Un comienzo bajo la lluvia

El inicio inesperado de un adolecente en los placeres del sexo.

Me llamo Alex, y les voy a relatar mi primer encuentro gay. Tenía 15 años y estaba en tercer año de la escuela, estudiaba bachiller con orientación en psicología en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Sin ser para nada mal parecido era mas bien algo gordo, medía 175cm y 87 kilos de peso, la tez blanca y, en esa época ostentaba algunos granos o acné juvenil, el pelo largo por debajo de los hombros castaño muy claro, casi rubio ceniza.

Salí del colegio secundario a las 7 de la tarde. Había terminado una larga, tediosa y desastrosa clase de gimnasia. A esa edad la gimnasia no era mi fuerte mas bien era una asignatura que debía superar para terminar mi educación media en mi país. Era un día de invierno bastante frío y se avecinaba una tormenta bastante dura, ya que desde la mañana el cielo se había puesto gris oscuro.

Me retiré de la clase de gimnasia bastante adolorido y muy traspirado, no me había bañado en el colegio porque el agua caliente no funcionaba y decidí bañarme en mi casa, así que me dirigí caminado hacia la parada donde se detiene el colectivo que me acercaba a mi casa.

A metros de llegar a la parada comenzó la tormenta e hizo su presentación de gran manera porque la cantidad de agua que cayó en pocos minutos fue como para bañarse y así mojado esperé el micro.

Estuve en la parada media hora rogando que llegara el transporte porque con el frío que tenía y lo mojado que estaba ya había empezado a tiritar. Me cansé de esperar y decidí hacer dedo para ver si alguien me alcanzaba cerca de mi casa.

Al cuarto coche que le hice señas se detuvo un Renault 21 azul oscuro(tengan en cuenta que en esa época, recién había salido al mercado este automóvil y su valor no lo hacia accesible a cualquier persona). Se bajo la ventanilla y me preguntó hacia donde me dirigía, le contesté y me dijo el conductor que me podía acercar a unas cuadras de mi casa, así que sin pensarlo me subí al coche.

Dentro del coche el hombre se presentó, se llamaba Ramiro y tendría mas o menos 45 años (muy bien llevados porque aparentaba bastante menos) tenía el pelo negro y ojos marrones bien oscuros, su tez era blanca y vestía de sport. Me pareció era una persona muy bien parecida.

Me preguntó que hacía y le conté que recién salía de la clase de gimnasia cuando me tomó por sorpresa esta furiosa tormenta. En ese momento cambió el semáforo y puso en movimiento el auto. Conducía muy despacio porque no se veía nada de nada en la calle.

Mientras Ramiro conducía me preguntó que hacía, que estudiaba y esas cosas como para pasar el rato. Ramiro me contó a que se dedicaba mirándome a los ojos cuando el manejo del auto lo permitía. Les cuento que en esos pocos minutos que vi a Ramiro me pareció una persona agradable e inteligente, cuando hablaba gesticulaba mucho con sus manos y en cada momento que respondía alguna pregunta hacia un chiste en el cual reía y mostraba una bella sonrisa. Durante buen parte del trayecto a velocidad de tortuga por temor a algún accidente entre en confianza con él y yo también comencé a bromear y seguirle las charlas muy graciosas por cierto.

Al parar en el siguiente semáforo Ramiro se quejó diciendo una serie de malas palabras por la lentitud con que debía conducir e insultando aun más a los semáforos que lo detenía. En ese instante posó su mano en mi muslo y yo que continuaba riéndome por el insulto que había dicho y me quede inmediatamente mudo, casi petrificado. El semáforo se puso en verde y sacó su mano de mi pierna, puso el cambio, después otro y volvió a apoyar su mano en mi pierna moviéndola despacio casi como acariciándome.

La verdad es que quedé como congelado. Mi cabeza funcionaba a gran velocidad, pensaba que hacia esa mano en mi pierna y que además ¡ me acariciaba! .Él seguía hablando como si nada y mientras conducía me miraba de vez en cuando. Yo lo escuchaba y nada más. Las caricias se hicieron más rápidas, abarcando la totalidad de mi muslo izquierdo y con mayor presión; las yemas de sus dedos empezaron a rozar mi pene que comenzaba a reaccionar pese a mi sorpresa muy lentamente.

La verdad es que no sabia que pensar, en mi vida había tenido algún acercamiento con ningún hombre y para esa época con ninguna mujer. Era el tipo de adolescente que estaba en perpetuo estado de excitación y a la espera de poder tener su estreno sexual en cualquier momento. Mi acercamiento al sexo era a través de revistas y videos pornográficos y las innumerables pajas que me hacia eran el resultado de aquellas lecturas o secciones de cine casero en alguna casa de amigos. Pero volviendo a ese momento lo que realmente me éxito era el contacto de una mano que no era la mía, pero a la vez era muy extraño que esa mano fuera la de un hombre.

Ramiro hábilmente me seguía rozando con las yemas de los dedos mi pene que estaba creciendo poco a poco. La pasividad que yo mantenía hizo que él fuera un poco más osado. Con maestría empezó a acariciar mi pene con su mano derecha por encima del pantalón haciéndolo crecer a su máximo tamaño, que en esos momentos era de 15cm. De a poco su mano subió y tiro del elástico de mi pantalón de gimnasia tratando de meterse en mi interior. Su mano se acercó a mi slip que trataba de contener mi pene erecto y con habilidad metió su mano entre los elásticos de la pierna y lo tomó por primera vez. Creo que di un suspiro, despacio, inaudible y el calor que me invadió superó todas mis experiencias masturbatorias.

En un semáforo en rojo giró su cuerpo y con la ayuda de la otra mano, mientras me miraba y reía pícaramente, bajó un poco mi pantalón dejando libre mi pija. Puso en marcha el coche y acercó de nuevo su mano y me empezó a pajear. Era una mano caliente y suave que se movía como una experta, como sabiendo donde tirar y donde apretar. Cerré los ojos y con una vos sin ninguna convicción dije que esto estaba mal, Ramiro me miró y me dijo que mi pene no creía lo mismo y dando una vuelta de volante dobló en una calle desierta, estacionando a mitad de cuadra.

Afuera seguía lloviendo muchísimo y no se veía nada, las luces del alumbrado público apenas se podían ver. Ramiro estacionó el coche, subió el volumen de la radio y aumentó un poco mas la calefacción del auto cosa que hizo empañar los vidrios .

Se acercó despacio y corrió el asiento de adelante donde estaba sentado hacia atrás. Yo iba a emitir alguna débil queja pero él me apoyó una dedo en los labios y me dijo que cerrara los ojos y disfrutara algo que me iba a excitar. (no estaba muy equivocado, pero seguía con miedo y una gran confusión). Cuando todo el asiento estaba tirado hacia atrás, acercó sus labios a mi pene y lo besó despacio dándole una pequeña caricia a mi glande con su lengua mientras que con su mano subía y bajaba la piel de mi miembro. En un momento impensado abrió su boca y sentí como un calor húmedo rodeaba mi pene y era engullido por esa diestra boca. Así estuvo unos minutos lamiendo y pasando su lengua en mi duro pene. Casi como sacándome del embrujo en el que había caído sacó su boca de mi pene y me dijo que estaba incomodo y se colocó en el espacio que había quedado entre la guantera y el asiento que estaba todo tirado hacia atrás. De esa manera con mis piernas abiertas él volvió a comerme la pija solamente con la boca mientras que sus manos acariciaban mis piernas y muslos en busca del elástico de mi pantalón. Lentamente comenzó a tirar de mi equipo de gimnasia y comenzó a bajarlo, al momento aparecieron mis muslos gorditos y bien blancos, con pocos bellos rubios. Al principio me resistí me senté con todas mis fuerzas en el asiento y así impedirle bajar mi pantalón pero con una serie de lengüetazos y caricias me relajó un poco y lo bajó hasta las rodillas. De esa manera, Ramiro comenzó a acariciarme mis robustas piernas, lamiéndome y besando mis huevos casi cubiertos de bellos. Era realmente incomodo tener mi pantalón en mis rodillas cosa que hacia que mis piernas gordas se juntasen y apretaran mis testículos, él se dio cuenta de mi incomodidad y se apresuró a desabrocharme las zapatillas y comenzar a sacarme el pantalón, yo me quejé un poco diciéndole que estaba traspirado y sucio a causa de la clase de educación física pero el ni siquiera se dignó a contestarme. Con el pantalón en el piso del coche, me abrió las piernas y acerco de nuevo la boca a mi pija comiéndola de nuevo mientras que con la mano me acariciaba los huevos; la verdad es que estaba la estaba pasando muy bien y me recosté en el asiento y deje que hiciera. De un tirón suave, pero firme, me acercó al borde de la butaca del acompañante donde estaba sentado dejando al aire la mitad de mi gordita cola e inmediatamente acarició la parte debajo de mis testículos; su lengua seguía surcando mi pene con rapidez, prestancia y firmeza, yo relajado y excitado disfrutaba las novísimas atenciones que estaba recibiendo cuando de pronto sentí un dedo humedecido que me acariciaba la unión de mis nalgas intentando meterse despacio en dirección de mi ano. Al momento sentí como la yema de su dedo acariciaba los pliegues de mi ano virgen produciéndome un estremecimiento y dando como respuesta algunos gemidos suaves y vergonzosos. En el cielo de la excitación sentí como el dedo aquel que me acariciaba intentaba entrar en mi ano, instintivamente apreté mis nalgas y me incorporé como si me hubiesen dado un golpe de electricidad, Ramiro me miró, se rió y me dijo que me relajara y apoyó su mano en mi pecho e hizo recostarme en el respaldo del asiento al tiempo que volvía a su complicada tarea de introducir algo por primera vez en mi ano. Metió la primera parte de su dedo y dejándolo reposar dentro mí continuó con su mamada; cada tanto intentaba empujar mas pero yo me movía demostrándole que me molestaba. Mi calentura era de antología pero él sabedor de estas cosas seguía mamándome pero sin pajearme para hacer que no me corriera; en eso estaba cuando retiró su boca de mi pija y llevó la mano con la que estaba tratándome de penetrar la cola a su boca y lamió sus dedos ensalivándolos mucho, mientras que con la otra mano tomo mi pija y tiro toda la piel hacia abajo produciéndome un dolor y placer indescriptible haciéndome arquear el cuerpo, rió y me dijo que el sabor de mi cola era precioso, la traspiración y el olor a virginidad lo hacía calentar muchísimo, inmediatamente acercó su mano a mi cola y con un dedo bien mojado comenzó a metermelo despacio pero con firmeza, la paja que me hacía lentamente y el dedo hizo que me relajara y al final entrara todo el dedo en mi cola. Yo le dije que podía estar sucio y que me daba vergüenza pero me respondió que lo excitaba mucho y que no le molestaba eso. Despacio comenzó a meter y sacar el dedo moviéndolo poco a poco dentro de mí haciéndome sentir mucho calor en esa zona y al mismo tiempo comencé a mover la cola de un lado a otro refregándome en el tapizado del asiento

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Ramiro en ese momento se incorporó sacándome despacio el dedo de mi cola y se colocó a un costado mío a la altura de mi cabeza. Recostó el asiento del conductor y se sentó en el. Y entonces vi como comenzaba a desabrocharse el cinturón y a bajar el cierre de sus jeans sacando su pija a fuera. Estaba hinchada, pero aun no erecta y en su cabeza se observaba un brillo producto de su pre semen. Me dijo que el no era ya chico y que necesitaba mas caricias para que se le pusiera dura y tomó mi cabeza y acercó mis labios a su pija. Yo estaba nuevamente hechizado por la excitación y no pensaba mucho en ese momento. mas bien actuaba, abrí la boca como él había hecho conmigo y de esa manera entró a mi boca una pija. Era salada y pegajosa pero rica, en tanto que su aroma era muy estimulante, profundo, pero no por suciedad, sino mas bien era un olor maravilloso que no sabría explicar con palabras. Mientras mi boca chupaba esa pija que era bastante más grande y gruesa que la mía, mi boca hacía los esfuerzos para tratar de tragar los 19cm de pija que ostentaba. De a poco la pija fue creciendo hasta ponerse bien dura. Su cabeza sobresalía de forma prominente y el tallo de la pija se curvaba hacia arriba. Mientras hacia mis primeros pasos en el arte de chupar pijas quise como había hecho Ramiro antes conmigo intentar introducirle un dedo por el ano pero cuando intente acercar mi dedo a su cola él me retiró la mano y me dijo que eso era algo que tenia que ganármelo.

Cuando ya había pasado un tiempo con la pija de mi conductor en la boca retiró su pija y empujó el asiento del conductor hacia delante y sentándose en el asiento posterior. Ahora que lo recuerdo me río al pensar en esa imagen, un chico de 15 años desnudo de la cintura hacia abajo con la pija parada casi arrodillado en el asiento delantero de un auto mirando a un hombre mayor mientras se sacaba la camisa y los jeans. Cuando se saco los bóxers que llevaba puesto me dijo que viniera atrás con él. Como pude me incorporé y pase una pierna hacia él tratando de no pisar el tapizado del asiento delantero, la cosa es que quedé de espaldas a él. Inmediatamente me abrazó la cintura y sentí como su cara se enterraba en mi cola, le repetí como tonto que había estado haciendo gimnasia y que estaba traspirado y que no me había bañado pero él me dijo que no le importaba que me iba a bañar con su lengua cada centímetro de mi gorda cola, dicho esto sentí como las dos manos abrían mis nalgas sintiendo en ese momento un viento frío que me rozó mi ano, acto seguido una lengua caliente, húmeda y muy afilada comenzó a oradar mi ano virgen pero ya excitado por los masajes anteriores. Los lengüetazos como pinceladas se sucedían de forma rápida y constante mojándome cada parte de mi cola; pude sentir como la punta de su lengua intentaba en vano cruzar el umbral de mi virginidad mientras que la otra mano me tocaba la pija.

De forma imprevista me tomo de la cintura y me recostó contra el asiento delantero que había quedado tipo cama. Ahí quedé acostado con la cola hacia arriba y él se acostó contra mi cuerpo. Ese fue el momento cuando sentí su pija rozar mis cachetes gordos y blancos, mientras colocaba su pija en mi zanja comenzó a refregarse moviendo su pene ya mojado por el liquido seminal que había despedido mojándome aun mas la cola. Inmediatamente sentí su mano guiar su pija hacia mi agujerito que deseoso de ser penetrado latía. Cuando sentí la cabeza frotar mi ano me copó una sensación de miedo y le dije que no se si quería esto, Ramiro me dijo que me relajara que él sabia lo que hacia, que no me haría daño y que además me daría mucho placer. No les voy a mentir, sentí un frío recorrer mi espalada cuando la cabeza de su pija empezó el trabajo de perforación y el tirón que me produjo mi ano al ser invadido fue una sensación muy punzante que extrajo las primeras muestras de dolor de mi boca. En ese momento Ramiro detuvo su trabajo de penetración esperando que yo me recobrara y que mi ano se acostumbrara reiterándome que me relajara que eso siempre duele la primera vez pero la verdad es que yo no quería entender nada porque el calor que sentía en mi cola era muy fuerte, casi quemaba y si a eso le agregaba el dolor de la primera vez, realmente no estaba muy a gusto, pero a la vez estaba caliente, muy caliente. Le mentí diciéndole que el dolor había menguado y mordí el tapizado cuando la mitad de su pija entro en mi cuerpo, en ese instante paró de penetrarme y quedó inmóvil mientras me mordía el cuello y lamía mi oreja. Sentía muchas cosas como el latir de su pija dentro de mí abriendo aun más mi ano, su respiración en mi nuca mientras lamía mi cuello, las caricias en mi espalda y piernas... mientras estaba concentrado en esos pensamientos Ramiro comenzó a moverse adentro y afuera y con cada embate que me daba entraba aun más el taladro en mi cuerpo, cuando finalmente entró casi toda la pija apoyó sus manos en mi espalda y en un segundo que duró una eternidad empujó todo su cuerpo hacia mí rompiendo las ultimas defensas de mi derrotado ano y abriéndolo por primera vez dando al mismo tiempo un fuerte grito que aplaqué contra el tapizado del asiento mordiéndolo muy fuerte. Ramiro gruñó como un búfalo y empezó a cojerme firmemente y bombeando cada vez más rápido; le dije ahí mismo que me estaba aplastando la pija contra el asiento y me dolía así que me tomo de la cintura y me paró, todavía empalado, sentándose él en el asiento trasero y yo quedé sentado arriba de él penetrado hasta el fondo. Tomó mi pija y comenzó a pajearla mientras que él movía con poco recorrido su pija, como de esta manera seguro que no iba a acabar y la calentura que demostraba tener era grande me colocó de costado en el asiento trasero y comenzó a moverse mas rápido al tiempo que aumentaban sus gemidos y los míos, hasta que sin tocarme la pija acabé de una manera sin precedentes en mis incontables pajas. Con cada chorro de semen que tiraba mi ano se contraía y creo que eso hizo que Ramiro acabara en mi. Sentí el liquido viscoso y ardiente que recorría mis entrañas bañándome por dentro y produciéndome un placer indescriptible cuando los cinco chorros de leche entraron en mi cola. Ramiro quedó inmovilizado dentro de mí y nos quedamos quietos tratando de recobrando el aire y las fuerzas.

Ramiro sacó su pija de mi cola y con un dedo me tapo el ano impidiendo que su leche fuera expulsada por mi ano de mi cuerpo con su ayuda me puso de nuevo el slip, el pantalón y las zapatillas y me senté en la butaca que ya había tomado su posición normal ahí sentí como la leche de Ramiro bajaba y me bañaba el slip y la verdad es que fue muy lindo. Como cansado Ramiro puso en marcha el auto y me condujo a mi casa. Durante el trayecto no dijo nada pero se lo veía feliz, llegamos a la esquina de mi casa el paró el coche y me dijo que era seguro que cuando llegara y fuera al baño el semen y un poco de sangre saldrían de mi ano y que quizás me doliera un tiempo pero que no me preocupara ya que eso era normal. Se rió, me dio un beso en la mejilla y me dijo que lo había disfrutado mucho, acto seguido me entregó una tarjeta diciéndome que lo llamara mañana para contarle como estaba y que me quería verme de nuevo. Yo me reí y le dije que lo llamaría mañana mismo. Él me dio otro beso y me dijo que ya se estaba impacientando para la próxima vez que nos encontráramos. Pero esa es otro historia

continuará