Un clérigo de Eleir (4: El castigo definitivo)

Dealin iba a ser castigada por muchas razones, había desobedecido a su obligación de rezos como acólita de Eleir, había compartido el baño con alguien de otro rango...

Dealin iba a ser castigada por muchas razones, había desobedecido a su obligación de rezos como acólita de Eleir, había compartido el baño con alguien de otro rango, había usado el anillo de procreación para sí misma y, lo más importante, había descubierto de algún modo mi sala secreta. Dealin iba a ser castigada, y yo sabía cómo.

Me dirigí primero a mis aposentos, tenía que preparar unos cuantos conjuros sobre mí mismo para poder ejercer el castigo convenientemente y para poder aguantar el esfuerzo físico que conllevaba.

Tras usar una larga lista oculta en uno de los cajones me volví a vestir con mi túnica y retorné a través del pasillo en dirección al baño, pasé de largo la puerta y seguí a través del pasillo hasta la habitación de la azabache mujer.

La voz de su inquilina me invitó a pasar.

La chimenea estaba apagada y únicamente una vela sobre el escritorio daba algo de luz a la estancia, Dealin estaba sentada de espaldas a la puerta en una robusta silla frente a la candela inexistente.

  • ¿Qué crees que estás haciendo para no asistir a los rezos clericales?

  • Me encontraba realizando otras cosas, Lord Dine.

Dealin se levantó y fue cuando pude ver que estaba totalmente desprovista de sus ropas, únicamente el anillo era su vestimenta y su sexo empezaba a mostrar signos de humedad.

  • Voy a tener que castigarte, Dealin.

La acólita bajó dramáticamente la cabeza en una acción de disculpa.

  • Lo sé, y acepto el castigo de Dios.

Ambos sonreímos mientras me despojaba de todas mis ropas y me acercaba a ella.

Finalmente iba a poseer a la perla oscura del templo, y eso bien merecía una buena recompensa.

Coloqué mi mano sobre su humedecida raja mientras nos fundíamos en un apasionado beso que hizo que mi verga saliera totalmente disparada hacia arriba.

Dealin se separó un poco de mí y bajó la vista hacia mi pene, con una pícara sonrisa se volvió de espaldas y con un suave contoneo volvió a tomar asiento frente a la chimenea.

Me acerqué frente a ella y pude comprobar como se había abierto de piernas sobre los reposamanos, me arrodillé y empecé a lamer superfluamente sobre el vello, su sabor empezó a abrirse paso entre mis sentidos hasta que finalmente hundí mi cara en su abertura y empecé a lamer su interior mientras mi subordinada empezaba a gemir al compás de mis lametones.

La acólita se inclinó levemente y empezó a acariciar mi melena mientras seguía gimiendo y pidiendo más.

Paré de lamer y empujándola contra el respaldo empecé a mordisquear sus pezones hasta conseguir que mostraran toda su erección, momento en que empecé a chupárselos, Dealin gritaba de placer a pleno pulmón mientras mi lengua seguía dando rodeos a sus pezones, bajé mi mano derecha hasta su concha y tras recoger sus fluidos los restregué en sus pechos. Empecé a lamerlos mientras saboreaba nuevamente su suave néctar con el ruido de gemidos de fondo.

Su suave mano me separó de sus pechos y me habló con un susurro casi inaudible.

  • Quiero que me la metas hasta el fondo, puede que así llegue a aprender la lección.

La levanté y me senté en su lugar exponiendo mi torre en dirección casi vertical, con ambas manos en sus caderas guié su cálido agujero hasta mi polla, no hizo falta que hiciera nada más, Dealin se puso a cabalgar sobre mi verga con velocidad cada vez más rápida y con gritos aún más fuertes.

Yo miraba a la amazona con ojos embelesados mientras su ritmo no parecía decaer, finalmente lancé un chorro de semen en su interior que mi oscura caballista que recibió con un agudo grito, se apeó de su montura y empezó a limpiar con sus propias manos el semen que se había derramado por su conchita.

  • Ha sido un buen castigo, aunque no has conseguido que me corra.

  • Y... ¿quién dice que ha terminado?

Dealin se volvió hacia mí y tras bajar la vista hasta mi miembro comprobó como seguía totalmente erecto:

  • ¿Así que conjuros?, bueno, entonces no me quedará más remedio que agotar toda la magia para cumplir mi castigo.

Con una sonrisa se acercó y arrodillándose empezó a lamer la cabeza de mi miembro recogiendo parte del semen que había descargado, se relamió varias veces antes de ponerse en pie y poner en pompa su oscuro trasero.

Rápidamente me levanté y tomándola de su cintura empecé a embestirla una y otra vez por su ano sin ninguna dificultad.

  • Veo que estás muy entrenada, Dealin.

  • Es que he sido mala, milord.

Aumenté la fuerza de mis embestidas hasta conseguir meterla entera, saboreé el cálido momento con una carcajada triunfal.

Alargué mi mano hacia su pecho izquierdo y empecé a pellizcárselo, Dealin volvió entonces a emitir sus gemidos más fuertes, esta vez al son de las embestidas y, entre gemido y gemido, la única palabra inteligible "métela" hizo que me corriera en su ano, me retiré lentamente saboreando por última vez la calidez de su trasero. Agotado me dejé caer en la silla y empecé a tomar aire tras el esfuerzo, los conjuros estaba funcionando demasiado bien.

Dealin se volvió hacia mí y fue cuando pude ver que sus piernas estaban bañadas en sus jugos, la zorra se había corrido.

  • Aún te falta un último agujero por explorar, Lord Dine, espero que aún funcionen tus conjuros.

Se pasó sus dedos por sus suaves labios mientras hablaba a través de ellos, con su contoneo irresistible se fue acercando poco a poco a mi miembro pero se paró en seco a unos centímetros de él.

Alguien tocaba a la puerta:

  • ¿Quién es?

  • ¿Lady Dealin?, necesito ayuda para el rezo.

La oscura clériga desvió su mirada hacia donde me encontraba sentado.

  • Es Mara.

  • Bueno, entonces invítala a pasar, ella también se ha portado mal en el poco tiempo que ha estado al servicio de Eleir.

Me quedé sentado mientras mi subordinada iba a abrir la puerta a su nueva amiga.

Hubo un largo momento de silencio, seguramente provocado por la desnudez de Dealin.

  • Pasa, querida, nuestro amado superior también se encuentra aquí y está interesado en mantener una entrevista con nosotras dos.

Sus suaves pasos resonaron en el piso mientras se acercaba al frente de la silla, la novicia bajó su vista hacia mi miembro sonrojándose mientras lo hacía.

  • No es la primera vez que lo ves, así que no entiendo porqué tanto sonrojo.

Mara levantó rápidamente su sonrojada faz ruborizada hasta fijar los ojos en los míos.

Yo empecé a pajearme intentando sacar fuerzas de flaqueza, iba a necesitarlas y a pesar de todos los conjuros tenía que estar completamente a punto.

  • Tampoco es la primera vez que lo pruebas, creo que se ha vuelto muy exigente desde que la chupaste por primera vez.

La novicia desvió rápidamente su mirada hacia su compañera que se mantenía a mis espaldas sin intervenir en ningún momento.

Seguramente Dealin le hizo alguna indicación muda ya que finalmente la delgada elfa se arrodilló ante mí y metiéndoselo en la boca empezó a usar su lengua.

La acólita de mayor rango volvió a mi campo de visión para, tras ponerse a las espaldas de su compañera obligarla a ponerse a cuatro patas mientras seguía lamiendo toda la extensión de mi verga.

Con gran saña arrancó las braguitas acolchadas de la elfa y las lanzó a la chimenea.

  • Así estarás más fresca, querida.

Dio unas suaves palmadas en el trasero de su compañera que no había parado la velocidad de su mamada.

Mara apartó su boca para dirigir una mirada traviesa a su oscura compañera.

  • Si lo único que vas a hacer es desnudarme, puedes marcharte, Lady Dealin.

No se hizo de rogar y tras arrodillarse tras ella introdujo dos de sus dedos en el ano de la elfa.

  • ¿Mejor así, pequeña zorrita?

Un pequeño maullido salvaje fue la respuesta antes de que tras apartarse los cabellos prosiguiera con el repaso a mi pene.

Mientras, la oscura acólita, empezó a meter y sacar sus dedos de los dos agujeros traseros de su compañera de culto.

Finalmente descargué mi semen en su boca ante la perspectiva que desde mi trono se me ofrecía.

Mara se lo tragó todo de una sola vez dejando restos en la comisura de los labios, Dealin paró de penetrarla para volverla a poner de rodillas y fundirse con ella en un húmedo beso que terminó por limpiar los restos que yo había dejado.

La mano de la elfa salió dispara hacia el pecho de la humana que no hizo nada para evitar los pellizcos en sus pezones erectos.

Ambas se separaron y la mujer se dirigió a mí nuevamente.

  • ¿Qué tal si ahora le atamos a usted, Lord Dine?, se ha portado muy mal con nosotras.

Su cara tornó en una expresión de falsa santidad a la que no me pude resistir, acariciando en mi camino el pelirrojo cabello tomé mis cuerdas de uno de los bolsillos de mi atuendo y se las lancé a Dealin que las tomó al vuelo. Coloqué mis manos en el dosel de su cama mientras con suaves caricias me las ataba.

La elfa se levantó y empezó a masturbarse mientras seguía cuidadosamente el movimiento del trasero de la humana.

Terminó de atarme ambos brazos y arrodillándose empezó a atar cuidadosamente mis tobillos a la pata de la cama mientras colocaba deliberadamente su boca a escasos centímetros de mis genitales.

Al fin quedé totalmente atado y con mi miembro en pleno esplendor gracias a los conjuros y a la masturbación ininterrumpida de mi pelirroja subordinada.

Dealin me dio la espalda y agachándose lentamente introdujo la entrada de su oscura cueva en la punta de mi miembro, con gran habilidad empezó a bambolearse hacia delante y hacia atrás introduciendo medio pene en su interior y provocándome nuevas ganas de eyacular por tercera vez.

  • ¿Te gusta?

Únicamente acerté a emitir un sonido gutural de pleno placer.

Dio varias entradas y salidas más antes de caminar hacia su compañera, tomando la mano que había usado para la masturbación se la llevó a la boca y la chupó una y otra vez sin dirigirme ninguna mirada.

Con suaves toques en las nalgas de su compañera la dirigió hacia la silla y le susurró unas palabras, Mara dirigió una mirada hacia el lugar en el que estaba atado y se dispuso a hablarme pero, otro nuevo susurro de Dealin le hizo cambiar de parecer y subiéndose a la silla colocó su cintura en el respaldo de esta y arqueándose con gran elasticidad hacia la parte posterior de la silla dejó su hermosa retaguardia a merced de su compañera, que empezó a lamer una y otra vez hasta que finalmente su cara reapareció totalmente mojada por los jugos de su compañera.

Mara volvió a su posición normal y con un suave movimiento se dejó caer sentada en la silla, con su pequeña mano indicó a su condiscípula que se acercara y con gran velocidad empezó a lamer todos sus jugos.

  • Serás una muy buena compañera, Lady Mara.

Dealin alejó a su buena compañera y volvió su mirada hacia mí.

  • Tras una larga deliberación, mi nueva compañera y yo, hemos decidido que no eres el indicado para llevar este templo.

Guardé silencio sorprendido.

  • Así pues, nosotras tomaremos el cargo, pero no te preocupes, tendrás un puesto en nuestra organización ahora que estás bien atado, serás nuestro juguete sexual, ¿qué te parece a ti, querida Lady Mara?

Mara se acercó contoneándose hasta mí y con un rápido movimiento me dio un rodillazo en mis genitales que me hizo chillar.

  • Ciérrale el pico, que aprenda a no jugar con los elfos.

Dealin se dirigió hacia la chimenea y sacudiendo las cenizas de los restos de las bragas de la elfa lo usó para amordazarme.

  • Creo que le gustará, ahora, vamos, tenemos cosas que tratar antes de tomar definitivamente el poder.

Mis quejas amortiguadas se perdieron mientras ambas hembras vestidas únicamente con sus túnicas salían de la alcoba agarrada una de la otra del culo.