Un dia como cualquier otro: Mi primer amante

Relato de mi primera infidelidad y algunas de las tardes que pasamos juntos con mi amante

Un día como cualquier otro, de repente, empecé a notarme diferente. Me dolía la cintura, sentía como unos tirones de un solo lado del cuerpo que me molestaban sobremanera, una amiga me recomendó ver a un osteópata para que me solucionara el problema así que me dispuse a buscar por internet alguno cerca de casa hasta que finalmente te encontré. Pero no era solo eso, a pesar de ser una hermosa mujer y estar casada me sentía sola, poco valorada, estaba en un momento complicado de mi vida personal y laboral.

Tomé la decisión y llamé por teléfono para pedir un turno, pero debo reconocer que cuando atendiste y escuché por primera vez tu hermosa y varonil voz, intuí lo que finalmente iba a pasar. Era un viernes y acordamos tener la primera consulta al lunes siguiente, me comentaste que la misma duraba como mínimo una hora y que vaya con ropa cómoda que te permita trabajar sin complicaciones.

Ese día estaba muy nerviosa, hasta que llegó la hora acordada y finalmente te vi…esos hermosos ojos color miel, tu magnética sonrisa y el cuerpazo que se insinuaba bajo el ambo que no dejaba ver mucho, pero marcaba todo. Pasé a la sala de espera, luego me mostraste el consultorio y como todo un profesional y caballero te retiraste para permitirme cambiarme tranquila, me quedé con un pequeño short y corpiño.

Luego empezaste a hacerme las preguntas de rigor sobre mi salud y debo haberme ruborizado varias veces porque me daba vergüenza tocar algunos temas con el hermoso hombre que tenía delante, también me hiciste poner de pie y me mediste con una especie de trompo. Una vez que pasó el cuestionario me relajé y me dediqué a disfrutar de los masajes y maniobras, hasta que en una de ellas sin intención apoyaste tu bulto sobre mi cintura para poder estirarme mejor...el calor empezó a subir por todo mi cuerpo y sentí como se humedecía mi tanguita, me preocupé de que pudieras percatarte de cuanto te deseaba en ese momento y lo mojada que estaba.

Después me hiciste poner sobre la camilla en una postura que no entendí y me puse en cuatro patas, sonriendo me dijiste que kamasutra no era y me explicaste la postura correcta. Todo el resto de la sesión estuve tratando de esconder mi deseo y muy nerviosa esperando que termine lo antes posible. Me hiciste un montón de ajustes, la verdad que me hizo muy bien, me acomodaste el tobillo, las caderas, la espalda y la columna. Cuando salí me dolía todo, pero me sentía mucho mejor.

La segunda sesión fue al mes, yo ya estaba mucho más relajada y no hubo maniobras que me inquietaran, así que me dediqué a disfrutar y reír con vos de un video de Internet y de cualquier cosa que se me ocurriera, me contaste que te sentías a gusto conmigo porque te hacía divertir y contagiaba buena onda y te olvidaste de cobrarme la sesión, pero yo me acorde y la aboné igual. Antes de irme bromeamos sobre unas marcas que tenía yo en el cuello que parecían chupones (pero no eran) y me comentaste que la próxima sería mi última sesión ya que no necesitaba más sesiones por ahora, dado que casi estaba solucionado el tema por el cual había acudido a verte.

¿Última sesión? Tenía que jugarme del todo para no dejar de verte, así que a la tercera sesión fui con pollera y escote, y te tiré varias indirectas a ver como reaccionabas. Primero te comenté el incidente de la barrita de cereal (siempre te llevaba unas barritas de cereal a la consulta y este mes no había conseguido las de siempre y había otras que se llamaban vigorex, pero me dio calor traerte una con ese nombre) y al sentir tus manos en mi espalda te dije "ay doctor, como extrañaba tus manos". Tardaste un montón en responder, cuando lo hablamos un tiempo después me contaste que fue porque tenías ganas de tirarte encima mío, pero tuviste que controlarte para no parecer poco profesional.

Te comenté que no quería dejar de venir, que me hacía bien la consulta por más que ya no tuviera ningún problema y me diste un turno más. Al despedirnos, te bese en la mejilla y aproveche a tocar con ambas manos esa cintura que tanto quería sentir, parecía de acero estaba durísima de tanto deporte y natación que haces.

La cuarta sesión seguimos riéndonos y tirándonos indirectas, pero nada en concreto, me dijiste que había sido tu cumpleaños el fin de semana anterior pero no me animé más que a saludarte con un beso en la mejilla. Ya estaba perdiendo las esperanzas, llegue a pensar que no te interesaba o que no querías tener ninguna historia con tus pacientes.

La quinta y última sesión ya había muchas más indirectas de parte tuya, me dijiste que habías comprado una crema para hacerme masajes ya que no necesitaba más maniobras osteopáticas. Reí porque pensé que era una broma, pero sacaste la crema y empezaste a masajearme las piernas y luego la espalda...que placer sentir tus fuertes manos masajeando mi cuerpo de esa forma, tuve que pensar en cualquier cosa y controlarme para que no se notara mi deseo.

Terminada la sesión empecé a cambiarme y cuando regresaste todavía estaba sin el short, con una tanga rosa con moño que dejaba ver todo mi redondo culito. Pediste perdón, pero no apartaste tu mirada de mi culo y pude notar el deseo en tus ojos. Pague la sesión y te sentaste en la camilla en vez de en tu sillón de siempre, clara señal para que me acerque, así que después de dudar un poco me senté a tu lado. Mientras hablábamos me tocabas las piernas sutilmente usando como excusa el gimnasio y lo bien que me estaba funcionando ya que mis cuádriceps estaban muy duros.

Y finalmente, después de cinco meses de esperar, te armaste de valor y me besaste despacito en los labios. Yo correspondí con un beso apasionado y acariciando tu torso por sobre la bata, hacia tanto que deseaba sentirte así. "Esto no daba para más" me dijiste y no puedo evitar desearte y mojarme toda al recordar tus palabras entre besos clandestinos, el sabor de tus labios tan deseados, la pasión desatada en mi cuerpo que no me permitía separarme de vos.

Me recuerdo buscando desesperadamente tus labios para volver a besarte, gimiendo despacito y deleitándome con tu boca. Entre beso y beso nos confesamos lo que nos pasaba, que no habíamos buscado nada, pero tampoco habíamos podido evitarlo y lo rara que era para los dos la situación ya que nunca habíamos estado con otra persona fuera de nuestras respectivas parejas. Ya se estaba haciendo tarde y tenía que irme, pero no quería separarme de vos. Arreglamos una nueva cita para volver a vernos, y fue tan extraño haber estado en tus brazos hace unos minutos y luego tener que despedirme en la puerta como si fuéramos dos desconocidos para que nadie sospechara.

Y dos semanas después nos encontramos. Tanta ansiedad, tanto deseo y el momento finalmente llego. Recuerdo entrar, cerrar la puerta y besarnos apasionadamente como si el mundo se terminara, tus caricias por sobre la ropa y el bulto de tu pantalón que crecía cada vez más rozando mi vientre. Recuerdo tus gemidos cuando te besaba el cuello, cuando acariciaba suavemente tu pija y me pegaba más a tu cuerpo. Recuerdo sacarte dulcemente la bata del ambo y luego quedarme en ropa interior.

Sentado en la camilla me quitaste la tanguita y me dispuse a quitar tus boxers primero besando tu pecho, tu cintura, tu ombligo, tus muslos. Una vez con tu pija en la cara comencé a lamer y chupar tus testículos, saborear el líquido preseminal y lamer todo tu sexo golosamente, chupando especialmente el glande. Como me gustaba tu pija, empecé a meterla en mi boca y succionarla con todo mi deseo, gimiendo mientras la sentía crecer cada vez más.

Me indicaste que parara y así lo hice, me pusiste en la camilla en cuatro patas y tocaste mi sexo que estaba empapado. "Que mojadita estas, me encanta" empezaste a besar y lamer mi sexo con tu lengua húmeda y me introdujiste uno de tus dedos para darme aún más placer. Fuiste a buscar un preservativo y luego escuche un "chupamela un poquito" que me volvió loca y chupe hasta que se puso dura como una piedra.

Ahí te colocaste el forro y me penetraste en cuatro patas, me encanto sentir toda tu pija adentro y tus embestidas salvajes. Cambiamos de posición y nos tiramos en la colchoneta, volviste a penetrarme cada vez más fuerte y más rápido, entre gemidos te confesé cuanto me gustaba tu pija, como disfrutaba que me la metas entera y lo bien que me cogías. En tono suplicante me pediste que acabara, y yo te pedí que me dieras toda tu lechita que no daba más. Entre gemidos ahogados acabaste y nos quedamos un rato así abrazados sin separar nuestros sexos.

Después de acomodarnos la ropa y limpiarnos un poco seguimos besándonos, acariciándonos y hablando de nuestra historia, de todo lo que nos había pasado para llegar a ese momento, y riéndonos de todo como siempre. Me sentaste sobre tus piernas y tuve muchas ganas de volver a sentirte, pero ambos sabíamos que ya era tarde y no podíamos volver a hacerlo. Mientras admirábamos nuestras sombras en la pared, socarronamente puse mi culito cerca de tu cara y lo mordiste, lo besaste mientras me decías "como me calienta tu culo". Empecé a frotarlo despacito en tu paquete, después de unos minutos así me separaste de tu cuerpo porque no íbamos a poder aguantar y teníamos que irnos. Quería quedarme con vos, pero muy a mi pesar empezamos a vestirnos, me retoque el maquillaje, nos besamos por última vez antes de abrir la puerta y nos saludamos en la entrada del edificio como dos extraños, cuando aun podía sentir el escozor de haberte tenido adentro mío hacia solo un rato.

Al día siguiente hablamos por whatsapp para contarnos lo bien que la habíamos pasado y las ganas que teníamos de volver a vernos. Coordinamos y volvimos a encontrarnos en tu consultorio a las dos semanas aproximadamente, te deseaba tanto tuve que tocarme varias veces para poder aguantar hasta el momento de verte.

Empezamos besándonos apasionadamente en la puerta del consultorio y pegando nuestros cuerpos para poder sentir nuestros sexos, de solo notar tu erección moje toda mi tanguita. Te pedí que te acuestes en la camilla y bese despacito todo tu cuerpo: tus labios, el lóbulo de tu oreja, tu cuello, tu pecho, tu estómago, tus muslos, me gustas tanto que quería devorarte entero. Sabias adonde quería llegar y también lo deseabas, ya que suspirabas despacito a medida que me iba acercando a tu paquete.

Te quite los boxers y comencé a chuparte esa pija que me vuelve loca, primero lamí y succione los testículos, después lametones por todo el tronco, chupadas cortitas en el glande, después trataba de metérmela entera en la boca y la chupaba con todo mi deseo gimiendo despacito. Como me gusta tu verga, como me gusta chuparla toda y sentir como va creciendo en mi boca, tus gemidos y suspiros me hacían perder la cabeza.

Propusiste que vayamos a la colchoneta, y una vez allí empezaste a tocarme y chuparme despacito, primero los pechos y después toda la conchita, tu lengua me volvía loca de placer. Sentir el roce de la cabeza de tu pija en la entrada de mi conchita me calentó muchísimo, estaba toda empapada y te deseaba tanto que ya no daba más, necesitaba sentirte adentro mío y te pedí que me cogieras. Hiciste el intento de agarrar un forro, pero te rogué que esperaras un poquito para poder disfrutarte mejor. La chupé un poco para ponerla todavía más dura de lo que estaba y finalmente me senté sobre tu pija clavándomela entera. Que placer sentir esa verga dura y caliente en mi conchita, la apretaba lo más fuerte que podía para que no salieras nunca de mí.

Después de un rato te colocaste el forro, me pusiste en cuatro patas sobre la colchoneta y me penetraste, me encantaba sentirla toda adentro y tus embestidas cada vez más fuertes.

Luego me acostaste boca abajo en la colchoneta y me la volviste a meter entera, me volvió loca la presión en esa postura, sentía tu pija rozando las paredes de mi vagina y todos mis puntos sensibles, la apretaba tanto con mi conchita que casi te saco el forro un par de veces. Estaba disfrutando demasiado, no quería que me la saques nunca más. Gritaba, gemía y decía guarradas del placer que me estabas dando, no podía más de tanto gozar y encima me hacías perder la cabeza con las cosas que me decías mientras me cogías.

Cuando ya no podías aguantar más me avisaste y derramaste toda tu leche sobre mi culito, y como buena putita tomé un poco de tu semen con mis dedos y lo puse en mi boquita para probarlo, y me encanto. El resto lo esparcí sobre todo mi culito, mi cintura y te limpié golosamente la pija con la lengua sin dejar ningún rastro de tu riquísima lechita. Cuando llegue a mi casa me dolía la conchita de tanto coger, la verdad que me encanto.

Pasaron varios días y hablábamos por whatsapp seguido, pero te deseaba tanto...necesitaba verte, sentirte, tenerte otra vez entre mis brazos, pero sabía que no podíamos, que todavía faltaban varios días para volver a encontrarnos.

Ni bien me desocupe te mande un whatsapp preguntándote si podíamos hablar, y para mi sorpresa a los pocos minutos respondiste que sí, ya habías llegado a tu casa y estabas solo. Te pregunte por el examen y cuando me dijiste que te había ido bien te consulte si querías que te mande una foto, era una foto mía sacada la noche anterior con un traje de conejita que resaltaba todos mis atributos, especialmente mi culito.

Me calentó muchísimo tu respuesta a la foto: "te hago de todo, con ese traje y sin el traje también". Me acorde del día anterior que habíamos chateado un rato desnudos y te dije que me habías dejado con un calentón bárbaro, que te imaginaba desnudo en tu cama y las cosas que te hubiera hecho: atarte a la cama con pañuelos, besarte entero para hacerte desear, chuparte la pija primero despacito y después con todas mis ganas, y luego de un rato ensartarme sobre tu pija y cabalgarte de espaldas hasta caer rendida de placer sobre tu pecho.

Te pregunte si hoy estabas vestido, y me contestaste que solo tenías un short sin nada debajo y que ya estabas con carpa por lo que te había relatado. Me calenté mas todavía y te pregunté si tenías ganas de cogerme. Tu respuesta me hizo estremecer "A 4 patas y con furia". Te dije que me hacía falta tu pija, que ya estaba toda mojadita y me contestaste que te hacía falta mi boquita para acabar y llenármela de leche.

De solo imaginarlo ya no daba más y empecé a tocarme pensando en vos, me estaba acariciando los labios vaginales cuando empezaste a darme ordenes de cómo seguir, me indicaste que me acaricie el clítoris, que me meta un dedo, luego otro y que los saque y los chupe. Como buena putita cumplí tus indicaciones y te dije que me encantaba mi sabor, ahí no pudiste más, me escribiste "que hdp" y empezaste a tocarte vos también.

Me indicaste que siga así hasta acabar y así lo hicimos mientras seguíamos mandándonos guarradas. Cuando no podía aguantar más te avise y me dijiste que estabas a punto, me esperaste un poquito y nos corrimos juntos a la distancia. "Vos sí que sabes cómo calentarme" me mato tu frase, viniendo de vos es el mejor de los cumplidos.

Me contaste que habías soñado que estabas dormido y yo te despertaba chupándote la pija, a lo que respondí que si durmieras conmigo no necesitarías despertador porque te despertaría chupándote la verga todas las mañanas.

Después hicimos algunos planes para nuestro nuevo encuentro, te dije que deseaba que me cojas sin piedad, que me habías hecho esperar mucho y te deseaba demasiado. Ya tenías que irte, así que solo te dije que mi sabor era más rico después de acabar y que ibas a tener que probarlo cuando nos veamos, me contestaste con un montón de letras incoherentes denotando tu calentura y nos despedimos, sabiendo que nuestro próximo encuentro ya iba a ser real y no virtual.

Espero que les guste asi escribo la continuacion!