Un delicioso fin de semana con dos hermanos

Despues de mi divorcio necesitaba un escape, algo o alguien para poderme olvidar de mi ex-marido. Esto ocurrió antes de mi relación con Gabriel.

~ Esta historia sucedió hace unos años, justo después de mi divorcio del padre de Gabriel. Mi hijo estaba en la universidad y su padre se había marchado de la casa para irse con su nueva mujer. La casa estaba sola y estaba dedicando todo mi tiempo a mi trabajo para olvidarme de mi ex marido. ~

Tengo que contarles como soy si no han leido mis relatos previos, en mi juventud e incluso hasta mi divorcio, era considerada por muchos como una mujer muy guapa y voluptuosa, de unos 1.70m de altura; de cabello castaño y ojos verdes, mi cara sin arruga alguna me hacía ver más joven de lo que era. Tenía unas curvas que hacían voltearse a hombres jóvenes y viejos por igual, no voy a decir que soy delgada, pero tampoco soy gorda, tengo unas nalgas redondas y abundantes, y a mi edad mi orgullo son mis pechos de tamaño mediano con pezones hinchados de un color rosado oscuro, pero bien respingados y desafiantes a mis años y a la gravedad. Algunos dirían que me parezco mucho a la actriz mexicana Jenny Rivera.

Un par de meses después de mi divorcio, me sentía sola y tengo que decir muy cachonda, habían pasado meses desde la última vez que tuve relaciones sexuales y necesitaba desesperadamente una verga dentro de mí. Me sentía deprimida y, muchas veces, de mal humor, una amiga mía de la oficina me ofreció conectarme con uno de sus primos que acababa de llegar a los Estados Unidos de México. Eran dos hermanos, Sebastián el mayor tenía 38 años y su hermano menor Santiago con una edad de más o menos 25 años. Como no hablaban bien el inglés, ellos también se sentían aislados y solos, ya que mi amiga tenía que trabajar todo el día y no tenía tiempo para entretener a sus primos.

Ella me presentó a Sebastián. Muy guapo, de tés canela y unos ojos café claros que me hacían derretir; con un hermoso cuerpo, fuerte y de ancha espalda debido a la vida que llevaba en México. Me invitó a cenar y yo acepté gentilmente. Cuando lo fui a recoger a la casa de mi amiga, él se había vestido muy bien y yo estaba muy contenta con su apariencia. Yo estaba vestida por coincidencia con un atuendo que complementaba el suyo. El llevaba un terno azul oscuro y yo un vestido negro con amplio escote adelante, y el ruedo del vestido me llegaba un poco más arriba de mis rodillas, pegado a mi cuerpo para denotar mis curvas.  En combinación llevaba unos tacos altos y medias oscuras que acentuaban mis piernas de una forma muy sensual. Me felicitó por mis bonitas piernas mientras caminábamos hacia el auto, me gustó mucho su atención y claro yo caminaba exagerando mi paso para que el notara mis nalgas meneándose ante sus ojos. Tomamos un par de copas antes de una muy buena cena. Hablamos muy abiertamente entre nosotros, expresando nuestros gustos y disgustos. Fue agradable escuchar que teníamos mucho en común, incluso con la diferencia de edad. Ya saben ustedes yo tengo 49 años de juventud.

Antes de terminar con la cena, había una banda que comenzó a tocar buena música de baile suave. Para mi sorpresa, Sebastián me pidió que bailemos. Era una música lenta muy agradable, y nuestros cuerpos parecían fundirse en uno solo. Podía sentir su verga endureciéndose desde el comienzo de nuestro primer baile. Sentía sus manos acariciándome la espalda, trazando sus dedos por el descote del vestido, sus manos se posaban sobre mi cintura y bajaban disimuladamente a mis nalgas. También podía sentirme mojándome a cada paso, mientras sentía mis pezones ser apretados por su fuerte pecho. Después de varias canciones, dijo: "¿Por qué no nos vamos de aquí?" Dije bien, y salimos del restaurante. En el auto, en el camino de regreso a mi casa, dejé que mis manos fueran a su verga muy dura. Él sonrió y dijo que le gustaba eso. Le acaricié su miembro y le masajeé las bolas. Era difícil conducir y manosearlo al mismo tiempo, así que me parquee en una calle solitaria, me di la vuelta y él me dio un maravilloso, húmedo y profundo beso. Sus ojos eran tan hermosos. Cuando miraron profundamente a los míos, me preguntó si iba a ser suya esta noche. Le dije por supuesto. Me besó una vez más, y nos dirigimos a mi casa.

Entramos en mi casa y él rápidamente tenía sus labios sobre los míos. Mientras me besaba comenzó a desvestirme. Desabrochó los botones en la parte trasera de mí vestido y lo removió de mis hombros. Me desabrochó el sujetador y este terminó en el suelo. Me besó con fuerza, sentía sus labios en mi cuello, lamiendo y chupando, llegando hasta mis tetas, besando, frotando, chupando, torturando mis pezones con su lengua. Luego bajó sus manos por mis amplias caderas mientras se acercaba a mi tanga, la deslizó hacia abajo, usando sus dientes, mientras se acercaba a mi vagina recién depilada llegando a mi clítoris, se detuvo y comenzó a chuparlo. Él extendió mis piernas y tomó mi coño con su cálida boca húmeda, y me dio su lengua y un dedo al mismo tiempo. Él me dijo “que coñito tan rico tienes Marlene”. Dejé escapar un jadeo cuando llegué a mi clímax. En unos momentos surgió con la cara mojada y me besó con fuerza compartiendo conmigo mi néctar íntimo.

Sebastián tomó mi mano y me llevó a la habitación. Con la expectativa de que esto sucediera, había colocado varias velas en la mesita de noche, había atenuado las luces de mi dormitorio y tenía un buen vino en hielo. Le gustó lo que había hecho y dijo que quería mostrarme cuánto me estaba deseando. Antes de que tuviera la oportunidad de tocarlo, se había quitado la camisa, tenía su cinturón abierto, el pantalón bajado entre sus pies, y quedo en sus calzoncillos de seda negra, su pene palpitante y duro sobresalía como una asta de bandera. Dios mío, su cuerpo era hermoso. Tan firme y bronceado. Se quitó los zapatos y termino de sacarse los pantalones y se sentó a mi lado en el borde de la cama. Le pregunté si podía probarlo con mi boca primero. Él sonrió y tomo mi cabeza delicadamente y llevo mi boca a su pene, lentamente introduje su hermosa polla, cubierta de líquido, en mi boca cálida y húmeda. Inmediatamente lo tomé profundamente hasta la garganta y él dejó escapar un gemido como nunca antes había escuchado. Mojé su polla con mi lengua, subiendo y bajando en su hermoso palo, bajando hasta sus bolas, frotando hasta el borde de su ano. Él estaba gimiendo en voz alta. Poco a poco saqué su verga de mi boca y le dije “papi quiero que me des muy fuerte esta noche”. Me di la vuelta para que él me pudiera coger a lo perrito. Él se arrodillo detrás de mí y cuando me penetro, alcancé el clímax por segunda vez solo por la fuerza de las embestidas de su polla dura. Al poco tiempo  salió de mí, me recostó en la cama y su cara fue directamente a mi vagina otra vez. Su lengua y sus dedos eran como varitas mágicas, enviando choques de placer una y otra vez. Me puso en la posición de misionero continuando su jugueteo, y volví a llegar al clímax. Luego se dio la vuelta y me montó encima de él. Mientras rebotaba sobre su dura y firme polla, el deslizó un pequeño consolador que había encontrado encima de mi mesa de noche en mi culo, fue una gran sorpresa porque se me había olvidado completamente de guardarlo. Oh Dios mío, pensé que me iba a desmayar. El éxtasis era increíble. Los monté a él y al consolador como si estuviera montada sobre un toro salvaje en un rodeo. Él jugaba con mis tetas, apretando mis pezones, estirándolos y sobándolos con su dedo pulgar. Mi siguiente clímax fue absolutamente lo máximo y la cama quedo empapada. Me desmonte de su dura polla y le dije a Sebastián que ya regresaría.

Cuando regresé, le dije que se relajara y se posicionara más alto en la cama. Tomé sus muñecas, las tome, una por una, lentamente y las até a la cabecera. Puse un pañuelo doblado sobre sus ojos y puse una tira de cinta adhesiva sobre el pañuelo para que el no pudiera ver lo que pasaba. Le dije que extendiera sus piernas y le até los tobillos sin apretar como lo hice con sus muñecas. Luego preparé lo que había traído conmigo, monté su hermoso cuerpo y comencé mi pequeño juego de control. Encendí una delgada vela de cera y la sostuve por encima de su pecho. Cuando la primera gota de cera cayó sobre su cuerpo, mi vagina comenzó a palpitar. No soy masoquista para nada, pero de vez en cuando me justa jugar un poquito con el control mental y corporal, es algo muy erótico especialmente cuando se trata de un desconocido. Cuando la primera gota golpeó su pecho, escuché un jadeo. Incliné un poco más la vela y la segunda y la tercera gota golpearon casi simultáneamente. Su respiración se volvió rápida y jadeante. Deje caer varias gotas más en diferentes zonas. Cuando bajé la vela, supe que la cera le hacía tener una sensación de calor muy sensual sobre su cuerpo. Comenzó a empujar sus nalgas hacia arriba, ondeando y haciéndome sentir como si estuviera montando un caballo arisco. Dejé caer una gota más de cera justo debajo de su ombligo, apagué la vela y la puse en la mesita de noche. Agarre unos hielitos que se encontraban enfriando el vino y los introduje en mi boca, luego tomé su verga en mi boca, la combinación del frio en su verga, mi boca, y calor de la cera en su abdomen fue algo que no pudo soportar y en segundos, explotó en mi garganta. Sus gemidos, quejidos y éxtasis salieron a través de su eyaculación en mi boca. Se quedó allí inmóvil en la cama. Lamí y chupé cada gota de semen de su maravillosa verga. Me acerqué a su boca, lo besé profundamente y le pregunté si le gustaba eso. Él simplemente movió la cabeza hacia adelante y hacia atrás y finalmente dijo, “Marlene, la próxima vez yo seré quien tenga el control.”

Después de que lo limpié con un paño suave y tibio y lo sequé, disfrutamos el resto de nuestro vino y nos acurrucamos un rato. Más tarde, nos dimos la vuelta y tuvimos una buena cogida el uno con el otro. Ambos tuvimos un orgasmo al mismo tiempo y fue algo muy hermoso. Cuando Sebastián se estaba vistiendo, me preguntó si podía traer a alguien con él la próxima vez que viniera. Eso era extraño ya que su prima me había dicho que no tenía amigos en la ciudad. En cualquier caso, sonreí y dije, “claro, eso me gustaría.”

Sebastián llamó al día siguiente y me preguntó si podía venir el viernes por la noche a las 8:00. Le dije que lo estaría esperando y que tendría algunos bocadillos para que comiéramos. Estaba emocionada por su visita.

A las 8:00 en punto sonó el timbre. Abrí la puerta con mi camisón de seda negra algo transparente y nada más, cualquiera que me veía podía admirar todas mis curvas y la silueta de mi cuerpo desnudo bajo la fina seda. Para que andar al ruedo, sabia a que venía y hasta pensé en recibirlo desnuda pero quería dejar algo a la imaginación. Me sorprendió, sin embargo, muy gratamente que el "alguien" que traía era su hermano menor, Santiago. Por la mirada en sus caras y en sus ojos, vi que les gustó el atuendo que traía puesto, no quitaban sus ojos de mi pecho, seguro deleitándose con mis pezones erguidos. Cuando entraron, me hicieron un emparedado entre los dos, ellos tampoco andaban al ruedo y no nos dejamos llevar por gentilezas. Sabían que tenían frente a ellos una puta madura y caliente y me imaginaba que Sebastián le había contado lo que había pasado entre los dos a su hermano. Sebastián delante y Santiago detrás de mí. Sebastián ya me estaba besando y podía sentir dos erecciones frotándose sobre mi cuerpo, fue excepcional. Me empujé contra la verga de Sebastián para sentirla más y hacia atrás con mi trasero contra el miembro duro de Santiago. Tomé una mano y la puse sobre Sebastián y una mano detrás de mí agarrando las nalgas de Santiago para sostenerme. Dios mío, no podía creer que iba a tener a ambos hermanos solo para mí. Podía sentir mi coño listo y goteando con mis jugos.

Me aparté de ellos, jugando con la situación y pregunté qué querían beber. Ambos querían unas cervezas, así que les traje una botella a cada uno. Les dije que se pusieran cómodos mientras sacaba las cervezas del refrigerador. Cuando regresé y los vi a los dos sentados allí, con sus vergas erectas como astas de bandera, solté un pequeño suspiro. Cuando le di a Sebastián su bebida, tomé su duro pene palpitante en mi boca, le di una mamada suave y lo lleve hasta la profundidad de mi garganta. Repetí lo mismo con Santiago. Esto realmente les llamó su atención. Traje a la sala una bandeja de fruta fresca, quesos y galletas, pero ellos querían comer otra cosa.

Ambos se levantaron y otra vez, me emparedaron, mientras Sebastián removía las tiras del camisón de mis hombros. Él acarició mis pechos y comenzó a besarlos y chuparlos. Santiago comenzó a besar y a lamerme el cuello y la espalda. Puso una mano entre mis piernas, apartándolas. Entonces, Sebastián bajó a mi coño ya mojado y empezó a lamerme con su lengua y sus dedos acariciaban dentro y fuera. Santiago estaba manoseando y apretando mis nalgas, era más de lo que podía soportar. Gemí y jadee y les dije que tenía que acostarme ya que mis piernas se me estaban estremeciendo de tanto placer.

Nunca dejaron de follarme con sus dedos mientras me acompañaban a mi habitación se me hacía difícil caminar pero fue un glorioso tramo de camino de la sala a mi habitación. Había apagado las luces del dormitorio y tenía dos velas encendidas junto con dos luces rojas suaves para iluminación y para darle a mi cuarto un aire de burdel; al fin y al cabo se iban a comer tremenda puta. La radio tocaba música con  suaves canciones románticas. Los dos hermanos no dejaban de tocarme, manosearme, besarme el cuerpo, mientras me acostaban en la cama, la boca de Sebastián envolvía mi vagina y su lengua y sus dedos provocaban que mi clítoris se entumeciera de lo más sabroso, fue algo sensacional.

Sebastián me dio la vuelta, puso su verga dura en mi coño y, al mismo tiempo, Santiago se subió a la cama y tomé su polla en mi boca; la insertaba más profundo, más profundo hasta que estuvo en el fondo de mi garganta. Jugué con sus bolas y él gemía todo el tiempo. Cuando Sebastián empujó su polla cada vez más fuerte en mí, la polla de Santiago fue más abajo en mi garganta. No podía respirar y pensé que me iba a desmayar. Tuve que retroceder y recuperar el aliento. En ese momento, los muchachos querían cambiar de lugar, por lo que Reynaldo comenzó a follarme y tomé a Ángel en mi boca. Todo mi cuerpo se estremeció con el éxtasis, quería más y lo quería más difícil, luego soltaba movimientos lentos y chupaba lentamente la polla. Les tuve que decir que tenía que descansar unos minutos.

Todos disfrutamos de nuestras bebidas mientras charlábamos un poco y Sebastián trajo la bandeja de bocadillos porque todo el jugueteo con mi cuerpo les abrió el apetito. Colocamos la bandeja en el medio de la cama y nos sentamos a su alrededor. Sebastián tomó una fresa roja y grande y la pasó por los labios mojados de mi coño, la puso en su boca y la devoró. Santiago lo siguió con otra fresa. Mientras tanto yo jugaba de un lado a otro con una polla y luego con la otra. Los dos estaban goteando de manera precoz, así que tomé mi fresa y la pasé primero por la polla de Sebastián y comí la fresa mojada de sus jugos y luego lo mismo con la de Santiago. Todos disfrutamos ese momento.

Sebastián me dijo que me acostara. Mientras lo hacía, insertó una uva en mi vagina y dijo que iba a chuparla. La movía dentro de mí y su lengua parecía un experto futbolista moviendo el balón, la succiono dentro de su boca y efectivamente se la comió. Yo solo me retorcía del placer y aullaba como una loba del placer que me otorgaba este chico. Fue totalmente diferente y divertido. A ellos también les gustó. Intercambiamos besos antes de continuar con el hermano menor, lamí un poco de los jugos de ambos. Estaba golosa y muy caliente, les dije que necesitaba más verga y quería ser follada fuerte esta vez, uno a la vez, para ver quién me podía follar más fuerte.

Sebastián fue el primero y me quería en posición a lo perrito: yo en el borde de la cama y él de pie detrás de mí. Mi coño estaba goteando empapado solo de pensarlo. Cuando su palpitante verga se metió en mi coño, me quitó el aliento. Retrocedí para acompañarlo con sus empujes y llegué el clímax de inmediato. Le imploraba a aullidos y gritos que me diera mas fuerte, más duro, “así mi amor, dame así, hazme tuya papi, ábreme el coño con esa verga tan rica que tienes”, me tenía agarrada de la cintura fuertemente con sus manos.  De vez en cuando me daba nalgadas y me jalaba el pelo para traerme hacia él y manosearme las tetas. El aumentaba su velocidad y empujones y me mordía los hombros hasta que con un empuje final y violento descargo más lechita caliente dentro de mí, llegué a mi clímax nuevamente, los dos sin poder respirar. Reynaldo dijo, era su turno.

Él también me quería a lo perrito, pero él en la cama y detrás de mí. El primer empuje casi me botó de la cama. Su verga estaba muy dura y firme, nuestras piernas se combinaban perfectamente, por lo que estaba en el ángulo correcto para recibirlo profundamente. Mientras arremetía hacia mí, introdujo un dedo en mi culo y pensé que me iba a desmayar. Dios, se sentía tan rico, yo gemía y gozaba con cada empuje. Podía sentir su dedo tocando su polla mientras me follaba, y las sensaciones eran fuera de este mundo. Le dije que me diera dos dedos, “méteme más dados mi niño, mmmmm que rico”. Mientras lo hacía, alcancé otro clímax y eché un chorro de jugos sobre empapando sus dedos. Cuando sintió que mis jugos se derramaban sobre él, dejó escapar un gemido y disparó su semen en mí. Pude sentir su explosión en mi coño y fue tan cálido y maravilloso. Lentamente, él retrocedió, y le dije que quería chuparle la polla y beber nuestros jugos combinados. Me encantó mientras tomaba su verga todavía firme en mi boca y lo lamía hasta dejarlo limpio. Me disculpé, fui al baño y me limpié para Sebastián.

Cuando regresé, Reynaldo había traído una silla y estaba sentado en ella. Dijo que quería ver a Sebastián haciéndome el amor. Cuando me acerqué a la cama, Sebastián extendió la mano y me llevó a él. Me besó muy gentilmente, luego, con fuerza. Puso sus brazos a mí alrededor y azotó firmemente mis grandes y jugosas nalgas. Me dijo que me acostara y abriera las piernas. Lo hice y él inmediatamente comenzó a lamer y chupar mi coño limpio. Había visto el placer que me dieron los dedos de Reynaldo follando mi culo, así que siguió su ejemplo. Inmediatamente llegué al clímax de nuevo. Cuando mis temblores cesaron, él se acercó y deslizó su polla palpitante en mi coño. Me estaba hablando diciéndome que chocara mis nalgas contra él tan duro como pudiera. El sonido que emanaba del contacto entre su pelvis y los cachetes de mis nalgas era algo que solo se escucharía en películas de porno. Podía escuchar su respiración acelerarse mientras estrujaba y manoseaba mi culo y mi espalda. Estaba bombeando más fuerte que nunca, su polla golpeaba cada parte de mi coño hasta que roció su semen dentro mí. Su bombeo disminuyó y todo su cuerpo tembló. Él no se retiró, pero se tumbó encima de mí con todo su peso y me preguntó si podía quedarse abrazándome así por un tiempo, con mucha ternura le dije que sí, me encantaba sentir a este jovencito abrazarme de esta manera tan maternal. Moví mi cara para poder besarle su boca cálida y húmeda, y le hice saber que eso también me gustaba. Me abrazó por un tiempo, luego me dio la vuelta completa y me besó la barriga, como esperando que su fértil semen tome raíz dentro de mis ovarios, eso es algo que me mata y me pone a mil. Reynaldo se levantó y una vez más, me emparedaron entre ellos. Todos nos quedamos descansando de tremenda cogida, desnudos y contentos.

Después de una breve siesta, me desperté primero y me aparte de entre ellos, me quede observándolos mientras dormían contentos y satisfechos y yo sonreía con el deleite de tener a dos machos jóvenes y bellos en mi cama, me di un baño rápido para asearme y luego fui a la cocina a buscar nuestras bebidas, regrese a la cama ya refrescada y lista para más sexo, los desperté y dije: “vamos, este fin de semana va a ser muy divertido mis niños”.  Llame a mi amiga para comunicarle que sus primos se quedarían conmigo todo el fin de semana y que no se preocupe de ellos que estaban en buenas manos.  Solo escuche una carcajada al otro extremo del teléfono y dijo bromeando que no fuera muy fuerte con ellos. Con esta clase de terapia sería muy fácil olvidarme de mi ex marido.