Un día cualquiera, al teléfono, en la regadera...

Tu voz, me llevaba a los límites del deseo y ahora, es tan real...

Un día cualquiera, un 23 de agosto, una fecha marcada por las estrellas, un encuentro inesperado, un por fin, mirarte a los ojos

Habíamos hablado por teléfono tantas veces, habíamos sentido nuestros corazones, nuestras palabras quedas al oído, nuestras risas, nuestros planes, nuestros más íntimos deseos, suspiros, palabras de amor, conocía bien, tu respiración agitada, caricias sobre mi cuerpo, me habías besado, tenido tantas veces, en palabras que me tomaban, que me hacían sentir tu mujer, sin duda, había sido tuya.

Una vez, recuerdo bien, hablando como solíamos, preguntaste

qué haces?

Me voy a bañar –respondí-

Uy, estás sin ropa?

No, estoy en toalla, esperando caliente el agua

Que rico, bañarnos juntas sería –dijiste en ese tonito de voz, tan sugerente y provocativo para mi-

Sí! Te conteste, con cierto coqueteo, de mujer, la cual se sentía con ganas de ti.

Metí el teléfono a la regadera, puse el alta voz, para seguir conversando contigo, mientras sentía el agua sobre mis senos, mi cara, mis labios.

Te escuchaba, nuevamente tus palabras se hacían caricias sobre mi piel, te prestaba mis manos, para sentir como si fueran tuyas, las movías a tu antojo, acariciándome, tocándome los senos, excitándome, tu voz, tu voz me llevaba hasta los límites de una pasión que envolvía mis sentidos. Estaba tan excitada, que ganas, de tenerte ahí conmigo, al alcance de mi piel, de mi mirada, de mis ganas. Terminé de bañarme, he de confesar, sumamente húmeda, de esa humedad provocada por nuestro loco deseo. Tú lo sabías, estabas igual, lejos y tan cerca, pero nos fuimos a la cama, extendí la toalla, para no mojar las sábanas, seguía con exactitud, tus palabras, tus deseos, tus ganas

Cerré los ojos, te sentía en cada respiración, tus frases me tomaban, sentía tus besos en mis pechos, en mis labios, tu lengua dibujaba toda mi boca, entre mis piernas, sentía a tu mujer, con tantas ganas, era sin duda tuya, me dejaba arrebatar la razón, mi respiración más y más se agitaba, podía sentirte dentro de mí, me volteabas, te miraba, me movía a tu ritmo, tú sobre mi espalda, decías estoy en ti, sí, sí, síii! te sentía, cabalgaba contigo, me estremecías, no podía más, cerré más los ojos, te abracé con el alma, con mi cuerpo, te decía al oído del teléfono, soy tuya, estoy viniéndome contigo, amor, amor, abrázame fuerte, te necesito… Escuché también de ti, en tu voz y en tus gemidos, tu orgasmo, junto con el mío!

Me quede rendida, sin palabras, tu callabas también, solo se escuchaban nuestras respiraciones, volviendo a la calma, poco a poco. Interrumpiste el silencio, suavemente, para decirme que me abrazabas fuertemente contra tu pecho, que besabas mi cara, y ahí, me fui contigo, otra vez en tus palabras.

Pero un 23 de agosto, de hace un año ya… Por fin, nos veríamos a los ojos, frente a frente, piel con piel, estaba nerviosa, feliz, emocionada, sin duda haríamos el amor, sin duda, nos besaríamos al fin, en la verdad de la materia, sentiría la textura de tu cuerpo, la habilidad de tus manos, la humedad de tu boca, sabría a que sabes en la mía, conocería tu lengua dibujando mi cuerpo, conocería tu risa, tu mirada en la cama, tu desnudez, tu voz, tus ganas

Continuará