Un completo extraño
Y al decir esto me levanto y me apoyó sobre el lavabo, el se colocó encima mio entre mis piernas abiertas, notaba su poya rozando mis pantalones aún puestos, mientras me volvía a cariciar los senos.
Hola de nuevo chic@s, soy Lucía y aquí os traigo una nueva historia para compartir juntos. Espero que la disfrutéis tanto...o más que yo misma.
Era Enero y esa mañana me había levantado muy temprano a pesar de ser sábado. Tenía que coger un sitio en la biblioteca que por ser época de exámenes estaba abarrotada. Si me descuidaba un poco me quedaría sin sitio.
Me preparé, es decir: me vestí cuidadosamente. Me gustaba ir arreglada y presentable a la biblioteca porque estaba llena de chicos guapos y quien sabía lo que podría pasar. Esa mañana elegí unos pantalones vaqueros de pitillo con una blusa rosa ancha, acompañé a esta con un cinturón ancho negro y me calcé con mis botines, también negros, de tacón. Metí deprisa los apuntes en un bolso enorme que me gustaba utilizar como si fuera una mochila y un par de bolígrafos para tomar apuntes, el movil, las llaves de casa y un paquete de pañuelos. Me comí una manzana por el camino ya que no me había dado tiempo a desayunar al entretenerme con el tema de maquillarme.
Eran las 8 y media y el lugar estaba prácticamente petado. La primera planta imposible. Completa, llena de jóvenes con sus apuntes. Subí las escaleras y pasé por los pasillos de la segunda planta, la gente levantaba sus cabezas cuando oían el sonido de mis pasos al golpear los tacones con el suelo de la biblioteca. Allí tampoco había nada. Decepcionada porque no me gustaría volverme a casa y regresar más tarde a la hora de la comida, momento que la gente avandonaba el estudio para tomarse un bocadillo o irse a casa a comer: decidí ir a ver si en una sala un poco más apartada habría un hueco para mí.
No era nada del otro mundo. Simplemente estaba más escondida porque estaba rodeada de estanterias, tan solo contaba con una mesa redonda de baja estatura con un par de sillas alrededor. Como ya había dicho no era nada del otro mundo, pero era un sitio y si quería coger un libro para consultar no tendría que depender de la wikipedia o demás. Respiré aliviada cuando descubrí que si que había un sitio para mi. O al menos no parecía estar ocupado, por si acaso decidí preguntar al chico que sin pestañear apenas apartaba los ojos de sus apuntes:
-Disculpa, ¿está ocupado?
El chico levantó la cabeza y se me quedó mirando alelalo. Me respondió negando con la cabeza. Bordeé la mesa colocándome enfrente del chico y dejé el bolso encima de ella. Separé la silla y puse mi cazadora en el respaldo. Me senté mientras esparcía en mi hueco de espacio mis cosas: apuntes, folios en blanco y bolis. Una botella de agua para beber si me diese la sed y el movil a mi vera (en silencio) por si me llamaba alguien. En todo este proceso el chico no me había quitado los ojos de encima. Le miré un poco incomoda y él como disimulando, siguió leyendo sus apuntes.
Queriendo olvidar este hecho también yo comencé con lo mio. Pasó como una hora y media cuando estaba meditando un par de cuestiones de la lección que no conseguía memorizar cuando me di cuenta que me había quedado mirando al chico embobada, era de esos momentos que miras sin mirar pero cuando te das cuentas de lo que estás haciendo te centras en ello. Me di cuenta que no era un chico para nada feo, no definitivamente no era nada feo. No estaba nada mal el chaval. Tenía el pelo castaño ondulado con melenita que le llegaba hasta las orejas, se había pasado varias veces el pelo por ellas para que lo le molestaran al leer desde que le observaba, me parecía un gesto muy sexy. Disimulé un poco volviendo a revisar mis apuntes. No aguanté mucho y levanté de nuevo la mirada y me encontré con sus ojos negros que también me miraban atentamente. Enrojecí y bajé mi mirada, él hizo lo mismo y seguimos con lo nuestro. No podía ser, ese chico era guapisimo. Sin quererlo me pregunté que era lo que habría debajo de esa camiseta roja de manga larga:¿sería un hombre musculado? Tenía toda la pinta. Sin poder evitarlo me empecé a montar historias en mi mente cada vez más calenturienta, empecé desnudándolo y seguí cabalgandolo en mi imaginación. Azorada por lo que mi mente me estaba haciendo pasar decidí dar una vuelta hasta los baños y despejarme.
- Voy al baño- susurré al chaval sin saber por qué.
Me eché un poco de agua fría por la cara y el escote, ¡estaba que me subía por la paredes! Estaba humeda como nunca antes lo había estado, quería follar con ese chico, necesitaba desnudarle y comprobar si era igual que el de imaginación. Si me iba a poseer de la misma manera. ¡Madre mía! me dije: esto no puede estar pasando, contrólate un poco Lucía. Pero luego cuando vi mi reflejo en el enorme espejo del baño me pregunté: ¿y por qué no? No perdía nada por intentarlo, ¿no? Seguro que tiene novia y no me sigue el rollo, ¿pero si no es así? Lo iba a hacer. Iba a intentar tirarme a ese tío que me había puesto tan burra en tan poco tiempo.
Volví a mi asiento y el chico me miró miestras me acomodaba de nuevo, le sonreí y él me devolvió la sonrisa, era una sonrisa perfecta con todos sus dientes bien alineados, blancos ...perfectos. Un poco nerviosa por lo que iba a hacer en breves me bebí un poco de agua mientras me quitaba uno de mis botines disimuladamente y me estiré un poco, sutilmente hasta que mi pié se posó suavemente sobre su paquete, yo seguía a lo mio, haciendo como que leía interesada un tema pero podía ver por el rabillo del ojo como me miraba desconcertado. Y sinembargo no decía nada o hacía algo por quitarse mi pié de ese lugar. Le gustaba, lo sabía, así que comencé a masajear la zona con el pié sin llegar apoyarlo del todo, al principio de arriba a abajo y luego en circulos, lo que quería notar no se hizo de rogar. Fue maravilloso y creo que mojé un poco más mi tanga que estaba inundado ya alnotar su erección. Era hora de pasar al siguiente paso: retiré el pié de su caliente y gruesa polla que empezaba a presenciarse en sus pantalones y me levanté volviéndome a poner el botin en el pié y me levanté, el me miró confuso. Cuando llegué hasta él me agaché y le susurré muy cerca de su oido:
- Voy al baño- lo dije con voz picante de zorra insanciable.
Y me dirigí al baño andando lentamente, un desfile de gata, sutil, seductor y muy muy efectivo pues no llevaba ni medio minuto en el baño de chicas muriendome de ganas de saber que pasaría cuando le vi entrar, como un cordero que iba a ser devorado por el lobo cerró por dentro la puerta. Se dirigió hasta mi y sin dejarme tiempo a reacionar me atrajo hacía él con sus fuertes brazos y me besó con deseo, con pasión. Me toqueteaba el pelo, bajaba por mis hombros y espalda, me masajeaba el culo y no dejaba de besarme. Me mordía los labios, me hacía un poco de daño pero no me importaba. Estaba allí real como nunca más iba a ser. Yo le acariciaba sus pectorales, estaban marcados me volvía loca. Cuando me dejaba respirar enseguida me lanzaba a su cuello, su olor me volvía más loca. Me quité la camisa y la lancé lejos de mi, me estorbaba un montón. Cuando hice esto el que se volvió loco a ver mis bonitos pechos fue él y se lanzó como un obseso a tocarlos y manosearlos. Tenía que admitir que me encantaba la situación y que nunca podría haberme imaginado que pudiera hacer realidad mis sueños que había tenido apenas media hora. Ansiosa por descubrir su torso, ya no me valía solo tocarlo por encima le quité también la camiseta y al igual que la mía la lancé lejos. Me relamí de gusto al ver lo que acababa de descubrir, era un chico que iba al gimnasio y que le gustaba cuidarse, contenta me tiré a su pecho a lamer sus pezones, el me tiró del pelo echándome la cabeza para atrás y me obligó a mirarle:
- Me has puesto muy cachondo- le sonreí y a pesar de que me estaba haciendo un poco de daño, me estaba encantando. Cada vez estaba más húmeda.
Me volvió a besar mientras me quitaba el sujetador con verdadera ansia y liberaba mis pechos para que él los metiese en su boca, mordiese o lamiese. Estaba muy cachonda y no dejaba de sobarle el paquete por encima que no dejaba de palpitar y crecer por momentos. Me empujó hacia el lavabo hasta que mi cadera dio con el y siguió nuestra sesión de magreo y sobamiento. Con su pierna se hizo paso entre las mias y pegó su poya a mi coño y jadeé en su oreja mientras seguía besando su cuello. Impaciente, sus manos vienieron a pelearse con boton de mi pantalón, le ayudé para que pudiera quitarlo y dejé que comprobase por si mismo como me había puesto. Nos miramos a los ojos con esa mirada lasciva que no hizo más que encenderme más. Su mano aún en mis pantalones, acariciando por fuera mi húmedo tanga y yo con mis torpes manos por el placer que ya estaba sintiendo que me nublaba la mente, intentando desabrocharle sus pantalones. Retiró su diestra mano de mi sexo para que yo pudiera abrir su pantalón, cuando lo hicé no me contenté con solo eso, se los bajé y también los calzoncillos dejando al descubierto una poya gruesa y apetecible como pocas había visto. Me agaché y cogiendo entre mis manos esa maravilla de la naturaleza la empecé a acariciar. El dejó escapar un suspiro y se quedó inmovil. Me acerqué un poco más y lamí el glande noté su calor dentro de mi boca, saboreé su sabor de hombre y palpé con mi lengua la suavidad de su mágnifica poya, me introduje todo lo que pude de una sola vez en la boca mientras le miraba a los ojos, él me miró un instante pero luego los cerró para disfrutar de ese momento. Me emplee a fondo, no solo me centré en su poya, sus huevos también fueron lamidos, acariciados y absorbidos por mi boca que deseaba darle tanto placer como pudiese. El me acariciaba el cabello y llevaba el ritmo de la felación que a veces yo subía o bajaba haciendo que jadeara de puro placer.
- Vasta- me dijo apartándome con delicadeza de su deseable polla y haciendome que me levantase- te toca gozar a ti.
Y al decir esto me levanto y me apoyó sobre el lavabo, el se colocó encima mio entre mis piernas abiertas, notaba su poya rozando mis pantalones aún puestos, mientras me volvía a cariciar los senos. Una de sus manos se deslizo por mi vientre y eso me hizo dar un respingo y encoger un poco la tripa su mano iba ávida bajando hasta llegar hasta el borde los pantalones. Me los comenzó a bajar, yo levanté el culo un poco para ayudarle con la tarea, cuando consigió bajármelos hasta los tobillos, sus manos regresaron a mi cintura, una se introdujo dentro del tanga ¡Por fin! Solté un gemido casi inaudible porque enseguida me mordi los labios mientras abría un poco más mis piernas presentando mi necesitado coño y me echaba un poco más hacía atrás. Al principio su mano resvalaba por mis rajita, se detuvo un breve momento a dar placer al clitoris y mientras yo jadeaba y me movia a su ritmo, me introdujo un dedo. Me arqueè y gemi como una loca, abrí si cabía más mis piernas indicándole que no parase, con una de sus manos acariciaba mi clitorix con la otra introducía dedos sin parar, tal era mi lubricación que no me hacía daño, tan solo placer. Cuando pensaba que no podía recibir más placer y me iba a correr por primera vez, la mano con la que me estaba follando se retiró para dar paso a su lengua que juntoa el dedo que me masajeaba el clitoris, recorría como una experta mi sexo llevandome al primero de los mágnificos orgasmos que tuve ese día. Satisfecho de su trabajo se levantó, yo había cerrado mis piernas como queriendo retener para siempre esa sensación de satisfación que me había dado con ese orgasmo que me había dejado exausta pero mi amante no quería dejarme tregua alguna y abriendo de nuevo mis piernas con delicadeza volvió a la carga. Era verdad que estaba cansada, pero no podía evitar abrime de piernas cada vez que hacía amago de tocar mi coño, me hizo un dedo más antes de ir a ponerse el condón. Después colocó la cabeza de su gruesa poya a la altura de la entrada de mi coño, yo me abrí bien de piernas para dejarle paso y cuando él empezó a empujar, primero despacito y gimiendo los dos a la vez de gusto que nos daba sentir su polla caliente y tremendamente dura, abriendo mi coño. Cuando la sentí toda dentro empecé a mover la cadera al compás de las suyas. Mis manos estaban apoyadas en el lavabo para no perder el equilibrio. Una de las suyas masajeaba mis tetas y la otra estaba apoyada en mi cintura. Le rodeé con mis piernas para no separarle de mi, la quería toda dentro. Quería que sentirla en mi. Los movimientos fueron cada vez más rápidos, a la vez que aumentaron nuestros jadeos y nuestros gemidos. El grifo se me clavaba a la espalda y me hacía daño pero estaba disfrutando tanto de ser follada con tanta furia y tanta ansia que no me importaba. Él me incorporó un poco y nos volvimos a besar, sin parar de bombear, sin parar de estallar en orgasmos y fuertes gemidos. Cada vez que me corría él aumentaba el ritmo y haciendo que esa maravillosa sensación se prolongara más. Estabamos bañados en sudor por el calor de nuestros cuerpos desnudos, abrazados y por el esfuerzo que estábamos haciendo. Nos detuvimos un momento para tomar aire en mi último orgasmo, yo jadeaba en su hombro cuando se separó de mi. Notar su poya saliendo de mi coño también me hizo gemir de placer.
- Ven- me indicó. Me incorporé bajando del lavabo y me acerqué a él. Me beso con ternura pero luego empezó a hacerlo como antes: como si no hubiese un mañana. Me dió la vuelta con bruquedad y me inclinó hacía el lavabo de nuevo. Yo sabía lo que iba a pasar y me moría de ganas de ello, porque aquella era mi posición preferida: por detrás. Me acomodé y puse el culo en pompa, abriendo mis piernas todo lo que podía para dejarle una entrada triunfal a su poya por mi coñito de nuevo húmedo.
Se colocó por detrás, pasó varías veces su polla por mi rajita sin meterla, haciendo que gimiera de nuevo. La quería dentro. La necesitaba dentro. Quería sentirla en su totalidad en mi. Puso sus manos en mis caderas y comenzó a meterla, de nuevo despacito. Disfrutando de como se abría paso dentro de mi ser. ¡Era una gozada! Empezó a follarme y yo le seguía moviéndome hacía alante y hacía atrás, clavándomela hasta las entrañas, ahora si que estaba siendo follada bien por esa pedazo de polla. Pronto él empezó a tocarme el clitoris desde atrás, haciendo que mis jadeos aumentasen a la vez que él aumentaba su embestida. Me hizo llegar de nuevo a otros dos orgasmos antes de que él llegase a su primero y se dejase caer vencido sobre mi espalda.
Cuando sacó su polla de mi, nos vestimos y aseamos un poco, salimos del baño y regresamos a nuestros sitios, poco después dio la hora de la comida él se fue sin despedirse y sin darme un número de teléfono con el que poder contactar con él y repetir esa gran esperiencia. Ni si quiera sé su nombre, pero fue el mejor polvo de todos sin duda.