Un coctel especial
¿Conocéis como se combina un buen vino con una decepción amorosa y una mujer que adora comer polla? ¿No? Hoy os lo voy a contar...
Como he contado en varias ocasiones, mi cuñada Susana suele viajar a Galicia para ver a su familia y se pasa allí periodos variables de tiempo. Durante esos periodos, su casa suele estar habitada por una chica sudamericana, de nombre Carol. Es una mujer de unos treinta y cinco años, pelo castaño y largo, con una perenne sonrisa en la boca y con una incontinencia verbal fuera de toda lógica si no se es sudamericano. Físicamente le sobran algunos kilitos, pero no podemos decir que este gorda, más bien… fuertecita. Practica algo de deporte y gracias a ellos no echa un gran culo.
En el último verano, cuando mi cuñada se marchó de vacaciones a casa de su madre con su hija, Olga y mi mujer, María, me pidió un pequeño favor. Su compañera de piso se iría de vacaciones dos semanas con su novio, un comercial de su misma empresa y nacionalidad. Ambos habían iniciado una relación hacia relativamente poco y estaban en aquella fase en la que se hace todo juntos, así que me pidió que le regara las plantas comestibles que tenía para que no se le murieran.
Aquí tienes– me dijo Susana, entregándome un pequeño llavero con cuatro llaves – Carol se va esta mañana, así que tú mismo. Cuando quieras te pasas y lo riegas todo bien, como sabes hacerlo – me dijo mientras bajaba del coche con el que las había acompañado al aeropuerto, dándome un beso tremendamente cerca de los labios, lo justo para que su hija no sospechara nada – cuando vuelva te lo recompensare.
Cariño, pórtate bien – me dijo a su vez María, guiñándome un ojo y comiéndome la boca sin reparos ante todos los viajeros que había en la parada de la terminal. Ella sabía que yo no lo haría y ella tenía permiso para hacer lo propio – te voy a echar de menos hasta que vengas – me dijo agarrándome la polla
Lo sé, cielo – conteste mientras le sobaba el culo sin cortarme un pelo - Dale recuerdos a tu madre y queda con Luis y Susana. Ya sabes que estarán encantados de poder cuidarte mientras yo no llegue y darte todo aquello que precises.
Susana y Luis eran dos buenos amigos del mundillo. Ella, una deliciosa hembra siempre con ganas de marcha y él, un macho con un instrumento la mar de adecuado para satisfacer los apetitos sexuales de una jaca exigente y bien adiestrada como la mía. Estaba seguro que antes de que cayera la noche, mi amigo se las habría follado el culo a las dos mientras las hembras se comían los coñitos en un delicioso 69. Y lo mejor de todo, que me mandarían el video.
Durante el día siguiente me dedique a trabajar y a hacer las gestiones para las que me había quedado en Barcelona mientras que todo el resto de la familia se desplazaba a Galicia y cuando cayó la noche, decidí acercarme a echar un vistazo a la casa de mi cuñada, en la confianza de que su compañera de piso ya habría marchado y por lo tanto, podría tomarme un buen vino, de los que le gustan tanto a ella tener en la despensa.
Cuando abrí la puerta, lo primero que me sorprendió fue encontrar la luz del comedor abierta. Mi cuñada, como buena gallega, no dejaba la vivienda sin repasar dos o tres veces que todo estuviera correctamente cerrado, incluyendo puertas, ventanas y luces. Sonreí puesto que me sabía que con el chascarrillo me iba a divertir un montón y entre en la casa, entrando hasta el comedor.
La luz no era lo único fuera de lugar. Al lado de la puerta, había un par de maletas de viaje y un bolso. Lo primero que creí es que mi cuñada no se había enterado y en lugar de marchar Carol por la mañana, lo haría al día siguiente. Mis sospechas se reafirmaron cuando vi a la compañera de piso tumbada en el sofá, con una copa de vino al lado y un par de botellas vacías. Llevaba únicamente un bikini que le iba como tres tallas pequeño, de braga en forma de tanga y con dibujos de palmeras en el sujetador. Estaba, presumiblemente borracha y con el calor sudaba copiosamente. Se había estirado a lo largo del sofá, con la pierna derecha tocando el respaldo y la izquierda casi colgando del mueble, lo que dejaba sus piernas totalmente abiertas. La tela del tanga había sido devorada por una raja totalmente depilada y solo mantenía a salvo de mi vista el clítoris y un pequeño bigotito en la parte superior del monte de Venus. El sujetador mantenía su particular batalla con las tetas y la había perdido con la derecha, que había casi escapado por debajo casi hasta el pezón.
Sonreí y saque el teléfono. Soy de los que aprovecha toda buena ocasión para hacer algunas fotos interesantes para tenerlas en su fondo de biblioteca y aquellas de una compañera de piso totalmente borracha, me parecían tremendamente morbosas. No tanto la forma que tenia de roncar, pero oye…
Una vez fotografiada, me dedique a lo mío, es decir, a regar las plantas del huerto de mi cuñada y concluido el trabajo, me senté en las escaleras que daban al porche, con una copa de vino de una botella recién descorchada. Sabía que a Susana no le iba a importar siempre que hiciera antes lo que había venido a hacer. No llevaba más de media copa cuando Carol se despertó.
-¿Carlos? – Pregunto Carol con la lengua algo trabada por el alcohol
Buenas noches, guapísima – la salude mientras levantaba la copa de vino – Me dijo Susana que te marchabas esta mañana. No esperaba encontrarte aquí
Bueno… - dijo incorporándose pesadamente. En aquel momento el sujetador se dio por vencido y dejo escapar el medio pecho que todavía contenía, dejando una dentro y otra fuera, con un pezón duro, oscuro y desafiante. Ella se miró el pecho como si lo viera por primera vez en toda su vida y luego me miro a mí y sonrió estúpidamente. Era evidente de que los efectos del alcohol todavía estaban muy presentes en su organismo – Vaya… se ha escapado – dijo volviéndoselo a guardar torpemente.
Creía que marchabas esta mañana – le dije, sin darle importancia al hecho de acabar de verle una teta – si lo llego a saber, no me paso y te dejo dormir.
Si… nos íbamos esta mañana de vacaciones – dijo, a la vez que se servía los restos de vino que quedaba en la segunda botella, lo que no suponía ni un dedo de caldo – pero el muy hijo de puta, lo ha cancelado a última hora para irse con su ex. Joder! Con la zorra de su ex! – dijo apurando la copa
Vaya… lo siento…
No pasa nada… me ha dado bien por el culo. Y no de la forma que me gusta a mí, joder!
Ante aquella afirmación no pude hacer otra cosa que sonreír. Por un momento me la imagine a cuatro patas, con aquellos cuartos traseros clavados en el sofá y me pareció la imagen de una yegua a la que vayan a inseminar.
- Que lo follen – añadí mientras levantaba mi copa en un brindis – y no de la forma que le gusta.
Ella sonrió y yo me levante. Se había sentado en el sofá, pero mantenía las patas abiertas. Desde mi posición, sentado en las escaleras podía ver el triángulo de tela que le cubría el clítoris i del que escapaba algún pelo más largo por encima del mismo.
Me levante y me senté a su lado, ofreciéndole algo de mi botella de vino. Como buena bebedora, apuro su copa y luego espero a que se la rellenara.
¿Y tú, que haces aquí? – me pregunto mientras aireaba torpemente su copa
Bueno… Susana me pidió que pasara a regarle el huerto y las plantas de tanto en tanto y como creía que ya no estarías, pase a hacerlo hoy.
jajajajaja – se rió la sudamericana con ganas – regarle el huerto…
Si ¿Qué pasa? – Le pregunte algo sorprendido.
Veras… - me comento con la gracia de los borrachos – en mi país “regar el huerto” a una mujer significa otra cosa
Jajajaja – me reí por la coincidencia – no lo sabía…
Jajajaja yo si – siguió riendo tras apurar la copa de vino recién servida, con lo que sus ubres saltaban arriba y abajo – y por lo que me conto una vez, se lo riegas muy bien jajaja.
- Vaya con la cuñada – exclame algo molesto – que indiscreta…
No te enfades con ella, Carlos – me dijo poniéndome una mano en la rodilla y acercándome la copa para que le sirviera otra ronda – me lo conto estando muy borracha. Casi como yo ahora jajaja.
¿Si? ¿Y qué te conto? – le dije tirándole de la lengua mientras le servía otra copa, llenándosela mucho más de lo normal. El hacer preguntas mientras se ofrece una buena bebida, es una fórmula infalible para obtener aquello que persigues, ya sea la verdad u otro objetivo.
¿Me prometes que no se lo dirás? – Pregunto dando otro largo sorbo hasta apurar el recipiente y mirándome con ojos traviesos – me mata si se entera…
Tranquila. Confía en mí – le dije poniendo la mano en su rodilla y llenándole otra vez la copa.
Pues me conto que tienes una lengua de lo mas juguetona y una polla gorda y jugosa. Y que cuando te corres, sueltas un buen montón de leche – me dijo sonriendo bobaliconamente - Mmmmmm
¿Mmmmmmm? ¿Te gusta la leche? – Le pregunte mientras me levantaba a buscar otra botella, puesto que la que tenia descorchada ya se había quedado seca.
Buffffff. Me encanta – me dijo como quien habla con una amiga de moda, elevando la voz para que la escuchara desde la cocina – y el muy cabrón de mi ex soltaba unos buenos chorros…
Jajajaja. – Reí mientras regresaba al comedor a por el sacacorchos con la intención de abrir la cuarta botella de la noche - No sigas por ahí, que todavía me voy a poner cachondo…
Carlos… ¿Tú me darías un buen chorro de leche? – Pregunto como si estuviera preguntando por la hora. Sus ojos algo vidriosos denotaban que el alcohol que le corría por las venas había anulado todas sus restricciones mentales y la hacía hablar sin tapujos.
Mujer… pues sí – Respondí con sinceridad mientras levantaba el corcho de la botella y tras olerlo para comprobar que no estaba picado, le servía una nueva copa a mi interlocutora - Pero tengo la mala costumbre de no soltar la leche a menos que se lo curren. Y con los años, cada vez me gusta que se lo curren más.
Buffffffff. A mí me encanta comer polla. Para mi es tan excitante y morboso que me podía pasar toda la noche haciéndolo sin que me tocaran siquiera el coño – me soltó a bocajarro tras tomarse otro trago y con la vista fijada en el fondo de su copa – mi ex decía que lo hacía muy bien… bueno, mi ex y todos los que han estado conmigo.
caray… Los hay con suerte…- Como he dicho, aquella mestiza no era un gran bellezón, pero tenía mucho morbo y además, me encanta las mujeres que no tienen miedo decir lo que les satisface sexualmente
¿Quieres que te la chupe? Así lo pruebas y ves si soy tan buena – Me soltó, mirándome a los ojos. Los efectos del alcohol eran evidentes, pero ninguna mujer, por muy borracha que este se lanza de esa manera si no lo tiene medianamente claro.
¿Tu me la chupas y yo te doy un buen chorro de leche? – Pregunte con maldad - ¿Sin más?
Si! Venga, va… - Dijo levantándose y casi cayendo en la misma acción. Era evidente que iba bastante borracha, pero tenía ganas de juerga. Se levanto y se arrodillo ante mi tras poner uno de los cojines en el suelo para no lastimarse las rodillas – va… sácatela. A ver si Susana tenía razón o me engaño…
Puesto que me lo pedía con tanta vehemencia, accedí y me baje la cremallera. Antes de desabrocharme el pantalón Carol ya tenía las manos en mi calzoncillo, intentando quitármelo para sacármela al aire. Cuando lo consiguió, gruño de satisfacción.
- Joder, Carlitos… que hermosura – dijo mientras se sacaba las tetas del bikini – como voy a disfrutar con esto…- y le pego un lengüetazo a mis pelotas – oh! Qué bueno! Me encanta como sabéis y como oléis de fuerte los tíos después de todo el día currando… joder que rico… - otra pasada de lengua a mis huevos y mi polla – como voy a disfrutar…Va… Va… quítatelo todo, que así una no puede “trabajar” bien…
Me gustan las mujeres con iniciativa, así que me quite la camiseta y poniéndome en pie, me baje los el pantalón y los calzoncillos, sacándomelos. Tras quitarme la ropa, me quite el calzado y me volví a sentar en el mismo sitio. Por su parte, la sudamericana se había quitado el tanga y separado las piernas, para volver a arrodillarse ante mí, dejando que su raja en forma de hucha se abriera, exponiendo un cada vez mas hinchado clítoris.
Puesto que la oferta de Carol incluía únicamente mi colaboración pasiva, me recosté hacia atrás y tome mi copa de vino. En aquella postura, la criolla tenía todo el terreno de juego para ella y enseguida demostró que era una jugadora experta.
Puso su mano derecha en la base de mi polla y empezó a lamer mis cojones como si fueran un helado de vainilla, dando pasadas largas desde la zona del ano hasta la base de mi miembro mientras gemía y emitía gruñidos de placer. Su mano izquierda había empezado a acariciar mi abdomen y mis pectorales.
Se notaba que le gustaba lo que estaba haciendo, puesto que dedico unos largos minutos a trabajarme únicamente los cojones, sin casi siquiera tocarme la polla y acercándose cada vez más a mi ojete, que como el resto de mis partes bajas, se encontraba perfectamente depilado.
Carlos… ¿Te importa si me corro yo antes que tú? – Me dijo sin dejar de mirarme a los ojos, entre pasada y pasada de su lengua por mis testículos – lo necesito mucho…
Sin problema, Carol – le dije volviendo a elevar con gesto indiferente la copa de vino – hazlo las veces que necesites y no te cortes usando tu boca allí donde consideres que has de hacerlo – le dije mientras me echaba algo más hacia abajo en el sofá.
La mulata entendió el mensaje y poniendo las dos manos bajo mis posaderas, reparo mis nalgas para llegar con la punta de la lengua a mi ojete. Cuando lo hizo, su nariz se pego a mis testículos y ella aspiro profundamente. El olor que desprendían mis huevos era fuerte, si bien me había duchado por la mañana, tras todo el día de trabajo aquella zona no olía precisamente a jabón.
- Oh, sí! Que rico! – Dijo ella mientras seguía lamiendo mi ojete y oliendo mis pelotas – oh! Qué bueno!
Y de repente, abandono mi ano y se metió toda mi polla en la boca, hasta la garganta. Uno tras otro, todos mis centímetros de polla entraron en su bocaza. Cerró los ojos y tuvo un profundo orgasmo mientras gemía. La vibración hizo que mi polla se estremeciera en su garganta e instintivamente, lleve mi mano a su coronilla. Ella me miró y asintió. Cuando una hembra te pide algo, todo caballero se lo da, así que entendiendo lo que me pedía empecé a apretar su nuca para luego soltársela, con lo que pase de que me la mamara a ser yo quien llevara el ritmo de la follada de garganta.
Un rato después, mi polla y mis huevos estaban llenos de las babas de Carol y ella única y exclusivamente producía un ruido entre los gemidos que anunciaban un nuevo orgasmo: Gloo, gloo, gloo
Antes de que mis huevos presionaran para descargar, aquella hembra se había corrido unas cuantas veces, haciendo bueno lo que me había dicho respecto a que disfrutaba con una polla en la boca. Sin haberse tocado siquiera el coño, se había corrido cinco o seis veces y por la cara que ponía, el próximo orgasmo estaba en camino.
Estoy a punto de correrme, Carol – le dije mientras descendía el ritmo de la follada de garganta a la que la estaba sometiendo - ¿Dónde la quieres?
En mi boca! Échamela en la boca! Quiero ver cuanta sacas! – Dijo con el hablar pastoso mezcla de las babas que le caían hasta las ubres y del alcohol que le corría por la sangre – Me gusta más cuando me la clavan en la garganta y eyaculáis sin avisar, pero quiero ver cuanta sacas, por favor…
Estaba de acuerdo. Es más morboso vaciar los cojones en la garganta de una zorrita como aquella mientras pegas su nariz contra el pubis a base de apretar, pero siendo la primera vez que me la chupaba, estaba dispuesto a ceder… un poco, así que volviéndole a meter la polla en la boca la volví a agarrar por el pelo y mientras apuraba mi copa de vino, le folle la garganta hasta que mis huevos chocaron contra su mentón una y otra vez.
Ella puso sus manos sobre mis piernas para aguantar la empotrada y en poco menos de dos minutos, volvía a gemir de aquella forma tan característica anunciando un nuevo orgasmo. Esta vez, sin embargo, yo no me contuve y permiti a mis huevos descargar en la boca de aquella suramericana.
Una, dos, tres… hasta seis chorros de leche solté en la boca de Carol, que como buena mamona, había dejado únicamente los labios pegados a la punta de mi glande y me pajeaba con su mano derecha mi empapada polla mientras me miraba a los ojos.
Cuando noto que no había más semen por salir, sonrió y se retiro de mi polla. Luego, alargo la mano y agarro su copa, que había quedado sobre la mesita y tras ponérsela bajo la boca, la abrió. Todo mi abundante semen cayo por efecto de la gravedad y se mezclo con el apenas dedo de vino que quedaba en la misma. Ella, satisfecha, la elevo hasta sus ojos y la estudio con la mirada todavía cristalina.
Joder, Carlos – Me dijo con todavía un hilo de semen en la barbilla, mientras movía la copa de la misma forma que se hace para oxigenar el vino, pero en esta ocasión, mezclando lefa y bebida – Susana no mentía… vaya descarga me has echado… Me encanta…- Y diciendo esto, apuro el contenido del cáliz, dejando que resbalara por su garganta la mezcla de Marques de Riscal y leche caliente – Que delicia… podía acostumbrarme a esto…
Bueno… ahora que sabes cómo hacer la mezcla, no veo inconveniente en que cuando quieras saborearla, me lo digas – le conteste mientras le acariciaba la cabeza como a una buena perrita y recogía mi teléfono móvil de encima de la mesita, parando la grabación de video que había realizado desde casi el inicio de la mamada.
Lo hare, Carlos… Lo hare – dijo mientras apuraba los últimos rastros del denso combinado…
Y la verdad es que lo hizo… muchas veces, pero, como dicen por ahí, esto ya es otra historia…