Un día cualquiera
Un día cualquiera en la vida de una chica especial.
UN DÍA CUALQUIERA
De lunes a viernes me levanto a las y media de la mañana, preparo la ropa de mi chico, y luego la mía, me doy una ducha rápida, sin lavarme el pelo, y me lavo los dientes y la boca, uso un buen enjuague bucal, asegurándome que me quede un aliento fresco y agradable, me seco bien, y me voy a preparar los desayunos, cada día algo distinto, pero el café que no falte, desde que comencé a hacerle el desayuno hace ya 4 años, nunca ha fallado a su cita con el café.
A las siete y cuarto de la mañana voy con el desayuno a su dormitorio, abro suavemente la puerta, dejo el desayuno en la mesita que hay a tal efecto junto a la cama, me aproximo lentamente a mi chico, levanto suavemente las sabanas, me arrodillo junto a la cama, y suavemente comienzo a pasar la lengua por su pene, besándolo y lamiéndolo lentamente mientras se va endureciendo, normalmente en el momento en que su dureza llega a un punto optimo para comenzar a introducirla en mi boca, su mano ya esta jugueteando con mi cabello, hundiendo sus dedos en el suavemente, y controlando mis movimientos por si no son de su agrado.
La introduzco en mi boca, dejándolo dentro un rato para que note mi calidez en toda la superficie venosa de su pene, entonces le he de mirar a los ojos solo un breve instante, si sonríe es que todo esta bien, y que no le importa aguantar un rato, si tiene la mirada seria, y hace presión con su mano hacia el, se que he de prepararme, si es ese el caso, la retiro un poco, cojo aire, y la mantengo ahí dentro, hasta que desahogue su meadita matinal en mi boca, no explicare el sabor, ni la sensación que ello me causa, únicamente diré que suele ser copiosa, y que pese a que siempre evito tragarla, casi siempre he de tragar alguna cantidad para evitar que rebose en mi boca ocasionando un autentico desastre.
Cuando noto que ha acabado cojo una pequeña palangana que siempre dejo bajo la cama, y deposito allí el contenido de mi boca, para a continuación, volver a lamer y a chupar el pene de mi chico, a veces, me atrevo a acariciarle los testículos con una mano, o incluso a introducirlos uno a uno en mi boca, humedeciéndolos con mi saliva, si no, me limito a lamerlo, besarlo y chuparlo hasta que finalmente deposita su semen también en el interior de mi boca.
Acto seguido, mientras yo deposito los restos de su corrida en la socorrida palangana, él alarga su mano hacia la taza de café y se lo toma aparentemente con placer, ese es el ritual de la mañana, mamada y café, al que, como ya he dicho antes, de lunes a viernes no ha fallado nunca durante los cuatro años que llevamos viviendo juntos.
Me quedo ahí, a su lado, esperando a que termine el desayuno, por si necesita cualquier cosa, cuando ha terminado, recojo la bandeja y la llevo a la cocina, mientras, el se va al baño a darse una ducha, y yo aprovecho para hacer un segundo viaje y limpiar la palangana en el pequeño aseo de que disponemos y a volver a depositarla bajo la cama para posteriores usos.
Le dejo su ropa sobre la cama, limpia y planchada y aprovecho para darle un ultimo toque de plancha a su ropa interior, le encanta, según dice ponerse unos calzoncillos calientes en invierno, mientras que en verano, a veces lo meto unos minutos en la nevera para que estén fresquitos como a él le gustan.
En cuanto él sale, voy yo al baño, me doy otra ducha, más rápida que la anterior, y de nuevo presto especial atención a mi boca, pero he de darme prisa, casi no hay tiempo, cuando salgo el ya esta vestido, apenas con tiempo a secarme le acompaño a la puerta, tras la cual desaparece hasta la tarde.
Yo, me visto, me arreglo y maquillo y salgo también a trabajar, con mas o menos prisas, según el tiempo que me haya costado cumplir con mis deberes matutinos.
Salgo a la calle, cojo la moto y me voy hacia el trabajo disparada, mi trabajo no es nada especial, me siento orgullosa, a mi edad, y ya como asistente de dirección en un hotel de buena categoría, por suerte tengo un horario flexible, puedo entrar entre las 8:45 y las 9:15, de modo que rara vez llego tarde, eso si, justita si que he llegado un montón de veces.
Subo a la planta de oficinas, pasando rápidamente por el lavabo, para comprobar que todo esta en su sitio (el casco de la moto no ayuda para nada), y después de fichar me dirijo a mi mesa para comenzar a organizarme el papeleo del día.
Si todo va bien a las dos de la tarde salgo para comer, en realidad, la mayoría de días no como, aprovecho para coger la moto, ir a casa, aprovechar para limpiar un poco, poner una lavadora o tender la del día anterior, y, si me da tiempo picar algo rápido, antes de volver al trabajo para acabar con mi jornada laboral..
Suelo salir del trabajo sobre las seis y media de la tarde, y me dirijo a casa, nada más llegar, salgo de nuevo al supermercado a hacer las compras del día, fruta, y la carne o pescados según el día, mi chico no soporta la comida congelada, así que hay cosas que se tienen que comprar el mismo día.
Una vez de nuevo en casa, me pongo mas cómoda, y aprovecho para limpiar la casa a conciencia, hasta las ocho de la noche mas o menos, a veces, si el medio día a cundido, tengo un rato para relajarme escuchando música, o mirando alguna cosilla en el ordenador.
Mi chico suele salir a las siete del trabajo, pero casi cada día sale a tomar una copa con gente del trabajo, así que tengo tiempo de sobras para dejarlo todo limpio y a punto antes de que llegue.
Sobre las ocho, le dejo listo el pijama y la bata sobre su cama, y aprovecho para descansar, o terminar algún detallito antes de que llegue.
En cuanto mi chico llega a casa, voy a la puerta a recibirle, y mientras el se cambia de ropa y se pone cómodo para estar en casa, yo me pongo a hacer la cena, le gusta cenar pronto, y yo también creo que es mejor no irse a la cama con la cena en el estomago.
Mientras hago la cena, el ya se ha cambiado y se va al ordenador, o al sofá a ver un poco la televisión, aprovecho para preguntarle si quiere alguna cosa para beber y servírsela, cuando ya esta lista, la sirvo, para mi en la mesa, para el en una bandeja, dice que lo de la mesa es exagerado, que para comer se esta mejor en el sofá, yo nunca me he sentido cómoda comiendo en el sofá, así que le llevo su bandeja con la cena, y yo me voy a la mesa a comer tranquilamente, a veces, hablamos de cómo ha ido el día, y reímos con alguna anécdota graciosa, normalmente yo soy lenta comiendo, así que cuando veo que ha terminado, le pregunto que quiere de postre y se lo llevo, y entonces acabo de cenar yo con calma.
Después de cenar, ya sobre las nueve y media o así, yo limpio la cocina, y me relajo viendo la tele con él, o al ordenador, supongo que como cualquier pareja, alguna vez, que viene excitado por alguna compañera de trabajo, o porque ha bebido de más decide que le ayude a desfogarse, ya sea con la boca, o con algo mas prolongado, pero mi chico nunca ha tenido grandes necesidades, así que poquitas veces no puede aguantar hasta la hora de ir a la cama.
Si no hay ninguna película que nos interese, nos acostumbramos a ir a la cama pronto, en su caso porque le encanta dormir, cuanto más, mejor, y en el mío, porque al levantarme temprano, pues a ciertas horas ya me noto cansada y me apetece dormir.
Cuando veo que le entra sueño, voy a su cuarto, y le aireo las sabanas de su cama, es una cama de matrimonio, en la que al poco rato, el se desnuda y se mete bajo las sabanas, yo, recojo su ropa y la llevo al cubo de la ropa sucia, tras lo cual me desnudo en el cuarto de baño, me lavo los dientes, me suelto el pelo, llevo mi propia ropa al cubo, y me meto en su cama.
Allí, espero, por si necesita algo de mí, hasta que veo que se ha quedado dormido, momento en el que me deslizo silenciosamente a mi habitación, para dormir tranquilamente, según dice él, es tontería dormir apretados cuando sobre sitio en la casa, y además, si me necesita, siempre sabe donde encontrarme.
Mi primer relato, gracias, y pido disculpas por los muchos fallos que seguro que hay en él.
Respecto a la categoría, no sabia muy bien donde meterla pero creo que por el contenido y según lo que he leído yo, esta es la más apropiada.