Un dia con Amocarlos1 (tarde - 1)

Despues de una buena mañana con su Amo, ¿que mejor que continuar con él por la tarde?

Un día con AMOCARLOS1 ( tarde 1ª parte)

Después de preparar la comida para su familia y buscar una buena excusa para pasar toda la tarde fuera salió de nuevo de su casa con una sonrisa de oreja a oreja.

Al salir se montó en el coche y mandó un mensaje al móvil de su Amo.

_ 10 minutos.

Era el tiempo que necesitaba para estar junto a él.

Arrancó el coche y fue a su encuentro.

Estaba mucho más tranquila que por la mañana.

Llego al hostal y subió directamente a la habitación.

Cerró la puerta tras de si.

Su Amo casi ni la miró.

_¡ Desnúdate!

Así lo hizo.

Sin protestar.

Él la besó y la acarició muy suavemente.

Casi sin darse cuenta, se encontró de espaldas contra la pared.

Su Amo le estaba atando las manos sobre la cabeza.

Le vendó los ojos.

Estaba así, atada, en la oscuridad de la venda, indefensa.

Confiaba en su amo, pero no por ello dejaba de sentir un peso en el estomago.

Él la acariciaba dulcemente, casi como una caricia, los brazos, los senos, el vientre, el cuello, el rostro,...

Era casi una tortura, una dulce tortura.

Y por supuesto ella estaba excitada.

Mojada y expectante.

Estaba segura que su Amo la azotaría, pero no sabia cuando.

Su Amo le puso unas pinzas en los pezones.

Sentía como la apretaban.

Él se lo tomaba con suma calma, gozaba de la espera de ella.

Colocó otra pinza a medio pecho.

Esta era un poco más incomoda.

Su Amo no dejaba de acariciarla, con mucha calma.

Suavemente.

Casi como una cosquilla.

Entonces él le susurró al oído.

_ ¿Sabes que te voy a azotar verdad?

_ Sí, mi Amo.

Le dio la vuelta y la colocó cara a la pared.

Le acarició la espalda, las nalgas, los muslos,....

Él cogió el látigo.

Se quedó un rato quieto, observándola, como calculando el lugar del golpe.

De repente lo sintió en sus nalgas.

No pudo contener un suspiro.

Los latigazos se sucedían y ella iba contando mentalmente

( dos,........veinte,..... )

_ ¿Cuantos llevo?

_ Veintiuno mi Amo.

La respiración era cada vez mas agitada, pero cada vez estaba más mojada.

Los golpes se sucedían sin tregua.

Nalgas, espalda, muslos,... ningún rincón quedaba por acariciar con el látigo.

( veinticinco,......treinta y dos,.....)

De vez en cuando él se detenía para preguntarle al oído.

_ ¿Cuántos llevo?

_ Treinta y ocho mi Amo.

( cuarenta y dos,.......cincuenta,.......)

_ ¿Cuántos llevo?

_ Sesenta y nueve mi Amo.

_ Bonito número ¿No?

_ Sí mi Amo.

Él le acarició la espalda roja por los azotes.

Ella pensaba que iba a detenerse, pero no lo hizo.

El látigo acarició de nuevo su piel una y otra vez.

Su cuerpo se arqueaba con cada azote.

( setenta y cinco,.....ochenta,......ochenta y siete,......)

Los suspiros eran cada vez más evidentes.

La respiración estaba ya muy agitada.

Él le hizo darse la vuelta, quedando de cara a él.

Ella pensó que se había terminado ahora sí, pero se equivocó de nuevo.

Sin esperarlo sintió como descargaba el látigo sobre sus pechos, en su sexo,...

Esta vez la sorpresa hizo que perdiera la cuenta, o simplemente no podía ya.

Su cuerpo se arqueaba a cada golpe, su respiración se agitaba más por momentos.

Estaba excitada, le gustaba que su Amo la tratara así.

Había perdido la cuenta, no sabia cuantos azotes llevaba, pero estaba convencida que se acercaba al centenar.

Su Amo se acercó de nuevo y le preguntó.

_ ¿Cuántos llevo?

_ No lo sé mi amo, perdí la cuenta.

_ Vaya, entonces tendremos que empezar de nuevo.

Ella calló.

Un escalofrió recorrió su espalda.

No pensaba que pudiera soportarlo de nuevo, pero confiaba en él. Sabia que no la llevaría mas allá de sus límites.

Él se quedó esperando su reacción.

Al cabo de un rato le dijo:

_ Te guardaré para la próxima vez. Pero te voy a proponer un juego. Te daré cinco azotes en los pechos, pero los tienes que aguantar sin mover un pelo. Como si fueses un mueble. Si no lo soportas y te mueves se vuelve a empezar de cero y así hasta que los aguantes.

_ Vale.

_ ¿Entendiste?

_ Sí, mi Amo.

Ella respiró hondo, sabia que si no los aguantaba a la primera a la segunda seria aun mas difícil pues sus pechos ya estaban bastante doloridos.

De manera que se convirtió en un mueble.

(uno, dos, tres, cuatro)

No se había movido, pero el se detuvo.

No podía relajarse, si la pillaba con la guardia baja no lo resistiría.

Respiró hondo y esperó.

( Cinco)

El último cayó sin aviso, pero estaba preparada, lo esperaba y lo aguantó.

_ Muy bien, eres dura.

Su amo estaba sorprendido que aguantara, y ella también.

No sabia como lo había hecho, pero estaba orgullosa de sí misma.

Había obedecido a su Amo, lo había aguantado a la primera y se sentía orgullosa por ello.

Él la desató y la llevó hasta la cama.

_ Ponte a cuatro patas sobre la cama.

Ella obedeció.

Estaba desnuda y expuesta para él.

Su amo comprobó como estaba de húmeda y fue a buscar dos consoladores de un tamaño considerable.

Primero le introdujo uno en su ano, no utilizó ningún lubricante así que costó un poco meterlo pero no dejó de empujar hasta tenerla completamente ensartada.

Después le metió otro en su vagina sin dejar que se saliera el que ya tenia en un ano. Este fue más sencillo de meter puesto que ella estaba muy mojada.

_ Siéntate encima de ellos, que se acoplen bien.

Ella así lo hizo.

Cuando los tuvo bien metido su Amo empezó a jugar con los dos vibradores ala vez.

Su ano se iba adaptando al vibrador.

Sentía como los dos vibradores entraban y salían de ella.

Sus jadeos eran cada vez mayores.

Las manos de su Amo jugaban a la vez con su clítoris dejándola mas excitada por momentos.

_ Ahora te voy a dejar, no sé lo que tardaré. No te quites los vibradores. Quédate así, sentada y bien llena. Y no te corras.

_ No me correré mi Amo.

_ Bien eso espero.

Entonces se fue, dejándola de rodillas sobre la cama.

Desnuda y con los ojos vendados.

Penetrada por los dos lados y esperándolo.

.......................continuará.