Un dia de ojos azules...
Cómo la vida puede dar un cambio repentinamente...
Hola, mi nombre es David y esto que les voy a contar me sucedió este último verano. Para los que no hayan podido leer mi anterior relato de “Mi mujer embarazada….”, me presento, me llamo David, tengo 29 años, mido metro 75 y peso 85kg, pelo corto, gafas, ojos oscuros y soy más bien ancho de cuerpo aunque fibrado, me gusta mucho hacer deporte, entre ellos el spinning. Desde hace 6 años que estoy casado con la que es ahora mi mujer actual, Natalia, de 27 años, embarazada cuando me sucedió lo que les contaré a continuación.
Actualmente trabajo en una empresa de software en Barcelona, no voy a decir el nombre por la obviedad que eso me supondría, pero es una empresa grande. Hasta hace poco estuve destinado a un cliente bastante conocido más de cuatro años desarrollando un producto exclusivo para este, pero muerto el perro se acabó la rabia, se acabó el proyecto y tuve que volver a las oficinas centrales a la espera que me destinaran a un nuevo proyecto.
Llegué a la oficina y aunque durante la estancia en la empresa había estado en bastantes clientes, nunca había estado en las oficinas centrales, no conocía a nadie. Al llegar y cruzar la puerta de la entradita, de repente noté que todo el mundo me estaba mirando, era “el nuevo”, el desconocido, eran muchos los rostros que me observaban, rostros de todas las edades, tanto chicos como chicas. En especial me sorprendió el de una chica que estaba al fondo de la oficina, ella era morena, ojos azules, azul claro, grandes, no diré que fuera delgadita, pero tampoco era obesa, estaba muy bien para mi gusto, con maquillaje nulo, totalmente natural y unos pechos realmente grandes aunque eso lo descubriría días después, puesto a que ese día vestía una camiseta ancha, de esas tipo “hippies”, que apenas definen la silueta de la persona que lo lleva. Esos ojos azules me impactaron muchísimo, realmente eran preciosos.
Mi empresa está distribuida en varias plantas, todas ellas destinadas al desarrollo y sistemas con sus diferentes directores de proyectos y personal administrativo. Al cruzar esa puerta, mi comercial se dirigió hacía una de las muchas mesas vacías que ahí había, me asignó un portátil y me dijo:
- ¿Te han tomado la huella dactilar?
- Sí, claro, cuando me he hecho el DNI – dije con tono totalmente inocente
- Me refiero a si tienes huella aquí en la empresa – diciendo con tono de humor escaso – es necesaria para poder entrar.
- No, nunca. He estado siempre en cliente.
- Bien, habla con Sonia para que te la tome.
- ¿Quién es Sonia? – dije intrigado
- Es esa chica del fondo. Ven que te la presentaré.
Nos adentramos en esa jungla de mesas de madera y ordenadores y nos dirigimos hacia esa fémina de grandes ojos azules. No me lo podía creer, la de chicas que había en esa oficina y que justamente me presentaran a ella. Dios no estaba tan ocupado como creía.
- Sonia, te presento a David, el se quedará unas semanas aquí hasta que le asignemos un nuevo proyecto. De momento, le hemos asignado un ordenador y trabajará en esa mesa de ahí – señalándola - así que dale acceso al sistema y le tomas las huellas, por favor.
- De acuerdo, ahora mismo lo hago – le dijo – Dicho esto, cogió sus cosas y se fue, quedándome a solas frente a la mesa de Sonia.
- ¡Hola David! ¿Cómo estás? – me dijo mirándome a los ojos.
- Bi…bi…bién dije – estaba atontado por esa mirada.
- Perdona la indiscreción, pero, ¿eres tartamudo? – me dijo.
- No, no, es que no sé que me ha pasado en la garganta, jeje – dije disimulando
- Ah, lo siento. Tengo un defecto, pregunto mucho, soy muy curiosa.
- Jaja, no te preocupes – le dije – Eso es bueno, así se conoce a la gente, ¿no?
- Si – se rió - ¿me dejas tu mano? quiero tus dedos….
- Sí, pero luego me los devuelves eh – le dije bromeando.
- ¡Anda! guapo y simpático, no sabía que podía existir todo eso en un hombre.
Me ruboricé y alargué mi mano para dejarle mis dedos índices para que me tomara las huellas de ambas manos. Al verlo me cogió el dedo anular y fijándose en mi anillo me dijo:
- ¡Estás casado! – exclamó
- Si…hace 6 años – quitándole importancia.
- ¡Qué fuerte!, yo también llevo 6 años con mi pareja, pero no estoy casada, a veces me dan ganas de estar sola, de enviarlo a freír espárragos. ¿A ti no te pasa?
- Jajajaja, es normal, son muchas horas las que se pasan al lado de tu pareja, es normal que hayan roces y si, a veces me pasa lo mismo.
- Bueno….si tu lo dices…déjame tus dedos, te prometo que te los devuelvo – me dijo con una agradable sonrisa, sus dientes eran completamente blancos, parecían de anuncio de dentífrico, rodeados de unos rosados labios , carnosos, totalmente naturales, sin pintalabios que los cubriera.
- Jajajaja, de acuerdo, pero porqué eres tú, ¡eh! – le dije con un tono simpático.
Acabamos con cuatro preguntas más y volví a mi sitio. Me sentaron frente a una chica rubia, parecía que todas las chicas guapas estaban en las oficinas y los respectivos directores de proyecto “no las soltaban” hacia los diferentes clientes, ella se llamaba Elsa, rubia, pelo rizado, piel muy clara, ojos azules, más cerrados que los de Sonia, parecía Noruega o Alemana, realmente otra preciosidad aunque algo mayor que Sonia pero no por ello menos atractiva.
Pasados unos días, al fin me asignaron un proyecto, un proyecto de análisis y mi relación con Sonia era de lo más normal. Por cercanía, hablaba mucho más con Elsa que con Sonia, esta se situaba en una mesa detrás de la mía. Yo no quería líos con ninguna mujer y menos del trabajo, las cosas con mi mujer, Natalia, no funcionaban como quería, estamos pasando por un pequeño bache, el sexo era algo metódico, pero aun así tampoco era para ponerle los cuernos con la primera que pasara. El cruce de palabras con Sonia se limitaba a hablar del día a día, comentar el horóscopo a la hora del desayuno, cuatro risas más durante este y poca cosa más.
Otra ventaja de trabajar en oficinas y no estar en cliente es el horario intensivo. Empezábamos a las 8 de la mañana y plegábamos a las 3 de la tarde. Al ser verano, cogía la moto para ir a trabajar, es un medio de transporte más rápido y práctico en la gran urbe y por supuesto mucho mas fresquito que el medio que suelo utilizar el resto de año, el tren, con el que tardo más del doble de tiempo en llegar a casa y teniendo que soportar la cantidad de gente, apretones, empujones y demás.
Cierta mañana, salí de casa tarde, bastante tarde, me había dormido, fui al garaje y cuando encendí mi niña de dos ruedas, me di cuenta que no le quedaba mucha gasolina. Pensé si podía llegar al trabajo con esa escasez pero era muy arriesgado ya que no me conozco mucho ni Barcelona, ni sus estaciones de servicio, así que reposté o intenté hacerlo en una cercana a mi casa.
Entré en la gasolinera. Ante mí se mostraba una chica joven, morena, con un piercing en el labio, que ganas me hubieran dado de arrancárselo con mi boca, me pidió de qué tipo de carburante quería y me pidió la tarjeta de pago. Se la di y las siguientes palabras que salieron de sus labios fueron:
- Me sale denegada. – me dijo
- ¿Denegada?, no puede ser.
La chica pensaría que menudo pardillo. Moto muy grande, pero sin dinero, nunca me pasan esas cosas pero hoy me había levantado con el pie izquierdo, gafado. Revisé en mi tarjetero y saqué la tarjeta de crédito que días anteriores el banco me había entregado nueva. La entregué seguro de mi mismo pensando, “esta no falla” y se la di.
- ¿Me puedes marcar el PIN? – me dijo la chica mostrándome el datafono.
- Pues, es que no me lo sé, me la dieron la semana pasada y no lo he memorizado – dije sorprendido.
- Para este tipo de tarjeta es necesario el PIN. ¡Si no lo sabes, no te puedo cobrar!
- Nada, déjalo, voy un momento a casa a por la buena, esta debe estar rallada, no se…
- De acuerdo – me dijo ella.
Así que cabizbajo recogí la segunda tarjeta y me fui por donde me vine, quedando como un pardillo ante ese bombón. Tuve que volver a casa a buscar una dichosa tarjeta que funcionara como es debido, no era un problema de dinero. Repetí la misma operación en otra estación de servicio pero con tarjeta que cogí en casa, al fin pude poner carburante y pude llegar al trabajo, aunque una hora más tarde de lo normal.
Era Jueves y pasó el día como de costumbre, realizando análisis de desarrollo, realizando pruebas de estos y sin ningún tipo de incidente que rompiera la monotonía. Llegaron cerca de las tres y cuarto de la tarde, los jefes no estaban, no quedaba nadie más que alguien al fondo de la oficina que también habría llegado tarde y Sonia, que al ser secretaria de Dirección hacía un horario diferente al nuestro.
Ella era la única chica administrativa de la planta, su faena se basaba en atender las órdenes de nuestra gerente, Martina, dar entrada a la gente nueva de la empresa y atender las llamadas que entraban hacia Martina. Pasaron otros diez minutos más cuando ella se acercó a mi mesa y se sentó con las piernas cruzadas. Llevaba un vestido claro, la parte inferior era de color veige, corto, por encima de las rodillas, pero contrastaba con sus bronceadas y brillantes piernas. La parte superior era de color blanco, con escote imponente y dejando poco a la imaginación cuando a su sujetador nos referíamos, siendo negro, se transparentaba completamente en esa prenda. Pienso que hasta en algún gesto que hizo le vi los aretes del sujetador, madre mía que malo me puse. Cruzada de piernas me dijo:
- ¡¡Hola David!! ¿Cómo te va? ¿qué tal te ha ido el día? – Ella es así, muy feliz siempre.
- Bien Sonia, bien….como siempre, con faena.
- Ah bien, entonces te dejo que la hagas…no te molesto.
- ¡Ei! ¡ei! ¡ei! – exclamé – tú nunca molestas, eres como el café que despierta mis sentidos.
- ¡Anda! si tenemos un poeta entre nosotros….
- Jajajaja, me ha salido de dentro, no sé.
- Tranquilo, te ha quedado muy bien.
- ¿Y tú como estas? – dije.
- ¡Uyyy si yo te contara! A veces necesito desconectar de la gente, perderme, pasar de todo el mundo.
- ¡Me pasa lo mismo!, a veces me suena el móvil y ni lo cojo, no quiero hablar con nadie…pero por el contrario hay veces que necesito del cariño de la gente, necesito hablar con alguien.
- ¡Siiii! ¡Eso mismo me pasa a mí! – me dijo sorprendida – se nota que ambos somos escorpiones, eh.
- ¡Ya ves! – dije – no creía mucho en el tema del horóscopo pero conozco a varios escorpiones y somos clavados, tenemos muchas cosas en común.
- Es cierto, si que tenemos muchas cosas en común, creo que necesitaríamos quedar un día y comer juntos para acabar de hablar ¿qué te parece la idea?
- Claro que sí, eso está hecho, ¿cuándo te va bien?, tú haces un horario diferente al nuestro ¿verdad?
- Si, empiezo y me voy algo más tarde pero no importa, ¿no vas a tardar en irte verdad? ¿Qué tal si cuando te vayas bajamos y comemos? – me preguntó – Estos días me puedo permitir el lujo de bajar tranquilamente sin preocuparme de los horarios, ¡es verano y no hay jefes! – exclamó.
- Hoy no puedo, Natalia me habrá preparado la comida y no es plan de no presentarse, pero ¿qué te parece el lunes? – ese día mi mujer no estaba en casa y no tendría que dar explicaciones por llegar tarde, así que era un buen día para comer fuera. Tenía ganas de comer con ella, fuera de las cuatro palabras que habíamos cruzado, era una chicha muy simpática y muy agradable, nos reíamos mucho juntos.
- Vale, si, perfecto, quedamos el Lunes ¡no me falles, eh! Tengo ganas de comer contigo, me hace mucha ilusión – me dijo.
- No te preocupes, quedamos el lunes para comer.
Llegó el fin de semana y no hacía más que pensar en porqué había aceptado. Sonia realmente me gustaba, “David ¡estas casado!, ¿qué buscas? ¿no eres feliz?”. Realmente no lo era, no estaba a gusto con Natalia, nuestra vida sexual era normal aunque monótona, pero no todo se basa en eso, en la pareja hay muchos más factores y estos no funcionaban como por ejemplo la comprensión mutua, inexistente, la paciencia entre ambos miembros, inexistente y el cariño, inexistente también. En el sexo que practicábamos, no existía ese sentimiento de cariño, era como hacerlo con una prostituta, metódico, mi mujer cada vez era más zorra, os lo he explicado en algún que otro relato y pienso que hasta me estaba haciendo los cuernos con otro, en fin, las cosas no funcionaban.
Llegué el lunes a la oficina, llegaba con otro carácter, despierto, feliz, ilusionado como un niño con zapatos nuevos y lo peor es que cada vez que veía a Sonia me rondaban esas mariposas, esas cosquillas que se manifiestan en el estómago cuando surge la chispa.
Tenía la vista concentrada en mi ordenador cuando vi que algo asomaba, eran las diez pasadas y Sonia se dirigía hacia su puesto de trabajo. Venía radiante, era una mujer de los pies a la cabeza, acompañada de su iPhone, vestía una falda corta, azul, por encima de las rodillas y en la parte superior llevaba una camiseta ajustada que definía una pequeña barriguita y dejaba a la vista unos pechos realmente enormes, a la vista diría que eran una 100-105 aproximadamente. Me dio los buenos días acompañado de un guiño de ojos y del tatareo de una canción de Anastasia. Ese día no almorzamos juntos porqué ella tenía que ir a hacer unos recados, creo que a correos y a entregar una oferta para un nuevo cliente, así que no nos vimos más hasta la hora de comer.
El día pasaba muy lento, se me hizo eterno pero al fin llegó la hora de comer. Eran las 3 de la tarde y Sonia aún no había llegado, seguí esperando, lo hice cerca de 15 minutos cuando al fin recibí un SMS:
- David, soy Sonia. Siento la demora. Estoy abajo en la entrada del hall junto al parking de motos. ¡Te espero!
Ese mensaje me tranquilizó, así que apagué el ordenador, recogí mi mesa y bajé, no sin antes pasar por el baño y asearme y acicalarme un poco, siempre llevo algo de desodorante y de colonia encima. Dejé toda la equipación de la moto encima de mi mesa y salí de la oficina.
- Hola guapo, ¡uii qué bien hueles! – me dijo Sonia al vernos - siento presentarme así pero hay huelga de transporte público y Barcelona hoy es un caos.
- Tranquila, no te preocupes, lo importante es que estas aquí, por cierto, tú también hueles muy bien, si me dejas decírtelo ¿vainilla verdad?
- ¡Siiii! – exclamó – es un perfume francés que me regaló mi novio hace unos años. Sólo lo uso en ciertas ocasiones.
- ¡Ah! ¿hoy es una ocasión?
- ¡Por supuesto! Llevo dos años en la empresa y nunca he salido a comer con nadie de la oficina.
- ¿En serio? ¿Por qué?
- ¡No se! …– cambió de tema – ¿Dónde te apetece comer? – me preguntó.
- Me da igual, lo que importa no es el plato, si no la compañía – le dije.
- ¡Uuuii, muchas gracias! Ven, acompáñame, te llevaré a un sitio que seguro que te gustará.
Andamos por varias calles cerca del lugar donde trabajamos, nos desplazábamos a pié y nuestra conversación se basaba en hablar de nosotros, de nuestros hobbies y porqué no, de criticar a Martina y a los lameculos que le rodeaban. Llegamos a lo que parecía un restaurante, tanto el rótulo como la fachada eran muy cutres, pobre, escaso.
- Nunca te fíes de las apariencias, a veces engañan – me dijo Sonia mirando la fachada.
- Jajajaja – sonreí – me fío de tu criterio culinario.
- Veras como sí. ¡Ven, entra!
Estuvimos comiendo alrededor de una hora, el sitio era algo pequeño pero la comida era abundante, comida casera como la que a veces prepara la abuela, esas comidas típicas de pueblo. Nuestra conversación seguía hablando de nosotros, de nuestras respectivas parejas, teníamos más cosas en común de las que pensábamos, pasé un rato muy agradable y muy ameno. Al salir del restaurante, Sonia me dijo que quería un helado y que lo quería de un sitio donde los hacían buenísimos.
- ¡Qué bien he comido! Estoy súper llena, no tendría que haber comido tanto.
- Jajajaja, si es que nos han cebado como a cerdos – dije riendo – que brutalidad de platos, ¡dios mío!
- ¿Te dije que se comía bien verdad? Si es que me tendrías que hacer mas caso, jajaja. Lo que moriría ahora por un buen helado para bajarlo todo.
- ¿Te has quedado con hambre? – pregunté.
- ¡No!, pero me apetece un helado. Quiero ir a un sitio que los hacen muy buenos, a lo mejor lo conoces…
- Lo dudo – dije – no conozco nada de la zona.
Sonia me iba guiando por unas calles estrechas y céntricas de la metrópolis, nos cruzábamos con todo tipo de gente, de todas las etnias, al fin y al cabo Barcelona es lo que tiene. Dimos con una esquina y nos encontramos con un cine, un cine X.
- ¿Has entrado alguna vez en uno de estos? – me preguntó.
- No, ¿y tú?
- Si, alguna vez con Alex, mi novio…
- ¿Y qué tal? – pregunte curioseado.
- ¡Bien, es muy divertido y excitante! – me dijo – es como ver una película X pero rodeado de tipos pajilleros y parejas que acaban follando – ¿Quieres que entremos?
- ¡Ui, no sé! Me da algo de corte.
- ¿A caso no ves pelis porno como la mayoría de chicos? ¡Vamos! será divertido.
La curiosidad y la excitación me animaron a darle mi respuesta.
- Está bien, ¡pues vamos entonces! Esta corre a cuenta de la casa. – le dije metiéndome las manos en busca de algo de dinero – ¿no quieres el helado?
- Luego, hay tiempo, hoy no tengo a nadie que me controle – me dijo.
Entramos en ese cine, cruzamos un oscuro recinto y entramos en la sala. Esta no era muy grande, los asientos se veían cómodos, sus apoyabrazos se podían subir y bajar a petición, cómo en el tren. Francamente estaba vacío a excepción de un par de parejas, que estaban situados en lo alto de la sala, y de un tipo, muy moreno, alto y delgado, de nacionalidad árabe, que estaba solo frotándose su miembro por encima de su corto pantalón.
A la entrada de esa sala oscura, y con el aire acalorado y viciado, estaban expuestos los horarios de las sesiones, hacía un cuarto de hora que había empezado nuestra película pero no nos importaba puesto que las películas X tampoco tienen mucho argumento que digamos.
- ¿Dónde quieres sentarte? ¡Está la sala abarrotada! – dije irónicamente.
- Me da igual – dijo – Un par de filas debajo de esas parejas, que no nos salpique, jajajaja.
- ¡Qué guarra eres!
- Jajajaja, es cierto, las parejas vienen a follar y alguna vez he visto como se escapaba alguna que otra corrida.
- ¿Me has traído aquí para follar? – pregunté
- Nooo. Te he traído aquí para que ambos disfrutemos de una agradable película – ingenuamente no supe como tomarme esa respuesta, aunque a esas alturas ya me daba igual.
Sonia se me adelantó y empezó a subir las escaleras, los movimientos de sus caderas hacían visible el contorno de su tanga en esa falda azul.
- ¿Te parece bien aquí? –señalando la fila.
- Por mi, perfecto, pasa tu primera.
La fila quedaba por encima de la del tipo árabe y a un par, por debajo, de la de las parejas que se situaban en lo alto. Sonia iba jugando con sus piernas para no tropezarse con los asientos y esquivando unos cuantos profilácticos que reposaban en el suelo hasta que al fin, se sentó.
No pude con mi curiosidad y miré hacia arriba. Vi más detalladamente a las parejas. Por un lado, la primera situada a la izquierda de la sala, lo teníamos a él, tipo de mediana edad, de rasgos ibéricos, con una barriga bastante pronunciada y con bermudas militares, todo lo contrario que ella, una chica jovencita, sudamericana, morena, delgadita, buen tipo y con un escote bastante muy provocativo, supongo que sería una furcia, ambos estaban separados uno del otro.
Por otro lado teníamos a la segunda pareja situada en el borde de la misma fila de la primera pareja. Él era de aspecto atlético, camiseta blanca, ajustada, sus pectorales se definían con total facilidad y con unos brazos imponentes y ella era de aspecto mayor, aunque estaba de muy buen ver. Ella tenía su cabeza apoyada en el torso de este, acariciando la gruesa polla del chico que ya residía fuera de su largo pantalón.
- No veas cómo va la gente ¿no? – le dije exclamado a Sonia.
- ¿Por qué lo dices?
- Cuenta diez y disimuladamente, mira hacia arriba, a tu derecha – le dije susurrando.
Creo que contó ni un par de segundos, cuando se giró impúdicamente mirando hacia arriba y observando la segunda pareja.
- ¡Por dios! ¡qué rabo que tiene! – me dijo excitada – joder, ya podía Alex tener una así.
- ¿Cómo? – no entendí bien lo que había dicho.
- ¡Nada, nada!, que el tío tiene un buen rabo.
- Jeje. Entonces te importa el tamaño ¿no? – dije en una mezcla de nervios y excitación
- ¡Por supuesto! ¿acaso la tienes pequeña?
- Jajajaja, no te voy a contestar a eso.
- Si no me lo dices, eso significa que si. Bueno, seguro que debes tener otras cualidades para Natalia…
- Seguro, si no, no estaría conmigo supongo…
La cosa quedó ahí. Tenía unas ganas de acallar sus comentarios, pero pensé que la venganza era un plato que a veces se come congelado, así que me dispuse a ver la película como lo estaba haciendo mi compañera.
Un par de lesbianas se hacían de todo mutuamente, se comían sus sexos, se masturbaban, se metían enormes dildos, consoladores, yo estaba bastante caliente, ambas estaban muy buenas y tenían la raja depilada, cosa que me excita una barbaridad. Ante esa situación estaba muerto de calor, me lo hubiera quitado todo si no hubiera sido por la presencia de Sonia. Por el contrario, ella estaba de lo más tranquila aunque sudada, pero concentrada en la película. De repente vi como algo distraía mi mirada, algo que cambiaba de posición, el tipo árabe se levantó y se quitó las bermudas dejando al descubierto su enorme aunque flácido miembro.
Cambiaron de escena, esta vez tocaba madurita con jovencito, ahí la cosa cambió. Llevábamos cerca de veinte minutos desde que habíamos llegado, cuando me fijé en el tipo árabe. Tenía su sexo totalmente al descubierto y se lo estaba masturbando, era impresionante, su polla era muy larga, aunque no tan ancha como la mía o la del tipo de la pareja de encima. Sonia se giró y me dijo:
- ¿Hace calor o soy yo?
- Hace calor…¡mucha! – añadí
- Es infernal, estoy asfixiada. ¿te importa si me quedo en sujetador? – me dijo sofocándose con la parte superior de su vestido.
- Si no te importa que esté delante – dije tímidamente – por mí no.
- Seguro que has visto las fotos que aparezco en mi perfil de Facebook en bikini, al fin y al cabo no difiere mucho.
- Como te sientas más cómoda Sonia.
No se cortó un pelo, cogió la parte superior de su vestido y la dejó encima del asiento que estaba justo a su lado quedándose con sujetador negro que tenía conocido gracias al generoso escote que ofrecía la parte superior de su vestido. Hacía una semana que la había añadido como amiga en mi perfil de Facebook y al no usar mucho esa herramienta, no había mirado esas fotos que ellaecía , aunque creo que tampoco tardaría mucho en averiguarlo.
La vista de Sonia era sobervia, estaba en sujetador y sudada, su sudor se deslizaba por su cara, su cuello hasta perderse en su canalillo. En esa sala hacía muchísima calor, el aire acondicionado era inexistente, hasta me atrevería a decir que tenían la calefacción puesta, era insoportable.
- Estas sudado David, ¡quítate también la parte de arriba! – dijo señalándome la camiseta que llevaba - ¡créeme, estarás mejor!
Así lo hice. Me quité la camiseta que llevaba dejándola en el asiento vacío junto al mío, me encontraba menos agobiado, aunque aun así seguía teniendo bastante calor.
- ¡Guau, qué tipazo niño! – dijo Sonia pasando su mano por encima de mi torso desnudo - estas sudado eh… yo también lo estoy…¡mira! – me dijo – estoy chorreando.
La luz de la pantalla reflejaba en un tono brillante el sudor del cuerpo de Sonia. En esos momentos ella levantó las piernas y se quitó la parte inferior de su vestido, su falda, quedándose así en sujetador y en un provocativo tanga a juego con la parte de arriba.
- ¡Ahora estoy algo mejor! ¡más fresquita!, ¿no te importa que me haya quedado así verdad?
- Para nada – dije – aunque soy yo el que creo que cada vez tengo más calor.
El calor invadía mi cuerpo fruto de esa asfixiante sala y de lo que tenía a mi lado, un bombón que parecía derretirse ahí mismo. En la pantalla el joven que previamente se había follado en todas las posiciones a la madurita, se estaba corriendo en la boca de esta, su corrida era muy espesa, blanca y muy abundante.
- ¡Qué pasada de corrida! –dijo Sonia.
- Si, el tío por lo menos hace 4 días que no se corre – dije observándola.
- ¿Cuánto hace que no lo haces tú? – me dijo mirándome la bragueta.
Esa pregunta me dejó frio como el hielo.
- Si te soy sincero….desde antes de ayer. Eché un polvo con Natalia en el sofá, me dejó seco.
- Mmmmmm, ¿me la enseñas? – me dijo mordiéndose el labio inferior.
- ¡Nooo!, que es pequeña y no te va a gustar.
- Vaaa, vengaaaaa – me dijo Sonia acariciando mi torso desnudo – no la tienes pequeña por que se te marca por completo en el pantalón, a mi no me engañas.
Estaba excitadísimo, mi sexo estaba muy tieso debajo de mi pantalón.
- ¿Estás mojada? – le pregunté.
- ¿Tú qué crees? – me dijo deslizando su dedo índice por su oscuro tanga – Llevo días sin follar con Alex, no me gusta tocarme sola, la película y tú medio desnudo marcando abdominales y ese rabo. Chico, una no es de piedra.
- Así que quieres verla eh – le dije cogiéndome el rabo por encima de mi ajustado pantalón.
- ¡Siii!, sácatela, ¡quiero verla!
- Para verla tendrás que hacer algo….
- ¿Algo? ¿algo como qué? – me dijo excitada - ¿qué quieres que haga?
- Quiero que te desnudes al completo, que dejes ver tu cuerpo al resto de la sala y una vez estés desnuda, quiero que te sobes los pechos. Sólo así te la ganaras.
- ¡Qué cabrón que eres!, está bien.
No había acabado la frase y Sonia ya estaba levantada, mirando hacia atrás, donde se encontraban ambas parejas y se estaba quitando lo poco que le quedaba de ropa. Se quitó el sujetador y el tanga, su cuerpo era impresionante, con algo de barriguita definida, la encontraba muy sexy así, sus pechos eran enormes, al menos una 105, quería perderme en ellos, sus pezones eran grandes y estaban erectos y sus aureolas cubrían algo más de su pezón, no eran muy grandes.
- ¿Está bien así? – me dijo totalmente desnuda y apoyando su rodilla en su asiento, en esta posición tenía una visión perfecta de su depilado conejito, una pequeña línea de bello acompañaba su empapado pubis.
- Haber….- dije
Empecé tocando el piercing que llevaba en el ombligo, lo toqué y poco a poco fui bajando, rocé con mi mano su ligero vello púbico hasta que llegué a su entrepierna, estaba caliente, froté un poco su clítoris con el lateral de mi mano, Sonia reaccionó con un pequeño jadeo.
- ¡Ahh!, qué cabrón, cómo te aprovechas de mí.
- Totalmente – es lo único que se me ocurrió.
Empecé a frotar así la rajita de Sonia, jugaba con ella, así un buen rato hasta que le introduje mi dedo corazón, estaba ardiendo y empapada, no me costó nada introducirlo hasta el fondo, mi dedo se hundía con mucha facilidad. Me fijé en su cara, era francamente de placer, así lo hice varias veces, lo introducía y lo sacaba. Sonia se frotaba los pechos ante el pequeño público del cine. El tipo árabe estaba mirando hacia arriba con total desfachatez, tenía la visión de las nalgas de esta y las parejas, muy ligeras de ropa, también contemplaban el placer de Sonia. Pasado un rato, esta se apartó y mis dedos tuvieron que detener la faena, se incorporó y se puso de rodillas justo delante de mío. Me desabrochó el pantalón y me los bajó junto con los slips que llevaba debajo. Mi polla saltó hacia su cara, se la quedó mirando por unos momentos, observándola.
- ¡Qué escondido lo tenías! ¡Ves como no era pequeña, ya lo decía yo!, gruesa como a mí me gustan y más grande que la de Alex – me dijo arrodillada frente de mí.
- Es toda tuya añadí, ahora mismo no es de nadie más.
Tras soltar una exclamación de deseo, se la metió por completo en la boca, le cabía entera, mis huevos golpeaban sus labios, observaba como lo hacía, se notaba que disfrutaba haciéndolo, me la seguía mamando cuando subí la cabeza, el chico árabe ya no estaba en su sitio, estaba situado a unos pocos sillones de diferencia de los nuestros, seguía desnudo, masturbándose su oscuro y enorme rabo. Fruto de la excitación y del morbo de la ocasión no tardé en venirme.
- ¡Me corrooooo! - dije
Sonia abrió su enorme boca y mientras tuve un maravilloso orgasmo, largo e intenso, ella misma se inundaba su garganta con mi leche, mi corrida fue enorme, no paraba de mamar, ni una sola gota de leche llegó a tocar mi cuerpo, la había tragado por completo.
- Mmmm, deliciosa…. no te vayas, espérate aquí que ahora vengo – me dijo.
- Tranquila, no me voy a ningún sitio.
Sonia se desplazó desnuda hacia donde se encontraba el tipo árabe. Inicio la misma estrategia que conmigo, mas que él ya estaba desnudo, apartó la mano del chico árabe y utilizó la suya para meterse esa larga polla en su boca. Yo me encontraba sin ningún tipo de ropa, sudado y muy a gusto, a cuatro o cinco sillones de distancia podía observar todo lo que pasaba, mi miembro aún seguía rígido, el morbo que me provocaba la situación era enorme, ella no se la podía meter entera en la boca, puesto que la polla del árabe era muy larga pero sin embargo se la seguía mamándo a ese tío, le gustaba, su lengua se movía en todas direcciones, por su glande, por el largo tronco y por los huevos. El tipo tenía la cabeza echada hacia atrás.
Sonia se levantó y se puso a cuatro patas encima de los asientos levantando algunos apoyabrazos. Su cabeza quedaba de nuevo por encima de la polla del magrebí aunque esta vez su culo quedaba justo a mi altura. El tipo árabe acabó tumbándose por completo en las sillas de ese oscuro cine con su polla completamente erecta apuntando hacia la boca de Sonia.
Me dispuse a meterla la polla por su rajita cuando esta detuvo la mamada que le estaba haciendo al tipo árabe cuando me dijo.
- Por ahí no, ¡quiero que me folles el culo!
Esas palabras eran órdenes para mí. Bajé un poco su trasero para que la entrada de este quedara justo a la altura de mi verga. Le escupí en su trasero y le empecé introduciendo uno de mis dedos. Era impresionante lo caliente que estaba, escupí un poco más encima de mi polla y se la metí por completa en su culo, estaba cerrado, sus paredes cogían mi sexo por completo pero aun así la metí de una vez. Un pequeño grito de dolor salía de la boca de Sonia.
- Ahhhhhh, me duele cabrón.
No se quejó más que eso, yo apenas me movía, ella marcaba el ritmo moviendo su culo hacia delante y hacia atrás. El tipo árabe estaba disfrutando muchísimo, decía unas palabras en árabe, supongo que sería algo así como “sigue chupando zorra”, porqué no hacía más que acompañar con su mano la cabeza de Sonia que seguía chupando como si el mundo fuera a acabarse. Al rato ella se incorporó dejando de comerle el rabo al tipo árabe.
- David, ¡siéntate aquí! – señalándome el lugar concreto.
Ella se sentó encima de mi polla, con su cara frente a la mía, con esos ojazos azules penetrando mi mirada, tenía el coño ardiendo, subía y bajaba a un ritmo francamente rápido mientras sus besos con lengua me enloquecían cada vez más.
- ¿Te gusta lo que estás viviendo? – me dijo al oído.
- ¡Ufff! Me encanta – dije - ¿te has cansado de comerle el rabo a ese? – añadí.
- Si, la tiene muy grande, pero prefiero la tuya, prefiero follarte a ti. ¡Ohhhh, si, así, me encanta!….¡aaahhh! – jadeaba de placer.
Al poco rato noté como sus movimientos eran cada vez más rápidos, empezaba a correrse, su cuerpo se estremecía, temblaba, sus ojos me miraban deseosos, así estuvo unos segundos hasta que se calmó.
- Ahora te toca a ti cielo – me dijo recomponiéndose.
Se arrodilló de nuevo entre mis rodillas y empezó a acariciármela con una mano y a masturbármela con la otra. No tardé en venirme de nuevo, solté mi leche por sus pechos, esta vez me corrí algo menos, pero aún así fue una buena corrida, bastante abundante. Sonia se levantó, con su cuerpo lleno de mi leche, se tumbó en el sillón al lado de donde yo estaba sentado.
- ¡Estoy reventada! creo que me tengo que apuntar a algún gimnasio – me dijo.
En esos momentos, el árabe se levantó del sillón, se acercó a Sonia y diciendo unas palabras en su idioma, le echó toda la leche encima de sus pechos. Sonia quedó impactada con ambas manos en los reposabrazos ya que no se lo esperaba.
- ¡Qué cabrón! – soltó – Aquí una no se puede descuidar ni un momento.
- Jajajaja, estas muy atractiva, aun con toda esa leche encima – dije – no seas tonta, si seguro que tampoco te ha disgustado.
- Gracias cielo, siempre tan complaciente. Pues no, la verdad que me ha gustado, pero podría haber avisado – respondió – Voy al baño a lavarme un poco ¿ok?
Dicho esto se levantó, se puso solo la falda, sin el tanga y desapareció con todo el pecho lleno de leche, tanto por mi corrida como por la del tipo árabe. Yo me quedé ahí en el sillón del cine, desnudo completamente, observando lo que quedaba de película, un pavo musculado estaba fornicando con una joven.
El árabe se me acercó desnudo y me dijo con dificultades en el idioma:
- ¿Es tu novia?
- No, es solo una amiga – respondí.
Esas fueron sus únicas palabras, dicho esto se fue hacia su sitio inicial donde tenía toda la ropa. Al poco rato apareció Sonia, ya se había limpiado.
- ¡Niño, sabes qué hora es? – Son cerca de las 6.
- ¡Buahhh!, pues se me ha pasado la tarde volando – le dije poniéndome la ropa - ¿no quieres el helado?
- Jajajaja, ¿acaso no me he tomado dos y bien grandes?, creo que ya tengo suficientes por hoy.
Nos acabamos de vestir y nos fuimos de ese cine. Nos dirigimos hacia las oficinas, nuestro lugar de trabajo. Yo tenía que volver a recoger mis cosas y Sonia para ver si había algo urgente que requiriera de su atención. Durante el camino, nuestra conversación fue totalmente nula, ambos estábamos callados, yo le acababa de poner los cuernos a mi mujer, y sinceramente, me sentía algo mal por ello.
Tomamos el ascensor y Sonia se dirigió a mí.
- David, me gustas muchísimo. Quiero ser tu putita, tu amante. ¿me dejaras que lo sea? – se dirigió hacia mí y me dio un beso soberbio en los labios.
- Veras Sonia, me gustas muchísimo, pero tengo mujer y estoy esperando una cría. Me lo he pasado realmente bien, pero creo que no lo deberíamos repetir de nuevo. Ha estado mal.
- Entiendo que tengas mujer, pero tú mismo me has dicho antes que lo vuestro va mal y creo que conmigo esta tarde lo has pasado en grande. ¿Te imaginas poder ser así cada día? Di que no quieres que vuelva a pasar, mírame a los ojos y di que no quieres que se repita lo de hoy.
Levanté la mirada, estaba avergonzado. Sus ojazos estaban clavados en los míos esperando una respuesta.
- Sonia, no quiero que seas mi….. – no pude acabar la frase.
- ¿Ves como no puedes? Te ha gustado igual que a mí, estamos hechos el uno para el otro. ¿no lo comprendes? el destino ha querido que estemos juntos. David, no te estoy pidiendo nada serio, solo quiero ser tu amante, se que actualmente tu estas casado y yo tengo novio, me conformo con ser segundo plato. Yo lo estoy pasando mal con Alex y sé que tú estás igual con Natalia, solo te pido que tú seas el hombro con el que me pueda apoyar al igual que yo seré el tuyo cuando lo pases mal. ¿no quieres eso? Tener a alguien con el que puedas confiar y lo más importante, que lo tengas cerca.
- Si, supongo que sí, pero es que… – dije.
- David, llevo observándote días aunque no te hayas dado cuenta. Tus ojos hablan por ti, desde que te conozco, siempre has tenido la mirada triste, angustiada y te puedo decir que no son los mismos con los que me mirabas esta tarde cuando hemos ido a comer.
- Sonia, entiéndelo para mi es difícil, muy difícil. Como te dije en la comida, siempre le he sido fiel a mi mujer – no era del todo cierto porqué había tenido alguna aventura con su madre, pero solo fue eso, una aventura – déjame que me lo piense, ¿vale?
Dejé a Sonia con la mirada triste, cabizbaja y no tuve otra opción que abrazarla.
- Gracias por ser tan sincero David, ¿vamos a por tus cosas?
- Si, vamos.
Entramos a las oficinas y no se escuchaba absolutamente nada, más que el ruido de los aires acondicionados.
- ¿Parece que no hay nadie verdad? – me dijo Sonia.
- Sí, eso parece, ¿quién quieres que haya a las 6 y cuarto de la tarde?
Me dirigí hacia mi mesa y cogí mi equipación. Sonia me estaba esperaba junto a la puerta de la entrada de las oficinas. Cogimos de nuevo el ascensor, pero esta vez para despedirnos hasta el día siguiente.
- Planta 0, Hall principal – la voz de ese ascensor terminaba el viaje.
Mi mano estuvo a punto de abrir la puerta cuando algo la interceptó. Era el brazo de Sonia.
- Júrame que te lo vas a pensar, ¿sí? – me dijo mirándome a los ojos.
- Si, lo pensaré, pero por favor, no te hagas ilusiones, ¿ok?, no me gustaría que lo pasaras mal por mí culpa.
- David, en el momento que uno está enamorado lo está pasando mal, sufre por la persona que quiere y eso es lo que me pasa a mi cuando veo que no eres feliz.
- Sonia, no me lo hagas más difícil. Te lo pido por favor.
Abrí la puerta de ese ascensor y allí mismo me despedí de ella, en ese mismo ascensor.
- ¡Hasta mañana Sonia!
- ¡Hasta mañana! – me respondió.