Un cliente me usó como su juguete 3

El final de esta historia, en la que el pobre Marcos ha sido violado tantas veces. Ahora tiene un nuevo compañero en el sótano. ¿Encontrará al fin la manera de escapar o....?

Hola a todos, sé que prometí que este relato sería publicado la semana pasada, pero he estado muy ocupado y me ha sido imposible, pero bueno, más vale tarde que nunca. Este es el último capítulo de esta historia. Ya estoy preparando otro relato que será publicado próximamente… Espero que lo leáis… En fin, sin más preámbulos, comencemos el capítulo.

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Un cliente me usó como su juguete 3

De pesadilla en pesadilla

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Un relato de El Enterrador

Hola a todos, mi nombre es Marcos García y tengo 18 años. Mi vida ha cambiado rápidamente en los últimos dos días. Anteayer fui violado en el parque por un adolescente, que resultó ser el hijo de mi jefe, pero eso no es todo, éste y mi jefe, me han secuestrado para venderme como esclavo. Yo antes era heterosexual, o eso creía… Cada vez lo tengo menos claro…

Desperté en aquel sótano sin saber cuántas horas habían pasado y, para mi sorpresa, al mirar a la derecha, encontré encadenado de pies y manos a la pared a Christian, el otro camarero con el que trabajaba. Intenté llamar su atención, pero seguía dormido. Me preguntaba cómo le iba a explicar la situación cuando el jefe entró por la puerta.

-Vaya, vaya, parece que la primera presa ha despertado. ¡Héctor! ¡Baja, que vamos a empezar con la diversión!-dijo el jefe gritando.

Aunque estaba muy oscuro, pude vislumbrar la figura de Héctor bajando la escalera. Cuando se acercó a la parte del sótano iluminada por la ventana pude verle claramente. Estaba vestido con un pijama de invierno, que marcaba su monstruoso bulto para mi deleite. Si, aunque me cueste reconocerlo, no podía apartar la mirada de esa gigantesca cosa.

-Um...Um…¿Dónde estoy?-dijo Christian desperezándose.

-Bien, parece que ya estamos todos. Christian, como estoy muy cachondo, no me voy a detener a contarte la historia completa, pero el caso es que te hemos secuestrado y te venderemos como esclavo sexual. Pero antes, hay que adiestrarte-dijo el jefe acariciándose el paquete de una forma que me recordó a Héctor.

Héctor parecía no creer lo que estaba pasando porque empezó a patalear y a gritar. Yo sin embargo permanecí quieto, pues supuse, que el castigo sería muy severo si le seguía el ritmo. El jefe puso una expresión de asco y se sacó una especie de mando del bolsillo. Después, pulsó el botón que ponía “On”. El cuerpo de Christian comenzó a convulsionarse, como si fuera un pez fuera del agua.

-La desobediencia tiene su castigo, os hemos colocado un chip electrónico que os da unas buenas descargas eléctricas cuando nosotros queremos-dijo el jefe, y después pulsó el botón “Off”-Además de hostelero, soy ingeniero, jeje.

Christian pareció exhausto después de la descarga, aunque me figuro que no es solo por eso, sino también por los hechos que estábamos viviendo. El pobre me miró cansado y con rabia, “¡Tú! ¿Es que no piensas hacer nada?” Me gritó, mas no había nada que yo pudiera hacer. Los dos estábamos condenados.

-Bien, papá, comencemos. Ya sabes, cada flor con su capullo-dijo Héctor con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡En eso estamos de acuerdo! ¡Sois unos capullos!-dijo Christian, que creo que no entendió muy bien la metáfora de la que Héctor hizo gala…

-No, idiota, se refiere a cada uno seréis follado por uno de nosotros-dijo el jefe sonriendo.

Pero, Christian, que parecía ser mucho más valiente de lo que yo recuerdo, le escupió desde su posición. Su escupitajo, brillante, bañado únicamente por la majestuosa luz de la Luna, sobrevoló la estancia y fue a parar, como no, a la mejilla izquierda del jefe. Entonces, el jefe rojo de ira, volvió a pulsar “ON”. El cuerpo de Christian volvió a convulsionarse como una perca marina, recién salida del agua. Después de un rato, que supongo que se le haría eterno al pobre Christian, el jefe pulsó “OFF”.

-¡Agh! ¡Así aprenderás! ¡Hijo, encárgate de él! Yo me ocuparé de otro-dijo el jefe mirándome de reojo.

-Ni de coña, viejo. Esa puta es mía, yo la he domesticado y es para mí-dijo Héctor enfadado.

-Está bien, está bien, pero no te encariñes demasiado con él porque ya tenemos un cliente interesado-dijo el jefe-Bien, ¿quién empieza?

-Empieza tú, viejo, así aumentamos la agonía de esa puta al ver como te follas a su rabioso amiguito-dijo Héctor sonriéndome con sus gélidos ojos.

El jefe no respondió, simplemente sacó una correa de su bolsillo y se la encadenó a Christian al cuello. Éste no dijo nada, simplemente miraba al suelo y no se movía. Después desencadenó de pies y manos al pobre chaval. Mientras tanto, Héctor cogió una silla y se sentó, sonriendo, como siempre.

-Bien, ahora te vas a arrodillar y me vas a chupar la polla, si no lo haces, ya sabes lo que te espera-dijo el jefe con tono serio, tono que solo le había oído cuando le pedía un aumento de sueldo. No me puedo creer que sea esa misma persona.

Christian simplemente se arrodilló, en su mirada se podía ver la derrota, supongo que la misma que se podría ver en los míos. El jefe, pese a su edad, seguía pudiendo follarse a más de uno… Se bajó los pantalones y…. ¡Madre de Dios! Una polla de dimensiones astronómicas apareció ante nosotros. Si la de Héctor era grande, la de su progenitor debía ser gigantesca, y me quedaría corto. A diferencia de Héctor, su polla era totalmente peluda.

-¿A qué esperas?-dijo el jefe sacándome de mi trance.

Héctor con expresión de asco se la metió en la boca poco a poco, pero según mis experiencias en violaciones, el violador no se muestra paciente y cariñoso, y este fue lo que hizo el jefe, metérsela entera de una vez. Los ojos de Christian se abrieron como platos y de lo más profundo de su garganta, nació una increíble arcada. Rápidamente se la sacó de la boca y comenzó a toser, algo totalmente comprensible, ese instrumento debía superar los 25 cm.

El jefe puso cara de asco y cogió a Christian de la barbilla. “Parece que no sirves para chupar una simple polla, bueno, por hoy no te follaré la boca, pero ese culito no se escapará tan fácilmente. “Por favor, jefe, no lo haga, por favor”dijo Héctor mientras unas lágrimas se deslizaban por su mejilla, lo que hizo que se me enterneciera el corazón. El jefe, sin embargo, se agachó y sacó su lengua para lamerle las lágrimas a Christian. “No” respondió.

Mientras Christian seguía sollozando, el jefe le dió la vuelta y sin ningún tipo de lubricante ni nada parecido, se la metió entera en el culo. Podéis imaginar que lo desgarró completamente. El gritó que emitió Christian debió haberse oído en todo el vecindario. La cara de Héctor estaba rara, tenía los ojos completamente abiertos y no se movía, la cara del jefe esbozaba una sonrisa cruel y mi cara debía ser de total horror, pero no era la única, Héctor, justo al lado de su padre tenía la misma cara de horror que yo.

-¡¿Qué coño…!? ¡Papá! ¿¡Se puede saber que estás haciendo!?-dijo Héctor asustado.

-Calla, pipiolo, así es como se adiestra de verdad-dijo el jefe.

Durante los siguientes 15 minutos, Héctor y yo contemplamos como el jefe violaba violentamente a Héctor, sin ningún ápice de compasión. Yo hacía rato que me había dado cuenta de que Christian estaba inconsciente, pero me daba miedo decir algo. Cuando el jefe se corrió dentro del culo de Christian, todo había acabado.

-¿P-p-pero qué...?-dijo Héctor todavía en estado de shock señalando el culo de Christian que empezaba a sangrar.

-¿Eh? ¿Qué mierda es esta?-dijo el jefe mirando la sangre.

-¡Rápido! ¡Hay que llamar a una ambulancia!-dijo Héctor corriendo hacia las escaleras.

Pero su padre le agarró del brazo y lo paró en seco. “Nada de ambulancias, igual tienes razón y me he pasado un poco, pero se le pasará” dijo el jefe. “¿¡Que se le pasara!? ¡Se va a desangrar! ”Gritaba Héctor fuera de sí. “Vale, vale, lo llevaré a un amigo mío que es médico, así no hará preguntas… Tú quédate adiestrando a éste” dijo el jefe señalándome. El jefe se llevó arriba el cuerpo de Christian y nos quedamos solos. De repente, Héctor comenzó a llorar.

-M-marcos…-dijo llorando y mirándome, era la primera vez que me llamaba por mi nombre. Eso hizo que se me ablandara el corazón.

-¿Q-qué te pasa?-pregunté yo extrañado.

-Y-yo...sniff...Yo…Yo no quería esto….-dijo entre sollozos.

Su mirada fría había desaparecido, ahora solo quedaba la sonrisa de un niño triste, que no quería hacer daño a nadie. Podría parecer que el era mucho más maduro que yo, pero no, en ese momento me di cuenta, él era solo un niño, un niño que sólo hacía caso a su papá.

-Ya….¡¿Entonces por qué me has hecho todas esas cosas horribles?!-dije yo enfadado.

-Y-yo… Yo no quería hacerte daño. V-verás, tú me gustas, desde que te vi por primera vez…De hecho…El cliente que se pudo en contacto con mi padre…Soy yo-dijo él…¿sonrojado?

-N-no te creo…-dije yo apartando la mirada.

-Verás… Te contaré la verdad…-dijo el chaval antes de comenzar a contar su historia.

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Desde pequeñito, supe que mis padres no eran felices, discutían por todo, pero no sabía por qué. Hasta que un día, a mis 12 años, pillé a mi padre en el baño pajeándose con una revista porno gay. Él no me vió a mí, pero yo sí a él, al principio, me asqueó la imagen, pero por alguna razón… No pude apartar la mirada. Cuando salió del baño me escondí y le seguí para ver dónde escondía la revista.

La escondió debajo de su cama (Qué cliché…). Así que iba ahí cuando me quedaba solo y me masturababa como un mono, al poco tiempo, acepté que era gay. A la primera a la que se lo conté fue mi madre, me respondió con un tortazo en la cara y me dijo que era asqueroso. Pude a ver a través de sus ojos que me odiaba, snifff ME ODIABA, sniff ¡¡¡¡¡ME ODIABAAAAAA!!!!!! Snifff

Al día siguiente, al llegar del colegio, abrí la puerta de casa y me encontré a mi madre muerta en el suelo, bueno, mi madre sin cabeza. Grité como un loco hasta que llegué al comedor, allí vi a mi padre sentado en el sofá, me miró, me sonrió, y me mostró la cabeza de mi madre.

El miedo invadió mi cuerpo, pero me dijo que no me preocupara, que a partir de ese día, podríamos ser libres y felices, y después, me dormí en su regazo. Después, ideó todo este plan… Pero… Pero… Yo no quiero hacer daño a nadie… No...No….¡No!...¡¡¡NOOOOOOO!!!!

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En ese momento, lo entendí todo, y supe lo que debía y quería hacer. Le pedí que me desatara, y así lo hizo. Entonces lo abracé, lo abracé con todas mis fuerzas… “Ya no hay nada que temer” le dije al oído, “Te perdono”.

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(3 horas después…)

-¡Hijo! Ya estoy en casa, Christian la ha palmado, pero bueno… Tenemos a Juan en el bar… Seguro que ese chupa mejor...Jejejeje. ¿Hijo? ¿Dónde estás?-dijo el jefe al llegar a casa.

Antes de continuar con esta historia, me gustaría describiros un poco la casa, para que no os perdáis. Ante la puerta principal, estaba la escalera a la segunda planta y un pasillo que llevaba a la cocina y al comedor. En la segunda planta había tres habitaciones y dos baños. Luego, justo al lado de la entrada principal, estaba la puerta del garaje, el cual, llevaba al sótano. Bien, continuemos.

Cuando el jefe se disponía a abrir la puerta del garaje, se abrió la puerta en una de las habitaciones de la segunda planta, de ella salió una persona, una persona que llevaba una motosierra y una máscara de jockey, en clara referencia a cierto personaje cinematográfico cuyo nombre no es necesario mencionar.

El jefe, austado, se dirigió a esta persona. "¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?" Dicha persona no respondió, sino que accionó su motosierra y gritó: "DEATH!

★” Dicho esto, saltó hasta la planta baja sin usar las escaleras (una proeza increíble) y sin pensarlo siquiera cortó en dos el cuerpo del jefe.

-¡Y ahora el Cinematic Record!-gritó la persona enmascarada.

-¿De qué hablas?-dije yo saliendo de mi escondite, el garaje.

-Eh...Nada, me he emocionado..Jeje..-dijo Héctor quitándose la máscara.

-Bueno, todo ha terminado, gracias, Héctor, eres un buen chico-dije yo sonriendo.

-G-gracias, ¿eso significa que yo también te gusto?-dijo él sonrojado.

-Je… Claro, ven, abrázame-dije abriendo mis brazos.

Nos fundimos en un abrazo super cálido. Entonces lo hice, lo apuñalé por la espalda. Le inqué una navaja que había encontrado en el garaje. Antes de que me pudiera devolver el golpe con la motosierra, le dí una patada y lo tiré al suelo, alejándolo de mí. Se quedó ahí en el suelo, y me miró con esos ojos tiernos, que habían perdido toda la frialdad. Ahora era yo el que lo miraba con esa frialdad.

-¿P-p-por qué?-dijo él llorando.

Entonces sonreí, mi sonrisa no expresaba calidez o bondad, expresaba esa misma frialdad que acabo de describir. Lo miré:

-Bueno… Me has servido bien como juguete para librarme de tu padre… Pero ya no tienes utilidad… Antes yo era tu juguete.. Pero ahora… El juguete eres tú.

Esas fueron las últimas palabras que oyó… Después…Se murió. Yo ya sabía que mi vida estaba acabada, pero no me importaba, en esos dos días, mi vida cambió para siempre. Me volví sádico, cruel, duro, y…..gay. Sé lo que estáis pensando, y tenéis razón. Yo no me volví gay, nací así. Esta experiencia me ayudó a descubrirlo y a la vez a odiarlo.

Yo podía haber tenido una vida normal, la vida normal de un homosexual, tener novio, salir con chicos, ir a bares de ambiente… Sin embargo, preferí la soledad, la terrible soledad de un asesino…

¿Continuará?

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Bueno, aquí acaba esta historia, la verdad es que quería un final trágico, pero como vi que quedaría cruel matar al protagonista, lo he dejado vivir, atormentado, claro, por lo que ha pasado. Quizá algún día vuelva a escribir sobre él. Pero por ahora, paso.

La verdad es que este capítulo tiene poco sexo… Y eso no puede ser… Así que, aquí tenéis un extra totalmente sexual. Espero que os guste:

OS SALUDA

EL ENTERRADOR

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Extra: El juguete se convierte en el jugador

Después de decirle que le perdonaba, empecé a urdir un plan en mi cabeza. La verdad, es que toda mi inocencia y bondad habían desaparecido, pero es normal, pasé por una experiencia traumática. Jamás superable sin ayuda psicológica.

-¿Qué te parece si, por primera vez en tu vida, hacemos el amor?-le dije al chaval al oído.

-¿D-de verdad?-dijo él emocionado.

-Claro-dije sonriendo.

Entonces lo arrodillé delante de mí. Esta vez yo llevaría el control. Ya estaba desnudo, así que le ofrecí mi polla de 18 cm al chaval. Este se la metió en la boca de una vez, parecía disfrutar el momento. Entonces, comencé a acelerar el ritmo follándole la boca. Él parecía acostumbrado a dicho tratamiento, puesto que no presentó ninguna arcada, a saber cuantas veces se lo había follado el padre…

Mientras me la chupaba no apartaba la mirada de mí, sus ojos brillantes me miraban como si fuera un cachorrillo abandonado, casi me daba pena lo que le iba a decir, pero como ya he dicho antes, yo ya no sentía absolutamente nada, así que me limité a sonreírle.

Él ponía su mejor esfuerzo en su mamada, pero yo ya me estaba cansando, así que le pedí que se sentara en mi polla. Él me obedeció y se montó en mi polla. Comenzó a cabalgarme como si de una yegua en celo se tratase. Él no paraba de gemir, mientras se penetraba con mi polla, yo, por otro lado solo le observaba y suspiraba de placer. Las tornas se habían cambiado completamente. De repente, paró.

-Eh.. Esto… Me gustaría que me follaras por atrás tú, ¿t-te apetece?-dijo él mirándome sonrojado.

Entonces acerqué mi cara a la suya y le lamí de arriba a abajo, mientras sonreía le dije “La próxima vez que pares sin mi permiso, lo vas a pagar caso”. Después, le agarré violentamente del pelo y le dije:

-Solo te daré lo que quieres si me lo suplicas-dijo con cara seria.

-P-por favor…-dijo él sonrojado.

-¿Por favor qué?-dije con tono autoritario.

-Por favor, fóllame-dijo él mirándome a los ojos.

No tardé en cumplir su deseo, le dí la vuelta poniéndolo a cuatro patas y lo penetré poco a poco, habiendo presenciado tal incidente, no estaba dispuesto a matar a otra persona. Una vez que entró toda, le agarré del pelo y le dije:

-No pares de gemir, me gusta tu timbre de voz cuando gimes, pídeme más-le dije al oído, la verdad es que ni yo mismo me reconocía.

Seguí embistiéndole repetidas veces mientras él no paraba de gritar pidiéndome más y más, hasta que se corrió sobre su vientre y yo me corrí dentro de él. Los dos acabamos agotados en el suelo del sótano.

-Oye… ¿Ahora que vamos a hacer?-dijo él agotado.

Miré alrededor del sótano para buscar algo con lo que…

-¡Ajá! ¡Ya sé lo que vamos a hacer para ser libres!-dije yo emocionado.

-¿El qué?-dijo él extrañado.

-¿Has visto la película Viernes 13 (Hala, ya he dicho el título de la dichosa peli)?

FIN