Un conductor de autobús vergudo
- no te atreverás. - que sí. - que no. - que sí. - que no.
Pilar y Teresa, las dos jóvenes amigas de 18 años están hablándose a susurros sentadas en los primeros y más delanteros asientos del autobús. De vez en cuando callan y miran a Lorenzo, el conductor, y se les escapan sendas dulces e inocentes risitas.
-Pilar: ji ji ji ji ji, eres una cobarde.
-Teresa: quita, si tú no me ayudas lo dejamos estar.
-Pilar: vale, vale, te ayudaré pero tienes que poner valor de tu parte.
-Pilar: ya te he dicho que yo me atrevo, pero si no paras de pitorrearte de mi abandono.
-Pilar: está bien, dejaré el recochineo pero tienes que prometerme que te atreverás.
-Pilar: ya te he dicho que no hay chica más valiente que y...
-nang- -nang-
-Lorenzo: Martirio, es tu parada.
El autobús se acaba de detener ante un grupo de casas para supuestamente descargar a Martirio, que ha llegado ya a su residencia. La muchacha se baja del autobús con una despedida general y se dirije hacia las casas de la misma manera que el autobús reenprende marcha y continúa su trayecto. Mientras Pilar y Teresa prosiguen su secreta conversación, Lorenzo hace el mismo camino que hace cada día depositando a las respectivas alumnas en sus respectivas casas. En esto que parece llegar el camión a la casa de una de ellas.
-Lorenzo: Teresa, tu casa.
Teresa se queda estupefacta sin saber que decir ante un ambicionado hombre que la quiere despedir. Pilar es, como de costumbre, más rapida y le dice al conductor;
-Pilar: no hace falta señor Lorenzo, Teresa se viene a mi casa.
-Lorenzo: ah bueno, me lo podríais haber dicho.
-Teresa: perdón!
El veterano conductor hace caso omiso al presúntamente sentido remordimiento de la chavala y vuelve a poner en su marcha el vehículo. Mientras ello hace Pilar y Teresa piensan un retortijado plan pues tecnicamente no llegarán a quedarse solas en el autobús con su ídolo antes de llegar a la que supuestamente se quedarán casa de Pilar. La velocidad con que se susurran ambas chavalas atrae incluso alguna que otra mirada curiosa de sus compañeras. Por fin es Pilar la que pone en marcha el que está siendo planeado encima la marcha, plan. Se levanta y cogiéndose del asiento del conductor le dice a Lorenzo en una voz que ni pueden oír el resto de sus compañeras, ni se hace especialmente sospechoso para sus destinatarias orejas.
-Pilar: oye, Lorenzo, que...
-Lorenzo: ¿sí? qué pasa?
Dice el conductor girando un instante la cabeza para reconocer a la chavala que le habla, pues tan tiernas voces de adolescentes le parecen todas iguales y tiene que asegurarse de con quien está hablando.
-Lorenzo: dime Pilar, ¿ocurre algo?
-Pilar: no, esto, bueno, no creo, pero. Que Teresa y yo te queríamos pedir si podemos hablar contigo de una cosa, por eso que no nos dejes en mi casa y cuando hayas dejado a todas las demás poder hablar.
Lorenzo tarda unos largos segundos en comprender la extraña petición de la muchacha, y cuando lo hace le dice a la chica sin darle importancia.
-Lorenzo: mmm, vale, no hay problema.
-Pilar: gracias.
Pilar se aparta y se vuelve a sentar en su asiento, al lado de la que espera impaciente noticias del resultado de la operación. Pilar le dice algo al oído de su amiga y entra dicho mensaje en la cabeza de la chavala a la misma velocidad que una graciosa sonrisa invade la cara de Teresa. Las dos amigas se dicen un par más de cosas e inmediatamente se abrazan triunfantes.
-Teresa: qué bien, qué bien.
-Pilar: tranquila, que aún no está el partido ganado.
-Teresa: sí, pero hemos dado el primer paso, ahora el resto vendrá solo. Segur....
Las dos amigas se siguen comunicando a susurros a medida de el resto de sus compañeras van llegando, una a una, a sus respectivas casas. Filomena, a la que durante el transcurso del trayecto se le ha hecho un poco extraño que las dos amigas se hablasen tanto y tan secretamente, le llega el turno de bajar. Mientras baja por las escaleritas mira intrigada a las mismas que le miran amigas preguntándose porque no han bajado estas en cada una de sus casas. Pero no deja el automatismo del descenso pensar mucho con lo que cuando se ve la chavala caminando por el cesped rumbo a su domicilio, olvida toda la intriga del viaje y lo archiva en un oscuro rincón de su memoria para quizá pensar en ello dentro de unos cuantos años, cuando la inocencia haya huído de su mente.
-Teresa: ya está, sólo queda Lunes.
-Pilar: y esta no se va a fijar en nada, casi que lo tenemos en el bote.
Efectivamente es la chavala llamada Lunes la que en unas pocas cuadras baja del camión sin reparar tan sólo en que extrañamente quedan un par de chavalas que no suelen estar. Pero es Lunes una persona más bien introvertida que no está acostumbrada al femenino juego del socialismo. Cuando la hidráulica puerta se ha cerrado y el bus vuelve a entomar su marcha Pilar dice a Lorenzo, en voz alta pues están solos.
-Pilar: Lorenzo, puedes parar en un descampado solitario, que Teresa y yo queremos hablar contigo.
-Lorenzo: vale, voy a ello . . . . . . qué me queréis preguntar, ¿si los reyes existen?
-Teresa: ja ja ja.
-Pilar: no, bobo, Teresa y yo ya no creemos en estas cosas. Verás como queremos hablar de unas cosas un tanto más maduras.
-Lorenzo: . . . . . ay chavalas, que me temo lo peor.
El bus tarda un par de minutos en encontrar un camino que da a un verde descampado, en el que se aparta el vehículo y se aparca a un extremo para eliminar la posibilidad de que moleste en nada. Cuando ha aparcado Lorenzo se levanta y se sienta en los asientos al lado opuesto del de las chicas.
-Lorenzo: y bien.
-Teresa: pues, que, pasa que, podríamos..
-Pilar: déjame a mi Teresa, que a ti te tropieza la lengua.
Teresa no tiene el suficiente control mental para responder a su amiga verbalmente, por lo que sólo consigue asentir con la cabeza y entregarle el control de la situación.
-Pilar: pues verás, Lorenzo, guapo. Pasa que Teresa, yo y Teresa, queremos pedirte una cosa. Es una cosa que para nosotras sería una gran concesión por tu parte, por lo que te lo pedimos con un enorme por favor a sabiendas de que para ti representará un gran esfuerzo tanto físico como psicológico. Las dos sabemos que eres un miembro equilibradamente situado en la sociedad y para ti el entrar en los juegos de dos niñas no es el principal atractivo que puede ofrecerte ocio. . . . . . este, Teresa me ha pedido que te pida por ella una ventaja que le pudieses ofrecer por tu parte a sabiendas de que con ello quizá haces un gran sacrificio en tu vida personal y sentimental por pasearla por oscuros senderos que no son lo más respetable en una, que por otra parte considero admirable, sociedad occidental. La iglesia nos ha enseñado a todas unos valores y comportamientos sociales que han logrado que una sociedad aún con defectos, sea un modelo a seguir para conseguir un firme desarroll. . . .
-Lorenzo: ¡a ver! no te enrrolles tanto! dime, qué queréis.
-Teresa: quiero que, que me, que,
-Pilar: queremos que la desvirgues.
Las tres personas en el silencioso autobús se quedan mudas un instante en que Lorenzo asimila el pesado mensaje y las chavalas desean que sea este asimilado por él de la manera que quieren, afirmativamente. Por fin el conductor contesta.
-Lorenzo: ¿pero estáis seguras de lo que me pedís?
-Teresa: sí, sí, yo quiero, quiero contigo, y si tú quieres...
-Lorenzo: pero yo estoy casado, como creéis que se lo tomaría mi mujer si se entera que voy cogiéndome las niñas de mi autobús.
-Pilar: por eso te lo pedimos por favor, porque sabemos que para ti representará un enorme sacrificio. Si no quieres pues no pasa nada, nos dices que no y santas pascuas.
-Lorenzo: uhmm, a ver, dejádme pensarlo . . . . . .
Lorenzo se mira a la que se le ofrece muchacha de arriba a abajo poniendo un excelente en cada una de las admirables curvas que contempla. Es Teresa una bella adolescente con ese grado de inclinación en sus curvas que la hacen bella como sólo sabe hacer la mano de Dios. Tiene un cargado pectoral que revela que un intenso grado de hormonas femeninas viaja por su sangre. Así mismo han cargado estas hormonas un redondo trasero que llama a gritos a ser acariciado por todo aquel varón que sienta la vida de la misma natural forma con que la siente la juguetona alma de las dos muchachas.
-Lorenzo: pues estaría encantado de cogerte, te ves preciosa. Pero, ¿me prometéis que si lo hago no se lo diréis a nadie? Cuando digo nadie quiero decir ¡nadie! Porque esto se lo cuentas a una amiga y esta se lo cuenta a otra y etcétera, y acabaría esto llegando a orejas de alguno de vuestros profesores o Dios no lo quiera a las de mi esposa. Y me vería derrumbado en mi querido empleo y mi querida esposa y todo el mundo se me vendría encima. Me tiraría a las drogas, al juego e incluso a la homosexualidad. ¿Comprendéis lo que quiero decir?
-Pilar: sí claro, ya te dije que comprendemos el enorme sacrificio que para ti conlleva hacer el amor con una de tus pasajeras. Siendo un hombre casado y más un hombre con férreas responsabilidades que dificultan notablemente que aligeres la honra en tu comportamiento y te tires al vicio, o más bien te tires, a mi amiga Teresa.
Teresa asiente con la cabeza mirando con ilusión a un que espera le sea concedido hombre.
-Pilar: pero Lorenzo, por favor, si te pedimos esto a ti y no al sucio jardinero del colegio, es porque Teresa (Pilar levanta el brazo y abraza el hombro de su amiga cariñosamente) Teresa te quiere a ti y a nadie más. Me ha confesado, entre otras cosas, que lleva desde que empezaste a hacer de conductor del bus hace dos años, enamorada de ti totalmente. Y sería capaz de, dilo Tere.
-Teresa: ¡sí! dar la vida por ti, Lorenzo, ¡te quiero!
Diciendo esto Teresa se levanta del sillón en que veía en opinión suya de lejos a Lorenzo (dos metros) y se lanza encima de su querido conductor cual jugador de rugbi a recoger el balón.
-Lorenzo: ¡uuupps!
Es Pilar la que contempla la bella imagen de la chavala dándose su primer beso con el héroe que ha danzado en su cabecita tanto tiempo. Teresa, la que hace un rato parecía cobarde, está encima del sexualmente forzado Lorenzo que tan sólo ha aceptado el fogoso beso que la chavala le ha propinado con el uso de la fuerza. Mientras la parejita se besa Pilar se sonríe a si misma satisfecha del triunfo del arriesgado plan que hace días llevaban ella y su amiga preparando. La fiel amiga se recrea mirando ese que parece tan dulce contacto sexual de una conocidamente tímida compañera con su príncipe azul. Teresa ha tenido un valiente arranque tirándose encima del Lorenzo, pero poco después se ha visto que no está acostumbrada a hacer estas cosas pues ahora tan sólo chupa la boca del conductor permitiendo ignorante que las manos de su pareja se muevan a lo largo de su silueta.
-Pilar: felicidades Teresa.
Teresa despega su boca de la del conductor y sonriente como una galleta Matutano celebra su victoria verbalmente.
-Teresa: gracias.
-Pilar: y gracias a ti, Lorenzo, por hacer esa tan generosa concesión a mi amiga.
-Lorenzo: y qué iba a hacer si se me tira encima, je je.
-Teresa: ja ja ja.
Teresa vuelve a tirarse encima de los labios de su querido y la relación entoma una veloz recta. Pilar decide conceder un poco de solitud a su compañera en su concedido deseo y sale del bus para pasear un rato por la campiña en que está aparcado. Mientras pasea por el verde plano de vez en cuando va echando una mirada al camión. Pero la elevada estatura del vehículo junto con el reflejo de los cristales le hace imposible observar nada en su interior. Un paso tras otro Pilar contempla el resurgir de la vida que afecta el suelo y, las flores que salen en él. Sonriente como hizo tantas veces de niña, Pilar se agacha y toma la que más bella flor le parece. Se la pone en la oreja y regresa por espaciados tramos al autobús. Justo cuando Pilar pone su primer pie en la escalerita oye un;
-AYY-
Temiéndose lo mejor Pilar sube los otros tres escalones de un salto. Cuando ve lo que se esperaba encima de dos sillones en medio del autobús, da Pilar terminántemente por exitoso el plan de desvirgamiento de Teresa. Encima de dos sillones laterales está estirada su amiga con las piernas abiertas y con un enorme falo entre ellas. La cara de su amiga está un poco transformada evidenciando que la gran verga ha hecho un poco de daño en su virgen pucha.
-Lorenzo: tranquila, tranquila, tranquilízate y verás como el dolor pasa.
-Teresa: uy, eso espero. ¿Yo no soy virgen verdad?
-Lorenzo: y qué vas a ser con mi falo entrepiernas. No ha existido mujer en la historia que conserve su virgo después de haber entrado en ellas una verga como la mía. Alguna ha existido que le haya entrado una menor verga y sigue siendo virgen, pero un mango de pala como la mía no perdona hímenes.
-Teresa: je je, hablas muy bien para ser conductor de autobús. ¿Estudiaste de joven?
-Lorenzo: y tanto que estudié, de hecho tengo el doctorado en física termonuclear pero... eso de trabajar vestido de blanco.. no es lo mío. Soy más feliz llevando el autobús.
-Pilar: hola parejita (dice Pilar revelando a la encajada pareja que los estaba observando sin ser vista)
-Teresa: ah, hola. Mira Pilar, ¿me ha salido sangrecita?
-Pilar: sí, el asiento está un poco manchado de rojo. Tendremos que limpiarlo un poco.
-Lorenzo: uy, esto me recuerda que tengo que acabar la faena.
Diciendo esto Lorenzo vuelve a meterse dentro de su admiradora lentamente para que se acostumbre esta a su tamaño.
-Teresa: uy. . . . . uy . . . .uy
-Lorenzo: aún duele un poco ¿verdad?
-Teresa: no, bueno, no es de dolor que me quejo, es que me gusta mucho.
-Lorenzo: ah bien, entonces creo que hay vía libre.
Ahora Lorenzo se mete enteramente dentro de Teresa y soltando esta un intenso gemido pero que entiende él que es de placer y no de dolor, la saca y la mete repetidas veces.
-Teresa: aaah, aah, aah, aaah, aaah.
Mientras el conductor folla a su amiga, Pilar los observa feliz de ver tan bonita escena. Su amiga teniendo su primera relación sexual ante ella de una forma maravillosa. La cara de Pilar viendo a su amiga coger se asemeja a la que tendría una niña de 5 años viendo elevarse un globo aerostático. Felicidad, ilusión, gracia, ganas de recordarlo toda la vida. Pensando en ese infantil deseo de recordarlo para siempre Pilar recuerda que su teléfono celular tiene cámara de fotos. Pilar lo saca y hecha unas cuantas fotos de su amiga gozando plenamente de esa enorme verga que le infunde en la pucha una mezcla imposible de separar de placer y dolor.
-Teresa: aaah.
-chas-
-Teresa: aaah.
-chas-
-Teresa: aaah, -chas- aaah, -chas- aaah.
Cuando la memoria del celular está llena, Pilar se lo vuelve a meter en el bolsillo. Vuelve a pensar la muchacha en entregar un poco más de soledad a su mejor amiga. Sale del autobús y aún oye los gemidos de su amiga mientras paseando se aleja de él. Enajenada piensa Pilar en... ¿cómo, cuando y con quien va a ser su primera vez?