Un día con Margarita (7, 8 y 9)

Margarita continúa con sus aventuras mamatrices por toda la ciudad.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo VII: Las ventajas de saber chuparla

El taxi paró en seco junto a la acera con un frenazo que dejo oscuras marcas en el asfalto de la calle. Los ojos del taxista casi se salieron de sus órbitas de tanto mirar a la desnuda y bella joven que reclamaba sus servicios.

"Buenas tardes" dijo la joven entrando en el taxi.

"Bu…, buenas tardes" balbució el taxista. "¿Dónde la llevo?" preguntó, a la vez que ajustaba el espejo retrovisor para obtener una mejor vista de su sorprendente clienta.

"Al centro comercial de la Avenida de Falo, por favor"

Una vez en el interior del taxi, Margarita procedió a vestirse. Le gustaba estar desnuda, pero era consciente que andar en público de tal guisa podría acarrear problemas. De todas maneras, sus prendas no eran demasiadas. Una minifalda plisada negra, extremadamente corta, a juego con sus botas negras de media caña y tacón bajo, y un pequeño suéter de color turquesa oscuro, que dejaba su ombligo a la vista y proporcionaba un magnifico escote para sus generosos pechos. Nada de bragas ni sujetador. Margarita usaba raramente ropa interior. Para el tiempo que le duraba puesta, consideraba que no merecía la pena molestarse. Se acarició el vello púbico y se inspeccionó la entrepierna con atención. Tengo que volver a hacerme la cera pronto, pensó, y esta vez creo que me lo haré a la brasileña, el afeitado total es lo más cómodo.

"¡Cuidado!" gritó Margarita al taxista.

Con un brusco frenazo, el taxi evitó por escasos centímetros colisionar con un autobús urbano. Más atento a los movimientos de su pasajera en el asiento posterior que al atestado tráfico, el taxista se había saltado un semáforo en rojo.

"Si…, si señorita. Usted disculpe" dijo el taxista tras unos segundos, cuando el susto había remitido en intensidad. Se secó con el dorso de la mano el sudor que manada de su frente.

"Tenga más cuidado por pavor. Por poco tenemos un accidente" dijo Margarita.

Por fin el taxi entro en la avenida donde estaba el centro comercial. Ambos debían su nombre al ilustre y distinguido Don Fernando de Falo, insigne alcalde de la ciudad allá por mediados del siglo anterior, y gracias a cuya notable labor se consiguió la normalización y adecentamiento de parques y jardines, alcantarillados, transportes públicos, locales de copas y casas de putas. En la entrada del centro comercial, se erguía majestuoso un enorme obelisco cilíndrico de granito, en cuya base había dos enormes esferas talladas en la misma roca. Eran el símbolo del prestigioso alcalde, y se habían convertido en el símbolo de la ciudad. El obelisco fálico y las dos bolas aparecían en postales, sellos, camisetas y recuerdos para turistas de todo tipo. El símbolo, conocido popularmente como la polla de don Fernando, era muy popular como objeto de bisutería entre las jovencitas de la ciudad, que solían lucirlo en pendientes y colgantes de diverso tamaño.

El taxi paró en el aparcamiento del centro comercial y el taxista, todavía con un cierto temblor de voz, le comunicó a Margarita el importe de la carrera.

"Si le parece bien" dijo la chica "puedo hacerle una mamada, en vez de pagarle en metálico".

La sorpresa y la lascivia brillaron en los ojos del taxista. "De acuerdo" convino tras breves segundos de reflexión.

El taxista salió del coche y se aproximó a la ventanilla del asiento posterior donde se encontraba Margarita. Puso los brazos sobre el techo del vehículo y pegó la pelvis a la puerta lateral. Margarita bajó la ventanilla de la puerta, abrió la bragueta, sacó el pene de los calzoncillos y procedió a chuparlo diligentemente.

Los transeúntes del aparcamiento miraban con curiosidad a aquel hombre que con los ojos en blanco y cara extasiada se apoyaba blandamente sobre su taxi. Muchos parecían sospechar lo que estaba pasando. Un grupo de adolescentes se acercó lo suficiente para verlo. Una de las chicas hizo un movimiento de acercarse el puño a la boca, a la vez que presionaba el interior de la mejilla con la lengua, en un inequívoco gesto sobre lo que estaba ocurriendo en aquel taxi.

Un guarda de seguridad del centro también se apercibió de la situación y se acercó con el ceño fruncido.

"¿Qué demonios está usted haciendo?" le espetó al sorprendido taxista con brusquedad "¿No sabe que la prostitución está prohibida en lugares públicos? No me queda más remedio que imponerle una multa y pedirle que abandone el centro inmediatamente".

"No se trata de una puta, señor policía. Es una cliente que me está pagando la carrera del taxi" explicó el taxista, un tanto compungido.

"¿Es eso cierto señorita, no es usted una profesional?"

Margarita asomó la cabeza por la ventanilla del coche. "No señor guardia, como él dice, le estoy pagando por el taxi. No es él el que me paga a mí, sino al contrario".

"Humm. No sé. Aunque lo que dicen sea cierto y no estén violando ninguna ley, no me parece adecuado hacer una felación en un aparcamiento" repuso el guarda de seguridad.

"Quizás podríamos llegar a un acuerdo" dijo Margarita con una sonrisa pícara. Apoyó con suavidad la mano sobre la entrepierna del policía.

Éste sonrió y sin decir palabra, se sacó la polla y la acercó a la ventanilla. El taxista hizo lo propio y Margarita se puso a chupar alternativamente los dos rabos. El taxista, que ya llevaba un ratito de mamada, se corrió primero. Sin acabar de tragar toda la leche, Margarita siguió chupando la polla del guarda, que eyaculó un poco después.

El guarda sacó un paquete de cigarrillos y le ofreció uno al taxista, que lo aceptó con agrado. Los dos hombres se quedaron charlando y fumando tranquilamente, el codo apoyado con indolencia sobre el techo del taxi.

¡Hombres!, pensó Margarita mientras se dirigía a la entrada del centro comercial, una mamada y todos los problemas desaparecen.

Margarita Mamas se dirigió a su tienda favorita en el centro comercial, Puta´s especializada en ropa para chicas y que se había convertido en una de las cadenas de moda más famosas del país. Allí trabajaba su amigo del alma Yoyo Porradura.

Yoyo era maricón de los pies a la cabeza. Le gustaban las pollas incluso más que a la propia Margarita, y siempre lucía un enorme colgante dorado que reproducía en oro la polla de don Fernando. Margarita y Yoyo se habían conocido hacía un par de años en un campamento de verano. Como era normal en este tipo de eventos, se había organizado un concurso de chupapollas. Margarita y Yoyo habían sido los dos finalistas, y aunque al final Margarita se hizo con el triunfo, las habilidades chupadoras de Yoyo le supusieron un difícil reto.

Desde entonces, los dos habían disfrutado de muchos buenos momentos en mutua compañía. Ambos compartían similares aficiones en cuanto a cine, música, libros y moda. Y por supuesto, eran incontables las ocasiones en que ambos habían coincidido mamando pollas, o incluso chupando el mismo rabo a la vez.

Al pasar junto a McCarron´s, el restaurante de la famosa cadena de hamburgueserías, Margarita oyó que alguien la llamaba. Al volverse, encontró a su compañera de clase, Carmina Salida, sentada en una de las mesas de plástico del local.

Capítulo VIII: Intercambio cultural

"Hola Carmina, ¿Qué tal?" saludó Margarita.

Sentado junto a Carmina había un joven de color que Margarita no conocía. Su amiga le acariciaba el muslo con ternura, dándole de vez en cuando un suave apretón en el paquete.

"Este es Jonny" presentó Carmina "Es estudiante de intercambio. Viene de Virginia y va a pasar seis meses en nuestro país aprendiendo el idioma. ¿A que es guapo? Lo conocí el otro día en una fiesta de la universidad. Y tiene un pedazo de nabo que no te puedes ni imaginar. Nunca había probado polla de negro antes, y tengo que decir que me gustan mucho. Creo que en las próximas vacaciones me voy a ir al caribe, me han dicho que allí hay un montón de negros sabrosones." Dijo Carmina socarronamente. Volviéndose al chico, le presentó a su amiga. "Jonny, this is my dear friend Margarita."

"Nice to meet you Jonny" dijo Margarita. "Are you enjoying your stay in our country?"

"Oh, yes" contestó el apuesto joven "I’m having a great time."

"What do you like most here?"

"I like the girls" rió Jonny "They are absolutely fantastic".

"How so?" preguntó Margarita.

"They are great at giving head" respondió Jonny. "American girls´ blowjobs are never that good."

"Vaya, veo que Jonny se ha aclimatado pronto a las costumbres locales, ¿no es así Carmina?" le comentó Margarita a su amiga con un guiño.

"¿Vamos a los servicios?" respondió Carmina. Se levantó cogiendo al americano de la mano. "Let’s go Jonny. Margarita wants to know the taste of a black cock."

Los tres jóvenes entraron en los lavabos masculinos del restaurante de comida rápida. Las chicas empujaron a Jonny contra la pared, le bajaron los pantalones hasta los tobillos y empezaron una armoniosa mamada doble en la que ambas se alternaban lamiendo el pene o los testículos del muchacho. La coordinación de sus movimientos dejó claro que no era la primera vez que chupaban una polla al unísono.

Varios clientes del local que entraron en los servicios se vieron sorprendidos al encontrarse a dos chicas de rodillas mamándole la polla a un negro. Sin embargo, eso no les impidió que procedieran a echar la consabida meadita, propósito que les había llevado a los lavabos en primer lugar. Un par de ellos se quedaron mirando la escena, mientras se masturbaban lentamente.

Jonny se corrió sobre la cara de Carmina. La chica se limpió el semen con la mano y se chupó los dedos con glotonería. Margarita le lamió alguna de las gotas que le quedaron en la mejilla. "¿A que está rica la polla de negro?" dijo Carmina.

"How are you Jonny?" preguntó Margarita.

"Fantastic. This is great. I love this country".

Las dos chicas rieron con ganas. "OK. Put your pants on and let’s go" dijo Carmina.

"Bueno chicos, yo me voy" dijo Margarita de vuelta en el restaurante "Quiero pasarme por Puta´s para ver a Yoyo"

"Vamos contigo" respondió Carmina.

La tienda estaba como siempre llena de clientes. La ropa para chicas de Puta´s se había convertido en la última moda, y todas querían tener alguna prenda con el logotipo de la marca: una mano de uñas pintadas agarrando un falo. Al fondo de la tienda, en la zona de los probadores, un grupo de jovencitas hacían corro, aparentemente muy atentas a algo que pasaba en el interior de uno de los probadores.

Margarita y sus dos amigos se acercaron con curiosidad al corro de chicas. Algunas de ellas se acariciaban la entrepierna con lascivia, y una de ellas manoseaba suavemente el trasero de la chica de al lado. Cuando se asomó para mirar, Margarita no pudo impedir una exclamación de sorpresa.

En el interior de probador estaba su amigo Yoyo. Completamente desnudo, sentado a horcajadas sobre un alto y musculoso joven de piel chocolate. El dependiente se movía arriba y abajo empalándose en la hermosa y reluciente polla del negro a la vez que se masturbaba con furia. Margarita se quedó mirando fijamente como el magnífico rabo entraba y salía del culo de su amigo. No pudo evitar una punzada de envidia.

Yoyo eyaculó con un alarido sobre el pecho del dueño de la gran polla negra. Tras lamer las gotas de su propio semen, procedió a chuparle el rabo al joven de color, que acabó por correrse en la boca de Yoyo. El dependiente tragó hasta la última gota de leche calentita con deleite.

"Jonny dice que ese es su amigo Thomas. Otro estudiante de intercambio. Aunque a Thomas le van más los tíos, como es evidente" le dijo Carmina a Margarita.

"Vaya, los chicos americanos de color se están haciendo muy populares en esta ciudad" comentó Margarita.

Al cabo de unos minutos, Yoyo salió de la zona de probadores, se había puesto de nuevo la ropa y cojeaba ligeramente, la cara iluminada por una sonrisa de felicidad.

"Hola preciosa, ¿Cómo estas?" saludó a Margarita con un par de fugaces besos en la mejilla.

Capítulo IX: Labrándose un futuro

"Hola Yoyo" dijo Margarita. "Ya he visto lo bien que te lo estabas pasando con el amigo Thomas"

"¿A que sí? ¿Has visto el pedazo de pollón que se gasta el americano? Qué maravilla" dijo el feliz maricón.

"Este es Jonny, amigo de Thomas. Los dos vienen de Virginia y son estudiantes de intercambio" presentó Carmina.

En ese momento Thomas se acercó al grupo.

"Hello folks. What´s up?"

Tras las oportunas presentaciones, Carmina y los dos americanos se marcharon. La joven quería enseñarles a los chicos su colección de discos. Obviamente, el pensamiento de Carmina estaba centrado en los dos rabos negros. Los chicos tendrían una enorme sorpresa cuando se enfrentasen al afamado clítoris de Carmina Salida.

"Te traigo los CDs que me dejaste" le dijo Margarita a Yoyo. "Y no te olvides de devolverme los libros que te dejé. Me hacen falta para el club de lectura. Sobre todo el Ulises de Joyce."

"No te preocupes, ya lo he acabado. Por cierto, tengo las entradas para la ópera la semana que viene."

"¡Estupendo! Me encanta Puccini. Nos lo pasaremos estupendamente" exclamó Margarita. "Bueno Yoyo, te tengo que dejar, tengo un poco de prisa. Me he entretenido más de lo que pensaba y se me ha hecho tarde".

"¿A dónde vas preciosa?" preguntó Yoyo con zalamería.

"Voy a los estudios de la Metro Golden Polla, están haciendo castings y quiero presentarme para uno de los papeles secundarios" explicó la chica.

"¿No es esa la productora de películas porno?" dijo Yoyo guiñando un ojo.

"Pues sí. Me han dicho que pagan muy bien y no quiero dejar pasar esta oportunidad. Quien sabe, quizás, con un poco de suerte, me convierta en una estrella del cine para adultos" replicó Margarita con una espléndida sonrisa.

"¿Y que hay de la universidad, no ibas a empezar tus estudios de astronomía el año que viene?" preguntó Yoyo frunciendo el ceño.

"Sí claro. Eso desde luego. Ya he echado la solicitud de ingreso. Lo de las pelis porno es sólo como un extra, por si acaso" respondió la joven.

"Eso está bien, que te preocupes por labrarte un futuro. Además, con ese cuerpo y esa cara que tienes, no creo que te cueste mucho llegar al estrellato."

"Bueno, ya veremos" rió Margarita. "En fin, te dejo" le estampó dos sonoros besos en las mejillas.

"Te llamo" se despidió Yoyo.

Una carrera en taxi y una mamada más tarde, Margarita llegó a los estudios de la productora de cine. Tras preguntar por el casting de la última película, que mire usted por donde se llamaba Las Tres Mamonas , Margarita fue conducida a una amplia habitación donde tuvo que desnudarse y mostrar sus encantos a una audiencia de dos hombres y una mujer, sentados en sendos sillones situados frente a ella. Todos se quedaron admirados de su belleza.

"Tendrías que depilarte el coño, pero yo creo que serías perfecta para el papel" dijo la mujer. "¿Tienes experiencia en el porno?"

"Sólo como aficionada, en fiestas del instituto y cosas así" respondió Margarita.

"Bien" dijo uno de los hombres mientras se acariciaba la entrepierna. "Yo también creo que eres la chica que estamos buscando. Y tengo que decirte que tienes las mejores tetas que he visto en mucho tiempo, y créeme, veo un montón de tetas cada día".

"Gracias" respondió Margarita con una sonrisa. Estaba desnuda en medio de la habitación y los pezones se le habían puesto duros como rocas.

"Tendrías dos escenas en la película" comentó el otro hombre "Una sería una escena lésbica con la protagonista del film. ¿Tienes algún reparo en comerte un coño?"

"No. Ninguno" respondió Margarita.

"Bien, bien" continuó el hombre. "Y la otra escena sería con dos hombre, ya sabes, lo normal, felación a dos manos, doble penetración y corridas en la cara."

"Me parece bien" dijo Margarita que cada vez estaba más entusiasmada con la idea.

"¿Te importaría que te hiciésemos una prueba ahora mismo?" preguntó la mujer. "¿Podrías hacernos una escena de masturbación ahí en el sofá?"

Margarita se tendió lánguidamente en el sofá. Abrió las piernas y se separó con los dedos los rosados labios del coño, que pasó a acariciar con ternura. Se lamió los dedos de la mano derecha, humedeciéndolos bien con saliva, y se frotó el clítoris, que casi inmediatamente se puso duro y erecto. Se introdujo los dedos en la húmeda y caliente vulva y empezó a moverlos dentro y fuera de forma rítmica. Empezó a gemir con suavidad. Con la otra mano se pellizcó uno de los duros pezones. Cogió uno de sus senos y se llevó el pezón a la boca, chupándolo con fuerza. Cerró los ojos y se concentró en la masturbación. Incrementó el ritmo de los dedos e introdujo el pulgar en el ano. Se deslizó un poco hacia abajo en el sofá y arqueó la espalda. Estaba cerca de llegar al orgasmo.

Con un poco de vergüenza dejó de masturbarse y se incorporó en el sofá. Pensó que quizás se había pasado un poco, dejándose llevar por su natural lascivia. Para su sorpresa vio como los tres miembros del casting la miraban fijamente con los ojos como platos y los rostros encendidos. Los dos hombres se habían sacado las pollas y se masturbaban enérgicamente, mientras la mujer se frotaba el coño con furia mordiéndose la lengua con el lado de la boca. Uno de los hombres eyaculó en ese momento con un gemido, manchándose los pantalones.

"Bueno" dijo el otro hombre tratando de recuperar la compostura. "Creo que es suficiente. Margarita, el papel es tuyo"

"Muchas gracias" dijo Margarita con alegría.

"¡Uf! Desde luego, sin la menor duda" dijo la mujer con la cara roja como un tomate. "Creo que hemos asistido al nacimiento de una nueva estrella"

Contenta y orgullosa de sí misma, Margarita recogió sus escasas ropas y salió de los estudios de la productora. Sentía un agradable calor entre las piernas. Sin embargo, la masturbación a medias la había dejado un tanto inquieta. Tendría que buscar pronto una manera de apaciguar sus ansias.

Cuando salía a la calle, oyó como alguien la llamaba desde el interior del edificio. Se trataba de la mujer del casting.

"Perdona que te entretenga un momento. Me ha encantado tu prueba. Tienes una sensualidad natural que resulta arrolladora. Si te lo propones, no creo que tengas demasiados problemas en triunfar en este negocio" dijo la mujer.

"Muchas gracias" respondió Margarita disfrutando el halago.

"También tengo que decirte que me pareces muy atractiva, no me importaría conocerte más a fondo, ya me entiendes" dijo la mujer con una amable sonrisa. "Mira, yo suelo organizar orgías en mi casa de vez en cuando con algunos amigos y gente de la productora. Este sábado tenemos una, y me haría mucha ilusión que vinieses. Así de paso podrías conocer a otras actrices y gente que nos dedicamos a la industria del porno. ¿Qué me dices?"

"Pues la verdad es que no tengo ningún plan para el sábado, así que, ¿por qué no? Allí estaré" respondió Margarita.

"¡Estupendo!" dijo la mujer con obvio entusiasmo. "Aquí tienes mi tarjeta con la dirección y mi teléfono. Solemos empezar sobre las nueve".

La mujer se despidió de Margarita depositándole un suave beso en los labios, a la vez que le agarraba uno de los senos con delicadeza. Margarita se sintió enormemente complacida. Le encantaba sentirse deseada. El hormigueo en la entrepierna subió de intensidad.