Un clérigo de Eleir (3: El ritual)

No me crucé en mi camino con ningún otro clérigo a pesar de que mis pisadas hacían un eco espantoso por todo el pasillo, con velocidad y tras mirar que nadie estuviera mirando a escondidas descorrí uno de los tapices del templo...

No me crucé en mi camino con ningún otro clérigo a pesar de que mis pisadas hacían un eco espantoso por todo el pasillo, con velocidad y tras mirar que nadie estuviera mirando a escondidas descorrí uno de los tapices del templo y tras empujar uno de los ladrillos se abrió la puerta hacia el cuarto oscuro desde el que podía observar todo lo que pasaba en la sala de baño.

Dealin, la independiente acólita que había osado pasar por alto un rezo a Eleir iba a ser castigada, aunque, primero podría quizá disfrutar un poco de su pecado.

La túnica marrón parecía irle a juego con su piel negra y sus pequeños y sonrosados labios, solía dejar, además, su pelo recogido en una única trenza, lo que impedía que pasara desapercibida entre el montón de rostros blanquecinos que poblaban el templo.

No parecía haber visto a Mara, que se escondía de ella tras una columna, dejándome ver su trasero descubierto mientras con su brazo izquierdo sostenía sus ropas.

Dealin corrió el pestillo de la puerta y se dispuso a disfrutar de un baño creyéndose a solas.

Se acercó al mismo banco en el que hacía unos segundos estaba tendida su nueva compañera de credo, tocó el asiento húmedo y tras unos segundos de duda decidió colocar en ese mismo su atuendo.

Lo primero que pude ver fue su inmaculado y oscuro culo negro, y Mara pareció también verlo porque rápidamente llevó su mano a sus genitales. El anillo empezaba a funcionar.

Dealin se volvió entonces hacia la piscina, tras tres años de servicio en el clero finalmente podía ver su desnudez completa.

Con unos pechos bien formados y alzados, pezones rosados, un ombligo que podría haber levantado la moral de más de un ejército y unos genitales adornados con una extensa mata de pelo me dije que tarde o temprano iba a ser mía.

La oscura acólita descendió lentamente los escalones de la piscina, sus rodillas no habían tocado el agua cuando un sonido en la sala le hizo parar en seco, a Mara se le habían caído sus ropas al suelo.

  • ¿Quién hay ahí?

Dealin tapó sus intimidades y empezó a subir los escalones en dirección a la otra chiquilla que no sabía lo que hacer, excepto aguantar las ganas de sexo que el anillo le estaba dando lentamente.

Finalmente Dealin y Mara se encontraron frente a frente, tras unos segundos de duda Mara se arrodilló ante su compañera y con una voz rasgada le dirigió la palabra:

  • ¡Por favor, ayúdame!

  • ¿Qué te pasa querida?

Mara cabeceó de derecha a izquierda con su cabeza e intento salir corriendo en dirección a la puerta, perdió pie y cayó nuevamente de rodillas, la humana se acercó con gesto preocupado a la elfa:

  • ¿Qué te ocurre?, puedes decírmelo, soy Dealin, especialista en la curación de todo mal.

La novicia pareció intentar cerrar la boca, aunque finalmente el poder del anillo se impuso a su fuerza de voluntad.

  • ¡¡Fóllame, por favor!!

Dealin pareció no dar créditos a sus oídos hasta que bajó la vista hacia las manos de la chiquilla y vio el anillo, era inevitable que un clérigo de Eleir no supiera las propiedades del anillo de procreación y la forma de contrarrestar el hechizo, mi plan había acabado antes de tiempo.

La oscura acólita dirigió unas palabras a la arrodillada elfa:

  • No te preocupes querida, sé el modo de neutralizar las propiedades de ese anillo.

Dealin le tendió la mano sin importarle que sus partes estuvieran visibles para la otra, Mara tomó la mano y se puso de pie, sin soltar la mano siguió a su compañera hasta donde estaban las ropas de ésta.

  • Bien, es sencillo, debes sentarte aquí un momento.

La pelirroja elfa se sentó a un lado del banco mientras Dealin apartaba sus ropas y las colocaba en el banco vecino.

  • De acuerdo, ahora, coloca la pierna de esta forma.

Dealin tomó la pierna derecha de la elfa y la aupó hasta colocar la planta del pie sobre el banco, dejando una vista inmejorable de la raja de Mara.

La humana sin decir nada más lanzó su oscura mano hacia el coñito de la elfa que rápidamente apartó de su cueva aquel elemento extraño.

  • Si no te quedas quieta no podré romper el hechizo.

Dealin volvió a colocar su mano, esta vez más lentamente, en los genitales de su compañera, que esta vez no hizo nada para remediarlo.

La humana introdujo uno de sus dedos en el agujero de la elfa mientras entonaba una salmodia que en nada se parecía al contraconjuro.

Mara empezó a jadear ruidosamente mientras la otra seguía con su dedo dentro, mientras seguía canturreando empezó a meter y sacar su apéndice hasta que la elfa empezó a chillar, en ese momento paró y arrodillándose empezó a lamer toda la rajita de su compañera mientras que usaba su dedo para acariciar el clítoris de esta.

Tras varios lametones por todo su coño Dealin levantó la vista en dirección a su sonrojada paciente:

  • Necesito drenar todo el líquido embrujado.

Siguió lamiendo y acariciando hasta que finalmente empezó a salir el néctar que fue bebiéndose mientras salía, de repente paró, se levantó y mientras con una mano se limpiaba la cara de todo lo que no había podido digerir con la otra empezó a acariciar el pelo de la elfa.

  • Ahora se debe renovar todo el líquido perdido, levántate querida.

Dealin le volvió a ceder la mano con la que había estado acariciándole el pelo y con un leve giro de muñeca hizo que Mara se sentara en el suelo, tras eso apartó su mano y la usó para obligarla a tenderse sobre el frío mármol, la elfa estaba totalmente en sus manos haciendo todo lo que su compañera le pedía con tal de que le salvara de aquel tormento.

Dealin estiró las piernas de su compañera por el suelo y colocó las suyas a cada lado de los hombros de la otra, colocando sus amueblados genitales a pocos centímetros de la boca de su compañera, empezó a introducir y sacarse su dedo hasta que finalmente empezó a descargar. Entre gemido y gemido la acólita oscura se volvió a dirigir a la elfa:

  • Debes tragártelo todo o sino habrá sido todo en vano.

Mara tomó entonces fuertemente las oscuras piernas de su compañera y levantando el cuello empezó a lamer directamente de la fuente con lametones cada vez más animosos, provocando en Dealin una sonrisa de placer. Con su experta mano derecha empezó a apartar los pelirrojos cabellos para facilitar la labor a su embrujada paciente mientras que usaba la izquierda para volver a acariciar los genitales de la elfa.

La elfa paró de lamer y volvió a recostarse contra el suelo, Dealin bajó la vista hacia la entrada de su cueva.

  • Aún queda humedad entre los pelos, si no te la tragas toda no podrás curarte.

Mara miró directamente a los ojos de su condiscípula y con una media sonrisa tomó la palabra:

  • ¿Y porqué no me lo das tú misma?

Dealin emitió un sonido de alegría y mientras seguía acariciando la raja, llevó su mano derecha hacia la suya y empezó a restregarla por todo los pelos hasta tener la mano bañada en sus propios jugos, Mara asió rápidamente la mano y empezó a lamer la palma con su pequeña lengua.

  • Me gusta tu sabor, Lady Dealin.

  • Lo sé, pero debes comprender que esto es tan solo un simple ritual de purificación, querida.

Dealin se llevó su mano izquierda a la boca y empezó a chupársela también.

Mara empezó a chupar uno a uno los oscuros dedos hasta no dejar ni rastro de la sustancia, tras revisar la limpieza Dealin se apoyó sobre sus palmas dispuesta a reincorporarse mientras entonaba el verdadero canto de anti-maldición, pero los férreos brazos de la pelirroja evitó la operación:

  • Ya ha terminado el ritual, ahora solo falta cantar la última salmodia y ya todo acabó.

  • En ese caso, Lady Dealin, déjame agradecértelo como debe.

Con unos breves empujones indicó a la extrañada sanadora que se volteara, dejando a Dealin bocabajo mirando sus partes mientras ella disfrutaba de las vistas de sus dos agujeros a la vez.

Rápidamente y ante los gemidos de placer de su compañera, Mara empezó a lamer el ano de su compañera durante unos segundos para luego introducir dos de sus dedos en él.

Los gritos de placer de Dealin hicieron eco en toda la sala mientras Mara proseguía con su agradecimiento, combinando su lengua y sus dos dedos.

  • Querida, tú sí que sabes agradecer las cosas.

Dealin sonrió mientras seguía gritando ante la entrada y salida de los dedos de la pelirroja, un poco de jugo vaginal bañó el suave vientre de la elfa antes de parar.

La sanadora besó largamente la cueva de su compañera antes de volverse hacia ella y darse un largo beso en la boca.

Ambas se levantaron y juntas se fueron vistiendo lentamente, acariciando cada parte de su cuerpo mientras subían y bajaban telas y correas, volvieron a darse un largo beso:

  • Bueno, querida, supongo que mañana podría enseñarte algunos rituales, podrías ser una buena sanadora si te lo propones.

  • Sería un inmenso placer recibir clases por tu parte, Lady Dealin.

La curadora se limitó a dar una palmada a su compañera en su pequeño trasero mientras esta abandonaba definitivamente el baño.

Dealin recogió sus últimas pertenencias para marcharse, pero algo la distrajo, con pasos rápidos volvió al lugar en el que había realizado la renovación de fluidos y recogió algo del suelo.

  • Supongo que estaré el resto del día en mi cuarto.

Diría que había echado una mirada hacia mi dirección mientras lo decía, lo último que pude ver desde mi posición es como Dealin se marchaba con un fulgor plateado en uno de sus dedos.