Un collar, unas manos en la espalda.
Voy a follarte la boca.
Tengo bastante imaginación, quizás algún día escriba sobre algún suceso o situación morbosa que me gustaría pasase. Por ahora, no.
Decidí relatar algunas sensaciones, pensamientos y hechos reales que he tenido en mi vida. Son escritos cortos, espero que intensos, y poco explícitos en lo meramente sexual, me interesa todo aquello que lleva hasta las puertas del coño de una mujer, no lo que sucede dentro.
Eso es demasiado fácil, demasiado sencillo. Las vueltas que da vuestra mente, la mía, lo que somos capaces de hacer, de pensar, de sentir, previo a ese momento mágico, explosivo y predecible. No importa lo que una mujer moje su sexo, ni lo dura que se ponga una polla, ni como una lengua la recorre. El orgasmo mental al saber que eso puede suceder, o sucederá, es mucho más importante y vital para mí.
Esa mecha que se enciende... Yo soy de mecha corta.
En su día me sometieron sin mencionar, como ya dije, los términos Amo, sumisa, sin esposas, sin mordaza, sin órdenes previas y entregas de tanga bajo la mesa de un restaurante, y fue magnífico.
Más tremendo fue aún aquel día, el día que me pusieron un collar de perra al cuello, no como un juego, si como un torbellino de pensamientos, sabiendo que aceptaba hacer cosas que ya hice antes, pero en otro contexto, hacerlas sabiendo que realmente pertenecía a alguien. Sublime para una mujer, al menos para mí.
Ese día estaba de rodillas, nada nuevo, una mujer suele estarlo cuando se dispone a dar unos de los mejores regalos que puede dar a un hombre. Ese día me vendaron los ojos, nada extraño, ni era la primera vez, ni tampoco la última. El hombre que había puesto esa venda, me hablaba despacio, y acariciaba más despacio aún, con sus dedos mi rostro, mis pecho, mi espalda, el nacimiento de mi culo. Comentaba las curvas de mi cuerpo, los rizos de mi pelo, los labios de mi sexo, introducía sus dedos en mi boca y recorría mis dientes; encendía la mecha corta.
"Pon las manos en la espalda, laura"
Obedeci
"No las muevas de ahí, pase lo que pase"
Sentí sus manos apartar mi pelo, y entonces me rozó, el cuero de aquel collar abrazo mi cuello, tomó posesión de mi carné, aquellas manos lo abrocharron rápidamente.
No dije nada, lo hizo el.
" laura, cuantas pollas has mamado?"
La pregunta me cogió desprevenida..
" laura, cuántas pollas has mamado?"
Al repetir la frase, mi mecha comenzó arder..
7, respondí
"Bien, vas a dejar esas manos en la espalda, ni se te ocurra moverlas"
"Abre mi boca, laura, saca mi lengua"
Nunca antes un hombre se había referido a mi boca, a mi lengua, como suyas, lo hice.
Sentí sus dedos atrapar su lengua, entrar en su boca, la abrí más.
Sentí la otra mano en mi pelo, recogiendo la melena, apartó sus dedos.
Sentí su capullo sobre su lengua..
"Ni te muevas, déjala fuera"
Entró dentro, mientras su legua mamaba el mastil, y aquella mano fijaba firmamente mi cabello. La introdujo despacio, plena, hasta el fondo de su boca, hasta que su lengua lamio sus huevos.
"Muy bien, laura"
" Ahora voy a follarte mi boca"
Mis manos seguían entrelazadas en mi espalda, justo sobre mi culo, sin atreverse a mover ninguno de sus dedos, con su boca llena, con su lengua fuera.
La mantuvo dentro, empujó más, mientras la mano en mi melena, también lo hacía, mientras me ahogaba, sin quejarme.
La sacó, la metió, sin que su lengua entrará, mi saliva no daba a basto, babeaba, aquella polla se empapaba por dentro, mi barbilla y mis pecho, por fuera. Aumentó el ritmo, lo bajo, en silencio, no gemia, poseía.
Minutos preciosos, media hora de vértigo.
Antes había chupado pollas, 7 como había confesado, habían jugado con mi boca, la habían mancillado. Aquel collar marcó otra forma de hacerlo, otros momentos, a partir de ese momento ya no sería mi boca, si la suya, tampoco mi lengua, la suya. Aquel collar le daba permiso, para follarsela cuando quisiera, para reconocerla como su hogar, como el inquilino que siempre entra, sin necesidad de permiso, por estar en casa.
Pronto una cadena se sumaría a ese collar, y una cola de perra, pronto esos 3 elementos serían, mi atuendo perfecto.
Soy laura, no escribo imaginaciones.