Un crucero de placer y sexo (4 y ultima parte)

Fin del viaje fantastico donde el placer y el sexo son su finalidad.

UN CRUCERO DE PLACER Y SEXO (4ª Y ULTIMA PARTE)

Los días siguientes los pasamos en un ir y venir a los diferentes lugares componentes del barco. Continuamos con nuestras andanzas sexuales bien solos o en pareja.

Para no hacer muy aburrido y monótono el relato nos saltaremos estos días hasta llegar al séptimo donde sucedió lo que a continuación comentamos.

7º DIA

Estábamos en nuestro camarote descansando, cuando una voz potente por los altavoces internos del barco nos despertó sobresaltados. Anunciaba lo siguiente:

  • "Amigos y compañeros de este fantástico viaje. Como nos estamos acercando al final, y según es costumbre, esta noche prepararemos la cena y fiesta fin de crucero. Se realizará en la planta superior, donde se colocaran las mesas para hacer una cena común. A continuación podremos bailar, degustar bebidas o ejecutar las vivencias que deseemos. Esperamos vuestra asistencia con las vestimentas más sugestivas y atrayentes que podáis poneros, sabiendo que es una cena de confraternización entre todos los asistentes. Deseamos poder veros en sucesivos viajes. Un abrazo, y hasta esta noche."

Chelo y yo nos quedamos mirándonos con sorpresa. Rápidamente ella reaccionó.

-"Juan, ¿Qué me puedo poner para estar lo mas atractiva posible?"

-"Pues no sé, ya que solo hemos traído un vestido y te lo pusiste el primer día. Todo lo demás que tenemos son trapillos para diario y no creo que sean acordes para una cena. Aunque con cualquier cosa que te pongas tu estas atractiva."

-"Pues me tienes que ayudar para encontrar algo que pueda ponerme."

Así que nos pusimos mano a la obra, y durante el resto de la mañana, fuimos preguntando a parejas y personas conocidas donde podíamos encontrar un vestido que fuera lo mas apropiado para el evento. Y durante la comida fue cuando lo encontramos. Una pareja, cuyas características físicas de la mujer se asemejaban a la figura de Chelo, nos acopió con una falda de raso, negra, abierta en sus laterales, con unos dibujos transparentes en rojo en su delantera y en su trasera. Para la parte superior nos dejó una blusa roja sin botones que se anudaba en su cintura. El conjunto era muy apropiado y bonito para la ocasión. Y nos fuimos a nuestro camarote para prepararnos.

Durante la tarde Chelo estuvo pintándose los labios de carmín rojo fuego y los ojos con unos ribetes negros en el final y rimel en sus pestañas. Interiormente se puso un tangas rojo, y sin nada cubriendo sus pechos. Cuando finalizó de colocarse la falda y la blusa (haciendo contraste espectacular con lo moreno de su piel) estaba realmente atrayente, tanto que empecé a excitarme al contemplarla. Me aproximé por detrás y dándole un beso calido en su cuello, le dije:

  • "Chelo estas sensacional. Solo con verte me he puesto cachondo. Estas apetecible para correrse una juerga contigo. Podríamos empezarla ahora mismo nosotros."

Mientras le hablaba le restregaba mi polla por su culo. Al darse cuenta de las proporciones que iba tomando mi sexo, me dijo:

  • "Juan sabes que no le hago asco a ningún polvo y menos si me lo echas tú. Pero como no tenemos más ropa que ponernos y no estamos en casa para coger la que queramos, tenemos que esperar hasta terminar la cena. Pero te prometo que esta noche será especial para nosotros dos."

Y con la excitación me quedé.

Yo me puse unos pantalones y una camisa de algodón, ambos de color blanco.

Los dos estábamos nerviosos e impacientes, colocando y descolocando los utensilios de la habitación, deseando que empezara la cena y la posterior fiesta.

Sobre las ocho de la tarde, empezó a oírse una música por los altavoces interiores. Era el aviso de que podíamos trasladarnos a la planta superior pues la cena estaba preparada. Rápidamente nos pusimos en pie y nos fuimos para la estancia. Durante el camino fuimos encontrándonos a personas ya conocidas, saludándonos con efusividad y alegría.

Igual que el primer día, cuando llegamos al salón vimos que en cada asiento estaban colocados los números que correspondían a las personas de cada camarote. Nos sentamos alrededor de una mesa circular que estaba ocupada por otras tres parejas.

A la izquierda de Chelo había un varón de unos 40 años con pelo corto moreno bien vestido con camisa y chaqueta; a su lado una rubia impresionante de ojos azules con un vestido azul claro; enfrente de mi un joven de unos treinta y pocos años, atlético, con una larga melena recogida por una cinta, vestido con un jersey de manga corta y pegado a su cuerpo, acompañado a su izquierda por una joven esbelta, alta, muy morena tanto su piel como su vello, con un top de color carne, ajustado al máximo; siguiendo el giro (según las manecillas de un reloj) había una pareja rozando los 50, muy bien plantados, el hombre un poco grueso (no excesivamente) con una camisa de rayas finas en todos los tonos azules, y la mujer (que estaba junto a mi derecha) rubia teñida de mechas con pelo corto y recogido en su parte de atrás, ojos verdes, y gruesos labios pintados de rosa fuerte, su vestimenta se componía de un vestido completo sin mangas y con un gran escote en color rosa fucsia.

Nos sirvieron la cena y, durante ella, estuvimos comentando las aventuras que habíamos llevado a cabo en nuestro formidable crucero. Por los relatos que se estaban oyendo y por los comentarios que sobre ellos comentábamos el ambiente se fue caldeando. Cerca de los postres, el señor a la izquierda de Chelo le comentaba cosas, a mi esposa, al oído, lo que le provocaba risas nerviosas. La joven de nuestra mesa nos indicó:

  • "Mirar, los de la mesa de al lado ya han empezado su juerga particular"

Nuestras miradas se dirigieron hacia ese lugar y vimos como se iban pasando de unos a otros una aceituna con su boca. Algunos de ellos se entretenían más de la cuenta en pasar dicho alimento.

Chelo me comentó lo siguiente:

  • "Juan, creo que esta noche lo vamos a pasar estupendamente. El señor que está a mi lado ya me está proponiendo jugar conmigo. Yo le he dicho que te he prometido ser tú el primero y después todo lo que él quisiera".

Como el comentario lo había hecho muy cerca de mi, nos fundimos en un beso largo y apasionado. Cuando nos separamos, la rubia teñida de mechas a mi derecha, aproximando su boca a mi oído, me dijo:

  • "¿Besas igual en los labios inferiores? Me encantaría mucho que pudieras estamparme un beso así en mis labios vaginales".

Y con una sonrisa provocadora, mirándome fijamente, pasó su mano por toda mi pierna hasta llegar a mi polla. La acarició por encima del pantalón y continuó cenando.

Al finalizar la cena se retiraron los utensilios y se sirvieron diferentes clases de bebidas. Así mismo, las mesas del centro del salón fueron retiradas hasta dejar un sitio libre y amplio. Y entonces empezó a sonar la música.

Al instante empezaron a salir a bailar, unos en pareja, otros solos, pero el centro de la sala se llenó enseguida de gente. La fiesta había empezado.

El compañero de la mujer que estaba a mi derecha había sacado a bailar a la joven y esta a su vez se había llevado a su acompañante. O sea, fueron los tres a bailar. A su vez el de la izquierda de Chelo le comentó, de nuevo, si deseaba bailar pero ella de nuevo le contestó que primero estaría conmigo y después podrían bailar o lo que hiciera falta. Ante esa indirecta solo pude levantarme y cortésmente le propuse a mi esposa ir a bailar.

Ya en la pista nos fundimos en un fuerte abrazo sintiendo todos los rincones íntimos de mi mujer. Empezamos a movernos lentamente, restregándonos nuestros sexos mutuamente. Mis manos se deslizaban por la espalda hasta llegar a sus glúteos aprisionándolos en un fuerte manoseo. Chelo se iba calentando poco a poco. Metía su cintura y restregaba su coño contra mi polla. El ambiente era tan explosivo que solo de verlo te ponías cachondo. A nuestro lado una mujer tenía los pechos fuera del vestido y su varón estaba detrás de ella, y le tenía la mano metida por la cintura del pantalón hasta su sexo, masturbándola, mientras ella le tocaba con su mano izquierda su polla por encima del pantalón. Otra mujer le estaba haciendo una mamada a un tío. Otra pareja se había desnudado totalmente y bailaban a la vista de todos los presentes.

Ante esta visión y, tanto Chelo como yo estábamos excitados al máximo, le propuse lo siguiente:

  • "Chelo ¿tienes tu almeja chorreante?"

  • "La tengo empapada de flujo, tengo humedad hasta en las ingles"

  • "Pues me encantaría poder comerte ese coño tan suculento que tienes y saborear tus mieles mas profundas"

  • "No perdamos mas el tiempo y comételo. Estoy deseando tener tu lengua y tu rabo dentro de mi"

Y cogidos de la mano nos fuimos para nuestra mesa. Al llegar a ella, la senté encima, subiéndole la falda hasta dejar al aire su tanga rojo. Se lo quité y la atraje hacia el borde de la mesa. Ella se tumbó totalmente en su superficie y abrió sus piernas dejando su sexo a la vista de todos los que la rodeaban en ese instante. Me aproximé a su vello pubico y empecé a darle lengüetazos en su raja. Cada vez que mi lengua recorría su coño, sus labios se iban abriendo.

Y me dediqué por entero a comerle, chuparle, lamerle su intimidad. Le metía mis labios en su hendidura y a continuación le introducía todo lo que podía mi lengua, le mordisqueaba la unión de su vulva y le succionaba el clítoris. Ella, para facilitarme la maniobra, con sus manos se abría literalmente su raja hasta el punto de desprender su clítoris de los tejidos que le rodean.

Mientras que nosotros estábamos en esta función, el comensal vecino de Chelo le había desatado a mi mujer la blusa y le estaba comiendo las tetas. Mi vecina (la de las mechas), me había sacado la polla del pantalón y me masturbaba; a continuación se metió debajo de mí y empezó a darme una suculenta mamada. Así estuvimos durante unos minutos, hasta que me di cuenta que mi miembro estaba al borde de la explosión. Entonces cogi mi estaca y lo puse a la entrada de la cueva de mi esposa. Al darse cuenta ella de esta operación levantó un poco sus piernas para dejarme que la penetrara hasta el final. Mientras follaba con mi esposa, la rubia teñida me besaba pasionalmente metiendo su lengua hasta lo más profundo de mi garganta y Chelo se había apropiado del pene de su "comedor de tetas" y se la estaba masturbando o chupando. Durante un rato, y viniéndome un gusto infernal, empecé a darle unos mete-saca tan fuertes y rápidos que Chelo, con el rostro desencajado por el placer, dejo de lado a su polla y mirándome con expresión de rabiosa sexualidad empezó a decirme:

  • "Me estas matando de gusto, grandísimo cabron, sigue, no te detengas, enséñale a esta gente como me vas a hacer correrme de placer, continua metiéndomela, dame mas fuerte a ver si me abres en dos, jodeme hasta correrte, hazme tu puta, hazme tu puta, hazme…tu ….puta".

Y los dos tuvimos una inmensa corrida. Caí encima de ella, entre sus brazos, y nos besamos apasionadamente.

Al rato nos sentamos en nuestros aposentos para descansar y tomar algún sorbo de nuestras bebidas. El vecino de Chelo ya estaba liado con ella y le besaba el cuello mientras con su mano jugueteaba con sus pezones que empezaban a endurecerse por la calentura que estaba adquiriendo mi esposa. Y fue cuando le propuso:

  • "Ahora nos toca a nosotros, vamos a pasarlo muy bien."

Y Chelo le contestó:

  • "Prepárate que te voy a dejar seco. Tengo unas ganas locas de juerga."

Entonces se levantó de su asiento y le dijo a Chelo:

  • "Vamos a encontrarnos con los amigos de aquella mesa que tienen una orgía sensacional"

Y a su compañera:

  • "Ven con nosotros que está allí el joven que hizo correrte en varias ocasiones"

Y la morena le contestó:

  • "No me lo pierdo por nada del mundo. Después de haber visto el polvo tan sensacional tengo unas ganas de follar que no me puedo aguantar. Me la van a meter no solo ese joven sino todos los que están en esa mesa"

Riéndose por el comentario se fueron los tres hacia dicho lugar que estaba separado unas tres mesas hacia nuestra izquierda.

Nos quedamos solos en la mesa la rubia teñida y yo. Ella ya había empezado a pasarme la mano por mis pechos, pellizcándome los pezones. Así mismo me besaba el cuello, la cara, los labios. Bajaba su mano hasta mi entrepierna y frotaba delicadamente mi polla. De igual manera, yo le respondía. Mientras le apretaba los pechos con mi mano, la besaba los labios metiéndole la lengua. Estaba tan caliente que sin mediar palabra se puso de pie y se quitó las bragas, subiéndose el vestido hasta su cintura dejando a un palmo de mi rostro su rapado sexo. Fue entonces cuando dijo:

  • "Estoy deseando que te comas mi coño. Méteme la lengua hasta mis entrañas"

Yo le respondí:

  • "Se ve apetecible y apetitoso. Pero a mi me gusta jugoso, chorreante, humedecido"

  • "Pues mira como lo tengo"

Y abriéndoselo con las manos me enseño sus interioridades que estaban totalmente mojadas.

La apoye sobre la mesa y me dispuse a darle una fantástica comida de coño. Mientras mi lengua recorría sus labios vaginales con los dedos de mi mano derecha le frotaba el clítoris. A continuación le mordisqueaba el clítoris o lo succionaba con mi boca. Así estuvimos durante bastante rato hasta que ella se agacho delante de mi polla y empezó a metérsela en su boca, dándome una extraordinaria mamada.

Mientras que la rubia me la estaba chupando, pude contemplar lo bien que se lo estaban pasando Chelo y su pareja de amigos. Mi esposa estaba echada sobre una silla mientras un mocetón apuesto se la follaba por detrás y ella le chupaba el nabo a su vecino de mesa. La morena estaba follando encima de un tío sentado en una silla mientras masturbaba a otros dos que tenia a ambos lados. Pensé: "Las muy putas que bien se lo están pasando".

Mientras, la rubia me había puesto el miembro totalmente duro y tieso de tanto chuparlo. Y le dije:

  • "Si te ha gustado mi lengua, mas te va a gustar mi polla. Estoy deseando follarte."

Y ella me contestó:

  • "Méteme ese miembro dentro de mi cuerpo. Lo estoy esperando desde que te sentaste en la mesa. Quiero que me folles."

Dándole la vuelta para que se pusiera de espaldas a mí, la atraje hasta meterle todo mi mástil, sentándola sobre mis piernas. Cuando tuvo toda mi polla en su interior se quedó quieta sin moverse notando como se me iba inflamando mi pene por la calidez de su escondrijo. Y empezó a subir y bajar lentamente. "La cabrona que bien folla" pensé. Su coño abrazaba totalmente la polla para no dejarla escapar. Subía hasta casi sacársela y enseguida volvía a bajar hasta chocar con mis huevos. Una y otra vez. Conforme pasaba el tiempo las subidas y bajadas iban haciéndose más rápidas. Llegó un momento que el ritmo impuesto por la rubia era frenético, subía y bajaba a una velocidad inverosímil, de vez en cuando paraba cuando la tenia enterrada y se deslizaba para adelante y hacia atrás o bien hacia círculos con sus caderas. Todo ello para sentir con más fuerza mi polla en su interior. O también se frotaba fuertemente el clítoris con su mano para sentir mas placer. Así estuvimos hasta explotar ambos en un formidable orgasmo. Y nos quedamos quietos, exhaustos. Ella echada sobre la mesa y sentada sobre mis piernas. Notaba como salía el semen entre sus labios y mi pene hasta llegar a mis muslos. De esta forma permanecimos unos minutos hasta que recuperamos el resuello.

Cuando dejé a mi vecina, fui al encuentro de mi esposa, pero no la vi. en donde al principio se habían ido los tres. Buscándola con la mirada, la encontré echada sobre una mesa y un hombre sobre ella follandosela. Me aproxime a ellos y dándole un beso en los labios le pregunté:

  • "¿Te lo estas pasando bien?

Ella me respondió:

  • "He follado todo lo que he querido. Estoy inundada de semen. Me han metido las pollas de todo tipo. Pequeñas, grandes, gruesas, finas, de todo tipo y calibre. E igualmente me las he comido. Cuando se corra este hombre nos vamos a descansar."

Al momento se corrió echándole el polvo sobre su vientre. Después de despedirse de él nos fuimos para nuestro aposento a descansar.

Al día siguiente después de ducharnos nos fuimos para tomar el sol en el solarium de la piscina pasando el día relajadamente.

Llegamos al puerto de desembarque y despidiéndonos de nuestros nuevos amigos y conocidos tomamos rumbo para nuestra casa.