Un día de diversión en la piscina

Se escuchaban voces que venían desde todas partes, desde luego, la piscina ese día estaba bastante llena, rápido, tú y yo nos metimos en el primer cambiador que encontramos libre. Tuvimos suerte, estos eran bastante amplios y podíamos cambiarnos a la vez. Cada uno nos sacamos nuestros abrigos y los colgamos en las perchas, al instante, sentí como tu mano me rozaba la barriga por encima de la camiseta, después, bajaba y se metía por debajo de ella, luego, tu otra mano por el lado opuesto hacía lo mismo. Mi piel se erizaba ante el contacto de tus manos, no me esperaba eso y mucho menos en un lugar así. Luego, luego tu lengua llena de deseo comenzó a hacerme cosquillas en el cuello.

Hola!

Quiero dar las gracias a todos aquellos que os habéis pasado a leer mi primer relato. Estoy muy contenta de saber que os ha gustado tanto y ha tenido una buena aceptación. Muchos os habéis "quejado" de lo mismo y opinais que fue demasiado corto y que necesitaba ser más explícito, así que para vosotros es este segundo relato. Espero que os guste tanto o más que el anterior. Antes de dejaros leerlo, simplemente quiero recordar que onmyveins1@gmail.com es mi correo y me encantaría saber vuestra opinión sobre este nuevo relato.

Se escuchaban voces que venían desde todas partes, desde luego, la piscina ese día estaba bastante llena, rápido, tú y yo nos metimos en el primer cambiador que encontramos libre. Tuvimos suerte, estos eran bastante amplios y podíamos cambiarnos a la vez. Cada uno nos sacamos nuestros abrigos y los colgamos en las perchas, al instante, sentí como tu mano me rozaba la barriga por encima de la camiseta, después, bajaba y se metía por debajo de ella, luego, tu otra mano por el lado opuesto hacía lo mismo. Mi piel se erizaba ante el contacto de tus manos, no me esperaba eso y mucho menos en un lugar así. Luego, luego tu lengua llena de deseo comenzó a hacerme cosquillas en el cuello.

Estaba muy sorprendida, quizá porque todavía seguía dándole vueltas a lo que ayer por la tarde me había hecho en tu casa con las bolas. Aquello me estaba empezando a excitar mucho,  así que, como venganza, empecé a restregarme contra ti. Aprovechando que estabas pegado a mí, restregaba mi culo contra tu pene. A los pocos segundos podía sentir como tu pene empezaba a hacerse un poco más grande dentro de tu pantalón y se formaba un gran bulto. Tú seguías con tus manos tocando mi cuerpo, moviéndolas, primero cerca de mi ombligo, subías lento, muy lento, haciendo que yo perdiese el poco control que me quedaba, sentía como incluso a veces me arañabas mientras subías hasta llegar a mi pecho, una vez allí, los agarrabas con ambas manos y no parabas de tocarlos, cogías mis pezones y los pellizcabas o metías un dedo en tu boca y luego los restregabas contra ellos, eso solo hacía que se pusiesen más y más duros si es que era posible.¡ Y todo aquello mientras el resto seguía por allí! Yo ya no sabía a qué atender, si a intentar no hacer ruido, si a tus manos, si a los pasos de la gente…

Intenté contenerme, respirar hondo, pero ni eso podía hacer que aquellas ganas de tenerte dentro se fueran, así que, ya que no podía hacer nada, te mandé parar, al principio te quejaste, pero al escuchar como yo me desabrochaba el pantalón, no opusiste más resistencia. Lo bajé lentamente, moviendo las caderas a los lados, intentado provocarte y devolverte la jugada. Una vez que ya me lo quité, bajé la braguita verde que tanto me gustaba, me ayudaste a bajarla y me diste un beso en una de mis piernas. ¿Cómo iba a aguatar yo así sin hacer nada? Me giré y me quité la camiseta, lento, viendo cómo te mordías el labio para intentar calentarme más, cuando ya solo me quedaba el sujetador,  tú te acercaste, me besaste en el cuello y me lo quitaste.

“En este preciso instante, y con todo lo que quiero hacerte, creo que solo molesta.” Me dijiste mientras lo tirabas hacia donde estaba el resto de la ropa.

Te bajé el pantalón muy lento, mostrando una sonrisa de complicidad, luego, el calzoncillo, del cual, tu pene parecía bastante contento de librarse por unos minutos.

“Creo que tu camiseta también sobra.” Te dije mientras te la quitaba y la tiraba junto a mi ropa.

Te acercaste y empezaste a besarme en la boca, con ansias,  mientras que yo pasaba mis brazos alrededor de tu cuello y te acercaba más a mí. Podía sentir como tu pene me rozaba la barriga y eso me excitaba todavía más. Poco después, recordé que en tu chaqueta todavía quedaba un condón de ayer, así que me aparté de ti, fui hacia tu chaqueta y del bolsillo interior saqué el condón. Te lo enseñé y tú sonreíste de inmediato, entendiendo exactamente lo que quería hacer. Lo abrí, te lo puse y después te dije al oído: fóllame aquí y ahora.

Me di la vuelta y me puse de espaldas a ti, pegada a la pared, sentí tus manos ponerse encima de las mías y al instante después, la primera embestida.

El nivel de excitación que ambos teníamos era increíble, nunca me imaginé que acabaría haciéndolo en un cambiador de una piscina, pero… realmente necesitaba tenerte dentro, necesitaba que esa necesidad desapareciese. Me penetrabas lento mientras que tus manos agarraban mis pechos y tiraban de ellos. Yo solo quería gritar, gritar de excitación y decirte que me lo hicieses más rápido, me tocases más, me besases… Y como si leyeses mi pensamiento, empezaste a penetrarme más rápido mientras me agarrabas por las caderas, más y más duro. Se me escapó un gemido e inmediatamente después me tapé la boca, no quería que nadie nos pillase así ahí dentro. Tú seguías penetrándome rápido, me arañabas de vez en cuando en la barriga y tocabas mis pechos. Tiempo después, no sabría decir cuánto,  tú ya no aguantaste más y te corriste dentro de mí y yo, al sentir como susurrabas mi nombre en el oído mientras lo hacías, también terminé.

Respirábamos con un poco de dificultad y la verdad, después de aquello, no me extrañaba. Guau! Acababa de hacerlo allí contigo y no sabía que decir la verdad, estaba como en una nube después de haber follado contigo de aquella manera. Me giré y te miré, estabas sonriendo, y al mismo tiempo, tenías los ojos muy abiertos, como si tú tampoco te creyeses aquello.

Después de tranquilizarnos y cambiarnos, ya estábamos en condiciones de salir de allí y entrar en la piscina.  Una vez dentro, nos fuimos a una de las piscinas en la que había menos personas. Para ser la última hora de la tarde, estaba bastante llena. Nada más meter los pies se podía sentir lo caliente que estaba el agua, un poco innecesario dadas las circunstancias. Nadamos un rato y jugamos a echarnos agua el uno al otro hasta que tú te fijaste en que había una pequeña piscina apartada, me cogiste de la mano y nos fuimos hacia allí. Para mi sorpresa, no era una piscina, si no que tenía un banco alrededor para que la gente se sentase mientras por la espalda había unos chorros de agua para dar un masaje. Te sentaste y me hiciste un gesto con el dedo para que fuese a donde estabas tú.  Caminando, lento, me acerqué y me senté encima de ti. Te besé en el cuello, lento, muy lento, para luego ir directa a tu boca.  Me pareció escuchar a alguien, así que paré y miré por encima, un niño estaba al otro lado jugando con un grupo a la pelota.  En ese momento aprovechaste para darme un beso en la barriga y me excitó más de lo que podía creer.

“¿Quieres que nos echen por escándalo público? Te dije.

“Bueno… Lo cierto es que tengo algo aquí mismo… No sabía que íbamos a hacerlo en el cambiador de esa forma, y lo cierto es que me hace mucha ilusión hacerlo aquí contigo, así que… tú decides” Me dijiste mientras sacabas de uno de los bolsillos de tu bañador un condón, el que luego volviste a guardar.

Me quedé alucinada, no me esperaba eso, además, una cosa era haberlo hecho en el cambiador con las puertas cerradas, y otra muy distinta, era hacerlo allí, cualquiera que se acercase lo suficiente podía vernos, aunque por otra parte, tenía mucha curiosidad de sentir el efecto que producía el agua en el momento en el que tú me penetrases. No sabía qué hacer.

“Podemos hacerlo así, tú sentada encima mía y así nadie tiene por qué pensar nada raro. Solo somos una pareja en la que la chica está sentada encima del chico.”

Dudaba, era bastante arriesgado, aunque… “¡Venga, ayer llevaste unas bolas al instituto y antes, lo habéis hecho en el probador y no os han pillado!” Pensé.

Inconscientemente, mientras pensaba, me estaba mordiendo el labio y tú me empezaste a acariciar por la barriga, luego bajaste, lento, lento, apartaste la parte de abajo de mi bikini blanco con topos negros y empezaste a hacerme dedos. Al sentir como tus dedos se metían dentro de mí, me dejé llevar, me movía rápido, al igual que tus dedos, mientras que con tu otra mano me tocabas el culo.

“Entonces… ¿quieres?”

“Sí, fóllame.”

Después de decir esto, volviste a sacar el condón, lo quitaste del envoltorio, sacaste tu pene de tu bañador y te lo pusiste. Luego volviste a apartar mi bikini para poder penetrarme y… ¡Madre mía, ohhh, el agua lo hacía todavía mejor! No parabas, me penetrabas muy rápido, mientras que yo no hacía más que besarte en el cuello. Me apartaste un poco y con tus dos manos, bajaste la parte de arriba de mi bikini para tocarme las tetas. Estaba tan excitada que ya tenía los pezones duros. Empezaste a pellizcármelos hasta que volví a escuchar movimiento cerca. Te hice parar y tú parecías haberlo escuchado también.  Me levanté un poco al mismo tiempo que sentía como tu pene salía de mí, eran otra vez los niños y su dichosa pelota. Volví a bajar mientras apartaba el bikini para que tú pudieses penetrarme de nuevo. ¡Otra vez esa sensación! Me estaba encantando hacerlo en el agua. Te besé y te arañé la espalda, muy muy lento, parecía que te gustaba mucho porque eso solo hacía que me penetrases más hondo. Me dejé llevar por el morbo del momento y ya no sabía lo que hacía, primero te besaba en la boca, luego en el cuello, bajaba un poco por tu pecho, te mordía o te arañaba… Y tú, tú jugabas conmigo, me penetrabas rápido, lento, me besabas en el cuello, me chupabas los pezones o me arañabas… Estaba besándote en el cuello cuando…

“Me voy a correr y me voy a correr dentro de ti.” Después de eso, me penetraste muy duro hasta correrte de verdad y yo, yo también acabé corriéndome después de haber escuchado eso. Uff estaba exhausta, no podía más y creo que mi respiración lo dejaba claro. Era normal, después de dos días tan moviditos, como para que una no se canse de esta forma.