Un cine oscuro, un amante misterioso
En algunas ocasiones, ir al cine sola puede traer consecuencias inesperadas y muy excitantes...
Ya estoy aquí para ofreceros un nuevo relato, agradecer a todos aquellos que dejan sus comentarios o mandan un email por tomarse la molestia de hacerlo. Gracias de verdad, me animan mucho a seguir escribiendo.
UN CINE OSCURO, UN AMANTE MISTERIOSO
Llevaba varios días estudiando como una loca, levantándome temprano y acostándome tarde. Los días se sucedían largos y aburridos, sin nada emocionante que referir. Finalmente me presenté al exámen final, fue como quitarme un gran peso de encima, lo único que deseaba hacer a partir de aquel momento era descansar y disfrutar de la vida y mi merecida libertad. Pasé el resto de la mañana colgada del teléfono buscando a alguien tan libre como yo, no hubo manera, el resto aún seguía de exámenes en sus respectivas facultades y yo empezaba a pensar que me quedaría el resto de la semana encerrada en casa, abochornada por el intenso calor de Julio.
Finalmente decidí que ese no era modo de celebrar mi maravilloso sobresaliente, así que, decidida, tomé el bolso y las llaves del coche y conduje sin pensarlo hasta uno de esos gigantescos cines llenos de salas enormes e impersonales dónde podías perderte sin ser molestada por nadie y disfrutar del aire acondicionado. Ni siquiera sabía que película ver, pero cualquier cosa era mejor que quedarme en casa así que elegí una al azar sin mirar si quiera el título, pagué mi entrada, compré algunas golosinas con que alimentar mi gula y me dirigí a la sala. Varios quinceañeros maleducados y ruidosos ocupaban las filas centrales así que, aprovechando que la entrada no era numerada, escogí un asiento en la última fila, lo más lejos de aquellos chiquillos y me arrellané en el sofá dispuesta a disfrutar de la película. No solía hacer aquellas cosas, me gustaba bastante ir acompañada por amigos a todas partes, pero mi desesperación había llegado a un punto sin retorno. Me dije a mi misma que mucha gente iba sola al cine, así que no debía preocuparme por tonterías.
Cuando por fin terminaron los anuncios la sala se oscureció por completo y los primeros rayos cinéfilos surgieron de la gigantesca pantalla extraplana que tenía delante. La película resultó ser un verdadero aburrimiento, así que saqué mi móvil y comencé a jugar una partida de tetris con él, dándole gracias a mi padre por tan estupendo regalo de última generación, no lo había tenido que usar hasta entonces. De pronto, una sombra se adueñó del asiento contiguo al mio.
¿Te importa si me siento aquí? dijo una voz de hombre a mi lado
No murmuré sin dar mayor importancia.
Esos chicos son insoportables, y encima esta película resulta ser un rollo inclinándose un poco sobre mi vió que estaba jugando y añadió veo que no soy el único que se aburre.
Le miré con una sonrisa dándole la razón y seguí a lo mio, nunca me entusiasmado hablar con desconocidos en una sala oscura. Sin embargo él insistió.
¿Te apetece uno? me acercó un paquete de caramelos, de esos redondos con un agujero en medio, tampoco suelo aceptar cosas de un desconocido, pero aquellos caramelos me encantaban, me lo pasaba en grande jugueteando con mi lengua en el agujero, resultaba dulce y entretenido, así que solté el móvil y acepté dándole las gracias.
¿No te echarán de menos? inquerí pensando que habría dejado a sus amigos por ahí tirados
He venido sólo, la mayor parte de mis amigos siguen de exámenes y estaba harto de esperar murmuró con una sonrisa.
Si, a mi me ha pasado lo mismo.
El muchacho parecía simpático así que nos entretuvimos charlando un rato más de trivialidades, conociéndonos mejor, sobre qué estudiábamos, edad, de dónde éramos, cosas así. Los chicos de delante comenzaron a soltar una burrada detrás de otra cuando la pareja de la pantalla empezó a darse el lote sin ningún pudor. No es que fueran muy ingeniosos pero alguna tenía su gracia y nosotros nos entretuvimos intentando mejorarlas.
Supongo que el hecho de que yo no le veía muy bien la cara y que él a mi tampoco, la oscuridad, el semiaislamiento que teníamos al estar tan apartados del resto del público y quizá una misteriosa droga en los málditos caramelos, me llevó a revelarle mi aficción por escribir relatos eróticos cuándo él comentó que yo era muy ingeniosa, durante aquel juego en que tratábamos de mejorar las brabuconadas de los adolescentes. Él quedó muy intrigado con aquella información, así que accedí a darle más datos sobre el asunto, le hablé de "Todorelatos", de cómo la gente escribía y publicaba allí sus relatos eróticos y lo divertido y estimulante que resultaba. Él se mostró muy simpático en todo momento e interesado en el tema.
Y, ¿cuáles son tus preferidos? preguntó al final. Yo dudé, aquella pregunta era bastante embarazosa, pero me convencí de que una vez que saliéra de aquel cine jamás volvería a ver a aquel chico, así que, ¿por qué no tener una pequeña aventura?
Mis preferidos son los de dominación.
¿Te gusta sentirte dominada? inquirió con provocación acercándose más a mi oído para que nadie nos escuchara, aunque aquello no era necesario con el ruido de la película.
No lo sé, pienso que puede ser excitante respondí mientras notaba arder mis mejillas.
¿Nunca lo has probado? preguntó sorprendido
N..no.
¿Te gustaría? - ¿qué demonios le pasaba al aire acondicionado de aquella sala?, empezaba a sentir un calor horroroso subirme por todo el cuerpo y mi corazón estaba latiendo desbocado, sin duda aquello comenzaba a calentarse.
Yo... no sé nunca había estado más cortada en mi vida. Incluso me llevé la mano a la blusa escotada que llevaba y me la cerré con la mano. En ese momento me arrepentí de no haberme puesto unos vaqueros, llevaba una minifalda vaquera, una camisa sin mangas de botones, y unas sandalias. Y cuando le vi mirarme me sentí desnuda y muy avergonzada, pero es que era un día especialmente caluroso.
¿No lo sabes? dijo sin creérselo.
Bueno, no me lo he planteado ¿vale? ¿Por qué no cambiamos de tema?
¿Cambiar de tema? Que ingenua, él se había encendido como una antorcha y no se le ocurrió otra cosa que morderme el lóbulo de la oreja. Por suerte me llevé la mano a la boca para reprimir un grito de sorpresa que a él pareció excitarle, porque volvió a morderme. Yo me aparté de él empujándolo a un lado y él me retuvo cogiéndome de las muñecas y tirando hacia sí hasta pegar de nuevo su rostro al mio.
No quiero hacerte daño, sólo quiero que lo pasemos bien un rato, si tu quieres. Cuando acabe la película no volverás a verme, pero hoy, te ofrezco probar la dominación.
Yo le miré con los ojos desorbitados, segura de que me había quedado dormida y estaba soñando, aquellas cosas no le pasan a las personas normales, sólo ocurren en las películas. Pero la sensación de su cuerpo cerca del mio y su cálido aliento en mi cuello me recordaban que era real, muy real. Increible, pero real. Me limité a asentir, aunque ni siquiera hoy sé porqué lo hice. Él sonrió.
Su mano rozó mi muslo desnudo y ascendió hasta el borde de la falda, mientras que la otra desabotonó mi blusa y empujó el sujetador hacia abajo liberando un pecho que comenzó a chupar con frenesí. Yo estaba flotando, como en un sueño, pero los mordisco en mi pezón eran reales, me provocaba dolor y placer al tiempo y yo no sabía que hacer, así que no me moví, me quedé quieta como una muñeca y le dejé hacer. Sólo me moví cuando sentí como se arrodillaba frente a mi introduciendo sus manos bajo mi falda con la intención de quitarme las bragas.
Quieta ordenó sólo voy a quitártelas para atarte las manos con ellas, aún no voy a tocarte.
No podía hacer nada, mi cuerpo no quería moverse, así que me quedé ahí, mirando como me sacaba las bragas deliberadamente despacio y las deslizaba por mis piernas hasta mis tobillos, las olió y volvió a sonreir. Se sentó en su asiento y tomó mis manos uniéndolas por la muñeca, las ató a mi espalda y me recostó un poco para que estuviera cómoda. Temí que alguien nos viera, pero todos estaban atentos a la película y, en realidad, no hubieran visto más que oscuridad de haberse vuelto hacia nosotros, pero aún así estaba nerviosa y, ¿por qué no decirlo? Muy excitada con la situación. Volvió a centrar su atención en mis pechos, deslizó los tirantes sobre mis hombros y lo bajó más de modo que la prenda empujaba mis pechos hacia arriba, el aire acondicionado se notó de inmediato irguiendo mis pezones que él chupó y mordió con esmero durante un buen rato. Los sentía arder, húmedos de su saliva, cálidos de su aliento y sus mordiscos y pellizcos traviesos. Tenía la respiración agitada y el corazón desbocado, de vez en cuando me asaltaba un escalofrío, pero no podía negarme, ni siquiera podía hablar. Estaba disfrutando y saberlo me paralizaba.
Volvió a agacharse frente a mi, tenía algo en la mano, me abrió las piernas con suavidad y me subió un poco más la falda hacia las caderas, me miró un instante y yo negué con la cabeza, él lo ignoró con una brillante mirada y metió su mano entre mis piernas, sentí sus dedos acariciar mis labios carnosos y húmedos por la excitación, los pellizco procurando no tocar mi clítoris y rebuscó con suavidad la entrada a mi vagina, cuando la localizó introdujo la otra mano y sentí que algo fino y frío me penetraba despacio. No supe que era, demasiado delgado e insignificante, entonces él bajó la cabeza y la metió entre mis muslos, me dio un par de juguetones lamentones y noté una brisa de aire penetrándome. Me había introducido una pagina y estaba soplando através de ella, suave unas veces con fuerza e ímpetú otras. Era una sensación tan extraña y nueva, me removí de gusto y apreté los labios para no gritar de placer. Un dedo buscó mi clítoris y centro de placer y comenzó a masajearlo con dulzura sin dejar de soplar en mi interior. Las caricias me estaban llevando al borde del clímax, entonces se detuvo, se sentó y escuché su cremallera deslizándose.
¿La has chupado alguna vez? asentí con la cabeza y él me ayudó a ponerme de rodillas entre sus piernas, me acercó el miembro erecto y duro a la boca y yo lo atrapé entre mis labios. Apreté con ellos su glande jugoso y moví la lengua a su alrededor, me resultaba un poco incómodo estar allí arrodillada con las manos atadas a la espalda pero no medetuve. Abrí más la boca y comenzé a deslizarla para meterme entero aquel miembro viril que deseaba la calidez de mi boca, el jugo de mi saliva y mi habilidosa lengua. La metí y la saque varias veces antes de separarme de él y sacarle la lengua que luego usé para recorrer cada centímetro de piel, cada vez que llegaba al glande lo chupaba como el más delicioso caramelo y pude sentir como mi amante misterioso se retorcía de placer, ahora era él el dominado y yo le gobernaba con sólo usar mi boca y mi lengua, era yo la que le causaba estremecimientos y algún que otro gemido susurrante.
Dejé que me penetrara la boca y que sus embestidas crecieran de intensidad, yo le ayudaba apretando los labios a su alrededor, haciendo presión con ellos y masajeándole con la lengua. De haber tenido las manos libres ya estarían ocupadas en sus testículos pero él no me soltó. De pronto me hizo a un lado, su pene se había ido hinchando por momentos y me extrañó que no se corriera, pero tenía un gran control sobre sí mismo. Me obligó a ponerme en pie, de espaldas a él y me sentó sobre sus piernas, muy lentamente, empalándome con su miembro que atravesaba mis cavernosas interioridades con suma facilidad, dado mi lubricado estado. Me eché hacia atrás y él me abrazaba y pellizcaba mis pechos o acariciaba mi clítoris mientras bombeaba dentro de mi con salvaje furia.
Voy... voy traté de decir mientras mi placer crecía voy a correrme logré acabar sin levantar la voz.
¿Te he dado yo permiso? inquirió perverso
No, no aguanto más.
Él se detuvo volviéndo a hacer gala de un magnífico autocontrol pues ya notaba yo que también se correría pronto
¿Te gusta gritar cuando te corres?
Yo... suelo hacerlo.
Mucho mejor.
Y volvió a embestir aún más salvajemente, cerré los ojos desbordada por las sensaciones, el orgasmo se acercaba, y si gritaba... seguro que me oiría todo el mundo, menudo corte entonces, pero no me atreví a pedirle que parara, porque ya no lo aguantaba más y deseaba correrme y olvidarme de todo. Entonces noté su mano soltar mi pecho y acariciar mi mejilla, dos de sus dedos se abrieron paso dentro de mi boca.
Imagina que es mi pene me dijo.
Ni corta ni perezosa empecé a mamárselos como si fuera una polla deliciosa, chupé mordisqueé y él no los sacaba de mi boca, los mantenía allí, de ese modo me corrí y mis gemidos quedaron apagados por sus dedos y su mano, mientras aún sentía latir y contraerse mi vagina, él siguió bombeando para alcanzar su orgasmo y movía sus dedos dentro de mi boca mientras que con la suya me mordía el lóbulo de la oreja. En seguida él también se corrió, se detuvo mientras su pene latía con la fuerza de un orgasmo bestial, cuando se relajó volvió a mover sus dedos entre mis labios un poco más y me acarició el pecho con la mano libre, hasta que me relajé por completo ya sin fuerzas.
Cuando por fin me soltó, la película estaba acabándo, me puse las bragas tras componerme un poco con ayuda de un pañuelo, me sentía arder por todas partes.
Ha sido un placer me dijo, se levantó y bajó las escaleras.
Yo no tenía valor para seguirle, para detenerle ni mucho menos para que me vieran de aquella guisa, recogí mis cosas y abandoné la sala antes de que nadie pudiera verme, justo cuando los títulos de crédito comenzaron a salir. Logré llegar al baño y encerrarme en él antes de ser asaltado por el público del cine. Cuando se quedó vacío salí y terminé de arreglarme, corrí hasta mi coche y al fin pude suspirar aliviada.
Había sido la experiencia más caliente de mi vida, supongo que por eso no pude evitar masturbarme recordándola aquella misma noche, sumergida en la bañera de mi apartamento y lamentar no haber sido más valiente y hacerme con su teléfono, pero ya no tenía remedio. Ahora, cada vez que voy al cine, o veo una pagita, no puedo evitar acordarme de él y excitarme. Nunca vi una película mejor ;) .
Espero que os haya gustado, si es así dejadme algún comentario que se agradece, y si no os a gustado tb y así el próximo relato podré mejorarlo. Un saludo.
Nocturna.