Un cumpleaños inesperado

Quise hacer el mejor regalo a mi marido, pero no de la forma más tradicional. Acabó cumpliendo sus deseos con quien menos esperaba y yo me encargué de todo.

Había pensado sorprender a mi chico por su cumpleaños, no sabía ya que regalarle después de tantos años, se me vino a la cabeza lo que en muchos relatos había leído con excitación, prepararle una cita que acabase en un trío, yo dispuesta y sin problemas, y por su parte no tengo nada que decir, creo que entendemos que eso se la pone dura a cualquier hombre. Así que yo tenía que buscar la forma de que verdaderamente no se oliera nada. Después de darle muchas vueltas a la cabeza, no se me ocurrió nada muy especial, pero os voy a contar como me lo monté.

Lo llamaremos Julio, el es un hombre grande y fuerte, de complexión ancha, no es delgado, pero está macizo, tiene una piel muy fina, sus ojos son muy interesantes, rasgados y marrón, con un brillo muy especial, tiene los labios gruesos y una sonrisa preciosa, muy atractiva, es delicado y cautivador. No os lo he dicho, tiene 36 añitos, que cumplió aquel día, que él nunca olvidará.

Amaneció como siempre aquí en Málaga con un sol grande y reluciente aquella mañana de abril, después de haber dado tantas vueltas a mi cabeza, había llegado el día de su cumpleaños y no había organizado nada, tenía a mi amiga Nuria a la vista, pero no llegué a conseguir valor para proponérselo, así que sólo tenía horas para prepararle su regalo, ya casi lo veía imposible.

De camino al trabajo lo llamé por teléfono, había tenido que salir tan temprano esa mañana que no había tenido tiempo de felicitarlo, y cuando me desperté ya él se había ido.

Yo: - Buenos día mi niño guapo, feliz cumpleaños.

Julio:- Gracias preciosa, lo siento tuve que salir corriendo está mañana y

Yo: - Bueno hoy te lo perdono todo, lo único que no te perdono es que esta noche no te vengas a cenar conmigo, tienes que estar a las 9:30h en el tailandés del centro, no me falles y hoy no me pongas excusas.

Julio:- Bueno hoy tenía previsto salir mas tarde, quería dejar un asunto terminado, puede aplazarse a las 10:30h u 11:00h.

Yo: - A las 9:30h o te quedas sin regalo.

Julio:- Bueno nena, llama tú a mi oficina y habla con Gloria que me anule una cita que tengo de 5 a 7, y zanjo el otro asuntillo entonces, ¿vale, guapa?

Yo:- Está bien, te quiero.

Julio:- Y yo a ti, cielo.

Así lo hice, llamé a su oficina, y hablé con Gloria su secretaria, la típica rubita un poco tontorrona y mona, que me cae súper mal, para que le arreglarse las citas, esa si que está muerta de ganas por follarse a mi marido, pero no le iba a dar ese gusto.

Pasaba el día y no se me ocurría nada claro, al medio día me fui a la peluquería a ponerme guapa para él, miraba a mí alrededor para ver si veía algún cebo fácil para ese regalito, pero sólo me rodeaban señoras mayores y peluqueras sosas, bastante buenorras pero, sosas.

Sobre las 7h llegué a mi casa, y me preparé un café, agotada de tanto trote, no quería meter en mi casa a una prostituta, pero esa parecía ser mi única opción, estuve barajando un buen rato la posibilidad y justo cuando levanté el teléfono para marcar un número que había cogido del periódico de turno se me ocurrió una idea, que parecía por lo menos mejor opción que llamar a esa prostituta.

Con tanto jaleo casi se me olvida la hora eran ya las 9h, e iba a llegar tarde yo. Rápidamente me puse un vestido blanco ceñido a no poder más, y con escote, mis pezones se marcaban al máximo y no me puse sujetador, bien cortito para no dejar mucho a la imaginación, eso sí muy elegante, yo no soy muy tetona, pero si tengo un buen culito, respingón y bien puesto, así que me puse un tanguita fino, para ponérsela dura con sólo verme y seguro que no sólo a él, iba a ser el hombre mas envidiado del retaurante.

Justo a las 9:30h un taxi me dejó en la puerta del restaurante, allí estaba Julio en la puerta esperando, como estaba previsto nada más salir del coche mi chico, me miró de arriba abajo e hizo una mueca con la cabeza que indicaba que estaba despampanante, me ayudó a bajar del coche, y me susurró con disimulo que si no saltábamos la cena, porque ya estaba muy caliente. Yo quería ponerlo a tono, porque su sorpresa ya estaba preparada y no me podía dejar mal.

Durante toda la cena estuve insinuándome, tocándole con pie la puntita de su polla por encima de su pantalón como en las películas, nos besábamos apasionados y cada vez estábamos mas cerca uno de otro de manera que el discretamente me metía mano y yo a él también. Cuando lo vi bastante cachondo, le pedí que nos fuéramos, nos montamos en el coche y antes de arrancar me dijo:

Me ha gustado mucho la cena, has estado como nunca, me tienes empalmadísimo, ahora en casita me lo tienes que arreglar, porque no me has dado ningún regalito

El regalito está en casa, y esto ya lo solucionaremos- le dije agarrando su polla por encima del pantalón con firmeza.

De camino a casa, yo ya estaba muy nerviosa pero, debía hacer bien mi papel, así que bajé la cremallera de su pantalón y no dejé de acariciar su polla en todo el camino, el casi jadeaba, - Nena, por Dios! Que no voy ni a llegar a casa… Yo le sonreía y de vez en cuando le dejaba meter sus manos en mi rajita húmeda, echando a un lado mi tanga. Cuado llegamos a casa, justo detrás de la puerta de la entrada, me acorraló contra la pared y empezó a meterme mano, a besarme por el cuello, sacó una de mis tetas por el escote y la mamaba sin parar de forma muy rica, yo estaba chorreando y el quiso bajarse el pantalón, ya casi me había olvidado de mi regalo cuando, ente jadeos le pude decir:

Julio, a la habitación cariño, vamos

No, aguanto nena,..mmmm aquí, ya

Tú, sígueme- le dije arrastrándolo de la mano

Encendimos la luz de la habitación, y allí en nuestra cama bajo su cara de asombro había una mujer muy guapa, esperándonos, pero aun no la reconoció, lo entiendo por el maquillaje y la lencería mía que llevaba puesta…Se fue acercando poco a poco y cuando averiguó de quien se trataba por poco se desmaya.

Sara ¿Eres tú?

Sí, je,je,je ¿ No me esperabas eh, tío Julio?

No…ehm ….

Efectivamente, era Sara la hijastra de mi hermano el mayor, un bombón de 19 años, de rasgos suecos, porque su madre lo es, ella muchas veces se queda en casa con nosotros a dormir, y siempre me está diciendo la suerte que tengo de estar con un hombre así, que ella quiere estar con un hombre así de más mayor, y que si está buenísimo, que es muy bueno con ella y conmigo. Sólo tuve que llamarla decirle que si quería hacer algo muy especial para el cumple de su tito Julio, sin problemas aceptó.

Cuando se lo conté en casa se avergonzó muchísimo, me dijo que le gustaba mucho, que era un buenorro, que siempre soñaba follar con un hombre así, que si fuese con él ya sería lo mas maravilloso, pero que ella no había llegado nunca a tener penetración con nadie y no se atrevía. Yo le dije que entendía que no quisiera tener su primera vez con él, pero corriendo me contestó que no era eso ni mucho menos, que eso sería lo máximo para ella, si no que era por no fallarle a ese pedazo de hombre, así que le di un besazo enorme en la frente y la preparé para la ocasión, ya supe sin dudas que ella era perfecta.

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No digas nada tito, yo entiendo que no quieras estar conmigo…- dijo Sarita con la expresión triste. Yo mientras me senté en una silla que hay a los pies de la cama y Julio se sentó en la cama frente a ella.

No, Sara no eso cariño, es que no te esperaba aquí y mucho menos tan guapa – A la chica se le cambió la expresión

Entonces, ¿Sí quieres tío Julio? ¿me vas a enseñar todo como me dijo la tita?

Mi marido, me miró con ojitos entrañables como pidiéndome permiso.

Adelante amor mío, este es tu regalito – Le dije dándole un pico en los labios.

Julio no dudo un momento y se acercó a Sara besándola tiernamente en la boca, en ese momento un escalofrío se apoderó de mi cuerpo, mezcla de celos y placer, esto era mas que un simple trío, mi marido tenía una responsabilidad con Sarita, y ambos la queremos muchísimo.

Sin dudarlo Sara se recostó en la almohada, su pelo rubio y largo caía sobre sus hombros, sus ojos azules miraban a Julio con deseo, sus piernas largas de extendían a lo largo de mi cama y entre mi sujetador morado, sus pechos, mucho mas grandes que los míos, se veías apretados y prisioneros, Julio, sacó sus dos enormes tetas blancas, perfectas y tiernas dejando dos pezones tiesos apuntándole firmemente, a los que se enganchó a mamarlos sin dudar, en cada chupada Sara se estremecía y gozaba, y entonces yo empecé a mojarme cada vez mas. Desde donde me encontraba podía verlos a los dos perfectamente, Julio ya ni se acordaba de mí, solo comía las tetas y el cuerpo de Sara.

Le pareció oportuno desnudase para ella, y así lo hizo, ante la expectación de la muchacha, se quedó desnudo, con su polla apuntando al techo, brillante y rosada, la tenía empalmada como nunca, yo ya me la hubiese metido en la boca, pero Sarita era novata, así que Julio se la dio a comer, ella seguía recostada él se la rozó por los labios hasta que los abrió dejándole meter solo la punta de su verga, ella probó sus jugos, y cerró los ojos, debió ser por se tan nuevo ese sabor, pero pronto la succionaba ávidamente, y la lamía, Julio le iba metiendo un poco más en la boca sin ella darse ni cuentay sin prisas, y en unos minutos, ya se la estaba mamando con ganas, la nena estaba gozando, como si fuese su biberón, y la cara de Julio con los ojos cerrados y gimiendo, me provocaba auténticos espasmos en mi coñito.

Ella lo miró a los ojos y él supo que era el momento, se la sacó de la boca, y ella volvió a recostarse, le quitó mis bragas, quedando libre su vellito bien localizado, cuidadosamente le abrió las piernas, y le mamó el clítoris, eso sí le gustaba a Sara, gemía sin parar, Julio no paraba, y mis jugos me llegaban a las rodillas, hasta que entre jadeos la nena se corrió, llenándole a mi marido toda la cara con sus jugos, fueron sólo unos segundos los que la dejó descansar, pero Julio tenía la polla que le iba a reventar, así que aprovechando sus contracciones empezó a rozársela por la almejita, ella sonrió como un angelito, y Julio sintió que era el momento, metió sólo su capullo dentro de ella y luego progresivamente todo lo demás, hasta sentir que toda su verga estaba metida en ese coñito. Él soltó un suspiro de desahogo, ella un lamento casi gemido, se le cayeron dos lagrimitas, y yo pude ver unas gotas de sangre salir de su coñito, resbalando por los vellos de mi marido, que despacito pero sin pausa, empezó a bombearla en su interior

Nene, cuídala recuerda que es una nena aún- le dije al ver la carita de Sara.

No cariño, ella ya es una mujercita, porque la he hecho yo, no te preocupes- Dijo Julio acariciándole el clítoris a Sara. Eso ya degustaba mas a ella, le cambió la cara, empezó de nuevo a gemir.

Se tumbo encima ella, para meterla mas al fondo aún y mamándole los pezones consiguió que ella llegase a su segundo orgasmo, Julio aprovechó su excitación para darle un vaivén suave pero mas rápido, que hizo que inevitablemente toda su leche se derramase dentro de la nena, entre sus gemidos y los jadeitos de Sarita al recibir aquellos chorros calientes, que calmaban la irritación de su coñito. Julio se retiró, aun con la polla bien tiesa, para dejar descansar a Sarita.

¿Cómo estás Sara? – me preocupé por ella

Bi..bi..bien tita, no te preocupes escuece un poco pero, es muy rico

Je, je.. ¿ ves? Ya te decía yo que el tito era muy bueno

Mientras Julio, estaba fumando un cigarrillo en el filo de la cama, lo abracé por la espalda entonando la estrofa cumpleaños feliz, me besó y me miró con complicidad. Yo ya sabía que delante de Sara no íbamos a hablar.

Escuché a Sara leves suspiritos, y me puse a soplarle un poco en su coñito, para aliviarla, aun había un poquito de sangre y salían de ella chorros de la leche de Julio, no pude evitar acercarle mi lengua y limpiarlo bien.

Así tata, mmm, me alivia mucho, gracias tata, me gusta también

Ya se mi vida, abre un poco más que te limpie por dentro también- Julio, nos miraba expectante su polla estaba súper inflamada otra vez y yo seguía calmando a Sarita, ya hacía rato que no quedaba ni un resto, pero me gustaba el sabor de su coñito joven y travieso en mi lengua y sentir su tacto en mi lengua y su calor en mis labios.

Sarita – dijo Julio- ¿Te gustaría montar tú ahora? ¿quieres un poco más, pequeña?

Sí tito, me gustaría más, por fa.

Yo me retiré, con la mezcla de sus sabores yo estaba más cachonda aun, mi clítoris hinchadísimo.

Bien Sara, aprovecha que la tita te ha dejado bien mojadita y siéntate aquí- Julio estaba en el filo de la cama, y Sara como inexperta se sentó de espaldas a él, como en una silla, pero fue increíble, porque le entró de una vez, Julio se estremeció, y la manejaba por la cintura haciéndola botar sobre su polla a su antojo, ella daba gritos de placer, y Julio casi rugía, yo me coloqué frente a ellos para verlo todo bien, y empecé a sobarle las tetas a Sara, incluso a chuparlas.

  • MMM, tata me gusta que me hagas eso, sigue tío Julio…aaaaaaahggg.

Pronto mi marido, la puso a cuatro como una perrita, y me dejó chuparle el coñito mientras el masajeaba y lamía su culito, la nena parecía una gatita maullándonos – Sí, siiiiii, siiiiiii,…..aaaaammmm- Había que vernos los tres desnudos y follando como locos por la habitación. Mi marido, empezó a metérsela, y yo le di uno de mis pezones a la nena, para que no despertase a todos mis vecinos, ella lo chupaba con ganas, mientras mi marido se la metía, ahora frente a ella otra vez, yo le comía el coñito, Sara tenía orgasmos casi sin parar.

De nuevo Julio la colocó a cuatro patas y mientras el se la metía con grandes embestidas por el coño, yo le masajeaba el culito a Sara, a niña daba tales gemidos que Julio estaba como una moto, gozando con cada embestida que le daba, agarrado a sus nalgas llegando a lo mas profundo de ella.

Pronto él aceleró el ritmo, apunto de correrse se la sacó para girarla y se la puso en la boca para que recibiese chorros de su leche caliente. Sara saboreaba con gusto. La chica se ve que al principio le sabía raro y dejó resbalar la lechita entre sus dientes, pero luego la mantuvo en su boquita, para después tragarla poco a poco como toda una campeona.

Julio, cayó rendido en la cama jadeante aún, ella cayó a su lado y yo al otro lado dejando a Sara en medio, que de vez en cuando me besaba con ganas en la boca, agradeciéndome la experiencia, y dejándome saborear los jugos de mi marido.

-Gracias tata. Gracias por todo, esto es genial.- repetía nuestra Sara sin parar.

Fue la noche de sexo que mas he gozado en mi vida, y eso que no me folló a mí mi marido, pero esa era la noche de Julio, y sólo quería que él gozara, aun me está dando las gracias hoy por aquella noche, y aún Sara le deja venir su madre algún viernes que otro a ver una película con nosotros, porque aunque ya tiene 20 años, es muy infantil porque viene de otro país, eso dice su madre, y la deja venir con nosotros para que no se deje llevar por malas influencias.