Un catracho en la guerra

Teniente, le voy a decir que ya llevamos aquí más de tres meses; estos hombres no han mojado la brocha en ese o mucho más tiempo y creo que es normal que entre ellos

UN CATRACHO EN LA GUERRA

Llegué a casa de Víctor, un amigo mío de ascendencia italiana que nació aquí en Honduras y él lo decía con mucha honra, soy catracho por nacimiento.

Su familia era un poco acomodada, siempre fue gay y ahora en su adultez lo sabía demostrar con elegancia y porte.

El caso es que también, en la guerra sirvió como un soldado más y eso lo hacía enorgullecer muchísimo; el hecho es que hasta falsificó sus documentos para enlistarse, apenas tenía 16 y puso que ya tenía 18, muy arriesgado fue con eso de los papeles.

Su madre sufrió al verlo partir a encontrarse con su destino en altamar.

Él, fascinado con la experiencia militar; primero el entrenamiento básico, allí aprendió el uso de armas y disciplina militar.

También, aprendió que las duchas son comunes; no hay separaciones en la mayoría de los baños militares, en los de los oficiales sí los hay; pero allí el no entraba.

Sus compañeros eran de todos lados de Honduras y estaban al igual que él un tanto jóvenes.

Con sus escasos 16, tenía solo pelos en los lugares necesarios, un cuerpo normalito y de músculos ni hablar; a penas si un pechito bien respingón tipo pechito de paloma y no dejemos el trasero, ese sí que era respingón.

Todos sus amigos y familiares le alababan su trasero, sus más “conocidos” su verga también.

El caso es que Víctor, fascinado con la experiencia de ver y ser visto en las duchas, un compañero de él era muy salido y cada vez que se duchaba; tenía la verga bien parada, le apuntaba hacia arriba y allí en frente de todos se hacia una chaqueta lenta debajo del agua fría que decía que le excitaba muchísimo más.

El entrenamiento duró tres meses y luego ya estaba listo para ir al frente de batalla.

Víctor fascinado con el hecho de ir a luchar.

Un caso extraño, se diría que un gay es alguien temeroso según la creencia popular y que no quiere ir a la guerra; pero él sí.

Sirvió como apoyo al contingente norteamericano, junto a unos 100 hondureños más y eso allá por unas islas en medio de la nada.

La situación es que al solo llegar, se encuentran que allí no hay actividad bélica; son compañía de apoyo y los que estaban allí tenían ya tres meses de estar sin ver actividad real como le decían.

Pero la actividad real allí era otra.

Víctor al igual que otros más, miraban que el tiempo lo gastaban estando en la playa tipo turistas.

Otra actividad muy utilizada para matar el tiempo era la de hacer pesas, pescar, competencias de lucha greco romana y futbol americano.

Ya tenía casi el mes de estar por allí cuando le llegó un paquete de parte de su madre, eran libros; todos se burlaron de él, “LIBROS”, santo Dios; quien hacía llegar algo así “al frente de batalla”.

Aunque ellos la batalla ni siquiera la habían escuchado de lejos.

Víctor, rápidamente se creó la fama de ratón de biblioteca ya que prestaba sus libros al que quisiera y hacía charlas muy interesantes que llegaron a cautivar a muchos por allí…

Ya cumplía Víctor un mes, cuando en una ocasión que estaba en la playa decidió por primera vez bañar sin nada más que la piel que lo cubría; no había nadie que se lo impidiera.

Sus compañeros de isla, casi todos lo hacían; bañar desnudos y relajarse así.

Había un escoses que siempre estaba con su cámara en mano y flachaba (disparar el flash de la cámara) a cuanto ingrato se le pusiera en frente.

La playa era el sitio que vino a abrir los ojos de Víctor, tenía como dos semanas que ni siquiera se le paraba la verga por el entrenamiento y el cansancio; pero allí era diferente.

Hasta su superior inmediato se despelotaba con toda naturalidad, eso no era lo que él esperaba de la guerra; quería acción y allí solo había un centenar de tipos que se reunían en la playa haciendo nudismo, esperando que algún día los llamen para ir a tierra firme a apoyar.

Ese día, a Víctor de tanto ver traseros de sus compañeros se le paró la verga y parada la verga de Víctor no era de menos sorprendente y sí muy hermosa.

Era algo gruesa, un poco chata por arriba y con una cabeza un poco en forma de triángulo.

Víctor notaba que algunos de por allí, también la traían parada y no se inmutaban por eso.

Él se dejo llevar al igual que otros, total; todos sabían que los allí presentes tenían tiempo sin meterla en orificio alguno y la tensión sexual era normal, ya se los habían dicho en una charla en el entrenamiento.

Había un compañero de Víctor que era una completa historia, bellísimo casi al grado de parecer tener facciones de mujer, Víctor en ese entonces apenas contaba con 16 y sus experiencias sexuales eran nulas, solo hacía meses que aprendió a pajearse y por mera casualidad.

El caso es que el compañero de Víctor, le invitó a ir a la playa esa tarde; Víctor aceptó ya que solo tenía que pulir el fusil por la mañana y no había nada relevante que realizar.

Llegaron a la playa, todo normal; se desnudaron completamente y se fueron a nadar, pero su amigo le preguntó sobre su edad, te ves muy joven tú le dijo Armando.

Mira, la neta es que tengo 16, pero falsifique la documentación a 18.

jajajjajajAAJAJAJAJAJ jajjajajaja

Ya decíamos nosotros que eras menor de edad.

¿Quiénes son nosotros?, dijo Víctor.

Pues Yo, el pecho de paloma, el padrecito, el chele y el tres patas.

AAAAAAAAAAAAAhhhhhhhhh, pero no se los digas; mira y me mandan de vuelta o me ponen en bartolina por falsificar documentos; porfa…

Víctor miró a Armando con ojos de compromiso, al tiempo que colocó su mano en el hombro del otro y haciendo un poco de presión le indicaba que no lo fuera a delatar.

Armando le dijo que no lo diría a nadie, era un secreto de amigos y allí quedaba y como respuesta final; Armando se abalanzó sobre Víctor hundiéndolo completamente, sus manos sobre los hombros lo hicieron que tragara agua salada y que sus cuerpos se rozaran por primera vez.

Armando, pasó sobre Víctor y como un clavadista se fue sobre la espalda de este y lo tomó de las piernas haciéndolo que se inclinara, la verga de Armando topó con la cabeza y luego la espalda de Víctor.

Víctor lo sintió, fue una sensación extraña para él; pero no le molestó.

Se sintió extraño al no sentir nada repulsivo el hecho que el pene de su amigo lo rozara.

Armando, tenía apenas 19 años; era un trigueño bien agraciado y su cuerpo era un cuerpo normal, en construcción por el entrenamiento militar, su trasero era más bien casi chato, su verga un poco gorda pero se adivinaba pequeña.

Víctor, tomó eso de hundirlo como un reto y ahora era él quien le enseñaría como se trata un catracho en el mar.

Armando, tras hundirlo salió a respirar y Víctor no perdió oportunidad para tirársele encima y volverlo a hundirle.

Eran como dos niños jugando y al igual que ellos un ciento de hombres más a su alrededor hacían lo mismo, nadaban, jugaban y pasaban el rato de lo más sabroso y moderado que se pudiera dar.

En un momento en que ya estaban cansados, sus alientos no daban a más hundidas; tanto Víctor como Armando pararon, sin siquiera pensarlo se abrazaron y por primera vez Víctor sintió la pija flácida, pero flotando en el agua de Armando que se pegaba a su pierna y pudo sentir como la suya propia la rozaba; eran como un par de peces que flotaban y se balanceaban al son de las aguas.

Ninguno dijo nada, ninguno se molestó por el sentir la verga del otro rozarlo; ambos se abrazaron y Víctor estrechó el abrazo al apretar a Armando contra su pecho y muy levente le dio un beso en el cuello.

Sintió como Armando se tensó un poco, él no sabía porque lo había besado; era un beso con cariño, Armando respondió con otro beso suave y ligero en el cuello de Víctor.

Luego ambos se separaron y se miraron a los ojos, no dijeron nada; solo se miraban y permanecieron así unos segundos y fue cuanto Armando apretó la humanidad de Víctor contra sí y sus cuerpos se volvieron a juntar.

Sus vergas se rozaban y comenzaron a crecer, se hundieron un poco para quedar cubiertos hasta el cuello y sus piernas se entrelazaron bajo el agua.

Víctor podía sentir, como los pelos de las piernas de Armando flotaban y como hacían caricias en sus piernas lampiñas y tersas.

Armando, realmente tenía un pantalón de pelos en las piernas y las nalgas, era algo de admirar; su pecho era lampiño, en sus axilas había cientos de pelos, se miraban súper pobladas; pero sus piernas y nalgas eran de admirar.

Víctor pudo sentir como ese completo pelambre le acariciaba sus propias piernas y como intentaban atraerlo hacia el cabo Armando.

En eso estaban, cuando ambos se dieron cuenta que no estaban solos en la playa; había un centenar de los otros compañeros allí también.

Se apartaron, sintieron un poco de vergüenza de haberse extralimitado en público; ellos mismos no se comprendían pues ninguno había experimentado con otro de su mismo sexo.

Víctor de hecho, no había tenido sexo con nadie; ni hombre ni mujer, pero él sabía que eso no era el común denominador, Armando lo sabía también.

Armando, un poco mayor; un poco más sabio, tomó la mano de Víctor y la sostuvo.

Ambos se miraron y sonrieron, Armando dijo: “Yo no sé que fue eso claramente, pero me gustó; veo que a ti también”

Víctor, apretó fuertemente la mano de Armando bajo el agua y le respondió: “Creo que es por la soledad que hay aquí, pero sí; me gusta que me haya pasado con tigo”

Y Víctor dijo más: “Yo nunca he estado con nadie, estoy virgo; ¿tú

has estado con alguien?”

Armando, lo mira con ansias de darle un beso; estira su otra mano y roza su brazo, voltea a ver si alguien los mira y sin decir palabra, planta un beso en la boca de Víctor, es un beso cálido, un beso rápido; pero un beso que tiene fuego para dar.

Armando sabe que ha hecho un paso muy arriesgado, si Víctor lo delata con el superior es fatal para él; Víctor lo mira con una completa cara de no saber qué hacer.

Víctor, con ambas manos; toma la cabeza e Armando y regresa el beso, se lo da suave, se lo tierno en los labios y siente amor por primera vez, se hunden en las aguas cristalinas, para aprovechar un poco más de esa sensación tersa de los labios del otro y el roce de las lenguas con sabor a mar.

Sus dulces 16 brotan como caldo caliente que burbujea a más no poder, Víctor siente que tiene la verga parada y siente que Armando también.

Así, hundidos hasta el cuello uno toma la verga del otro y comienzan una excitante y grata masturbación; una sensación a gloria y una sensación de bienestar que le cubría el alma a cada uno de ellos.

Estaban muy atentos a que no los notaran, estaban muy atentos a no ser descubiertos; sus pechos brincaban contra las olas y sus cuerpos flotaban en las aguas al ritmo de sus movimientos al sobar con cariño y en forma de la caricia más suculenta que pudieran brindar el uno al otro.

Fueron minutos de tención, emoción y ansiedad; fue el tiempo más largo y más corto a la vez, por primera vez; Víctor sentía el calor de una verga que no fuera la suya y podía ver como Armando denotaba deseo sexual por él.

Sus vergas pronto comenzaron a sentirse más hinchadas y se tensaron un poco más, comenzaron a sentir como con fuerza salía su espeso semen y manchaba las transparentes aguas con su blancura y cantidad.

Los dos amigos, se soltaron las pijas y reían sin parar.

Salieron del agua y se tiraron en la playa junto a sus compañeros de unidad, todos ellos estaban completamente desnudos; unos boca abajo mostrando sus apetecibles traseros, “el tres patas”; haciendo gala de su apodo estaba con la verga bien tiesa a todo su esplendor apuntando al cielo.

Víctor y Armando se voltearon a ver y luego comenzaron a reír a carcajadas jajajJAJAJAJAJA jajajaaj ajaJAJAJAJAJA

Se arrojaron a la arena boca abajo y comenzaron a charlar, se les acercó “Pecho de Paloma” y lanzándose sobre los cuerpos de ambos a la altura de las nalgas y deslizándose haciendo sentir su grueso pene en toda las protuberancias de sus nalgas.

Ambos brincaron en reacción a la broma del “Pecho de Paloma” y ambos se revolcaron en la arena junto con el “Pecho de Paloma”.

Todos ellos estaban cubiertos de arena de pies a cabeza y parecían estatuas rodantes.

“Pecho de Paloma” tenía a Armando boca abajo, su cuerpo completamente aprisionado contra el suelo y el peso de su compañero que lo cubría por completo, “Pecho de Paloma” hacía presión con su pelvis en el trasero de Armando y con sus brazos aprisionaba los de Armando para sujetarlo y someterlo.

Unos cuantos curiosos se detuvieron alrededor para observar el forcejeo de los tres.

Víctor, intentó ayudar a su amigo y abriéndose de piernas se situó sobre “Pecho de Paloma” y posándose sobre ese trasero expuesto a quien lo quisiera ver se sentó y procuró aplicar una llave trasera a sus brazos.

El peso de Víctor, provocó que momentáneamente “Pecho de Paloma” hundiera aún más su pelvis en el trasero de Armando.

Todos forcejeaban, todos ya estaban sudado a causa del clima del trópico, los rayos solares y la tención de sus músculos que se habían entrenado para luchar.

Víctor, con sus escasos 16; rendía buena cuenta de su fuerza y quitó a Armando de sobre su amigo, sus cuerpos se separaron y la verga de “Pecho de Paloma” se vio en todo su esplendor.

La tenía media parada, pero se notaba que flácida no estaba y el trasero de Armando dejaba ver que en alguna parte de su raja se había estado frotando la verga de su amigo, compañero y contrincante.

Todos se rieron, todos jugaban y salieron al mar a quitarse la estorbosa arena de sus cuerpos.

La tarde llegó a su fin, todo fue un día normal en sus vidas de soldados aliados junto a los norteamericanos.

Había alguien que aplicaba clases de Inglés a quienes quisieran, otros catecismo y así mismo lucha cuerpo a cuerpo con todo el equipo para estar listos en combate.

Rigurosamente, al tocar el toque de Diana; todos a las duchas, era hora de disfrutar de los cuerpos a medio despertar de la mayoría de los soldados allí presentes.

Allí se miraba la diferencia física entre los Norteamericanos que tenían una contextura superior a la catracha, mejor alimentación desde la infancia y demás.

Pero el “tres patas”, sobresalía de todos por su inmensa pija.

Ese era el motivo real de su apodo.

Como siempre, a esa hora de la madrugada; se cargaba una reverenda riata mañanera que todos le temían, era descomunal su tamaño.

Las duchas no eran otra cosa que unos barriles puestos arriba y con grifos manuales se servían el agua fresca sin ningún tipo de separación que sus propios cuerpos.

Existían una veintena de grifos, con no más de un metro entre cada uno y de repente comenzó a ocurrir una situación en las duchas; unos a otros comenzaban a ayudarse a frotar las espaldas.

Al principio algunos lo vieron raro, eso no se acostumbraba; pero se quejaban que sentían quedar sucios de sudor y arena si lo hacían ellos mismos.

Se fue popularizando la práctica de ayudarse al baño, tanto así que era muy raro ver a un soldado ir a bañarse solo; por lo general eran dos, tres, cuatro y hasta más de una sola vez y entre ellos se frotaban con calidez, con ternura.

Víctor, con su grupo del Armando, pecho de paloma, tres patas, el chele y el padrecito siempre iban en manada a las duchas.

Allí por lo general había un par bañando a cualquier hora y ya no era raro que mientras se bañaban y ayudaban a lavar las espaldas, a más de uno se le pusiera tiesa la polla.

Entre ellos igual, el primero en decir esta pija se paró era el “tres patas”; de igual manera comenzaba a bromear con el resto, restregándoselas en los traseros, los agarraba por detrás y se las metía entre las piernas, les apuntaba en la mera raja y el resto no se quedaban atrás.

Llegaban a tener sesiones de baño en las que hacían competencias de masturbación y cada uno con su propia verga competían a ver quien tiraba el chorro más largo, la mayor cantidad de chorros y cosas así.

Era súper cachondo, eso de ver a un grupo de jóvenes bien formados por el ejercicio del ejército sacando brillos a sus pijas con jabón por lubricante y bromeando y compitiendo como niños.

Esos culos mojados, brillantes por la acción del agua contra sus pieles bronceadas al calor intenso de los rayos solares.

En la mayoría no había señas de bañador o de uso de interiores, eran muchas las horas que pasaban tendidos al sol en la playa tal cual vinieron al mundo, desnudos.

En una ocasión, Víctor estaba haciendo labores de oficina como ordenanza (ayudante de oficina) y el Teniente estaba charlando con el Capitán y entre otros temas charlaban sobre si informar al superior sobre lo que estaba ocurriendo en las duchas (toqueteos, eso de frotarse unos a los otros las espaldas y hasta un poco más con eso de las masturbaciones en grupo).

Charlando sobre eso, Víctor vio como el Capitán se acomoda con un poco de disimulo la verga por dentro de su pantalón, sentado en la mesa donde estaba y le expresa al Teniente: “Teniente, le voy a decir que ya llevamos aquí más de tres meses; estos hombres no han mojado la brocha en ese o mucho más tiempo y creo que es normal que entre ellos se muestren afectuosos, Yo mismo le diré que ya estoy cansado de estar jalándomela en mi barraca a cada rato; me gustaría poder encontrar una boca, un agujero en donde meterla; pero aquí no hay, solo machos, eso es lo que tenemos alrededor y de alguna forma ellos miran los traseros pelados de sus amigos y frotándose unos a otros en las duchas, es normal que se exciten y hagan pajas grupales y quién sabe si más, en eso es mejor no meternos”.

El Teniente se quedó callado y por instinto se llevó su mano a la entrepierna y desde su posición lateral en una mesa que improvisaba un escritorio, Víctor pudo ver que la pija del Teniente había crecido muchísimo.

El Teniente, se acomodó la pija y se pegó un par de caricias; apretando un poco la mano en cada movimiento y haciendo saltar su verga como resorte dentro de los pantalones de su uniforme.

Víctor mismo, sintió que su pija había crecido y estaba apretándose en sus bóxers; viendo de reojo a sus superiores hablar, holló lo que nunca hubiera deseado que sus oídos escucharan: “Soldado, venga aquí”.

Sí mi Capitán, dijo Víctor; pero sin moverse de su posición sentado.

Qué venga aquí, repitió el Capitán.

Víctor no tuvo más que levantarse y entre eso llegó a intentar acomodar la verga en su pantalón, imposible lograrlo y ambos oficiales notaron la tremenda empalada que sufría Víctor.

Se fija Teniente, este soldado tiene la verga bien parada y es a causa de no tener contactos sexuales adecuados.

El Teniente, miró la protuberancia en los pantalones de Víctor y como la verga se dibujaba en su interior.

Perdón, dijo Víctor; queriendo tapar su carpa con sus manos y el Capitán le dijo: “no se preocupe soldado, casi todo el tiempo la mayoría anda así o no es verdad Teniente”, Sí, así es mí Capitán dijo el Teniente.

Puede seguir, dijo el Capitán.

Víctor se sentía avergonzado por lo ocurrido y el Teniente le dio la razón al Capitán de no tomar en consideración ni reportarlo al comando superior.

El Teniente, sugirió al Capitán que había que encontrar alguna forma para que los soldados tuvieran su desahogo, este le dijo que él pensaba en ese tema como Alejandro Magno o Alejandro el Grande: “Un soldado que cuida y da cariño a su compañero, será un mejor soldado en el campo de batalla, pues defenderá con mayor ahincó al soldado que está a su lado y se ha vuelto algo más que su hermano”

Ambos callaron, asintieron con la cabeza y Víctor grabó esas palabras en su mente para toda su vida.

El Capitán estaba diciendo que podía haber acercamientos carnales entre los soldados y que de esta manera se volverían mejores soldados, eso era de puta madre.

Víctor, sabía que no podía decir nada de lo escuchado en esa barraca o de algún superior y peor si él estaba de turno como ordenanza del Capitán.

Así quedo la charla, ya eran las tantas de la noche y el Capitán despidió a Víctor y le dijo que al día siguiente lo quería allí; pero hasta las 1000 horas, no antes.

Sí mí Capitán, dijo Víctor, acomodó todo y se marchó.

Llegando a su barraca, Víctor se da cuenta que había dejado su quepí (gorra militar) en la barraca-oficina del Capitán y se regresó a recogerla.

Al llegar, iba a tocar la puerta; pero al pasar por un lateral escucho un ruido muy sospechoso, era la voz del Capitán diciendo: Así, así, lo vez, así; sigue que rico así.

Víctor, se asomó un poco por la entrada de la barraca y vio al Teniente sin camisa y arrodillado al borde de la cama del Capitán y a este acostado con sus piernas apretando el cuerpo del Teniente y al Teniente con la pija más gruesa que Víctor había visto en su vida, zampándosela por completo en la boca.

Se miraba, que el Capitán estaba haciendo entrar en razón con respecto al comportamiento de la tropa al Teniente; le estaba demostrando que era necesario un desahogo y le mostraba como y cuál era la forma correcta de hacerlo.

Cómo en tres ocasiones le pidió el Capitán al Teniente que tuviera cuidado con los dientes, eso no era otra indicación que esa era posiblemente la primer mamada que el Teniente daba.

Víctor, sabía que él no tenía que estar allí; pero estaba en un sitio privilegiado al ver como los dos más altos rangos de la compañía se estaban ayudando a dar placer uno a otro.

El Teniente estaba rojo de tanta labor oral, el Capitán le sostenía la cabeza y en ocasiones le hundía la cabeza y el Teniente daba arcadas de ahogamiento por el rabo que se tragaba.

En eso estaban, cuando el Capitán; toma al Teniente por los sobacos y lo levanta, él mismo le desabrocha el pantalón y tira de el hasta los tobillos del Teniente, luego el bóxer y ante la mirada de Víctor, queda un par de suculentas nalgas que pertenecían al Teniente.

El Capitán, doblo la cabeza y aunque no estaba al alcance de la vista de Víctor; este supo que había comenzado a mamar al Teniente y las manos del Capitán se fueron a las caderas del Teniente y acariciaron su trasero.

Bajaron por las piernas y volvieron a subir a lo que el Teniente, tenía su cabeza viendo el cielo de la barraca y soltaba leves quejidos que solo eran interrumpidos por el glup glup glup de la saliva abundante del Capitán al mamarlo.

Luego fue el Teniente que volvió a la carga con el pito del Capitán y esta vez, el Capitán se acostó a todo lo largo de la cama y el Teniente, pegado como estaba a esa verga; se fue despojando del resto: botas y demás prendas que aún llevaba puestas.

Ayudando al Capitán a hacer lo mismo, el Teniente; nunca soltó tan copiosa pija, gruesa como ninguna.

A la tenue luz de la habitación de barraca, la pija del Capitán se miraba lustrosa y el Teniente con sus ojos cerrados mostraba gula al engullirla y mamarla.

El Teniente se subió a la cama y pudo apreciar Víctor, ambos cuerpos entrelazados y como poco a poco; el Teniente subió y subió besando el cuerpo del Capitán que a pesar de tener escasos 25 no llevaba más de 3 al Teniente.

Sus bocas se unieron, fue algo singular; las piernas del Capitán rodearon el cuerpo del Teniente y sus brazos sellaron sus pechos uno contra el otro.

Rodaron en la cama, sus juntas metálicas chillaron con el peso de ambos hombres y poco a poco ahora estaban al revés.

Las piernas del Teniente rodeaban al Capitán, sus caderas se acompasaban en movimientos frotatorios de penes y las nalgas amplias del Capitán sobresalían hermosas.

El Capitán bajo por el pecho y abdomen, para luego adherir su boca a la suculenta verga del Teniente, era algo delgada pero larga y una cabeza bien rosada.

Sus huevos eran grandes, se miraban cargados de leche y el Capitán siguió bajando un poco más, lamió y absorbió los huevos y continuó bajando por el perineo y llegó al ano.

Fue cuando con ayuda de sus manos, levantó las caderas y piernas del Teniente y comenzó la lamer y hurgar en el ano de sub oficial.

El Teniente se agarraba fuerte de las sábanas del camastro y comenzó a bufar, seguro su mujer no le hiso nunca nada igual.

El Capitán, se incorporó quedando de rodillas frente al Teniente; se acercó un poco más y tomando con su mano el grueso leño de carne que tenía por verga lo apuntó al orificio anal del Teniente, no pronunció palabra alguna; ambos hombres se miraron directamente a los ojos y el Capitán al hacer un leve movimiento de caderas, vio la expresión de dolor en la cara del Teniente y cesó.

Detuvo por unos segundos su avance, no había entrado ni la cabeza de su pija y el Teniente se quejó; no quería dañarlo en su primera vez, luego mojando con su saliva esa gruta esplendorosa, comenzó nuevamente su proceso de inducción a los brazos de su nuevo amante.

El Teniente volvió a recular y el Capitán lo tranquilizó, pero esta vez al inclinarse y besar al Teniente; su cadera se adelantó y tapando el grito con un beso metió su verga en las entrañas virgas del Teniente.

Este se guindó literalmente del cuello del Capitán, sus bocas no se separaron; sus cuerpos estaban quietos y fue entonces cuando comenzó.

El cuerpo del Capitán, se miraba como un mar en movimiento; tenía un ritmo sensual.

Todo era un compas sensual, sus caderas entraban y sacaban su pene del trasero del Teniente al tiempo que su espalda se arqueaba para unir y despagar sus cuerpos en una caricia ininterrumpida y luego volver a comenzar.

El Teniente, se notaba que estaba gozando; su mirada estaba perdida, sus mejillas coloradas, su cuerpo temblaba y se agitaba sin control.

El Capitán estuvo dándole en el culito no se cuanto tiempo pero fue un montón, Víctor teniendo su propia verga en la mano había acabado dos veces, sin tener que perder la erección por lo candente y morbosa de la situación.

Fue el Capitán que haciendo ruidos irrepetibles, comenzó a templar su cuerpo; a hundir su pija más dentro del Teniente y luego calló.

Calló sobre el Teniente con todo el peso de su cuerpo.

Todo el Capitán estaba transpirando a mares, eran ríos de sudor que emanaban de su cuerpo.

El Teniente, estaba atrapado bajo todo ese hermoso cuerpo de hombre que le acababa de dominar.

Al separarse el Capitán, se pudo ver como había una cantidad de líquido más espeso que el sudor entre ambos cuerpos y que bañaba del ombligo, hasta el pecho.

El Teniente había tenido su ración de semen que disparó por la fricción de ambos cuerpos aprisionando su verga y sin siquiera usar las manos, solo el lavandero del estómago del Capitán como ayuda, se corrió.

Víctor, salió corriendo de allí y supo que ahora tendrían mayores libertades en la isla; para poder pasar mejor el tiempo por esos lares del trópico.

Este relato, me lo contó un amigo que vivió lo ocurrido en una parte del tiempo de la segunda guerra mundial y sobrevivió para contarlo.

En honor a ese amigo que ya se fue escribo lo que él me contó.

Claro, el nombre de él; los amigos, compañeros y Oficiales, así como los rangos son cambiados.

Espero sus comentarios en [email protected]

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