Un deseo no muy bien formulado

Un deseo no muy bien formulado: quiero tener a la mujer que quiera.

Un deseo no muy bien formulado: quiero tener a la mujer que quiera.

  • Lo que me esta pasando no es lo que pedí.

  • Como te dije en un principio deberías haber pensando bien tu deseo. O sea si dicen quiero una Ferrari F50 en perfecto estado con la patente, todos los impuestos y obligaciones pagados debidamente y además registrada en la secretaria de automotores. Ese es muy buen deseo que solo necesita que aparezca algo material y hacer algunas modificaciones económicas; y que obviamente contentaría al que lo pidiera pero claro tú tenías que pedir alguien que te amara.

  • Yo no pedí amor.

  • Amor sexo. Van de la mano, es casi lo mismo desde el punto de vista de la física. Lo importante aquí es que soy solo un genio, no Dios o el diablo. ¿Entiendes? Apropósito ya que estoy tocando este punto deberías ser un buen chico Dios tiene un gran sentido del humor pero también un sistema judicial muy eficiente, no se necesitan abogados.

  • Genial. Me acabas de arruinar la existencia.

  • Mejor saberlo ahora que después de muerto.

  • Hubiera pedido ser inmortal.

  • Ese es el problemas, sólo estas pensando en meta deseos.

  • ¿Meta deseos?

  • Si, meta deseos. No puedo cambiar el orden natural de las cosas o andar haciendo lo que se me plazca por el universo. Vendría algún ángel a patearme el trasero hasta el infierno. Estoy en una posición delicada, si me entiendes.

  • Pero mi deseo esta funcionando.

  • Si, pero hice lo mejor que pude. Es más fácil aparecer un super carguero volador An-225 que una persona. Como pensé que te contentarías con una sola mujer voluptuosa, atlética o escultural use tu energía vital para sustentar su existencia.

  • Mi energía vital.

  • Con ese cuadro de acontecimientos no debería haber problema pero al pedir que aparezcan cuatro las cosas cambiaron. Digamos que la parca te tiene en la lista B.

  • ¿Voy a morir?

  • Claro que no pero sólo puedes pedir una mujer más para no causar un desequilibrio en tu chi, alma, espíritu, etc.

  • ¿Por qué no puedo pedir mujeres reales y por qué todas creen que son mis parientes o familiares?

  • Tratar de alterar la existencia de una persona me pondría en la cuerda floja por lo que sólo puedo dar vida a mujeres ficticias.

  • Ah. Y lo otro.

  • El hacer que estén íntimamente ligadas a ti facilitó la creación de su existencia. Menos variables a tener en cuenta dan resultados más predecibles y controlables. Además tu grupo familiar después de un rápido análisis resulto convenientemente simple.

  • Pero me es muy extraño que piensen que son parte de mi familia.

  • Ambos sabemos que no lo son o sea que cual es el problema si quieres acostarte con todas juntas. Cuando las cree su conciencia te tiene en lo más alto por eso te escuchan como si pudieras abrir el mar con las manos. No obstante, no controlo su comportamiento después que las cree. Trátalas bien.

  • ¿Que hay de la quinta mujer? No quiero que sea mi hermana o algo por el estilo.

  • Hagamos esto. Tú la pides y yo la ubicaré lo más cerca que pueda. Después es cosa tuya si la conquistas o no.

  • Otra cosa. Van a consumir todos mis recursos. ¿Que puedes hacer?

  • Yo nada, ya bastante te he ayudado al revelarte como funciona parte del universo. Que pensaste, que iban a comer aire. En la escuela ya no enseñan lo que es la cadena alimenticia. Mientras tratas de acostarte con ellas trata también de pensar como sostener a toda la familia.

  • Creo que he sido timado.

  • Alex, hubieras pedido mil doblones de oro y así habrías podido usarlos para tener sexo con un montón de prostitutas vip.

Alex. – Bueno, mejor me voy no quiero llegar y ver que el departamento se esta incendiando.

Genio. – Yo permaneceré un tiempo más en la ciudad. El mundo ha cambiado bastante por lo que veo en estos últimos 827 años.

Alex. – No te olvides de la quinta chica.

Genio. – Claro que no. Tú sólo pídela y del resto me encargo yo. Contra más tiempo paso libre mejor entiendo como piensan los humanos ahora.

Alex dejo la casa del mundano genio y se dirigió a su departamento. Mientras iba en el autobús pensaba en esos doblones de oro que habían sido mencionados en la conversación. Tal vez se había apurado en formular su deseo. El dinero no da felicidad pero ayuda bastante y más cuando hay cuatro bocas que alimentar. Al llegar a su edificio se encontró con el portero.

Portero. – Alex a la mañana te trajeron un colchón.

Alex. – Si, el mió ya no lo aguanto más. ¿Dónde esta?

Portero. – Pensé que sería para alguna de tus hermanas.

Alex. – ¿Las ha visto? – Dijo con preocupación .

Portero. – Acaso no recuerdas que me presentaste a una hace dos días.

Alex. – A si, claro. – La nueva realidad al parecer afectaba a las personas levemente, en parte mejor ya que no había que inventar respuestas ingeniosas a preguntas molestas .

Portero. – Mira, lo puse en la entrada de mi departamento mientras llegabas.

Alex. – Muchas gracias.

Portero. – ¿Te ayudo a subirlo?

Alex. – No, quédese aquí yo puedo solo.

Portero. – Como quieras.

Alex llevó el colchón hasta su departamento en el tercer piso. Era bastante liviano ya que era de goma espuma básica dado que había comprado el más barato. Abrió la puerta y pudo sentir como una ola de calor salía fuertemente de su hogar. Entró y dejó el colchón inclinado en la mesa de la sala principal en la cual a parte de algunas migas de pan o de galletitas había un fusil de guerra parcialmente desarmado. Dio unos pasos hasta su dormitorio y sentadas holgadamente en la cama se encontraban cuatro mujeres tan solo en ropa interior viendo la televisión. Por suerte tal espectáculo ya lo había asimilado en parte en los días que habían pasado y su erección apenas se notaba.

Alex. – ¿Por qué hace tanto calor acá?

Lara. – Encendimos la estufa a máximo.

Alex. – El gas cuesta bastante en estos días por si no lo saben.

Penélope. – Yo les dije hermano que con la actual situación financiera no era buena idea pero ellas insistieron.

Alex. – Ya voy a ponerla a mínimo. No, mejor voy a apagar la estufa y ustedes pónganse más ropa. Por cierto Lara que hace esa maldita arma sobre la mesa.

Lara. – Lo estaba armando, tengo que hacerlo en menos de dos minutos, cuando empezaron a discutir sobre encender la estufa. Después de la deliberación nos pusimos a ver televisión.

Alex. – Y no te acordaste de guardarlo.

Lara. – Lo iba a hacer después de que terminara el programa.

Alex. – De ahora en más quiero que esa cosa esté guardada siempre que no sea necesaria. No la quiero ver por cualquier lado.

Lara. – Si, señor.

Alex. – Ahí traje un nuevo colchón para que no tengan que dormir en el suelo.

Penélope. – Que buen hermano eres.

Jessica. – Si, eres muy atento sobrino.

Zung. – El mejor primo que pudiera tener.

Lara. – Yo puedo dormir sobre la alfombra sin problemas.

Alex. – Ya sabemos que eres toda una rambo. Ve a guarda ese fusil inmediatamente. Voy a descansar un rato. Si al apagar la estufa tienen frió vístanse.

Alex fue hasta la sala principal y apagó la estufa. Después agarró el colchón, lo llevó hasta su dormitorio y lo ubicó al lado de su cama mientras las mujeres seguían viendo la televisión. De nuevo en la sala, se recostó en el sofá que hacía cuatro noches era su nueva cama. Lara apareció con un gran maletín y metió las partes del arma en el.

Lara. – Perdóname hermano por haberte hecho enfadar.

Alex. – No hay problema. Solo guarda esa cosa.

Lara. – La pondré debajo de la cama.

Lara se fue por donde había venido y Alex cerró los ojos tratando de encontrar alguna manera de solucionar las cosas en sus sueños.

Entra Lara.

Nada había cambiado, solo lo acompañaba el rock and roll de su equipo de música. De seguro algo lo había afectado. Pensó en la estufa, el gas estaba quitándole el oxigeno a su cerebro. Abrió rápidamente la ventana, respiró profundamente y fue a revisar la estufa en la sala principal. No había olor a gas, la perrilla y la llave principal estaban cerradas. Tal vez la comida estaba descompuesta; imposible era tan solo arroz blanco, lo hubiera notado con solo saborearla. Algún tipo de veneno alucinógeno en el aire, no eso era una explicación tan absurda como lo que le había pasado tan solo hace unos momentos. Lo más seguro es que haya sido el stress de la ciudad, mente insana cuerpo insano, las cuentas lo estaban matando. Maldita inflación y maldita recensión. Ojalá tuviera el abrazo de una verdadera mujer, mejor todo el cuerpo, el frió estaba terrible este invierno; los pingüinos emperador forman un núcleo duro entre todos para soportar la noche interminable del antártico. Eso le recordó cerrar la ventana de su dormitorio que previamente había abierto en su deseo de encontrar alguna explicación racional. Apagó el equipo de música y pensó que de seguro ver algo candente paradójicamente le refrescaría la cabeza, fue hasta el organizador y tomó varias películas. Romance en el caribe, Chicas del viejo oeste, Las colegialas ucranianas reciben una gran lección, Defense Raider: la historia de Lara Cross. Miró esa ultima, tal vez debería instalar el Tomb Raider de nuevo en su computadora, era un juegazo. La parodia no tenía mucho que ver con el juego, de hecho la portada era solo para que se pensara que había cierta analogía pero era una película de corte policial realmente. La protagonizaba Carmen Lunares, pobre chica había muerto en un accidente automovilístico antes de que terminara el film. Lo sabía porque la cajita lo decía: “La ultima película de Carmen Lunares antes de su trágica muerte”; como había sido su deceso lo había leído en Internet, solo por curiosidad. Entonces dijo: “quiero tener a Carmen Lunares”. Obviamente como esperaba nada paso, miró a ambos lados por si su vista periférica estuviera menguando y se hubiera perdido de algo pero aún nada. Su mente divagó un poco y dijo: “y si aunque sea pudiera tener a Lara Cross”. Otra vez todo quedaba en una alucinación causa por la refracción de la luz de la luna sobre un globo aerostático. Antes de ver la película se le ocurrió que sería mejor hacerse un té con limón. Súbitamente escuchó un ruido en la sala principal, como si fueran leves pasos. Sin meditarlo se dirigió hacia allí. Para su sorpresa había un SWAT, GIGN o SAS en su habitación principal apuntándole con un fusil, en realidad debía ser un policía ya que en su chaleco antibalas decía eso. Ambos se estaban mirando y como el policía no decía nada Alex se decidió a empezar a hablar primero.

Alex. – No me dispare no soy un delincuente. – Dijo mientras levantaba las manos hasta los hombros .

Policía. – ¿Por qué te iría a dispararte hermano? – La voz era femenina, con todo el equipo era imposible distinguir el sexo a simple vista .

Alex. – ¿Qué hace en mi departamento?

Policía. – Estoy viviendo aquí por si no lo recuerdas.

Alex. – Usted no vive aquí.

Policía. – ¿Te estas sintiendo bien Alex?

La oficial de policía dejo el fusil sobre la mesa y ante la atenta mirada de Alex se sacó el casco, las antiparras y el pasamontañas.

Alex. – ¡Carmen Lunares!

Policía. – ¿Quién es Carmen Lunares? Soy tu hermana Lara.

Alex. – Mi hermana.

Lara. – Si, tu hermana. Creo que voy a revisarte.

Alex. – No, no, no. Ya me siento perfectamente bien hermana. Solo estaba algo desorientado. Creo que he visto mucha televisión por hoy.

Lara. – Ya me estabas preocupando. ¿Qué te parece mi uniforme de operaciones urbanas especiales? Es tan azul grisáceo y estos guantes con las yemas de los dedos descubiertas dan una adherencia estupenda.

Alex. – Es excelente. ¿Y ese fusil?

Lara. – Es mi fusil SL-8. Lo ultimo en armamento defensivo para civiles.

Alex. – Que bueno que sea para civiles.

Lara. – Ya casi es hora de tomar la merienda. Hacemos te con limón.

Alex. – Estaba a punto de empezar a hacerlo.

Lara. – Mientras tanto voy a cambiarme la ropa.

Alex. – ¿Tienes algo más para ponerte?

Lara. – Está todo en mi valija. La tienes al lado tuyo.

Alex miró a un costado y sobre el sofá había una valija de mediano tamaño. Sin mucho pensar camino hasta la cocina sin poder perder de vista a Lara. Algo muy extraño estaba pasando, en su sala principal estaba Carmen Lunares no solo creyéndose de alguna manera la oficial Lara Cross ni que también su hermana. Volviendo a pensar que estaba alucinando asomó la cabeza a través de la puerta y pudo ver a Lara mientras se quitaba el pantalón. Estaba sentada en una silla tan solo con los pechos cubiertos por su sujetador y usando una diminuta tanga triangular, ambos de algodón blanco; en su joven y atlético cuerpo se notaban los músculos pero sin ser una físico culturista, todo estaba ubicado firmemente en el lugar que debía estar, hacer dieta de seguro no permitiría una figura así debió haber hecho mucho ejercicio, pensó. Volviendo al centro de la cocina y aún temblando por el frío o por los nervios logró hacer el té y llevarlo a la sala principal. Algo desilusionado pudo ver que Lara estaba completamente abrigada.

Lara. – Si que hace frió. Deberías prender la estufa.

Alex. – Dentro de unos minutos la prendo. ¿Hace cuanto tiempo que vivimos juntos?

Lara. – Desde que recuerdo, somos hermanos. Tal vez debería mudarme, ya estoy grandecita.

Alex. – ¡NO!

Lara. – No te alteres tanto, a lo sumo compraría un departamento en este mismo edificio.

Alex tomó un sorbo de té y examinó detenidamente a Lara. Ya había visto completamente desnuda a Carmen Lunares pero verla a tan pocos centímetros era otra cosa aunque lo único visible por su vestimenta era su cara, lo demás dejaba mucho trabajo a la imaginación. Su pelo era azabache y estaba peinado hacia atrás para forma una larga trenza que se plegaba sobre si misma en su nuca por lo que a primera vista pareciera tener el pelo corto. Los ojos eran pardos con algún toque verdoso. La piel era blanca pero se notaba que se había tomado tiempo para broncearse. Los labios eran carnosos y de color vivaz por lo que no necesitaban mucho maquillaje. Recordando escenas de las películas sabía que sus senos eran naturales, tiernos y redondeados con los pezones envueltos en pequeñas aureolas que apenas contrastaban con su piel pero que por su tamaño se hacían notar sobre cualquier prenda que se pusiera.

Lara. – Tengo algo en la cara que me estas mirando tan fijamente.

Alex. – No…. ¿Como estas durmiendo últimamente?

Lara. – Normal supongo. ¿Podríamos cambiar de lados en la cama si quieres, tú mirando al televisor y yo contra la pared?

Alex. – Dormimos en la mis…. Si, eso estaría bueno.

Lara. – Y de paso podrías dejar de patearme.

Alex. – Definitivamente dejaré de hacer eso. Una pregunta.

Lara. – Si.

Alex. – Si hace tanto tiempo que vivimos juntos porque tienes tu ropa en una valija.

Lara. – ¿Que valija? Mi ropa esta en los cajones del dormitorio.

Alex. – Dame un momento.

Alex miró al sofá y ya no había ninguna valija sobre el, fue hasta el dormitorio y revisó los cajones; ahora todo estaba ordenado para albergar las cosas de Lara y de él. Definitivamente las cosas se habían adaptado para que todo pareciera más lógico. Investigo más y en el baño había cosas de mujer en varias partes; shampoo y acondicionador especiales, un cepillo de dientes de más, un secador de pelo y de seguro mucho más si revisaba todo de forma exhaustiva. El cambio radical de su vida en pocas horas no parecía importarle a Alex, ya que estaba maravillado por la presencia de Lara y el tiempo transcurrió rápidamente como si estuviera en un sueño. Escucharon algo de música, cenaron y charlaron como si se conocieran de toda la vida. En un principio la idea era bastante simple la mujer aparecería e indudablemente ella le pediría hacer el amor sin ningún tipo de pudor pero en cambio la situación se presentaba como si fuera una versión deformada de Edipo. Para Alex la idea de tener sexo con una hermana aparecida de la nada, como se daría en una novela poco original, no le simpatizaba en lo absoluto además estaba el gran problema que de seguro Lara le dispararía si no le gustaba que su hermano tratara de seducirla, no parecía ser una mujer indefensa. Ya, por la noche estaban sentados sobre la cama con sus espaldas contra la pared viendo televisión.

Lara. – Creo que ya es hora de acostarme me esta agarrando algo de sueño. Al final no encendimos la estufa.

Alex. – En el armario hay una o dos frazadas por si quieres una.

Lara. – No va a ser necesario. Podemos abrazarnos y calentarnos entre nosotros si sentimos frió.

Alex. – Definitivamente esa es otra cosa que no olvidaré.

Lara se paró y empezó a desvestirse. Buzo, camiseta, pantalón y zapatillas fueron saliendo de su cuerpo uno a uno con los más sensuales movimientos. Nuevamente Alex podía ver sus senos envueltos en el fino sujetador de algodón, la diminuta tanga tapando sus partes más intimas y el cuerpo erguido de toda una Artemisa ante sus propios ojos. Su mente comenzó a fantasear y su cuerpo respondió entrando en un calor que atacaba su entrepierna sin misericordia. Una erección incontrolable estaba a punto de estallar y de seguro Lara la notaría sin dificultad.

Lara. – Levántate unos segundos para que pueda acostarme.

Alex. – Voy al baño mientras te metes en la cama.

Alex enfiló rápidamente al baño y bajo su libido lavándose la cara con abundante agua fría. Volvería a su dormitorio, seguiría mirando televisión por unos minutos y luego se acostaría en su cama junto a una hermosísima mujer. Cuando volvió Lara estaba aparentemente dormida y se había posicionado a un lado de la cama mirando hacia la pared. Las frazadas y el cobertor cubrían casi todo su cuerpo dejando solo parte de su cabeza para respirar libremente. El volumen había sido disminuido, seguramente por ella, por lo que decidió acostarse en ese mismo instante. Apagó el televisor, cambió su ropa por la de su pijama y se metió dentro de la cama con la espalda mirando a la de Lara. Que pasaría si se daba vuelta y empezaba a frotar su miembro contra el trasero de la mujer que tenía a escasos centímetros. Envolver sus pechos con los brazos y besar su cuello eran ideas tentadoras. Mientras se debatía entre tratar de hacerle el amor a Lara sin importar las consecuencias y quedarse inmóvil hasta dormirse la cama hizo un chillido y los senos de Lara se comprimieron contra su espalda. Podía sentir la respiración de ella sobre su nuca y una de sus piernas entrelazándose con una de las suyas. Su primera reacción al sentir ese cuerpo sobre si fue una excitación instantánea, se deslizó por la cama y prácticamente cayó sobre el piso. Inmediatamente se puso de rodillas y al acercarse a Lara vio que estaba dormida. La erección esta vez era incontrolable y podía sentir una gran transpiración en su calzoncillo. Fue hasta el baño, se sentó sobre la tapa del escusado y liberó su pene de la ropa interior que traía.

Mientras se masturbaba pensando en Lara cerró los ojos por un instante y cuando los abrió no solo había tenido un intenso orgasmo sino que su mano estaba cubierta de semen. Fue hasta el lavamanos y se enjabonó lo mejor que pudo. Con papel higiénico se limpió el miembro, uso algo de talco en su entrepierna para mitigar aun más el sudor que quedaba y se puso desodorante. Ya recompuesto y con su energía sexual prácticamente desaparecida salió del baño. Al volver Lara seguía durmiendo sin problemas en la cama, pensó unos instantes y se dio cuenta que esta era de seguro la primera vez que soñaba. Abrió con cuidado la puerta del armario, extrajo dos frazadas y se dirigió a la sala principal. Antes de acostarse en el sofá fue a la cocina, saco una botella de vino empezada de la heladera y se bebió un vaso para tratar de alguna manera de consolidar mejor el sueño. Pensó que de cierta manera había fallado como hombre aunque lo más seguro es que a otros les hubiera ido peor. Pero porque no intentarlo nuevamente, no con Lara sino con otra mujer la cual esperaba optimistamente que no apareciera creyéndose su hermana, fue hasta el organizador y tomó todas las películas pornográficas que tenía. Volvió a la sala principal, se sentó en el sofá y se tapó las piernas con una de las frazadas. Como al parecer mujeres reales no se materializaban por alguna razón buscó entre todas los discos alguna ficticia pero como eran copias piratas las portadas eran bastante mediocres o únicamente decían el nombre de la película en blanco y negro. Sólo había una que tenía en el reverso impreso una sinopsis de lo que se trataba la película. Decía: “…Vanesa Jensen interpreta a Penélope Glover una contadora acosada por su jefe…”. Esa actriz no era la principal pero era la única de la cual se mencionaba el nombre del personaje que interpretaba. Por lo que recordaba era una pelirroja con rostro de jovencita traviesa y unos pechos bastante desarrollados, muy posiblemente operados. Sin pensarlo un minuto dijo: “quiero tener a Penélope Glover”. Tras unos minutos nada pasaba, estaba algo decepcionado pero lo mejor sería intentarlo nuevamente por la mañana a fin de cuentas no sabía bien como funcionaba se deseo realmente. Puso las películas debajo del sofá y se acomodó lo mejor que pudo en el. Estaba algo incomodo pero todo lo que había pasado en el día mitigaba cualquier percance.

Continuara...