Un culo postergado

Esperé años para poder cojerme bien ese culo. Hasta que se me ofreció inesperadamente.

UN CULO MUY POSTERGADO

Siendo muy joven conocí a quien luego fue mi primera esposa, Katy era tres años mayor que yo y me gustaba mucho. La primera vez que nos besamos y la apreté se enojó conmigo, tenía la educación sexual del colegio religioso dónde había hecho la secundaria. Pero al tiempo fue cediendo, y me dejaba tocarle las piernas por debajo de la pollera, o meterle la mano en la cintura para tocar su culo sin tela de por medio. Eran para la historia las sesiones de puerta que teníamos, llegué hasta sacar la verga y hacérsela tocar. Pero de cojer NADA, así estuvimos más de un año, yo buscaba mis desahogos con alguna otra, sin perder de vista que el objetivo era cojer con mi novia. Hasta que llegó la ocasión, fue en el living de la casa de su madre (una viuda a la que también terminé cojiendo) allí me cobré su virginidad.

Desde esa vez Katy perdió sus inhibiciones y cojíamos seguido, aunque sólo una vez logré que me dejara ponérsela en el culo.

Era rellenita, con un hermoso culo y unos muslos de ensueño, pero casi sin tetas.

Aprendió a mamarme la pija y algunas veces me permitía que terminara en su boca.

La cuestión es que nos casamos muy temprano, nuestro matrimonio duró apenas cinco años y tuvimos dos hijos varones.

Katy se hartó de mis contínuas infidelidades y nos divorciamos hace unos quince años. Por algunos comentarios de mis hijos deduje que había iniciado una relación lésbica con una compañera de trabajo. Pero hace dos años me sorprendió casándose con un hombre bastante mayor que ella.

Mis hijos no quisieron vivir con su padrastro y me pidieron que les comprara un departamento, lo que hice, ambos eran estudiantes universitarios y bien podrían vivir solos.

Y a la historia, el año pasado el menor de nuestros hijos cumplía los 18 y decidió festejarlo en el departamento que compartía con su hermano.

En la fiesta volví a ver a mi ex esposa después de mucho tiempo, ya que casi no nos tratábamos.

Y cómo no era cuestión de dar la imagen de dos ex cónyuges hoscos y mal encarados, iniciamos una conversación entre copa y copa.

¿Tu marido?

Tuvo que viajar a España por negocios.

El marido es un fuerte industrial textil.

Supe que vos te divorciaste de tu segunda esposa.

Es cierto, no duramos mucho.

Ja, se habrá cansado de que le pusieras los cuernos.

No, las causas fueron otras.

Continuó la velada, noté que Katy bebía más champagne de lo que sabía que acostumbraba.

Alrededor de la medianoche nuestro hijo sopló sus velitas, y pensé que querrían seguir la fiesta los jóvenes solos, por lo que insinué mi retirada. Estaba de paso por Buenos Aires y alojado en un hotel céntrico.

Katy adhirió a mi criterio y me pidió que la llevara hasta su casa, nunca aprendió a manejar automóviles.

En el viaje me comenzó a hablar de los chicos, Sergio el mayor ya tenía una novia en serio. Cuando llegamos a la puerta de su casa, en una zona residencial muy exclusiva, me dijo.

Te invito a tomar un café, tenemos que seguir hablando de los chicos, te has ocupado muy poco de ellos

Katy, sabés que no es así, siempre que vengo de Mendoza los veo; que ellos también van a visitarme y que no he dejado que les falta nada.

Pero sabés poco de su vida, bajemos y seguimos charlando.

Acepto, pero te cambio el café por whisky.

Entramos a la casa, una casa muy buena, sin duda al industrial le iba bien en sus negocios.

Katy sirvió dos generosos scotch y dejó la botella y la hielera sobre una mesita. Seguimos la charla, pero advertí que no me decía casi nada de los chicos, hablaba vaguedades y su lengua parecía trabarse cada tanto.

Pronto derivó a confidencias. Efectivamente había tenido una relación sentimental con una compañera durante dos años enseguida de nuestra separación, pero luego volvieron a gustarle los hombres, y tuvo algunos amantes antes de volver a casarse.

Mi marido es muy bueno, me da todos los gustos, pero responde poco en la cama

Y, Katy, hubieras elegido uno más joven.

Ya sabés que me gusta vivir bien, y Ariel fue lo mejor que encontré.

Entonces no te quejes.

¿Sabés Sergio? vos fuiste mi primer hombre, después de mi asunto con Gabriela estuve con cuatro hombres, pero ninguno me cojió como lo hiciste vos.

Dicen que el primero es el que mejor se recuerda.

No es eso Sergio, tenés una hermosa verga. Espero que no se te haya gastado de tantas mujeres que tuviste.

¿No me digas que querés probarla otra vez?

Es lo que quiero desde que te vi esta noche.

Se sentó a mi lado y me puso la mano sobre la poronga que empezó a ponerse dura, Katy se conservaba en forma a pesar de sus años.

La abracé y la besé con toda la lengua, mientras acariciaba su culo.

No perdamos tiempo.- me dijo y se paró con rumbo al dormitorio.

No necesitábamos hacernos la corte ni simular nada, solamente íbamos a cojer. Ya en la habitación nos desnudamos. Katy mantenía su culo y sus muslos, algo flojos, pero aún en buen estado. Sería un homenaje a los viejos tiempos acompañado de placer para ambos.

Se apoderó de mi pija para hacerme una excelente mamada, la chupaba mejor que antes, suave y lento sin desesperación, hacía lo suyo a conciencia.

Cuando sentí que me venía se la quise sacar y no me lo permitió, recibió toda mi leche en su boca y la tragó sin dejar nada; me limpió la verga con la lengua.

Antes era una boluda, no sabía lo que me perdía.

Yo también era un boludo Katy, pocas veces te chupaba la concha, ahora te lo voy a hacer por las veces que no lo hice antes.

Y lengua a la obra le regalé una flor de mamada de concha, mientras le mordisqueaba suavemente el clítoris sentí su primer orgasmo, vibraba entera, gemía y gritaba.

Hace mucho que no acababa así.

Esperá que falta lo mejor.

Trajo los vasos servidos, la botella, el hielo y los cigarrillos. Se acostó a mi lado y no dejaba de manosearme la poronga. Cuando se me empezó a parar otra vez la miraba embelesada y le daba besitos muy tiernos.

La hice poner en perrito, la posición que siempre preferí porque me permitía admirar su culo, le toqué un poco la concha y al sentirla mojada le puse toda la pija de un solo golpe. Recordaba cómo me gustaba que se moviera y lo hacía tal como antes.

Ay Sergio, cómo la extrañaba, es la única verga que me llenó entera. Cojeme fuerte, te quiero sentir todo. Llename de leche.

La hice esperar porque me sentía muy a gusto con la poronga en esa concha que parecía haberse achicado con los años. Katy me pedía leche. Y después de unos veinte minutos de bombeo se la di, antes tuvo tres fuertes orgasmos.

Nos tendimos agotados por el placer y el esfuerzo, ella seguía contemplando mi tranca.

¡Qué bien que me cojiste! te merecés un premio y te lo voy a dar.

No te sientas en deuda Katy, vos también me hiciste gozar mucho. Y recordar viejos tiempos.

Es que quiero darte algo nuevo. ¿Te acordás que siempre te negué el culo? una sola vez me lo hiciste y me dolió, quedé asustada. Pero mi segundo amante era fanático del coito anal y me acostumbró el culo.

La confesión hizo que mi verga se parara de un golpe. Al fin me iba a cojer ese culo antaño tan deseado. La única vez que lo había hecho yo era bastante inexperto, estaba muy caliente y no teníamos preservativos, así que se la mandé por el culo sin preparación, y debe haberle dolido mucho de verdad.

Katy trajo una crema para manos, se untó bien el agujerito y la desparramó por mi verga con suaves masajes que me la pusieron más dura aún.

La acosté boca arriba con una almohada bajo las caderas, levantó las piernas ofreciendo sus dos orificios. Así le iba a entrar toda en el orto. Apoyé la cabeza en su ano y tomándola por los muslos se la empecé a poner con delicadeza. Katy estaba distendida y ayudaba a la penetración. Centímetro a centímetro veía a mi verga perderse en el interior de ese culo delicioso. Cuando ya la tuvo toda adentro emitió un largo suspiro, me quedé quieto un instante y la empecé a bombear cada vez más rápido, le sacaba un pedazo y volvía a ponerlo, hasta que casi se la sacaba entera para reiniciar el recorrido hacia el interior otra vez.

Katy de nuevo gemía y gritaba.

Más Sergio, rompeme el culo que te lo merecés. Abrime toda. Cojeme bien cojida, quiero sentir tu poronga en el culo. Es todo tuyo.

Empezó a acabar como si nunca lo hubiera hecho, y no paró hasta sentir como mi leche le llenaba los intestinos. Me tomé un respiro y volví a cojerla por el culo, esta vez boca abajo y con la almohada bajo su vientre. Tantos años de delirio por ese culo hicieron que pudiera echarle dos polvos casi seguidos en él, un record inaudito en mi historia.

No volví a mi hotel, estuvimos dos días enteros cojiendo con mi ex mujer. Me propuso que la siguiera cojiendo cada vez que fuera a Buenos Aires, que nos fuéramos a cojer a cualquier parte, que ella iría a mi hotel, ya que su marido estaba casi todo el día fuera de su casa.

Pero, si bien había disfrutado con mi ex esposa, prefería cojer con mujeres más lindas y más jóvenes que iban apareciendo en mi camino.

Sergio.