Un descubrimiento trascendental

Me follé a mi madre.- Así comenzó todo, cuando descubrí que mi madre le era infiel a mi padre.

UN DESCUBRIMIENTO TRASCENDENTAL

Hasta los 17 años de edad yo había crecido creyendo, entre otras cosas, que mis padres eran personas normales como cualquiera. Creía que mi padre era un hombre trabajador, hogareño y que vivía feliz con su mujer y sus hijos, así como que mi madre era una mujer de su casa, hacendosa, decente y respetuosa con su marido, pero estaba equivocado, y nada era como parecía.

Y supe la verdad a raíz de descubrir algo que en principio me sorprendió enormemente. Que ni mi madre era esa mujer hacendosa, decente y fiel a su marido, ni mi padre era ese hombre atento y complaciente con su mujer, ya que, al perecer, la tenía bastante mal "atendida".

Os preguntareis como supe esta verdad sorprendente para mí. Pues os la contaré.

Mi padre tenía un trabajo que le mantenía fuera de casa la mayor parte del día, y solo venía a comer al medio día y a dormir. En ocasiones solía trabajar de noche y a veces se ausentaba uno o dos días por motivos de trabajo. Yo había observado que cuando él no venía a dormir, mi madre salía a primeras horas de la noche diciéndonos a mi y a mis hermanos que iba a visitar a alguna amiga o vecina, y tardaba en volver un par de horas o tres, pero nosotros lo considerábamos normal.

Hasta que aquel verano supe lo que hacía cuando se marchaba a escondidas de mi padre. A mis otros dos hermanos, una hembra dos años menor que yo, y un barón nueve años más pequeño que yo, los habían llevado al pueblo de vacaciones con mis abuelos, pero yo que era mal estudiante, me dejaron castigado con ellos en la ciudad. Y esto fue una gran suerte pera mí.

Porque normalmente yo solía quedarme con mis amigos hasta muy tarde por la noche los fines de semana, pero ese día decidí irme a casa temprano, y me llevé la sorpresa más desconcertante de mi vida.

Como he dicho, llegue algo temprano a casa, serías las once y media de una calurosa noche de verano, y entré despacio, procurando no hacer ruido, pensando que mi madre ya estaría en la cama, pues mi padre, esa noche, no la pasaría en casa. Fui directamente a mi habitación y me desnudé para acostarme dejándome puesto el pantalón corto de un pijama, pero antes de acostarme decidí ir a la cocina a tomar un poco de agua fresca, pero para llegar hasta allí tenía que pasar frente a la puerta de la habitación de mis padres.

Cuando me encontraba a la altura de la habitación me llamó la atención unos gemidos que salía de allí y fije mi atención en la puerta que estaba entre abierta. No me cabía la menor duda, los gemidos salían de allí, pero además me pareció oír que había otra persona, así que con sumo cuidado empujé la puerta abriéndola lo suficiente como para contemplar una escena que me dejó perplejo y muy confundido. Mi madre estaba en la cama con otro hombre. ¡Y estaban follando!

Él estaba tumbado boca arriba y mi madre sobre él a horcajadas tenía su polla metida en el coño. El hombre la tenía cogida por la cintura y ella saltaba sobre él como enloquecida. Sus tetas, generosas pero aún firmes, saltaban y se bamboleaban violentamente por el ímpetu que ella ponía en sus movimientos.

Como podéis imaginaros, me quedé estupefacto, de piedra, inmovilizado, con mis ojos abiertos todo lo que daban mis parpados y con la boca igualmente abierta, absolutamente sorprendido de lo que allí estaba pasando. La verdad es que tardé en reaccionar. No podía creer lo que estaba viendo. Inimaginable. Era mi propia madre la que estaba con aquel hombre, al que no pude reconocer en un principio, follando como una desesperada.

Al reaccionar me aparté de la puerta y me apoyé en la pared, sentía flojear las piernas. Pero lo que ya me dejó absolutamente desubicado es que me había empalmado de tal manera que parecía que iba a descoser las costuras del pijama en cualquier momento. Nunca me podía haber imaginado que ver a mi madre follando iba a excitarme.

Respiré hondo cuando los gemidos, cada vez más fuertes, de mi madre me volvieron a la realidad. Volví a asomarme y lo que vi me izo comprender que la muy puta se estaba corriendo. Se agitaba con desesperación, blandiendo sus brazos en el aire, mientras él la seguía sujetando por las caderas y con sus movimientos de cintura intensificaba la penetración. En seguida le sentí a él bufar como un toro y agitar la cabeza. Supe que él también se había corrido porque mi madre se echó hacia delante abrazándolo mientras le besaba en la boca. En esta posición, puede ver perfectamente la polla de aquel hombre metida en el coño de mi madre. Así estuvieron un rato, jadeantes y exhaustos, con sus mejillas juntas y riendo, hasta que la polla fue perdiendo tensión y se le salió acompañada una gran cantidad de semen que le chorreó por los huevos abajo.

Tuve la intención de salir corriendo, pero la contemplación de aquella escena me dejó clavado en el sitio, permitiéndome ver como mi madre le descabalgaba y se puso a chuparle la polla, ya semi flácida, lamiendo los jugos que la impregnaban, mientras él le acariciaba la cabeza, complacido y sonriente. Fue entonces cuando pude ver quien era aquel hombre. Y no podía ser otro. Se trataba de Paco, uno del los mejores amigos de mi padre, con el que compartía su afición a los coches y alguna que otra juerga nocturna.

Mi corazón latía con fuerza. Sentía una extraña mezcla de sensaciones, excitación, sorpresa, nerviosismo, y una emoción difícil de describir. No podía dejar de observar sus reacciones. Jamás había visto a mi madre en esa situación y no la reconocía.

Cuando terminó de lamerle la polla continuó acariciándosela con una mano mientras recostaba su cabeza sobre su pecho velludo.

–Ha sido estupendo, cariño-, la oí decir, -pero necesito más, me tienes loca, ladrón-.

-Tranquila mujer, tu hijo estará a punto de llegar y sería muy comprometido que nos viese así.

-Sí, tienes razón, ahora me arrepiento de haberle dejado aquí castigado. En fin, aún son las doce y cuarto, creo que aún tardará un poco, el tiempo suficiente para otro polvo… siii mi amor…mmmh vamos, se bueno conmigo!

-Vale pero espera un poco zorrita, tengo que ir al baño.

En ese momento no supe que hacer, pero reaccioné pronto, y con todo el sigilo y rapidez que pude me fui a mi habitación y me metí en la cama fingiendo que dormía.

Pude oír como se levantaban. Él se fue al baño a echar una meada, y ella se acercó hasta mi habitación. Abrió la puerta sin cuidado y percibí que se había sorprendido al verme en la cama. Estuvo unos instantes sin decir nada, y luego me llamó a media voz. Dos veces dijo mi nombre, y por supuesto yo ni me inmuté. Él también debió acercase hasta mi habitación porque pude oír a mi madre decirle que le parecía que estaba dormido. Se retiraron entre los comentarios de ella preguntándose si les habría oído. Entraron en su dormitorio y sentí como cerraron la puerta.

Permanecí durante unos minutos metido en la cama, pensando en todo lo que había visto. Mi polla aún seguía tiesa y muy dura, y solo tuve que frotármela durante unos instantes para conseguir que mi semen se derramase abundantemente manchando todo el pantalón del pijama.

Me quedé unos instantes inmóvil sobre mi cama, pero lejos de relajarme, continuaba nervioso y lleno de curiosidad. Imaginaba lo que estaría pasando en la habitación de mis padres y no podía reprimir mi curiosidad. Me levanté despacio y me dirigí a la terraza, ya que la ventana de la habitación de mis padres da allí, y como era verano la puerta estaba abierta. Tuve suerte, porque aunque la persiana de la ventana estaba algo bajada podía ver perfectamente lo que allí dentro estaba pasando.

Mi madre y Paco estaban abrazados. Ella tumbada boca arriba, y él recostado ligeramente sobre ella, frotando con la rodilla el recortadito pelo de su coño, agarrando con fuerza una de sus tetas y besándola de manera muy apasionada metiéndole la lengua en la boca. Mi madre estaba abrazada a él, con una de sus manos acariciando su nalga y, supongo, porque no lo podía ver, que notando sobre su muslo la dureza de su polla. De esta manera estuvieron un buen rato, hasta que él, tomando la iniciativa, se subió a horcajadas sobre la barriga de mi madre, colocando su polla, (que por cierto era muy grande y gorda), entre sus tetas. Ella misma la enterró entre sus pechos con las manos, y él comenzó a follarla así lentamente. Mi madre abría su boca y dejaba entre salir su lengua cuando el glande se le acercaba y lo lamía suavemente. Se notaba que ella quería metérsela en la boca porque cada vez hacía más esfuerzo alzando su cabeza para poder chuparle mejor el capullo. Él se dio cuenta y se colocó de tal manera que su polla quedó bajo el control de mi madre, que como un pez mordiendo el anzuelo se la tragó entera. ¡No podía creer lo que estaba viendo, le entró entera casi sin esfuerzo! Y Paco, apoyado sobre el cabezal de la cama, comenzó a fallársela por la boca mientras con sus huevos le golpeaba la barbilla. Me imagino que con aquel trabajo bucal, la polla de Paco había aumentado de grosor y longitud, pues al poco rato ya no le entraba toda y solo se limitaba a chuparle el capullo.

Luego se separaron, y pensé que se la iba a follar otra vez por el coño, pero no fue así. El hombre izo que mi madre se pusiera a cuatro patas, mientras él se ponía de pie sobre la cama. Su polla parecía la espada del torero a punto de entrar a matar. Le separó las nalgas y escupió sobre el agujero de su culo. Luego colocó su glande sobre el agujero y comenzó a apretar. Vi como mi madre cerraba los ojos con fuerza, se mordía el labio inferior y clavaba las uñas en las sabanas. Supongo que debió dolerle un poco porque llegué a escuchar como un ahogaba grito. Pero cuando la polla se le coló dentro de su culo su semblante cambió. Él comenzó a bombear despacio y ella pareció morirse de gusto. Y mientras el hombre la enculaba vi como ella se masturbaba el coño con su mano izquierda. Debió correrse un par de veces, al menos, pues pude ver como a ratos se agitaba como enloquecida. Yo no podía aguantar más y mientras veía como Paco se corría otra vez dentro de mi madre, me hice una de las mejores pajas que jamás me haya hecho.

Como pude regresé a mi habitación, con una sensación muy extraña que no se explicar. Esa noche no me quedé dormido hasta altas horas de la madrugada, no sin antes hacerme otra paja cuando supe que Paco se había ido, a eso de las dos de la mañana.

Ver como mi madre era follada por uno de los mejores amigos de mi padre, fue para mí una experiencia que me marcaría para el resto de mi vida.

Los días posteriores yo ya miraba a mi madre con otros ojos. Había dejado de ser para mí esa mujer de su casa, hacendosa, decente y madre ejemplar, para convertirse en la puta más guarra que aya conocido.