Un cuarteto fenomenal
Al poco tiempo estábamos los tres desnudos en el sofá...
Un cuarteto fenomenal!!!
Al poco tiempo estábamos los tres desnudos en el sofá....
Es lo fenomenal de trabajar en una empresa familiar. Una de las cosas que más me gusta de este trabajo es que puedo siempre hacerlo desde casa, desarrollando con el ordenador y comunicándome con el fax o el teléfono, si bien alguna vez tenía que acudir a reuniones, tanto en mi ciudad como en otras. Tenía un contacto telefónico diario con dos chicos de San pedro sula, Modesto y Carlos, los cuales en cierta ocasión tuvieron que venir a Tegus para mantener reuniones con terceras personas. Si bien lo previsto era que al terminar las reuniones volvieran a San pedro sula, surgió tener que realizar un trabajo para el día siguiente, en que nos teníamos que volver a reunir con las mismas personas. Cuando nos disponíamos a buscar un hotel para que pasaran la noche, se me ocurrió que puesto que tendríamos que trabajar en mi casa hasta muy tarde y levantarnos temprano por la mañana, lo mejor era que durmieran en casa, en la habitación de huéspedes. Al llegar a casa le dije a mi marido lo que había pasado y después de cenar los cuatro, nos pusimos a trabajar. A mi marido le dije que no me esperara despierto pues teníamos para mucho rato, por lo que se fue a acostar. Estuvimos unas cuatro horas trabajando y al terminar nos dispusimos a tomar unas copas en el cuarto de estar, para relajarnos un poco antes de acostarnos, aprovechando el calor de la chimenea. Si digo la verdad, no sé cómo surgió todo, quizás fuera el cuarto en penumbras, con la única luz de la chimenea, el relajamiento que nos entró a los tres después de las horas de arduo trabajo. O a mis 25 años el calor podía más. El caso es que, casi sin darnos cuenta, empezaron Modesto y Carlos a acariciarme y yo a ellos, y al poco tiempo estábamos los tres desnudos en el sofá. Modesto me besó en la boca y me acarició los pechos mientras Carlos me acariciaba el coño. Yo, a mi vez, empecé a acariciarles sus pollas. Modesto dejó de besarme en la boca y se inclinó para besarme en los pechos, cosa que aprovechó Carlos para ocupar su puesto. A continuación, Modesto y Carlos se tumbaron en la manta al lado de la chimenea, y yo de rodillas entre los dos empecé a chupar las dos pollas alternativamente, al tiempo que les acariciaba suavemente los cojones a los dos. Ellos no estaban quietos precisamente, sino que me acariciaban el coño y el culo. Como no podía más de ganas de sentirme penetrada, me puse a cuatro patas y ellos entendieron mi indirecta. Carlos se tumbó en el suelo y yo me tendí encima de él hasta sentir mi coño completamente lleno de su polla. Modesto, a su vez, se subió encima de mí metiéndomela con gran esfuerzo por mi estrecho culo. Minutos después, fue él el que me levantó de encima de Carlos y tumbándome en el sofá, se puso encima de mí y me metió su dura verga en el coño. Sentí cómo me penetraba con toda su fuerza, hasta el fondo. - Fóllame con todas tus fuerzas, clávamela hasta el fondo, fóllame fuerte -le susurré al oído. Carlos mientras tanto nos observaba sentado en el otro sofá, acariciándose la polla. Después de alcanzar mi primer orgasmo, hice que Modesto se tumbase en el sofá y me senté encima de él, dándole la espalda, clavándome su polla hasta el fondo. Eché mi cuerpo hacia delante todo lo que pude y miré a Carlos que seguía acariciando perezosamente su dura polla. - Carlos, intenta metérmela también en el coño -le pedí- Una de mis fantasías es ser penetrada por dos pollas al mismo tiempo. Carlos se levantó y tumbándose encima de mí me introdujo la polla en el coño, no sin cierto esfuerzo. Cuando noté que las dos pollas me llenaban completamente el coño, el placer que sentí fue tan intenso que no pude aguantar y me corrí intensamente. Carlos se corrió a continuación y me la sacó chorreando semen. Modesto me hizo levantarme y ponerme a cuatro patas, tras lo cual me la metió desde atrás. Sentía su polla entrar y salir de mi coño, pero notaba que me faltaba algo más. - Carlos, ponte delante de mí -le dije. Obedeció sin rechistar y en cuanto tuve su polla delante de mi cara, me la metí toda en la boca. En esa postura nos corrimos los tres, disfrutando como nunca al sentir mi orgasmo y el semen de ellos derramándose en mi coño y en mi boca. Nos sentamos los tres en el sofá para descansar, pues nos habíamos quedado verdaderamente "hechos polvo" y nunca mejor empleada la expresión. Serví otra copa para cada uno. - Estaba pensando lo cachondo que se va a poner Gabriel en cuanto le cuente lo que hemos hecho -les comenté- Seguro que mientras follamos quiere que le cuente con todo detalle lo que acabamos de hacer - Pero, ¿de verdad no le importa que folles con otros sin estar él? -me preguntó Modesto asombrado. - No le importa nada -contesté- Al revés, lo está deseando, le encanta que sea activa sexualmente y que folle todo lo que me apetezca. Se pone caliente pensando que follo con otros, estando él delante o no. Verás, vamos a hacer una cosa. Quedaros aquí, como estáis, voy a despertarle y ya veréis como bajamos los dos, ya desnudos, para seguir la fiesta los cuatro. Dicho y hecho. Me levanto desnuda como estoy y me voy a mi cuarto donde está mi marido durmiendo. Me tumbo a su lado y le despierto, contándole a continuación lo que acabamos de hacer Modesto, Carlos y yo e invitándole a continuar los cuatro. - Por supuesto, cariño, vamos -me responde, tal y como yo esperaba, Nos levantamos de la cama y fuimos al cuarto de estar, donde mis dos compañeros nos estaban esperando como yo les había pedido, desnudos y listos para continuar la fiesta. Al entrar, mi marido se les quedó mirando. - María me acaba de contar la juerga sexual que os habéis montado entre los tres -les dijo- Ahora, vamos a continuar los cuatro. Me tumbé en el sofá y, sin más preámbulos, mi marido se tumbó encima mío y me la metió. Como veíamos que Modesto y Carlos, quizás un poco cortados no se movían, mi marido acercó la boca a mi oído. - ¿Quieres que ellos dos te hagan algo? -me susurró. - Sí -le dije, dispuesta a plantearle mi idea- Levántate y me pongo a cuatro patas. Tú me la metes desde atrás para que Modesto se ponga delante de mí, de rodillas, y le pueda chupar la polla. Mientras, que Carlos me chupe las tetas. - Veo que has pensado en todo -me dijo Gabriel con una pícara sonrisa y levantándose como le había pedido. - Modesto, ponte delante de mí para que te la pueda chupar -le dije, mientras me ponía a cuatro patas y mi marido me la enchufaba desde detrás- Y tú, Carlos, chúpame las tetas. Modesto se puso de rodillas delante de mí y empecé a mamársela. Mientras, Carlos metió la cabeza por debajo de mi cuerpo y empezó a chuparme las tetas. Noté que mi marido estaba a punto de correrse, así que le detuve. Tenía algo más en mente. - Espera -le dije- Quiero volver a sentir dos pollas en el coño. Modesto, ven y túmbate aquí. Mi marido la sacó obedientemente de mi coño y se levantó, mientras Modesto se tumbaba como yo le había dicho. Me senté encima de él, clavándome su polla y tumbándome luego sobre él. No hizo falta que le dijese nada a Gabriel, ya que, sin mediar palabra, se tumbó encima mío. Le cogí la polla y me la puse en la entrada del coño. - Métemela, cariño -le dije- Antes, cuando lo hemos hecho los tres, me ha dado un placer tremendo. Empujó con fuerza y su polla entró con facilidad. Volvía a sentir aquel tremendo placer que había sentido antes con dos pollas dentro de mí, llenándome completamente. - Folladme, folladme con fuerza, metédmelas hasta el fondo con todas vuestras fuerzas -grité ya fuera de mí. Los dos se movían dentro de mí, haciéndome tener un orgasmo indescriptible. Así estuvimos hasta que terminamos de corrernos los tres. Entonces, mi marido se quedó mirando a Carlos que había estado todo el tiempo acariciándose la polla. - Vamos Carlos -le dijo- Ahora te toca a ti, fóllatela. Carlos, ni corto ni perezoso, se levantó del sofá en donde había estado observando lo que pasaba, me levantó las piernas por encima de sus hombros y me la metió con un fuerte empujón. Tanto Modesto como mi marido observaban cómo Carlos me follaba. Cuando Carlos se corrió miré a mi marido y él entendió. - Fóllame, cariño, fóllame con el coño lleno de semen como tanto te gusta -le dije. Se levantó, me levantó las piernas sobre sus hombros y de un solo empujón me la clavó. Yo le empujé con mis piernas para que me penetrase bien hondo, corriéndonos los dos, por última vez en aquella noche memorable...