Un día de mis vacaciones (II)
Después de una prolongada separación, dos amantes se encuentran nuevamente y se expresan de mil modos su añoranza, su deseo y su amor.
- ¡Pero dijiste que íbamos a vernos mañana! No puedes hacerme esto, no sabes cuánto te necesito aquí, Cata por Dios ven rápido, haz todo lo que puedas, ¡estos meses han sido años sin ti! - Sí Andrea, veré si mis padres no molestan, se calman y puedo ir rápido, para mí también ha sido mucho tiempo, pero por favor comprende, mi papá está furioso conmigo... además Pablo está insoportable...
Un silencio profundo era lo único que había entre ambos auriculares.
- ¿Qué? ¿Cómo que Pablo está insoportable? ¿Es que acaso debes pedirle permiso a él? - Andrea, por favor, allá te explicaré todo... si puedo ir claro. - Seguro que podrás venir, te esperaré en donde dijimos, tengo que colgar. - Está bien -dijo comprensiva Cata- Te quiero... - Yo también te quiero.
Después de esa charla quedé pensativa, habían pasado cinco meses eternos para las dos donde sólo nos habíamos hablado por teléfono y donde la había extrañado más que a nadie, después de vivir con ella todos esos momentos tan intensos en mis pasadas vacaciones su recuerdo se había hecho presente día tras día, esperando para este fin de semana, en que Cata había logrado conseguir el permiso de sus padres para acompañar a una tía que tenía que hacer una diligencia en esta pequeña ciudad y donde habíamos concertado vernos la mayoría del tiempo; me molestó el comentario de su novio Pablo, ella no tenía por qué darle explicaciones, a veces pensaba en la posibilidad de que Cata quisiera más a Pablo que a mí o que su líbido se elevara más con él que conmigo, pero lo consideré demasiado improbable. Pablo era su pasatiempo, lo quería, pero según lo que me ha confesado prefería media hora conmigo que un fin de semana con él, a veces era insoportable.
Escuché el segundo llamado de mamá para bajar a cenar y lo hice, la comida era deliciosa pero ni eso hacía que pudiera concentrarme en algo, todas mis energías eran para Cata, nuestro pronto encuentro, que ahora era una simple probabilidad, me aterraba la idea de tenerla que esperar por más tiempo:
- Mamá, Cata de pronto viene con una tía, todo el fin de semana lo pasaré con ella.
- Ah, qué bien, -dijo mamá- y eso ¿por qué?
La tía tiene que hacer una diligencia aquí y aprovechando que no está muy acosada en el colegio vendrá estos dos días.
- Mi mamá asintió, ninguno de mis padres (y supongo que los de Cata tampoco) sospechaban algo de nuestra profunda relación, terminé de comer y me dirigí de nuevo arriba, miré el teléfono y tuve la fuerte tentación de tomarlo y llamar a Cata para preguntarle si vendría o no de una vez por todas pero recordé la amenaza de papá el mes anterior: "Si la cuenta del teléfono vuelve a llegar así de cara te corto las llamadas de larga distancia" yo no podía arriesgarme a eso, más vale pájaro en mano que cien volando, prendí el televisor tratando de despejar la mente y de matar el tiempo, necesitaba que fuera mañana para ir al lugar acordado con Cata y esperarla, ojalá pudiera llegar, ojalá la pudiera ver. Me quedé dormida con el TV prendido.
- Me levanté al día siguiente y vi que se me había hecho tarde, al menos no tendría que esperar tanto, me arreglé apresurada y ansiosamente, llegué al centro comercial donde había quedado de encontrarme con Cata y vi que estaba especialmente más lleno que de costumbre, tal vez habían descuentos o para todo el mundo este día tenía un significado tan especial como para mí; no importaba, di vueltas desesperadamente tratando de ubicar la salida este pero estaba tal vez más llena de gente que el resto del centro comercial:
- Esto era lo único que me faltaba, -pensé- para completar hoy estoy más ciega que nunca, todo el mundo se me parece a Cata. ¿Cuándo diablos vas a llegar?
- De repente vi entrar a una señora que observaba detenidamente todo a su alrededor y tras de ella a mi ansiada amiga, también confundida por el gentío, la bulla y el calor.
- Cata venía hermosa, traía un jean y una blusa que dejaba ver su abdomen perfecto, un atuendo bastante sencillo pero que destacaba muy perfectamente sus formas femeninas, un maletín en la espalda, se había hecho un corte de cabello que le lucía demasiado y que traía adornado con unas delicadas pincitas que le daban, junto con su poco maquillaje facial, una apariencia de niña tierna que a mi parecer la hacía especialmente más atractiva al mezclarse con el atuendo de adolescente decidida.
- No pude evitar una sonrisa de oreja a oreja, tenía a mi amiga en frente, después de cinco largos meses la estaba viendo otra vez, pensé en todo lo que podríamos hacer en el presente y el siguiente día, era poco tiempo pero al menos era algo, no podíamos desaprovechar ni un minuto así que aceleré el paso y llegué de frente sorprendiéndola, acto seguido la abracé y le di un beso en la mejilla (frente a su tía debíamos actuar naturalmente) nos separamos y aún sonriendo nos miramos a los ojos, mi mente volvió a recordar los momentos más intensos de mi vida que obviamente habían sido a su lado, como dicen por ahí "recordar es vivir" así que deseé darle un besote en la boca para luego fundirme con ella en las delicias del sexo lésbico.
- Saludé amablemente a su tía que me preguntó por un hotel en donde pasar los dos siguientes días, le recomendé el mejor de la ciudad y nos dirigimos hacia allá, una vez dentro, mientras la tía hacía las reservaciones atraje a Cata hacia mí y le dije: - - - Pensé que no ibas a venir, casi me muero cuando te veo. Estás hermosísima.
No podía dejar pasar esta oportunidad, tenía que verte de nuevo, Pablo está furioso porque no fui a la fiesta de grado de su madre, mi papá tampoco está de muy buen genio porque necesitaba mi ayuda con unas tareas eternas para mi hermano, no importa, ya estoy aquí. Junto a ti todo está bien. - Cata, -le dije con una mirada de deseo que apenas dejaba contenerme- ¡me muero por besarte! - ¡Yo también!
- La tía nos hizo señas de seguirla, entramos a la habitación y dejamos el equipaje, la tía de Cata, doña Clara, dijo que la diligencia podía tomar más tiempo del disponible si no se apresuraba, así que se cambió de ropa y se dispuso a salir: - - - Cata, aquí te dejo con tu amiga, trataré de no demorarme, si tienes hambre pide algo, debo irme rápido. - Está bien tía, no te preocupes.
- Cerró la puerta y escuchamos el ruido de sus zapatos alejándose constantemente hasta desaparecer, era increíble, en menos de un minuto me estaría revolcando violentamente sobre mi amiga, había esperado eso por cinco meses eternos; volví mi mirada a Cata, una vez más la encontré hermosa, se sonrojó cuando se lo recordé, mirándola por otros segundos la tomé de la mano y la atraje hacia mí dispuesta a besarla, pero ella me apartó diciendo con su habitual terror a ser descubiertas:
- Espera unos minutos, ¿qué tal que se devuelva y nos encuentre en pleno ajetreo? - No, eso no va a pasar -le dije mientras lamía suavemente su oreja- vamos a pasarla genial en este fin de semana.
- Luego besándola en la boca y tomando sus delicadas pinzas para desabrocharlas le escuché decir: - - - Andrea... mmmfff, tengo miedo, mmmff... mejor aquí no... mmmfff.
- Pero yo no le presté atención, le quité las pinzas, el reloj y algunas joyas, para luego acostarme sobre ella hasta sentir cómo me embriagaban sus besos, quería besarla como tanto quise en este tiempo, besarla lo suficiente como para soportar al menos media hora sin su compañía; me recosté cómodamente sobre ella acariciándole lo que me pusiera a disposición, entrelazando sus piernas con las mías y excitándome cada vez más al escuchar sus ruegos de parar todo porque nos podían pillar.
- En media hora seguíamos besándonos, sentíamos nuestras bocas mojadas y nuestros cuerpos ansiosos, a veces nos movíamos rítmicamente, nos arrancábamos débiles gemidos al pronunciar más nuestros profundos besos, en medio de las caricias que nos dábamos se encontraban nuestras manos y se entrelazaban, era en esos momentos cuando regresaba un poco a la cordura y le echaba un vistazo a mi conciencia, analizando las cosas, sentir sus dedos mezclados con los míos apretándome me hacía más que desearla, amarla y sobre todo querer llegar con ella a los límites del placer y más allá si era posible. - - Entre estos pensamientos, la estimulación física que estaba recibiendo y los casi mudos gemidos que se desprendían de Cata deseé sentir otra vez el puro éxtasis en brazos de mi amiga y hacerla gozar a ella de forma inolvidable, así que presa de una excitación incontenible me separé y la levanté como pude quitándole la ropa y desnudándome posteriormente, una vez desnudas la acosté en la cama y le abrí las piernas, le di suaves besos al rededor de su entrepierna sin pasar nunca por su clítoris o su vagina (tarea bastante difícil, pues el clítoris de mi amiga invitaba a ser comido sin descanso) hasta hacerla mover violentamente, deseando ser mía otra vez, después de un tiempo tan largo: - - - Vamos Andrea, ahhh... hazme tuya otra vez, mmmm, qué placer que me das, pero, mmmm, chúpamela, ahhhhhggg, por favor chúpamela. -
Sin hacerme rogar ataqué el clítoris y la penetré con dos dedos, lo hacía lentamente para luego sorprenderla acelerando copiosamente el ritmo, su cuerpo trataba a duras penas de contenerse pero al final se convulsionaba sin control y emitía sonoros gemidos que la parte consciente de mi amiga trataba de contener por temor a ser descubiertas, posibilidad muy real ya que las señoras del aseo pasaban constantemente y seguramente no dudarían en notificar cualquier anormalidad, sin importarme seguí con mi muy conveniente estimulación hasta hacerla llegar a la esperada explosión.
- Tomando unos segundos Cata se recuperó, se sentó en la cama y me miró, me atrajo hacia ella y sin besarme aún dijo:
- Es increíble la forma en que llego al orgasmo contigo, entre lo que más extrañé es esa forma en que me desgastas, cuando estoy a punto de llegar no me dejas respirar ni un instante, siento que exploto y que nadie mejor para compartirlo que tú.
- Me sorprendió el arrebato de mi amiga, no pensé que los orgasmos que sentía gracias a mí eran los que ansiaba día tras día, me alegró saberlo, me senté en la cama he hice que se sentara sobre una de mis piernas, la derecha, para luego masajear las tetas y chuparlas con suavidad, con ternura; pude admirar de nuevo esas tetas que me parecían perfectas, me sentí afortunada de tener a alguien así conmigo, Cata de verdad era muy linda, en ocasiones había llegado a creer que Pablo estaba con ella sólo por exhibirla, probabilidad de la que estaba comenzando a convencerme.
- Pasados unos minutos de tener aquel pezón en mi boca escuché a Cata decir:
- Ahora es mi turno!
- Me acostó de la misma forma cómo yo lo había hecho con ella y me empezó a besar el clítoris aumentando obviamente mi excitación de una manera rápida y constante, en medio de mi creciente líbido pregunté:
- Oye Cata, ¿qué pasaría si entrara tu tía en este momento?
- Separándose de mi vagina, se le perdió la mirada por unos instantes y luego me miró para agregar:
- No quiero ni imaginármelo, ¡me matarían en casa! -
Automáticamente tomé su cabeza y la llevé de nuevo a donde estaba, olvidé el comentario y me entregué a las sensaciones, mi amiga no tuvo que prolongar mucho su trabajo, me corrí entre gemidos y movimientos, pidiéndole después que subiera a besarme.
- Así lo hizo, nos pusimos la ropa y le dije que fuéramos a un centro comercial, a pesar de mantenerme comunicada con ella por teléfono nunca hablábamos del resto de nuestras vidas, casi siempre el tema era nuestra relación, así que me pareció oportuno sugerir compartir un café o cualquier cosa mientras hablábamos como dos amigas "normales".
- Me alegra que estés aquí -le dije tomando un deliciosos Amaretto helado- cinco meses fue mucho tiempo para pensar bien en lo que pasó y sobretodo para aceptar mi nueva personalidad de bisexual.
- Conmigo igual, ¿te dije que Pablo está insoportable? A veces considero la idea de terminar con él del todo, me está celando demasiado y nuestros encuentros sexuales están más monótonos que nunca, me hizo mil preguntas cuando le comenté que viajaría dos días a otra ciudad. Realmente es un descanso estar aquí y sobre todo contigo.
- Hablamos por casi dos horas, le pedí que volviéramos al hotel para ver si doña Clara había regresado y luego a mi casa para saludar a mis padres; tomando el café me puse a jugar con el vaso, me eché un poco en las manos y debía ir a lavarlas así que fui al baño, una vez tuve las manos limpias miré a Cata que estaba lavándoselas también y le dije con tono insinuante y ojos de deseo:
- ¿Sabías que una de mis fantasías es hacerlo en un lugar público? Como por ejemplo este baño... -
Ella inmediatamente entendió, miró a la puerta y luego hacia uno de los baños diciéndome:
- Andrea, pero eso es pequeñísimo, no imagino cómo podríamos hacer alg... - - Le interrumpí la frase jalándola rápidamente adentro, callándola con un beso y sorprendiéndola con un rápido toqueteo a todo su cuerpo. De esa no se iba a escapar, ya veía realizada una de mis fantasías sexuales con la chica que me electrizaba. - - En menos de tres minutos Cata estaba tanto o más excitada que yo, la incomodidad y la estrechez del baño hacía que por momentos perdiéramos el equilibrio y cayéramos pesadamente en las paredes y en la puerta del lugar, para luego incorporarnos y besarnos apasionadamente. - - Me enloquece la manera en que en medio de mis profundos besos escuchamos cualquier ruido y Cata se separa con sus ojos desorbitados tratando de prestar atención, creyendo que nos van a encontrar y esforzándose por contener sus gemidos y hasta sus movimientos, tarea que obviamente es imposible, el sexo entre nosotras era tan incontenible como placentero, tan peligroso como excitante.
- En medio de la calentura le dije a Cata que se sentara sobre el sanitario y yo en la taza, bajándole rápidamente su jean y chupándole fuerte y constante su clítoris (forma efectiva y preferida de Cata para llegar al orgasmo) me mantuve así por unos minutos, esta vez quise variar, suspendí mis lamidos a esa zona y la estimulé únicamente con los dedos, introduciéndolos profundamente y luego sacándolos para estrujarle el clítoris hasta sentir los inevitables gemidos, mientras le lamía los pezones y con la otra mano le empujaba el culo hacia mí. - - La escena era realmente excitante, morbosa y electrizante: mi amiga estrujada contra el sanitario y la pared, yo frente a ella apretándole la vagina, atrayéndola desde el culo a empujones, sintiendo cómo entraba y salía su pezón de mi boca, la presión de sus manos desesperadas en mi cabeza y escuchando los jadeos y gemidos que trataba de calmar sin mucho éxito; seguramente alguien nos escuchó, pero a mí era la última persona a la que le importaba. -
La corrida no se hizo esperar, entre fuertes movimientos y extraños sonidos supe que ya había acabado, pensé que se tomaría algunos segundos para recuperarse pero de repente me tomó por sorpresa y me jaló hasta recostarme pesadamente en una de las paredes del estrecho baño y sin saber cómo (ella estaba muy "amarrada" por su ropa) me besó y no me dejó ver el resto de la acción, sentí sus dedos en mi clítoris apretándolo, aplastándolo con toda su fuerza, oía sus gemidos de chica mala apagarse al besarme tan pesadamente, sentía cómo me pellizcaba el culo y me decía frases sueltas que también se encargaban de ponerme mucho más a trote:
- ¡Ya estoy cansada de que seas tú la que acabe conmigo en cada orgasmo! ¡Ya verás lo que es bueno!. - - Me susurraba cosas por el estilo, me hacía detener la respiración con algunos de sus movimientos, a veces era tan incontrolable que cerraba los ojos y casi tomaba impulso para soltar el nuevo, más potente y desgarrador gemido de placer, que se acompañaba de nuevos espasmos y saltos musculares, mi fantasía estaba hecha realidad, en menos tiempo del que yo creía llegó el nuevo orgasmo, obviamente tan placentero, desestresante, contagioso y desorbitante como los que vivo con Cata.
- Salimos de ahí, vimos la puerta contigua a la nuestra cerrada, señales de que alguien había ahí, nunca supimos a qué horas entraron pero era obvio que se habían dado cuenta que enseguida estaban haciendo algo "extraño", así que gracias a una mirada de sorpresa y preocupación a la vez de Cata salimos tan rápido como pudimos para perdernos entre la gente e ir a su habitación y finalmente a mi casa, sin ser descubiertas por nadie. - - Doña Clara estaba esperándonos, dijo que había ido al mall de comidas del centro comercial pero no nos vio, no pude evitar una sonrisa al imaginar a la tía de Cata buscándonos inocentemente como dos amigas que comparten el tiempo mientras ella y yo nos lo montábamos en un baño desesperadamente, tratando de hacer el menor ruido y chupándonos hasta lo que no teníamos; Cata seguramente pensó lo mismo porque me miró con una cara de complicidad y se rió también.
- Estaba tarde, le dije a Cata que mejor me prestara el teléfono para avisarle a mi mamá que llegaría tarde, consideré que ir hasta mi casa era una perdedera de tiempo, mejor iríamos mañana, eran casi las once de la noche y pensar en el agua caliente de la piscina de un lujoso hotel y a mi amiga a mi lado me pareció excelente, así que se lo propuse y bajamos hasta allá, efectivamente la piscina estaba tan agradable que recordé las aguas termales: humo saliendo del agua mientras cae una suave lluvia helada que contrasta perfectamente, pensé en todo lo que haría en un lugar como esos y una compañía como Cata, por ahora debía dejar de soñar, volver a la realidad y aceptar lo que tenía en ese instante. - - Nos sentamos en unas cómodas escaleras desde donde se veían las luces horizontales y profundas, el agua caliente, el ambiente frío, muy poca gente (dos o tres personas) y los meseros que pasaban regularmente tras los vidrios del hall y que educadamente casi no volteaban la mirada hacia nuestro lugar.
- Cata se veía preciosa con su traje de baño, aparte de tener una tanga pequeña que tapaba lo suficiente llevaba el sostén que gracias a su juego de varillas y telas bien cosidas le hacía ver el busto más elevado y más redondo de lo normal, sin hablar del contraste de su piel con los colores de éste. A mi mente de apasionada y arriesgada no le fue difícil empezarse a imaginar un encuentro con Catica ahí, con el peligro de los meseros y algún huesped que en medio de su vigilia bajara a darse un baño a la piscina, pero sabía que ella no lo aceptaría por más que le rogara, si nos sorprendían sería demasiado embarazoso pero si no sería de lo más excitante; no podía dejar de pensar en eso, cada minuto más me imaginaba otras mil ideas y mientras más intentaba dejar de pensar en eso más lo deseaba, me obsesioné a tal punto que empecé a calcular los riesgos y el tiempo disponible, incluso busqué el lugar más apartado y más escondido que el agua y la arquitectura de la piscina nos brindaran y por último maquiné lo más difícil: proponerle y convencer a Cata de hacerlo.
- Tras regresar a la normalidad luego de tales pensamientos tan insistentes observé de nuevo a Cata, estaba sobre las escaleras, con una pierna estirada y la otra recogida sobre la parte interior de su muslo, echada hacia atrás recostándose en los codos, con el agua llegándole hasta la mitad del abdomen, la cabeza ladeada, el cabello húmedo, algunas gotas sobre su suave rostro, la mirada perdida en las luces del hall y una cara de conformismo que pedía a gritos no ser interrumpido, ahora se veía increíblemente sensual, irresistiblemente sexy, tan silenciosa como llamativa, me aumentó más la obsesión del dichoso encuentro y juré no salirme de esa piscina sin antes haberme cogido a Cata por un buen rato.
- ¿Por qué me estás mirando así? Yo sé cuándo me miras así Andrea, -dijo- no creas que voy a hacer algo aquí, ¡estás loca! Mira ese mundo de gente que pasa por ese hall... y ¿si baja alguien? No Andrea, no insistas, no haré nada contigo ahora. ¡¡¡Deja de mirarme así!!!.
- Pero yo me mantenía en silencio mirándola, se me podía ver la cara de deseo a mil kilómetros de distancia, cerraba los puños ansiosa, no podía dejar de sonreír maliciosamente, no podía resistirme a tanto.
- Cata se empezó a preocupar, ella sabía hasta dónde era yo capaz de llegar, en las pasadas vacaciones se lo había demostrado, además sabía de antemano que yo amaba los "rapidillos" y las calenturas prohibidas, ya conocía los grados de mi erotismo y los alcances de mi líbido cuando ésta se elevaba descontroladamente.
- Recordé que después de nuestro encuentro en su habitación del hotel en las pasadas vacaciones siguieron varios encuentros con muchos tocamientos y roces en lugares peligrosos, ahí ella conocía mis alcances y se desinhibía por completo cuando ya se excitaba, mi conocimiento de tales acciones era lo que me seguía impulsando, de todas formas aunque habíamos vivido mucho nunca nada había sido como esto.
- Lanzándome a lo que fuera, sin miedo, pero con la adrenalina al máximo le tomé la mano, Cata se trataba de zafar mirando a todas partes, descubrió que la piscina estaba sola y que por ser tan tarde ya casi no pasaban meseros por el hall y cuando lo hacían seguían guardando la misma educación y discreción de siempre. - - - Cata por Dios, nadie nos va a ver, nada va a pasar -le decía acercándome insinuante y lentamente a su cara- nunca hemos vivido algo tan excitante como esto.
- ¡¡¡Sí pero tampoco tan peligroso!!! Por favor cálmate -decía desesperada, mirando a todas partes- contrólate!!!
No Cata, no puedo soportarlo, eres irresistible -dije dándole suaves besos al lóbulo de su oreja- ¡espera cómo lo vamos a disfrutar!. - No Andrea... mmmffff, detente, mmmggg, ¡¡¡para por Dios!!!. - - Me rogaba mientras yo ya estaba jugando con su lengua, ella hacía una pequeña presión tratando de alejarme, pero era precisamente esa debilidad que usaba la que me confirmaba que la idea le asustaba pero le llamaba la atención, poco a poco sus intentos por separarme se fueron convirtiendo en caricias y sus quejas en suaves jadeos. En ocasiones se separaba y miraba al hall y a los alrededores pero al descubrirnos solas volvía al trabajo... había sido muchísimo más fácil de lo que pensé, ¡íbamos a gozar como nunca!
- Seguí besándola con delicadeza, con pasión, deleitándome con cada movimiento de su lengua sobre la mía, estremeciéndome cuando me tocaba con las manos que tenia fuera del agua y que obviamente estaban heladas:
- ¡Andrea, yo hago esto sólo porque te adoro, de resto es una locura..! - No me digas que no lo disfrutas, yo también lo hago por ti, yo también te adoro Cata.
- Con una seguridad que no le conocía mi amiga me metió las manos por debajo del sostén y me pellizcó suavemente los pezones, nuestros senos apenas se mojaban gracias al movimiento, yo bajé mi mano hasta su tanga y la metí de repente tocándole el culo, Cata se estremecía cuando yo metía suave pero firmemente un dedo por el medio de su raja mientras con la otra le había subido el sostén casi al cuello apretándole los senos con el corto alcance de mi delicada mano.
- La seguí acariciando, la seguí estremeciendo, continué besándola, excitándola, complaciéndola hasta que en un decidido movimiento Cata me separó con un ágil movimiento y fui yo quien quedé recostada en las escaleras y ella sobre mí con total libertad para hacerme lo que quisiera. Era bastante excitante tenerla así, sobre mí podía tocarme cualquier cosa, sus gemidos, sus insinuantes movimientos y sus delicados besos se encargaban de ponerme a cien, hubo un punto en que sin yo decírselo se bajó la tanga y al ver la situación le terminé de quitar el sostén, estaba desnuda en la piscina, tan excitada que así hubiera bajado su tía no le hubiera importado, me subió el sostén a mí también casi hasta el cuello y me empezó a lamer los pezones mientras yo alcancé su clítoris y lo pellizqué suavemente, aquí se estremeció y no pudo evitar hacer un gesto de placidez enorme.
- De repente se separó, yo estaba recostada en las escaleras de la piscina, desde la mitad del abdomen hacia arriba yo estaba fuera del agua, me quedé mirándola como preguntándole qué pasaba, desnuda, con el agua escurriendo, se terminó de poner de pié, se echó el cabello hacia atrás y se paró frente a mí, subiendo lentamente hasta poner su clítoris en mi cara y esperar a sentir mis chupeteos en esa zona, tanto como a ella le gustaba.
- Cata se veía increíblemente sexy, desde esa perspectiva yo podía verle, aparte de la vagina, su abdomen totalmente recto, luego el imponente busto y la cabeza echada hacia atrás cerrando los ojos y entreabriendo la boca con cada nueva sensación allá abajo. - - Luego escuché sus gemidos, vi cómo cerraba y volvía a abrir los puños, noté cómo llegaban sus jugos vaginales que el agua de la piscina no me había permitido ver, hasta que el placer la empezó a desbordar y se agachó recostándose sobre el suelo firme, dejando un ángulo de casi noventa grados con sus piernas que abiertas me sostenían firmemente la parte alta de la cintura; sus tetas ahora colgaban mejor y se veían más, ahora sí podía ver exactamente cuando agachaba la cabeza, cerraba los ojos, apretaba los labios y de repente gritaba de placer. - - Empezó a moverse rítmicamente llevando su pesada vulva sobre mi boca, se agachaba con la esperanza que mi lengua le cubriera más o la penetrara mejor, estiré las manos y le apreté las tetas, finalmente los pezones y me empecé a levantar para embestirla mejor desde ahí, desde abajo; por último tomó una de las manos con que se apoyaba en el suelo firme y la llevó a su clítoris para apretarlo firmemente mientras yo seguí encargada de meterle la lengua hasta donde diera abasto, se corrió entre gritos y más inesperados movimientos, desplomándose después a mi lado y suspirando por la escena anterior.
- Me sentí bastante bien de haber llevado a mi amiga a un orgasmo como esos, mi ego se creció mucho más cuando ella en medio de su rápida y creciente recuperación me dijo que había sido de los mejores que había experimentado en su vida. Me miró y en forma de agradecimiento me besó tiernamente y me acarició todo menos las zonas erógenas que me excitaban más rápidamente, como sea, este tipo de toqueteos me volvieron a poner en marcha, es cierto que no tocaba mis puntos más sensibles, pero esto hacía que me muriera de ganas por que lo hiciera, así que entre sus profundos besos se lo rogué pero ella no me escuchó, me empujó hasta ponernos de pie en la parte más profunda de la piscina (casi 1.50m) y llevarme hasta un punto cualquiera, supongo que era el más cercano, el más conveniente, el que primero encontró o el más escondido, pero me recostó pesadamente y me empezó a desnudar ansiosamente, una vez nos vimos totalmente desnudas, con nuestros trajes de baño por ahí tirados, nos excitamos enormemente al descubrir de nuevo que esa piscina había sido y era para nosotras dos solas, para darle rienda suelta a nuestros más ansiados deseos.
- Andrea -decía en medio de sus toqueteos- no sabes cómo me excitas, mmmfff, me encanta comerte todo, ¡¡¡ahhhggg!!! - Cata, ahhjjjgggg, chúpame todo, mmmm... yo también te deseo demasiado.
- Inesperadamente Cata me tomó por la cintura y con un suave movimiento me sentó en el borde de la piscina, me recosté con los brazos abiertos sobre el suelo firme y esperé a que mi amiga empezara su trabajo, seguía hermosa, su cabello aplastado por el agua y el tenue reflejo de su cuerpo imponente me hacían desearla más y más, se echó un poco para atrás y tomándome el pie fue subiendo lentamente con suaves besos, pasando por la rodilla y metiéndose por la parte interior de los muslos, se colgó la pierna en el hombro y me empezó a acariciar la pierna con la yema de sus dedos mientras seguía subiendo con tiernos besos a mi entrepierna, no comprendía por qué Cata se quedaba en esos puntos tanto tiempo, por qué me daba los besos tan estratégicamente sin tocarme nunca mi vagina o siquiera acariciando mis tetas, de repente capté que Cata no quería tener sexo conmigo: quería hacerme el amor.
- Me rodeó las caderas con sus brazos y me apretó el culo atrayéndolo más, la verdad esos planes eran imposibles pues yo estaba al bode de la piscina equilibrándome difícilmente de los movimientos que mi cuerpo hacía gracias al creciente éxtasis que sentía, finalmente, después de mucho insinuarle y rogarle a Cata me chupó el clítoris, pero con la misma suavidad con que había empezado a besarme las piernas, a veces se detenía y me miraba, me confesaba la manera en que me deseaba y la intensidad de sus sentimientos hacia mí, eso me enternecía tanto que me provocaba bajar a besarla indefinidamente, pero era difícil elegir entre eso y seguir disfrutando de tan convenientes chupeteos, finalmente me decidí por la segunda opción: tardaría mucho tiempo bajar, besarla, volverme a subir, regresar a como estábamos y hacerlo de nuevo cuando me enterneciera otra vez.
- A los cinco minutos Cata me apretaba tan fuerte la vagina con su boca y con sus manos mi culo que yo me sentía irresistiblemente apretada en un mar de sensaciones incontenibles y sobre todo indescriptibles. - - Cata me tomó un pie e hizo que yo lo apoyara en el borde de la piscina, en otras palabras mi clítoris estaba aún más expuesto y disponible para lo que fuera, mi éxtasis pedía a gritos ser calmado y Cata se encargó de eso chupándome fuertemente y susurrando palabritas sucias que en ocasiones me hacían sonreír, sin esperarlo ni advertirlo mi amiga me penetró profundamente con dos dedos, moviéndolos circularmente mientras los introducía y lamiéndome por tiempos el clítoris, mordiéndolo y chupándolo con gran maestría.
- Sin importar que fuera una piscina, que los meseros fueran discretos pero no sordos, que la gente tuviera la oportunidad de bajar cuando quisieran y que supuestamente se debe respetar el sueño ajeno grité con cada nuevo movimiento y con cada nueva sensación, le gemí fuertes guarradas a mi amiga, me moví aparatosamente en su cara y finalmente apreté los músculos, arqueando la espalda y apretando los puños para recibir el orgasmo más hipnotizante que hasta ahora Cata me había proporcionado; luego de experimentar tal sensación quedé bastante débil, apoyándome con los codos y bajando el pie que tenía en el borde de la piscina, pero Cata no descansó hasta que de nuevo se erectaron mis pezones y mi vagina se contrajo para sentir un nuevo éxtasis, no tan descontrolado como el anterior pero si muy conveniente.
- Me recuperé, la miré, una vez estuve con mis cinco sentidos otra vez en su lugar me percaté que estaba congelándome ahí y con un rápido movimiento caí de nuevo a la cálida piscina y abracé fuertemente a Cata, apretándola con toda mi fuerza y agradeciéndole el momento anteriormente vivido, la miré a los ojos y le proporcioné un besote en la boca que recibí como una redención luego de tal orgasmo tan profundo y tales sensaciones tan encantadoras; mi amiga me adoraba, era maravillosa, quiso hacerme sentir algo que no olvidara jamás y efectivamente lo había logrado.
- Buscamos nuestros trajes de baño, que estaban por ahí tirados, nos vestimos y subimos con ese frío tan aterrador, estaba tardísimo pero sentía que si desaprovechaba un minuto con mi amiga iba a arrepentirme toda la vida sin embargo el sueño y el cansancio hacía mis párpados doblemente pesados de lo normal y sentía que si no dormía andaría sonámbula por todas partes; tristemente me despedí de mi amiga asegurándome de verla al siguiente día y nos besamos en el ascensor, el corredor y en el umbral de la puerta, diciéndole tiernamente que había disfrutado como nunca, que la adoraba y que le deseaba una buena noche.
- Me fui a casa, sentía en cada poro el olor de Cata y su suave piel, me encantaría dormir con ella pero sabía que realmente haríamos de todo menos dormir. Fue tan sólo poner la cabeza en la almohada para quedarme dormida profundamente, teníamos unas pocas horas más, debía descansar para tomar el impulso necesario para el siguiente día y terminar de aprovechar esta maravillosa situación que los negocios de su tía nos habían proporcionado. Pronto amanecería y tenía que volver a su lado.
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Pueden escribir a abcdf_12345@hotmail.com