Un chico muy particular
Como un adolescente vuelve loco a un compañero del club con sus atributos particularmente calientes.
Esto sucedió hace unos 20 años y haré lo que esté a mi alcance para que lo conozcan tal cual como lo retiene mi memoria.
Desde chico he asistido a clubes deportivos. A los 20 años y por edad practicaba WaterPolo en un club burgués de Montevideo. Más allá de que se identificaba socialmente con otros deportes, el que yo practicaba era sin dudas el más exitoso de la institución por los nacionales que de continuo conquistamos.
En este deportivo había un profe de educación física que, buscando una disciplina poco explotada allí como la gimnasia, entrenaba atletas para esta especialidad únicamente en piso. Si bien habían pocos postulantes, uno en particular era llamativamente singular. Este "colgado" parecía una nena como se movía, no por lo afeminado, pero su forma de pararse y otros gestos lo hacían llamativo.
Nuestro grupo de WaterPolo entrenaba de 21:30 a las 23:00 lo que coincidía con la salida de estos pibes. Por esto, tuve la sabrosa oportunidad de disfrutar como era este particular 18añero en bolas duchándose. Era una delicia de perversión. Alto, sin pechos, con una formita poco varonil y UNA COLA ESCULTURAL! En las duchas, era una gata. Pedía la muerte por pija y me resultaba una necesidad casi obsesiva, tomarle la temperatura a ese orto paradito con mi vara.
Un Sábado ya tarde, nos cruzamos en el vestuario y le sugerí con mucha vergüenza propia de vernos a la salida. Su respuesta: AFIRMATIVA! Lo que me sorprendió por el encare natural del pendejo. Salí a los pedos de las duchas y del club. Era el momento sin nadie alrededor con quien quedar pegado y con ganas de saciar algo que me quemaba por dentro.
Caminamos.. El barrio por donde anduvimos tenía partes poco iluminadas y transitadas por lo que pasando una casa con un muro y con la complicidad de la penumbra, di por terminadas las formalidades y lo frené al toque. Le di un chupón de aquellos al que respondió con la lengua sin más vueltas. Sentí su mano tanteando mi verga y ya!, no me podía haber equivocado ..
Continuamos besándonos y chupándonos las lenguas, refregándonos frente a frente. Yo lo manoseaba como si fuera una mina. Lo agarraba de las nalgas empujándolo hacia mi y le mandaba la mano para adentro de la raya. Le tocaba las tetillas, le pasaba la lengua por el cuello y su jadeo lo único que hacía era calentarme aún más.
Estábamos en eso y siento su mano acariciándome la pija por arriba de mis pantalones y buscando el cierre para abrir la bragueta lo que me empezó a enloquecer. Yo le ayudé desesperado por sacarla y sentir su mano tibia en mi garcha. Con la pija ya fuera me miró libidinosamente y con una sonrisa, se agachó . Y me la empezó a mamar de una manera tan sabrosa... Era un verdadero placer ver a este pibe como se tragaba la pija. Esa garganta no tenía fondo.
Mientras se atragantaba con mi verga, comenzó a bajarse los pantalones deportivos y se tocaba su pija despacito, lo que hizo que me subiera la temperatura a mil.
Tenía mi pija parada a un grado desconocido. Se incorporó, se dio media vuelta y ahí estaba ofreciéndome esa cola golosa que pedía a gritos que la mechen. Empecé a pasarle la punta por la puerta del culo y el pibe jadeaba como si la tuviera adentro. Le puse la verga en su raya y me la apretaba con esas nalgas sabrosas que tenía. Ya con una calentura descomunal, empecé a lubricarle la puerta del culito con la leche que babeaba la cabeza de mi verga y despacito en la medida que se dilataba, le metí suavemente la punta de la pija para dentro. El hijo de puta empezó a gemir de placer. Allí tiré lo que me quedaba de control a la mierda y se la mandé guardar hasta el fondo para que la goce toda. Que sensación de placer, el pibe reculaba apoyado en la pared y yo meta cabeza y tronco abriéndole esas nalgas deliciosas que tenía. El chasquido de la carne, sus jadeos y la divina sensación de estarme clavando ese pendejo era una suma de placeres que hacían que la leche me suba hasta el cerebro, cegándome hasta el desenfreno.
Ver al pibe pajeándose mientras me lo culeaba era el agregado que necesitaba para que la calentura me saliera por los poros. Me lo cogía como para que no pudiera sentarse por semanas. Se la sacaba toda y se la mandaba hasta el fondo una y otra vez. Ya en esta locura el pendejo me dice que se está acabando y se la dejo bien al fondo, para sentir como me apretaba con sus latidos mi verga que empezó a soltar leche y llenándome de un placentero escalofrío que me dejaba la sensación de haber literalmente vaciado mis huevos en ese culo paradito, redondo y lo mejor, vicioso ¡
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