Un castigo mas que merecido

Relato de fantasía basado en un castigo dentro del BDSM

Hoy salgo diferente, un tanga muy pequeño con diminutas cadenas que brillan en la poca luz, voy descalza y de mi sujetador cuelgan finas telas de gasas... el pelo rizado cae suelto como el de un león, y como complemento unos ojos negros...

Te veo sentado mirándome, esperando para ver si todo en mi esta a tu gusto. Pero no lo esta, salgo caminando solo sobre mis pies. Dos pasos, solo doy dos pasos antes de pararme, te miro.

Me quedo inmóvil viendo como me desafías, sabes que voy a perder, sabes que cederé y correré a arrodillarme a tus pies. Sonríes, yo sigo allí, con los brazos caídos a mis costados, las manos abiertas sin rozar mis muslos, ya no estas tan seguro, pero no me ves capaz de hacerte esperar, yo soy tu presa y debo entregarme a ti. Pero soy insolente, te miro sin expresión sin una sola mueca en mi boca, sin sonrisa en mis ojos. No me estoy burlando y lo sabes, te desafío...

Al fin me muevo, paso mis manos por la silla y la retiro de la mesa, la giro hacia ti y me siento, mis piernas quedan abiertas a cada lado del asiento y mis manos agarradas fuerte a la silla. No se cuanto llevo sentada, todo me parece eterno. No he dejado de mirarte, tus ojos arden y me enloquecen, te deseo, aquí en la silla, ahora. Bajo la mirada hasta que solo veo mis rodillas. Me rindo ambos lo sabemos, pero aun no he perdido, sigo sentada en la silla agarrándome a ella como si pudiera caerme.

El silencio se rompe, estas de pie, lo se aunque no levante la mirada. Te has rendido. Tiemblo. Tiemblo de anticipación, tiemblo de deseo, tiemblo porque se que vendrá. Tiemblo porque he perdido. Estas frente a mi, veo tus pies. Puedo notar en el aire que ardes, estas enfadado por atreverme a hacerte venir hasta aquí a buscarme. Por portarme como una malcriada. Sabes que deseaba, sabes que buscaba... los dos sabemos que no sera nada parecido al castigo que me espera.

El sonido de un golpe suena antes de sentirlo, jadeo por la impresión, el primer azote entre mis piernas abiertas hace tintinear las cadenas. Me agarras el pelo y me obligas a mirarte. Verte es suficiente para arrepentirme. Mientras tu mano sigue moviéndose entre mis piernas veo tu rostro tan solo a centímetros del mio. Dios como me arrepiento. No debí enfurecerte no debí hacerte rabiar, mi desafió ya no es un juego, en las distancias cortas no vale jugar a ver quien gana, me tienes bien sujeta y yo jamas tuve posibilidades.

De pronto siento las dos manos en mi pelo y te pones erguido. Yo te miro suplicante, llevo el perdón escrito en los ojos, pero tu has crecido. Cuanto mides ahora? 3, 4 metros? Eres un gigante ante mi. Tus manos me obligan, llevan mi cabeza hasta tu polla, aun con los pantalones puestos puedo notarla, esta dura, caliente deseando darme el castigo que justamente me he ganado. Pero yo solamente me excito mas, muevo mi cara rozándome contra ella, aspiro el olor que me envuelve, pero ya no esta.

Estoy de pie, tu me has levantado, me duele la forma en que me agarras del pelo, no es necesario tirar así, te seguiría donde fueras, pero no digo nada. Me guías a la habitación dando tirones cada vez mas fuerte, maldigo en silencio mi pelo largo, pero sabes que me gusta y en el fondo me mojo un poco mas. Me obligas a subir a los pies de la cama, de rodillas. Lo hago sin rechistar, te alejas y aunque tengo los ojos cerrados se donde estas y lo que haces, pero no se que buscas aunque tengo la certeza que no tardare en saberlo. Tiras de mis manos hacia atrás y me pones las esposas, suspiro, esta vez se que no podre soltármelas. Me empujas y caigo bruscamente sobre el colchón. Aunque la luz esta apagada puedo verte, es lo que deseas, quieres que mire como me castigas quieres que vea lo que consigo por no obedecerte. No lo hago, cierro los ojos y aprieto fuertemente. Agarras mi culo y lo subes, me mantengo con las rodillas y la cara, estoy incomoda, no me gusta. El primero llega sin avisar, luego otro y otros mas. Me duele, quiero gritar con cada uno de ellos, me muerdo los labios, muerdo las sabanas, gruño, pero no grito. Te alejas de nuevo, esta vez no se que vas a hacer ni tampoco me importa mucho, aprovecho el descanso me relajo y el colchón se hunde. Nuevamente agarras mi pelo y te miro, pareces dulce, parece que ya todo ha terminado, es solo el ojo del huracán. Me preguntas un numero, no lo se. No los conté. Cierro los ojos y trago saliva, digo un numero al azar, mi voz es un susurro, vuelves a preguntarme cuantos, esta vez la orden no atiende suplicas. Saco fuerzas y lo digo en voz alta, como sospechaba error. Me dejas caer de nuevo al colchón vuelves a tu lugar. Esta vez tengo que contar, me avergüenza...

10 después descubro la sal que me baña. Cuando empece a llorar? Lo habrás notado? Y fueron 27. Ya no gruño, ya no quiero morderte ni desafiarte ni siquiera respirar si no me lo permites tu. Dejas tus manos abiertas allí donde duele, están ardiendo, queman y yo me estremezco. Una idea me recorre. Están rojas, hinchadas por el trabajo en mi culo, las besaría, desearía acunarlas entre las mías y calmarles el dolor, pero aunque lo intento no me puedo mover. Vuelves a sentarte a mi lado. Acaricias mi cabeza y me derrito. Cierro los ojos y disfruto como el primer día de primavera, cuando absorbes cada rayo de sol que te inunda, tus caricias son mi sol en el día de invierno. De nuevo he perdido el tiempo ya no se cuanto llevo allí con el regalo de tus caricias.

Las esposas ceden y dejo caer los brazos. Soy un trapo no tengo huesos no tengo músculos. Me subes a la almohada y giras mi cuerpo. Grito. Me remuevo tratando de cambiar de posición pero te subes sobre mi. Me agarras para que quede quieta, es imposible, me duele no puedo necesito girarme. Te lo suplico de mil manera pero me haces callar, no es una orden, es una petición que tras ver tus ojos acepto sin rechistar. Me quitas la ropa que había olvido que siguiera allí y muerdes mi cuerpo. Primero es mi cuello, mis hombros, mis pezones. Quiero gritar de nuevo, esta vez de placer. Noto tus dedos entrar en mi, dices algo, en el lugar en el que estoy ya no puedo entenderlo todo pero creo que es algo sobre lo mojada y suave que esta tu perra, si Señor creo que respondo. Su perra repito en mi cabeza, que bien suena. Pero ya no puedo pensar mas. Otro dedo dentro de mi. Cuantos son? Se mueven despacio, matándome lentamente. Gimo sin control no puedo aguantarlo mas. Me muevo contra tu mano y me arrepiento al instante, vuelve a doler mi culo. Abro los ojos. Estas sobre mi y sonríes. Estas enfadado lo se, pero ya es diferente. Sin darme cuenta me he corrido entre tus manos. Te levantas y te quitas la ropa. No me pierdo detalle de ti, absorbo cada movimiento mirándote como una boba. Me enseñas tu polla, quiero lamerla acariciarla y se que tu también pero esta muy lejos. Vuelves sobre mi y me besas, solo un roce de tus labios. Quiero mas, quiero que me beses... te clavas dentro de mi y me quedo quieta. Deseo moverme follarte como una fiera, pero no puedo, tu cuerpo me sostiene. Cuando al fin empiezas a follarme no encuentro consuelo, no puedo respirar no puedo hablar, soy solo un algo inerte que te mira y disfruta de cada embestida de cada golpe contra mi. Te miro, te veo disfrutar de mi cuerpo, disfrutar usándome y todo ha valido la pena. Me muevo contra ti encontrando fuerzas que no recordaba que me quedaban, es así como te gusta, lo se, me lo estas diciendo aunque sigo sin oírte del todo. Me pides que me corra. Si. No puedo aguantarlo, un poco mas solo un poco mas. Grito, te empujo y tu me agarras de nuevo del pelo mientras te corres dentro de mi. He muerto, morí en el momento que me senté en esa silla. Me giro hacia tu lado y me encojo. Tu me abrazas mientras acaricias mi mejilla y besas mi frente. Y he sido buena porque Dios me ha traído al cielo. Perdóname susurro.