Un casting para un embarazo

Tener una amante no es sinónimo de querer tener hijos con ella en la gran mayoría de las ocasiones, pero Luz se sentía sola y quería tener un hijo conmigo… No pudo ser, pero si el embarazo

Ya les he hablé en un relato anterior sobre mi segundo trio con mujeres, de cómo conocí a Luz y lo morbosa que era, eso sí, a su manera.

No le gustaba comer mucho la polla, pero si mi culo. Algo incómodo al principio, por la novedad. Mi ano ha sido muy delicado muchos años.  Me encanta desde entonces que me coman el culo y muchas más cosas.

Les cuento, sobre Luz, no sobre mi culo, del que ya les hablaré en su momento y muy especialmente de quien me lo desvirgo con un buen trozo de carne, no con consoladores anales que ya me lo habían desvirgado muchas veces. Con mis manitas de usuario. No piensen mal.

Luz, utilizaba la píldora para no quedarse en estado, y así evitar que una rotura de preservativo pudiera llevarla a un tercer embarazo, que de momento no deseaba.

Luz tenía dos hijos ya en su país, pero poco a poco se empezó a sentir sola en España.

Para entonces éste que les relata, en aquellos tiempos del casting,  ya se había casado tres veces y tenía siete hijos, entre propios, extraños y algún caso excepcional, como es el de una sobrina que sin certificar oficialmente,  también era mía según su madre, mi tía. Posiblemente es verdad. Bueno, seguro.

Esa sobrina y su hermana me darían muchos problemas de todo tipo. Su madre, mi tía Lucia, terminó estando muy enferma. Su marido se había suicidado tirándose al tren. Al morir bastante joven, sus dos hijas se vinieron a vivir conmigo, al ser el tío “rico” de la familia. Cuide de ambas hasta que se independizaron.

Me darían mis dos sobrinitas muchos quebraderos de cabeza, e incluso una mala noche en el sentido de que prácticamente me violaron entre ellas y sus amigas. Próximamente he de contarles este episodio de alguna manera “siniestro” en el que mis dos sobrinitas, una de ellas, mas que seguramente hija mía, alentadas por sus amigas y el exceso de alcohol me llegaron a atar durante todo un fin de semana y abusaron de su situación superior. Según ceo me follaron todas. Cinco en total.

No me da reparo haber tenido sexo con una hija. Entiendo y he leído mucho al respecto de que el sexo debe ser natural.

Cierto es que me correría muchas veces, en aquel “simulacro” de violación, fueron muchas horas. Dudé en algún momento si Pili, mi sobrina-hija había participado, pero de su mirada cómplice deduje que sí.

El día de su despedida de soltera, me lo confirmaría en una situación absolutamente hilarante e irracional que ya les contaré.

En unos días les relataré aquel “bochornoso” suceso de mi “violación”, que obviamente no denuncie, por evitar no solo las repercusiones penales a aquellas jóvenes ebrias, sino también que tuviese trascendencia pública y social, que pudiera afectar al grupo empresarial que dirigía. También me gustó mucho. He de confesar que el sexo no consentido tiene su morbo.

Vayamos al relato de hoy, un relato ciertamente atípico.

Estaba harto de tantos hijos pidiendo y pidiendo.

Había decidido dejar de fabricar hijos.

Había cogido cita en una clínica privada sin decir nada a nadie y me había hecho la vasectomía. Para evitar dar explicaciones a nadie, aproveche que tenía un viaje de negocios pendiente por Marruecos, en donde se estaba construyendo un complejo turístico del que era accionista, y así nadie vería los cardenales que salen a partir del día siguiente, que los que se han operado saben muy bien.

Doce días sin follar, aunque no sin tener experiencias en Marruecos. Allí conocería a Amina, que meses después me haría disfrutar enloquecidamente. Una historia absolutamente sensual la de Amina y la su hermana Fátima. Unas amantes especiales. Ya las conocerán a fondo. Se lo prometo.

Sigamos con el casting para Luz.

Se preguntaran el motivo de que mis esposas o aquellas amantes que engendraron hijos míos consiguiesen quedarse embarazadas. Sencilla y mayoritariamente me engañaban. Decían que tomaban píldora y llegado el momento me mentían. Jamás he tenido sentimiento paterno, ni jamás lo tendré. Cada cual es como es.

Realmente la situación económica en que me dejaría mi abuelo paterno al morir seria la razón.

MI único hermano no había llegado a licenciarse en la universidad. En mi caso sin dejar de trabajar obtuve dos títulos universitarios estudiando a distancia. En España había muchas oportunidades y en la localidad que vivíamos había universidad a distancia, en una de las calles más céntricas.

Al licenciarme en Económicas y enterarse mi abuelo paterno, me mandó llamar y me hizo comprometerme a dirigir su entramado empresarial sobornándome emocionalmente con la excusa de una reconciliación con su hijo, mi padre y también con la excusa de su edad. Eso era cierto a medias. En fin esa es otra historia que quizás le cuente de paso.

Con apenas 25 años no tenía problemas de ingresos económicos, pues las empresas prosperaban bajo mi dirección y al margen del buen salario que obtenía y un porcentaje en beneficios muy apetitoso, mi abuelo me donaba permanentemente bienes inmuebles que naturalmente ponía en arrendamiento. Le caía muy bien y no tenía otros herederos, salvo  mi hermano y yo. A mi padre jamás llego a donarle nada, aunque no le faltaría de nada.

No es dejar de ser humilde, si les digo que mi abuelo era uno de los tres empresarios más respetados de la provincia. Muy trabajador. También con suerte.

Llegue a tener hasta una treintena de propiedades urbanas en la localidad, en Madrid, y en costa, tanto en Málaga como en Alicante. Me había reservado tres viviendas para mí, dos en la localidad donde residía y otra en Madrid donde empecé a ir con cierta frecuencia. Fiestas notables organicé allí y también en el chalet a las afueras de la localidad donde residía, donde me escaba con amantes y matrimonios amigos de la zona.

Por el contrario en el piso en donde vivía con mi segunda esposa, que por cierto me duro muy poco,  era un lugar sagrado para el sexo, o más bien la falta de él.

Entre que jamás consintió en hablar de sexo liberal, me refiero a Nieves, mi segunda esposa y que ella era asexual, o más bien absolutamente lesbiana y frígida, creo que fue aquel inmueble en que vivimos apenas dos años, el inmueble en que menos sexo se realizó de toda España y parte del extranjero. Al menos follar coño. En fin, eso será otra historia aunque muy histriónica.

Sigo con el relato que me enrollo como siempre.

Como les he dicho en alguna ocasión, cuando tengo relaciones sexuales esporádicas, siempre he utilizado el preservativo, hay que cuidarse. Pero cuando íntimo de manera permanente con una mujer y ella acepta el hecho, me encanta el sexo al natural.

Además de creer que disfruto más, es algo psicológico que ocurre con mucha frecuencia, principalmente es el hecho de mi adicción a comer mi propia leche.

Cualquier leche me encanta si sale de un coño bien follado.

Quizás  mi afición al sexo liberal y a hacer tríos viene de eso.

He estado con muchas parejas y matrimonios. Me encanta follar mujeres delante de sus maridos, no me da nada de corte, pero sobre todo me encanta que ellos se calienten y al final se las follen y ello pueda redundar en lamer esa lefada marital final.

Uhmm que rico es el sabor de leche con fluidos vaginales. Propia y/o ajena.

Todos ustedes saben que muchos de esos maridos quieren ser protagonistas del denominado rol del cornudo o rol cuckold, como se dice en fino.

También ocurre que algunos de esos maridos, en el fondo lo que quieren es ver, tocar o quizás lamer la polla de otro hombre, es menos habitual, aunque también me ha ocurrido.

El mundo liberal tiene sus sorpresas.

Lo normal en tríos y lo digo con alto nivel de experiencia, especialmente en las grandes capitales Madrid y Barcelona, es que esos hombres tengan un gran nivel de necesidad morbo y un erotismo alto, por encima de la media.

Es realmente morboso ver disfrutar a tu mujer con otro, además de muy satisfactorio que ellas sean naturales. Si quieren follar con otros van a follar, lo sepas tu o no.

El sexo es natural y todas las personas deseamos sexo con otras muchas personas más al margen de nuestras relaciones sentimentales.

Saber diferenciar el amor del sexo es fundamental para tener una mente equilibrada. Eso creo desde el punto de vista profesional.

Siempre he dicho lo mismo, tanto en conversaciones liberales como en mi etapa profesional de terapeuta de parejas, la sinceridad es fundamental en una pareja. Han de decirse absolutamente toda la verdad, sobre sus deseos íntimos y fantasías. No dejarse nada sin hablar, especialmente en relación al sexo. Pues en caso contrario, pueden darse cuenta quizás demasiado tarde, que sus parejas han llevado una doble vida. Eso sí que es una gran decepción, y lo digo por haber sido informado en mi consultorio con todo lujo de detalles de decenas de casos.

Incluso a veces sin posibilidad de retorno, si se han dado cuenta al final de sus vidas, al morir sus cónyuges, y aparecer cartas, testamentos o quizás otra familia en otra ciudad.

Hay muchas dobles vidas por el mundo. Se lo aseguro.

Ven como me enrollo. Discúlpenme. Sigamos con el relato de hoy.

Cuando conocí a Luz ella follaba siempre con preservativo y además tomaba la píldora anticonceptiva por si acaso. Era muy joven, apenas 22 años cuando la conocí y ya tenía dos hijos. Ya les relataré como los tuvo, con quienes, en que circunstancias y con qué edades. Luz fue mi precoz. No se preocupen, que no daré detalles significativos que puedan alterar ninguna relación a día de hoy.

Follábamos mucho y bueno.

Ambos teníamos una dilatada vida sexual. Éramos morbosos y eso atrae sexo a raudales.

Nuestro primer encuentro fue excepcional, ya lo relatare pues fue extremadamente raro, dado que en ese momento yo iba buscando una mujer que aceptase dar y recibir lluvia dorada, de manera recíproca.

Quería hacer sexo con ella pero que ambos hiciésemos al final lluvia dorada el uno al otro.

Todos ustedes saben lo que es.

Anhelaba sentir aquellas sensaciones maravillosas que en mi mente estaban y que aún no había realizado,  deseaba encontrar a alguien en la que pudiese orinarme, orinar todo su cuerpo, orinar su coño y su culo, que además desease probar mi dorado liquido.

Ojo, que no era egoísta, que yo quería que me hiciese ella lo mismo. Ya les relataré aquella morbosa situación y como pusimos aquellas toallas en el suelo. Después vendrían muchas jornadas doradas más, muy doradas.

Buff, que pasada. Un tremendo morbazo, se lo aseguro a todos.

Es inigualable y excitante sentir la calidad sensación de una mujer o de varias que riegan su dorado líquido por todo mi cuerpo. Dejando el remate final en tu boca. La aspereza en la boca y el ligero escozor en la garganta. Es genial.

Lo revivo y me excito.

Después de aquel inicio tan morboso Luz, pues obviamente acepto aquel primer reto y le encantó igual o más que a mí, nos centramos en una relación realmente mágica y excitante.

Mucho sexo, tríos con sus amigas bisexuales y algunas orgias en el piso, pero cada cual con la suya. En eso era un poquito rara, jamás consintió en estar con otro delante de mí, salvo…

Vamos a ello.

Pasaron los años, ya les he dicho que con Luz he estado casi doce años de relación. Sigo relacionado aun con ella, pero todo cambio al conocer a mi última mujer Marga. Margarita.

Era Luz, muy callada, muy reservada, jamás me pidió matrimonio, ni yo a ella. Miento, en Palma de Mallorca se lo pedí, pero en aquella ocasión ella tenía otras cosas en la cabeza. Tuvo una pequeña depresión por la enfermedad grave de su madre.

En fin, ella en España y sus dos hijos creciendo en su país, el primero con los abuelos y el segundo con su exmarido y su nueva esposa.

Luz se sentía sola, muy sola.

Luz quería tener un hijo conmigo. Fue evidente poco a poco, pues sacaba el tema muy a menudo.

Había dejado de tomar las pastillas anticonceptivas, sin decirme nada,  y al no obtener el resultado deseado, me lo pregunto directamente.

¿Oye José, tú no puedes tener hijos verdad?

Jamás nos mentimos y asentí.

Siendo conciso en cuanto a verdades y mentiras, decirles que ella solo desconocía de mí, otras aventuras con otras  mujeres, y mis encuentros con matrimonios en mis habituales tríos. No quería saber nada de ello.

Ella jamás acepto el mundo liberal.

En consecuencia, habíamos pactado no hablar de aquellos dos temas. Ella lo suponía y solo me ha pedido que fuese cuidadoso, que no quería que le trasmitiese una enfermedad.

Ella estaba a gusto como estaba, la trataba como una reina, no le faltaba de nada. Además ella tenía un trabajo a tiempo parcial, en una empresa de limpiezas,  que le daba suficiente para ayudar a su familia, padres, hermanos e hijo mayor, que todos lo necesitaban.

Jamás me pido dinero para ellos. Si en alguna ocasión les mandé algo, fue sin que ella lo supiese. Se hubiese sentido muy mal. Es muy orgullosa en ese sentido.

Luz era feliz conmigo a su manera, aceptó su papel de ser la otra, aunque se encontraba sola. Ella era feliz, lo sé, salvo lo de su anhelada y creciente necesidad maternal.

Quería ser madre conmigo.

Lo había intentado y al no conseguirlo, por ser yo estéril, se frustró y mucho.

Intente convencerla para que se olvidase, pero no lo conseguí. Tiene un espíritu maternal muy fuerte, un espíritu que jamás comprendería, aunque respetaba, mientras no interfiriese en nuestra vida sexual y en nuestros jueguecitos dorados.

Ella me prometió que jamás tendría queja de ella en ese sentido. Fue cierto hasta el último día de nuestra relación física, que tuvo que acabar porque el deseo también se acaba o al menos se aminora.

Volvamos al deseo maternal de Luz.

Le di la solución enseguida. Busquemos a alguien que te folle y listo.

Su mirada indignada me sorprendió, o no tanto. Estuvo varios días sin hablarme y muy enfadada. Al cabo de unas semanas accedió.

¿Y cómo lo haremos Jóse?

Ella no me llamaba José Miguel. Me llamaba solo Jóse. Su hermana me llamaba de otra manera. Habré de hablarles de su hermana mayor Carolina, eso sí que era una fiera en la cama y le gustaba ser follada de tres en tres o más. Joder con Carolina. Se pondrán tibios al conocer algunos episodios de su vida, alguno me contó y en alguno intervine. Me hizo prometer que jamás contaría nada al respecto, y menos a su hermana. Espero que no lea el relato.

Sigamos con el futuro embarazo de Luz.

Luz tenía decidido hasta el nombre de su hijo, le pondría Miguel, por su “padre”. Yo.

No le gustaban los nombres compuestos, en Colombia son muy habituales como saben.

Concebiría un hijo para mí. Otro más, no importa, sería el octavo. Me juró y perjuró que jamás me reclamaría nada. Lo sé. Por ello, Miguel también figura en mi testamento.

Enseguida me puse al asunto. Ella se quedó perpleja con mi plan.

Mataría dos pájaros de un tiro. La metería temporalmente en el mundo liberal y de paso tendría su hijo deseado. Lo primero, obvie decírselo.

Puse anuncio en las páginas habituales de tríos liberales. Puse anuncios buscando hombres casados que quisiesen tener aventuras. Invite a varios a amigos casados de confianza a conocer a Luz.

A ella le dije que la única manera de acceder a su pretensión era buscar un hombre adecuado, quedar con él, conocerlo, si nos caía bien, irnos a la cama con él y que la follase. Jamás decirle nada a él. Yo me haría cargo de los gastos de su futuro hijo o hija.

Bromeábamos al respecto, yo quería una hija, que fuese como ella. Ella me advirtió.

¡Yo solo sé hacer cabezones, ya verás!

Tenía razón.

El casting estaba en marcha.

Tuvimos un montón de citas con chicos. Ninguno de la localidad a fin de evitar problemas futuros con parecidos o por coincidencias, que a veces las hay. Nuestras citas las hicimos mayoritariamente en la capital de la provincia, algunas en Madrid y algunas en la costa que frecuentábamos en vacaciones cortas algunos fines de semana.

Mi propósito principal era disfrutar de tríos con ella, lamer mucha leche ajena de su coño y de paso que mi joven Luz tuviese su anhelado y deseado tercer hijo.

Pensaba para mis adentros que tendríamos muchas citas, pero me equivocaba.

Tuvimos decenas de citas. Me ponía cachondo de pensar en verlos follársela, de lamer mucha leche caliente ajena.

Mala suerte. Ninguno le gustaba.

Impaciente, al final le dije que así no tendría un hijo.

Estuvo varios días indecisa. Mientras yo cachondisimo, tenía que incrementar mis citas con matrimonios amigos.

Me impacientaba algo. Lo notó. En la cita doce o trece, me dijo que vale, con ese.

Se llamaba o se seguirá llamando Armando, era visitador médico. Contestó al anuncio. Nos entrevistamos. Le pareció bien. A mi también. Tenía buena planta.

A Armando le contamos una milonga, es decir pocas verdades.

Qué éramos nuevos en el mundo liberal, que queríamos iniciarnos en un trio y que buscábamos a alguien con experiencia. Él dijo tenerla. Nos dijo que frecuentaba algunas parejas.

Quedamos en el día y sitio.

La fecha más fértil ya estaba casi seleccionada. Armando organizo su agenda de viajes para aquella semana.

Utilizaríamos el apartamento de la urbanización en la ciudad. Donde habíamos hecho el cuarteto de tres bisexuales. ¿Lo recuerdan?

A mí me gusta el sexo con clase. Teníamos que preparar la cita adecuadamente. Preparé una cena, velas, música. Un buen ambiente. Todo se desarrollaba a la perfección. Luz parecía emocionada. Lo estaba. Deseaba ese hijo con ganas.

Lo tendría, pero no con Armando. Tampoco él nos dijo toda la verdad.

Les diré que Luz era un reloj. Que tenía el periodo perfecto. Sin variar ni un solo día. Calculamos el periodo fértil y en el día propicio plantamos la cita.

Ella me había dicho que solo una vez, que no quería estar folleteando con unos y con otros. Que bastaría con una sola vez.

En eso no estaba del todo acertada.

Armando se la folló, aunque debo de decir que algo rápido.

Les cuento.

Después de la cena, nos pusimos a bailar por turnos. Música romántica. Empezamos a jugar al strip póker por romper el hielo. Cuando estábamos desnudos los tres, la polla de Armando se puso en condiciones. Nos acostamos en el dormitorio. Promoví juegos orales para ir humedeciendo la puerta de la fábrica de hacer niños.

Ya habíamos anticipado a Armando que ella tomaba la píldora y que no había riesgos de embarazos. Quisimos generar la confianza. Él hablaba de enfermedades, le convencimos de que éramos un matrimonio fiel, nada de promiscuidad, que no teníamos otras relaciones y que buscábamos un amante fijo único, que él nos había caído muy bien y que queríamos que fuese él.

Que cada vez que viene por la zona, vendría a casa y pasaría la noche con nosotros.

Algo permanente y discreto.

Eso pareció convencerle.

En fin, después de jugar un poco como les estaba diciendo…

Después de ver ese súper cuerpo desnudo en la cama.

Después de comerles las enormes tetazas de Luz entre los dos.

Después de tener varios orgasmos.

Después de meterle mi polla para irle haciendo sitio.

Después de todo eso, pues no parecía tener mucha prisa, le dije a Armando que se la empezase a follar.

¡Coño!

Se la metió y en el primer envite, en un solo segundo se corrió.

Se disculpó. Se apreciaba que estaba avergonzado.

No pasa nada Armando, la próxima vez aguantaras más. Avergonzado de verdad pidió retirarse y se fue.

Jamás volvimos a verle.

Ya habíamos pensado en la estrategia a continuación de la lechaza del padre anónimo.

Meterle mi polla un buen rato para que la semilla no se saliese.

Luego ponerle una almohada en los riñones. Subir y recoger sus piernas y cerrarlas para que el fruto cuajase.

Así lo hicimos. No pude remediar correrme al meterle mi polla,  pues la excitación del momento era muy especial.

Había sido muy corto el momento de leche de Armando, pero al ser la primera vez de un trio con mi Luz, yo estaba muy cachondo.

Sin dejar de sacarla, me volví a correr. Dos veces. Le comía los pezones y ella a tener orgasmos. Me corrí una tercera vez sin sacarla. Estaba cachondisimo por la situación a pesar de la “rapidez” de Armando.

Ella un poco mosqueada.

¿Qué te pasa Luz?

Nada, que no, que este tío no me ha preñado. Lo presiento.

Así fue, y así paso.

El cabrón debía también de estar operado.

Nuevamente a seguir con el casting. Yo tan contento. Haría más tríos. Qué iluso.

Más citas. Teníamos un mes entero para conocer a otro candidato.

Otras quince o veinte citas.

Ella estaba muy segura, yo no tanto. Comprobamos en días que no estaba embarazada.

Ella lo decía y las pruebas también. En todo caso, como yo digo, más vale que sobre a que falte.

Más pruebas de casting.

Mas citas.

Las semanas pasaban y no salía nadie que le gustase.

Esto se eternizaba.

Pensé en un amigo casado, Álvaro. Le conté la milonga. Aceptó. Se lo presente. Le gusto.

Pues nada a follar con Álvaro. Buena gente Álvaro. Mejor gente su mujer. Ya verán.

Llego el día y repetimos el proceso. Álvaro se portó mucho mejor. Era muy morboso y follarse a la amante de un cliente y amigo, le puso a mil. Me lo confesaba. No hay secretos entre él y yo. Bueno, solo uno.

Elegimos el día y nos pusimos como con el anterior a la cena y juegos. Pero Álvaro desde el primer momento quería follar y follar. Estaba impaciente. Estaba muy morboso. También es cierto que no quería llegar tarde a su casa, su mujer era muy seria, yo la conocía algo, y no quería tener bronca con ella.

Aceleramos la cena al máximo, no hubo que hacer juegos para romper el hielo. La polla de Álvaro pedía guerra desde el primer momento.

En cuanto vio desnuda a Luz, Álvaro se lanzó a mamarle el coño, mientras yo le comía las tetas. Luz se corría como una loca y Álvaro más y más excitado. Luz y yo sabíamos que sus orgasmos eran a causa de mi comida de pezones. Además Álvaro tenía más bien la polla pequeña y a Luz, le gustaba sentirse muy llena para poder tener orgasmos vaginales o clitorianos.

En fin, se acoplo y le metió la polla.

Álvaro aguantaba más. Le estuvo haciendo una buena follada, durante casi media hora. Luz se veía algo incomoda. Al final se corrió exhausto. Eso sí, le echo un buen chorrazo de leche.

Nada más sacarla se empezaba a salir su gran corrida. De inmediato me acople, no para lamerla, que alguna lamí, muy poca lamentablemente, sino para taponarla el coño. Álvaro se fue. Y nosotros a lo nuestro. Le metí un pollazo para ayudar a la simiente a entrar a la fábrica de niños. Incluso no pude dejar de correrme por la excitación del momento. Luego otra vez y luego otra. Me pone cachondisimo que alguien se folle a mi mujer, o a mi novia.

Luego lo de siempre, nos mantuvimos en posición con almohada y piernas en alto para que cuajase nuestro Miguel.

Ese si cuajo aquella noche. Yo ayude con mi tapón. Seguro.

Yo ya sabía de las dotes follatorias de Álvaro.

Tenía otra amante en aquel momento. Eso, tener ambos amantes, nos unió mucho. Se follaba a una secretaria de una empresa que yo también conocía. Estaba casada y era muy cachonda. Después quedaría con ellos un día. Quizás para devolverme el favor.

No les relataré en el futuro nada de aquel trio,  porque aquella mujer no me gustó en la cama, tenía unas tetas caídas y muy feas. Aunque era y es muy simpática. La última vez que la vi a solas, me confesó que hubiese deseado jugar más conmigo. Que aunque a Álvaro no le iban los tríos, a ella la había puesto muy morbosa la situación.

Ellos se llevarían muy bien pero no teníamos química los tres juntos. Aquel trio que echamos semanas después de la fecundación de mi Miguel, no dejaría en mi vida ningún recuerdo digno de mención.

Quizás obré con demasiada celeridad, creo que a Toñi, que así se llama, aún le queda el regusto de aquel trio y he de preguntarle la próxima vez que la vea si hizo algún trio más. Si me die que no, la apuntaré al siguiente. Quizás nuestras feromonas se reactiven. Además, creo que tiene necesidad de sexo. A los cincuenta dicen que las mujeres se ponen hechas unas tigresas folladoras de puta madre.

Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. ¿Verdad?

Me desvió como siempre. Sigamos con Álvaro y de paso con su mujer.

Álvaro quiso estar más veces con nosotros, pero le contamos la milonga de que Luz se había enfriado con los tríos.

Seguíamos con nuestra vida profesional normal, desde entonces. Comíamos de vez en cuando por motivos de trabajo, siguió con Toñi su amante durante mucho tiempo., hablábamos e incluso nos invitó a mí y a mi mujer de entonces,  Nieves, a su casa una noche a cenar con ocasión del nacimiento de su tercera hija.

Bromeaba con ello. Álvaro es incapaz de hacerme un hijo. Solo sabe hacer meonas. Decía su mujer. Pobre cornuda inocente.

Bueno no tan inocente.

Fue aquella noche en un momento en la cocina, en que Paula, la mujer de Álvaro, me dijo que la ayudase. Debería estar muy cachonda con lo de la cuarentena, cuando en un descuido me toco la polla y me dijo dos o tres insinuaciones leves.

Nunca me había fijado en ella, era muy alta, algo desgarbada y con una cara algo ruda. Pero me miro de una manera tan morbosa, especialmente al paquete, que cambie de opinión al segundo.

¡Joder que bien armado estas!

Tenía un papelito preparado con el número y me lo metió en el bolsillo.

¡Llámame mañana por la tarde!  Me ponía en el papelito.

Joder con la seria y desgarbada. A las cuatro empunto la estaba llamando. Antes de la siete, ya me la había follado tres veces.

Salimos de la cocina después de que me corriese en su mano. Estaba demasiado cachondo y me hizo una paja súper rápida mientras yo le metía los dedos en el coño.

Pronto seria mío. Joder, y muchas veces…

Álvaro y Nieves hablaban de política. Joder que pérdida de tiempo.

Álvaro no volvería a hacer ningún trio con nosotros en nuestra cama del apartamento, bueno ni en ninguna otra cama.

Muy al contrario de ello, fueron muchas las veces que me acostaría en su cama con su mujer, en su casa.

Me confesó en la intimidad, después de aquel primer y maravilloso polvazo triple que le eché al día siguiente, que lo que quería únicamente era mamar mi polla y sentirla en su coño.

Aquel primer polvazo no sería el único.

Había apreciado inmensa mi polla a simple vista, me diría que quería tener una polla así en condiciones en la boca y su coño alguna vez. Tenía ese capricho. Jamás había sido infiel a su marido, pero que quería probar una polla grande de verdad.

La verdad, que es que repetiría muchas veces. Mentirosilla.

Me confeso que su marido la tenía pequeña. Me hice el tonto. Era seria pero muy viciosa.

Incluso quiso meterse mi polla en su culo, pero no lo conseguimos. Tampoco lo intentamos con mucho empeño. Se comió y se folló mi polla hasta que se marcharon destinados a otra ciudad. Realmente se envicio en mí. Joder con la fea.

Álvaro es muy buena persona, algo inocente. Jamás se hubiese pensado nada malo de su mujer.

Vaya mujer. Otra viciosa mas para la lista Top ten de viciosas, no de bellas, ni de cuerpazos. Era más bien fea, bastilla, pero muy morbosa. Eso también me encanta. He follado con mujeres que otros han rechazado. Me viene a la memoria Ángela la “perra” obesa. Eso sí que es una mujer morbosa. Prometo contarles.

Pero volvamos a la futura maternidad de Luz, que siempre me enrollo. Lo siento.

Álvaro quiso volver a follar con Luz muchas veces. Me lo insistió muchas veces más. Al final desistió. Estaba tan a gusto con su mujer y con su amante. Yo también, especialmente con su mujer.

Esta se quedaría de piedra, si supiese que sí sabía hacer hijos al final. Jamás descubría ese secreto a nadie, salvo a ustedes ahora, después de bastantes años. Espero que Paula no lea el relato, es capaz de convencer a Álvaro de pedir derechos de paternidad. Confiemos en que no.

Mi gran amigo Álvaro tiene un hijo que no se parece a él, es tan blanco y rubio como su madre y se llama Miguel como su “padre”, al menos el que lo crio a tiempo parcial.

Lo más morboso de la situación mis queridos amigos, fue ver cambiar el cuerpo de Luz mientras su embarazo progresaba, como me iba follando a mi adorada amante con aquel vientre que crecía y crecía. Llegue a follármela hasta el día antes de dar a luz.

Luz dio a luz a nuestro “único” hijo. Un hijo guapísimo. Su madre no estaría sola nunca jamás en España. Ahora mi Miguelito ya tiene 13 añitos. Me llamaba papa de pequeño, ahora me llama colega cuando me ve. Cabronazo.

No se lo he dicho jamás a Miguelito, pero los mejores momentos de mi vida con su madre fueron aquellos momentos después de que naciese.

Me la folle con muchas más ganas en los dos años siguientes, mientras compartía la leche materna con mi hijo. Me encanta la leche materna.

Quizás por eso lloraba mucho.

Hasta el próximo relato, que será sobre el record lechero que me sacó Purifi, mi nueva vecina…