Un día con Margarita (2: Hogar dulce hogar)

Margarita vuelve a casa y se encuentra a su madre con la boca llena.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo II: Hogar dulce hogar

Cuando llegó a casa, Margarita Mamas encontró a su madre, que también se llamaba Margarita, en la cocina de rodillas, completamente desnuda, chupándole la polla a su casero, Leonardo Vergajo.

"Hola Mamá" dijo Margarita con alegría.

"Hola cariño" respondió Mamá Margarita, sacándose la polla de la boca por un momento, lo que hizo que un reguero de saliva se le saliese por la comisura de la boca y cayese sobre sus orondos pechos de la talla 105D.

"Hola Don Leonardo" dijo Margarita dirigiéndose al casero, un cincuentón calvo y un tanto entrado en carnes que cerraba los ojos concentrándose en el enorme placer que su inquilina le proporcionaba.

"Hola… Margarita" balbuceó el gordito, entreabriendo sus ojillos.

Traviesa, con una pícara sonrisa en la boca, Margarita se situó a unos pasos por detrás de su madre, donde el señor Vergajo podía verla con toda comodidad. Despacio, sensualmente, se fue desabrochando uno a uno los botones de la blusa hasta exponer unos pechos redondeados y firmes, de aureolas rosadas, que a pesar de sus dieciocho años, eran casi tan grandes como los de Mamá Margarita.

El espectáculo pareció satisfacer enormemente al señor Vergajo, que abrió los ojos de par en par. Gotitas de sudor perlaban su amplia frente mientras se mordía la lengua ahogando gemidos de regocijo. Las sonoras chupadas de la Mamá añadían una rítmica voluptuosidad a la escena.

Margarita se bajó los pantalones y las diminutas braguitas, exponiendo a su casero el ensortijado vello púbico. Golosa, se chupó el dedo índice con sus generosos labios y, despacio, lo dirigió hacia la peluda rajita, donde lo introdujo con gracia y facilidad, moviéndolo dentro y fuera a la vez que con la otra mano se pellizcaba uno de los tumescentes pezones.

Aquello fue demasiado para el pobre Leonardo Vergajo, que con un alarido de goce, se corrió de lleno en la boca de Mamá, la cual, entre risas y atragantamientos, acabó con cara, tetas y muslos salpicados de semen calentito.

"Bien Leonardo, creo que con esto está pagado el alquiler de la semana" dijo Mamá Margarita limpiándose el lecherazo con un trozo de papel de cocina.

Apoyado con desmadejamiento contra el fregadero, Leonardo Vergajo replicó "Es siempre un placer venir a cobraros el alquiler, Margarita. Por cierto, la semana que viene mi mujer y yo nos vamos de viaje. A Cuba. Últimamente le ha entrado la obsesión de follar negros. Y una amiga de la peluquería le ha dicho que donde se encuentran las mejores pollas de negro es en Cuba. Así que allí nos vamos, a probar la carne mulata. Será mi hijo el que venga a cobrar el alquiler"

"¿Tiene su hijo una buena polla, Don Leonardo?" preguntó Margarita Mamas. Se subió los pantalones y se sentó a la mesa, aunque sin abrocharse la blusa, con lo que los magníficos pechos bambolearon suavemente.

"Eso dicen su madre y su hermana" sonrió Don Leonardo. "Bueno, me voy Margaritas, hasta la próxima mamada."

Después de acompañar a Leonardo Vergajo hasta la puerta, Mamá Margarita volvió a la cocina. Sacó dos refrescos de la nevera y puso uno de ellos delante de su hija. "Tienes las tetas cada día más grandes" comentó "Pronto serán mayores que las mías".

Margarita se sopesó los pechos con las manos "Si. Como mi madre y mi abuela. Y mientras más crecen me vuelvo una chica más y más popular" dijo con socarronería. "Por cierto, ¿Dónde está la abuela?"

"Está echando un rato en las cabinas del sex-shop, ayudando a Esmeralda. Una de las colombianas se ha ido a trabajar a un puticlub de las afueras, y las pobres no dan abasto" contestó Mamá. "Tienes manchas de leche seca en la blusa, ¿Qué has estado haciendo?" puntualizó a su hija.

"Chupando pollas en los lavabos del segundo piso del instituto. Hoy me tocó a mi estar de guardia".

"¿Todavía están los agujeros en las paredes del reservado? Ah, que tiempos aquellos cuando yo era una chica de instituto como tú. ¿Todavía hacéis los concursos de mamadas? Yo gané tres seguidos durante un semestre. Y siempre me quedaba entre las cinco finalistas."

"Pues claro" contestó Margarita. "Aunque ahora lo que más hacemos es gang-bangs".

"¿Y eso que es?" preguntó Mamá.

"Pues dos o tres chicas se tienen que follar a veinte o treinta chicos del instituto. Te van follando de tres en tres, uno en el coño, otro en el culo y otro en la boca. Conforme se van corriendo, van siendo sustituidos por otros. Mientras, el resto de la gente jalea y anima. Y uno o dos lo graban todo con cámaras, para luego ponerlo en Internet. Tenemos incluso nuestro propio sitio web. Se llama MuchoMasGuarras punto com" explicó Margarita Mamas. "Con el dinero que saquemos esperamos pagarnos el viaje de fin de bachillerato a Tailandia."

"Vaya, vaya con las nuevas tecnologías. Por lo que veo eres una auténtica chica Mamas".

"Por supuesto" rió Margarita. "Soy la tercera generación de chupapollas."

Justo entonces sonó el timbre de la puerta.