Un día fuera de lo normal I

Como puede cambiarle la vida a una joven cuando menos se lo espera.

Un día fuera de lo normal I.

Diana es una supervisora de campo para un programa gubernamental, se dirige a la cita con el productor en turno, estaba ensimismada en sus pensamientos de lo que había pasado el día anterior, ¿el motivo? Una nueva discusión con su novio…pero presentemos a Diana De Anda, es una chica de veinte primaveras hermosa de piel blanca con el cabello castaño claro y de 1.70 mts. y con un cuerpo que para esa edad era digno de admirarse, todo en su lugar aunque sin nada que la hiciera parecer lo que no era, sencillamente era una hermosa chica de veinte años, desde siempre ha sido una chica muy reservada, desde la escuela no era otra cosa que ir de la casa a la escuela y viceversa y desde que estaba trabajando en esa oficina de gobierno era la misma cosa, tuvo algunos escarceos en su etapa de bachillerato pero le fue mal; alcanzó el puesto laboral gracias a un familiar y al explicarle de lo que se trataba el trabajo no tuvo el menor inconveniente de hacerlo cumplir, el supervisor se sorprendió que lo hiciera pues desde que la vio pensó que era una persona que iba a estar ese día y nada mas, pues era un trabajo que consistía en estar supervisando a trabajadores del campo en sus sembradíos cultivados con diferentes tipos de legumbres y así alcanzar una pequeña ayuda monetaria para así conservar los campos en producción y no que en un futuro se vendiera por lotes las hectáreas en dicha zona, pero como vio dicho supervisor Diana cumplía muy bien su labor, si bien era callada en su vida personal con dichos productores era muy atenta y servicial.

Como dijimos anteriormente Diana esta pensando en la pelea que tuvo el día anterior y estaba en un trance acerca de que hacer con dicho novio ya que no era la única vez que habían discutido pero lo que había pasado entre ellos era para ponerle punto final a su relación:

“¿Lo mando al demonio por lo que hizo? Pero cuando nos congraciamos son unos momentos bien lindos, ¿Qué haré?”.

En esas estabas cuando vio a que altura estaba del recorrido y para su sorpresa ya estaba en el pueblo que tenía que visitar.

Se levantó y le pidió al chofer que se  detuviera para no tener que caminar de regreso, cosa que hizo el chofer de la unidad a regañadientes.

Ya al bajar del autobús procedió a ver que tal lucía, no era cuestión de que tuviera que lucir bien para cumplir el trabajo, era mera coquetería femenil…Miró el reloj: “9:10 A.M.” se sentó a un lado de la iglesia del pueblo que era el lugar en común para las citas con los productores y procedió a revisar los documentos para saber a que productor tenía que ver: “Vicente Olmos” decía el documento y vio la fotografía del sujeto al terminar de hacerlo volteó para todas partes para ver si ya había llegado, situación que no fue así…”Ufff que bueno que no ha llegado odio el hacer esperar a esta gente” pensó Diana cuando un claxon sonó casi junto de ella, era Vicente Olmos en su camioneta Pick-Up.

¿Es usted la Ingeniera que viene a la supervisión? Le preguntó Vicente, un señor de cincuenta y seis años moreno y fornido para su edad.

“Si, así es Don Vicente, mi nombre es Diana De Anda y es un gusto el conocerlo”.

“Discúlpeme mucho si la hice esperar usted comprende que en esto del campo pueden pasar imprevistos” le dijo el señor con un tono de sincera pena.

“No se preocupe, la verdad es que recién llegue” dijo mirándolo con una franca sonrisa.

“Pues si no hay otra cosa, súbase y empecemos”.

“Pues empecemos” le respondió Diana.

Empezaron el recorrido y a Diana le asaltaron los pensamientos acerca de su novio otra vez, esto lo notó Don Vicente:

“¿Le ocurre algo Ingeniera?

“No nada, preocupaciones que tiene una”.

“Se puede saber de que se trata, digo sin que la ofenda uno” pregunto muy servicial Vicente.

“Ay Don Vicente no se si platicarlo con usted, no tiene importancia”.

“Creo que si la tiene pues pareciera que viene de un velorio Ingeniera”.

“¿Si verdad? Le ruego me disculpe soy una tonta”.

“Ninguna tonta a ver platíqueme, es bueno para la gente el platicar de sus problemas con alguien así se desahoga uno, es mas déjeme y me estaciono”.

Se estacionaron en una calle que para esa hora estaba muy tranquila y procedió a contarle su desventura por un hecho ocurrido en una fiesta con sus amigos del colegio que Diana prefirió dejarlo en eso ‘un hecho’.

Vicente era un tipo curioso y quiso saber de que se trataba ese “hecho” ya tenía sus sospechas y quería corroborarlo.

“Eso esta mal Ingeniera, una mujer tan linda como usted no debería de pasar esas penurias…perdón ya me tomé el atrevimiento de chulearla” se disculpó Don Vicente.

“No hay de que y de antemano gracias por la flor, me levantó el ánimo”.

“Y tu me has levantado otra cosa Dianita” pensó el señor mostrando por primera vez sus instintos.

“¿Me permite pasar a la casa Ingeniera? Se me olvidaron unas cosas”.

“No hay problema Don Vicente, gracias y tenía usted razón ya me siento mejor…¡Me desahogué!”.

Dicho esto Vicente encendió de nuevo su camioneta y se pusieron en camino a su casa, al llegar a esta bajo y le dijo a Diana:

“No tardo mas que un par de minutos y regreso, no se vaya!”

“¿Como cree que me voy a ir? Si estamos en medio de un recorrido de trabajo” le dijo con otra sonrisa en sus labios.

Vicente entró a su casa con algo de prisa pero no mucha para no alertar a nadie.

“¿Que pasó Don Vicente ya no se hizo el recorrido?” le pregunto uno de sus ayudantes.

“Si en esas ando pero se me olvido el dinero para cargar gasolina” acto seguido se metió en su recamara, abrió el cajón de su buró y encontró lo que buscaba…una caja con la leyenda: “Sidelnafil 100mg.”.

“Con suerte me cojo a la Ingeniera y para no quedarle mal me llevo esto…jeje” fue el ruin pensamiento de Vicente.

Salió con una sonrisa y de inmediato se subió a la camioneta…”Vámonos” le dijo.

El trayecto hacia los campos de cultivo era lento al salir del pueblo los caminos era ya de terracería haciendo aun mas lento el arribo a sus terrenos de cultivo, al llegar a una tiendita de las afueras del pueblo se volteó y le hizo una pregunta:

“No quiere unas galletitas, un refresquito…¿Una cervecita?”.

“No tomo Don Vicente y menos aun si estos en horario de trabajo, pero como ha sido muy bueno le acepto las galletitas, desayune muy ligero”.

“Esta bien y para acompañarla me tomare un refresco”.

Al llegar a la tiendita Vicente tomo el primer refresco que había y le dijo a Diana:

“Tome lo que guste Ingeniera, ahorita regreso”.

“Gracias Don Vicente, A ver ¿donde están las galletas?”.

Vicente se salió de la tienda para subirse a la camioneta y tomarse un par de pastillas del famoso fármaco:

”Me tomó dos, mas vale que sobre y no que falte jeje” y guardó la caja en la guantera.

Ya al regresar pagó lo que habían tomado de la tienda y se encaminaron hacia los terrenos de cultivo, platicaron de muy buen humor acerca del trabajo de ambos y así llegaron al primer terreno y Diana procedió a inspeccionarlo, al hacerlo Vicente ya estaba dando síntomas de que las pastillas estaban empezando a hacerle efecto.

“De una vez la llevo a la cabañita” fue el pensamiento de Vicente al tiempo de que le veía su bonito cuerpo de Diana enfundado en jeans y una camisa polo blanca, al estar retirada de el anotando sus observaciones en una libreta, Vicente la contemplaba, el aire le hacia volar su cabellera castaña…”Eres una pequeña diosa Dianita” fue su pensamiento ya plenamente afectado por el fármaco.

“¿Nos vamos al siguiente terreno Ingeniera?” Preguntó Vicente ya con la impaciencia de tenerla a solas y listo para lo que había ideado cuando estaban en el pueblo.

Otra vez subieron a la camioneta y partieron con rumbo al siguiente terreno…al cabo de unos minutos que a Vicente se le hicieron horas llegaron al terreno al bajar de la camioneta Diana se dio cuenta de la cabaña.

”¿Es suya la cabaña Don Vicente?” pregunto con sana intención.

”Y suya también Ingeniera” Esta respuesta con el insano doble sentido que llevaba.

”Gracias” le respondió inocentemente Diana.

Volvió a ver el terreno Diana y anotar sus observaciones, al terminar y dirigirse a la camioneta vio a Vicente semi-agachado y con un rictus de dolor.

”¿Qué le sucede Don Vicente?”.

”Ay Ingeniera de repente me agarró un dolor fuerte abajo del abdomen; ¿Me pudiera acompañar a la cabaña para ver si tengo ahí algo para el dolor?” le preguntó siniestramente Vicente.

”Claro Don Vicente, ¿No quiere que lo ayude a llegar a la cabaña? Pregunto solícitamente Diana.

”No Ingeniera, me duele pero si puedo llegar a la cabaña” fue la respuesta de Vicente y el siguiente pensamiento: “Ya caíste Dianita”.

Al llegar a la cabaña Diana procedió a verla en plenitud.

”Es hermosa en verdad, ¿Viene seguido por aquí Don Vicente?”.

”No Ingeniera la uso mas que nada como bodega, las cosas que guardo están en la parte trasera y desde que enviude pues ya no la uso como para pasarla de día de campo”.

“Siento mucho su perdida Don Vicente”.

”No se preocupe Ingeniera estas cosas pasan, ya ve ahora me desahogué un poco con usted como tu lo hiciste hace unos minutos, por cierto ¿Qué horas tiene?”

Diana saco su celular y miro la hora: “11:15 de la mañana Don Vicente”.

“Que raro en esta zona no hay señal para celular” le comentó Diana.

”Es que estamos muy apartados del pueblo y con la subido al cerro señal para celulares nada mas no, ¿No tiene prisa Ingeniera? Ya con esto de mi dolor nos retrasamos.

”No se preocupe Don Vicente, usted era el único productor asignado para hoy así que tengo todo el día si es necesario”.

”Que conste Ingeniera” le dijo con negras intenciones para la dulce Diana y dejó sin cerrar la puerta de la cabaña.

Vicente se metió a la recamara para poner su mente en orden y ver que paso era el siguiente a tomar…lo único que se le ocurrió era pegar un sonoro gemido:

“Mmmmhhhhahhhh!”

“Don Vicente ¿Qué le sucede? Fue la respuesta a tan espantoso sonido.

“Ay Ingeniera me esta llegando el dolor mas fuerte, ¿Me puede ayudar?”.

“Claro Don Vicente”.

“Allá voy Ingeniera”.

Al salir Vicente cojeaba de un pie, esto era una franca trampa para que Diana no sospechara nada.

“¿Pero que le pasó Don Vicente, se hizo daño?”

“No Ingeniera es que el dolor es tal que tendré que quitarme los pantalones para liberarlo”.

“Liberar a qui…?” su pregunta quedo inconclusa al ver lo que los pantalones dejaron salir…era un miembro erecto de unos 23 centímetros de longitud y de un grosor considerable, lleno de gruesas venas multicolores, Diana se quedó con la boca abierta por unos segundos hasta que pudo formular otra pregunta:

“Don Vicente ¿Pero que es eso?

”Esto es la causa de mis dolores Ingeniera, cuando menos me lo espero se pone así” le contesto Vicente haciendo un enorme esfuerzo en que esto siguiera como una charla entre productor y funcionaria y no caerle encima para saciar sus instintos inflamados.

“Don Vicente ¿pero no ha ido con algún médico para que lo examine?

“No Ingeniera esto no lo curan los doctores”.

“Pero entonces ¿Cómo es que se recupera de esto?”

“Pues hay varias maneras”.

“¿Cómo cuales Don Vicente?”

“La primera y empiezo por ella por que es imposible estando en la cabaña es la de una ducha helada, lo frío del agua haría que el tamaño y grosor disminuyera casi en el acto”.

“Esta bien, ¿cual sería la otra Don Vicente?”.

“Para la segunda necesitaría su ayuda Ingeniera, claro siempre y cuando acepte ayudarme”.

“Pero por supuesto que si, ¿Qué debo hacer?”

“Acércate a ella para que lo examines, después te indicare lo que sigue”.

Diana inocentemente se acerco a Vicente y digo inocentemente por que ella a pesar de su edad era casi ignorante en lo relativo al sexo, su familia no lo abordó en su tiempo, lo que aprendió en el colegio lo vio como meramente educativo y con su novio, bueno nunca lo vio como eso, para ella simplemente fue un episodio muy corto del cual nunca lo quiso recordar, su novio la desvirgó pero solo se movió como loco satisfaciendo solo su placer no el de ella, un “rapidín” como se dice vulgarmente.

Diana se acerco a la verga de Vicente curiosa del estado en que estaba, la única que había visto con anterioridad era la de su novio pero no cabían las comparaciones, la vio gorda, enorme, pero lo que la sorprendía mas eran las tremendas pulsaciones que tenía debido a la presión de la sangre.

“¡Don Vicente pero pareciera que se le va a reventar!”

“No Ingeniera, estos casos no llegan a tanto esta así de gorda pero a lo que usted dice no es posible, pero dígame Ingeniera ¿Nunca había visto una antes?”

“Como esta jamás, solo la de mi ex novio pero era pequeña, al lado de la de usted era muy pequeña”.

Estas palabras hicieron click en Vicente estaba mas que cierto que Diana estaba si bien inquieta por la vista de ese falo no había peligro de que se echara a correr con eso de que había dejado la puerta abierta.

“Y bien Don Vicente ya la he visto por un rato, usted dijo que me daría instrucciones para que lo ayude con esto”.

La inocencia de Diana no hacía mas que poner en predicamento a Vicente pues cada palabra cándida de Diana era como un llamado a adelantar lo que ocurriría ese día pero era muy temprano había tiempo de sobra y con ese pensamiento continuo con la instrucción:

“Le pido Ingeniera que la tome con su mano desde la parte de abajo arriba del par de bolas que lo acompañan”

Diana procedió a tomarla con su mano izquierda, “¿Es zurda Ingeniera? Que curioso no recuerdo una chica zurda”

Diana sonrió con el comentario y volvió a estirar su manita pero al menor contacto la retiro de inmediato.

”¡Esta muy caliente!” dijo con sus ojos abiertos de par en par.

“Perdón por no advertirla Ingeniera pero como le dije con las duchas heladas se calma creo que es por que la sangre se queda en el y hace que sea caliente, inténtelo otra vez Ingeniera”.

La mano de Diana se acerco pero ahora con cautela, la tocó primero con el dedo índice y al soportar el calor que expedía la verga la tomo de la base, Diana una vez más se sorprendió ahora por el grosor de la misma.

“Pero Don Vicente ¡Esto está gordísimo no la puedo tomar completamente con mi mano!”

“Así es Ingeniera la tengo gorda ¿Cree que eso sea malo?”

“No, creo que no, pero ahora ¿Qué debo de hacer, o solo me quedo sosteniéndola?”

“No Ingeniera, ahora por favor con su manita apriétemela lo mas que pueda y suba por el largo de ella”.

“¿De ella?, tiene nombre femenino, ¿Cual es su nombre?”

La candidez de Diana no tenía comparación, era algo que no se la creía Vicente, tener a una chica tan linda, con un hermoso cuerpo y que sea tan inocente, nunca en su vida se había topado con una mujer con estas características al mismo tiempo, lo único que pensaba era seguirle la corriente a la plática inocente de Diana.

“Verga Ingeniera, por estos rumbos la llamamos verga”.

“Verga, que simpático suena”.

“A ver si te es tan simpática cuando empieces a tenerla dentro Dianita” fue el pensamiento del ya muy caliente Vicente.

“Pero siga frotando Ingeniera, hay que ver si con eso se conforma mi verga”.

A dichas palabras Diana siguió frotando la verga de Vicente, a esto comentó:

“Don Vicente a ciencia cierta la siento que esta creciendo en su tamaño, ¿Me detengo?”

“No Ingeniera, por favor continúe, la muy bribona de mi verga hace estas cosas para que pare uno y la dejen en paz, pero siga si es usted tan gentil”.

“No se preocupe Don Vicente que bueno que me pone al tanto de esta bribona como usted le dice…¡Oh! ¿Y esta baba que le esta saliendo?”

“Esta de caprichosa y esta lagrimeando, pero siga Ingeniera”

Y siguió Diana con su frotamiento a la inmensa verga de Vicente por varios minutos más, pero al parecer la verga no se apaciguaba.

“Pues al parecer no para de crecer su verga Don Vicente y ya ha lagrimeado mucho, ¿Hay alguna otra manera de ayudar?”

“Todavía otras maneras Ingeniera le diré cual es la primera y ojala siga ayudándome a calmar a mi verga”.

“¿Cuál es?”

“Que le de un beso”.

“¿Un beso, a poco con un beso se puede calmar?”

“Pero es un beso especial Ing. un beso que se convierte en una mamada”.

“¿Una mamada?”

“Si Ingeniera, como cuando usted como una paleta, las come a chupadas ¿no?”

“Si claro…pues le daré el beso y después la veré como una paleta”.

“Muchas gracias Ingeniera”.

Dicho esto la bella Diana le dio un beso algo tímido en la punta del falo, pero el aspirar el aroma que expedía la verga de Vicente le fue poco a poco trastornando sus sentidos, el llamado de la carne la estaba poniendo inquieta, poco a poco esos besos que le daba al falo eran mas desinhibidos y acto seguido dirigió una mirada a Vicente para después abrir sus sensuales labios empezar a recibir la gran cabeza de esa verga que le estaba empezando a gustar…los líquidos pre-seminales fluyeron en mayor cantidad haciendo que Laura se la sacara de la boca y comentarle a Vicente:

“Que sabor tan curioso tienen las lágrimas de su verga Don Vicente”.

“¿A que le saben?”

“Es un sabor que nunca había probado, es salado, pero pareciera que tiene la consistencia del almíbar”.

“¿Y le gusta Ingeniera?”

“Si”.

“Entonces sígala chupando…ojala y mi verga le dé más de este almíbar que tanto le gusta”.

Y así prosiguió la inexperta mamada de Diana, duro unos diez minutos mas pero al darse cuenta que seguía monstruosamente erguida se dio por vencida y sin más le dijo a Vicente:

“Don Vicente creo que debemos probar el último método para apaciguar a esta verga bribona, dígame en que consiste”.

“Ingeniera, estaba pensando en estos últimos minutos…usted ha sido muy buena al estar ayudándome a que mi verga se calme y vea que ya le he hecho perder su tiempo”.

“No es ninguna molestia, ya le dije que si esto toma mas tiempo con gusto lo seguiré ayudando”.

“Que gentil es, pero como le decía ya ha hecho mucho de su parte y le quiero regresar en parte el favor que me esta haciendo”.

“¿Devolverme el favor...de que se trata?”

“Pero antes de que le diga de que se trata, le tendré que preguntar acerca de su pesar, de lo que me contó de su novio”.

“Ex-novio Don Vicente, ya estoy prácticamente con ese pensamiento hacía él”.

“Esta bien su ex-novio…como le decía quiero que me platique acerca de él por que le pienso proponer un trato en el que saldremos los dos beneficiados, se que le duele hablar de él así que hágalo rápido sin detalles para que no le siga siendo dañino el recordarlo”.

Diana verdaderamente desconcertada pues jamás en la vida se esperaba esta declaración de Vicente y menos después de lo que estaban haciendo.

“Pues bueno Don Vicente ¿De que le quiere que le diga acerca de mi ex?”

“De lo de que ocurrió en la famosa fiesta”.

Diana quedó un poco pensativa pero en ella se había producido una simpatía hacía Vicente y procedió a contarle su desventura:

“Pues bueno estábamos en la fiesta con sus amigos de él al poco rato me llevo a una parte del estacionamiento que tenía poca luz me beso me subió la falda y me introdujo algo en mis partes nobles y sentí un corte, él se movió como loco unos segundos y después de gemir se retiro de mi y volvimos a la fiesta…es todo”.

“¿Es todo? No Ingeniera eso no estuvo nada bien. ¿Me permite decirle Diana, Ingeniera?”

“Claro que si Don Vicente ese es mi nombre ¿no?”

“Gracias pues bueno Dianita como le digo no estuvo nada bien y por lo que me dijo es ahí donde viene la propuesta que le voy a hacer, y como le voy a explicar el último remedio para calmarme la verga es que hagamos lo mismo que con su ex-novio que me permita meterle la verga por donde lo hizo él”.

Los ojos de Diana se pusieron como platos pues al oír la insidiosa propuesta llevo su mirada a esa verga impresionante al tiempo que le decía:

“Pero Don Vicente el tamaño de su verga es increíble y con lo gorda que esta seguro me va a hacer muchísimo daño, más del que sufrí con mi ex”.

“Pero he aquí la propuesta que te hago…al momento en que estemos en la tarea de la introducción de mi verga yo te garantizo que recompensaré el dolor sufrido con las sensaciones mas ricas que jamás hayas sentido”.

“¿Ricas sensaciones?” pensó Diana y en el momento recordó fragmentos de platicas con sus amigas referentes a lo que hacían con sus novios, fragmentos que hablaban de un dolor tremendo pero después de un tiempo sentían algo muy diferente unas ricas sensaciones justo como le decía Vicente y lo que le terminaban contando sus amigas era que habían tenido una experiencia que les había cambiado la vida.

Diana aunque era muy bella su rostro tenía una expresión de tristeza y es que para ella esa experiencia jamás fue grata.

“Dianita… Dianita ¿le pasa algo?” preguntó Vicente pues no paso por desapercibido el que Diana no estaba con él en lo que le platicaba.

“¿Eh? ¡Ah si! Don Vicente perdón pero con lo que me dice me quede pensando en alguna platica con mis amigas donde prácticamente me decían lo mismo que usted me esta diciendo, pero hay algo que me platicaron que nunca entendí es que me después de les dolía les terminaba gustando que sentían unas ricas sensaciones como usted dijo, pero a mi nunca me pasó. ¿Por que a ellas si les termino gustando y a mi no Don Vicente, usted sabe?”

“Pues es sencillo Dianita a tus amigas se los hicieron hombres que saben tratar a una mujer en esas circunstancias y a ti te toco un idiota, un niño en estas circunstancias, por eso te repito el trato: Me permites intentar el ultimo remedio para calmar mi verga y a cambio te haré sentir todas esas ricas sensaciones de las que tus amigas presumen y así podrás presumir también, lo de tu ex-novio quedaría olvidado y hoy será el día que cambiará tu vida. ¿Aceptas?”

El rostro de Diana era de duda pues en una balanza estaba por un lado el gran dolor que de seguro le haría sentir esa verga pero por el otro era superar su trauma, el estar con sus amigas en igualdad de circunstancias y sonreír a plenitud si se presentaba una vez mas el tema que empieza con la recurrente pregunta ¿Y tu ya lo haz hecho?

“Don Vicente, su verga para lo que me propone me da mucho temor”.

“¿Pero por que Dianita? Ya haz hecho amistad con ella, la haz sobado, besado y chupado y, ¿Te ha hecho algo malo?”

“No, pero lo que me va a hacer si que va a ser malo”.

“Lo único malo por así decirlo es el dolor que sentirás, pero como te dije sé tratar a una mujer… ¿Entonces que, aceptas?

“Bueeeno con tal de que su verga se calme y que me ayude a superar mi problema…acepto, ¿Que hay que hacer?”

Con esto Diana dio su consentimiento a que le mostraran un mundo desconocido pero lleno de placeres, aunque tendría que pagar el precio con el dolor de la entrada de esa formidable verga en su vagina.

“Lo primero antes que nada será el desnudarnos”.

“¿Desnudarnos, pero por qué?”

“Para la introducción de mi verga no quiero tener nada que me estorbe, presiento que va a costar algo de trabajo, así que prefiero que sea de ese modo”.

“Esta bien”.

“Permíteme hacerlo yo primero Dianita para que tomes confianza”.

Vicente procedió a terminar de quitarse sus jeans, calzado y ropa interior, Diana lo veía curiosa, le sorprendía que no tenía la menor importancia para él desnudarse delante de ella. Vicente termino por quitarse la camisa y al hacerlo dejo ver un torso fornido con algo de panza pero con unos brazos musculosos gracias a las labores de campo, al verlo así Diana dio un pequeño suspiro.

“Dianita ahora es tu turno“. Fue la frase que la sacó de sus pensamientos.

“Me da pena el hacerlo delante de usted, nunca lo he hecho delante de nadie”.

“Yo ya lo hice y no me dio pena”.

“Jeje, de eso me di cuenta”.

“Haz el intento, primero con tu playera”.

Acto seguido y muy lentamente se empezó a quitar la playera, esto era por pena pero parecía también un acto de streap tease bastante sensual cuando termino de hacerlo procedió a doblarla y ponerla en una silla que estaba junto.

“Estas mujeres que se fijan en cada detalle” fue el pensamiento de Vicente al tiempo que se daba un banquete visual con lo que Diana mostraba, llevaba un sostén de lencería blanca muy coqueto el cual tapaba al parecer un bonito par de senos de agradable tamaño.

“¿Ahora con que sigo?”

“Quítate el calzado pues lo necesitarás para quitarte tus jeans”.

Laurita se sentó en el sofá que estaba en esta cabaña…primero un botín y después el otro, el calzado había salido ahora sus pies solo lo cubrían unos tines.

“Ahora tus jeans Dianita, pero por favor solo los jeans, de tu ropa interior me encargo yo”.

Acto seguido Diana se quito los jeans, su rostro miraba al suelo demostrando la pena que tenía por hacer esto delante de una persona que hace unas horas no conocía, los jeans salieron de las piernas de Diana dejando ver una pantimedia que hacia juego con el sostén y fueron a parar junto a su demás ropa en la silla cercana, para terminar se quitó sus tines y volvió al sofá para sentarse,

“Acércate” le ordenó Vicente.

De inmediato se levantó y se acercó a Vicente, la escena era de un erotismo puro, una joven en sus veinte primaveras portando solo su juego de lencería acercándose a un hombre en su madurez con la verga salvajemente distendida ya no había marcha atrás, el acto en el que la verga sería calmada y Dianita superaría su problema estaba por comenzar.

Al estar frente a frente Vicente camino alrededor de Diana admirando el hermoso cuerpo de ella delgado pero con sus curvas pero a la vez nada exagerado, al terminar de recorrer con su mirada su cuerpo otra vez estuvieron frente a frente y la vio a los ojos a lo que le dijo:

“Eres muy hermosa Dianita”, ella solo se sonrojó ante la flor que le acababan de decir.

Vicente procedió enseguida a acariciar con sus manos gruesas y ásperas sus hombros, fue cosa de unos breves segundos pues de los mismos hombros hizo que se girara para despojarla de su bonito sostén, Diana estaba ida desde el momento en que este hombre la había cautivado con el espectáculo de ver su cuerpo fornido.

El sostén abandonó sus senos y estos se mostraron orgullosos con unos pezones muy claritos solo un poco menos que su piel blanca y tersa, Vicente jamás había visto unos senos con estas características si bien había tenido sexo desde que quedó viudo las únicas mujeres que había conocido sexualmente eran morenas con pezones prietos, los que él veía aumentaban su calentura, extendió sus manos y los acarició, esto causo gran sorpresa en Diana por que esa caricia nunca la había experimentado sus pezones eran muy sensibles y al recibir las manos ásperas se pararon casi al instante, al verlos y sentirlos erguidos comentó:

“¿Ves Dianita que no hay nada que temer?”

Después de masajear este par de lindos montes le dijo:

“Recuéstate en el sillón…vamos a empezar”.

La nena sin protestar se tendió en el sofá esperando saber que continuaba, lo que continuo es que Vicente se acerco a ella se hinco y sus manos fueron en busca de los laterales de su pantimedia y se las empezó a quitar cosa que hizo lentamente, no había prisa de ninguna índole de hecho desde que entraron a la cabaña el tiempo pareció haberse detenido en la misma, cuando por fin salió la pantimedia se la llevó a su nariz quería un anticipo de su olor y sabor puesto que se la llevo a la boca al ver que estaba algo húmeda, al hacerlo vio a Diana, por fin ambos estaban desnudos, todo lo que había dicho y hecho para que esto se presentara había funcionado.

Diana con pudor tenía su mano tapando su vagina y con la otra se tapaba sus senos, Vicente dándole a entender la situación en la que estaban le retiro la mano que cubría la vagina quería ver lo poco que le faltaba de ver del cuerpo de esta hermosa joven, su vagina estaba casi desprovista de vello, Diana acostumbraba afeitársela, tal vez por oídas de amigas que acostumbraban hacerlo, el único vestigio de vello era un hermoso plumoncillo justo arriba de su clítoris, un hermoso detalle digna de tan bella joven.

Vicente procedió a abrir sus piernas cosa que hizo sin restricción alguna de Diana que estaba expectante por todo esto prácticamente desconocido para ella, Vicente al tener abiertas las piernas de Diana frente a el se percato de lo estrecha que era su hendidura, no podía creer que fuese así pues por lo que le había confesado Diana ya no era virgen pero ¿Por qué? Casi de inmediato recordó otra confesión de ella “su miembro era pequeño y comparado a lo que tiene usted…muy pequeño”.

“Entonces prácticamente va a ser trabajar desde cero” fue el pensamiento del maduro señor.

“Tu panochita esta muy cerrada Dianita lo único que te hicieron fue romperte tu telita por eso te dolió, ¡Vaya que la tiene chiquita el idiota de tu ex!”

A Diana le causo gracia esto por dos cosas: la primera, el termino panochita pues no lo conocía y sonaba curioso y la segunda por que ofendió a la persona que la había ofendido.

“¿Panochita, se refiere a mi vagina?”

“Así la llamamos los hombres de por aquí, panocha, pero la tuya es tan chiquita que por eso lo de panochita, pero te vuelvo a decir, esta muy cerrada”.

“¿Pero si se podrá hacer el favor que nos vamos a hacer?” le dijo con una inocencia pura.

“Por supuesto Dianita no faltaba mas, este día te vas a ir con una sonrisa a su casa o me dejo de llamar Vicente Olmos, ahora vamos a hacer que su panochita se humedezca, que se lubrique”.

Acerco su rostro a la vagina de Diana y antes que nada aspiro, obvio su olor era más fuerte que cuando aspiro en su pantimedia y al hacerlo y reconocer ese grato aroma su verga se estremeció brutalmenet de abajo a arriba, parecía que tuviese vida propia y le pidiese entrar en ella de una buena vez, pero en vez de eso con sus manos procedió a abrir sus pequeños labios vaginales y le estampó un sonoro beso, al sentir eso Diana tuvo un delicioso estremecimiento en su zona púbica, Vicente de inmediato empezó a pasar su lengua a todo lo largo de esa linda hendidura arrancándole los mas encantadores suspiros a la linda Diana, y empezó así una mamada a la vagina de Diana acto que duró varios minutos, Vicente veía las reacciones que tenía Diana al sentir dichas caricias orales y ver que aumentaban segundo a segundo se dedico a chupar el clítoris y se admiró al ver el lindo rostro de la joven al volverse rojo y con los iris yéndose a la parte de arriba dejando ver sus ojos en blanco solamente, las contracciones de su vientre y sus gemidos eran ya fuertísimos.

“¡Uuuy Dianita! Si con esto te quieres venir con la verga adentro te desmayas” fue el pensar del experimentado hombre.

El seguía sorprendido de lo ceñida que estaba su vagina y procedió a introducir el dedo medio de su mano en ella, el grosor del dedo y lo áspero de su piel lo resintió su delicada vagina pues se contrajo como chapándole su dedo.

“¿Pero que esta haciendo Don Vicente?” Dijo Diana bajando la vista hacia la unión de sus muslos.

“Comprobando lo estrecha que tienes tu panochita y viendo que ya esta un poco húmeda por la mamada que acabo de dar… vamos a que mi verga y tu panochita se conozcan”.

Vicente se levanto del lindo cuerpo de Diana que quedó con las piernas abiertas, Vicente se las levantó e hizo que flexionara sus rodillas, Diana desde su posición veía su vagina y justo delante de ella la inmensa verga de Vicente para después ver que con una mano la verga era dirigida hacía su pequeña hendidura vaginal.

Vicente se dedicó a darle unos pequeños empujones a su verga en la entrada vaginal a manera de pequeños besos por así decirlo, quería que Diana se acostumbrara al contacto genital de ambas partes.

Al cabo de un rato Vicente decidió que era tiempo de empezar lo que parecía imposible, apoyo el glande y empujo con mayor fuerza entre los pequeños labios vaginales, estos resistieron, era lo normal y Vicente lo sabía, lo esperaba, pero lo que en realidad quería él era ver como esos labios poco a poco se iban a ir dilatando conforme al tratamiento que le estaba aplicando a Diana.

La joven empezaba a sentir pequeñas punzadas en su vagina debido al ensanchamiento de su vagina:

“Ay Don Vicente esto me esta empezando a doler” dijo la joven con el seño fruncido.

“Tranquilízate Dianita, el tratamiento está apenas empezando”.

“¡Ayyyy!” fue el lamento agudo que dio Diana cuanto Vicente le dio un fuerte empujón y la parte delantera del glande quedó acoplada a la entrada vaginal, pero aún así no estaba ni la cuarta parte de la cabeza instalada.

Ahora solo quedaba empujar y empujar, Vicente lo hizo de una forma morbosa pues quería ver como la vagina se iba tragando poco a poco su verga y él lo iba a hacer de esa manera, de poco a poco…milímetro a milímetro.

Y Diana lo estaba sintiendo así, milímetro a milímetro, en algunos empujones se podía contener el grito correspondiente pero en otros no lo podía hacer saliendo de sus pulmones ayes de dolor que se oían lejos de la cabaña, pero estos no los oiría nadie, estaban prácticamente en medio de la nada.

Ya el glande estaba a la mitad, justo habían llegado a la parte donde empezaba a estar mas grueso, justo ahí Vicente procedió a dar un último empujón para que el glande entrara completo. Así lo hizo y vio como los pequeños labios vaginales se abrieron salvajemente y después en un pequeño instante se cerraban levemente… el glande estaba adentró completamente.

Diana se contorsionaba de dolor sus párpados cerrados furiosamente y sus manitas se agitaban violentamente como queriendo sostenerse de algo, Vicente se reclino hacía ella para susurrarle al oído:

”Lo estas haciendo de maravilla Dianita”.

Ella no contestó nada lo único que pudo hacer era darle femeniles puñetazos en el sofá a manera de protesta, Vicente se dio a la exquisita tarea de sumir su portentosa verga milímetro a milímetro saboreando lo estrecha que era Dianita, así entraron unos cuantos centímetros en la hermosa vagina de Diana y el ingreso de pronto cesó, Vicente hizo eso para darle a Diana el tiempo de que se adaptara su vagina al grosor de su verga y para ver el bello rostro de Diana transformado por la tortuosa experiencia sexual que estaba viviendo (por ahora).

Después de unos minutos empezó de nuevo a adentrarse, a distender esa linda vagina, al cabo de varios minutos ya solo quedaban unos siete centímetros de verga por alojar y Vicente decidió que era tiempo de estar dentro de ella de manera total por lo cual dio un poderoso empujón el más brutal de todos los que había dado hasta el momento y vaya que funcionó, la verga quedó firmemente encajada en su totalidad, el chillido que dio Diana también fue el más brutal de los que había dado esa mañana-tarde, pero aun faltaba y mucho por experimentar para la bella Diana.

Vicente se dio a la tarea de empezar a bombear su verga, la cual en el momento de retroceder se llevaba parte de los labios interiores mostrando una vez más lo estrecha que tenía Diana su vagina, todo esto vino con fuertes lamentos de parte de Diana, le dolía espantosamente este ensanchamiento a su vagina.

Vicente no sentía lástima por Diana, estaba haciendo lo que tenía que hacer para que su verga se calmara, empezó así a bombear de manera acompasada esperando a que Diana se empezara a lubricar, pero era una labor que iba a demorar, después de un tiempo considerable empezó a aumentar el ritmo hasta que por fin dentro de la vagina de Diana se dio el chispazo que tanto esperaba Vicente, ese chispazo que ya no era de dolor por parte de Diana si no de placer, el bombeo siguió y Diana se empezaba a sentir diferente no sabía que estaba pasando con ella, era una sensación desconocida y a cada bombeo que pasaba se multiplicaba desde su vagina hacia todo su cuerpo, el cual por las ricas sensaciones experimentadas se estaba empezando a perlar en sudor, Vicente veía que su labor empezaba a dar frutos.

“¿Como te sientes Dianita?” fue la cínica pregunta pues Vicente quería oír de viva voz por parte de  ella que le estaba encantando la manera en que le estaba calmando su poderosa verga.

“¡Ahhh! Don Vi-cen…Don Vicente… ¿que es esto que siento?” Diana estaba empezando a gozar pero aun sin saberlo.

“Son las ricas sensaciones de las que te hablaban tus amigas, pero de seguro que lo que sientes no lo sintieron ellas, te lo estoy haciendo como nunca se lo he hecho a ninguna mujer, tienes que decirles que lo tuyo fue mucho mejor”.

“¡Ahhh diiiooosss no se…si…pueda…soportarlo….”.

“Claro que si puedes, si pudiste con el dolor ¿por que no has de poder con el placer?”

Vicente empezó a bombear con mayor ritmo pues notó que la vagina se estaba lubricando al fin.

Diana estaba siendo arrastrada salvajemente a un torrente de placer puro, de un placer salvaje del cual no tenía ni idea que existiera horas antes de conocer a Vicente.

El cuerpo de Diana estaba ahora completamente perlado de sudor y su rostro estaba empezando a adquirir un tono escarlata, sus gemidos a veces eran calmos y a veces eran fuertes, en su vagina se estaba empezando a formar lo que sería el primer orgasmo de Diana, Vicente lo veía todo…lo sentía todo, y con esos síntomas empezó a bombearla con una velocidad insana, Diana quería decir algo pero no le salían las palabras de la boca, Vicente se acercó a ella. “Dilo Dianita, sácalo, no te reprimas…déjate ir”.

Diana al tener el torso de Vicente cerca de ella solo atino a abrazarse fuertemente de su cuello robusto en estos momentos previos a su primer orgasmo, este se acercaba vertiginosamente parecía que Diana se desmayaría, que no iba a poder ser testigo de aquel orgasmo portentoso, pero su naturaleza afortunadamente no le privó de esa sensación y con la boca abierta sus iris se fueron para atrás y con lo escarlata que tenía su rostro además del sudor que lo bañaba hacían de su rostro un poema del que solo Vicente tenía el privilegio de verlo.

Las contracciones en el vientre de Diana eran formidables Vicente tenía que sujetarla fuertemente de la cintura pues pareciera que lo iba a tumbar del sofá hasta que por fin el salvaje orgasmo explotó y Vicente sencillamente se la dejo ir de un empujón en su totalidad al tiempo que sentía como esa vagina le estaba sorbiendo la verga como si prácticamente se la estuviesen ordeñando al mismo tiempo de sentir esa vagina en la que estaba encajado empezó a soltar un manantial de secreciones vaginales a la par de que Diana se abrazó a él de manera aun mas fuerte y a menearse de manera muy sensual…así pasaron estos instantes donde Diana conocía al fin lo que era el placer sexual.

“Aquí el trabajo ya esta hecho, de aquí en adelante será solo diversión” fue el pensamiento de Vicente pues su verga estaba todavía lejos de calmarse.

Vicente empezó el lento desacople de la vagina de Diana pero al dar el último tirón la cabeza de su verga salió con un sonido de succión de la vagina, como un leve destape de una botella, el curioso sonido solo hizo aumentar las ganas de oír y comprobar una vez mas lo estrecha que era Diana, fueron unos diez mete y saca de la cabeza gorda de su falo con sus respectivos sonidos coitales, al fin de estos miró a Diana que al parecer volvía a estar sus sentidos con él en esta cabaña en medio de la nada.

“Don Vicente…no se que decir…¿Qué me pasó? Su verga ya se calm….” Cuando fue interrumpida al ver a Vicente retirarse del sofá y ver a la verga que seguía bien parada y escurriendo jugos vaginales.

“¡No puede ser! ¿Aun no se calma?”

“No Dianita aun no se calma y aún no estas completamente aliviada de tu problema en tu panochita…aún queda mucho por hacer, ponte de pie”.

Al estar frente a frente Vicente tocó la vagina de Diana y al hacerlo ella tuvo un estremecimiento en sus piernas.

“¿Ya vez como aún no estas lista? Esto es síntoma de que tu panochita le falta mucho por hacer y conocer…arrodíllate de espaldas a mi donde estabas acostada”.

Obedientemente Diana lo hizo.

“Ahora inclínate hacia delante” Al hacerlo sus hermosas nalgas se proyectaron hacia Vicente el cual solo pudo emitir una exclamación ahogada y su soberbia verga moverse de arriba abajo, como si ella misma quisiera estar adentro de ella otra vez.

“¡Pero que culo tienes Dianita! Ahora no te muevas te voy a meter la verga de nuevo”

Diana no sabiendo si le iba a doler como al principio o a gustar como al final volteó hasta donde pudo sin ver bien como la verga se acercaba a su encantadora vagina, al sentir el calor del glande apoyarse en su entrada lo único que pudo hacer fue morderse el labio inferior cosa que duró un instante pues al hacer su triunfal entrada la verga su boca se abrió en franca sorpresa y al ir entrando otra vez poco a poco Diana intentó impedir su paso apretando sus músculos vaginales pero era completamente inútil la verga entraba majestuosa, al cabo de estar incrustada a la mitad el rostro de Diana cayó en plena rendición, al ver esto Vicente sabiéndose triunfador le dejo ir la otra mitad en una formidable embestida que hizo da a Diana un ronco y caliente gemido de dolor-placer.

Lo que siguió fueron unos interminables embistes de esa verga a los cuales gradualmente el placer superaba al dolor y Diana empezaba a menear su cadera en círculos de forma sensual siguiendo el ritmo de bombeo que Vicente le daba.

” ¿Te gusta Dianita?” preguntó Vicente al tiempo de con su mano le daba caricias a su  esfínter anal.

“Ahhh Don Vicente ¿Qué está haciendo?

Te estoy estimulando acariciándote tu culito ¿Te esta gustando lo que hago?

¡Ahhh!!! Cada vez me siento mas a gusto con lo que me hace…siga, siga…¡Ahhh!!! Más du…ro, más rá…pi..do maaasss y Dianita se rindió con otro orgasmo impresionante, el segundo en su corta experiencia sexual.

Vicente solo esbozó una sonrisa sabiendo que estaba haciendo un buen trabajo con aquella joven prácticamente caída del cielo.

De un buen jalón le sacó su verga llena otra vez de secreciones vaginales y se sentó en el sofá esperando a que Diana se recuperase y al hacerlo le dijo:

“¿Cómo la estas pasando Dianita?”

“Don Vicente la verdad no se que decir, el dolor ha sido enorme pero lo que ha venido después es algo que no puedo describirlo”.

“Es el placer Dianita, ¿No te lo dije en un principio? Pero era de lo que te prometía al principio cuando te propuse el trato. ¿Como te has sentido al tratar de calmarme la verga?”

“Me daba mucho temor al principio y al empezar a sentirla adentro me arrepentía del trato”.

“¿Qué es lo que mas te ha gustado de esto que estamos haciendo?”

Diana se quedó pensando en las sensaciones experimentadas y al cabo de unos segundos dijo:

“Creo que su verga al entrar, su cabezota que tiene al entrar hace que me abra en mi interior y no hay nada que pueda hacer para impedirlo y siento que me abre hasta muy al fondo de mi y al final lo único que queda es que siga abriéndome que siga haciéndome sentir rico en mi vagina”.

Vicente oía como hasta después de dos orgasmos experimentados Diana seguía siendo una muchacha muy cándida…pero eso lo quería cambiar, quería que al retirarse de la cabaña fuera otra, que fuera una mujer hecha y derecha en cuestiones sexuales y para eso aún había tiempo de sobra.

“Dianita ven te enseñare otra postura de cómo recibir la verga en tu panocha. Ponte enfrente de mi…ahora sube en el sofá…empieza a ponerte en cuclillas…así, ahora con tu manita dirige a mi verga hacía tu panochita, así…ahora restriega la cabeza en tus labios, ¡Ahhh delicioso!”

Y delicioso lo era para Diana también, sus sensaciones eran de placer con dolor pera ya este era muy pequeño, se mordía los labios al experimentar esta mezcla de sensaciones, dirigió su mirada a Vicente como diciéndole que procedería a meterse su gran verga, él asintió con una sonrisa y la hermosa joven empezó a clavarse de a poco esa imponente verga, la vagina se ajustaba ya con cierta facilidad gracias a la lubricidad adquirida con sus orgasmos antes descritos, así que esta vez no demoró tanto en entrar en su totalidad y al hacerlo Diana exhaló un profundo suspiro.

“Ahora empieza a moverte como si quisieras sacarte la verga pero sin hacerlo y te la vuelves a meter en tu panochita”.

Diana cumplió a la perfección sus instrucciones y al menor movimiento de retroceso de la verga en su vagina el placer invadió con fuerza su cuerpo de una manera total el rostro de ella de inmediato se descompuso por el placer recibido y así empezó un mete y saca brutal para Diana pues Vicente no se quedó inmóvil era algo mutuo, él la tenía sujeta de su esbelta cintura y al estar en esta postura sus senos le quedaban como si Diana se los estuviera ofreciendo, Vicente ni tardo ni perezoso empezó a chuparlos con intensidad, esta caricia hizo que los pezones de Diana reaccionaran y se pusieran erectos como si salieran al saludo a tan obscena lengua, los gemidos de Diana iban en aumento e intensidad, la joven estaba enloqueciendo de placer ya no se preguntaba que eran estas sensaciones lo único que quería era que fueran más y de mayor intensidad, su rostro una vez mas se volvió escarlata y perlado en sudor, pero ahora Vicente quería tener el control del goce así que con las manos en la cintura de la joven hizo que el ritmo cesara, Diana se sorprendió pero su cintura se mantenía ondulando queriendo que la verga se restregara en ciertas partes internas de su vagina, así se mantuvieron por algunos minutos y posteriormente Vicente le pidió que continuara ensartándose su bestial verga en su vagina, en Diana se volvió a prender la chispa que empezaría el nacimiento de un nuevo orgasmo en el cuerpo entregado al placer de Diana, el cosquilleo interno estaba volviendo loca de placer a Diana y Vicente empezó a moverse como loco abajo de Diana, los golpeteos de ambos cuerpos ya eran de una obscenidad bárbara y los gemidos de ambos también, Vicente tomo a la bella joven por la parte posterior de las rodillas y le indicó:

“Sujétate de mi cuello Dianita”.

Lo cual la jovencita apenas y pudo hacer pues Vicente se paró del sillón sujetándola y empezó un bestial mete y saca, los sonidos de los líquidos seminales y vaginales mezclándose, la verga reluciente por ambos eran un espectáculo digno de haberse grabado pues la joven parecía que no pesaba nada, Vicente con su fuerza y con lo caliente de la situación hacía que esto pareciera cierto y Diana al estar en esta postura le entraba la verga completamente, los testículos se estrellaban con furia en su ano y el tercer orgasmo bestial explotó nuevamente en el dulce cuerpo de la joven, cabe mencionar que la nena había experimentado este orgasmo con más fuerza que los dos anteriores, gradualmente cada uno era mejor y más intenso que el anterior, pero la verga de Vicente aún continuaba bien parada y Diana lo sentía.

Vicente recostó a la joven aún con los últimos estremecimientos recorriendo su cuerpo.

“Dios mío fue increíble” fueron las palabras de la joven, casi un susurro salido de sus labios.

“Eres una mujer riquísima Dianita nunca una mujer se portó así de caliente mientras me la cogía”.

“Mujer” fue el pensamiento de Diana, siempre le decían por su nombre o Ingeniera o jovencita esa palabra la cimbró y antes de que pudiera pensar más al respecto Vicente continúo con su plática:

“Ya casi mi verga se calma, para que esto pase lo intentaremos como la primera vez Dianita recuéstate y abre las piernas” cosa que hizo inmediatamente iba a decirle otra cosa pero fue interrumpido por ella.

“Que bueno que ya casi se calma, casi me desmayo por el tratamiento pero soportare otro, así que ande Don Vicente métame su verga”.

Vicente sonrió, ya la jovencita la estaba pidiendo, así que sin más se situó en medio de ese par de bonitos muslos apuntando el glande en medio de esa vagina juvenil, él sabedor de que la estaba volviendo una adicta al sexo le preguntó:

“Ya te esta gustando esto”.

“Jeje, si la verdad es que estas sensaciones me están gustando como nada en este mundo”.

“Bueno aquí la tienes” y se la metió de una soberbia embestida y lo único que pudo Diana hacer fue cerrar los ojos al tiempo de emitir un potente gemido, Vicente quedo enterrado en esa hermosa vagina al tiempo de gozar del firme apretón pero también evitaba venirse, sus manos bajaron para asirse de ese bonito para de nalgas y empezar la tanda de embestidas que pondrían fin a esa fornicada que le estaba poniendo, y así al momento de empezar a hacerlo el goce de Diana empezaba una vez a aparecer y por supuesto a crecer con la misma velocidad que le ponía Vicente a sus embestidas.

“¡Ahhh!, ¡Ahhh!...¡Ahhhh!!!!! Vicente por Dios…¡Vicente dame masssss! Diana estaba loca de placer, las sensaciones la desbordaban no podía contenerlas su cuerpo tomaba una vez mas pleno control de su mente.

“¿Quieres más? ¿Cuánto más la quieres Dianita, cuanto más la necesitas?” Preguntó Vicente sabiéndose dueño ya de esa hermosa joven.

“Muuucho…mucho Vicente la quieeero…la necesito muchoooo…por favor ¡déme mas duroooo, más rápidooooo!...¡Ahhh Diossss miioooo!”

Justo aquí Vicente empezó una serie de embistes cortos pero rápidos, muy rápidos al parecer la verga estaba sobre el punto G de Diana y la estaba sometiendo a una cantidad de placer que Diana por su inexperiencia no era capaz de asimilar en su totalidad.

“¡Mmmmhhhaahhhh!” fue el gemido de tonalidad grave que apenas pudo salir de los labios de la jovencita, al tiempo de que su cuerpo empezó a ser víctima de unos temblores que anunciaban otro brutal orgasmo que Diana experimentaba ese día y Vicente ahora empezaba unos mete y saca impresionantes pues su verga parecía que se saldría de la linda vagina pero de inmediato se la metía toda de un embiste y así seguía la verga incrustándose profundo en ella llenándola perfectamente, la respiración de Diana era rápida y en aumento hasta que se convirtió prácticamente en un estertor, la escena de la inmensa verga y la linda vagina tragándosela entera era digna de haberse filmado, se podía ver como la vagina lo apretaba firme pero no tanto como para permitirle su introducción sin ningún problema.

“¡Ahhh! Vicente” por fin pudo pronunciar algo Diana.

“¡Me esta matando tu verga! “¡Yaaaa por….fa…vor!”

“¿Estas segura que hasta aquí quieres Dianita? Por mi me salgo y quedas mal con la parte de tu trato”.

“¡Nooo por favoooor no saque su vergaaaa me hace decir cosas y ya no seeee que pensaaaar…pero ¿Cuanto falta para que se calmeeee?”

“Ya poco Dianita…agárrate de mi voy a empezar a moverme más fuerte”.

“¡Aaahh, ahhh,ahhh!” y se podían contar por decenas los gemidos acompasados al ritmo que entraba y salía la verga de Vicente el goce de Diana aumentaba y una vez más su rostro adquiría el tono escarlata, su mirada vidriosa, sus labios entreabiertos todo su ser preparándose para el más bestial orgasmo que sentiría en esa cabaña, Vicente se dio cuenta de todo el cuadro que presentaba la encantadora joven y aceleró hasta el delirio hasta que por fin con una soberbia embestida le anunció la llegada de su corrida:

“¡Dianita siente esto….es mi leche…mi verga por fin se calma!

Dio un fuerte gemido, su cuerpo se puso rígido y salieron así cinco fuertes chorros de semen hirviente a lo que Diana al sentir el vendaval se vino uniéndose así el goce de Vicente, los movimientos pélvicos eran fuertes y con una sensualidad tremenda, una novata prácticamente en estas lides había recibido una verdadera clase de apareamiento y el otro experimentado pero que nunca le había tocado una damita tan joven tan exquisita y sobre todo que respondiera tan caliente pues sencillamente le había dado una excelente fornicada.

Vicente salió con su verga flácida y escurriendo en líquidos sexuales, Diana al sentir a Vicente retirarse de ella vio como su falo estaba ya apaciguado:

“¡Al fin ya su verga se calmó!...¿Como fue posible eso?” le dijo Diana con alivio.

“¿No sentiste como me vine Dianita? Te deje ir mi leche en tu panochita, la apretabas tan rico que salió disparada muy fuerte, sentí muy rico, ¿Y tu?”

“Sentí algo caliente, pero con lo que me hizo sentir no le preste tanta atención, ¿Lechita, o sea su semen?...¡Me va a embarazar Don Vicente!” La jovencita ahora si recordaba sus lecciones de educación sexual.

“No te preocupes Dianita antes de que te vayas para tu casa te daré algo para eso” Le dijo Vicente que ya empezaba a ponerse sus ropas.

Todo lo narrado anteriormente no paso desapercibido para un par de ojos que los veían desde el marco de la puerta.

Diana se incorporó del sofá y sintió la mirada que los veía:

“¡Hola! ¿Como te llamas?” le preguntó con un tono infantil.

Vicente al oír esa pregunta se volteó y al percatarse de quien era le dijo a la joven:

“Se llama Goliath es un Mastín que lo tengo desde cachorro y se encarga de cuidar la cabaña y todo el terreno”.

El perro era enorme digno de su raza y con sus músculos bien tonificados.

“Es hermoso, pero ¿Es manso? Goliath se fue acercando la joven desnuda.

“Si, te esta viendo conmigo y no hay ningún problema”.

Al momento de acercarse Diana por el ángulo que estaba no se percato de un “pequeño detalle” y el momento de estar junto de él ahora si lo percibió…era que el imponente can tenía una erección y se asomaba su colosal miembro que hacía ver pequeña la verga que la acababa de ver visiones.

¡Dios mío! ¡Pero que horror! Exclamó Diana aterrada.

“Tranquila Dianita, Goliath se excitó con lo que vio, jeje”.

“Ojala haya alguna perrita que le calme la verga…mas bien una perrota” mientras Diana decía eso no dejaba de quitarle la vista al falo canino.

“Bueno Dianita vístete ya, no vaya a querer Goliath que se la calmes también” dijo Vicente para ver que cara ponía Diana y si se molestaba con esa propuesta de mal gusto, pero para sorpresa de él Diana al oír el comentario su mente empezó a trabajar a mil viéndose en la supuesta situación de fornicar con el enorme perro y lo único que terminó pensando es “dolería muchísimo si ese perro lo hace conmigo pero ¿me terminaría gustando como con Don Vicente?”

“Dianita que te vistas” así salió Dianita de su candente pensamiento.

“Ya voy Don Vicente, discúlpeme” y así la joven en poco tiempo se vistió y se alació su cabellera.

”Vamonos…¡Adiós Goliath! ” se despidió del can que aun exhibía su tremenda herramienta.

“Te invitó a comer Dianita después de todo esto tengo un hambre bestial ¿Tu no?”

“Vaya que si”.

“Siempre dan ganas de comer después de coger Dianita eso es casi una ley”.

“Es bueno saber eso jeje”.

“¿Qué hora tiene Dianita?”

“Las 5:00 P.M.”

Y así iniciaron el camino hacía el pueblo, un recorrido tranquilo y sin prisas platicando de cosas mundanas hasta que se detuvo la camioneta:

“Ahora regreso” le dijo Vicente y se metió a un local que Diana no se percató de que era y en ese lapso su pensamiento iba hacia Goliath.

“¿Y si hubiera la oportunidad de calmarle la verga a Goliath también?…¿Tendrá una perrita a su lado? Por que de seguro sufrirá si no se la calman…pero ¡Por Dios que esa verga es temible! ¡Dolería un montón el intento!”

En esas estaba cuando vio salir a Vicente del local y al meterse a la camioneta le dio una caja.

“Tomate una de estas en la mañana Dianita es para que no te embaraces les dicen ‘píldora del día siguiente’ de seguro te sirven pero te la tomas no vayas a salir con tu domingo siete jeje” Vicente le dijo con una sonrisa burlona.

“Por supuesto que lo haré imagíneme con un niño ¡Uy no!”

“Bueno ahora a un restaurantito que conozco ahí cocinan bien rico”.

Y así pasaron la siguiente hora comiendo opíparamente y platicando cordialmente, en ese momento sonó el celular de Diana, era su jefe inmediato, Leonardo:

“Diana ¿Dónde andas, estas bien?”

“Si estoy bien estoy en el pueblo donde me mandó, hubo un problema con la camioneta de señor Vicente Olmos y no podía regresarme sola estábamos muy lejos del pueblo apenas vamos llegando y me invito a comer en agradecimiento de no dejarlo solo…¡Estuvo bien no Leonardo?”

“Pues si, es un imponderable”.

“¿De aquí ya me puedo ir a mi casa? Ya es tarde pero si quieres me voy para allá”.

“No te preocupes de aquí a que llegas nada mas sería para que te fueras, nos vemos mañana”.

“Hasta mañana Leonardo”.

“Se preocupan por ti Dianita, eso es bueno”.

“Pues si…pero también es la primera vez que no regreso después de un recorrido, jeje”.

“Pensé que si, como tenías el pretexto en la punta de la lengua”.

“No ¿Como cree? Ojala no se me haga costumbre”.

“¿No se te haga costumbre el que?”

“El inventar pretextos ¿Qué pensaba?”

“El que no se te haga costumbre lo que hicimos en la cabaña…ojala eso si se te haga costumbre pues lo haces muy bien”.

“¿Usted cree?”

“Por supuesto..a ver si no sueño contigo”.

“Que cosas dice Don Vicente”.

“La pura verdad Dianita, vámonos, déjame pagar la cuenta”.

Y así estuvieron afuera de la camioneta en lo que pasaba el transporte que llevaría cerca de casa:

“Bueno Don Vicente ya viene mi transporte fue un gusto el conocerlo”.

“El gusto fue todo mío Dianita” dándole a entender a Diana a que se refería.

“Si de “eso” también fue un gusto jaja” le respondió guiñándole coquetamente un ojo.

“Platicaremos de eso otro día Dianita…¡Adiós!”

Y Dianita se subió pago su pasaje y se sentó…inmediatamente sus pensamiento fueron hacía todo lo experimentado.

“Dios este si que fue un día fuera de lo normal, me encantó que me haya metido la verga nunca me hubiera imaginado esas sensaciones, y bueno hasta le vi su verga a ese perrito…pobre no creo que haya perritas que se la calmen esta muy lejos del pueblo”.

Y justo en ese momento por su mente aparecieron imágenes de ella y el perro en la que ella estaba tomándole con su mano el monumental falo canino a la par de que se acercaba a el para metérselo en su boca y degustarlo.

“¡Por Dios que cosas estoy pensando!”

Y así continuó el camino a casa hasta que llego a la misma:

“¡Hola Mamá ya llegué!”

Continuará…

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