Un día de trabajo (Parte 2)

Continuación del relato "Un día de trabajo". Acepto la invitación del miembro de seguridad a su garita para comer... Y la comida no fue lo único que comí.

Continuación del relato: http://todorelatos.com/relato/125032/

Llegamos a la garita de los vigilantes de seguridad, que se encontraba vacía en esos momentos. Durante el trayecto fuimos charlando sobre nuestros respectivos trabajos. David era el que llevaba la batuta en la conversación. Yo me limitaba a contestar sus preguntas y poco más.

Me fijé en como era la pequeña habitación. Había una encimera, con un microondas y una pequeña nevera, una mesa para comer, un par de sillas, un sofá y un pequeño control de cámaras, con sus monitores y demás controles que no entendía nada. Además, me fijé que incluso en esa sala había una cámara.

Calenté mi plato de pasta y me senté en una de las sillas. Esperé a que David calentase su comida para comenzar a comer. Seguimos charlando sobre nuestros oficios, cómo habíamos empezado, etc, cuando de repente David comenzó a indagar en temas más personales.

  • Me imagino que con lo jovencita y guapa que eres, tendrás un montón de novios, ¿no? - me preguntó.

  • Bueno, no te creas - le contesté. - La verdad es que con uno tengo de sobra jeje.

  • ¿Uno, nada más? Vaya... Que pena... Bueno, no soy celoso jajaja. Es broma cielo, no te preocupes. Dame un segundito - se levantó y se acercó al control. - Voy a apagar un ratito la cámara de aquí que a nadie le interesa nuestra conversación, ¿no crees?

  • Como quieras.

Volvió a la mesa y seguimos comiendo. He de reconocer que David, pese a ser un hombre ya maduro, era llamativo. Jamás me había fijado en alguien bastante mayor que yo, pero David tenía algo que le hacía especial.

  • Pues yo estoy separado, cielo. Te daré un consejo que seguramente te han dado cientos de veces: no te cases nunca jajaja.

  • Sí la verdad es que me lo dicen mucho... Jajaja. Pero bueno, yo el día de mañana quiero casarme.

  • Y me parece bien, cariño. Pero mírame a mí de lo que me ha servido casarme. Me casé jovencito, con 24 años, con el primer amor de mi vida. Y duró tres años ese matrimonio. Y aquí me ves, con 37 años, soltero y entero jajaja. ¿Y tú crees que estoy mal?

  • Jajaja no, no... Eres un hombre atractivo, de eso no me cabe duda.

  • Pues eso te quiero decir. Aprovecha la vida al máximo, que ya tendrás tiempo de casarte. Tú tampoco estas nada mal. A ver, no me malinterpretes, pero se nota que tienes un cuerpo hecho para el deseo y el vicio, niña.

  • Jajaja bu... bueno. Gracias.

Terminamos de comer y seguimos charlando durante un rato. Me preguntó cuanto me quedaba para volver a mi puesto, miré el reloj y le dije que me quedaba una hora todavía. David me dijo que él debería volver ya a hacer alguna de sus rondas por el centro, pero que estaba muy a gusto conmigo y que quería quedarse un poco más. La conversación fue tomando más intensidad poco a poco.

  • Y a ti, Marta, ¿te gustan los hombres con uniforme?

  • La verdad es que tienen su punto de morbo. Seguro que a ti también te gustan las chicas con uniforme... ¿o no?

  • Hombre, no te voy a negar que no me he fijado en como se marca tu culo con el pantalón o como se dibujan tus pechos bajo la camiseta jajaja. No te enfades. A fin de cuentas soy un hombre.

  • Jajaja no, no tranquilo.

  • Mira, para que estemos en igualdad de condiciones.

Se levantó y se sacó el jersey. Se sacó la camisa del pantalón y se desabrochó los últimos botones de su camisa, dejando a mí vista una fibrada tableta de abdominales.

  • Ah sí, sí, pues está muy bien, se nota que te cuidas.

  • Jajaja sí, desde la separación me puse al máximo con el gimnasio. Volvía a estar en el mercado del amor y necesitaba estar en plenas condiciones. Y ya son 10 años así, así que mi tipín tengo. Pero mira, toca, que también están duros.

Me cogió la mano y la llevó a su vientre. Toqué y palpé la dureza de sus cuadraditos.

  • Sí, sí, están muy duros.

  • Mi trabajo me lleva. Y mira... - comenzó a bajarse los pantalones; ahora entendía el por qué había desconectado la cámara - Mira que piernas tengo, también las trabajo bastante.

Asentí con una sonrisa. Menudo cuadro de situación. Yo sentada en una silla y el de seguridad de pie, con la camisa medio desabrochada, los pantalones por las rodillas y con la polla bien dura marcándose en los slips.

  • Que no se te vayan los ojos, ¿eh? Jajaja

  • No, no jajaja. Tranquilo que no...

  • Oye, que a mi no me importa. Es un halago que me mires. Ahora enséñame tú un poco de ti, ¿no?

  • Jajaja ¿y qué te enseño?

  • No se reina, lo que quieras.

Sin colocarse la ropa, se sentó en el sofá. Me levanté y me levanté un poco la camiseta.

  • Mira, mi vientre no está tan duro como el tuyo - acercó su mano a mi vientre y me lo acarició.

  • No, no está tan duro, pero está muy suave - dijo con su mano rozando mi sujetador. - Y a cambio de haberme visto los calzoncillos... ¿qué me das?

Me terminé de levantar la camiseta y me quedé en sujetador. Sus ojos se posaron directamente en mis tetas.

  • Vaya, menudos pechos. Si yo fuese tu jefe no dudaría en contratarte tampoco jajaja. Talla... ¿95?

  • Así es.

  • Y copa... No estoy muy seguro, tendría que verlos mejor para acertar...

  • ¿Así mejor? - pregunté al tiempo que desabrochaba el sujetador y lo dejaba caer.

  • Uff... Muchísimo mejor niña. Pero no me termino de decantar por una copa u otra. ¿Puedo abarcarlos con mi mano? Seguro que así acierto.

  • Venga, vale...

Se inclinó un poco hacia delante y coloco su mano sobre mi teta izquierda. Comenzó a sobarla, despacito, con mucho tacto. Comenzó a pellizcarme el pezón, que se puso duro en cuanto noté su mano sobre mí.

  • ¿Puedo la otra?

  • Si eso te ayuda a decidirte...

Puso su mano izquierda sobre mi teta derecha. Con ambas manos sobre mis tetas, comenzó a masajearme los pechos muy suavemente. Le miraba y sonreía, y me fijé que la cabeza de su polla asomaba por el lateral izquierdo de su slip.

  • Pues, tras mucho pensarlo, diría que es una copa D.

  • Muy bien, te ha costado ¿eh? Jajaja

  • No te creas... lo sabía sin quitarte el sujetador. Sólo que quería verlas y probarlas en condiciones.

  • Anda que no sabes tú ni nada...

  • La experiencia de los años cielo... ¿No tengo premio por acertar?

  • ¿Qué premio quieres?

  • Si ya me dejas comértelas un poquitín, me harás el tío más feliz de la tierra...

  • Bueno... Vale... Pero la cámara está quitada, ¿no?

  • Sí, sí... Tranquila.

Me senté en el sofá y le faltó tiempo para que viniese a comerme las tetas. Las agarró y llevó su boca a mi pezón derecho, el cual empezó a succionar con mucha suavidad. Luego el izquierdo. Después, como si fuera un cachorrillo, empezó a lamerlas de arriba a abajo. Cerré los ojos, disfrutando de aquella lengua que recorría mis pechos. Me agarró la mano y me dejé llevar. Me condujo hasta su polla, la cual ya estaba medio fuera. Metí la mano en sus slips y la aferré con mi mano. Acaricié su pene suave. La puntita ya rezumaba líquido blanco, que me ayudaba a deslizarme mejor por su polla. Cuando terminó de comerme las tetas, se puso de pie, frente a mí y se bajó también el slip hasta las rodillas. Estaba claro lo que pedía.

Me acerqué a su polla y con la lengua la repasé de abajo a arriba. Recogí el poco líquido que su polla había escupido con mi lengua y volví con un lametón hacia la base de su miembro. Me entretuve allí con sus huevos. Un par de huevos bastante bien depilados. Introduje uno en mi boca, lo succioné y lo saqué de mi boca. Jugué con ellos y con mi lengua, antes que volviese a subir por su polla.

Al llegar arriba, me introduje la cabeza de su rabo en mi boquita y comencé a bajar poco a poco, ayudada por David, que había colocado sus manos en mi pelo. Bajé y bajé, tragándome cada uno de sus centímetros. hasta que no pude más. Tendría unos 18 centímetros de polla. Subí y volví a bajar. David retiró las manos de mi cabeza y me dejó a mí al mando de la mamada. Incrementé el ritmo, comencé a chuparsela más rápido. Cada vez que su polla penetraba mi boca, notaba como algo de saliva caía en mis rodillas, saliva que escapaba por las comisuras de mis labios. Jugaba también con su capullo. Dejaba el resto de la polla y el capullo incrustado en mi polla. Lo recorría con mi lengua igual que si fuese un chupa chups...

Me pidió que me incorporara. Me levanté y bajó mi pantalón acompañado de mis braguitas y me sentó sobre la mesa donde rato antes estuvimos comiendo. Se sentó en un silla y acerco su boca a mi coño. Empezó a pasar su lengua sobre él. Jugaba con mi clítoris y tuve que contener la respiración cuando levemente me penetraba con su lengua.

Tras un rato así, sacó un condón de su cartera y se lo puso. Acerco su capullo a mi coño y apenas tuvo que hacer esfuerzo para que entrará. Tales eran mis ganas de que me follase que parecía que mi propio coño había recobrado vida y él solo se había encargado de succionar la cabeza de aquella polla que estaba a punto de follarme.

Con una embestida, rápida pero suave, introdujo en mí toda su polla. Gemí. Poco a poco la fue sacando y volvió a embestir. Comenzó a follarme cada vez más rápido, sobre aquella mesa que se tambaleaba bastante. Con cada embestida, mis tetas dibujaban un bonito vaivén. David me miraba a los ojos mientras me penetraba. Yo le respondía con otra mirada y una leve sonrisa, que se dibujaba con sus embestidas en mi coño, una sonrisa acompañada de unos cuantos gemidos muy sonoros.

Fue una follada corta, pero muy intensa. En apenas cinco minutos, sacó su polla de mi coñito, se quitó el condón que la cubría e instantaneamente me regó de leche calentita el pubis y mi vientre. Me mordí el labio inferior y solté un suspiro de relajación total al notar su corrida sobre mí.

  • ¿Qué tal? - me preguntó.

  • Uff... Muy bien - contesté -, pero el premio ha sido mayor al acordado jeje...

  • Ya, lo siento... No pude contenerme.

  • No te preocupes... Me ha sentado genial... Voy a limpiarme corriendo y a vestirme, que al final se me echa la hora encima...

  • Vale cielo, yo voy a limpiar también y a activar de nuevo las cámaras.

Me limpié con papel la corrida y me apañé. Fui corriendo hacia la tienda, intentando fingir que nada había ocurrido. Aunque claro... Bendito polvo. Y menudo día. Entre el agente de modelos y el de seguridad... Que paranormal todo.

Al mes me enteré que habían despedido a David. Llegaron a mis oídos los rumores de que otro vigilante de seguridad, le había pillado en plena faena con otra chica que trabajaba en el centro. Si eso era cierto, se ve que no fui la única que fue follada por la "porra" del miembro de seguridad...