Un día en el pantano

Nos fuimos a pasar el día a un pantano y acabamos haciendo una orgia con un viejo y un jovencito.

Era fin de semana, hacía un día estupendo y decidimos irnos los dos solos a un pantano a pasar el día. Encontramos un lugar apartado y nos instalamos allí. Hacía calor. Nos pusimos el bañador y nos metimos en el agua. Enseguida notaste que me había empalmado y como tú también te habías excitado, comenzaste a frotarte contra mi polla dura. Decidimos salir del agua, y yo te llevé junto al árbol donde teníamos la toalla y nuestras cosas. Estabas muy cachonda y yo muy salido. Tenías muchas ganas de que te follara. Cerraste los ojos y te dejaste hacer por mí.

Al poco rato, de pronto, te percataste de que a escasos metros de nosotros había un viejo pervertido masturbándose. Con pinta de salido y con su cara viciosa clavada en nosotros, meneaba arriba y abajo su pequeña pero gruesa polla.

Al verle, y a pesar de lo excitada que estabas, sentiste como si el corazón te golpeara con fuerza el pecho y fuera a salirte por la boca. Una mezcla de vergüenza y morbo se apoderó de ti. Aunque tus fantasías solían ser bastante cerdas, siempre fuiste un poco pudorosa en determinados aspectos de la vida real y sentirte observada de esa manera, y en esas circunstancias, te producía una incomodidad a la cual  no estabas nada acostumbrada. Por otro lado, enseguida te diste cuenta que sentirte tan deseada por un extraño, y además por un viejo, y encima mientras yo te daba placer, te producía una sensación muy morbosa que, además, iba en aumento. Por esa razón no dijiste nada y continuaste entregada a mí mientras el viejo pervertido seguía meneándosela a unos metros de ti.

Yo, que también me había percatado del viejo,  bajé por detrás hasta tu culo y empecé a lamerte el coño entero. Gemiste como una zorra cuando mi lengua rozó tu hinchado clítoris. Estaba delicioso. Te pusiste más cachonda y apretaste mi  cabeza con fuerza contra tu coño para que intensificara más mis lamidas. Mi nariz se hundía en tu raja. Tu olor intenso hizo que se me pusiese durísima. Cuanto más me excitaba más intensamente te lamía el clítoris.  Estabas a punto de correrte, no podías aguantar más, pero me detuve, tenía otro plan…

Hice que te incorporaras y en ese momento fue cuando viste a un segundo chico que se encontraba también desnudo y que también se la estaba meneando mientras observaba la escena. Este no se parecía en nada al primero, era muy alto y con el pelo rubio, rondaría los 30 años y tenía un cuerpazo bronceado tremendo. Tenía una gran polla completamente dura, que no dejaba de masturbar arriba y abajo mientras nos observaba.

Yo también lo había visto y por las reacciones de los dos mirones, entendiste que no les había puesto ninguna pega para que estuvieran allí. Te coloqué a cuatro patas sobre la toalla, eché a un lado la braga de tu bañador y sujeté con una mano tus caderas a la vez que situaba la punta de mi polla en la entrada de tu coñito. Me encantó comprobar que estaba empapadísimo.

Volviste a gemir cuando introduje  la punta.  Luego tras volver a sacarla,  la deslizé por todo tu coño esparciendo los fluidos que se habían impregnado en mi glande. Al sentirme observado me sentía seguro de mí mismo y muy cerdo. Volví a realizar la misma operación una y otra vez, hasta que entre jadeos me suplicaste que te follara …

-Métemela!! por favor

No te reconocías a ti misma. Suplicabas como una zorra mientras dos desconocidos se masturbaban mirándote. Parecía una de tus fantasías. Seguías algo incómoda, pero a la vez te encantaba. Sujeté tus caderas y de una fuerte embestida te la metí  hasta el fondo. Volviste a gemir como una puta al sentir mi polla abrirse paso en tu interior. A la segunda embestida, le siguió una tercera y así un sinfín de penetraciones que siempre terminaban con el choque de mis caderas contra tu culo y mis huevos contra tu coño. Me gustaba mucho sentir como me enpapabas la polla. Lo mojado que estaba tu coño. Ya con mi polla dentro te relájaste del todo ante aquella situación. Mientras yo te follaba tu les mirabas provocandoles y gemias cada vez más. Empezabas a disfrutar aquella experiencia, te encantaba lo puta que te estaba haciendo sentir.

Entonces, el viejo se acercó hasta a ti, se quitó los calzoncillos, y sin decir nada, comenzó a magrearte las tetas. Al sentir sus arrugadas manos por tus pezones sentiste una oleada de calor intenso que te recorrió el cuerpo. Aunque aquella sensación era algo desagradable, lo que no había duda es que te estaba encantando sentirte tan zorra. Por otro lado no entendías como yo no le decía nada al viejo. "Le estará poniendo cachondo" pensaste... Y ese pensamiento te excitó aún más. Yo lo noté en mi polla al sentir una nueva oleada de tu flujo; y qué rico!

Cuando se cansó de meterte mano, se incorporó y puso su gruesa polla frente a tu cara. Estaba claro que quería que se la mamaras. Aunque estabas muy excitada, tu primera reacción fue negarte y apartar la cara hacia otro lado. Él viejo al ver tu reacción, lejos de amedrentarse, te sujetó por el pelo y colocó tu rostro frente a su polla. Entonces me miró buscando mi aprobación... Yo le sonreí.  - Mira lo puta que es -  Le va a encantar tu polla - Le dije mientras te follaba con más fuerza y comenzaba a masturbarte desde atrás con mi mano.

Oírme decir eso hizo que tu coño se humedeciera todavía más. Te puso cerdísima. Nunca habías estado tan mojada; te chorreaba. Eso provocó que, a pesar de ser un hombre bastante repulsivo, y de que en circunstancias normales jamás te prestarías a algo así, en ese momento sintieras un deseo irrefrenable de meterte su polla en la boca. Lo hiciste… y para tu sorpresa, poco después de sentirla, tan gruesa y rugosa, comenzaste a correrte. Yo te frotaba el clitoris y te follaba como loco.

El viejo lanzó un gruñido al sentir tus labios succionar su verga. Sujetó bien tu cabeza poniéndose de rodillas para llegar a tu altura y comenzó a meter y sacar su polla de tu boca a la vez que gemía como un cerdo. Tú seguías corriendote mientras yo te masturbaba sin parar. Te volvía loca sentir dos pollas. Te hacía sentir como una buena puta.

Y a mí eso también me estaba volviendo loco. Me sentías detras de ti empalándote bien el coño, cada vez con más fuerza. Advertiste por mis últimos movimientos, y mi respiración, que estaba a punto de correrme. Ahora sentías mis manos aferrarse con fuerza a tus caderas y mis embestidas acelerándose a la vez que mi respiración se tornaba en jadeo. Pensaste en lo cachondo que me estaba poniendo al verte con la polla de aquel viejo en la boca y eso te volvió a poner como una cerda y a llevarte otra vez al borde del orgasmo. Ahora te masturbabas tú misma con una mano.

El viejo te inmovilizaba sujetándote por el pelo, mientras con pequeños movimientos de cadera introducía una y otra vez su polla en tu boca. Chupa así, cerda!! Soltó; en ese mismo momento ya no pude más y empecé a correrme dentro de ti. Lancé varias fuertes sacudidas a la vez que mis manos se aferraban con fuerza a tu culo. Acto seguido sentiste como el calor de mi semen te llenaba y como parte de mí se derramaba en un fino hilo que recorría tu muslo interno. Te encantó.

Me separé de ti y al momento el chico rubio que había estado viéndolo todo en un segundo plano, se acercó hasta ti y te quitó la braga del bañador. Yo me retiré del todo y le dejé hacer. Con un gesto suave, abstraido por tu culo, tu coño, y tus fluidos, te limpió los restos de mi leche que seguían saliendo del tu interior y te acarició la entrepierna con suavidad. El viejo había sacado su polla de tu boca y no paraba de masturbarse a unos centímetros de tus labios. Tú estabas super excitada. El chico se arrodilló detrás tuyo y buscó mi aprobación con la mirada - Fóllatela!! - le va a encantar!! - Le dije. Sin pensárselo ni un segundo te metió entera su enorme polla de una fuerte embestida. Tú gritaste de dolor y placer al sentirla golpear contra tu útero. Te llenaba por completo.

A pesar de que tenías el coño completamente lubricado con mi corrida y la tuya, aquella polla era tan grande que parecía costarle moverse con suavidad dentro de ti. Te arqueaste más, comenzaste de nuevo a masturbarte y pronto notaste como la presión de aquella enorme polla se iba adaptando y abriendo paso en tu interior de una manera mucho más fluida y gozosa. Sus grandes manos sujetaban con fuerza tu culo mientras el ritmo de sus embestidas iba aumentando, - Joder! - Qué polla tienes - le dijiste - Tu coño ya se había acostumbrado al tamaño de su rabo y disfrutabas como una cerda.

La polla del viejo había vuelto a tu boca y no parabas de comérsela. Ahora pajeándole también con una mano. Con la otra te masturbabas. Estabas más erguida, apollada sobre tus rodillas con el culo en pompa. Por el ritmo de sus movimientos te diste cuenta de que el viejo se iba a correr enseguida. Quisiste apartarte para evitar que lo hiciera dentro de tu boca, pero te sujetó con fuerza y te fue imposible. Su cuerpo se tensó con rápidas sacudidas, a la vez que lanzaba varios gruñidos de placer. Comenzó a correrse y acto seguido sentiste su viscoso liquido de sabor amargo en el interior de tu boca. Una vez que lo hizo tampoco te importó demasiado, pues estabas concentrada en la polla del chico joven que te estaba dando muchísimo placer. Con esa pedazo de polla dentro sentías el coño más grande y dilatado que nunca. El viejo no te soltó la cabeza hasta que no hubo derramado hasta la última gota de su leche - Que cerda soy!! - Pensaste. Cuando terminó, se apartó de ti y entonces pudiste deshacerte del viscoso líquido que llenaba tu boca. Lo derramaste todo en la toalla.

Mientras tanto, el chico joven continuaba taladrándote con fuerza con su enorme polla. Tú no parabas de moverte contra él hundiéndotela todo lo que podías. Le sentías penetrarte y abrirse paso en tu interior, una y otra vez, y ahora ya sin nadie que te desconcentrara lo estabas disfrutando como una loca. No parabas de lubricar. Ya sin la polla del viejo en tu boca, se podían escuchar tus gemidos ahogados al mismo ritmo que las sacudidas del chaval que no paraba de gozar y gemir con tu coño. Yo estaba al lado tuyo. Aunque no me veías la cara pensabas en mí. En lo cerdo que me estaría poniendo viendote disfrutar así.

Entonces me oíste decir... - Sigue así! Hijo de puta - Fóllatela bien! -  Está deseando que le llenes el coño con tu corrida - mira lo puta que es!! - me acerqué a ti y comencé a masturbarte con mis dedos. Sabía que te volvería loca que te acariciase el clitoris mientras te follaban. El chico rubio vio lo que te hacía y, mientras intensificaba sus embestidas metió uno de sus dedos en tu culito; hasta el fondo. Tú soltaste un grito ahogado de placer que hizo que se le pusiera aún más dura. Lo notaste dentro de ti. Te concentraste en nuestros dedos y su polla que no paraban de darte placer.

Esto último terminó por hacerte perder el control por completo y, unido a mis fuertes sacudidas en tu coño comenzaste a correrte otra vez como una cerda. Tu cuerpo temblaba a la vez que gritabas de placer mi nombre. El chico, al ver el placer que te estaba dando, no pudo más, saco su polla de tu interior y comenzó a correrse también, esta vez derramando su espesa y blanquecina leche sobre tu culo como una fuente. La sentiste toda caliente sobre tu piel... Aaaahhh! qué rica! Terminaste de correrte y caiste sobre la toalla jadeante. Todavía convulsionabas de placer.

Yo, que me había estado masturbando todo el rato mientras te lo hacía a ti, tampoco aguanté más con tanta excitación y comencé a echarte toda mi corrida sobre tu cara. Así cariño! Dámelo todo... Me susurraste, mientras me sonreías entre jadeos. Te odiaba mucho y a la vez te deseaba más que nunca. Te miraba a los ojos mientras me corría y te veía tan puta, que sentía que nunca pararia de salirme semen de la polla; parecía una fuente de leche. Tú abrias la boca y sacabas la lengua intentando tragarte toda la leche que podías. Aún así la mayoría resbalaba por toda tu cara en todas direcciones. Nunca había tenido una visión de ti así. Tan cerda. Me encantaba.

Terminó todo. Tumbada ya de lado, con la respiración entrecortada y tu culo y tu cara impregnada de semen, te sentías como una auténtica actriz porno y ahora también un poco avergonzada. No podías creer lo que acababas de hacer.  No podías ni mirar a tu alrededor y durante un rato estuvidte tumbada bocabajo, deseando que cuando levantaras la mirada ninguno de los dos extraños estuvieran allí…

Cuando a los pocos minutos te incorporaste, viste que solo estaba yo. A tu lado. Tumbado y con la mirada perdida. Ahora me sentía un poco herido, pero también extasiado y relajado. Te limpiaste todo nuestro semen y casi sin quererlo te atreviste a preguntarme... Qué tal estás?

Te miré y de pronto percibí una nueva  conexión brutal entre nosotros. Era nuestro vínculo de siempre, pero mas fortalecido. Como si hubiésemos llegado aún más dentro el uno del otro.

Estoy bien! Te dije. Y te besé. Tú me devolviste el beso y comenzaste a reír.

Seguramente si lo hubieramos planeado nunca hubieras accedido… pero no fue así.  Pasó y no podrás evitar recordarlo como la experiencia más fuerte que has tenido en tu vida en todos los sentidos.