Un Club Nocturno Llamado Deseo
Mi figura contoneándose tras el cansancio de un día arduo de trabajo, con la ilusión de encontrar un lavabo descente desencaderaron el despertar de mi Ego ninfómano...
Hacía frío y todo estaba oscuro, mis pezones empezaban a incorporarse y sentía como mi coleta rozaba en uno de ellos, la calle era estrecha, mis pasos empezaban ya a flaquear y los hombres mi silbaban y reían, tenia ganas de ir al lavabo, no aguantaba más, todos los establecimientos comerciales a esa hora estaban cerrados menos uno y en éste empieza mi historia.
Me acerco a la barra y un hombre mugriento se acerca, ¿Qué tenemos aquí? Y todas las miradas de camioneros obesos, mujeres desagradables se fijaron en mí, necesito un lavabo respondí, y todos reían, ¡La princesita necesita mear! Grita sin miramientos el de la barra, en ese momento las luces rojas del escenario se encendieron de golpe y una mujer con unas tetas enormes inundaron todo mi campo visual, la mujer algo mayor para mi gusto lucía hermosa, atenta a todas las miradas de aquellos animales sedientos de leche, la música estalló de golpe en mis tímpanos y dos manos atroces se aferraron a mi culo. ¿Tenías ganas de mear, no preciosa? Y el muy cerdo abre la boca y obligándome a ir tras él me introduce en una especie de cuarto apestoso. No logre fijarme bien en su cara hasta que encendió la luz, un hombre corpulento y seboso, de unos 50 años aproximadamente. Olía a cerveza y a sudor, un olor penetrante que después de unos minutos desapareció, no sé si por el pánico que sentía o por la extrema humedad que había en el cuarto, lo cierto es que empezó el miedo a apoderarse cuando me sentó de un solo golpe en una silla, me subió el vestido que llevaba puesto y me arranco el tanga, cualquier movimiento que hiciera en su contra podría muy fácilmente partirme el cuello, cosa que me repetía hasta la saciedad, con el tanga me ato las manos. ¡Méate en mi boca que tengo sed putita! me ordenó, pero era imposible, no podía, ¿No quieres mearte zorra?, no puedo le respondí tras un sollozo, ¡verás como sí puedes, yo te enseñare a mear! y apretándome debajo del vientre empezó a beber, relamiéndose, chupando y succionando hasta la última gota.
Ya no podía fingir más, mis gemidos eran ya muy evidentes y al percatarse de ello me levanto de un tirón abrió la puerta y me subió al escenario gritando que estaba lista para el siguiente acto. Todo me daba vueltas, la mujer algo maltratada por la vida de tetas enormes fue a mi encuentro, me restregaba sus enormes ubres, mi respuesta ante tal estimulo fue mamar y no despegarme de ellas, las cuales alternaba con una cadencia casi feroz, ella por su parte levantaba mi vestido y les mostraba a todos mi culo en pompa, hasta que sentí como dos manos ásperas empezaban a darme cachetes, uno tras otro hasta dejármelo totalmente rojo. Cuando me incorpore, pensando que ya todo había acabado y preguntándome el por qué de mi reacción sumisa y hasta agradable, vi. como la mayoría de todos los hombres del local se masturbaban y como la rubia a la que había magreado y mamado con total desfachatez se acercaba a la zona derecha recolectando semen en su boca, eso imagine que me tocaría a mi sin duda y una arcada prominente se clavo en mi estómago, dos hombres fornidos se abalanzaron hacia mi conduciéndome hacia el lado izquierdo de la sala, pero mi sorpresa fue que no recibiría el mismo trato que la artista estrella en cuestión, a mi me tocaría todo el cuerpo. Se fueron acercando como perros en celo, de dos en dos era tocada, lamida y follada sin concesión alguna, mis gritos y mis llantos no servían, al contrario daban más juego a esos bestias, perdí la cuenta de cuantos me follaron hasta cansarse.
No supe como, pero me encontraba ya en la calle, bañada en semen de pies a cabeza, mi pelo todo mojado, mi vestido hecho harapos, segregando todo tipo de fluidos por todos los agujeros de mi cuerpo, caminé como pude hasta la parada de un autobús nocturno, mi vida me importaba muy poco en esos momentos. Eran las tres y media de la madrugada de un Viernes, apestando a semen, cerveza y meados de todos los tipos, subí, suerte tuve ya que solo se encontraban dos tíos a cada extremo me senté en la mitad del autobús de cara a la ventana, no queriendo pensar en lo sucedido y soñando con una ducha de inmediato para deslastrarme de todo código genético, sentía susurros los dos tipos de la parte trasera del autobús se conocían y se fueron acercando poco a poco, hasta tener uno a mi lado y el otro detrás pegando su aliento a mi nuca, el de mi izquierda no paraba de repetir lo puta que era, que no debían dejarme sin el toque final de mi gran bacanal del viernes, y así fue, su mano empezó a subir por mis muslos rápidamente dándose cuenta de que mi ropa interior brillaba por su ausencia, abría las piernas poco a poco ayudándole a que encontrara el tacto que buscaba para que su polla reventara de gusto, estaba cansada y quería que ambos terminaran rápido conmigo. Mientras el de atrás me tiraba de la coleta llena de semen hacia su polla para que se la comiera, el de la izquierda me quitaba el vestido como podía dejándome completamente desnuda, el conductor paró el autobús y se unió a nosotros aportando ideas de movimientos: "ponerla en el medio chicos y compartir ¡no seáis egoístas!"y tras sus palabras me incorporaron manteniéndome erguida. Los dos chicos jóvenes me metian sus pollas por la vagina y el culo sin miramiento alguno, mientras que el chofer me obligaba a abrir la boca y a implorarle que me la metiera mas adentro cuando éste me la sacaba bruscamente, me restregaba su pene con furia, el muy cabrón sin avisar se corrió en mi boca, obligándome a no tragármelo y restregándola de nuevo, los otros dos viéndome en tal estado no tardaron en correrse. Les limpie afanosamente y me dejaron en la puerta de casa no sin antes prometerme que al día siguiente me harían una visita con sorpresa incluida.
Mi deseo fue siempre sentirme deseada por todo aquel que me viera, solo faltaba el sitio y los hombres no intelectuales adecuados.
Continuara