Un cuarto muy oscuro...

Relato número 11 de mi próximo libro, de título: “Relatos calientes para dormir mejor”, una obra con la única finalidad de entretener. Al ser un compendio de relatos de todo tipo de historias. Hoy toca una sobre un cuarto oscuro de un club liberal...

Sin más preámbulos aquí les dejo el relato:

La primera vez que nos hablaron de un cuarto oscuro, mi mujer y yo no sabíamos de qué nos estaban hablando realmente.

Como personas prudentes que solemos ser, asentimos y nos dedicamos simplemente a oír, y a poder intentar comprender al respecto, de todo lo que estábamos escuchando atónitamente, de aquella maravillosa pareja que nos acababan de presentar aquella misma tarde, y con la que ya habíamos iniciado nuestra andadura liberal.

Les contamos los detalles enseguida.

Aunque no teníamos ninguna experiencia, sabíamos de intercambios liberales lo justo, es decir, que dos parejas se juntan a follar, cada cual con la pareja del otro.

Creíamos hasta entonces, inocentemente, que ahí acababa todo.

Cuando aquella pareja experimentada, nos hablaba de muchos más detalles, no dábamos crédito a lo que estábamos oyendo.

Ellos eran José Miguel y Verónica, una pareja encantadora, como ya les anticipábamos, y que serían nuestra primera pareja…, es decir, la que nos inició en el mundo liberal.

Nosotros, éramos en aquel primer instante…, una pareja de novatos,  pero bastante maduros, con 60 años de media, y aún por descubrir todo un mundo de nuevas experiencias, y especialmente de nuevas sensaciones.

Nuestra relación y posteriormente, nuestro matrimonio, habían ido genial desde el primer día.

Nos conocimos en el barrio, y estuvimos siempre sentimentalmente unidos desde críos.

Perdón, no nos hemos presentado. Somos Paco y Lola. Tenemos 61 y 59 años, respectivamente.

Nos conservamos bastante bien, y somos unos viciosos empedernidos.

El sexo para nosotros no tiene nada de secretos.

Creemos haber hecho todo lo que nuestras mentes han ideado, salvo obviamente, estar con otras personas.

Estuvimos meses hablando al respecto.

Durante semanas, tanto yo como Lola, indagamos por internet.

Nos íbamos poniendo al corriente de lo que íbamos descubriendo.

Entramos en una gran página de contactos.

Había una sección de parejas liberales.

Enseguida nos llamó la atención un anuncio en concreto.

Era bastante interesante, parecía puesto para nosotros, y decidimos contestar a él.

El anuncio decía:

AMISTAD Y SEXO: Pareja casada madura con cierta experiencia no busca cualquier cosa. Busca matrimonio afín para relación permanente. Amistad y sexo con educación, morbo y saber estar. Somos universitarios sin complejos, buenos conversadores. Nos cuidamos. No fumamos ni bebemos. No vamos a saco. Nos encantaría todo tipo de actividad sexual, la seducción y mucho sexo oral tanto de manera pasiva como activa. Os esperamos. Estamos en onswingers. No mandamos fotos… Nos gusta el sexo real. Abstenerse chicos solos y parejas que no lo tengan claro. No nos gusta hacer perder el tiempo a nadie y menos que nadie nos lo haga perder a nosotros. Zona Madrid Sur. También podemos desplazarnos a Toledo, Cuenca, Guadalajara, Ciudad Real, Albacete, Ávila, Badajoz y Cáceres. Edad 45 años

Lo firmaban Raquel y Pedro.

Investigamos…

Onswingers, es una página de parejas liberales, de cierto prestigio en España, es privada, y de acceso restringido. Solo se accede a través de invitación, ya sea de un club liberal asociado o bien de alguna pareja liberal que conoces. Además, es de pago, lo que significa que está bastante libre de ociosos pajeros y buscadores de fotos de personas normales, hartos de fotos profesionales de prostitutas y páginas de pago, y en ocasiones de dudosa reputación delictiva.

Sigamos con aquella pareja del anuncio, y con la que finalmente quedaríamos a conocer.

Les contestamos al correo, y enseguida nos dieron un número de WhatsApp, que tenían exclusivamente, para ese tipo de contactos, según nos aseguraron.

Contactamos.

Hablamos una noche los cuatro. Parecían agradables, y pusimos fecha al encuentro.

Eran algo más jóvenes que nosotros, y cuando quedamos con ellos a tomar un café, se empezó a abrir ante nosotros un mundo maravilloso.

Hablamos de muchas cosas sin tabúes.

Nos contaron de sus experiencias, de sus anécdotas, de cientos de parejas con las que habían estado.

Les abrimos el corazón sin condiciones.

Les dijimos que éramos absolutamente novatos en aquello, aunque éramos extremadamente viciosos y calientes.

Que nos encantaba todo en el sexo, que fantaseábamos mucho con estar en orgías y hacer intercambio con otras parejas.

Que nuestra edad, no era la más idónea, pero que teníamos ganas de experimentar.

Hablamos los cuatro durante, por lo menos, dos horas y media, que se nos pasarían sin darnos cuenta.

Lo bueno de este ambiente es, entre otras cosas, que no hay límites para hablar de sexo, y creemos que aparentemente, hay mucha sinceridad.

Esa es una de las cosas que más admiramos, tanto Lola, como yo. La sinceridad, además del saber estar.

Aún seguimos teniendo un contacto cálido de amistad con ellos, aunque lamentablemente, no hubo afinidad química entre los cuatro.

Básicamente, yo era bastante mayor que Raquel, y eso la condicionó bastante.

Semanas después nos invitaron a su casa, a una sesión de juegos con otra pareja.

No tenían hijos. Les habíamos dejado una profunda y grata impresión, y cómo habían conocido a otra pareja, con la que intuían que tendríamos más química, nos animaban a conocernos los cuatro. Ya les habían hablado de nosotros, con nuestro permiso.

Aquel sábado, empezó nuestra verdadera iniciación práctica.

Allí conocimos a José Miguel y Verónica.

Eran más o menos, de la edad de Raquel y Pedro, pero con ellos hubo enseguida afinidad y química, tanto personal como sexual.

Las tres parejas jugamos a un juego que Raquel y Pedro tenían en casa: la pirámide del sexo.

Fue muy divertido romper el hielo así.

Habíamos pactado en solo hacer cosas suaves, besos, caricias, tocamientos, pero que no haríamos nada de sexo hasta el final de la tarde, cuando nos conociésemos mejor.

Raquel y Pedro, se mantuvieron al margen y actuaron como anfitriones perfectos. Ellos harían sexo por su cuenta, pues también les encantaba ser vistos y mirar.

Al final del juego, José Miguel estuvo jugando con Lola, y yo con Verónica, o más bien, Verónica conmigo.

Verónica es una mujer preciosa, bajita y muy viciosa.

Le encantaba comerme la polla. A mí que me la comiese. Finalmente, me corrí dos veces en sus pechos.

Disfrutaba tanto de ver a Verónica, como de ver a mi Lola, disfrutando con su marido.

También vi a Lola disfrutar mucho con José Miguel. Ella también asentía con su mirada cuando me veía disfrutar.

No hace falta a veces, que Lola y yo hablemos, para saber lo que estamos pensando.

José Miguel, un incansable del sexo oral, le estaría comiendo el resto de la noche su coño, y como le encanta tanto, Lola no dejó de correrse incontables veces.

Ninguno de los cuatro follamos, y no nos importó.

No teníamos prisa por nada. Queríamos iniciarnos poco a poco.

Para ser nuestra primera vez de intercambio de sexo, nos sentimos muy cómodos. Tantos los anfitriones, como nuestra primera pareja, estaban siendo sublimes.

Hablamos luego los seis en la posterior “sobremesa”, del sexo liberal en general, de grandes reuniones u orgías, de fiestas temáticas y sadomasoquistas, del travestismo, de la bisexualidad, de los clubs y de todo lo que se hacía en ellos.

Habían estado en muchos.

Hablamos de todo un poco, pero especialmente de sus experiencias.

Nos venía muy bien que nos contasen cosas.

Era un curso acelerado de aquel mundo liberal, que nos estaba resultando, absolutamente increíble.

Terminaron hablándonos de los cuartos oscuros de aquellos clubs liberales, el tema de este relato, escrito a medias por José Miguel y por nosotros dos.

Al principio no dábamos crédito a aquello, pero nos excitaba cada segundo más aquella idea.

Como les adelantábamos al principio, éramos neófitos en aquello de los cuartos oscuros.

Nos hablaría José Miguel, finalmente, del morbo de la imaginación, de  páginas de relatos, había muchas, pero nos indicó que la mejor, a su juicio, era una que se llamaba “todorelatos”.

Vieron, todos ellos, que aquello también nos llamaba la atención y mucho.

Finalmente, José Miguel nos propuso un juego.

Iríamos los seis a uno de los clubs más famosos de la capital entre semana, en alguna de las fiestas temáticas que suelen hacer.

En concreto, sobre una experiencia muy morbosa, hacer sexo en un cuarto oscuro con desconocidos, de los que no sabes, ni sabrás nada nunca, salvo que allí mismo, pactes salir a conocerte a la luz.

Maravilloso sexo con desconocidos, siempre dentro de las normas del respeto en el ambiente.

Un no, es un no, siempre es un no, y sin ningún pero o excusa.

Es preciso aceptar esa norma no escrita. Si en un club o en un cuarto oscuro, alguien te dice que no le apetece estar contigo, te vas sin decir nada, ni pedir explicaciones.

Luego describiríamos la experiencia por separado, y se la enviaríamos a José Miguel.

Él la publicaría en aquella página de relatos de la que nos había hablado.

Lola y yo nos miramos, estábamos encantados de aceptar.

Quedamos en recibir noticias de José Miguel y Verónica, para cuando llegase el día indicado.

Unas semanas más tarde, nos llamaron.

El día estaba fijado.

Solo esperar a que llegase y disfrutar.

Por cierto, la experiencia que describimos por separado, en sendos correos electrónicos, solo la sabría José Miguel, que sería el encargado de reescribirla y enviarla a la página de todorelatos, en nuestro nombre.

Habíamos quedado en leerla después de ser publicada.

Esperemos no arrepentirnos ninguno de los dos de nada.

El relato privado contado por cada uno de nosotros, arranca cuando los seis entramos al cuarto oscuro de aquel club liberal.

Experiencia de Paco:

Tengo suficiente confianza con Lola, y le he prometido escribir todo lo que viví en aquel primer cuarto oscuro, cuando aquellas dos amables parejas nos acompañaron.

Prometí escribir mi visión y aquí está:

Conforme entramos los seis, les perdí absolutamente de vista a los cinco.

En unos segundos estaba rodeado de cuerpos desnudos o semidesnudos.

Creo que Verónica, me llegaría a comer nuevamente la polla, pero no sabría confirmarlo.

Creo incluso que Raquel y yo, tuvimos unos momentos de besos y caricias…

El olor a sexo, se manifestaba en el aroma de aquel habitáculo, en el que apenas se apreciaban leves contornos. Realmente, el cuarto era muy oscuro.

Como veníamos a lo que veníamos, me puse con ello.

Con el primer cuerpo femenino que noté, obviamente, porque con mis torpes manos encontraron un par de buenas tetas, me hizo detenerme y empezar a tocarlas.

Estaba excitadísimo.

Mamé aquellas tetas enormes con lujuria. Busqué también su boca y la encontré.

Su mano, enseguida buscó mi polla ya endurecida, y le aplicaba una soberana paliza.

Estuvimos un buen rato disfrutando el uno del otro.

Olía de escándalo. Su perfume era embriagador.

Cuando aquella mujer, al parecer bastante joven, por la tersura de piel y tetas, la tenía a su gusto, buscó acercarla a su coño a restregársela.

Mientras se la frotaba como si se tratase de un consolador, oí al fondo del cuarto, a un hombre gritar de placer como si fuese un puto animal.

Pensé que estaba follando como un loco a alguna cachonda.

Cada vez estaba más excitado por la situación.

He descubierto que me encanta hacer sexo con extraños de todo tipo y condición.

He utilizado el plural a propósito, como verán un poco más abajo.

Después de que mi primera amante se corriese con mi polla, se agachó a comérmela. Seguramente, quería devolverme el favor.

Era una boca traviesa, y si no fuese porque quería aguantar mucho más, me hubiese corrido allí mismo.

Amablemente, le pedí que dejase de comerme la polla o me correría.

Me besó y cambió de aires.

Me di la vuelta para probar nuevo género, y de paso no correrme.

Me fui hacia lo que parecían los barrotes.

Allí había un buen tumulto, dos mujeres agachadas comiendo pollas, y un hombre les tocaba los coños a la vez.

Notaba el chup chup acuoso de sus coños.

Ya me había dicho José Miguel, como se disponen los hombres solos allí.

No buscaba nada en concreto, solo sentir sensaciones.

Atrapado momentáneamente en un rincón, una mano buscó mi polla y empezó a pajearme suavemente, lo que me encantó.

Me di despacio la vuelta, sin que aquella mano dejase de tocarme la polla, y observé que era un chico solo.

Su polla empezaba a ponerse dura e incluso ya rozaba mi muslo.

Ni corto, ni perezoso, la cogí para que aquello fuese recíproco.

Noté como aquello…, tocarla con mi mano, animó enseguida aquella polla.

Aquel hombre se agachó y comió un momento mi polla. Lo hacía bien.

Después de disfrutar de un buen rato de sexo oral de aquel desconocido, me creí en la obligación de devolverle el favor, hasta ese momento solo le había sobado su polla dura un rato.

Me agaché, y busqué su enorme polla dura.

Había tenido fantasías con la bisexualidad, mi Lola lo sabía, se lo había contado todo. Mis sueños, mis fantasías. Todo.

En aquel momento estaba disfrutando de comer una polla, y estaba cada vez más excitado.

Cuando aquel desconocido, utilizó mi boca como un coño, y se corrió dentro de ella, mi cuerpo explotó con aquella sensación nueva para mí.

Estaba exultante, y mi polla vibrante.

Aquel desconocido quería corresponderme.

Cogió nuevamente mi polla, y se la devoró en segundos con auténtica lujuria y saber hacer.

Estaba mi polla, incluso más cachonda que antes, y sin querer hacerlo, después de unos momentos mágicos, gemí con fuerza, y no pude hacer otra cosa, que correrme en la boca de aquel complaciente desconocido.

Quería haber aguantado para regar algún coño, pero no pude.

El resto de la noche seguí tocando mujeres, seguí lamiendo coños, haciendo disfrutar a mujeres de todo tipo de edades, pero en mi mente estaban permanentemente aquellas dos imágenes…, lamer y sentir en mi boca aquella polla, y su leche caliente y sabrosa.

Sin duda, ese es el resumen de mi experiencia.

Pasión, excitación, morbo, placer, y el descubrimiento de mi bisexualidad.

José Miguel nos había hablado de bisexualidad, y muy pronto descubriríamos, cómo los cuatro, nos llevaríamos muy bien en aquel apartado especial de la vida liberal.

Experiencia de Lola:

Espero Paco, que no te molestes.

Ya me conoces, jamás diré una mentira, y menos a ti.

Después de haber escrito mi experiencia y haber mandado el correo electrónico a José Miguel, como habíamos acordado, procedería a contártelo todo.

Mi experiencia en aquel cuarto oscuro…

Lo primero que viene a mi cabeza es la oscuridad, una absoluta oscuridad que con el paso de los minutos se transforma en una levísima claridad, tan solo para diferenciar contornos.

Iba en bata y salí sin ella.

Comí decenas de pollas y me tragué varias leches.

Besé decenas de bocas de hombres, y de dos o tres mujeres, aunque disfruté mucho más de las bocas de ellas.

Definitivamente, descubrí que soy muy bisexual, algo que me encantó.

Como resumen de aquellas casi tres horas de encierro voluntario en aquel cuarto oscuro, debo decir que me follaron al menos, ocho hombres, corriéndose muchos de ellos en mi coño. Dos de ellos descargaron su leche en mi culo.

Me encanta la sensación de los fluidos calientes dentro de mis agujeros, mis tres aberturas sexuales.

Aunque con quien disfrutaría más, sería con una mujer.

Creo que la última hora aproximadamente, la pasé exclusivamente con ella.

Ya había fantaseado muchas veces con Paco sobre mi bisexualidad, y quizás fuese ese el motivo de aventurarnos al mundo liberal.

En principio, aquel habitáculo me daba cierta claustrofobia, pero poco a poco me fui soltando.

Te contaré, José Miguel, para que tú lo hagas al resto de los lectores, más o menos, el orden de todo aquello.

Puedo decir, que apenas diez segundos después de entrar en aquel cuarto oscuro, tenía a alguien comiéndome las tetas y la boca.

Mi bata se había deslizado de mi cuerpo sin darme cuenta. No recuerdo como.

Olía muy bien. Aquel extraño era muy limpio, sin duda. Su boca era caliente y sabía muy bien. Mis pezones estaban ya durísimos, y su mano ya estaba tanteándome el coño.

Toqué su polla, estaba ya dura y preparada para todo. Me agaché y la lamí con ansia.

Era primera hora de la tarde, de aquel maravilloso martes, en aquel, mi primer cuarto oscuro y que, sin duda, no sería el último.

Me estaba encantando.

Cuando quise darme cuenta estaba enganchada a unos barrotes. La mano en la espalda de aquel primer amante desconocido, me inclinaba para poder penetrarme.

Me dejé hacer. Estaba ya absolutamente excitada y obnubilada.

Mientras mi primer amante me follaba, un hombre tras los barrotes me tocaba mis tetas y me dirigía su polla a mi boca.

Mi Paco dice, que como muy bien la polla, y debe ser cierto, porque el primer hombre de los barrotes, se estaba ya corriendo en apenas dos minutos.

O la como muy bien, o aquel desconocido venía cargadito de leche de varios días.

Disfruté tragando aquella primera leche de muchas más…

Enseguida uno nuevo lo reemplazó. Esta polla era infinitamente más larga y más delgada, e incluso mucho más sabrosa.

Mientras me merendaba mi segunda polla, el que me estaba follando se corría gimiendo y gritando como un poseso. Aquel hombre gritaba como nunca había oído gritar a nadie.

Solo se oía a él, en aquel cuarto del placer. Lo demás eran susurros y gemidos leves.

Cuando éste, el gritón, se había corrido en mi coño, tapó con su mano mi coño, se agachó y me limpió con su boca toda su leche.

Pensé, o bien que era un vicioso de leche, o bien era, además, un amante cívico que quería evitar que el suelo, al final, quedase escurridizo y pudiésemos caernos cualquiera.

Ya estaba muy cómoda en aquellos barrotes, y mientras el segundo se corría en mi boca, alguien me empezaba a follar de nuevo por detrás.

Estaba totalmente excitada. No dudé en aceptar cómo un dedo quería hacer elástico mi ojete, seguramente para follármelo.

Estaba allí para lo que estaba.

No diría a nada que no, salvo que un olor desagradable de boca o de axilas me lo impidiesen.

Es en lo único que puedo ser delicada. En el sexo me encanta todo, y cuando estoy caliente muchísimo más.

Soy muy puta.

Cuando mis amantes de turno acabaron de correrse, cambié de posición para desentumecer mis músculos.

Di un mini paseo, dentro de mis limitaciones, hasta dar con otras tetas, unas tetas enormes.

Aquella desconocida me las empezó a besar y me gustó mucho como me lo hacía.

Nos besamos, pero no había mucha química por ambas partes, según ambas intuimos, sin decirnos una sola palabra.

Me di la vuelta para ver qué pasaba en ese grupo de mi espalda, del que salían varios gemidos.

Me di de bruces con una mujer delgada, incluso más alta que yo, y bastante más joven.

Nos palpamos, nos besamos. Esto era diferente.

Nuestras feromonas parecían identificarse y complementarse a las mil maravillas.

Buscó con más detalle mi boca y nos besamos sensual e intensamente. Estaba muy excitada. Era mi segunda experiencia lésbica en minutos, y me estaba encantando.

Después de morrearnos a placer y disfrutar de nuestras lenguas recíprocamente, me cogió de la mano y me volvió a dirigir hacia los barrotes.

Ya sabía lo que habría allí, varios hombres con sus pollas, manos y bocas, dispuestos a todo.

Buscó a tientas una buena polla y me llevó la boca hacia ella. Después me indicaría que quería compartirla conmigo.

Nos quedamos más o menos, por el centro de los barrotes.

Estábamos ambas, inclinadas en aquella polla, con nuestros culos al aire, y nuestras rodillas apoyadas en algunos de los albornoces que había en el suelo.

Alguien se acercaba por detrás. Un hombre se ponía en medio de nosotras y a ambas nos metía sus dedos índices al mismo tiempo en nuestros coños, y nos hacía correr a la vez, después de unos minutos follando nuestros sexos con ambos dedos de sus diferentes manos…

Este tío, era todo un manitas.

No suelo hacer mucho esquirting, pero aquella tarde empezó a salirme sin querer, seguro que debido a mi tremenda excitación.

Echaba y echaba líquido de mis adentros, mientras seguía mamando polla con mi nueva amiga.

El chup…, chup…, de nuestros coños, especialmente el mío, gracias a la sobrecarga de líquido, resonaba en todo aquel oscuro lugar.

El de los barrotes se corría entre nuestras dos bocas, mientras nosotras nos corríamos nuevamente a la vez, gracias a las hábiles manos de aquel amante que teníamos detrás.

A uno de los lados alguien gemía, creí reconocer a Paco. Si era él, me alegraba de pensar que estaba disfrutando con alguna perrita cachonda en celo.

Nos levantamos mi nueva amiga y yo para cambiar algo de postura.

Allí de pie, cerca de los barrotes, permaneceríamos besándonos y abrazadas, mientras dejábamos que otras manos y pollas ultrajaran de placer nuestros cuerpos.

Eran manos y pollas de ambos lados de los barrotes.

No nos faltaría de nada en aquellos momentos intensos de aquel maravilloso, y excitante cuarto del placer.

Si notaba que una polla estaba cerca de mi coño, arqueaba mi espalda para que pudiese follarme a gusto.

Notaba cómo se corrían y después cómo aquellas leches chorreaban a través de mis muslos.

Mientras todo aquello transcurría, ella empezaba a susurrarme cosas…

-       ¿Cómo te llamas cariño? Yo soy Eva.

-       Yo soy Lola. Soy nueva en estos menesteres.

-       Te defiendes muy bien. ¿Habías estado con otra mujer?

-       No, pero he de decir que me está encantando.

No nos separamos en toda la noche, mientras volvíamos juntas a comer más pollas, solas o nuevamente juntas.

Incluso, una tercera mujer, nos daría un beso a las dos, haciendo lo que luego descubriría que era un triple beso lésbico.

Creí reconocer en ocasiones a José Miguel y a Pedro.

Uno de los que me comió ávidamente el coño, creo que era José Miguel.

Pedro, creo que fue uno de los que me folló de los últimos.

Creo que, incluso las manos de Verónica y Raquel, nos dieron algún repaso.

Eva y yo, tuvimos nuestras manos entrelazadas el resto de la noche, y prometían no separarse en aquella experiencia, que sería mi inolvidable primera experiencia de un cuarto muy oscuro…, pero que muy oscuro.

FIN.

Espero que lo hayan disfrutado.

Escríbanme. Contestaré a todos los que deseen contarme cualquier cosa, a través de mi correo electrónico. Me encanta compartir de todo, con todo tipo de personas, incluso detalles sobre vida en general, gustos y aficiones, sin que sea que ser necesariamente sobre sexo.

Les cuento que uno de mis próximos proyectos, hay varios más,  sin más pretensiones que el de hacer disfrutar a los lectores, es un libro que tengo en marcha de título provisional: “Historias reales de cornudos complacientes”. Quiero contarles diez historias reales noveladas con escenas de sexo morboso. Llevo actualmente redactadas en borrador siete historias y aún puedo integrar tres historias más si alguno de ustedes, quiere que su experiencia como cornudo o cornuda quedé para la posteridad..., cambiando obviamente nombres y ciudades.

Hasta muy pronto.

PEPOTECR.