sin dirigirse comentario alguno hasta que Vicente le preguntó:
“¿Nos vamos tengo hambre, tu no?”
“¡Vaya que si, deja me visto!”
Ya vestidos tomaron rumbo al pueblo y ya en el restaurante comieron, platicaron y rieron como si se conocieran de tiempo atrás, disfrutaban de la compañía mutua, al momento de despedirse ella olvidándose del mundo fue en busca de él y fundirse en un beso demostrándole a su hombre que quería besarlo no importando donde estuvieran, que no tenía miedo al que dirán de la gente que nada mas anda viendo a quien jode.
El camino se le hizo corto a Diana pues en su mente estaba repasando lo ocurrido, la cogida que le habían puesto, las nuevas posturas, el sabor del semen y ¡Ah si! La necesidad carnal de su mami y vaya que lo estaba pensando seriamente pero sin saber como hacerlo, pero ella no sabía que tenía a un sátiro que la ayudaría en hacer que su madre cayera en alguna cama de hotel o en alguna de ellos.
Al llegar a su casa ya estaban ambas mujeres esperándola.
¡Hola mami, hola hermanita! ¡Como están? Les preguntó al tiempo de darles un beso en la mejilla.
“Hola hija se ve que te fue bien en el trabajo llegas muy contenta”.
“Que trabajo ni que nada, ha de venir con el novio, si por trabajar estuviese uno feliz pues ¡Ya quisiera empezar a trabajar!”
“Ven Rosy quiero platicar contigo”.
“Mamá vamos a estar en la recámara de Rosy para cualquier cosa”.
“Está bien”.
Ya en la recamara Diana confrontó a Rosalba:
“Rosy que de malo hay de que este contenta en estos días y de que te refieras de que es gracias a un novio”.
“¿Y no es así?”
“Pero lo dices con un dejo de envidia, si vengo de ver a una persona, no la conoces”.
“¿Y es guapo?”
“Jajaja nada mas te fijas en eso hay otras cosas que nos puede gustar de un hombre”.
“¿Cómo que cosas?”
“No te lo diré ya lo vas a ir descubriendo”.
“Que chiste dices cosas pero no las terminas”.
“Oye Rosy ¿Que en realidad tu nada de nada con algún muchacho?”
“¿La verdad?”
“Pues si la verdad”.
Y el rostro de Rosy se puso triste admitiendo:
“Creo que me ven como si fuera un muchacho, me veo más fuerte que la mayoría y hasta he hecho el intento de tomar la iniciativa con alguno que me guste pero pareciera que les voy a pegar, adoro hacer ejercicio pero para andar con alguien pareciera que es un castigo, y si, nada de nada con los muchachos”.
“Tu sigue haciendo ejercicio pues te has puesto muy guapa aunque los hombres no lo aprecien, es mas ¡Que se jodan!”
“Jajaja si ¡Que se jodan!”
“Ven vamos con mamá”
“¡Vamos!”
Pasaron las horas y cada mujer de esta familia estaba en su respectiva recámara dispuestas a conciliar el sueño reparador, el silencio conforme pasaban los minutos era mayor, la ciudad empezaba a dormir.
Diana seguía recordando lo ocurrido con su “novio” y al cabo de unos minutos un ruido la sacó de sus pensamientos calenturientos.
“¿Será mamá otra vez?”
Y curiosa por averiguarlo se asomó y fue rumbo a la recámara de su madre, al hacerlo seguía oyendo esos ruidos, al llegar grande fue su sorpresa de ver que estaba cerrada y al poner su oreja pegada a la puerta comprobó que ella estaba dormida pues los ronquidos de la señora era el único sonido que salía del cuarto de Patricia.
¿Entonces es Rosy?”
Entonces fue rumbo a la habitación de Rosy y sí, conforme se iba acercando los ruidos se hacían más claros y no eran ruidos eran quejidos de la jovencita, Diana vio que la puerta estaba entreabierta y poco a poco iba abriéndola, lo que observó fue que Rosy estaba viendo algo en su Laptop y que tenía puestos sus audífonos.
Rosy no oía nada y lo único que ocupaba su mente era en darse gusto en su vagina, cabe aclarar que su autosatisfacción consistía únicamente en frotarse la vagina en especial su clítoris, Rosy se mantenía con su himen intacto, lo que no podía ver Diana por el ángulo donde estaba respecto a su hermana era que veía una película porno de temática interracial, veía a una hermosa joven rubia de más o menos los años que tenía ella siendo penetrada violentamente por un descomunal negro, su mirada no dejaba de ver como esa monstruosa verga entraba y salía de la vagina de la estrella porno y como ella gozaba con esa tranca en sus entrañas, justo en el momento en que el negro sacaba su verga para rendirle su semen en la boca de la joven Rosy alcanzaba su orgasmo.
“Estará viendo pornografía ¡Ay hermanita tu también necesitas verga!” fue el pensamiento de Diana y se retiró a su recámara.
Continuará…
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