Un deseo de recién casada
Deseaba volver loco a mi marido.
Un deseo de recién casada.
Era un bikini mínimo, apenas me cubría los pezones y la rajita de la concha, quedaban al aire las lolas y las nalgas. Me miré en el espejo, era una bomba sexual. Y lo quería ser. Tenía que lograr algo en mi viaje de novios.
Me había casado. Una ceremonia sencilla. Por mi parte sólo habían estado mis hijos y sus parejas y mis cuñados y su hija. Por parte de Santiago, su hermanastra y su jefa que además era mi socia. Boda en el juzgado a la mañana, almuerzo por todo lo alto, despedida y noche de boda volando en primera a Cuba, llegar a la playa a un hotel de mil estrellas, “all inclusive” , y echarnos el primer polvo de casados. El plan era : una semana en Cuba, para dedicarnos a coger y luego seguir un viaje más cultural, yendo a sitios que yo no conocía.
Llevaba dos días follando , como dice mi marido, y no estaba contenta. La razón era compleja, más psicológica que física. Desde que habíamos llegado, habíamos hecho el amor cinco veces, y en las cinco yo me había venido un par de veces por cogida, algo para estar feliz y aplaudiendo. Santiago sabe hacer que la mujer goce y lo estaba logrando conmigo. Cualquiera estaría dichosa, pero había algo que yo no tenía y quería que ocurriera. Mi marido me daba placer pero él siempre controlaba, yo quería que se volviera loco, que yo fuera para él una hembra a la que deseara joderla, romperla de lujuria y deseo, que solo pensara en destrozarme cogiendo.
Desde que empecé a salir con él, yo había cambiado, había experimentado lo que nunca se me hubiera ocurrido. Tenía dos amantes, uno de cada sexo: Susana que me había iniciado en el placer lesbiano y Benito, mi cuñado, con el que me sentía la mujer más atractiva del mundo, al que volvía loco. Había estado en una orgía con mi marido antes de casarnos y había visto que le gustaba yo fuera una mujer abierta, sin vergüenzas. Yo había hecho todo lo que él quería, pero él siempre controlando, sin perder la razón, como en un juego en el que manejaba los hilos, donde yo era una marioneta , una muñeca a la que él poderoso señor daba placer. Y yo quería que me agarrara bien agarrada y que follarme fuera el único objetivo en su vida.
Me volví a mirar, estaba muy buena como él dice, bien es verdad que no era una niña, con los cuarenta cumplidos y dos hijos paridos, tenía competencia en el hotel, mucha competencia. Muchas parejas jóvenes y algunas, mayores, pero donde la mujer andaba en los veintipocos y el hombre como mi Santiago cerca de los cincuenta. Había algo que estaba claro, los tíos tomaban algo porque no era normal como se cogía, mucha playa, mucho mar Caribe , pero había cincuentones que se notaba se pasaban el día dándole, es más estaba segura que mi marido había elegido aquel lugar por algún afrodisíaco que daban y que ayudaba y animaba a follar.
El había salido de la habitación antes que yo, para comprar cigarros y ...me di cuenta que ahí era donde le suministraban lo que se la ponía dura en todo momento. Me puse una camisola, metí en el bolso cremas solares, mi encendedor y mis cigarrillos. Iba con sandalias de tacón bajo, fue como un rayo, decidí cambiar el calzado. Me puse unas de taco altísimo, de esas que hacen que te contonees al andar: iba a la guerra.
Estaba saliendo de la tienda del hotel cuando le alcancé. Le paré y le pasé los brazos por el cuello y le besé en la boca metiendo bien la lengua. Me pegué a él, haciendo que sintiera mi cuerpo prácticamente desnudo bajo el fino algodón, introduje mi muslo entre los suyos y me restregué. Nos separamos cuando se nos acabó el aliento.
¡ Uau , nena cómo vienes!
Me gustas mucho, me tienes a mil...quiero volverte loco. Quiero ser tu mujer, tu hembra, tu zorra, tu puta ...tu todo.
Y le volví a besar empotrada a él. Respondía a mis ataques, la polla se le había endurecido, la notaba contra mi vientre. Me moví para que mis tetas rozaran su pecho sintiendo la rigidez de mis pezones a través de las telas.
¿ Si quieres subimos?- me insinuó.
Quiero que estés ansioso, que no aguantes mas... Yo necesito bañarme para enfriarme un poco y que vos te vayas cociendo para lo que quiero hacerte y que me hagas.-
La propuesta me salió impensada, pero me di cuenta que venía bien a mis propósitos. Tenía tiempo y oportunidad de irle poniendo cachondo. Me tomé de su mano, me apreté a él y hice que fuéramos hacia la playa. Allí dejé la bolsa en una reposera, me quité la camisola y las sandalias y fui hacia el agua en una carrerita que movía mis tetas de modo incitante. Me volví, Santiago me estaba imitando, pero tardaba un poco más al dejar con cuidado los cigarros que había comprado en mi cartera.
Levanté el brazo para decirle ven, al hacerlo mis pechos se irguieron majestuosos, me di cuenta que más de un bañista los miraba con hambre. Cuando llegó junto a mí, me abalancé sobre él, caímos los dos y me quedé bien pegada a él bajo el agua, aproveché para tocarle la polla, estaba gorda pero no dura. Salimos , yo con mi tetas contra su pecho y mi pubis contra su verga. La ventaja del Caribe es que el agua está caliente, si el chapuzón hubiera sido en Mar del Plata, la pija estaría pequeña por la frialdad del océano.
Te quiero, mi vida- le dije besándole . Y me zambullí con un golpe de mis nalgas en su miembro duro.
Nadé un rato, no mucho, no quería que se me enfriara. Santiago me acompañaba, a los dos nos encanta el mar y aquel tan limpio y tan cálido era un placer maravilloso que compartíamos. Me volví a acercar a él. Hacíamos pie pero el agua me llegaba casi a los hombros, soy más baja que mi marido, le pasé las manos por el cuello, me colgué y subí las piernas para rodear sus caderas. Mi concha apenas tapada por el hilo dental chocó contra su malla en la que la pija esta gorda y semidura. Hice que mis tetas se empotraran contra su pecho, y empecé a restregarme contra su cuerpo. Quería que me notara caliente, viciosa, ansiosa. Le besé . Tenía la polla como una piedra. Le estaba masturbando con mi sexo que se movía contra su miembro, acariciándolo , endureciéndolo. Me di cuenta que mi marido estaba muy caliente, ahora era él el que me había agarrado con sus manos las nalgas y me apretaba con su arma.
Solté una mano de su cuello y bajo el agua llegué a su bañador, tiré hacia abajo, su verga quedó libre , dispuesta, yo corrí el hilo de la tanga, dejé el chocho también libre y separándome un poco de él, tomé impulso para que se empotrara en mi concha. La polla estaba dentro y yo le mordí los labios cegada de lujuria.
¡Te voy a follar, nena !– me soltó mientras me movía adelante y atrás bien agarrada por la cola.
¡Rompeme, cabrón!- le contesté impulsándome más.
¡Golfa!
¡Vicioso!
¡ Puta!
¡Bestia!
¡Guarra!
Mientras me insultaba me movía como si fuera un muelle, me di cuenta que estaba fuera de sí, loco de lujuria, el hacerlo en medio de la gente, aunque no nos pudieran ver, se podían dar cuenta, pensé que era lo que le excitaba y el verme como una viciosa que necesita sexo.
¿ Que soy? ¡ Dímelo!- le susurré
Mi puta...mi cerda...mi guarra.
Tu nena...tu yegua...tu mujer.
Y me quedé clavada a él, moviendo rápido mi pelvis hasta que soltó su leche, con un gemido descontrolado de pasión satisfecha. Me quedé abrazada unos momentos, hasta que se recuperó, luego me tumbé en el agua y salió su verga, apreté los muslos, quería sentir su semen dentro. Volví hacia Santiago, me acurruqué en sus brazos.
Te quiero- le dije – Sos el hombre más maravilloso del mundo. Quiero hacerte muy feliz.
Dimos unas pocas brazadas y salimos a la arena. Nos dejamos caer en las reposeras, yo saqué un par de cigarrillos y los encendí, le di uno.
El pitillo de después es un placer- dijo echando el humo en volutas.
Sensual... que dice la canción.
Por primera vez en toda nuestra relación, él se había corrido y yo no, HABIA LOGRADO MI OBJETIVO.
¿ Quieres que te de crema? , no te vayas a quemar. Nos damos una ducha , nos quitamos la sal y descansamos un poquito.- le propuse indicando que era una tregua antes de seguir la pelea sexual.
Santiago se dio una ducha rápida, solo para quitarse la sal. Yo enfrente suya hice una exhibición de mujer sensual. Mucho levantar los brazos , las tetas así van camino del cielo, y estaban apenas tapados los pezones, duritos además. Girar dando una buena visión de las nalgas, que recorrí con las manos como si necesitarán un buen masaje. Mover la cabeza para que el cabello, cortado a lo paje, diera su juego. ¡ Vamos que monté un pequeño show!
Mi marido me disfrutaba desde la tumbona, fui hasta él y le besé en la boca, apoyando las lolas en su pecho.
Deja que te seque y te pongo crema- Le pasé la toalla por el pecho, luego los brazos y acabé en las piernas. La polla empezaba a volver a convertirse en arma. Y más dura se puso cuando con suavidad extendí el protector por su piel. La verdad es que la caricia también me estaba calentando a mí, y se lo dije muy bajo:
Tienes un cuerpo que me pone cachonda. Un poco de sol y subimos ...quiero comerte la ...( rocé su miembro con el dorso de mi mano) la vergota y ...más cosas.
Y pasé a secarme y ponerme la crema yo. Debí hacerlo bien porque cuando me tumbé junto a Santiago y le tomé la mano mimosa, me dijo con voz ronca:
Creo que más de uno se va a hacer una paja pensando en ti.
Y a vos , te gusta ¿ verdad?
Estuvimos media hora al sol, yo quería empezar un nuevo asalto, le miraba de reojo, él tenía una sonrisa de sátiro con los ojos cerrados. No la tenía muy dura, pero seguía en forma. Decidí que había que ir a por el segundo asalto.
Quiero comerte la polla y que me jodas como una perra. - más claro no se podía ser.
¿ Eso quieres ? Zorrita.
Si...mi macho.
No dijo nada mas, se levantó, se puso la camisa y empezó a andar camino de la habitación. Yo le seguí apresurada recogiendo todos los chiches en mi bolso y con las sandalias y la camisola en la mano. Le alcancé. Le tomé de la mano, le hice girar y le besé pegándome a él como una lapa a la roca.
¿ No puedes esperar un segundo mientras me pongo las sandalias y la blusa?
No...no se puede poner a un marido cachondo y pedir que te espere. Vamos a la habitación y te voy a follar bien follada...chiquilla.
Tiró de mí sin darme tiempo a contestar. Abrió la puerta y me empujó dentro. Las cortinas dejaban pasar la luz, dando un ambiente romántico a la habitación. Le miré muy fijo, sonriendo mientras me soltaba los nudos del bikini. Quedé desnuda y me arrodillé ante él. Tiré de su malla y quedó su pija dura ante mi cara. Di dos lamidas a su cipote, y puse mis labios apretando su glande que volví a lamer. Me agarró la cabeza y la empujó para que su polla entrara entera en mi boca. Comenzó a moverme tirando de los pelos haciendo que se la chupara. No me tocaba hacer casi nada , solo tener los labios apretando bien su verga a la que apenas podía dar alguna lametada dada la velocidad que me llevaba.
Yo tenía las manos libres, bajé una a mi concha y mientras se la mamaba , comencé a pajearme. Estaba mojada, mi clítoris era una pequeña piedra vibrante. Si seguía un poco más me vendría como una cascada de placer, creo que Santiago se dio cuenta , quería otra cosa. Paró, tiró de mí , hizo que levantara la cabeza para que le mirara a los ojos, sonrió como una sátiro y me soltó con voz ronca.
Te voy a follar como lo que eres, una yegua. ¡Ponte en cuatro!.
Le obedecí, me puse a cuatro patas, moviendo mi cola en alto, esperando que me la metiera, como una perra en celo. Se colocó tras de mi, su ciruelo jugó recorriendo el valle de mis nalgas hasta llegar al cráter empapado de mi sexo, se quedó unos segundos como el dueño de una casa que tarda en abrir la puerta, aunque ha tocado el timbre anunciándose y me la puso dentro, entrando despacio, llenándome.
Y comenzó a moverse rápido, como un pistón en un motor. Yo empecé a gemir.
¡ Ahh!...!Ahh! ...¡Asii!
Paró, me agarró por las caderas y me dejó bien apretada, con la polla muy adentro. Estuvo así unos infinitos segundos, pensé que iba a jugar al juego de siempre, a controlarse hasta que yo me corriera, pero no...Me dio una nalgada y ordenó:
Puta , ¡ muévete!- y volví a azotarme.
¡Si!- casi chillé, cuando fui yo la comenzó un adelante y atrás haciendo que su pija deslizara por toda mi vagina empapada.- ¿ Así quieres que se mueva tu gatita?
Siguió golpeando con su palma mis nalgas, como un jinete que marca el ritmo de la galopada de su yegua, que era como me sentía: una yegua en la que se saciaba su macho. Me agarró de las caderas con las dos manos, me obligó a parar mi va y ven y comenzó a moverse muy rápido, muy adentro dispuesto a soltar su leche. Estalló.
¡Que polvo más rico!- me dijo- ¡Eres una joya!
Se quedó con la polla dentro, acariciando la carne de mis nalgas rosadas por los azotes, yo llevé mi mano izquierda a mi concha y comencé a acariciarme para venirme. Estaba tan apunto que llegué a la meta en unos segundos.
Mi mujercita ha hecho que yo me corriera y ella necesita de los deditos para acabar- la pija se salió, satisfecha de la batalla.
Sí, esta vez ha sido así. Me ha encantado ver que te volvía tan loco que sólo querías follarme, como dices vos. Siempre me haces acabar, ahora ...tenías tantas ganas que …
Nena, es que estás muy buena y me pones cachondo cuando veo …
Lo putita que soy para vos.
Sí...me gusta que seas una zorrita, mi zorrita.
Esta historia pertenece a la serie de Marisa y Santiago que publica esta autora.
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